El carpintero universal
Le preguntaron al abad Agatón, uno de los Padres del Desierto, cuál era la peor cosa que le podía pasar a un monje. El abad respondió sin dudarlo: “No hay peor cosa que arroje a Dios del alma que el exceso de las palabras”. Insistieron: ¿cómo sabe que no hay peor cosa? Y dijo él que ese exceso era semejante a un viento abrasador que, cuando se levanta, hace huir a todo el mundo y echa a perder el fruto de los árboles.
Una hermosa reflexión que nos haría bien escuchar –y practicar—en estos tiempos donde la palabrería, el chismorreo, el vocerío y la falsedad corren de la mano hasta aturdir el espíritu.
San José, el carpintero universal, no tiene una sola palabra dicha en los evangelios. Ni una sola frase registrada del padre putativo de Jesús. Sin embargo, su presencia es colosal. No solo en la vida de nuestro salvador, sino en la Iglesia universal. Este es otro de los grandes misterios del cristianismo: ¿cómo un hombre que no habla puede coleccionar tantos títulos como los de san José? Muestra que la palabra mueve, pero el testimonio arrastra.
El silencio de José, el silencio de los desiertos, de las grandes extensiones del alma humana y de la creación, nutre la presencia de Dios. El oído está dispuesto. Pero ahora todo invita a decir yo. A exponerlo. A gritarlo. El padre Pablo d’Ors en su Biografía del silencio tiene la clave: “La vida como culto, cultura y cultivo”. La vida de San José.
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PEÑALOSA EN EL OBSERVADOR
POR MONSEÑOR JOAQUÍN ANTONIO PEÑALOSA
Teoría mexicana de lo adverso
Cuando a un mexicano le resultan las cosas a pedir de boca, débese a su esfuerzo, a su clara inteligencia y al poder de su voluntad. Pero que no salga mal cualquier cosilla, porque entonces la culpa no es de él mismo, ni acaso de otra persona más o menos identificable; sino seguramente de unas fuerzas oscuras, misteriosas y desconocidas. El éxito procede de uno mismo; el fracaso, de la mala suerte.
Como no es nada fácil concretar la adversidad en seres tangibles y reconocibles, apelamos a la teoría mexicana —vaga y cómoda—de la mala suerte a la que recurrimos de continuo. Es una teoría tan aceptada, que ya la quisiera Darwin para sus monerías.
La mala suerte explica y justifica toda adversidad. ¿Un choque en la carretera? ¿Un tumor maligno de la abuela? ¿Paquito que reprobó todas las materias de sexto año, incluida gimnasia? ¿El hijo mayor que no fue aceptado a trabajar en el Banco Fortuna-Segura? Explicación única y satisfactoria: la mala suerte. ¿O cómo se explica usted tantos descalabros en una sola familia y en una misma semana?
En lógica contundente, todo esto sucedió por falta de pre-
visión y preparación, por irresponsabilidad y por ley del menor esfuerzo. Pero cualquier día el mexicano va a conformarse con tal explicación.
Fieles a nuestras teorías exculpatorias, los mexicanos estamos convencidos de que la vida conlleva unos riesgos y peligros de rango superior, absolutamente imprevisibles y, por tanto, inevitables. La creencia en la teoría de la adversidad nos ahorra el esfuerzo de prever y calcular y termina acallando nuestra conciencia sobre cualquier sentimiento de culpa que pudiera asaltarnos.
Como aquí todo es cuestión de suerte, del ya-me-tocaba, de lo que tenía que pasar pasó, de eseera-mi-destino y ya-estaría-deDios según un providencialismo facilón y torpe, la teoría de lo adverso justifica todos los
desastres, nos quita la culpa y a lavarse todos las manos. Aquí nadie tiene la culpa de nada. Se aceptan las desgracias como algo sin propósito de culpa, como trágico fruto del azar, del destino, de la fortuna, de la suerte. Pero ¿alguien sabe qué es la suerte?
Las cosas son así y ni modo. He aquí el fatalismo en su más refinada expresión: Ni modo. Y es que los mexicanos somos fatalistas porque en el torrente sanguíneo traemos una gota del fatalismo griego, del fatalismo romano, del fatalismo árabe, del fatalismo español, del fatalismo azteca, de todas las razas con que se fue configurada nuestra raza. Ni modo.
El Sol de México, 19 de mayo de 1994; El Sol de San Luis, 21 de mayo de 1994.
EDITORIAL
El Anuario Pontificio 2023 y el Annuarium Statisticum Ecclesiae 2021, editados por la Oficina Central de Estadísticas de la Iglesia, han sido publicados. La lectura de los datos del Anuario Pontificio ofrece infor-
»Católicos bautizados
mación sobre la vida de la Iglesia católica en el mundo, desde el 1 de diciembre de 2021 hasta el 30 de noviembre de 2022. Aumenta el número de bautizados, sobre todo en África, Asia y América, frente a una disminución de las
vocaciones sacerdotales. A continuación, se ofrecen algunas cifras sobre los aspectos cuantitativos que parecen constituir las tendencias más claras e importantes para la Iglesia católica entre 2020 y 2021.
A nivel mundial, el número de católicos bautizados pasa de 1360 millones en 2020 a 1378 millones en 2021, lo que supone una variación relativa del 1.3%. Esta cifra representa que el 17.67% de la población mundial es católica.
»64.1 % en América. »39.6 % en Europa.
»Obispos
»5 mil 363 obispos en 2020.
»5 mil 340 obispos en 2021 (Disminuye).
