1135 El Observador de la actualidad

Page 1

Edición especial: Semana Santa

9 de abril de 2017

AÑO 22

VENTANA ABIERTA

No. 1135

PERIODISMO CATÓLICO; FE QUE SE HACE CULTURA

$13.00

El entierro de Cristo o El descendimiento (1603), pintura al óleo de Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) Pinacoteca Vaticana.

Jaime Septién

¿Quién soy yo en la Pasión?

D

urante todo el relato de la Pasión se presenta una galería de personajes que componen un gran fresco de la miseria humana. El colosal sacrificio de Jesús se topa con Ben-Tovit (personaje del cuento de Leónidas Andreyev): un comerciante de Jerusalén que mira el Viacrucis desde la azotea de su casa, abrumado por un dolor de muelas pasajero. En aquellos días tremendos en que flagelamos, escupimos, crucificamos a Dios hecho hombre y hoy mismo, cuando le volvemos la espalda porque «el padrecito dijo un sermón aburrido», nuestra soberbia sigue sin encontrar límites. Seguimos siendo los mismos traidores, los mismos miedosos, los mismos infieles… Somos lo que somos. Es decir, frente a Cristo, muy poca cosa… He aquí una pregunta esencial para nuestra conversión: ¿qué personaje dentro de la Pasión soy yo? Honestamente: ¿quién de todos los que aparecen en el Evangelio me representa? Leyendo el capítulo «Sudor y sangre» en Historia de Cristo, de Giovanni Papini, caigo en la cuenta que soy uno de los tres apóstoles que lo acompañaron la noche de Getsemaní. Jesús ruega que velen con él. Pero se duermen. Dice Papini: «A cambio de su sangre y de su vida, de todas sus promesas y de todo su amor, una sola cosa les pide aquella noche: que resistan el sueño. Pero ni eso poco ha obtenido». De mí, ¿qué obtiene? Un desganado «ya voy»; un bostezo disimulado, la desgana del satisfecho: «a ver si mañana…».

en

El Observador

¿Celebramos en Semana Santa una muerte? PÁG. 14

¡Y con todo eran nuestros pecados los que Él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Él ha sido traspasado por nuestras rebeldías, triturado por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus llagas hemos sido curados. Cfr. Isaías 53, 4-5

EDICIÓN ESPECIAL: SEMANA SANTA ►¿Quién

eres tú dentro de la Pasión de Cristo?

GUÍA PARA HACER Y MEDITAR: ► Las visita a las siete casas ► El Viacrucis ► Las siete palabras ► El rosario del pésame ► ►

3-7 9 10 11 12

Detalles para vivir una buena Semana Santa 15 La Semana Santa en familia 19


TEMA DE LA SEMANA

¿QUIÉN ERES TÚ DENTRO DE LA PASIÓN DE CRISTO? 9 de abril de 2017/ AÑO 22, No.1135

EL OBSERVADOR DE LA ACTUALIDAD/PÁGINA 2

Tu Pasión, Jesús mío... ¡fue por mi pecado! Pequeñas meditaciones a través de la poesía de «Fray Asinello» (sacerdote mexicano Benjamín Sánchez Espinoza, 1923-2011) 1 JESÚS ES CONDENADO A MUERTE «Y no respondió a ninguna acusación» (Mt 27,14).

Te condenaron a muerte tu silencio y mi silencio. ........... Al oleaje de gritos debí levantar mi pecho -dique de amor y diamante- contra el torrente protervo. Pero fui arena medrosa que no supo defenderlo.

Debí gritarles: «¡Judíos, yo soy, yo soy el perverso; a mí la hiel, las espinas, a mí la cruz y el flagelo!», pero se anudó a mi voz la vil serpiente del miedo. ........... Lo condenaron a muerte su silencio y mi silencio: uno, silencio de amor; otro, silencio de miedo.

2 JESÚS CAE POR EL PESO DE LA CRUZ «Hasta los perrillos comen las migajas que caen de la mesa» (Mt 15, 27).

........... ¿Quién tiró el Pan de los hijos para dárselo a los perros? Yo bendigo tu caída que me infunde atrevimiento. Con lágrimas y temblores de ternura a Ti me acerco. Yo soy el pobre perrillo punzado de hambre y de miedo.

Si no te hubieras caído, como lluvia, en mi desierto, lleno de angustia y miseria yo moriría sin remedio. ¡Estabas, oh Dios, tan alto y yo tan vil y pequeño! ...........

3 EL CIRINEO AYUDA A JESÚS «Mi Amado es para mí, y yo para Él» (Cant 2,16).

Yo seré tu cirineo; Tú, Jesús, serás el mío. Eres de mi mismo barro, Dios sudoroso y herido; te faltan muchas caídas para llegar al patíbulo.

Tu vida puede quebrarse a la mitad del camino, y si mueres a deshora nos dejas sin crucifijo, sin testamento, sin Madre, sin el Refugio Divino de tu Corazón, abierto por la lanza de Longinos... ...........

4 JESÚS MUERE EN LA CRUZ «Me levantaré e iré a mi Padre» (Lc 15,18).

........... Ya estás ahí, manirroto, en cruz sobre la colina; ¿qué te queda ya por dar de tus riquezas divinas? Por tener las manos rotas se te quedaron vacías. ........... ¡Vuelve ya a tu casa, Pródigo el de las manos heridas! En su palacio tu Padre, el Gran Anciano de días, escrutando los senderos con sus eternas pupilas, espera ya tu retorno por las sendas florecidas.

........... Pero, ya sé lo que esperas para que vuelva tu vida, por el túnel de la muerte, a las mansiones divinas: buscas a quien regalar tus clavos y tus heridas; y buscas otra cabeza para poner tus espinas. ¡Dámelas a mí, Señor; ansiosos por recibirlas, esperan mis pies, mis manos y mis sienes doloridas! ante tu suprema dádiva está mi fe de rodillas.

5 JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO «De ida, llorando caminaban, arrojando la semilla» (Sal 125,6).

........... ¡Señora, yo no quisiera ni mirarte, ni mirarlo! Tú me lo entregaste niño como manojo de nardos; yo te lo devuelvo muerto como racimo pisado. ........... Ven y deshoja la última flor de tu beso en sus labios y deja que lo sembremos en este surco de llanto.

........... Madrecita que sembraste a Dios bajo los granados: sobre el surco de tus lágrimas han florecido los cánticos; mañana, cuando el lucero del alba bese tus párpados, la tierra dará su fruto inmortal y perfumado. Extractos de El Romancero de la Vía Dolorosa, de «Fray Asinello»


tema de la semana

¿QUIÉN ERES TÚ DENTRO DE LA PASIÓN DE CRISTO? 9 de abril de 2017/ AÑO 22, No.1135

El Observador de la actualidad/página 3

Algunos de los personajes que rodearon a Cristo en su Pasión se nos parecen demasiado «Si yo hubiera estado ahí, habría defendido a Jesús en el Sanedrín»; «De ninguna manera, siendo su discípulo, me habría atrevido a negarlo, y mucho menos a venderlo por 30 monedas»; «Le habría dado agua en su Viacrucis, sin importar que por ello me mataran»; «Y, definitivamente, cuando estaba crucificado, me habría quedado a su lado, con la Virgen y san Juan; no habría sido como los cobardes, que lo abandonaron». Eso es lo que con frecuencia imaginamos al meditar en la dolorosa Pasión del Señor; es que ahora contamos con elementos suficientes para entender

de manera más luminosa el trascendental acontecimiento de la Salvación; pero para los hombres de aquel tiempo aún no era claro, y actuaron guiados por sus temperamentos, miedos e intereses particulares. Y es probable que nosotros hubiéramos procedido igual que ellos. Hay mucho que aprender de los personajes de la Pasión: de algunos hay que imitar sus virtudes; de otros hay que meditar en sus debilidades, descubrir si nos parecemos y si, por tanto, somos cómplices de la Pasión en la misma medida que ellos.

1) LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

E

J

osé María Gabriel y Galán, en su poema La Pedrada, menciona la perspectiva que muchos infantes cristianos, llenos de compasión y a la vez de amor ardiente, sienten por Jesús, que está siendo injustamente maltratado en su Viacrucis: caminábamos sombríos junto al dulce Nazareno maldiciendo a los Judíos, «que eran Judas y unos tíos que mataron al Dios bueno». Es cierto que hubo gente histórica, concreta, que traicionó, condenó, insultó, escupió, azotó y crucificó a Jesús; y que hubo otra —mucho menos numerosa— que, también en un hecho histórico, se compadeció del Señor, en algún grado intentó socorrerlo, lo acompañó en su Viacrucis, se quedó cerca de Jesús hasta su muerte, o le dio sepultura. Pero quizá la gran mayoría del pueblo judío ni gritó «¡Crucifícale» ni tampoco intentó ayudar al Señor, a pesar de que muchos entre ellos habían experimentado en carne propia el Amor de Cristo, por sus Palabras, porque fueron testigos de sus milagros, o ellos mismos curados por Él de sus enfermedades o liberados de los demonios que los poseían. No todos se encontraban en Jerusalén aquel primer

Viernes Santo; pero, entre los que sí, muchos no hicieron nada, ni a favor ni en contra; o, si acaso, sólo acudieron de mirones. Pecado de omisión, diríamos hoy. Sin embargo, conforme el cristiano va avanzando en edad y en comprensión en los misterios de la fe, descubre que no sólo fueron los judíos, o los romanos, los que mataron al Dios bueno. La Pasión de Cristo nos alcanza precisamente porque es perenne; por eso sabemos que se hace de verdad presente, aunque de forma incruenta, durante el sacrificio de la Misa: «Ésta es mi Sangre, que se entrega por vosotros». De ahí que el único y suficientísimo sacrificio en la Cruz es capaz de perdonar los pecados de todos los hombres de todos los tiempos si ellos se arrepienten. Por tanto, todos somos responsables de la Pasión del Señor; todos, y no sólo los judíos, hemos matado al Dios bueno.

La beata Ana Catalina Emmerick lo dice con estas palabras:

«El día del Juicio, cuando todo se manifieste, veremos la parte que hemos tomado en el suplicio del Hijo de Dios por los pecados que no cesamos de cometer, y que son un consentimiento y una complicidad en los malos tratamientos que esos miserables dieron a Jesús». Diana R. García B.

n el Evangelio es poco lo que se habla de la Madre de Dios. Sobre el momento de la Pasión apenas dice: «Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre y la hermana de su Madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y al discípulo a quien amaba, dijo a la Madre: 'Mujer, he ahí a tu hijo'. Luego dijo al discípulo: 'He ahí a tu Madre'. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa» (Jn 19, 25-27). María, pues, estuvo en el monte Calvario. Pero antes, desde que tuvo noticias de que su Hijo había sido aprehendido, debió estar en los lugares donde procesaban a Jesús, o al menos lo más cerca que le fue posible. Y, por supuesto, debió encontrarse también con Él durante el Viacrucis, tal como la tradición recoge y como lo confirman diversos místicos. Su actitud es admirable. Muy lejos de rebelarse contra los designios de Dios Padre, a pesar de lo que está viendo no duda de aquel designio que le fuera anunciado por el arcángel Gabriel, respecto del fruto de su vientre: «Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin» (Lc 1, 32-33). A la Santísima Virgen se le desgarraba el alma ante cada ultraje proferido contra su Jesús, ante cada insulto, ante cada golpe, ante cada latigazo, ante cada caída, ante cada clavo. Sin embargo, no pierde la fe, no grita, no reclama. Acepta en silencio. No puede hacer nada por su Hijo, salvo acompañarlo; y ese acompa-

ñamiento es un consuelo para Él, en medio de aquel caudal inimaginable de agresiones de que es víctima. Tres horas al lado de la Cruz, desde la hora sexta (mediodía) hasta la hora nona (tres de la tarde). El espíritu de María no desmaya, porque la esperanza habita en ella: Jesús había anunciado varias veces a a los suyos que sería muerto pero que al tercer día resucitaría; y mientras los discípulos se preguntaban «qué era eso de resucitar de entre los muertos» (Mc 9, 10), la Santa Madre de Dios simplemente creía, porque su Hijo lo ha dicho. Punto.

Pero eso no significa que no sufriera. Si alguien en la Tierra ha sido traspasado por un dolor inenarrable al ser testigo de los sufrimientos de Jesús, fue Ella.

A pesar de todo, creyó que la muerte de Jesús en la Cruz no era el final y que, por tanto, volvería a encontrarlo. La esperanza en la Resurrección le dio las fuerzas para poder soportar, para no morir de dolor.

REFLEXIÓN: Ante las tribulaciones de la vida, ¿realmente confío en las promesas divinas, como hizo la Virgen? ¿Permanezco con Dios a pesar de las circunstancias? ¿O más bien desespero, abandono mis proyectos de ser bueno porque no veo que saque provecho, o hasta me revelo contra Dios porque Él no impide que un familiar mío o yo mismo sufra por falta de trabajo, o a causa de un asalto, secuestro, accidente, enfermedad, etc.?


tema de la semana

2) SAN JUAN

E

l drama de la Pasión comienza en el huerto de los Olivos, a donde Jesús había ido a orar llevando a tres de los Apóstoles: Santiago, Pedro y Juan. Cuando Jesús fue arrestado, dice el Evangelio según san Marcos que «todos lo abandonaron y huyeron. Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo» (Mc 14, 50-51). Aunque muchos comentaristas bíblicos aventuran que podría tratarse del propio san Marcos, pero habría sido san Juan según las visiones de la beata Ana Catalina Emmercik: «Juan seguía de cerca a los soldados que estaban detrás, y los fariseos les mandaron que lo prendieran, En efecto, algunos corrieron hacia él; pero huyó, dejando entre sus manos su sudario, por el cual le habían prendido. Se había quitado su capa, y no llevaba más que un vestido interior, corto y sin mangas, a fin de poderse escapar más fácilmente».

