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CARMEN TOMAS

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Una vez a la semana les visito para ver cómo están, cómo se las apañan los desterrados en la isla a la deriva. Les arrojamos cajas de madera con el agua y los víveres necesarios y observamos impotentes el espectáculo lamentable que nos ofrecen. Se pelean por una lata de conser va, por una manzana o por quedárselo todo uno solo. No sirvió de nada aumentar el suministro, siguen con sus luchas encarnizadas por la comida o por lo que sea. Se organizan formando grupos que se enfrentan el día del reparto, los grupos y sus cabecillas van cambiando, en cada recuento falta alguno, seguramente se deshacen de los cuerpos lanzándolos al mar por cualquier alcantilado.

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Tenemos terminantemente prohibido comunicarnos con ellos, bajo ningún concepto, ni siquiera si enferman, en ese caso se monta un dispositivo y se aleja a los pacientes del resto. Los sanitarios que les atienden llevan auriculares con música muy alta que les impide escucharles, ellos no cesan de hablar y de hablar pero es en vano, no les oyen. Aislamos al enfermo hasta que sana, de no ser así desaparecería la medicación y hasta el enfermo.

No sé si será porque se aburren fácilmente o sencillamente porque les encanta, la cuestión es que no paran de practicar sexo, a ser posible no consentido. Las violaciones grupales se consumarían de continuo si no lo impidiésemos con el gas ador mecedor. Hasta la fecha hemos trasladado de la isla a los bebés que han engendrado, quién sabe lo que serían capaces de hacerles. Un grupo de entendidos estudia la posibilidad de esterilizar a los desterrados, principalmente valoran el dilema moral que supone adoptar una medida tan drástica.

Les proponemos diversas actividades con el fin de mantenerlos distraidos. Los proyectores no tuvieron éxito, no les gusta el cine, solo la pornografia dura o las escenas de violencia explícita, no quieren saber nada de las películas que les ofrecemos. Tampoco mostraron interés por aprender ningún oficio, eso sí, devoran los libros, da gusto verlos adquirir conocimiento, nunca tienen bastante,

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seguramente por aquello de que la información es poder. Además contamos con más de un artista en la isla, no son muchos pero lo hacen fenomenal, sobretodo les encanta interpretar, hay que reconocer que son unos actores magníficos.

Últimamente noto que me estoy encariñando con ellos, hasta los identifico por sus respectivos nombres, me enternecen tanto sus miraditas de cordero degollado. Me escogieron para este trabajo porque disfruto ayudando, desde que tengo uso de razón no hay nada que me produzca más placer que favorecer a los demás. Hubo un tiempo en que me sentí culpable por este rasgo tan marcado de mi personalidad, me siento poderoso cada vez que favorezco a alguien. La psicóloga me explicó que este tipo de poder que yo busco es muy positivo, que debo explotarlo sin complejos, siempre y cuando no se me olvide cuidar de mi mismo en primer lugar.

Son escasos los que quieren desempeñar este trabajo, por eso está tan bien remunerado, pero yo no lo hago por dinero si no por esa sensación orgiástica que me produce apoyar al prójimo, pero soy consciente de que, de un tiempo a esta parte, no guardo las distancias de seguridad, me arriesgo a caer en una de esas trampas de tela de araña que se les da tan bien tejer.

Comprendo y acato la decisión del comité de la isla. Van a darme unas vacaciones, quieren que me aleje de todo esto por un tiempo, aprovecharé para asistir a las clases del centro for mativo, tengo que recuperar la perspectiva, volver a estudiar la época en que los científicos inventaron el detector de psicópatas y se solucionaron los grandes males que aquejaban a la humanidad. Una vez identificados se les desterró en la isla a la deriva para evitar que se dedicasen a lo que mejor saben hacer, destruir. Únicamente se libran del destierro aquellos individuos que resultan útiles a la sociedad, los que gracias a su falta de emotividad ejercen profesiones que requieren sangre fría, eso sí, se les vigila de cerca a fin de impedir que manipulen a sus familiares y amigos. Tengo que volver a recordar que aunque el planeta tierra diste de ser un lugar perfecto, con ellos fuera de juego ha mejorado

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una barbaridad, dónde va a parar.

CARMEN TOMAS

España

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