»Sacerdotes
»El número de sacerdotes en su conjunto disminuyó de 410 mil 219 en 2020 a 407 mil 872 en 2021, lo que supone un descenso del 0.57%.
»Diáconos
»La población de diáconos permanentes, tanto diocesanos como religiosos, también muestra una dinámica evolutiva significativa y alentadora en el bienio 2020-2021: el número en el mundo pasa de 48 mil 635 a 49 mil 176, con un aumento relativo del 1.1%.
»25.9 % en
»Clérigos
»462 mil 388 clérigos.
»En comparación con 2020, el número de clérigos disminuyó un 0.39%.
»Religiosos
»608 mil 958 es el número total de religiosos profesos en 2021.
»Seminaristas
E
El pontífice –sin duda preocupado por el encarcelamiento del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, y por la expulsión del nuncio, de las hermanas de la Caridad, la persecución de sacerdotes y laicos, el cierre de universidades católicas y un largo etcétera—dijo: ““Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige [el país]. Ahí tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz”.
Más adelante, calificó a esas dictaduras (ya no solamente a la de Nicaragua) como “groseras”. Y utilizó un término argentino “muy lindo” para describirlas: “son dictaduras guarangas”, es decir, vulgares. Para dar el último clavo al ataúd de los que consideraban que el Papa era su “amigo” por tener un pensamiento social, las comparó con la dictadura comunista de 1917 o con la hitleriana, de 1935.
La verdad duele. Y más a un dictador de la calaña de Daniel Ortega (hay otros que tendrían que reflexionar al respecto). De inmediato mandó suspender relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Otro gesto “guarango”. Como el de tantos dictadores (o aprendices) que ha sufrido y sufre la América nuestra.
El Observador / Redacción SAN JOSÉ EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN
El evangelista Mateo nos ayuda a comprender que la figura de José, aunque aparentemente marginal, discreta, en segunda línea, representa sin embargo una pieza fundamental en la historia de salvación. José vive su protagonismo sin querer nunca adueñarse de la escena.
Si lo pensamos, «nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, […]. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños, con gestos cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos» (Cart. ap. Patris corde, 1).
Así, todos pueden hallar en san José, el hombre que pasa inobservado, el hombre de la presencia cotidiana, de la presencia discreta y escondida, un intercesor, un apoyo y una guía en los momentos de dificultad. Él nos recuerda que todos aquellos que están aparentemente escondidos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación.
HOMBRE JUSTO Y ESPOSO DE MARÍA
Para comprender el comportamiento de José en relación con María, es útil recordar las costumbres matrimoniales del antiguo Israel.
San José: custodio valiente de Jesús y de la Iglesia
Entre noviembre del 2021 y febrero del 2022 el Papa Francisco dedicó un ciclo de catequesis a san José por el 150 aniversario de su proclamación como patrón de la Iglesia Universal. A lo largo de 12 textos resalta lo que lo distingue como un hombre de fe, que confía en los designios y en la providencia de Dios. A continuación recordamos los puntos más importantes para honrar y celebrar a quien nos sirve de apoyo, consuelo y guía en nuestro día a día.
ta santidad en José! Nosotros, que apenas tenemos una noticia un poco folclorista o un poco fea sobre alguien, ¡vamos enseguida al chismorreo! José sin embargo está callado.
EMIGRANTE PERSEGUIDO Y VALIENTE
El matrimonio comprendía dos fases muy definidas. La primera era como un noviazgo oficial, que conllevaba ya una situación nueva. El segundo hecho era el traslado de la esposa de la casa paterna a la casa del esposo. El Evangelio dice que José era “justo” precisamente por estar sujeto a la ley como todo hom-
bre pío israelita. Pero dentro de él el amor por María y la confianza que tiene en ella le sugieren una forma que salva la observancia de la ley y el honor de la esposa: decide repudiarla en secreto, sin clamor, sin someterla a la humillación pública. Elige el camino de la discreción, sin juicio ni venganza. ¡Pero cuán-
La huida de la Sagrada Familia a Egipto salva a Jesús, pero desgraciadamente no impide que Herodes lleve a cabo su masacre. Nos encontramos así con dos personalidades opuestas: por un lado, Herodes con su ferocidad y por otro José es todo lo contrario. En primer lugar, es «un hombre justo» (Mt 1,19), mientras que Herodes es un dictador; además, muestra valor al cumplir la orden del Ángel. Cabe imaginar las vicisitudes que tuvo que afrontar durante el largo y peligroso viaje y las dificultades de su permanencia en un país extranjero, con otra lengua: muchas dificultades. Nuestra vida —la tuya, la mía, la de todos nosotros— requiere valentía: ¡no se puede vivir sin valentía!
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La valentía para afrontar las dificultades de cada día. En todas las épocas y culturas encontramos hombres y mujeres valientes que, por ser coherentes con sus creencias, han superado todo tipo de dificultades, soportado injusticias, condenas e incluso la muerte. La valentía es sinónimo de fortaleza, que, junto con la justicia, la prudencia y la templanza forma parte del grupo de virtudes humanas conocidas como “cardinales”.
EL PADRE PUTATIVO DE JESÚS
Para comprender la paternidad putativa o legal de José, es necesario tener presente que antiguamente en Oriente era muy frecuente, más de lo que es en nuestros días, el instituto de la adopción. Como padre oficial de Jesús, José ejerce el derecho de imponer el nombre al hijo, reconociéndolo jurídicamente. Jurídicamente es el padre, pero no generativamente, no lo engendró.
