La mas densa tiniebla

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pozo frente a la casa del señor Ander a pesar de todo lo que se decía de él? Que tenía pacto con el diablo… Que en realidad era un espectro… Que su casa conducía al inframundo… Cuando Karen resbaló al interior, supo que nadie la había visto caer y que jamás sería encontrada. Por eso lloró desconsoladamente. Entonces escuchó que alguien le hablaba desde la oscuridad. “Solo tienes dos opciones: vivir o morir”, dijo la voz de ultratumba. A partir de ese momento, Karen será llevada a un inquietante mundo donde la tenebrosa imaginación del señor Ander le mostrará que el mayor terror de todos surge siempre del lugar menos pensado. Toño Malpica. Estudió la carrera de Ingeniería en Computación en la unam. Ha escrito y llevado a escena varias obras de teatro. Ha recibido diversos premios y reconocimientos, como el Premio Gran Angular 2002, 2005 y 2011; el Premio de Novela Breve Rosario Castellanos 2004; el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil Castillo de la Lectura 2005; el Premio Nacional Una Vuelta de Tuerca 2007; el Premio El Barco de Vapor 2007. En El Naranjo ha publicado La armónica y Los mil años de Pepe Corcueña. Joaquín Aragón. Vive en Valladolid, España. Realizó el Máster en Álbum Infantil Ilustrado de “i con i” en el espacio cultural Casa del Lector en Matadero, Madrid. Participa asiduamente en los talleres Ilustratour y es parte del colectivo de dibujantes Urban Sketcher Spain. Su obra ha sido expuesta en diversas salas y galerías, y forma parte de colecciones como la de la Biblioteca Nacional, la Junta de Castilla y León y del Ministerio de Fomento. La más densa tiniebla es el primer libro que ilustra en Ediciones El Naranjo.

ISBN 978-607-8442-07-2

www.edicioneselnaranjo.com.mx

9 786078 442072

DENSA TINIEBLA

¿Qué orilló a Karen a pararse en el borde del viejo

Toño Malpica · Joaquín Aragón, ilustración

Para niños lectores

LA MÁS

colección mar de cuentos

Toño Malpica Joaquín Aragón, ilustración






Dirección editorial y diseño: Ana Laura Delgado Cuidado de la edición: Sonia Zenteno Asistencia editorial: Rebeca Martínez Formación: Caín Cruz © 2015. Toño Malpica, por el texto © 2015. Joaquín Aragón, por las ilustraciones Primera edición, septiembre de 2015 D.R. © 2015. Ediciones El Naranjo, S. A. de C. V. Avenida México 570, Col. San Jerónimo Aculco, 10400, México, D. F. Tel/fax: + 52 (55) 5652 1974 elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx La presente obra se publica en colaboración con Fundación TV Azteca, A. C. Vereda núm. 80, Col. Jardines del Pedregal, C. P. 01900, México, D. F. www.fundacionazteca.org La autorización de incluir los logos en la obra no constituye una licencia de uso de las marcas registradas, otorgándose únicamente para lo dispuesto en este convenio, sin que signifique cesión, modificación o transferencia de la titularidad de las mismas. Las marcas registradas: Fundación TV Azteca, Proyecto 40 y Círculo Editorial Azteca se utilizan bajo licencia de: TV Azteca, S. A. de C. V., México 2015 ISBN 978-607-8442-07-2 Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, por cualquier medio, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor, y en su caso de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes. Impreso en México / Printed in Mexico

LA MÁS

DENSA TINIEBLA

Se imprimió en el mes de septiembre de 2015, en los talleres de Offset Rebosán, con domicilio en Acueducto núm. 115, Col. Huipulco, C. P. 14370, México D. F. En su composición tipográfica se utilizaron las familias Alegreya Sans, Minion Pro y Andada. Se imprimieron 2 500 ejemplares en papel bond blanco de 120 gramos, con encuadernación en cartoné. El cuidado de la impresión estuvo a cargo de Ana Laura Delgado.


