1065 El Observador de la actualidad

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6 de diciembre de 2015

AÑO 21

No. 1065

PERIODISMO CATÓLICO; FE QUE SE HACE CULTURA

$11.00

VENTANA ABIERTA Por Jaime Septién

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E

l Año Santo de la Misericordia nos ofrece la posibilidad de sanar las heridas que vienen, muchas veces, de aquellos a los cuales queremos y nos quieren. Qué alegría más grande. Qué motivación más gozosa: sabernos libres de un recuerdo que tortura el alma. «Perdonar no significa olvidar», decía Henry Nowen. Perdonar significa «sanar verdaderamente el recuerdo». Las guerras, las batallas, los enojos, los desastres en las relaciones familiares y sociales tienen, generalmente, un punto en común: caer en la provocación de la magnitud de la «falta» cometida en contra mía. Va uno por la calle. Escucha conversaciones. Casi todas son la maldad de un ausente. «El me hizo; ella me tornó…». Arrastramos una existencia de enojos gratuitos y de punzadas inútiles. Lo mismo pasa en nuestra relación con Dios. Él tiene que perdonarnos cada día. Pero perdonarle a Él que yo no sea rico, que no tenga la familia que soñaba, que me vaya mal en el trabajo, que me haya enfermado o que pesqué un resfriado justo el día de mi cita…, ¡jamás! La misericordia a la que empuja el Año Santo es la misericordia perfecta de aquél que nos amó primero. «¿Acaso podía haber una misericordia más grande que la que llevó al Creador del cielo a bajar del mismo Cielo y al Creador de la tierra a revestirse de un cuerpo mortal?», se preguntaba San Agustín. Siendo rey se hizo siervo; siendo pan tuvo hambre; siendo la saciedad se hizo sed; siendo el poder se hizo débil; siendo vida, murió. «Y todo esto lo hizo para saciar nuestra hambre, para aliviar nuestra sed ardiente, para fortalecer nuestra debilidad, para cancelar nuestra iniquidad, para encender nuestra caridad». Lo hizo para que cada uno pudiera comenzar de nuevo. Aquí. Ahora mismo.

El perdón, expresión de la misericordia El 13 de mayo de 1981 un joven turco de nombre Mehmet Ali Agca, pagado por alguien más, intentó asesinar al Papa Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano. El francotirador se había preparado para no fallar a escasos metros del blanco. Pero falló milagrosamente. La bala asesina no llegó a dañarle partes vitales de su organismo aunque le dejó algunas secuelas que le fueron, poco a poco, disminuyendo las fuerzas. El frustrado asesino fue condenado a la cárcel, donde el Santo Pontífice fue a visitarlo el 27 de diciembre de 1983, en la cárcel Rebibbia, para decirle que le perdonaba. Aquel día san Juan Pablo II estuvo a punto de morir, pero supo perdonar a su agresor, perdonar como el Padre perdona, perdonar

santos Vive el AñoNuevos de la Misericordia desconocidos EN4ESTE PÁGINAS A 6 NÚMERO OBSEQUIAMOS ESTA GUÍA. PEDIDOS A

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como Jesús nos dice que perdonemos hasta setenta veces siete. El Papa Francisco, en la bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, nos dice que no podemos olvidar la gran enseñanza que san Juan Pablo II ofreció también en su segunda encíclica Dives in misericordia, y que la mentalidad contemporánea parece oponerse al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia… Pero debido a esto, en la situación actual de la Iglesia y del mundo, muchos hombres y muchos ambientes, guiados por un vivo sentido de fe, se dirigen, casi espontáneamente, a la misericordia de Dios.

TEMA DE LA SEMANA

Año santo de la misericordia PÁGINAS 4-6

ESPECIAL

¿Qué es la indulgencia y cómo obtenerla? PÁGINA 3


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