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No. 1128

Periodismo católico; FE QUE SE HACE CULTURA

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FOTO: Alfredo Estrella / AFP / Getty Images

19 de febrero de 2017

Ventana abierta Por Jaime Septién

U

Los tres cofrecillos

so el título remedando un capítulo de Confesiones de un pequeño filósofo del español Azorín. En él hace un resumen de su infancia provinciana y condensa, en tres frases, en tres cofrecillos guardados con celo, la mentalidad de los mayores de su pueblo: «¡Es ya tarde!», «¡Qué le vamos a hacer!» y «¡Ahora se tenía que morir!». Cuando mi nieta Valentina crezca y tenga la edad de hacer recuerdos (apenas cumple un mes de nacida), ¿cuáles serán sus tres cofrecillos donde guardará la memoria de lo que decimos hoy los mayores? Hago un ejercicio de reflexión y pienso que Valentina recordará estas tres frases: «¡Está difícil!», «¡No se vale!» y «¿Ya para qué?». Esos tres recursos empozan todo nuestro desaliento. Pero, un momento: ¿usted quisiera que su nieta recordara su infancia así?

Quizá no los tenga, pero tendrá sobrinos y sobrinas, hijos pequeños, amigos que tienen hijos, etcétera. Estoy seguro de que se revolverá en su sillón y dirá que no, que no le gustaría dar ese ejemplo triste, decaído y amargo. A mí tampoco. ¿Qué hizo Azorín con los recuerdos? ¿Los siguió usando como escudo? Nada de eso. Se propuso escribir, viajar por los pueblos de España, amar a su gente. Y recuperar el espíritu de su raza. ¿Y nosotros? Le propongo un cambio radical para que guarden en tres cofrecillos las nuevas generaciones otro rostro de México: «¡Vamos a superar esto entre todos¡», «¡También yo soy responsable!» y «¡Claro que se puede!». Hombre, ya sé que estoy descubriendo el agua tibia. Pero, dicen los sabios, las palabras cuentan. Y abren caminos.

PUNTO DE MIRA Iglesia y migrantes

El Observador de esta semana dedica su tema principal no a la queja por las políticas echadas a andar por el presidente de Estados Unidos, sino a lo que está haciendo -desde hace mucho tiempo, desde siempre- la Iglesia católica en su conjunto. La infografía de la página 2 revela, de un solo vistazo, el enorme esfuerzo católico de México y Estados Unidos por aliviar el dolor y por dar esperanza a migrantes y refugiados. En la 3 se detallan algunas de estas acciones, mientras que la 4 y la 5 se dedican a dos iniciativas asombrosas: la Casa de Hospitalidad Juan Diego en Houston

y el desayunador salesiano «padre Chava», en Tijuana. Un matrimonio

de laicos y un sacerdote fundaron ambas iniciativas, que hoy son el

refugio de cientos de refugiados, migrantes y la mayoría, buenos seres humanos (no «bad hombres», como luego se suele pensar por ahí). Desde

luego, no podríamos dejar de lado las historias del santo de los migrantes: San Toribio Romo. Historias que conmueven y mueven a la acción. Historias de éxito en el amor al hermano más débil. Historias desde el corazón de la Iglesia católica envueltas en un solo mensaje: «Fui forastero y me recibiste...». ¡Buena lectura!

puntodevista

Cuarto aniversario Mons. Mario De Gasperín Página 16

Los rosarios de mis abuelas Miguel Aranguren Página 17


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