Sin embargo, Juan no abandonó a Jesús. «Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice» (Jn 18, 15). Habría permanecido cerca desde que su Maestro fue llevado con Anás y hasta que fue trasladado con Caifás; entonces, Juan salió de ahí y se reunió con la Santísima Virgen, de la que ya no se separaría en todo lo que faltaba de la Pasión. Fue él quien la habría conducido y acompañado a todos los sitios que la Santa Madre de Dios le pedía, a fin de estar cerca de Jesús. Juan amaba y sufría. Y, aunque debió tener miedo, igual que los demás discípulos varones, que se mantuvieron escondidos, fue suficientemente fuerte para dar testimonio público de Jesús en tan peligrosas circunstancias, al permanecer firme, junto a la Cruz. Y fue por esa fidelidad que san Juan se convirtió en el primer receptor de esa dádiva divina que en él nos alcanza a todos: «Aquí tienes a tu Madre» (Jn 19, 27). Tener a María por Madre no es carga, sino Gracia, ayuda y privilegio.

REFLEXIÓN: ¿Me parezco en algo a san Juan? Si mi esfuerzo por permanecer siempre con Dios es obstaculizado por circunstancias ajenas a mí o por mi propio pecado, ¿me levanto de nuevo, una y otra vez, para no permanecer alejado de mi Salvador? Por ejemplo, cada vez que cometo pecado mortal, ¿tengo el cuidado de buscar el sacramento de la Confesión lo más pronto posible, o dejo que pasen meses o años alejado de la Gracia que Dios quiere conferirme?

¿QUIÉN ERES TÚ DENTRO DE LA PASIÓN DE CRISTO? 9 de abril de 2017/ AÑO 22, No.1135

El Observador de la actualidad/página 4

3) SAN PEDRO

S

imón, hijo de Juan, renombrado como Pedro por Jesús, antes de conocer al Señor era un pescador y padre de familia, ni culto ni refinado, y de una personalidad impetuosa. A Pedro se le recuerda en la Pasión por la triple negación que hizo de Cristo. Sin embargo, hay que reconocerle todo el esfuerzo que antes hizo por mantenerse junto a Jesús. Cuando estaban en el huerto de los Olivos y los soldados apresaron a Cristo, Pedro está dispuesto a defender a su Señor hasta con la espada, e hirió «al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco» (Jn 18, 10). Hay quienes dicen que fue un cobarde porque si cortó la oreja derecha es que estaba atrás de su víctima. Pero la Biblia no dice si Pedro era diestro o zurdo. Los Apóstoles que acompañaban a Jesús habían preguntado: «Señor, ¿usamos la espada?» (Lc 22, 49); pero la beata alemana Ana Catalina vio que Pedro, «más decidido que los otros, tomó la suya, pegó a Malco, que quería rechazar a los Apóstoles». Parece, pues, que Malco ni estaba ni indefenso ni de espaldas a Pedro. Los soldados se llevan a Cristo; pero, igual

que Juan, Pedro no lo abandona: «Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice... Habló a la portera e hizo entrar a Pedro» (Jn 18, 15-16). Ambos se han metido en la boca del lobo. Después de que el Sanedrín pronuncia aquella sentencia contra Jesús: «Merece la muerte» (Mt 26, 66), san Juan se retira para estar con María Santísima, mientras Pedro sale al patio. Precisamente «su mismo silencio y tristeza infundían sospechas», dice la beata Ana Catalina, y entonces comienzan a acusarlo de ser discípulo de Cristo. Pedro teme por su propia vida, y por eso niega siquiera conocer al Señor. Había sido advertido por Jesús acerca de su triple negación antes del canto del gallo. Y cuando ésta tiene lugar, coincide con que

4) JUDAS ISCARIOTE

E

sto es lo que se conoce por las Sagradas Escrituras de Judas Iscariote: que fue aceptado por Jesús para ser uno de sus doce Apóstoles, y que, por tanto, lo acompañó durante su vida pública, escuchando sus enseñanzas, presenciando sus milagros. También dice el Evangelio que Judas Iscariote «era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella» (Jn 12, 6). Más aún, entregó a Jesús por interés en el dinero: «Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: '¿Cuánto me darán si se lo entrego?'. Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo» (Mt 26, 14-16). El término «Iscariote» podría venir de Ish Queriot, que significa «un hombre de Queriot», que era una ciudad de Judá (Jos 15, 21.25). La beata Ana Catalina Emmerick, por sus visiones, dice que Judas nació de una mujer casada, artista de vida errante, con un judío que no era su marido. Al pasar por Askalón ella dio a luz a Judas y lo abandonó, mas fue «recogido y educado por un matrimonio que carecía de hijos. Su educación fue esmerada», pero años después «fue remitido a su madre», y cuando el esposo supo que ella había tenido un hijo con otro hombre, maldijo a Judas, y luego

la propia madre hizo lo mismo. La beata dice que Judas tenía unos 25 años cuando se unió a los discípulos: «Bartolomé y Judas Tadeo hablaron en favor de Judas con Jesús, diciendo que lo conocían como hombre capaz, instruido, hábil y muy servicial», y ciertamente lo era. El problema es que «estaba siempre lleno de ambición y de envidia»; más aún, «Judas Iscariote tenía gran deseo de ser discípulo de Jesús para tener derecho a su reino, que él, como muchos, creía temporal», y que en dicho reino él tendría «un empleo brillante y lucrativo. Pero, al ir viéndose defraudado en sus expectativas, se dedicó a atesorar dinero. Veía que las penalidades y las persecuciones de los seguidores de Jesús iban en aumento y él quería ponerse a bien con los poderosos enemigos de Nuestro Señor antes de que llegase el peligro». Sobre su traición, «Judas no creía que ésta tuviera el resultado que tuvo. Entregando a Jesús pretendía obtener la recompensa ofrecida y complacer a los

Jesús es trasladado a la prisión y sus miradas se cruzan: «El Señor, dándose vuelta, miró a Pedro. Éste recordó las palabras que el Señor le había dicho... Y saliendo afuera, lloró amargamente» (Lc 22, 61-62). Dice Ana Catalina: «Cuando Jesús lo miró, sintió cuán enorme era su culpa, y su corazón se partió... Penetrado de arrepentimiento, volvió al patio exterior con la cabeza cubierta y llorando amargamente. Ya no temía que le preguntaran; ahora hubiera dicho a todo el mundo quién era y cuán culpable era».

REFLEXIÓN: ¿Soy de Jesús sólo cuando el ambiente es favorable, cuando no hay peligro para mí y mis intereses? Si en el trabajo, la escuela, la casa o cualquier otro lugar se ataca o se hace burla de su Iglesia y sus sacerdotes, o se denostan las enseñanzas del Señor (el valor de la virginidad, la fidelidad matrimonial, la honradez, etc.), ¿me mantengo fiel al Señor o lo niego fingiendo que pienso igual que los que lo están atacando? ¿Prefiero perder popularidad, amigos o hasta mi empleo con tal de mantenerme absolutamente fiel a Jesús, incluso aunque me maten, o en esos casos me acomodo a las circunstancias para no resultar perjudicado?

fariseos. No pensó en el juicio ni en la crucifixión; sus miras no iban más allá». Pero «viendo que Jesús había sido condenado, lleno de remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: 'He pecado, entregando sangre inocente'. Ellos respondieron: '¿Qué nos importa? Es asunto tuyo'. Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, salió y se ahorcó» (Mt 27, 3-5). Benedicto XVI, en el segundo tomo de su texto Jesús de Nazaret, comenta al respecto: «Su segunda tragedia, después de la traición, es que ya no logra creer en el perdón. Su arrepentimiento se convierte en desesperación. Ya no ve más que a sí mismo y sus tinieblas, ya no ve la luz de Jesús, esa luz que puede iluminar y superar incluso las tinieblas. De este modo, nos hace ver el modo equivocado del arrepentimiento».

REFLEXIÓN: Cuando haces alguna obra buena, ¿la realizas sin esperar nada a cambio, ni siquiera un «gracias», o estás interesado en sacar algo para tu provecho personal? Quizá, si has cometido alguna falta muy grave, como Judas, ¿piensas que tu situación ya no tiene remedio, que tu vida ya no tiene sentido y sería mejor morir, o incluso que ni siquiera Dios puede perdonarte? ¿O confías en que, si te arrepientes y te acercas a Dios, Él puede perdonarte y restaurar tu vida, haciéndote un hombre nuevo?


tema de la semana

¿QUIÉN ERES TÚ DENTRO DE LA PASIÓN DE CRISTO? 9 de abril de 2017/ AÑO 22, No.1135

5) ANÁS

6) CAIFÁS

E

l Sanedrín venía a ser un consejo o corte suprema nacional y religiosa, que se atribuía funciones que los tribunales menores judíos no poseían. El imperio romano, que dominaba sobre los judíos, no sólo permitía la existencia del Sanedrín, sino que de hecho eran las propias autoridades romanas las que elegían al Sumo Sacerdote. Fue así que Publio Sulpicio Quirino nombró a Anás como Sumo Sacerdote, el puesto que tuvo entre los años 6 y 15 después de Cristo.

El procurador romano Valerio Grato —antecesor inmediato de Poncio Pilato— le quitó su puesto, pero en realidad Anás mantuvo la autoridad en razón de los pontificados de sus cinco hijos y de su yerno Caifás, todos ellos dirigidos abierta o secretamente por él. Por eso, cuando Jesús fue arrestado, en lugar de llevarlo directamente con Caifás lo llevaron primero a casa de Anás (cfr. Jn 18, 13). En ese primer interrogatorio Cristo le contesta a Anás: «¿Por qué me interrogas a Mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé...» (Jn 18, 21), entonces recibe de uno de los guardias una bofetada y este reclamo: «¿Así respondes al Sumo Sacerdote?» (Jn 18, 22). La beata alemana estigmatizada Ana Catalina Emmerick vio aquel encuentro de esta manera: «Anás, viejo, flaco y seco, de barba rala, lleno de insolencia y orgullo, mostrábase con sonrisa irónica, haciendo como que nada sabía». Lo habría recibido con palabras como éstas: «¡Cómo! ¿Jesús de Nazaret? Pues ¿adónde están tus discípulos y tus numerosos partidarios? ¿A dónde está tu reino?». Y antes de ordenar que condujeran a Jesús con Caifás, no se ahorró ningún insulto.

El Observador de la actualidad/página 5

C

Cuando Cristo crucificado expiró, atestigua el Evangelio que «inmediatamente el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y... se aparecieron a mucha gente» (Mt 27, 51-53). En ese momento Anás estaba en el templo, porque transcurrían las ceremonias del sacrificio de los corderos para celebrar la pascua judía. Esto le fue mostrado a Ana Catalina: «Anás, uno de los enemigos más acérrimos de Jesús, estaba casi loco de terror; huía de un rincón a otro en los cuartos más retirados del templo... Hubo un centenar de muertos de todas las épocas que se aparecieron en Jerusalén y sus alrededores... y dieron testimonio de Jesús con palabras severas contra los que habían tomado parte en su muerte... Todo el mundo temblaba y huía, el terror era grande en toda la ciudad. Los muertos entraron en sus sepulcros a las cuatro». Después de la Resurrección, y tras la expansión incontenible de la comunidad cristiana, la beata alemana vio «a Anás como poseído del demonio; lo encerraron y no volvió a aparecer».

aifás era el verdadero Sumo Sacerdote . Es por ello que, aunque guiado solamente por los intereses de los de su clase y por sus más profundos odios, habló proféticamente: «‘¿No es mejor que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?’. No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús» (Jn 11, 50-53).

Durante el proceso del Sanedrín, Cristo siempre calla. Entonces Caifás le dice: «Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios» (Mt 26, 63), y sólo entonces Jesús sí responde, y lo hace con estas palabras: «Tú lo has dicho» (v. 64). «Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ‘Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia’» (v. 65). Dice la beata Ana Catalina que cuando Jesús respondió ella tuvo como una visión del Infierno debajo de Caifás, y fue precisamente que «inspirado por el Infierno» rasgó

con cólera e ímpetu su capa al tiempo de gritar «¡Ha blasfemado!». Al momento de la muerte de Jesús, a pesar del temblor y la aparición de los muertos (cfr. Mt 27, 51-53), Caifás y su gente, que se hallaban en el templo, «gracias a su endurecimiento diabólico y a la tranquilidad aparente que tenían, impidieron que hubiese una confusión general, haciendo de modo que el pueblo no tomara esos terribles avisos como fiel testimonio de la inocencia de Jesús», cuenta la beata estigmatizada alemana. En realidad estaba « lleno de terror», pero «no dejaba ver nada de lo que sentía». Incluso «mandó decir a los otros sacerdotes que estos signos de la ira del Cielo habían sido ocasionados por... los sortilegios de ese Hombre que en su muerte, como en su vida, había agitado el reposo del templo». El hecho es que Caifás sabía la verdad; de ahí que, habiendo visto los prodigios de la Pasión, acordó con los otros sacerdotes y los fariseos pedir a Pilatos que pusiera una guardia delante del sepulcro, puesto que el Sumo Sacerdote sabía bien que Jesús había anunciado su resurrección al tercer día (cfr. 27, 62-64).

REFLEXIÓN: Como Caifás, ¿alguna vez he pecado por pura malicia, negando la verdad que conozco, rechazando radicalmente la Gracia que Dios me ofrece para mi conversión?

REFLEXIÓN: Como Anás, ¿estoy apegado al poder que tengo? ¿Soy incapaz de sentir compasión por quienes considero mis adversarios? ¿Mi orgullo y mis intereses personales no me permiten reconocer mis errores?

Queridos hermanos y hermanas:

E

n la catequesis de hoy hemos visto la estrecha relación que hay entre la fe y la esperanza. En la carta a los Romanos, san Pablo nos dice que Abrahán, «apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza». El patriarca, a pesar de sus muchos años y la esterilidad de su mujer Sara, siguió creyendo en la promesa que Dios le había hecho de darle una gran descendencia. Frente a la evidencia de una realidad contraria a toda esperanza humana, él se fía de Dios con la certeza de que el Señor cumplirá sus promesas. También nosotros esta-

mos llamados a vivir una esperanza como la de Abrahán, que no se apoya en razonamientos, o en previsiones o cálculos humanos, sino que hunde sus raíces en la fe en la Palabra de Dios. Así nuestra vida se iluminará con la certeza de saber que Aquél que ha resucitado a su Hijo de la muerte nos resucitará también a todos nosotros y nos hará ser una sola cosa con Él, junto a todos nuestros hermanos en la fe.

