1105 El Observador de la actualidad

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11 de septiembre de 2016

AÑO 22

No. 1105

Periodismo católico; FE QUE SE HACE CULTURA

Han fracasado todos los programas

AgendaPorinternacional Georg Eickhoff

Por Jaime Septién

L

a historia es la de casi todas las semanas. Un grupo de migrantes centroamericanos, camino a Estados Unidos, es rescatado de las condiciones de hacinamiento o, sencillamente, de asfixia en las que viajan, con «coyotes» que les cobran todo el dinero de que disponían. Y si son mujeres… Los migrantes asegurados no podrán seguir su camino hacia la frontera norte. Se inicia el proceso de retorno a su patria, en donde a nadie parece importarle lo que les espera

E

(muchos de ellos, menores de edad, están huyendo del asedio de las maras, quienes ponen un ulti-

mátum: o con nosotros a delinquir, o muerto). De acuerdo con la investigación Sueños rotos: el peligroso viaje hecho por los niños de Centroamérica, realizado por la UNICEF, en los primeros 6 meses de 2015, fueron detenidos en la frontera de México con Estados Unidos 18,500 menores viajando sin la compañía de un adulto. En el mismo período de 2016, ha habido un

JOHN MOORE / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / AFP

aumento de 40 por ciento en las detenciones, llegando ya a 26,000 en el primer semestre de este año.

También cabe resaltar que en los primeros 6 meses de 2016, pero en México, fueron ya detenidos 16,000 menores de edad. Han fracasado todos los programas. El de arraigo en sus países de origen; el de la Frontera Sur sellada por parte de México, la ayuda internacional, los esfuerzos de los países del Triángulo Norte. Y, como siempre, son las niñas las que llevan la peor parte: 6 de cada 10 pequeñas sufren violencia sexual durante el viaje. Muchas de ellas no llegan a ningún destino, salvo los burdeles de México o de Guatemala. ¿Hasta cuándo habrá una acción conjunta para evitar este «drama humanitario»? Quizá cuando los niños importen. Porque ahora, no importan mucho ni a los gobiernos de la región ni a la sociedad. Queda, en el camino del sur al norte de México, la mano tendida de la Iglesia católica.

Stefany es una niña inmigrante salvadoreña, que después de cruzar la frontera de México con Estados Unidos, fue detenida cerca de Mission, Texas. Ella es parte de la mayor crisis humanitaria en la frontera entre México y Estados Unidos que prevalece desde 2014.

Aleteia en El Observador 7 razones para tirar la pornografía a la basura

Tema de la semana

El suplicio de los migrantes Páginas 4-6

Páginas 13

SER JOVEN

Me encontré con Dios en un hospital Página 12

opinión

Madre Teresa:

La «rockstar» que nunca fue Por José Antonio Varela Vidal Página 16

$13.00

El ataque a las Torres Gemelas

staba en mi oficina en el centro de Berlín, no muy lejos de la Puerta de Brandemburgo. En el pasillo, me tropecé con un colega que, por ser vocero de prensa, siempre tenía un televisor encendido en su despacho. Levantó los brazos en señal de alarma: «Acaba de impactar un avión en el World Trade Center de Nueva York». Me imaginaba un avión de hélices para pocos pasajeros. Fuimos a su oficina y vimos, en pantalla, las imágenes ya del segundo impacto. Fue otro avión grande con centenares de pasajeros a bordo. No cabía duda de que era un ataque terrorista. Me acuerdo de que me fui temprano a casa y, en el metro hacia la avenida Carlos Marx de Berlín Oriental, donde vivía entonces, se fijó una frase en mi pensamiento. «Va a haber guerra». Hubo guerra y hay guerra. Es la guerra global contra el terrorismo que inició hace 15 años, cuando fue atacado –por primera vez desde Pearl Harbour (7 de diciembre de 1941)– el territorio de los Estados Unidos. Otro recuerdo del momento: me quedé despierto, en la madrugada del 21 de septiembre de 2001, en Berlín, para ver en vivo el discurso del Presidente George W. Bush sobre el estado de la Nación, en Washington. Me parece, hasta hoy, que fue un gran discurso, aunque el orador sea recordado como mediocre y la ocasión como monstruosa. Bush declaró la guerra contra el terrorismo que hasta hoy no ha cesado. Otro gran discurso para la historia fue el de Barack Obama, 10 años más tarde, el 2 de mayo de 2011, anunciando que el hombre detrás del ataque a las Torres Gemelas, Osama Bin Laden, había sido abatido en un operativo militar secreto, en Pakistán. Enseguida, su cuerpo fue lanzado al mar. Desde entonces, el terrorismo no ha cesado. Más bien se ha convertido en una marea que invade los espacios diarios de la gente, en muchos países del mundo. Hay ataques muy planeados como el del 11 de septiembre 2001, pero son más y más preocupantes los ataques con medios sencillos como, por ejemplo, un camión que atropella a una multitud festiva. Así ocurrió, el pasado 14 de julio, en Niza. Queda cada día más claro que no hay una protección efectiva contra la enfermedad del corazón que es el fanatismo asesino. ¿Quién podría haber parado el cobarde asesinato del Padre Jacques Hamel, en su parroquia, en Normandía? Hay que enfrentar el hecho de que el terrorismo nace de corazones enfermos, enfermos de fanatismo religioso, en muchos casos. Los cristianos deben reconocer que ellos mismos duraron siglos para superar la mezcla diabólica de religión y violencia y deben estrechar la mano del diálogo a los musulmanes que buscan la maduración de su fe y de su comunidad hacia el amor por la paz y hacia la conversión de los corazones.


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