Temible monstruo

colección mar de cuentos

Para niños lectores

Una lluvia torrencial arrastra un tronco por el río. Sobre él va montado un extraño ser que desembarca en la orilla de una lejana tierra. Está agotado y hambriento, apenas puede sostenerse en pie. Su presencia desencadena en los animales de la selva las más disparatadas ideas y miedos, porque lo desconocido siempre nos perturba. ¿Crees que ellos tengan razón? Descubre quién es el temible monstruo.

ISBN 978-607-8442-06-5

www.edicioneselnaranjo.com.mx

9 786078 442065

Temible monstruo Primera edición, 2015 Coedición: Ediciones El Naranjo/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Dirección General de Publicaciones

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D.R. © María Baranda, por el texto D.R. © Carla Besora, por las ilustraciones D.R. © 2015, Ediciones El Naranjo, S. A. de C. V. Avenida México 570, Col. San Jerónimo Aculco, C. P. 10400, México, D. F. +52 (55) 5652 1974 / elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx D.R. © 2015, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Dirección General de Publicaciones Avenida Paseo de la Reforma 175, Col. Cuauhtémoc C. P. 06500, México, D. F. www.conaculta.gob.mx Dirección editorial: Ana Laura Delgado Asistencia editorial: Sonia Zenteno y Rebeca Martínez Formación: Caín Cruz ISBN: 978-607-8442-06-5, Ediciones El Naranjo ISBN: 978-607-745-111-2, CONACULTA Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los editores. se imprimió en el mes de agosto de 2015, en los talleres de Pandora Impresores, Av. Caña 3657, Col. La Nogalera, Guadalajara, Jalisco. pandoraimpresores.com En su composición tipográfica se utilizó la familia Sabon. Se imprimieron 2 000 ejemplares en papel couché mate de 150 gramos, con encuadernación en cartoné. Impreso en México / Printed in Mexico

La escritora agradece el apoyo del Sistema Nacional de Creadores de Arte

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Un día de mucha lluvia una zarigüeya perdió su casa. Los caminos se inundaron, algunos árboles cayeron y el río creció hasta desbordarse por las orillas. El cielo era gris oscuro con largas nubes negras que lo entristecían todo. La zarigüeya encontró un pedazo de corteza de árbol que le sirvió de balsa. Se fue en ella corriente abajo hasta llegar a un sitio lejano.

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Una mona colgada de lo alto de una rama la vio acercarse y gritó: —¡Monstruo a la vista! Todos temblaron. Se asustaron. Se juntaron al pie del árbol.

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—¿Y ahora qué haremos? —quiso saber el perico. —Sí, ¿cómo nos defenderemos? —preguntó el caracol de pasto. —¡No dejaremos pasar al monstruo a nuestro árbol! —sentenció la ardilla. La zarigüeya estaba ahí, a la orilla del río, de pie, frente a todos. Temblaba. Tenía frío y miedo.

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—No lo conocemos, no sabemos quién es ni de dónde viene, por lo tanto: ¡es un monstruo! —dijo el perico muy serio. Y todos observaron a la zarigüeya asomándose por detrás del tronco del árbol. —Es verdaderamente diferente a nosotros, por lo tanto ¡es monstruoso! —replicó la mona desde lo alto.

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—Habría que alejarlo: lo diferente siempre es peligroso —dijo la ardilla. Y comenzó a gruñir como si fuera un fiero oso en medio de un bosque. Todos la imitaron. Hasta el caracol, pero a él casi nadie lo escuchó. La mona hizo el fuerte ruido del viento, el perico abrió el pico enorme, inmensamente, como si fuera un león perseguido.

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Nací en la Ciudad de México cuando no había tantos coches y los niños podíamos salir a jugar a la calle. Mis hermanos y yo corríamos junto al tren que pasaba por la casa y gritábamos fuerte, muy fuerte, para ganarle al tren en su sonido. Ellos, mis hermanos, se subían ágiles y veloces para mostrar su valentía. Parecían pájaros gigantes a punto de volar. Yo nunca lo hice. Siempre los esperé de pie, junto a la vía, sola, segura de que alguna vez podría hacerlo. Entonces apretaba los ojos con mucha intensidad, cada vez más y más, hasta sentir que me iba, alas al aire, y que podía volar. Ahora cierro los ojos y pienso en una palabra y todo se pone azul y blanco y yo me voy, me voy hasta lo alto del cielo. Hace tiempo que aprendí que las palabras son mundos, mundos que me llevan al aire y a soñar que yo algún día, estoy segura, podré volar. 44

Nací frente al mar y desde entonces me invade una extraña melancolía cuando estoy lejos. Siempre me gustó jugar con gatos y evitar conflictos, así que mis tempranas aficiones confabulaban para evadirme de la realidad. Pasaba mi tiempo dibujando, inventando historias y escondiendo tesoros. Casi nunca jugué con balones, ya que siempre parecían venir propulsados hacia mi cara. Según mi madre, “era de juego tranquilo”. Me gustaba más sentarme y me daban miedo los niños demasiado activos, así que desarrollé esa faceta contemplativa que me permite trabajar lenta y meticulosamente. Las plantas siempre fueron buenos aliados.

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