To帽o Malpica Joaqu铆n Arag贸n, ilustraci贸n



Para el Javo, que me ayud贸 a llegar ileso a la madrugada. To帽o Malpica A Pilar, Gotzone y Nora, porque vuestras risas despejan el camino. Joaqu铆n Arag贸n


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cuando karen subió al automóvil decidió que todo tenía que ser perfecto. Naturalmente, pensaba en Ulises, el chico que había conocido en las vacaciones anteriores, pero también (o, mejor dicho, sobre todo) en su propia apariencia. Tenía pensado asistir a la fiesta de cumpleaños con el mejor vestido (había ahorrado para él por casi un año), el mejor maquillaje (su prima Luisa, de quince, le había enseñado cómo hacerlo) y los mejores zapatos (se los había obsequiado su tía Carmela, la más rica de la familia). Nada podía salir mal. Todo tenía que ser perfecto. —¿Estás lista? —le preguntó su papá cuando la vio acomodada en el asiento trasero. Pregunta ociosa. Karen había estado preparada para ese acontecimiento desde hacía varios meses. Ulises había ocupado un lugar en su mente desde que se despidió de él en las últimas vacaciones con la promesa de volver para su fiesta de cumpleaños. Y ahora estaba en camino. La mamá de Karen fue la última en entrar al automóvil. Serían cuatro horas de carretera, pero eso a Karen la tenía sin cuidado. Leería un rato. Jugaría con su celular. Escucharía canciones en su iPod. Tal vez podría dormir y soñar con Ulises. Nada podía salir mal. Y así fue. Al menos en principio. Pues durante el trayecto no ocurrió nada digno de ser recordado. Si acaso, esto: Se detuvieron a cargar gasolina a pocos kilómetros del pueblo en el que vivían sus abuelos. Karen y su mamá se bajaron del coche para pasar al baño y comprar alguna golosina. A Karen se le manchó uno de los zapatos de grasa. Un manchoncito en la punta, cosa de nada. Pero eran los zapatos más caros que jamás había usado en la vida. “¡Qué tonta! ¡No debí ponérmelos con tanta anticipación!”, pensó.

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Sin embargo, ni siquiera tuvo tiempo de inclinarse a intentar limpiarlos. Un indigente con muletas se le acercó. Llevaba en la mano derecha una franela roja y sucia. Si Karen lo hubiera visto venir habría intentado impedirlo, pero estaba demasiado ocupada lamentándose como para notarlo. El hombre se inclinó y le limpió el zapato en un santiamén. Karen se molestó; creyó que lo había estropeado definitivamente. Sin embargo, cosa curiosa, el resultado fue impecable. Su calzado estaba de nueva cuenta limpio y brillante. No quiso, pese a ello, dar propina alguna al comedido menesteroso. Eso fue lo único digno de ser recordado del trayecto. Llegaron a la casa de los abuelos con el sol en lo alto. Comieron ellos y hubo algunos intercambios de cortesías. A la hora del postre al fin pudo Karen preguntar por Ulises. —Hace mucho que no lo veo, pero supongo que se habrá puesto muy guapo. Al igual que tú, Karen. ¿Cuántos años tienes ya? —preguntó la abuela retóricamente; sabía a la perfección la respuesta. —Doce, abue. —¿Cuándo es la fiesta de Ulises? ¿Hoy mismo? —Sí, abue. A las ocho citó a los invitados. Me lo puso en un mail desde el lunes. Era una buena chica, pensaban todos. Acaso un poco vanidosa, pero nada más. Buena alumna y de excelentes modales. ¿Altanera? Tal vez un poco también, pero nada de cuidado. Terminando de comer, Karen ayudó a lavar y guardar la loza. Miró distraída la televisión. Puso a cargar su teléfono celular. Luego, presa de cierta comprensible ansiedad, pidió permiso para dar una vuelta por los alrededores. Por supuesto, deseaba pasar, aunque fuese de lejos, por la casa de Ulises. No veía el momento en el que dieran ya las ocho. Con su deslumbrante atuendo caminó por las calles empedradas. Abrigaba la ilusión de ser vista, a lo lejos, por cierto muchacho que ese mismo día cumplía trece años.

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El campo no era lo suyo, se hallaba más a sus anchas en la ciudad, pero valía la pena el paseo. Después de todo, no había llovido en semanas y el suelo no estaba resbaladizo. Abandonó el sinuoso dibujo de las calles del pueblo y caminó por la hierba. Recordó que en esos mismos parajes había jugado un millón de veces cuando era pequeña. Y que nunca le había importado ensuciarse al corretear por ahí, subir a los árboles o resbalar por las laderas; ahora no hacerlo era lo más importante del mundo. Miraba con mucha frecuencia la superficie de sus hermosos zapatos. Con alegría llegó a un apartado grupo de casas. Nadie se veía en los alrededores. Sonrió al ver la casa del señor Ander, la más próxima. ¡Se decían tantas cosas del viejo! Que si tenía pacto con el diablo. Que si era en realidad un espectro. Que si su casa era un pasaje al inframundo. Ella siempre creyó que únicamente se trataba de un hombre excéntrico cuya necesidad de permanecer solo era superior a todo tipo de presión social. Nunca le tuvo miedo como otros, sus abuelos incluidos. En ese momento hasta sintió deseos de ir a llamar a su puerta (así de rebosante de emoción estaba su corazón en esos momentos). Presentarse. Tomar el té. Acabar para siempre con el mito. Pero se dijo que tal vez otro día. Tras la casa del señor Ander, enclavadas en la planicie, se encontraban tres casas más, la de Ulises entre ellas. Su corazón dio un vuelco. ¿Sería capaz de avanzar un poco más? Tenía miedo de ser descubierta y que Ulises tomara esto como una velada declaración, un atrevimiento. Pero algo de solaz encontró en la pickup estacionada frente a la reja; en el caballo pastando en el establo; en el humo saliendo de la chimenea. Prefirió ir a sentarse a un viejo pozo, aledaño a la casa del señor Ander. Ni una sola alma la vio mientras lo hacía. Ni un gorrión. Ni un cuervo. Miró hacia el negro y frío interior y sintió un arrebato de sed. Pensó que ese pozo debía llevar tanto tiempo seco que no habría modo de sacarle una sola gota de agua.

