Viviendo al filo

Page 1

Viviendo al filo

Wanda Dufner, ilustración

Vivian Mansour

Para Fernanda, Andrea, Laura y Virginia.

Esta obra se escribió gracias al apoyo del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

Dirección editorial: Ana Laura Delgado Edición: Rocío Aguilar Chavira Asistencia editorial: Elena Borrás Corrección de estilo: Luis Téllez Tejeda Diseño y formación: Raquel Sánchez Jiménez

© 2019. Vivian Mansour, por el texto © 2019. Wanda Dufner, por las ilustraciones

Primera edición, octubre de 2019 D. R. © 2019. Ediciones El Naranjo, S. A. de C. V. Avenida México 570, Col. San Jerónimo Aculco, C. P. 10400, Ciudad de México. Tel. +52 (55) 5652 1974 elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx

ISBN: 978-607-8442-75-1

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización escrita de los editores, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor, y en su caso de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes.

Impreso en México / Printed in Mexico

Vivian Mansour Wanda Dufner, ilustración

Estoy en la azotea. En medio de ropa colgada con pinzas que pellizcan calzones, camisetas y pantalones. Un poco de viento mueve las prendas ligeramente y me despeinan. Las redondas antenas para televisión parecen ojos y me miran indiferentes. Los sonidos de abajo se mezclan con cierta perversión. La voz ronca y desquiciante de un taladro se une a unos claxonazos y a los gritos que anuncian el reparto de gas. La campana de la basura invoca de seguro a señoras con tubos y batas floreadas que afanosamente sacan los desperdicios. De lo que quieren deshacerse. De tirar lo que no sirve. Lo inútil. Yo así me siento. Una envoltura mosqueada, salpicada de líquidos malolientes, incapaz de servir para nada. Me asomo al filo de la azotea. Mi mirada se desliza veloz metros y metros hacia abajo. Se topa con el asfalto gris, en medio de coches estacionados, como animales inmóviles de ese zoológico metálico. ¿Qué pasaría si me aviento? Volar por unos segundos hasta estallar en el piso. Unos segundos de libertad maravillosa y luego… la nada. Quizá no dolería tanto, aunque yo no le tengo miedo al dolor. A ese dolor.

Me retiro del filo de la azotea. No me voy a aventar. Una mezcla de miedo, cobardía y compasión por mi mamá y mi hermano me hace retroceder. Pero el dolor sigue ahí. Y no puedo pregonarlo como el que anuncia que viene el camión de la basura.

7

Correr. El despertador me zarandea esa mañana de lunes. Las sábanas están ásperas porque no las he lavado desde hace dos semanas. No he tenido tiempo. Ni ganas. Además, me molesta que tengan balones de básquetbol y de fútbol americano estampados. Quién sabe de dónde salieron y por qué llegaron a parar a mi cama. No es que yo quiera unas sábanas de princesitas o de Hello Kitty, pero odio este estampado. Le reclamé una vez a mi mamá y ella me dijo que no importaba el dibujo de las sábanas porque nadie podía verlo. Excepto yo. O sea que si nadie ve las cosas, están bien. Por ejemplo, ocultar la ropa sucia debajo de la cama.

Correr. Levantar a mi hermano y checar que ya esté listo. Hoy le cambiamos la rutina y eso le molesta. Es una hora y media más temprano de lo habitual. Mi mamá ya tiene preparado el desayuno (bastante aburrido: cereal, fruta y dos sándwiches para el lunch) porque tiene que abrir la estética a las ocho. Mientras tragamos a cucharadas los cornflakes, me repitió, por enésima vez, las instrucciones:

—Toman el metro y se bajan en la estación Chabacano, de ahí caminan dos cuadras hacia los locales que están sobre la avenida, buscan la fábrica de cajas y preguntas por el señor

9
1

Díaz y le dices que eres recomendada de la señora María Saldívar. Le explicas que tu hermano… —…que cuando mi hermano entienda las instrucciones las llevará a cabo al pie de la letra. Que solo es cuestión de paciencia —dije yo, cansada de estas frases que ya me había hecho repetir mil veces.