(Mensaje del Santo Padre Francisco en la Audiencia General del 29 de marzo de 2017)


tema de la semana

7) PONCIO PILATO

D

ice el periodista italiano converso Vittorio Messori, en su investigación sobre la Pasión y Muerte de Jesús titulada ¿Padeció bajo Poncio Pilato?, que este prefecto de Judea, si bien era de la noble familia de los Poncios, no pertenecía a la clase senatorial más aristocrática, sino al orden ecuestre, por lo que a ojos de sus superiores era «un hombre obligado a 'hacer carrera'». Designado por el emperador Tiberio, gobernó Judea desde al año 26 al 36. El historiador Filón de Alejandría describió a Pilato como una persona cruel, caracterizada por «su venalidad, su violencia, sus robos, sus asaltos, su conducta abusiva, sus frecuentes ejecuciones de prisioneros que no habían sido juzgados, y su ferocidad sin límite». La Enciclopedia Católica describe a Pilato como «un tipo de hombre mundano, conocedor del derecho y ansioso de cumplirlo en la medida que pudiera ser hecho sin sacrificio personal de ninguna clase...

«Él hubiera gustosamente absuelto a Cristo, y hasta hizo serios esfuerzos en esa dirección, pero cedió a la presión de inmediato cuando su propia posición fue amenazada». Por su parte, la beata Ana Catalina Emmerick habla de que Jesús fue llevado a la presencia de Pilato más o menos a «las seis de la mañana», el cual «había oído hablar mucho de Jesús», y que, «al verle tan horriblemente desfigurado... y conservando siempre en el aspecto su tan admirable expresión de dignidad, el desprecio de Pilato hacia los príncipes de los sacerdotes subió de punto». Y cuando interrogó a Jesús «lo miró con admiración». Viendo que el Señor no era un peligro para el emperador, pues no quería ningún reino de este mundo, lo declaró inocente. Cuando su esposa, Claudia Prócula, le rogó que no condenara a Jesús, Pilato estuvo de acuerdo, y «prometió a su mujer no condenarle, y le dio una prenda en garantía de su promesa». Siendo supersticioso, «Jesús le parecía una especie de semidiós que podía hacerle daño», así que «tenía un gran peso en la balanza en favor de la libertad de Jesús». Pero también era indeciso, y los fariseos habían excitado al pueblo. Pilato sabía que ellos procedían contra Jesús por envidia, y el intentó salvarlo; de ahí que le propone al pueblo la libertad de Jesús o de Barrabás, esperando que se decidan por el primero. Su infructuosa maniobra lo lleva a la siguiente resolución: «No hallo crimen en Él; por eso voy a mandar azotarlo y a darle libertad!». Finalmente, ante el reclamo de «¡Crucifícale!» y, sobre todo, de «¡Si lo liberas no eres amigo del César!», Pilato se siente amenazado, así que condena a Cristo. Se lava las manos y declara «Yo soy inocente de esta sangre. Ustedes responderán por ella» (Mt 27, 24)», y aunque el pueblo judío se maldice a sí mismo respondiendo «Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos» (Mt 27, 25), la responsabilidad también es suya.

REFLEXIÓN: ¿Soy capaz de mantener mi palabra empeñada? Cuando realizo un acto de injusticia, ¿me escudo adjudicándole la responsabilidad a los demás?

¿QUIÉN ERES TÚ DENTRO DE LA PASIÓN DE CRISTO? 9 de abril de 2017/ AÑO 22, No.1135

El Observador de la actualidad/página 6

8) BARRABÁS

P

ilato fue «nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo:... 'Ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la pascua, ¿quieren que suelte al Rey de los Judíos?’. Ellos comenzaron a gritar, diciendo: ‘¡A él no, a Barrabás!'. Barrabás era un bandido» (Jn 18, 38-40). Además, «a Barrabás lo habían encarcelado por una sedición que tuvo lugar en la ciudad y por homicidio» (Lc 23, 19). La contraposición entre Jesús y Barrabás tiene un significado teológico importante. Para empezar, aunque san Juan lo llama simplemente «bandido», en el contexto político de entonces, la palabra griega que usa había adquirido también el significado de «terrorista» o «combatiente de la resistencia». Que éste era el significado que se quería dar resulta claro en el modo en que lo narra san Marcos: «Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta» (Mc 15,7).

Barrabás por hacerlo de forma violenta participando en la resistencia, y el Señor por haber declarado que es Rey. Pilato ciertamente prefirió al no violento, a Jesús.

En seguida hay que considerar su nombre: Barrabás, en arameo Bar Abbâ, que significa «hijo del padre». Puesto que Jesús manifestó ser el Hijo de Dios Padre, Barrabás es presentado como una especie de figura mesiánica alternativa. De algún modo, tanto él como Jesús son acusados ante la ley romana del mismo delito: la sublevación contra el Imperio;

Pero el pueblo judío, si bien exclamó: «No tenemos más rey que al César» (Jn 19,15), eso sólo era apariencia, pues seguía añorando la liberación, sólo que no al modo de Jesús, pues no lo quiso tener como Rey, sino al modo mundano, echando mano incluso de la violencia. REFLEXIÓN: ¿Por qué clase de reino estoy luchando: por el de la violencia o por el de la no violencia? Los conflictos en mi vida ¿los trato de solucionar siguiendo los criterios del Reino de Jesús, o según los criterios de este mundo?

9) CLAUDIA PRÓCULA

C

laudia Prócula —o Procla—, hija del general Marco Próculo, segundo al mando de Germánico, era del mismo linaje que Marco Antonio, el enamorado de Cleopatra, y de Octavia, la hermana de Augusto, el primer empedador romano. Fue también la esposa de Poncio Pilato. Una mujer «alta y bella, pero pálida», la describe la beata Ana Catalina. El proceso de Jesús la tenía muy conmovida, y defendió con ahínco la vida de Jesús.

Cuando Poncio Pilato «estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: 'No te mezcles en el asunto de ese Justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho'» (Mt 27, 19). No se dice el nombre de la esposa, pero la Tradición recogió su nombre. De hecho, tras su conversión, habría llegado a ser santa, o al menos así se le venera en la Iglesia Ortodoxa Griega y en la Iglesia Etíope. Pilato habría dado una prenda a su esposa —un anillo o un sello—en señal de su promesa de que no condenaría a Cristo. Dice Ana Catalina que Claudia le había rogado «por todo lo que le era más sagrado que no hiciese ningún mal a Jesús, el Profeta, el San-

to de los Santos, y le contó algo de las visiones maravillosas que había tenido acerca de Jesús la noche precedente». Pero a lo largo del proceso, Claudia advertía el conflicto por el que cruzaba su marido, por lo que mandó a un criado a enseñarle la prenda y recordarle su promesa, y Pilato se la devolvió, ratificándole su palabra. «Cuando Pilato pronunciaba su juicio inicuo, vi que su mujer, Claudia Procla, le devolvía su prenda y la renunciaba. En la tarde de ese mismo día se salió secretamente del palacio para refugiarse con los amigos de Jesús», y se hizo cristiana. Más tarde «he visto a Pilatos hacer buscar inútilmente a su mujer. Estaba escondida en casa de Lázaro, en Jerusalén. No podían adivinarlo, pues ninguna mujer habitaba en aquella casa». Tanto la Iglesia Greco-Ortodoxa como la Iglesia Copto-Etíope tienen a Claudia Prócula como santa.

REFLEXIÓN: Cuando sé que estoy haciendo lo correcto, ¿me mantengo firme en ello? ¿Estoy dispuesto a poner a Dios por encima de cualquier cosa? Si soy casado, ¿estoy consciente de que tengo responsabilidad con mi cónyuge para ayudarlo a actuar de manera correcta, conforme a la voluntad de Dios, o prefiero desentenderme?


tema de la semana

¿QUIÉN ERES TÚ DENTRO DE LA PASIÓN DE CRISTO? 9 de abril de 2017/ AÑO 22, No.1135

10) SIMÓN DE CIReNE

C

uando llevaban a Cristo a crucificar, «detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús» (Lc 23, 26). No fue algo voluntario, sino que «lo obligaron a llevar la cruz» (Mt 27, 32).

Este Simón es mencionado como «padre de Alejandro y de Rufo» (Mc 15, 21), quienes llegaron a ser dos conocidos miembros de la comunidad cristiana en Roma. San Pablo, en su Carta a los Romanos, menciona a uno de ellos: «Saluden a Rufo, el elegido del Señor, y a su madre, que lo es también mía» (Rm 16, 13). Los soldados se habían dado cuenta de que Jesús no llegaría vivo hasta el Calvario si no se le ayudaba a cargar con su cruz. En la película La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, Simón aparece llevando en la cabeza la kipá judía, que es una especie de gorrita o solideo. Pero la beata Ana Catalina dice que fue escogido de entre la multitud por los soldados precisamente porque reconocieron «por su traje que era un

pagano y un obrero de clase inferior». De hecho, Cirene, la ciudad de donde era originario. no pertenecía a Judea o Galilea, sino a la parte norte de África. Era robusto, de unos 40 años, y estaba «acompañado de sus tres hijos, y llevaba debajo del brazo un haz de ramas menudas, pues era jardinero y venía de trabajar», lo describe la beata alemana que llevó los estigmas de la Pasión. Al principio, Simón «sentía mucho disgusto y repugnancia a causa del triste estado en que se hallaba Jesús, pero «no llevó mucho tiempo la cruz sin sentirse penetrado de compasión». Llegó con el Señor hasta al roca del Calvario: «maltratado también y cansado, estaba lleno de indignación y de piedad: hubiera querido aliviar todavía a Jesús, pero los alguaciles le echaron, llenándolo de injurias. Se reunió después con los discípulos».

REFLEXIÓN: Ante los acontecimientos imprevistos y desagradables de mi vida, ¿soy capaz de ver una intervención de Dios en mi vida? Esos acontecimientos, ¿me acercan a Jesús, como ocurrió con Simón de Cirene, o más bien me llevan a alejarme de Él?

12) SAN LONGINOS

E

n realidad, «Longinos» es un sobrenombre. Viene de longus, que quiere decir «largo», haciendo así referencia al instrumento alargado, la lanza, con que abrió el costado de Cristo en la cruz. Al parecer se le empezó a llamar Longinos — que es como decirle «lancero»— hacia el siglo IV. Según diversas revelaciones privadas, su verdadero nombre fue Casio, y tenía unos 25 años. Cuando los alguaciles se

acercaron a los tres crucificados para quebrarles las piernas, él fue iluminado por la gracia de Dios para sentir compasión de las santas mujeres, que pensaban que Jesús todavía estaba vivo y que iba a sufrir nuevos y espantosos dolores

El Observador de la actualidad/página 7

11) SANTA MARÍA MAGDALENA

E

l nombre María era bastante común en tiempos del Nuevo Testamento, y eso no hace fácil la identificación de algunos personajes femeninos del Evangelio. A María Magdalena, por ejemplo, se le ha llegado a confundir con la mujer adúltera que iba a ser apedreada (cr. Jn 8, 3ss). Algunos intérpretes de las Escrituras consideran que esta María era originaria de Magdala, localidad aledaña al lago de Tiberíades; por tanto, que sería una persona distinta a la María de Betania, hermana de Marta y Lázaro, de quien el Evangelio dice: «Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa. Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos» (Jn 12, 1ss). El Evangelio menciona que a Jesús «le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios...» (Lc 8, 1-2; cfr. Mc 16, 9). Sin embargo, en las revelaciones privadas, como las de Teresa Neumann o las de la beata Ana Catalina, María Magdalena es también María de Betania. Con Lázaro y Marta, habría sido hija de un noble de estirpe egipcia, rico y casado con una mujer judía. A su muerte, el padre habría heredado sus bienes a es-

con aquel procedimiento. Sin darse cuenta, Longinos fue instrumento para que la profecía se cumpliera. Buscó una lanza y con ella traspasó no sólo el costado del Señor sino su corazón físico: «Al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura:

tos tres hijos, habiendo correspondido a María, la menor de los tres, un castillo en Magdala, a donde se fue a vivir y que le ganó el apodo de «Magdalena». Era muy bella, y habría sido educada con muchos mimos por su madre, aplaudiendo sus coqueterías y sus artes de seducción, que la hicieron perderse desde muy temprana edad, siempre haciéndose rodear de sus admiradores, a quienes en realidad, no amaba. Fue por los insistentes ruegos de su hermana Marta que María, finalmente, acudiría a una de las predicaciones de Jesús, donde fue exorcizada de los siete demonios que tenía influencia sobre ella. Profundamente arrepentida de su vanidad y sus muchos pecados, se unió al grupo de las Santas Mujeres, e hizo vender su castillo de Magdala para usar todo el dinero para la causa de Jesús. María Magdalena se mantuvo inseparable de la Santísima Virgen durante toda la Pasión. En su llegada al Calvario, Ana Catalina la describe «como fuera de sí». Cuando clavaban a Jesús en la cruz, «Magdalena estaba como loca: se despedazaba la cara; sus ojos y sus carrillos vertían sangre». A pesar de todo su dolor, se mantiene fiel a su Señor hasta el último momento: cuando José de Arimatea dio sepultura al cuerpo de Jesús, «María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente al sepulcro» (Mt 27, 61).

REFLEXIÓN: ¿He purificado mi amor por el Señor, como María Magdalena? ¿Cristo es ya la razón total de mi existencia?

‘No se le quebrará hueso alguno’. Y también otra Escritura dice: ‘Mirarán al que traspasaron’» (Jn 19, 33-37). Según la tradición, Casio Longinos, convertido a Cristo Jesús, renunció al ejército y partió a Capadocia, donde ayudó a la evangelización y, más tarde, fue decapitado a causa de su fe, convirtiéndose en el mártir san Longinos.