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“Mejor volver a casa y esperar ahí a que den las ocho”, se dijo al cabo de unos minutos de inquietante silencio. Pero fue solo un pensamiento, uno que obtuvo muy mal recibimiento en el corazón de Karen. No dejaba de mirar hacia la casa de Ulises. No dejaba de abrigar la ilusión poética de que él la descubriera sentada en el pozo, tan bonita, tan… ¿por qué no decirlo?, tan indefensa y tan a la mano. Pensó que una pequeña travesura no vendría mal en esos momentos. Acaso Ulises sí estuviera mirando y viniera corriendo a rescatarla. Una sonrisa pícara acudió a su rostro. Se puso de pie en el borde del pozo. Hizo un par de suertes de equilibrista. Recordó lo fáciles que eran estas osadías cuando era más pequeña, pararse de manos y todo eso. Recordó que, en aquellos años, era otra la familia que vivía en la última casa de ese solar. Recordó lo feliz que había sido en cada vacación pasada en ese pueblo, al lado de sus abuelos. “¿Qué pensará Ulises en este momento?”. Lamentablemente, sí era en verdad un muy viejo pozo. La arcilla del borde no resistió. Un crujido… y la suerte estaba echada. Mientras caía, mientras la oscuridad la devoraba, mientras un desesperado grito se abría paso a través de su garganta, pensó Karen en una mínima, mínima mancha de grasa. Y en una franela roja y sucia.

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—tienes dos opciones —dijo la voz—. Así que eres muy afortunada.

Se había cansado de gritar. Y prácticamente en el mismo momento en que guardó silencio, se escuchó la voz. —¿Quién anda ahí? —Te digo que tienes solo dos opciones, así que eres muy afortunada. Sostuvo la respiración. Ahí dentro solo estaban ella y la apretada oscuridad. Más arriba, un pequeño círculo cuya luz no la alcanzaba. ¿De dónde podría salir esa voz? —¡Vamos! ¿No deseas saber cuáles son esas dos opciones? —¿Quién es usted? —se animó a preguntar. Era una voz nasal, del tipo que fingen los actores de teatro para dar vida a algún personaje fantástico. —¿Te rindes? —insistió la voz. —Ayúdeme, por favor. —¿Te rindes? Karen volvió a llorar. —Eres afortunada porque solo tienes dos opciones. Si tuvieras más opciones la decisión sería muy difícil. Pero no. Solo tienes dos. ¡Qué suerte! A esto siguió una risa que a Karen le pareció ofensiva, fingida. —¡Ayúdeme a salir, por favor! Luego de la risa, un silbido grotesco. Como el de alguien que hace sus labores despreocupadamente. Con sollozos entrecortados, Karen volvió a suplicar. Luego, de nuevo, la voz. —Está bien. Te lo diré. Las opciones son las siguientes: vivir o morir. ¿No es la cosa más sencilla del mundo? Un escalofrío recorrió el cuerpo de Karen. Tenía los brazos y las piernas raspados por la caída, un dolor persistente en una rodilla y mucho frío. Mucho, mucho frío. El tenebroso y húmedo encierro la tenían temblando desde que cayó. No obstante, estaba segura de no estar herida de gravedad y eso le parecía, en efecto,