No basta con traer al mundo a un hijo para decir que uno es padre o madre. «Nadie nace padre, sino que se hace. Y no se hace sólo por traer un hijo al mundo, sino por hacerse cargo de él responsablemente.
Todas las veces que alguien asume la responsabilidad de la vida de otro, en cierto sentido ejercita la paternidad respecto a él» (Carta ap. Patris corde). La paternidad y la maternidad son la plenitud de la vida de una persona. Quien vive en el mundo y se casa, debe pen-
sar en tener hijos, en dar la vida. Y, si no podéis tener hijos, pensar en la adopción. Es un riesgo, pero es más arriesgado no tenerlos.
PATRONO DE LA BUENA MUERTE
El Papa Benedicto XV, hace un siglo, escribía que «a través de José nosotros vamos directamente a María, y, a través de María, al origen de toda santidad, que es Jesús». Tanto José como María nos ayudan a ir a Jesús. Y animando las prácticas devotas en honor de san José, aconsejaba una en particular, y decía así: «Siendo merecidamente considerado como el más eficaz protector de los moribundos, habiendo muerto con la presencia de Jesús y María, será cuidado de los sagrados Pastores inculcar y fomentar [...] aquellas
piadosas asociaciones que se han establecido para suplicar a José en favor de los moribundos, como las “de la Buena Muerte”, del “Tránsito de San José” y “por los Agonizantes”» (Motu proprio Bonum sane, 25 de julio de 1920): eran las asociaciones de la época. Quizá alguno piensa que este lenguaje y este tema sean solo un legado de pasado, pero en realidad nuestra relación con la muerte no se refiere nunca al pasado, está siempre presente. Solo por la fe en la resurrección nosotros podemos asomarnos al abismo de la muerte sin que el miedo nos abrume. No solo eso: podemos dar a la muerte un rol positivo. De hecho, pensar en la muerte, iluminada por el misterio de Cristo, ayuda a mirar con ojos nuevos toda la vida.
CUSTODIO DE LA IGLESIA
José tiene la tarea de proteger a Jesús y a María. Él es su principal custodio: «De hecho, Jesús y María, su madre, son el tesoro más preciado de nuestra fe» [1] (Cart. ap. Patris corde, 5), y este tesoro es custodiado por san José.
Hoy es común, es de todos los días criticar a la Iglesia, subrayar las incoherencias —hay muchas—, subrayar los pecados, que en realidad son nuestras incoherencias, nuestros pecados, porque desde siempre la Iglesia es un pueblo de pecadores que encuentran la misericordia de Dios. Preguntémonos si, en el fondo del corazón, nosotros amamos a la Iglesia así como es. Pueblo de Dios en camino, con muchos límites, pero con muchas ganas de servir y amar a Dios. De hecho, solo el amor nos hace capaces de decir plenamente la verdad, de forma no parcial; de decir lo que está mal, pero también de reconocer todo el bien y la santidad que están presentes en la Iglesia, a partir precisamente de Jesús y de María. Amar la Iglesia, custodiar la Iglesia y caminar con la Iglesia. Pero la Iglesia no es ese grupito que está cerca del sacerdote y manda a todos, no. La Iglesia somos todos, todos. En camino. Custodiar el uno del otro, custodiarnos mutuamente.
Es una bonita pregunta, esta: yo, cuando tengo un problema con alguien, ¿trato de custodiarlo o lo condeno enseguida, hablo mal de él, lo destruyo?
¡Debemos custodiar, siempre custodiar!
La hombría de san José
Por Arturo Zárate RuizDudar de la virginidad de María es dudar de la omnipotencia de Dios. Dudar de la castidad de José es dudar además de las potencias del hombre. Digo esto porque dudas como la última nos hacen perder no sólo la fe en Dios, también la confianza en el hombre.
Entre los protestantes, no hablemos de los ateos, es normal negar la virginidad de María. Los primeros lo hacen por leer tontamente las Escrituras. Que Jesús tuvo hermanos, según leen la Biblia. Pero se les olvida que en arameo como en muchas otras lenguas decir hermano es como decir “bro” entre los afroamericanos, o “cuate” entre los mexicanos, o “hermanitas” entre las monjas, o “hermanos”, los frailes; “hermanos” incluso todos nosotros por ser hijos de un mismo Padre. Los ateos niegan la virginidad de María —no necesitamos pensarlo mucho— porque niegan previamente la existencia de Dios. En cierto modo, también lo hacen los protestantes. Con su prejuicio de que “adoramos” a María, prefieren negar el poder de Dios mismo según lo proclama Nuestra Señora cuando dice “el Poderoso ha hecho en mí maravillas”. Es a Dios a quien alabamos finalmente cuando reconocemos la virginidad perpetua de María.
El caso de la negación de la castidad de san José es, me parece, más complejo. Ciertamente niega el poder de Dios en la medida que
toda bondad que gozamos proviene de Él. Pero niega además la capacidad de José, y de todo hombre, de enseñorearse de su cuerpo. No hablemos de los protestantes, entre cristianos cismáticos y aun no pocos católicos, san José estuvo casado anteriormente y por eso lo de los “hermanos” de Jesús. O, al menos, se desposó muy muy viejo ya con la Virgen, por lo cual no pudo tener entonces impulsos viriles que pusieran en peligro la virginidad de María. He allí muchas imágenes o íconos de san José más viejo que Matusalén. De haber sido él joven entonces —presupone esta forma de pensar—, no podría haberse mantenido casto, ¡imposible!