REFLEXIÓN: ¿Acepto que Dios actúe a través mío? ¿Soy consciente de que fui creado por Él y para Él, por lo que debo estar dispuesto a actuar como instrumento suyo?


en

El Observador

PÁGINA 8 EL OBSERVADOR DE LA ACTUALIDAD

14 de septiembre 9 de abrildede2014 2017// AÑO AÑO20, 22,No. No.1135 1001

Semana Santa: estructura y elementos

L

Denominada antiguamente «semana mayor» o «semana grande», es la semana que conmemora la Pasión de Cristo

a Semana Santa tiene dos partes esenciales: el final de la Cuaresma (Domingo de Ramos, Lunes, Martes y Miércoles Santos) y el Triduo Pascual ( Jueves, Viernes y Sábado). Este es el tiempo más importante de la Iglesia en todo el año. Durante muchos siglos ha sido tradicional la representación de la Pasión y Resurrección del Señor, comenzando por la procesión de los ramos el Domingo y teniendo un punto álgido en la crucifixión del Viernes Santos. Estas dramatizaciones han calado hondamente en el corazón de los católicos durante mucho tiempo, y se han ido complementando con otros actos piadosos como las visitas a los «monumentos», escuchar el sermón «De las 7 palabras», Vía Crucis, procesiones, hora santa, entre otros.

El Domingo de Ramos El recuerdo triunfal de Nuestro Señor Jesucristo en Jerusalén antes de la Pascua inicia la Se-

mana Santa. Durante este Domingo recordamos la Majestad de Cristo Rey. El Domingo de Ramos nos recuerda que Jesús es el Cristo de Dios, el Ungido, el Mesías. El Domingo de Ramos y la conciencia de que Jesús es Dios hecho Hombre que ha venido al mundo para salvarnos de la esclavitud del pecado es un hecho fundamental. Dios promete a los hombres la liberación de las cadenas. Y con la entrada triunfal en Jerusalén, queda claro que esa liberación está muy lejos de lo que esperaban los judíos: un triunfo terreno, un libertador del yugo romano. La promesa de Dios estaba muy por encima de esas pretensiones. El Domingo de Ramos nos recuerda que nuestra vida cristiana es un paso de las tinieblas a la luz, de la humillación a la gloria, de la esclavitud del pecado a la liberación por la Gracia. Del Domingo de Ramos al Jueves Santo aparecen tres días, el Lunes, Martes y Miércoles Santos, que nos permitirán reflexionar en la importancia de la Semana Santa

que llegará a su punto álgido con el Triduo Pascual.

El Triduo Pascual El Triduo Pascual se abre con el Jueves Santo, un momento fundamental para el Calendario Litúrgico y nuestra vida de cristianos. Tras el lavatorio de pies, el Jueves Santo debemos recordar la Institución de la Eucaristía: el Sacramento de Sacramentos. La noche del Jueves Santo se torna oscura con la Oración del

Huerto. La contemplación del dolor de Nuestro Señor comienza a estremecernos y nos prepara para comprender la profundidad de la Pasión del Señor. Tras el Jueves Santo llega el terrible dolor del Viernes Santo, cuando recordamos el prendimiento, flagelación, juicio, camino del Calvario, crucifixión y muerte del Señor Jesucristo. Es un día que debe animarnos a una profunda reflexión, a una concentración profunda en el misterio de la muerte del Se-

ñor. Valdrá mucho la pena que en el Viernes Santo leamos el Evangelio atentamente, y que reflexionemos seriamente sobre nuestra vida y la generosidad de Dios que da Su Vida para nuestra salvación. Con la muerte del Señor en la cruz, el mundo se cubre de tinieblas. Un momento de espera angustiosa en la que la Iglesia nos pide que acudamos a la Santísima Virgen, la madre dolorosa que ha recibido de José de Arimatea el cuerpo sin vida de Jesús. Es precisamente en este Sábado Santo cuando podemos apreciar la grandeza de la Santísima Virgen. Con el Sábado Santo concluye la Semana Mayor. Del dolor y la oscuridad pasamos a ver a un Jesucristo deslumbrante, Rey de Reyes. Comienza la Pascua con el Domingo de Resurrección, y llega la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, al momento cúspide en el calendario litúrgico. Jesús ha muerto por nosotros, pero ha resucitado abriéndonos las puertas del Cielo. Fuente: Encuentra.com

Domingo de Ramos: aclamado primero, crucificado después

D

POR MANUEL BRU

e las procesiones de Semana Santa, incluso el ancestral fenómeno social de las manifestaciones y las aclamaciones públicas, tienen su principal paradigma histórico en la entrada de Jesús en Jerusalén. Jesús entra con humildad, en un asno. Es aclamado como Rey, como el esperado de los tiempos para colmar todas las expectativas del pueblo de Israel. La celebración eucarística de hoy nos recuerda este pasaje al comienzo, en la procesión de entrada, pero enseguida, en la liturgia de la Palabra, escuchamos el pasaje de la Pasión.

Poco después de ser aclamado, le insultan, le flagelan, le torturan, le colocan una corona de espinas, lo escupen, y se ríen de Él. ¿Y si así hacen con el leño verde, que no harán con el seco? (Lc. 23, 31). La Iglesia de Cristo vive permanentemente el misterio de su Señor. Sólo cuando sus hijos no son fieles a Él se libran de correr su misma suerte, pero también se libran de ganar su salvación. Sus hijos, sus instituciones, sus obras, todas sus empresas humanas. Entrar en Jerusalén es fácil. Muchos lo hacen. Pero ya Jesús, antes de hacerlo, les advirtió a sus discípulos: ¿estáis dispuestos a beber el cáliz que yo beberé? (Mt. 20,22). El evangelio no engaña. Ni a la

Iglesia ni al mundo: si nos aplauden, atentos: preludio de persecución. Y si la cruz no llega, ¿seguro que le hemos seguido a Él? La «mayor amenaza para la Iglesia no viene de fuera, de enemigos externos, sino de su interior, de los pecados que existen en ella», nos dijo en varias ocasiones Benedicto XVI y nos recuerda un día si y un día no el Papa Francisco cuando nos habla de la mundanización de la Iglesia. Y uno de los peores enemigos de la Iglesia está en la tentación del poder. Entrar hoy en la Jerusalén de este mundo globalizado pero dividido, des-

creído pero interesado, adulador pero tramposo, no es fácil. Ni un solo compromiso con el poder, y mucho menos caer en la ensoñación de creer que en los ámbitos del poder político, económico o cultural está la solución al sórdido rechazo de la fe. El único camino de la Iglesia es el hombre, en su radical pobreza, despojado de todo poder. El único camino de la Iglesia está en un amor así, como el del aclamado primero y crucificado después, que acoge, que perdona, que no pretende nada de nadie, que no enseña desde el poder, sino desde la debilidad.


ESPECIAL SEMANA SANTA

9 de abril de 2017 / AÑO 22, No. 1135

El Observador de la actualidad/página 9

La visita a las siete casas o iglesias

L

a visita a las siete casas o iglesias es una tradición peregrina que se lleva a cabo el Jueves Santo, en la que se acostumbra visitar siete iglesias o templos y hacer un momento de oración en cada uno de ellos. Esta peregrinación simboliza el ir y venir de Jesús después de haber sido apresado en el Huerto de Getsemaní, lugar en el que estuvo después de la Ultima Cena, para ser juzgado y luego crucificado. También se trata

de un acto de sacrificio y de desagravio, en el que se honra a Jesús y se le pide perdón por las ofensas cometidas por el hombre al traicionarlo y entregarlo a las autoridades de aquella época. La Iglesia recomienda no tomar esta religiosidad como un ir y venir de los templos, como un simple excursionismo, sino que en esta peregrinación se medite y se viva la Pasión de Jesús, agradeciéndole el haber redimido al hombre y pidiéndole perdón por todas las injurias de éste.

Guía para hacer

las visitas

Oración inicial

Señor Nuestro Jesucristo, al recordar tu camino hacia el Calvario, quiero agradecer tu gran amor, que llegó al grado de morir por mí para librarme de mis pecados. Que este recorrido espiritual que realizo en este Jueves Santo, me ayude a ser mejor cristiano para cumplir con mis responsabilidades en el mundo y amar a mis hermanos. Te ofrezco particularmente esta oración por mi familia, mis seres queridos, por aquellos que están alejados de ti y para que al terminar mi recorrido en esta vida, pueda participar de tu presencia eternamente. Amén.

(Después de cada estación se reza un Padre Nuestro y Gloria) 1ª VISITA: del cenáculo al Monte de los Olivos.

En esta primera estación recordamos que, el Jueves Santo por la noche, Nuestro Señor Jesucristo durante la Ultima Cena les enseñó el mandamiento de amor a sus discípulos lavando humildemente sus pies. También instituyó la Eucaristía (Santa Misa) consagrando el pan y el vino. Después de haber cenado con sus discípulos salió del cenáculo (lugar de la cena) y se dirigió con sus apóstoles al Monte de los Olivos para orar antes de ser entregado. Pidamos que el Señor nos ayude a hacer siempre oración en los momentos difíciles.

2ª VISITA: del Huerto de los Olivos a la casa de Anás

Judas, el traidor, llevó a los soldados que le dieron los judíos para apresar a Cristo. Le saludó con un beso porque esa era la señal para que los soldados pudieran capturarlo. Llevaron a Jesús a la casa de Anás, suegro del sumo sacerdote Caifás. Pidamos al Señor que nunca traicionemos el amor que

Dios nos tiene, ni la religión que Él nos dejó como herencia, ni el amor de padres y amigos.

3ª VISITA: de la casa de Anás a la de Caifás

Después de que Anás interrogó a Jesús, consideró que debería enviarlo ante el sumo sacerdote Caifás, quien había dicho que convenía que Jesús muriera para que el pueblo se salvara. Pidamos para que el Señor nos ayude a defender la vida desde el vientre materno.

4ª VISITA: de la casa de Caifás al pretorio de Pilato

Caifás envió a Cristo ante Poncio Pilato que representaba al César en aquella región, tratando de aprovecharse del poder de Pilato para conseguir lo que quería: matar a Jesús. Pidamos para que no utilicemos el poder en perjuicio de los demás.

5ª VISITA: de la casa de Pilato ante el rey Herodes

Pilato, sabiendo que Cristo pertenecía al

Oración final

territorio de Herodes, lo mandó con él, para librarse de su responsabilidad y poner así su responsabilidad en otra persona. Pidamos a Dios que nos ayude a afrontar con valentía los retos que la vida nos presenta.

6ª VISITA: de Herodes a Pilato

Herodes no aceptó la responsabilidad que Pilato le enviaba pero quiso ver a Jesús sólo por curiosidad, para que hiciera algún milagro. Cuando Herodes vio que Jesús no cumplía su capricho lo regresó con Pilato. Pidamos para que no busquemos a Jesús solo por conveniencia, ni por sus milagros, sino por su gran amor y con deseo de responder a lo que nos pide.

7ª VISITA: de la casa de Pilato al Calvario

Pilato se lavó las manos y mandó crucificar a Cristo. Para no perder su cargo, condenó al inocente haciendo caso a los injustos. Pidamos a Dios que no nos dejemos llevar por falsos que nos alejan de la justicia y la verdad.

Te doy gracias, Señor, por la oportunidad que hoy me has dado de acercarme a la Pasión Salvadora de tu Hijo. Te pido que por sus méritos me llenes de bendición, me ayudes a soportar mis sufrimientos y me hagas participar de su Resurrección. Amén. Fuente: Aleteia/SIAME


ESPECIAL SEMANA SANTA

9 de abril de 2017 / AÑO 22, No. 1135

El Observador de la actualidad/página 10

Vía Crucis

Un recorrido por la Pasión de Cristo, de ayer y de hoy Ofrecimiento

¡Señor Jesús! Vamos a recorrer, en compañía de tu Madre, la vía dolorosa que Tú anduviste para consumar nuestra redención en el Calvario. Al practicar este santo Viacrucis nos proponemos ganar todas las indulgencias a él concedidas. Con el corazón contrito queremos acompañarte en tu dolor para conocer mejor la gravedad de nuestros pecados y aprender el camino de sacrificio que hemos de recorrer en nuestra vida de apostolado. Danos tu gracia, Maestro Adorable, para que tu ejemplo sea estimulo que nos aliente a aceptar gozosamente los sacrificios que nuestra misión de apóstoles nos imponga en beneficio de las almas.

X. Jesús es despojado de sus vestiduras

Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, haciendo

cuatro partes, una para cada soldado y la túnica (Jn 19,23). ¡Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas, fatigas y torturas de la vida diaria, para que logremos siempre una más grande y creativa abundancia de vida!

XI. Jesús es clavado en la cruz

Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí con dos mal-

I. Jesús es condenado a muerte

Te adoramos, Señor, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo. (Se repite al inicio de cada estación) Llegada la mañana todos los príncipes de los sacerdotes, los ancianos del pueblo, tuvieron consejo contra Jesús para matarlo, y, atado, lo llevaron al procurador Pilato (Mt 27, 1-2). El pequeño niño que tiene hambre, que se come su pan pedacito a pedacito porque teme que se termine demasiado pronto y tenga otra vez hambre. Esta es la primera estación del calvario.

Señor, pequé, ten misericordia de mí. Pecamos, y nos pesa, ten misericordia de nosotros (Se repite al final de cada estación)

II. Jesús carga con la cruz

Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron, pues, a Jesús, que llevando la cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota (Jn 19, 16-17). ¿No tengo razón? ¡Muchas veces miramos pero no vemos nada! Todos nosotros tenemos que llevar la cruz y tenemos que seguir a Cristo al Calvario, si queremos reencontrarnos con Él.

III. Jesús cae por primera vez

Dijo Jesús: El que quiera venir en pos de

mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y sígame, pues el que quiera salvar su vida la perderá: pero el que pierda su vida, ese la salvará (Mt 16,24). En nuestras estaciones del Via Crucis vemos que caen los pobres y los que tienen hambre, como se ha caído Cristo. ¿Estamos presentes para ayudarle a Él? ¿Lo estamos con nuestro sacrificio, nuestro verdadero pan? Hay miles y miles de personas que morirían por un bocadito de amor,

laciones, pero confiad: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33). Jesús cae de nuevo para ti y para mí. Se le quitan sus vestidos, hoy se le roba a los pequeños el amor antes del nacimiento. Ellos tienen que morir porque nosotros no deseamos a estos niños. Estos niños deben quedarse desnudos, porque nosotros no los deseamos, y Jesús toma este grave sufrimiento. El no nacido toma este sufrimiento porque no tiene más remedio de desearle, de amarle, de quedarme con mi hermano, con mi hermana.

por un pequeño bocadito de aprecio. Esta es una estación del Via Crucis donde Jesús se cae de hambre.