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una gran suerte. Pero también sabía que nadie la buscaría ahí. Por eso los gritos. Por eso el llanto. Y ahora esa alucinación… —Vivir o morir, niña. ¿Qué decides? Más espasmos de llanto. Más silbidos del incógnito visitante. —Vivir o morir. ¡No es tan difícil la elección! —¡Vivir, claro! ¿Usted puede ayudarme? ¡Hágalo sin tanta vuelta, por favor! —Te lo dije. Eres afortunada. Una decisión facilísima. —Por favor… —Claro que hay letra pequeña. En todo hay letra pequeña. Como quien dice… ¡se aplican restricciones! Tú sabes de eso, eres una chica lista, una chica de ciudad. ¡Claro que sabes! Pero la otra opción, la que no tiene letra pequeña, es la de morir. Y tú no quieres eso, ¿verdad? —Por favor, quien quiera que sea… —Tú no quieres eso. —Por favor…

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Toño Malpica De chico quería ser vaquero. Luego crecí (poco) y decidí que mejor sería bombero. Pasó el tiempo (bastante) y, aunque ya estaba muy encariñado con un piano que me heredaron, preferí estudiar Ingeniería en Computación. Al paso de los años (un titipuchal), opté mejor por dejarme llevar por todo aquello que me hiciera feliz. Hoy en día me complazco poniendo: “Escritor”, en mis tarjetas de presentación porque, en efecto, es eso lo que me hace más feliz (además de los tacos al pastor, el café, el jazz, ver la tele con mi esposa y jugar con mis hijos). He ganado varios premios literarios y tengo más de treinta libros publicados, pero sigo pensando que cualquier día de estos se me vuelve a meter en la cabeza lo de ser vaquero o bombero (será porque, en el fondo, para eso escribo: para ser muchas personas sin tener que rentar muchos disfraces), así que más les vale tenerme vigilado. La más densa tiniebla es mi última incursión en la literatura de miedo para niños, género que, como he dicho ya, tanto me gusta como me asusta… por partes iguales.

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Joaquín Aragón Nací en Valladolid, España en 1968. Soy pintor e ilustrador. Desde mi caótico estudio contemplo los tejados del barrio, la evolución de la nubes y a las urracas columpiándose en las antenas. Allí me gusta bucear a pulmón entre la realidad y los sueños, unas veces consigo peces chicos y otras, grandes, pero nunca dejo de intentarlo. Cuando necesito más aire, monto en mi cuaderno de pedales y salgo a dibujar en busca del sol, el viento y la gente que alimente mis páginas. Comparto esta afición en las calles y en las redes sociales con otros urban sketchers como yo. Como pintor he participado en múltiples certámenes y exposiciones, tanto en salas públicas como en galerías privadas. Me acerqué a la ilustración a raíz de la celebración en Valladolid de los talleres de verano Ilustratour, que con el tiempo se han convertido en una referencia en mi país. Posteriormente, cursé el Máster en Álbum Infantil Ilustrado en Madrid.

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pozo frente a la casa del señor Ander a pesar de todo lo que se decía de él? Que tenía pacto con el diablo… Que en realidad era un espectro… Que su casa conducía al inframundo… Cuando Karen resbaló al interior, supo que nadie la había visto caer y que jamás sería encontrada. Por eso lloró desconsoladamente. Entonces escuchó que alguien le hablaba desde la oscuridad. “Solo tienes dos opciones: vivir o morir”, dijo la voz de ultratumba. A partir de ese momento, Karen será llevada a un inquietante mundo donde la tenebrosa imaginación del señor Ander le mostrará que el mayor terror de todos surge siempre del lugar menos pensado. Toño Malpica. Estudió la carrera de Ingeniería en Computación en la unam. Ha escrito y llevado a escena varias obras de teatro. Ha recibido diversos premios y reconocimientos, como el Premio Gran Angular 2002, 2005 y 2011; el Premio de Novela Breve Rosario Castellanos 2004; el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil Castillo de la Lectura 2005; el Premio Nacional Una Vuelta de Tuerca 2007; el Premio El Barco de Vapor 2007. En El Naranjo ha publicado La armónica y Los mil años de Pepe Corcueña. Joaquín Aragón. Vive en Valladolid, España. Realizó el Máster en Álbum Infantil Ilustrado de “i con i” en el espacio cultural Casa del Lector en Matadero, Madrid. Participa asiduamente en los talleres Ilustratour y es parte del colectivo de dibujantes Urban Sketcher Spain. Su obra ha sido expuesta en diversas salas y galerías, y forma parte de colecciones como la de la Biblioteca Nacional, la Junta de Castilla y León y del Ministerio de Fomento. La más densa tiniebla es el primer libro que ilustra en Ediciones El Naranjo.

ISBN 978-607-8442-07-2

www.edicioneselnaranjo.com.mx

9 786078 442072

DENSA TINIEBLA

¿Qué orilló a Karen a pararse en el borde del viejo

Toño Malpica · Joaquín Aragón, ilustración

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Toño Malpica Joaquín Aragón, ilustración


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