Mi punto es que creerlo así no sólo niega el poder de Dios, también el poder de todo hombre. Implica particularmente que ningún varón joven puede ser casto (no hablo sólo del celibato, como es el caso de José). Es más, conlleva que a nadie le es posible cumplir el 6º Mandamiento, pues no está dentro de sus capacidades el “aguantarse”, el asumir el control de su cuerpo para donarlo del todo en el matrimonio, o, en caso de vocación religiosa, donarse entero a Dios. El Señor no puede mandarnos —dirían quienes niegan el autodominio— nada que no podamos cumplir. Por tanto, no pecaríamos si cedemos a los “reclamos de la carne”.
Tal vez ellos acepten que, quizás, san José y otros santos varones sí fueron castos por recibir gracias especiales de Dios. Pero aun entre no cristianos no sólo la castidad sino también el celibato se han practicado con éxito. En Roma antigua lo hacían algunas mujeres, las vestales, consagradas al fuego y a los hogares. Su virginidad no sólo era un tributo a los dioses romanos, también un ejemplo de castidad a todas las matronas cuya conducta intachable era crucial para la estabilidad familiar. Los budistas también practican el celibato. Por un lado, lo hacen sus monjes, como una vía de renuncias para alcanzar un estado de iluminación. Por otro lado, muchos practicantes de artes marciales orientales, como el kung fu o el karate, hacen del celibato algo afirmativo: lo requieren para adquirir autodominio, control de sus cuerpos, algo necesarísimo en el combate.
La castidad nos es posible a todos los hombres, y aun el celibato de ser llamados al sacerdocio. Y es así porque nuestra capacidad de autodominio la poseemos aun antes de recibir las gracias santificantes de Dios (aunque éstas ayuden mucho). Negar la castidad y el celibato es negar el autodominio y, con ello, no sólo la posibilidad de vínculos familiares estables, no sólo la posibilidad aun de vínculos sociales fuertes fincados en familias sólidas, sino inclusive la más mínima posibilidad de todo hombre de asumir retos en su vida. Si uno no puede controlar su cuerpo, ninguna cosa podrá más en su vida. De hecho, decir “no puedo” se traduce en un “no soy hombre”. San José sí lo es.
EL
PAPA FRANCISCO NO SE VA
Diez años de un pontificado que da para más
Una década en la que el pontífice ha pedido ser fraternos y evangelizar sin descanso.
Por José Antonio Varela VidalHubo alguien que advertía al mundo, una década atrás, que si no se hacía algo concreto, el mar sería un cementerio para los migrantes... También puso la voz de alarma para que no se depredara la Amazonía y nos encargó ser «custodios de la creación».
Fue aquel mismo, el que aseguró que la única forma de revertir las cosas, sería con la «alegría del Evangelio» y la «fraternidad humana»... Y quien dijo todo esto, desde su ministerio petrino, investido con la autoridad del que sirve, es el Papa Francisco, dispuesto ya a celebrar diez años desde que asumió la conducción de la Iglesia el 19 de marzo de 2013.
NO SE RENUNCIA A EVANGELIZAR
Hace poco, el santo padre anunció que no renunciaría, pues el cargo es para siempre y que nunca se le cruzó por la cabeza hacerlo. Y después de tomar aire, se le ve muy resuelto a seguir conduciendo la barca de Pedro.
Por eso, transcurridos diez años, está sentado en una silla de ruedas -debido a una afección a la rodilla-, pero aún así, sigue viajando a los países, recibe visitantes, firma nuevos decretos para reformar el Vaticano -incluida la necesaria limpieza financiera-, mientras despide a sus opositores que van cesando por edad.
Y como «no se gobierna con la rodilla», según se ha dicho, él sigue nombrando más mujeres que le ayuden, catequiza los miércoles, tuitea todos los días,
a la vez que brinda entrevistas de altísima audiencia y lectoría, donde invoca a todos, especialmente a los jóvenes, con aquel llamado que ellos entienden bien: «¡Hagan lío!».
UN MAGISTERIO DE FRONTERA
Fue más bien él, quien en este decenio «hizo lío» con sus sonados documentos, tales como sus tres encíclicas y las cinco exhortaciones apostólicas, junto a la esperada constitución Praedicate Evangelium, que reformó la curia vaticana, entre otros...
Conmueven sus cartas sobre la protección de los menores, la de San José, aquella del significado del «Belén» y la que incorpora el «Ofrecimiento de la vida», como una nueva ruta hacia la causa de canonización.
También aparecieron las autógrafas que nos hablaron de la misericordia divina o la que acorta y facilita el proceso de nulidad matrimonial; así como la reciente Desiderio desideravi, sobre la necesaria formación litúrgica del Pueblo de Dios. Sumado a estas, publicó indicaciones muy justas para la creación del ministerio del catequista y la dación del lectorado y el acolitado a las mujeres.
Han sido diez años en los que le ha venido pidiendo a los católicos, que seamos más misericordiosos que justicieros y más fraternos que impermeables, aún con los que no creen en lo mismo e incluso frente a los perseguidores.
Mientras tanto, insiste en un solo mensaje, dirigido a cada cristiano: que dejemos de «balconear» y «salgamos» a evangelizar, hasta que se «gaste la suela del zapato».
POR MARIO DE GASPERÍN GASPERÍN
Todo el universo se concentra en Él
Resurrección es una de esas palabras que el cristianismo tuvo que inventar para hacer comprender, de alguna manera, el misterio central de su fe: La resurrección de Cristo. San Pablo la expresaba así con todas sus letras: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación, es vana nuestra fe”. La fe en Cristo es auténtica a partir de su resurrección.