David masticaba concienzudamente su cereal, con la mirada en el infinito. Mi hermano pudo haber sido un chico guapo. Cabello crespo y rubio, ojos color miel, pero con una expresión extraña, como si mirara las cosas que pudieron haber sido, pero que no lograron completarse. Lo mismo pasaba con él: mi hermano era un boceto, el garabato de un muchacho que pudo ser, pero se quedó trazado a medio camino y el autor desistió en terminar su dibujo. El único punto malo de su apariencia eran los dientes: muy pequeños y sus encías abarcaban casi la totalidad de la boca. Era difícil no verlo, pero sus hermosos ojos compensaban esa fealdad.

David terminó de comer, sorbiendo hasta la última gota de leche que quedaba entre los restos de cereal y él solo se dirigió al baño para lavarse los dientes. Había sido un gran logro que realizara esa rutina por él mismo, pero cuando la entendió, la mecanizó y no fue necesario repetírsela. Su único requisito era que la puerta del baño siempre estuviera abierta para poder entrar sin tener que tocar.

10

Vívian Mansour escritora

Nací en la Ciudad de México y estudié Ciencias de la Comunicación. Durante muchos años me dediqué a inventar anuncios para shampoos, tiendas de autoservicio, alimentos enlatados e incluso laxantes. Hasta que un día decidí usar mi creatividad para escribir los cuentos más divertidos y originales. Desde ese día no he parado.

Hay muchas cosas de las cuales me arrepiento: he dormido demasiado, viajado muy poco, no he escalado montañas, no conozco de cerca a un correcaminos, jamás he visto un muerto y sólo sé hablar español. De lo que no me arrepentiré nunca es de leer todo lo que he leído, porque con los libros soy capaz de hacer todo lo que no he hecho.

Ésta es mi primera y muy esperada novela para jóvenes. ¡Estoy segura de que los va a sorprender!

196

Wanda Dufner ilustradora

Hace algunos años jamás hubiera pensado que fuera posible que otras personas vieran mis ilustraciones. Para mí pintar y dibujar era algo muy íntimo y personal, una actividad que comencé desde muy temprana edad. Casi siempre dibujo mis sueños, deseos y me invento lugares fantásticos, coloridos, con atardeceres y plantas tropicales. Estoy convencida de que se puede narrar a través de las imágenes y que hay historias que cuento mejor con mis dibujos que con mi propia voz. Soy una persona muy curiosa y para mis descubrimientos siempre tomo lápices y papel. También me gusta mucho viajar y, por su puesto, dibujar, actividad que me permite observar el mundo con mucha precisión. Mis ojos siempre están atentos a todo, incluso a las situaciones graciosas que ocurren todos los días en mi ciudad o en sus alrededores. Algunas veces convierto esas situaciones en cómics para recodarlas por siempre.

197

Para jóvenes lectores colección ecos de tinta

El fantasma de la casa del lago Ana Romero

trae la lluvia Martha Riva Palacio Obón

Ella

El velo de Helena María García Esperón Mary Jo Ana Pessoa

Viviendo al filo se imprimió en el mes de octubre de 2019, en los talleres de Litográfica Ingramex, S. A. de C. V., Centeno 162-1, Col. Granjas Esmeralda, C. P. 09810, Ciudad de México. En su composición tipográfica se utilizaron las familias ITC Leawood y Briem Akademi Std. Se imprimieron 3 000 ejemplares en papel bond ahuesado de 90 gramos, con encuadernación rústica. El cuidado de la impresión estuvo a cargo de Ediciones El Naranjo.

colección ecos de tinta Para jóvenes lectores

Todos tenemos un secreto, grande o pequeño, a veces algo inconfesable que nos da pena compartir. Laura tiene uno muy doloroso, producto de una herida que no sabe cómo cerrar. Con ayuda de sus amigos y de alguien más, logrará salir adelante y dejar de vivir al filo.

Vivian Mansour estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Ha colaborado en distintos medios, como radio, televisión y revistas. Durante su trayectoria ha ganado varios premios y reconocimientos y es invitada constante a encuentros literarios para hablar de su obra y de la promoción a la lectura tanto en México como en el extranjero. En El Naranjo, ha publicado Lotería de Piratas y Había una vez, pero al revés. Cuentos de cabeza.

Wanda Dufner nació en Suiza, en 1992. Estudió Ilustración en la Escuela Superior de Ilustración y Diseño de Lucerna. Varias de sus creaciones son autobiográficas y en ellas retrata la ironía de la cotidianeidad. En su país natal ha colaborado en exposiciones individuales y colectivas. Viviendo al filo es su primer trabajo publicado.

www.edicioneselnaranjo.com.mx

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.