IV. Jesús encuentra a su Madre

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí (Lc 1, 45-49). Nosotros conocemos la cuarta estación del Vía Crucis en la que Jesús encuentra a su Madre. ¿Somos nosotros los que sufrimos las penas de una madre? ¿Una madre llena de amor y de comprensión? ¿Estamos aquí para comprender a nuestra juventud si se cae? ¿Si está sola? ¿Si no se siente deseada? ¿Estamos entonces presentes?

V. El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz

Cuando le llevaban a crucificar, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del campo y le obligaron a ayudarle a llevar la cruz (Lc 23, 26). Simón de Cirene tomaba la cruz y seguía a Jesús, le ayudaba a llevar su cruz. Con lo que has dado durante el año, como signo de amor a la juventud, los miles y millones de cosas que has hecho a Cristo en los pobres, has sido Simón de Cirene en cada uno de tus hechos.

VI. La Verónica limpia el rostro de Jesús

Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me distéis de beber (Mt,

25,35). Con respecto a los pobres, los

abandonados, los no deseados, ¿somos como la Verónica? ¿Estamos presentes para quitar sus preocupaciones y compartir sus penas? ¿O somos parte de los orgullosos que pasan y no pueden ver?

VII. Jesús cae por segunda vez

¿Quiénes son mi madre y mis parientes? Y extendiendo su mano sobre

sus discípulos dijo Jesús: he aquí a mi madre y a mis parientes, quienquiera que haga la voluntad de mi Padre (Mt 12, 48-50). Jesús cae de nuevo. ¿Hemos recogido a personas de la calle que han vivido como animales y se murieron entonces como ángeles? Nosotros los rechazamos con la palabra alcoholizados. No nos importan. Pero es Jesús quien necesita nuestras manos para limpiar sus caras. ¿Puedes hacerlo?, ¿O pasaras sin mirar?

VIII. Jesús consuela a las mujeres

Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se lamentaban y lloraban por Él. Vuelto hacia ellas les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos (Lc 23, 27-28). Padre Santo, yo rezo por ellas para que se consagren a tu santo nombre, santificadas por Ti; para que se entreguen a tu servicio, se te entreguen en el sacrificio. Para eso me consagro yo también y me entrego como sacrificio con Cristo.

IX. Jesús cae por tercera vez

Les he dicho esto para que tengan paz conmigo. En el mundo tendrán tribu-

hechores. Jesús decía: padre, perdónales porque no saben lo que hacen (Lc 23, 33). Jesús es crucificado. Jesús nos ha dicho: Si ustedes quieren ser mis discípulos, tomen la cruz y síganme, y Él opina que nosotros hemos de coger la cruz y que le demos de comer a Él en los que tienen hambre, que visitemos a los desnudos y los recibamos por Él en nuestra casa y que hagamos de ella su hogar.

XII. Jesús muere en la cruz

Después de probar el vinagre, Jesús dijo: Todo está cumplido, e inclinando

la cabeza entregó el espíritu (Jn 19,30). Empecemos las estaciones de nuestro vía crucis personal con ánimo y con gran alegría, ¡pues tenemos a Jesús en la sagrada Comunión, que es el Pan de la Vida que nos da vida y fuerza! Su sufrimiento es nuestra energía, nuestra alegría, nuestra pureza. Sin Él no podemos hacer nada.

XIII. Jesús es bajado de la cruz

Al caer la tarde vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era discípulo de Jesús. Tomó su cuerpo y lo envolvió en una sábana limpia (Mt 27, 57.59). ¡Ustedes, llenos de amor y de energía, no desperdicien sus fuerzas en cosas sin sentido!

XIV. Jesús es sepultado

Había un huerto cerca del sitio donde fue crucificado Jesús, y en él un sepulcro

nuevo, en el cual aún nadie había sido enterrado y pusieron allí a Jesús (Jn 19, 4142). Mirar a nuestro alrededor y ver, mirar a nuestros hermanos y hermanas no sólo en nuestro país, sino en todas las partes donde hay personas con hambre que les esperan. Desnudos que no tienen patria. Todos les miran !No les den las espaldas, pues ellos son el mismo Cristo!


ESPECIAL SEMANA SANTA

9 de abril de 2017 / AÑO 22, No. 1135

El Observador de la actualidad/página 11

Jesús muere en la cruz

El suspiro de las siete palabras «Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu» (Jn 19,28-30).

oración

Oh Dios, que en la pasión de Cristo nuestro Señor, nos has liberado de la muerte, heredad del antiguo pecado, transmitida a todo el género humano, renuévanos a imagen de tu Hijo; y, así como hemos llevado en nosotros por nacimiento la imagen del hombre terrenal, haz que, por la acción de tu Espíritu, llevemos la imagen del hombre celestial. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

«Tengo sed» (Jn 19,28). Como el niño pide de beber a su mamá; como el enfermo abrasado por la fiebre… La sed de Jesús es la todos los sedientos de vida, de libertad, de justicia. Y es la sed del mayor de los sedientos, Dios, que infinitamente más que nosotros tiene sed de nuestra salvación. Las siete palabras de Jesús en la cruz son una obra maestra de esperanza. Jesús, lentamente, con pasos que también son los nuestros, atraviesa toda la oscuridad de la noche, para abandonarse confiado en los brazos del Padre. Es el gemido de los moribundos, el grito de los desesperados, la invocación de los perdedores. Es Jesús.

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46). Es el grito de Job,

de todo hombre bajo el peso de la desgracia. Y Dios guarda silencio. Calla porque su respuesta está allí, en la cruz: él mismo, Jesús, es la respuesta de Dios, Palabra eterna encarnada por amor.

«Acuérdate de mí…» (Lc 23,42). La invocación

fraterna del malhechor, convertido en compañero de dolor, llega al corazón de Jesús, que siente en ella el eco de su propio dolor. Y Jesús acoge la súplica: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,42-43). El dolor del otro nos redime siempre, porque nos hace salir de nosotros mismos.

«Mujer, ahí tienes a tu hijo…» (Jn 19,26).

Habla a su Madre, María, que estaba con Juan al pie de la cruz, rompiendo el acoso del miedo. La llena de ternura y esperanza. Jesús ya no se siente solo. Como nos pasa a nosotros cuando junto al lecho del dolor está quien nos ama. Fielmente. Hasta el final.

«Está cumplido» (Jn 19,30). Todo

cumplido: cada palabra, cada gesto, cada profecía, cada instante de la vida de Jesús. El tapiz está completo. Los mil colores del amor lucen ahora con hermosura. Nada se ha desperdiciado. Nada se ha desechado. Todo se ha convertido en amor. Todo está cumplido, para mí y para ti. Y, así, también el morir tiene un sentido.

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).

Ahora, heroicamente, Jesús sale del miedo a la muerte. Porque si vivimos en el amor gratuito, todo es vida. El perdón renueva, sana, transforma y consuela. Crea un pueblo nuevo. Frena las guerras.

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46).

Ya no más desesperación ante la nada. Más bien plena confianza en sus manos de Padre, recostado en su corazón. Porque, en Dios, cada fragmento se compone finalmente en unidad.


ESPECIAL SEMANA SANTA

9 de abril de 2017 / AÑO 22, No. 1135

El Observador de la actualidad/página 12

Rosario del Pésame

Acompañar a María al pie de la cruz

Monición inicial

G.-Madre llena de dolores, haz que cuando expiremos T.- Nuestras almas entreguemos, por tu manos, al Señor.

Acompañemos a María, que al pie de la cruz ha sufrido junto a su Hijo la pasión y la muerte. Acudamos a la Santísima Virgen María que, en medio del sufrimiento, nos ha sido entregada como nuestra piadosa y tierna Madre. Que a través de este Santo Rosario, en el que meditaremos acerca de cada uno de los instrumentos de la Pasión, oremos con ella junto al cuerpo yaciente de Jesús, y acompañemos a María en su prolongada noche de dolor y de pena.

Quinto Misterio

LA LANZA TRASPASA EL COSTADO DE JESÚS

La señal de la cruz. Yo, pecador...

Primer Misterio EL FLAGELO

Pilato les preguntó ¿Quieren que deje en libertad al rey de los judíos? Pero ellos gritaron: ¡No, a ese no! Deja en libertad a Barrabás. Entonces Pilato ordenó que lo azotaran. (Jn 18, 34. 40; 19,1). María.-Hijito, que entre mis brazos yaces cansado y desecho Todos.-Duérmete sin ansiedades, por tus perdidos corderos Él pasó haciendo el bien. (Hch. 10, 38). En toda tu vida Señor, amaste; hoy, en cambio, se te odia. Tus manos estuvieron siempre dispuestas a acariciar a los niños y a los pecadores; hoy, en cambio, haz recibido solo fieros flagelos. Estuviste presto para sanar la carne destruida por la enfermedad y la lepra, pero hoy te destrozamos la carne que con cariño te tejiera tu madre en su seno. Hoy, ciertamente, se te sigue flagelando. Te golpeamos con nuestra indiferencia y apatía, con la falta de solidaridad y unión de los que nos llamamos cristianos. Y dejamos que te golpeen en la miseria de los pobres, en la tristeza de los deprimidos y en la esclavitud de los vicios. Madre, que dejemos ya los flagelos con que nos golpeamos unos a otros, que tú nos enseñes como a Jesús, a utilizar nuestras manos para levantar, para acariciar, para perdonar. Guía.-Madre llena de dolores, haced que cuando expiremos Todos.- Nuestras almas entreguemos, por tu manos, al Señor.

Segundo Misterio

LA CORONA DE ESPINAS

Los soldados lo llevaron al interior del palacio, o sea al pretorio, y llaman a la tropa. Lo vistieron con un manto rojo y trenzando una corona de espinas, se la pusieron. (Mc. 15, 16-20). M.-Hijito, que entre mis brazos yaces cansado y desecho T.-Duérmete sin ansiedades, por tus perdidos corderos «El Señor me ha dado una lengua de discípulo para que sepa sostener con mi palabra al cansado». (Is. 50, 4). Era demasiado. Había ya traspasado por mucho los límites que la lógica humana

había impuesto al corazón del hombre. Y es que tu cabeza, tu corazón y tu boca, íntimamente unidos, hicieron una combinación que hizo que los mismos cimientos del mundo, de sus instituciones y de las personas, se cimbraran hasta lo más profundo. Las bienaventuranzas, el perdón de los pecadores, el amor a los enemigos, un Dios que es Padre, no se podían tolerar. La locura de tus palabras sólo podía recibir una corona magnífica, pero nos equivocamos, una vez más nos equivocamos, tuvimos a bien ceñir tus sienes, no de oro, sólo de espinas. Así, nuestras palabras, nuestras mentes, ya no hablan ante la injusticia, ante la corrupción, ante el pecado, por temor a ser tratados como locos. Por eso hoy tus palabras nos gustan mucho, sí, pero no nos comprometen. Madre, que a ejemplo tuyo, hagamos vida las palabras de tu Hijo. G.-Madre llena de dolores, haz que cuando expiremos T.- Nuestras almas entreguemos, por tus manos, al Señor.

Tercer Misterio

JESÚS SE ABRAZA A LA CRUZ

«El amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados». (1Jn, 4, 10) M.-Hijito, que entre mis brazos yaces cansado y desecho T.-Duérmete sin ansiedades, por tus perdidos corderos «Él cargó con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores». (Is 53, 1|2) Así como amaste al Hijo Pródigo, así como buscaste la oveja perdida, así amas la cruz. Que fue difícil, no hay que negarlo, pero bien sabes que en los caminos del amor siempre habrá senderos de sufrimiento. Porque tu amor «todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1Co.13,7) Y así fue, el amor cegó a Dios y lo hizo cargar una cruz para en ella hacer locuras insospechadas. Por eso, porque amas al pecador, porque me amas, por

eso, Señor mío, amaste tu cruz. Y mírame a mí, a mi vida, quejándome diariamente por mi cruz, evadiendo lo más que puedo mis responsabilidades; y así, porque no amo mi cruz, se hace más pesada y no me decido a caminar y cambiar la situación de mi vida, de mi familia y de mi comunidad. Madre, enséñame a amar: mi vida, mis dificultades, mis responsabilidades para que, una vez amándolas, las tome sobre mis hombros y comience así a caminar detrás de Jesús. G.-Madre llena de dolores, haz que cuando expiremos T.- Nuestras almas entreguemos, por tu manos, al Señor.

Cuarto Misterio

LOS CLAVOS TRASPASAN EL CUERPO DE JESÚS

«Cuando llegaron al lugar llamado ‘la calavera’ crucificaron allí a Jesús junto con dos malhechores». (Lc 23, 33) María.-Hijito, que entre mis brazos yaces cansado y desecho Todos.-Duérmete sin ansiedades, por tus perdidos corderos «Eran nuestras rebeldías las que lo traspasaban y nuestras culpas lo que lo trituraban» ( Is. 53,5) El dolor parecía insoportable. Los golpes del martillo se confundían con el lento desgarrarse de tu cruz y de tu carne. Si el hecho de no haber desfallecido durante este cruel momento nos sorprende, más aún nos conmueven las palabras de perdón y misericordia para quienes somos el motivo de tanto dolor. ¡Fuiste tan cruelmente deshumanizado por los «humanos»! La longitud, la anchura, la altitud y profundidad con la que Dios nos amó desde la cruz supera aquí toda palabra. Callemos, miremos, adoremos. (Un momento breve de silencio) Madre dolorosa, que con tu presencia en el sacrificio de Cristo eres verdadera Madre, permite que cuando el sufrimiento toque a las puertas de nuestras vidas, podamos contar con tu maternal compañía.

«Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y enseguida brotó sangre y agua». (Jn 19, 34) María.-Hijito, que entre mis brazos yaces cansado y desecho Todos.-Duérmete sin ansiedades, por tus perdidos corderos «Y a ti, una espada te atravesará el corazón» (Lc 2, 35) Habías muerto ya. Y te quedaste sin nada. Lo diste todo, tu Madre, tu vida, la última gota de sangre. Bendita lanza que traspasó tu costado y que ha dejado para nosotros tu corazón siempre abierto. Bendita lanza que nos abre la posibilidad de retornar siempre a tu corazón que perdona y que abraza. Por eso, Señor, cambia este mi corazón de piedra que se niega acoger al que me ha ofendido, que se niega abrirse al que me necesita, que se ha endurecido y que poco le importa lo que le pase al prójimo. Traspasa, pues, este corazón y haz que se vuelva más generoso y que entregue, a ejemplo tuyo, todo lo que tiene. Madre llena de dolor, intercede por tus hijos que, a costa de la sangre de tu Hijo, han sido redimidos, para que así como tú, al pie de la cruz contemplemos y busquemos a Jesús, quien nos espera con el corazón siempre abierto ya que «habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo».(Jn 13, 1) G.-Madre llena de dolores, haz que cuando expiremos T.- Nuestras almas entreguemos, por tu manos, al Señor.

ORACIÓN FINAL

(Oración del Beato Agustín Pro a la Virgen de los Dolores)

Déjame pasar la vida, Madre mía, acompañando tu soledad amarga y tu dolor profundo. Déjame sentir en el alma el triste llanto de tus ojos y el desamparo de tu corazón. No quiero en el camino de mi vida saborear las alegrías de Belén adorando en tus brazos virginales al Niño Dios. No quiero gozar en la casita de Nazaret de la amable presencia de Jesucristo. No quiero acompañarte en tu Asunción gloriosa entre coros de ángeles. Quiero en mi vida las mofas y culpas del Calvario; quiero la agonía lenta de tu Hijo; el desprecio, la ignominia, la infamia de la Cruz. Quiero estar a tu lado, Virgen dolorosísima, fortaleciendo mi espíritu con tus lágrimas, consumando mi sacrificio con tu martirio, sosteniendo mi corazón con tu soledad, amando a mi Dios y tu Dios con la inmolación de mi ser. Amén Fuente: mensajero.org.mx


en

El Observador

PÁGINA 13 EL OBSERVADOR DE LA ACTUALIDAD

14 de septiembre 9 de abrildede2014 2017// AÑO AÑO20, 22,No. No.1135 1001

La belleza de los monumentos al Santísimo

Fe en la Eucaristía en cualquier rincón del mundo, labor del Espíritu Santo

U

POR JAVIER ORDOVÁS

n Viernes Santo salía de mi casa caminando hacia la parroquia; nada más salir, saludé a un vecino y amigo que es protestante evangélico. Me preguntó que a dónde iba, le respondí que a la Iglesia y me dijo que por qué iba si había visto en la TV que los católicos el Viernes Santo no tienen culto. Le respondí con cordialidad que, efectivamente aunque no hay culto, Dios está en la Iglesia. Su respuesta fue también cordial: «Pídele que te ayude». Continué mi camino por las calles casi vacías por ser día festivo, reflexionando acerca de lo que se pierden los protestantes con sus templos vacíos, como salas de conferencias, con el ambón del predicador presidiendo. Tienen la Palabra, la Biblia pero no tienen a Cristo presente con su cuerpo, con su sangre, con su alma y con su divinidad. Ya llegando a la parroquia me llamó la atención que había mucha actividad, por contraste con el resto de las calles vacías.

En la capilla del Santísimo de mi parroquia hay un sencillo cartel que dice «Silencio en la capilla del Santísimo».

La capilla estaba redecorada con pocos medios, con escasos recursos pero con buen gusto para que resaltara el «monumento» y destacara sobre todo lo demás la custodia con el Santísimo expuesto. Estaba repleta de gente de todas las edades: ancianos, jóvenes y familias enteras con sus niños pequeños hiperactivos. El silencio y la adoración a Dios eran contagiosos. En la liturgia prefiero la formalidad que la espontaneidad de los fieles, pero tengo que reconocer que me ayudó mucho lo que viví: de vez en cuando alguna mu-

jer hacía su serena oración en voz alta, un joven tocaba muy suavemente la guitarra con canciones eucarísticas, luego una niña mostraba un cartel que decía «momentos de silencio», después otros niños leían en voz alta breves versículos de la Biblia que acompañaban para la oración. Y otra vez silencio de todos los presentes, mirando la Hostia y adorando a Dios.

Pensaba que solamente el Espíritu Santo puede hacer que las personas creamos en ese portentoso milagro de la presencia real de Cristo en la Eucaristía instituida en la última cena de Jesús en la noche del jueves. La verdad es que se estaba bien, me costó trabajo salir de allí. Todo esto, bien organizado, con orden y serenidad y sin la presencia de ningún sacerdote, solamente con la iniciativa y la sencilla devoción de los fieles De regreso, otra vez por las calles vacías pensaba en que algunos entes turísticos se lamentaban de que la Iglesia frenaba el turismo en Semana Santa, cuando el tema es justamente al revés, son los intereses turísticos los que están invadiendo el espacio de esos días que los fieles necesitamos para acercarnos más a Dios. Pensaba que, conforme me dijo mi amigo evangélico al salir, Dios me ha ayudado en este Viernes Santo, como a otras muchas personas en cualquier rincón del mundo.

Tres miradas para Jueves Santo

T

odo va a empezar a suceder y a acontecer de manera vertiginosa y Jesús, que lleva días entre Betania y Jerusalén, sabe que es momento de dejar a los que más quiere… lo más importante.

Hay tres momentos, tres miradas de Pedro, que me ayudan a vivir HOY este Jueves Santo, de cena, fraternidad, servicio, pan y vino. Con Pedro he encontrado un camino con el que no edulcorar, aunque sea un poco, eso de amarse unos a otros, que para algunos puede ser hasta un rollo hippie muy de moda e ideal para un mundo happy y empty que nos ha tocado vivir. La primera es una MIRADA DE ESTUPOR. Así me imagino yo la mirada de Pedro cuando Jesús, el Maestro, el Señor, cogió

aquella toalla, se la ciñó a la cintura y se puso a lavarles los pies, uno a uno. Eso no es un gesto. Eso no es ni siquiera, sencillamente, humildad. Eso va a ser el acto con el que Jesús da plenitud a su Encarnación. Él vino al mundo, Dios envió a su Hijo, para ser esclavo del hombre, para abajarse, anonadarse, hacerse nada. Ese no es el Jesús al que seguía Pedro ni al que quería seguir. Su reacción es inmediata: de ninguna manera él va a dejarse lavar los pies por Jesús. La respuesta de Jesús es, para Pedro y para cada uno de nosotros, definitiva: sin

esto, no puedes ser uno de los míos. Si no aceptas a este Mesías humillado, doliente, abajado, esclavo del prójimo… no aceptas el plan de amor de Dios y no puedes seguir a mi lado. Pedro lo acepta aunque, posiblemente, no es capaz de entender bien lo que eso significa. Jesús nos explica luego el sentido: lo que habéis visto, hacedlo también vosotros. No hay desigualdades, nadie es más que otros. Debemos ser esclavos. Bufff… También detecto cierto estupor en mí. ¿Acepto esto? ¿Estoy dispuesto a ser uno de los suyos?

La segunda es una MIRADA DE SUFICIENCIA de un Pedro que, levantando la espada, intenta salvar a su Señor en Getsemaní de las manos de aquellos que vienen a prenderle. La pasión de Pedro, su querer al Señor a su manera, con sus medios… no le permiten ver que la hora ha llegado y que Jesús ya ha jugado su ficha, aceptando la voluntad del Padre. ¡Qué contraste el de la serena calma de Jesús, que ya ha aceptado la consumación de su misión, y la de la airada respuesta de un Pedro que sigue pensando que él va a salvar al Maestro! Pedro no siguió las indicaciones de Jesús y no veló ni oró a su lado. Pedro se quedó dormido en la hora más importante de todos los tiempos. ¿Cómo vamos a defender al Señor si, en lugar de usar sus armas, usamos las nuestras? Pedro se separa de Jesús. Lo ama mucho pero su amor no entiende ni acepta. La tercera es una MIRADA COLMADA DE MISERICOR-

DIA. Es la mirada de un Pedro que pasa por la prueba más dura de su vida, cuestionando y preguntándose si es ese Jesús al que él ama, al que él quiere seguir… Pedro se desploma tras la negación, tras ser consciente de su pobreza, de su traición, de su miseria… Quien sigue a Jesús de lejos… no puede dar la cara por Él en la hora fijada. Y ahí, cuando toma conciencia de toda su mierda, con perdón, cuando hubiera preferido bajar la cabeza y morir, ahí, se encuentra con la mirada triste y misericordiosa de un Jesús que lo redime y lo ama. Es esa mirada la que va a permitir a Pedro salir corriendo hacia el sepulcro, la mañana de resurrección, y la que le va a permitir ser el primer evangelizador. Pedro, que había intentando todo el rato salvar a Jesús, no se había percatado hasta ese instante de que era él el que debía ser salvado por el Maestro. Tres miradas para este Jueves Santo. Es la hora. Por Santi Casanova


en

El Observador

PÁGINA 14 EL OBSERVADOR DE LA ACTUALIDAD

14 de septiembre 9 de abrildede2014 2017// AÑO AÑO20, 22,No. No.1135 1001

¿Se celebra una muerte? No se trata de recordar con tristeza lo que Cristo padeció sino de contemplar el amor llevado al extremo

L

POR HENRY VARGAS HOLGUÍN

a Iglesia aconseja a los católicos vivir la Cuaresma como un tiempo litúrgico de preparación a la celebración de la Pascua. Se trata, sobre todo, de hacer un camino con Cristo para resucitar con Él. Para lograr estos dos objetivos conviene tener una actitud penitencial, luchando contra aquello que nos impide celebrar bien la realidad de Cristo resucitado, y contra lo que nos impide resucitar (tener la vida de gracia en nuestro interior), pues el cristiano debe seguir a Cristo resucitado resucitando.

Para esta lucha conviene tener en cuenta los valiosos gestos penitenciales que nos propone la Iglesia: la recepción de la ceniza en nuestras cabezas, la confesión (para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua), la abstinencia (Miércoles de Ceniza, Viernes Santo y demás viernes del año); e incluyendo los 3 pilares de la cuaresma: el ayuno (Miércoles de Ceniza y Viernes Santo), la oración y la limosna (caridad). La cuaresma es, pues, una invitación a hacer un camino de conversión que nos lleve a resucitar pensando en la resurrección del Señor que celebraremos el Domingo de Pascua de manera más solemne a como la celebramos cada domingo del año. Hay un modelo para vivir idóneamente la Cuaresma: la actitud de Cristo en el desierto durante los cuarenta días previos a su misión pública: alimentarnos de

toda palabra que sale de la boca de Dios, no dudar de Dios ni de su acción en nuestra vida y dar culto de adoración sólo a Dios.

La Cuaresma dura 40 días. Comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor el Jueves Santo. El color litúrgico de este tiempo es el morado que, para nuestro caso, significa penitencia. Los cuarenta días de la Cuaresma se inspiran también en el número cuarenta que vemos con frecuencia en la Biblia: los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años del éxodo, de los cuarenta días que vivieron Moisés y Elías en la montaña. Después de la Cuaresma viene el Triduo Pascual y después el tiempo pascual. El Triduo Pascual es la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús; por tanto comienza con la Misa de la Cena del Señor el Jueves Santo y acaba con las víspe-

ras del Domingo de Pascua. El Triduo Pascual son tres días vividos junto a Jesucristo, esperando la celebración litúrgica de su realidad de resucitado. Las diferentes fases del Triduo Pascual a lo largo de los tres días se deben ver como un todo, como una especie de tríptico: tres cuadros que conforman uno solo. Cada cuadro es independiente, es completo, pero no se entiende sin los otros dos; cada cuadro debe ser visto en relación con los otros dos. El Triduo Pascual muestra que la Resurrección llega cargando la cruz hasta morir en ella. Lo que en verdad dura y es definitivo es la Resurrección y no el camino de cruz que es temporal. En la vida vamos de lo temporal a lo eterno. El Triduo Pascual enseña a ver el dolor y la cruz en su justa dimensión, sin centrarnos ni quedarnos en ellos; ya que el sufrimiento, el dolor, los sacrificios, no tienen valor en sí mismos, lo tendrán a la luz de la fe si son expresión de amor a Dios y a los demás y si los asumimos para identificarnos con Cristo crucificado a quien tenemos que mirar e imitar y quien sabía que resucitaría. El misterio pascual recuerda que en la vida se entrelazan

inevitables momentos de dolor y momentos de gozo. Por tanto, vivir en función de buscar gozo y placer a toda costa prescindiendo del dolor y huyendo de la cruz y de las penas, es una actitud errónea; así como errónea es también la actitud de centrarnos y quedarnos sólo en el sufrimiento, en el dolor, en los sacrificios prescindiendo de la experiencia del Cristo resucitado y glorioso.

El camino cristiano es el camino de la cruz que, a su vez, es camino de resurrección; es vida que brota del dolor y de la muerte. Además, en la vida de Cristo el dolor y la cruz tienen un valor redentor. La cruz, por tanto, no debe reducirse a un doloroso recuerdo, es un medio transfigurado por la gloria de la Resurrección. El dolor debe ser visto a la luz del Resucitado. El dolor no debe ser algo aislado sino visto como antesala de la gloria si es vivido con espíritu cristiano, a semejanza de Jesucristo.