Es verdad que el profeta Eliseo h abía devuelto a la vida al hijo de la sunamita y que Jesús resucitó al hijo de la viuda de Naím, a la hijita de Jairo y a su gran amigo Lázaro, ya maloliente, al cuarto día de muerto. Todos volvieron a la vida, para volver a morir. Retornaron a su vida natural, no más.
La resurrección de Cristo es un caso único. Se trata de algo mucho muy distinto: Volvió a la vida para no morir jamás. Resucitó de entre los muertos y ahora vive para siempre. Ya no con su vida anterior, sino con su vida transformada en una vida nueva provocada por el Espíritu, el Señor y Dador de vida. La resurrección de Cristo transforma y rehace la vida humana en otra dimensión: la carne se llenó de espíritu y el tiempo de eternidad. Por eso rezamos: “creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna”.
En su obra “Jesús de Nazaret” el papa Benedicto XVI nos puntualiza algunos contenidos sobre la resurrección de Cristo: + No es sólo un regreso a la vida humana
normal. Es mucho más. + Jesús resucitado no es un “fantasma”, de esos que muchos (in)ven(tan), pero nadie toca. + Tampoco consistió en una experiencia “mística”, un “éxtasis”, o una “bilocación” (estar en dos lugares a la vez) o cosa pa-
recida, fenómenos reales que experimentan algunos santos, como el Padre Pio o aseguran de monseñor Septién. + Mucho menos consistió en que Cristo, como quiso el niño del catecismo, se tornara “virtual”. Todo este inventario de fenómenos
y creencias que van más lejos de lo cotidiano y normal, nada tienen que ver con el hecho de la Resurrección de Cristo. ¿De qué se trata, pues?
Cuando los Evangelios, san Pablo y los apóstoles hablan de la resurrección de Cristo: No nos dicen “cómo” sucedió, sino que “se apareció”, o sea, hablan de “apariciones” o encuentros personales con el Resucitado. Ven al resucitado, no el momento de resucitar. La realidad se impone, no se inventa. + Se trata de un hecho histórico, sucedido en un lugar y momento señalado, con testigos que tocaron sus llagas y convivieron con él. + Esto fue y se llama un acontecimiento histórico, acaecido dentro de la historia humana, pero que va más allá de la historia, que la trasciende y conecta el tiempo con la eternidad. Cristo resucitado se ubica en el punto Omega: el punto final de la historia y su plenitud.
Todo el universo se concentra en Cristo resucitado. Se trata de un “salto cualitativo” en el devenir histórico que ahora conocemos, y en el cual vivimos; de una transformación de la materia, del cuerpo humano de Cristo, en una nueva realidad. El alma de Cristo y las almas de los redimidos y salvados, al resucitar el cuerpo, encontrarán el sitio apropiado y definitivo de su reposo. Es lo que llamamos el descanso eterno, el reposo de Dios.
La resurrección de Cristo, siendo un hecho acaecido en la historia, pero al mismo tiempo trascendiéndola, imprime al cristianismo una dinámica in crescendo, que obliga al cristiano a empeñarse en la construcción de la ciudad terrena, sabiendo que los mismos esfuerzos y bienes logrados los encontrará, ya sin lastre ni escoria, en la Jerusalén del cielo.
La arrolladora personalidad de Gilbert K. Chesterton
Por Raúl Espinoza AguileraEs indudable que existen personalidades que nos sorprenden, como es el caso del escritor inglés, Gilbert K. Chesterton (1874-1936). Al leer su obra literaria y enterarnos de su congruencia de vida, no podemos menos que asombrarnos por su enorme talento vertido tanto en sus novelas, conferencias y cartas, como el bien que hizo, de modo especial, cuando se convirtió al catolicismo.
Fue además un sobresaliente polemista, pero que no “discutía por discutir” sino que realmente buscaba encontrar la verdad. Uno de sus compañeros de polémica, George Bernard Shaw, cuando se enteró que este autor había fallecido el 14 de junio de 1936, lamentó mucho su muerte y comentó que ya no tendría a un intelectual con quién discutir por ser tan brillante y de tan considerable talla y dudaba mucho que hubiese otra personalidad que llenase ese vacío. A los que no hayan leído a Chesterton les recomiendo leer sus obras, comenzando por la serie del Padre Brown, un sacerdote-detective con una extraordinaria agudeza psicológica.
De joven este escritor se interesó por el ocultismo y tuvo amistades que lo invitaron a reuniones espiritistas y le recomendaban libros de teosofía, hasta que un día se percató que todo eso no eran sino juegos con el demonio. Entonces se apartó de ese ambiente y se convirtió en un agnóstico militante.
La primera persona que le ayudó al escritor a que se acercara al catolicismo fue su esposa Frances, que era de la Iglesia Anglicana. Solía cambiar impresiones con H. G. Wells, Bernard Shaw y muchos otros ilustres intelectuales y esto le sirvió para reforzar su fe en Jesús de Nazaret. Sin embargo, albergaba en lo profundo de su corazón la inquietud de convertirse a la fe católica y así lo comentaba.
Un día recibió una carta de su amigo católico y afamado historiador Hillaire Belloc, quién conocía esas inquietudes que llevaba en su interior y, a mitad de la extensa carta, le preguntó: “¿Quieres de verdad convertirte al catolicismo? Y Chesterton imaginó que le recomendaría leer un complicado y voluminoso tra -
tado de Teología, pero se sorprendió al recibir este sencillo consejo: “Acude a la Virgen María. Y pregúntale cuál es el hogar permanente de tu alma…Ella nunca deja de responder”. Así lo hizo, y a las pocas semanas vio con claridad su camino y decidió cuanto antes hacerse católico.
