22 de enero de 2017
AÑO 22
VENTANA ABIERTA
$13.00
PUNTO DE MIRA
«Debemos cuidar a México como cuidamos a nuestra familia».
Por Jaime Septién
Pero, ¿cómo llegamos hasta aquí?
Q
No. 1124
PERIODISMO CATÓLICO; FE QUE SE HACE CULTURA
ue un ciudadano tan limitado como el nuevo presidente de Estados Unidos tenga en vilo a México es señal de un desastre moral que no se construyó antier, sino que viene de hace un siglo, cuando en la Constitución se instituyó el dogma laicista: «Dios, si existe, no importa». En La Conciencia Religiosa en el Hombre Moderno, don Giussani recuerda que esta frase lleva consigo el imperativo que Dios no exista. Es el laicismo que resulta de la pretensión de que el hombre se pertenece y se basta a sí mismo. Que es él y su deseo el marco regulatorio de su vida. Es verdad: no hemos sabido construir una identidad fuerte. Andamos dispersos y violentos. Sin definir qué proyecto de nación queremos ni cuáles son las herramientas (los valores) que nos distinguen. ¿Laboriosidad, cortesía, bien común? Todas esas y dos más: familia y vida. Es decir, religiosidad. Pero eso fue echado por los constituyentes del 17 a la basura. Hoy vivimos las consecuencias cuando un presidente extranjero asusta a la manera del bravucón del patio de la escuela que quería robarnos el almuerzo. Entonces, bastaba un grupo que se le pusiera al brinco. Que defendiera al débil. Que lo hiciera desde una perspectiva de conjunto. Carecemos de esa perspectiva. No porque no haya buenos ciudadanos, capaces de pararle los tacos a Trump. Lo que no hay es conciencia colectiva entre gobierno y sociedad de actuar unidos defendiendo al débil. Cada quién que se baste a sí mismo. Ningún Dios por encima de nosotros… Y si Dios no tiene nada que ver con la vida, ese Dios es, cuando menos, inútil, si no es que dañino. Nos lo quitaron. Nos dijeron que era «el opio del pueblo». Y lo creímos.
CARLOS KASUGA,
PRESIDENTE ADMINISTRATIVO DE YAKULT
Entrevista de El Observador. PÁGINA 6
Hay vida después de Trump La toma de protesta de Donald J. Trump como presidente número 45 de Estados Unidos ha llenado de zozobra a muchos mexicanos. En este número de El Observador no queremos -ni podemos- avalar este ambiente de pesimismo que se ha apoderado de nuestra Patria. ¿Hay vida después de Trump? Sí, la hay, en la medida que dejemos de culpar a los otros de nuestras desgracias. En la página 2 de este número explicamos cómo México puede aprovechar de mejor manera los múltiples tratados comerciales que ha firmado y que no se reducen al TLC. En la 3, con Felipe Monroy y Sergio Ibarra, echamos un vistazo a la dependencia económica, política, comercial y hasta cultural consentida por parte de México (y aprovechada por los vecinos del norte). Antonio Maza nos invita a dejar de actuar a partir del odio y el padre Fernando Pascual nos recuerda algo esencial: que las buenas ideas nos acarrean buenas consecuencias. Y las malas, malas... Francisco Septién, en la página 4, toca el tema central de esta semana:
la oportunidad que se le abre a México de rebasar las predicciones de catástrofe. Como dice Edgar Morin en su libro ¿Cómo vivir en tiempos de crisis?: «Lo probable es que no dirijamos al abismo; pero siempre está lo improbable en la historia humana». Dicho de una manera cristiana: siempre está la Providencia, que se ocupa de nosotros. Más adelante exploramos lo que podemos hacer, sin que tengamos que esperar a que la cosa truene. Y en la entrevista, alguien que sí lo ha hecho y que todo México conoce: don Carlos Kasuga , presidente del consejo directivo de Yakult, quien confirma lo que estamos tratando de mostrar en este ejemplar: que siempre se ha podido. Y que sí se puede. Dejando atrás el nacionalismo rancio y la corrupción de las palabras. México es más grande que sus problemas. Y que sus errores pasados. Desde luego, más grande que cualquier viento de fuera. ¿A condición de qué? Lo ha repetido nuestra directora general adjunta, Maité Urquiza : de la unión entre los mexicanos. ¡Buena lectura!
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