El dolor es uno de los ingredientes que llevan a la alegría de vivir resucitados. El dolor que implica la cruz no sólo es seguido por la Resurrección sino que ya la contiene en sí mismo. «En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo» ( Jn 16, 20). En la Semana Santa lo importante no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y permitir que su resurrección fuera primicia de la nuestra. Por lo anterior, la Iglesia invita a vivir la Semana Santa con fe e intensamente; reflexionando, orando y celebrando en comunidad el amor de Dios por nosotros llevado al extremo. Para los cristianos, la Semana Santa no es un simple recuerdo de un hecho histórico cualquiera: es la contemplación del amor de Dios por nosotros a través del sacrificio de su Hijo. Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con oración, sacrificios y el arrepentimiento de los pecados. Responsablemente, ojalá en familia; no es una semana de vacaciones ni para vivirla con indiferencia restándole valor al sacrificio redentor de Cristo. La Iglesia invita a los católicos a hacer un alto en el camino y vivir la Semana Santa como un tiempo privilegiado para agradecer al Señor el misterio de la redención, para favorecer el recogimiento interior que lleve a enmendar la vida y corresponder a todas las gracias obtenidas por Jesucristo, y, sobre todo, para contemplar la trascendencia del misterio pascual, no de una manera pasiva, sino muy activa acercándonos a la parroquia. La Semana Santa es una valiosa oportunidad para profundizar en las principales verdades de la fe, y valorarla y renovarla para así profundizar en la relación con Dios.


especial

9 de abril de 2017/ AÑO 22, No.1135

El Observador de la actualidad/página 15

POR mons. MARIO DE GASPERÍN GASPERÍN OBISPO EMÉRITO DE QUERÉTARO

El poder de la oscuridad

«

DIRECTORIO

¡El mundo del Mal escapa casi del todo a la comprensión de nuestro espíritu!», anota el joven párroco en su Diario de un cura rural, de Georges Bernanos. Reflexiona así después de un primer enfrentamiento con el Maligno: «¿Qué sabemos del pecado? Los geólogos nos enseñan que el suelo, que nos parece tan firme, no es realmente más que una pequeña película sobre un océano de fuego líquido, siempre ardiente… ¿Qué espesor tiene el pecado? ¿Hasta qué espesor hay que calar?». En la confesión, por ejemplo, sólo descubrimos las capas superficiales del «misterio de iniquidad», que opera en nosotros. El Maligno no permite que lo superen en maldad, solamente que lo imiten. Tiene siempre la posibilidad de incrementar su poder en nosotros. El pecador no será más que su caricatura ridícula. Entre tanto, él hace su obra, que cómplices no le faltan: las guerras son siempre contra un «extraño enemigo», no contra un hermano; el asesinato de los inocentes se presenta como alivio para la mujer, en el acto más maravilloso de la creación que es la concepción de un ser humano; la violencia desatada se combatirá -es la guerra- con la violencia calculada; al joven se le adiestrará en la técnica para que pueda señorear sobre sus semejantes indefensos; y se crearán programas eruditos y dispendiosos para cambiar las estructuras, pero no los corazones. El Maligno se mueve a sus anchas en campo abierto. De las tentaciones de Cristo, la última revela la cínica sonrisa del Tentador, que dice: -Yo tengo todo poder, pero no dice que lo usurpó; -Míos son todos los reinos de la tierra, pero no el Reino de los cielos; -Yo los doy a quien quiero, pero pone sus condiciones: -Si me adoras. Jesucristo ubica bien este poder: «Saben que los jefes de las naciones las tiranizan

y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre ustedes» (Mt 20,25). Los poderosos no admiten competidores, pero sí saben incorporarlos a su proyecto dominador. Saben también recompensarlos. De lo que se trata es de ejercer el poder, aunque sea sobre la mascota obligada a llevar vida de hogar. Las facciones o partidos dividen a la sociedad, comparten el poder y se reparten la ganancia. «Separación de poderes» entre Iglesia y Estado, se dice. No se igualen los desiguales: «Entre ustedes no será así», indicó Jesucristo. Lo único que reclama Jesús para su Iglesia es la libertad para anunciar su Evangelio. Y lo hace por atracción, con la fuerza única de la verdad. Porque el Evangelio es una fuerza penetrante que desinfecta el corazón enfermo como la sal en la herida. Escuece. Lo han querido domesticar, volviéndolo eslogan, como en libertad-igualdad-fraternidad. Pero no han podido, porque sus pregoneros, si se llenaron de espuma la boca con la libertad y se engolosinaron con la igualdad, enmudecieron con la fraternidad. Leyeron el Evangelio al revés, porque sin fraternidad no hay igualdad y mucho menos libertad. Fraguar una cultura lleva tiempo, pero un siglo parece suficiente para intentarlo. El maestro florentino enseñó que el principal deber del príncipe es conservar el poder y nosotros hemos tenido discípulos aventajados. El poder seduce, desquicia y llega a envilecer. Se convierte en droga que anestesia el corazón y nubla los ojos para no ver alrededor. Menos al necesitado. Todo está bien. Las ideologías suelen degenerar en sistemas opresores que se esclerotizan en entramados culturales que todo lo justifican e igualan, hasta el absurdo: todos somos iguales, pero nosotros somos los mejores. El mal se ha vuelto connatural y hasta benefactor.

El Observador de la actualidad

Detalles para vivir una buena Semana Santa Ya está aquí la Semana Santa y no me resisto a comentarles algunos detalles que a mí me ayudan en su vivencia y en su celebración: ► Vivir con intensidad toda la semana, desde el Domingo de Ramos hasta la Vigilia Pascual o la Misa de Pascua del Domingo de Resurrección. ► Comenzar la semana con fuerza el Domingo de Ramos, como antesala de la Pascua de Resurrección. Es domingo de triunfo. ► Escuchar con atención y, si es posible, ser uno de los lectores de la Pasión, tanto el Domingo de Ramos como el Viernes Santo. El relato trágico de las últimas horas de Jesús condensa todo el Misterio de la Pasión, de la Muerte y de la Resurrección. ► Leer o recibir alguna catequesis que nos ayude a centrar el sentido de cada día antes de acudir a las celebraciones. ► Disfrutar de la preciosa celebración de la Última Cena el Jueves Santo. Estar atentos al rito del Lavatorio y, en lo posible, participar del mismo si se puede. ► Getsemaní. Que no se pase desapercibido lo que sucede esa noche en ese Huerto de los Olivos. Leer y meditar sobre ello. ► Hacer algún turno de vela delante del «Monumento» con la reserva del Señor. Hablar con Él. Es un momento de máxima compañía e intimidad. ► En estos días es conveniente ver alguna película religiosa que nos ayude a pasar un rato en familia viendo y

meditando la Pasión del Señor también a través del cine. ► Participar en algún Via Crucis y contemplar cada estación con ojos nuevos. ► Escuchar el silencio de Dios el Viernes Santo, tras un grito desgarrador. Escuchar su silencio también hoy. Contemplar su muerte también hoy. ► Abrazar la cruz con una carga importante de significatividad. ► Mirar un rato el sagrario vacío de la Iglesia y el altar despojado y pensar que están igual todas las iglesias del mundo. Dios calla. ► Estar atento en todos estos días a la riqueza que nos ofrece la liturgia, llena de colores, ritos, símbolos… ► Pasar un Sábado Santo tranquilo, en ambiente reposado. Participar de alguna procesión u oración. ► Celebrar la Vigilia Pascual la noche del sábado al domingo. Admirar la luz del Cirio que ilumina la noche y escuchar la fuerza del grito que clama Luz de Cristo. ► Llenar tus redes sociales de alegría, de aroma pascual, de blancura, de luz. Mandar whatsapps de felicitación y no dejar rincón donde no se perciba el encuentro con el Resucitado. FueNte: Blog de Santi Casanova


ESPECIAL

9 de abril de 2017/ AÑO 22, No.1135

EL OBSERVADOR DE LA ACTUALIDAD/PÁGINA 16

La Semana Santa

no es ocio Por Macky Arenas

En toda América Latina se vive la Semana Santa intensamente con las costumbres, ceremonias y gastronomía típica de cada país.

REPÚBLICA DOMINICANA

Los cortadores de caña en las plantaciones azucareras realizan desfiles para saludar la llegada de la primavera en los bateyes. La mesa se llena de frijoles rojos con leche de coco.

CENTROAMÉRICA

Son famosas las alfombras de flores con las que se adornan las calles en Guatemala, El Salvador y Honduras. Los guatemaltecos comen bacalao a la vizcaína con encurtidos de vegetales y pescado seco rebozado. En Costa Rica no falta la miel de chiverre, hecha a base de un fruto parecido a la calabaza o auyama. En Panamá, la Virgen, San Pedro, Santiago y Juan pegan tremendas carreras –en lugar de procesiones- el día de Resurrección, en señal de júbilo.

QUITO, ECUADOR

VENEZUELA

El Viernes Santo se celebra la procesión «Jesús del Gran Poder y la Virgen María», en la que una multitud traslada pesadas figuras protegidas en urnas de cristal por varias calles del casco colonial de la capital.

BOLIVIA

Es altiplano y se peregrina en las alturas. Especialmente destacada es la peregrinación al Santuario de Copacabana, en la que miles de católicos, como demostración de su fe, recorren recorren 156 kilómetros desde La Paz hacia ese lugar, situado a orillas del lago Titicaca.

BRASIL

Es el país donde reside el mayor número de católicos en el mundo. Mucha playa, turismo y diversión, es verdad, pero también hay fervor. Y no falta la especial Pacoca de Amedoim, un postre tradicional hecho con harina de yuca, maní y azúcar de preparación artesanal.

ARGENTINA

Es tradición la reunión familiar en Pascua. Se almuerza con empanada de vigilia, paella y bacalao, pero no falta el tradicional asado de parrilla. Los latinoamericanos vivimos la Semana Santa, desde el inicio de la Cuaresma. Hay asueto pero también oración.

Hay ayuno pero también mesa surtida y esmerada, como corresponde al tiempo más especial que transita el mundo católico.

COLOMBIA

Desde el miércoles de ceniza, cada viernes, por cuarenta días, no se come carne, entonces se pone de moda comer atún, mote de queso, mote de palmito, ensalada de papa con huevo y remolacha aderezada con mayonesa, arroz de frijolito. La mesa se engalana con diversos platillos a base de guiso de Icotea; bagre seco salado también hace parte de esta milenaria tradición.

URUGUAY

Es el país más laico del continente, donde la gastronomía, cultura y ocio sustituyen «por ley» a la Semana Santa, según decreto del expresidente José Batlle y Ordóñez, considerado «padre» del Uruguay moderno; pero el cronograma religioso se cumple en cada diócesis y la radio transmite programación especial.

Los días Santos son respetados y los templos están cada año más llenos a medida que la crisis hace picos. Es costumbre, según la zona, comer pastel de morrocoy, huevos de tortuga o iguana, sancocho de sapoara –un pescado que, según la leyenda, si se come se regresa al lugar- y bacalao.

En Venezuela, abundan las supersticiones de remoto origen. Vigentes hasta las primeras décadas del siglo XX, aconsejaban no bañarse en mares o ríos Jueves ni Viernes Santo pues quienes lo hicieren podrían quedar convertidos en peces o sirenas.


especial

9 de abril de 2017/ AÑO 22, No.1135

El Observador de la actualidad/página 17

Papa Francisco revoluciona Vía Crucis

¿Qué pasaría si...

Una mujer escribirá las meditaciones Los textos de las catorce estaciones en que se conmemora la Pasión de Jesús serán enriquecidos por el «genio femenino»…

Por Ary Waldir Ramos Díaz

E

ste año 2017 el Papa Francisco encomienda a una mujer la escritura de los textos de las meditaciones del Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo. Se trata de la profesora en teología Anne-Marie Pellettier, galardonada con el Premio Ratzinger 2014, informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede este viernes 31 de marzo de 2017. El Vía Crucis presidido por el Papa, que tiene lugar en el imponente escenario del Coliseo de Roma, es uno de los eventos centrales de la Semana Santa. Ahora tendrá una novedad de contenido, inspirado en el «genio femenino», parafraseando al Papa Bergoglio. Ya en otras ocasiones una mujer ha sido delegada por el Pontífice para escribir los

textos de las catorce estaciones en que se conmemoran los momentos de la Pasión y Muerte de Jesús.

¿Quién es esta mujer teóloga? Anne-Marie Pelletier, 71 años, ha enseñado teología del matrimonio en el Instituto Católico de París, además de lingüística general y literatura comparada en la Universidad de París X, ahora Marne-la-Vallée. El Papa da espacio así a una mujer académica y preparada para confirmar que la promoción de la mujer en el seno de

la Iglesia no es cuestión de una decisión funcionalista. Pelletier, actualmente y desde hace varios años, enseña Sagrada Escritura y Hermenéutica Bíblica en el Estudio de la Facultad Notre Dame del Seminario di París. Respecto a la cuestión de la mujer, ha escrito dos libros: Le christianisme et les femmes. Vingt siècles d’histoire y Le signe de la femme. Asimismo, Pelletier es una profesora reconocida en los círculos culturales del catolicismo francés. El Premio Ratzinger 2014 le fue otorgado por su «dedicación auténtica a causas muy importantes para el testimonio cristiano en la sociedad». El Papa Francisco empuja para que la mujer tenga un papel central en la Iglesia, y no de manera funcional, como las «políticamente correctas» enraizadas en el mundo secular; llamadas «cuotas rosas» en los parlamentos o en los municipios. Francisco siempre ha insistido en que la riqueza de considerar la Iglesia al femenino corresponde, asimismo, al trascendente presente en la figura de la Virgen María, Madre de Jesús.

El sábado santo, el día de la soledad de María P. Enrique Cases / encuentra.com

A

l anochecer del viernes comienza el descanso sabático. Llegan al cenáculo los que han estado en la sepultura. María está allí. Están las mujeres que en su amor encendido quieren volver al sepulcro cuando acabe el sábado para embalsamar bien al difunto, con todo el amor y la piedad de que son capaces. Están allí los apóstoles que callan y no saben qué decir porque no supieron defender a Jesús, y, menos aún, acompañarle en su gran lucha. Están otros discípulos muy allegados. María se retira. Es el día de la soledad de María. Para ella sigue la Pasión en su alma. Sufre y no hay dolor como su dolor. Cada uno de los gestos de su Hijo se le hace presente, sus quejidos, sus palabras. El gran grito de triunfo y dolor le llena su interior. Sabe que ha triunfado. Pero ella está sola. Él no está con ella. Y piensa en sus palabras: «al tercer día

resucitaré». Y se aferra a ellas. Es difícil creer. Ha visto el cuerpo muerto, agujereado por los clavos, ha puesto su mano en el costado abierto llegando al mismo corazón. Hace falta mucha fe para creer que va a resucitar, y se hace la oscuridad en el alma de María. Experimenta el abandono como lo experimentó Jesús en su cuarta palabra.