En lo personal, me resultaron muy interesantes sus obras: “La Esfera y la Cruz”, “Ortodoxia”, “El Hombre Eterno”, “El Club de los Negocios Raros” y “El Hombre que fue Jueves”. Admiro también algunos de sus ensayos, por ejemplo, cuando analiza el divorcio frente al matrimonio o el destacado papel de la mujer en el mundo laboral y en la sociedad. Otorgó una gran importancia a la familia y fue un gran promotor
de la vida humana. Afirmaba que la alegría, la fina ironía y el buen humor son instrumentos muy eficaces para polemizar.
Nunca se cansó de sostener que la religión católica posee una imponente estructura lógica y una gran coherencia entre el creer y el actuar, y por ello, es tan atractiva dentro de un clima de libertad, optimismo y alegría. Recalcaba que había que aprender a admirar los amaneceres y atardeceres porque detrás de todo ello se intuye la Mano Creadora de Dios, lo mismo que en los animales, insectos y en toda la naturaleza, ya sea en el campo, en los bosques o en los ríos y océanos.
Lo más notable en Chesterton es que sus razonamientos iban hasta sus últimas consecuencias y los exponía antes con otros intelectuales fueran creyentes o no, o bien, los debatía abiertamente para llegar a nuevos descubrimientos, al modo de los filósofos griegos, como Sócrates, Aristóteles o Platón. Finalmente, en el ocaso de su vida, tuvo la alegría de ver la conversión al catolicismo de su esposa Frances. Después de fallecer, su secretaria Dorothy se dio a la tarea de poner en orden sus numerosas cartas para publicarlas. Pero al leerlas -con pausa y atención- se asombró de la integridad de vida de este gigante del intelecto y su enorme congruencia en su pensamiento, lo cual la animó a convertirse a la fe católica.
Hoy quiero tocar el tema de la intimidad. Desde mi perspectiva considero que es un tema tan importante como olvidado, sobre todo en un mundo donde está de moda exhibirse y exhibir a los demás. Ante tanto oído de curioso y tanta lengua viperina no resulta raro escuchar de vez en cuando frases como: Calladito te ves más bonito. Miguel Ángel Martí García, en su libro: “La intimidad. Conocer y amar la propia riqueza interior” nos dice: ¿Y cuáles son los temas que suelen hablarse cuando una persona decide compartir su intimidad con otra? La pregunta es tan amplia que podría contestarse que todos, porque todos los temas que pueden preocupar a una persona, de alguna manera pertenecen a su intimidad. Evidentemente, hay cuestiones que
En la intimidad
de raíz están ubicadas en nuestro núcleo más íntimo... La tarea, desde luego es difícil, porque el mundo interior de la personalidad del hombre es una malla tupida, y sus hilos son difíciles de aislar, todos están íntimamente entrelazados.
El mundo amoroso constituye una parte importante de la intimidad de la persona. El amor entre un hombre y una mujer, el amor a los hijos, a los amigos, a los familiares, en fin, el amor a los seres queridos con todas sus corrientes de correspondencia, de hielos y deshielos, de remansos o de fuertes impulsos, sólo lo hablamos con quien abrimos nuestra intimidad.
Nuestras ilusiones, objetivos, metas, proyectos, son otra parcela, que no permitimos ver a quien nos es extraño y poco querido, o tal vez es un simple compañero. Tenemos cifradas tantas esperanzas en eso que nos depara el mañana, que no queremos por nada del mundo que venga un desconocido a dirigir el tráfico de nuestros proyectos... Estados de ánimo, ese mar en cuyas aguas mansas y transparentes a veces parecemos flotar tranquilos, o que nos arroja más allá de nosotros... El hombre se diferencia del animal en que en su cara puede reflejar algo distinto de lo que siente en su corazón; en cambio el animal no tiene esa capacidad, el animal es naturalmente sincero; el hombre no; el hombre puede disimular; puede manipular la expresión de su rostro, de su mirada, el tono de voz para no dar a conocer lo que tiene por dentro, lo que piensa.
Nuestra situación ante el problema de Dios, el sentido de la vida y nuestro compromiso religioso es otra gran cuestión de lo que estamos tratando... Hay otro tema que, por una razón o por otra, sustraemos al conocimiento de los demás, que no son nuestros íntimos, y es el tema del dinero; incluso se considera de mala educación preguntar por esta cuestión a quien voluntariamente no nos satisface esa curiosidad. El dinero provoca envidias, o estimula el engreimiento, crea intereses ajenos o se teme que nos lo pidan... únicamente en la intimidad se abre el cajón de la información para enseñar las cuentas corrientes, los beneficios o los números rojos.
En definitiva, abrir las puertas de mi intimidad significa permitir que los demás entren en mí y en mi vida; y eso, sólo unos pocos se lo han ganado.
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Reconocer los propios errores
Por P. Fernando PascualCuesta reconocer los propios errores. Los motivos pueden ser diferentes. Veamos algunos.
El primero surge simplemente cuando adopto una actitud defensiva. Reconocer mi error parecería que me empequeñece ante los demás.
Un ejemplo sencillo es el de los padres de familia que han sostenido algo equivocado y no lo reconocen porque piensan que sus hijos podrían verlos como menos competentes.
El segundo aparece cuando pensamos que reconocer un error implicaría perder fama y someternos a las críticas ajenas. Esto ocurre sobre todo en políticos, que perderían aprecio (y votos) en la gente si declarasen haber sostenido algo equivocado.
Además de los políticos, podemos añadir a profesores o personajes públicos que venden li-
bros y conceden entrevistas. Para ellos, reconocer que lo afirmado ayer era falso implica una pérdida de credibilidad que seguramente les haría menos famosos.
El tercer motivo, unido en parte al anterior, se encuentra en grupos de poder económico, que van desde el mundo de la banca hasta las empresas farmacéuticas, que logran grandes beneficios con informaciones falsas, y que perderían millones si declarasen algunos errores del pasado.
A pesar de los diferentes motivos que hacen difícil reconocer los propios errores, necesitamos abrir los ojos para darnos cuenta de que aceptar un error y declararlo ante los demás ofrecen no pocos beneficios.
Uno consiste en crecer en la honradez. Hace falta valor y transparencia para decir “me equivoqué al decir que esta medicina funcionaba”, pero hacerlo permite ganar la estima de la gente ante ese gesto de honestidad científica.
alivio de caMinantes
Por el P. Justo lóPez Melús
San José casamentero
En Norteamérica suceden siempre las cosas más curiosas y originales. Resulta que en Europa, las chicas casaderas han acudido siempre a san Antonio en busca de novio. En cambio a Leslie, una hermosa chica de Cleveland, con ganas de
casarse, alguien le recomendó que acudiera al bueno de san José. Y ahí tenemos a Leslie mirando y mirando con ojos suplicantes a una estatuilla del santo que le habían regalado. Y así meses y meses y el novio que no aparecía.
Mi vocación es el aMor
Otro beneficio permite abrir espacios a nuevas búsquedas, investigaciones, análisis, que surgirán a partir del reconocimiento de un error y del deseo de avanzar un poco hacia verdades que nos interesan a todos.
En un mundo donde se da tanta importancia a la imagen, muchos temen reconocer sus errores porque piensan que hacerlo sería perjudicial para ellos.
Pero en ese mismo mundo sigue vivo el deseo de avanzar hacia la verdad, lo cual implica tener el valor para decir “me equivoqué” y asumir la propia responsabilidad ante cada error.
Solo entonces uno mismo emprenderá nuevas búsquedas, y los demás apreciarán ese gesto de franqueza de quien no tiene miedo de declarar sus errores. Lo cual, conviene recordarlo, será también de gran ayuda para que otros dejen a un lado lo falso y, así, avancen juntos hacia la verdad.
Tinieblas y prueba
Apesar de que la crítica se ha encargado de mostrar a Santa Teresita como una santa privilegiada con una espiritualidad pueril, lo cierto es que pasa una noche oscura hasta su muerte. En el Manuscrito C narra las densas tinieblas que oscurecen su alma. Es la prueba de la fe, es el momento más denso, cuando Teresita se sienta en “la mesa de los pecadores” y confiesa su terrible encuentro con la amargura que le impide seguir escribiendo por obediencia a la madre superiora del Carmelo, “por temor a blasfemar”.
Hasta que una tarde, furiosa, agarró la estatuilla y la tiró por la ventana de la calle. Y allí le esperaba san José… Bajo la ventana de Leslie pasaba en aquel momento un joven, soltero y buen mozo que recibió el “misil” y le abrió una brecha en la cabeza. Espantada, lo hizo pasar y le curó la herida. Y a los seis meses se casaron. Cosas de san José.
Así, a pesar de esta prueba que me roba todo goce, aún puedo exclamar: “Tus acciones, Señor, son mi alegría” (Sal XCI). Porque, ¿existe alegría mayor que la de sufrir por tu amor…? Cuanto más íntimo es el sufrimiento, tanto menos aparece a los ojos de las criaturas y más te alegra a ti, Dios mío. Pues si, por un imposible, ni tú mismo llegaras a conocer mi sufrimiento, yo aún me sentiría feliz de padecerlo, si con él pudiera impedir o reparar un solo pecado contra la fe… ¿Hay prueba más grande de fe que aquella que mantiene su sentido cuando el significado huye, se desploman las certezas y se comprende la debilidad y la miseria del corazón humano? ¿Hay mayor posibilidad de sentir la presencia de Dios que aquella que se da en medio de la noche y de la nada? Esta es la cumbre de la espiritualidad de Santa Teresita: ofrecer el sufrimiento callado, de la más honda intimidad, por “un solo pecado contra la fe”. Propio o ajeno. Solo en Dios el sufrimiento encuentra sentido. Y el hombre su tabla de salvación.
Una Iglesia con voz y esperanza
Sufrimiento y persecución, la Cruz de Nigeria
como uno de los más peligrosos para los cristianos en el mundo, la situación se ha vuelto insostenible tras años de terror islamista sembrado por Boko Haram. Hay brutales ataques perpetrados por grupos extremistas, se incendian iglesias, hay secuestros, se asesina a sacerdotes, religiosos y creyentes. Cientos de miles de personas emprenden la huida y sobreviven en condiciones infrahumanas.
A pesar de este difícil panorama en Nigeria las iglesias están llenas todos los días de la semana, incluso en lugares donde se corre peligro. Los fieles dicen: “Los terroristas pueden quitárnoslo todo, incluso la vida, pero no la fe”. En medio de la violencia y la pobreza, la fe les infunde mucha fuerza, y por todas partes se percibe una alegría.
La Iglesia ha sido un actor clave en el acompañamiento de las familias violentadas, sin embargo, ha sido difícil sostener la situación. Nuestros hermanos en Nigeria sentirán su Cruz menos pesada si los acompañamos en su viacrucis diario de sufrimiento y persecución.