El Padre calla y la Madre se convierte en la única creyente. Su fe es la de una nueva Eva que cree contra todas las evidencias de los sentidos y de la experiencia. Y las horas del sábado trascurren lentas con oración como la de Getsemaní. Pasa la noche del sábado minuto a minuto, y la oración no cesa en la que nunca cesó de creer.

SERGIO iBARRA

…yo hubiera sido Longinos?

H

ubiera sido uno de los soldados romanos que azotó, insultó, se burló, colocó la corona de espinas para provocarle daño, dolor y humillación a Jesús el Cristo, abusando de mi poder más allá de las órdenes recibidas, hasta ayudar a quitarle la vida a Jesús el Cristo, para luego repartir sus pertenencias con mis compañeros de batallón. Habría sido objeto de una de las narrativas más trascendentes de la Pasión de Jesús, escrita por el último de los cuatro evangelistas, Juan (Jn 19, 31-34). Sin su testimonio, nadie se hubiese enterado de lo que le hice a Jesús, una vez consumada la crucifixión, ya que describe uno de los episodios que, sin haberlo hecho con ese objeto, se convirtió en una de las evidencias de la presencia de Dios en la tierra. Sería ese soldado que lanceó el costado de Jesús, cuando ya ni siquiera tenía vida, por el cual quienes permanecían en la escena vieron brotar sangre viva y agua. Sería ese soldado que, siendo enemigo de Jesús, daría el primer testimonio de reconocimiento a su identidad, cuando dije: «Verdaderamente este hombre era hijo de Dios» (Mc 15,39 y Lc 47). Frase que sintetizaría mi arrepentimiento. La historia no daría cuenta de mi nombre, pero sí de esa impersonalidad de la lanza que utilicé para perforar su costado, lonjé en griego. Para luego ser recordado el 16 de octubre, como san Longinos, y quisiera me recuerden como alguien que tomó conciencia de sus actos consumados; nunca es tarde.

"Es necesario que nos crucifiquemos con Jesucristo; la cruz es su bandera y su estandarte; quien no lo quiere seguir no es digno de ser su discípulo. "San Juan Bosco


ACTUALIDAD actualidad

página 18 página 14 El Observador de la actualidaD

9 de abril dede 2017/ AÑO 5 de enero 2014/ AÑO22,19,No.1135 No. 965

Cada semana con Francisco Marcelo López Cambronero

Los falsos ídolos

T

odos los seres humanos nacemos con el deseo de ser felices y, al mismo tiempo, con un desconocimiento radical sobre qué es aquello que puede calmar esa intensa sed. No nos pasa como a los animales, que pueden ocuparse únicamente del presente porque su instinto les determina y concreta su existencia a cada momento. Nosotros no, nosotros tenemos que buscar aquello que nos satisfaga y, al buscarlo, construir nuestra propia personalidad.

Efectivamente, al decidir sobre qué esperamos que nos haga felices también orientamos nuestro propio ser. Al cabo del tiempo nos comportaremos, hablaremos e incluso nos vestiremos según se supone que lo hace quien persigue ese objeto concreto en el que hemos depositado la esperanza. Por eso la persona o la institución que nos seduzca con algún objeto que aparezca como adecuado a nuestro deseo y nos indique un camino razonable para conseguirlo tendrá la capacidad de determinar lo que somos y lo que seremos en el futuro. ¿Se dan cuenta? No existe ningún sistema de control social tan eficiente como la gestión del deseo.

Este es un tema al que acude el Papa Francisco con frecuencia, pero que no se comprende. Desde que fue elegido ha hablado muchas veces de los falsos ídolos y de las consecuencias que acarrea perseguirlos:

«si ponemos la esperanza en los ídolos se termina siendo como ellos: (…) incapaces de ayudar, de cambiar las cosas, incapaces de sonreír, donarse, incapaces de amar». Y vivimos en un mundo lleno de ídolos que, además, nos alejan de la plenitud que Dios sí nos sabe dar. Hacemos ídolos de las cosas que el mercado nos ofrece, aunque ya sabemos que cualquiera de ellas –hasta la más grande o la de mayor precionos dejará insatisfechos a los pocos momentos. Sin embargo, el capitalismo nos ofrecerá de inmediato un nuevo ídolo que perseguir para calmar la ansiedad que provoca el sinsentido de una vida sin Dios: y así seguimos y seguimos, huyendo, en realidad, de la propia existencia. Pero si nos volvemos hacia Dios, que nos está esperando, todo se hace nuevo, ya que «confiando en el Señor nos hacemos como Él y su bendición nos transforma». Y no hablamos de teorías o de ideologías, sino de la posibilidad real de experimentar en la vida el inmenso amor de Dios.


especial

página 19 El Observador de la actualidaD

9 de abril de 2017/ AÑO 22, No.1135

Tips de una mamá de 5 hijos

Cómo vivir la Semana Santa en familia portaban mal y no la dejaban estar en Misa, y ahora que son grandes no van a ella y andan en malos pasos.

Por Silvia del Valle

C

on la Semana Santa llega el tiempo litúrgico más importante para los católicos. Alrededor de eso deben girar todas nuestras actividades familiares.

La vivencia de estos tiempos es muy importante para nuestros hijos ya que nadie ama lo que no conoce, ¿y cómo van a conocer a Jesús si no conocen su vida y el gran sacrificio que hizo para ganarnos la gloria, la vida eterna?

4º DALES TESTIMONIO, SÉ CONGRUENTE

Cuando nuestros hijos son pequeños se nos hace imposible asistir a las actividades propias de cada día, pero si no los lle-

vamos desde pequeños jamás aprenderán a comportarse y vivir este tiempo litúrgico. Por eso aquí les traigo hoy 5 tips para vivir activamente y en familia esta Semana Santa.

1º EXPLÍCALES A TUS HIJOS LO QUE SE VA A VIVIR

Antes que nada debemos estudiar un poco lo que va a suceder durante la semana para después transmitirlo a nuestros hijos. Debemos comenzar desde el Domingo de Ramos, el Jueves Santo y la institución de la Eucaristía, la oración en el huerto del Getsemaní, la aprehensión y enjuiciamiento de Nuestro Señor, el camino de la Cruz, su crucifixión, muerte y resurrección. Nuestros hijos estarán felices de que nosotros, sus papás, nos tomemos el tiempo de explicarles lo que pasa. Si están pequeños podemos explicarles con algún libro de dibujos grandes o con algunos títeres. Cuando mis hijos estaban pequeños, les hice unos dibujos con fomis y les puse un palito para hacerlos como títeres y así les expliqué todo. Y si están más grandecitos podemos hacer una tertulia y platicar del tema, permitirles que den su opinión y nos den sugerencias de cómo vivir en familia.

2º BUSCA ACTIVIDADES DIVERTIDAS PARA QUE REAFIRMEN LOS CONOCIMIENTOS

Ahora existen muchos recursos didácticos para que nuestro hijos aprendan jugando. Cuando estaban más pequeños mis hijos, les preparaba unos juegos que imprimía para cada uno como laberintos,

sopas de letras y rompecabezas con lo que iban a vivir cada día. No fue necesario pensar mucho, busqué en internet y encontré una gran cantidad de actividades.

Ahora que están más grandes leemos el Evangelio para comprender lo que se va a vivir porque ya tienen las bases y ahora podemos profundizar en cada tema. Además tenemos la costumbre de hacer un Vía Crucis con los niños de la familia, y esto nos ha sorprendido ya que hasta el más travieso ha participado y además de muy buen gusto; él hace de Jesús y hasta talló la cruz que iba a utilizar. Esto fue una gran alegría para todos, y ahora los niños esperan que llegue el Viernes Santo para vivir el Vía Crucis.

3º LLEVA A TUS HIJOS A LAS CELEBRACIONES

A veces creemos que nuestros hijos van a hacer mucho ruido o que van a dar mucha lata en las celebraciones. Lo que no nos damos cuenta es que debemos comenzar a inculcar en el corazón de nuestros hijos el amor y el respeto a Dios. Podemos comenzar por asistir y quedarnos en la parte de atrás para que si nuestros hijos tienen necesidad de correr o moverse, nos podamos salir un rato y volver a regresar. Esto es un proceso y poco a poco irán aguantando más y se portarán mejor. Una mamá decidió no llevar a sus hijos pequeños a Misa porque se

La mejor forma de educar a nuestros hijos es con el ejemplo, así que deben ver que nosotros asistimos a las celebraciones con gusto y que estamos en ellas participando y en una actitud de respeto. Aunque pensemos que nuestros hijos no están atentos, siempre nos miran y, sobre todo, nos imitan. Debemos dar testimonio de que sí podemos vivir la Semana Santa en familia.

5º BUSCA A OTRAS FAMILIAS QUE QUIERAN VIVIR LA SEMANA SANTA EN FAMILIA

Si en el templo al que vamos hay más familias con las mismas características que nuestros hijos, podemos invitarlas y organizar todas estas actividades en comunidad. Incluso nos podemos acercar a nuestro párroco o al sacerdote encargado del templo que nos toca para ver si podemos hacer las actividades en las instalaciones del templo.

Estos segura de que si hacemos todo para que nuestros hijos vivan la Semana Santa, les estamos dando los elementos para que, cuando crezcan, ellos también puedan llevar a sus hijos a vivirla porque será un estilo de vida que tratarán de compartir con los demás. Nadie ama lo que no conoce. Dejemos que nuestros hijos conozcan al Amor por excelencia que es Jesús y su Sacrificio máximo por Amor, que es la Cruz. Así podrán comprender que gracias a ese dolor inmenso, tenemos ganado el Cielo y que por eso podemos aspirar a la santidad y, por lo mismo, todas nuestras acciones deben ir encaminadas a alcanzar la santidad.


AÑO 22, No. 1135

El Observador de la actualidad

9 de abril de 2017

Lo que cuesta llevar a cuestas la cruz

V

iendo imágenes de la pasión de Jesús, le he dicho: «Jesús, te tuvo que costar mucho llegar al Calvario entre la gente. Y ¡vaya cruz que llevabas! ¿Cuántos kilos pesaría? Yo le calculo unos 40 kilos; pero descubrir que nadie te echaba una mano tuvo que pesarte mucho más que la cruz». Si llego a estar yo allí con mis amigos te quitamos la cruz y la hacemos pedazos para repartir el peso entre nosotros. Entre ocho que somos nos tocaría a 5 kilos cada uno. Nosotros delante y detrás Tú. La gente diría: «¿Quiénes son?», y responderían otros: «Son amigos de Jesús». Yo lo oiría y me entrarían deseos de llorar. ¡Suena bien eso de «son sus amigos»! Alguna de nuestras compañeras seguro que Te habría limpiado la cara con un pañuelo. La gente se lo pediría, pero yo le diría: «No lo sueltes. Tú has sido la valiente que has limpiado su rostro. Guárdalo, que es un tesoro». Se me seguía llenando la cabeza de ideas ante las imágenes de la Pasión; imaginaba la cara de la Virgen, las piedras del camino...Y he querido escribir estas líneas para que tú también pienses mucho en Jesús durante los días de Semana Santa, y para que seas siempre de los que están con Él. Xavier Ilundain

Sopa de letras del Domingo de Ramos ► Jerusalén ► monte ► Olivos ► discípulos ► aldea ► burrito ► camino ► profeta ► humilde ► hosanna ► alturas ► bendito ► nombre ► ciudad ► Nazaret ► Galilea

B

J

P

O

X

N

A

Z

A

R

E

T

H

D

I

E

R

L

É

F

Í

X

C

T

É

S

O G

F

R O

I

É

C

A M

I

N O Q

S

A

C

U

F

V

Í

Í

J

T

F

L

G

F

A

L

H

S

E

O

E

O Ú

R

U O U

D

N

I

H

A

T

S

S W

I

P

G

A

P

S

N

L

U

L

A

A

L

S

Í

Q

L

Ñ O

J

A

E

M É

N G

L

C

J

C

D

T

Z

C

T

A

I

N

A O

S

T

S

S

I

N

A

N M

Y

L

B

L

I

M S

U

D

Á

U O G

L

R

D W D

B

L

B

N

R

L

M D

U

E

Á

E

V

E

B

I

E

R Ó

Y

B

V

A

Á

B

P

M Á Q H

P

B

A Ó

I

A

K

K

E W S

U

F

D O

U

R

T

O

Y

R

I

É

¿Qué tanto sabes del misterio de la salvación? RESPONDE ESTE PEQUEÑO CUESTIONARIO

2) ¿De qué nos salvó Jesús? A) De las guerras mundiales B) Del pecado C) Del dolor

3) ¿Cómo nos salvó Jesús? A) Luchando contra los malos B) Con sus súper poderes C) Muriendo en la cruz

4) ¿Cuál es el mandamiento nuevo que nos dejó? A) No peleen con sus hermanos B) Ámense los unos a los otros como Yo los he amado C) Compartan su pan con el hambriento

5) ¿Cómo llamamos a los amigos de Jesús?

8) ¿Qué amigo de Jesús lo negó? A) Pedro B) Pablo C) Juan

A) Discípulos B) Camaradas C) Compañeros de aventuras

9) ¿Qué amigo de Jesús lo acompañó junto a la cruz?

6) ¿Qué amigo de Jesús lo traicionó?

A) Pedro B) Pablo C) Juan

A) Judas Tadeo B) Juan C) Judas Iscariote

7) ¿A cambio de qué lo traicionó? A) De un lugar en la sinagoga B) De 30 monedas de plata C) De seis lingotes de oro

10) ¿A qué hora falleció Jesús? A) Hora tercia (9 de la mañana) B) Hora nona (3 de la tarde) C) Hora sexta (12 del mediodía)

RESPUESTAS: 2) B, 3) C, 4) B, 5) A, 6) C, 7) B, 8) A, 9) C, 10) B.

20 PÁGINA


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.