Por: Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN)
Como sabes la Cuaresma es un momento de reflexión que llama a convertirnos y volver a Dios; es un tiempo apropiado para purificarnos de las faltas; es un tiempo para creer, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle poner su morada en nosotros. En este tiempo de reflexión en donde observamos la Cruz
que cargan muchas comunidades que integran la Iglesia necesitada o que sufre, queremos mostrarte la situación en la que viven nuestros hermanos nigerianos, que son ejemplo de fe, esperanza y perdón
ACN es testigo en los últimos años de la difícil situación de violencia y persecución que se vive en Nigeria. Se califica al país
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Todo depósito a nombre de Ayuda a la Iglesia que Sufre A.C. Contáctanos para darte tu referencia personalizada e identificar tu donativo
Te invitamos a conocer el rostro y la voz de las viudas, los huérfanos, los ancianos, los jóvenes, los sacerdotes de Nigeria, que han sufrido el horror de la persecución, pero son firmes cargando su Cruz y eso los convierte en valientes promotores de la fe y si está en tus manos generosas apoya a la Iglesia en ese lugar para que pronto encuentren la paz, la seguridad, la sanación y el perdón.
Visita: acn-mexico.org/cuaresma2023
Entra a:
https://acn-mexico.org/cuaresma2023
¿Contamos contigo? Ayudemos a nuestros hermanos en Nigeria
Tres de las mejores series del 2022
alfa y omega analiza con un jurado experto cuáles son tres de las series del 2022 que no debemos perdernos.
andor
No se lleven a engaño. Esta no es una producción más del universo Star Wars. Esta es una novela de John Le Carré camuflada en una galaxia muy, muy lejana. Una serie que transita por varios subgéneros como el carcelario, el de robos, el revolucionario… pero que mantiene una esencia, un tono, que bebe principalmente del género de espías.
Lo de menos es en qué universo, en qué imperio o con qué estética. Pero es que incluso estos elementos los utiliza hasta rallar en obra de arte, como en el capítulo «El Ojo», con la lluvia de estrellas o toda la trama de la prisión.
The Bear
¿Puede una miniserie sobre un restaurante de bocadillos ser la mejor producción televisiva del año? Porque eso es The Bear, un tour de force trepidante, que parece grabado cámara en mano y que mantiene al espectador atrapado de principio a fin. Porque queremos que Carmen reflote el restaurante heredado de su hermano muerto. Porque cada conversación es relevante. Porque construye unos personajes maravillosos con los ingredientes mínimos.
Porque es a la vez un plato exquisito propio de un estrella Michelin y una torta de restaurante de carretera, grasoso y delicioso. Todo eso es The Bear: una bellísima historia que emociona y deleita en cada escena. Que va desvelando los ingredientes de los orígenes y aspiraciones de los personajes en el momento adecuado. Que transporta al ritmo frenético de una cocina. Que nos hace estallar en carcajadas en la fiesta de cumpleaños. Que recuerda por momentos a Una historia del Bronx y a tantas buenas historias que necesitaron muy poquito para robarnos el corazón.
Es una serie que va in crescendo en una estructura narrativa interesantísima: son cuatro películas consecutivas, compuestas cada una de tres episodios, con sus respectivos clímax. Y lo mejor: no necesitamos ser fans de Star Wars para disfrutarla.
Separación
Inquietante distopía que nos coloca ante ese espejo, que más que un futuro indeseable y lejanísimo, nos asusta con un presente en perspectiva, perfectamente reconocible. Estamos en manos de una misteriosa empresa que obliga a sus empleados a hacerse una pequeña operación para separar radicalmente los ámbitos de vida, como si eso fuera posible. El que trabaje allí, cuando esté dentro, no recordará nada de su vida fuera de la oficina y, cuando esté fuera, exactamente al contrario: nada sabrá de su vida sin el trabajo. Todo para recordarnos, con tanta eficacia como desasosiego, que más nos vale conciliar y reconciliar nuestra vida entera. Eso o salir corriendo de la oficina, y lo que es peor, también de casa.
Fuente: alfayomega.es
ADIVINANZAS
Fríos, muy fríos estamos y con nuestros sabores a los niños animamos.
Respuesta: Los helados
Zumba que te zumbarás, van y vienen sin descanso, de flor en flor trajinando y nuestra vida endulzando.
Respuesta: Las abejas
No lo parezco y soy pez, y mi forma la refleja una pieza de ajedrez.
Respuesta: El caballito de mar
TRABALENGUAS
El gato araña a la araña y la araña al gato. Pobre gato lo araña la araña, pobre araña que lo araña el gato.
SOPITA DE LETRAS (JUAN: 9, 1-41)
W O T N E I M I C A N Q R S
Z C B P E C A D O R E S J T
F J I H C K F A R I S E O S
P E T V I X Y N Ñ M W S C K
I S M A E S T R O C B Z P U
S U V R G J M Z B Y R S A H
C S I T O V H K R E O J D A
I C Y V E Ñ B D A Q J X R T
N G R O X M F B S N O W E S
A N S A L I V A X J S D S I
R V O P R O F E T A H P R V
E L U Z K V D T M L O D O P
Y D C Q M U N D O Ñ B E Y X
NACIMIENTO CIEGO MAESTRO PADRES OBRAS LUZ
MUNDO OJOS PISCINA VISTA SALIVA FARISEOS
CHISPITAS
— Yo siempre me río cada vez que hago una tontería. — Pues te felicito, porque debes pasar una vida muy alegre.
JESUS LODO PROFETA PECADORES
Anuncio de un alcalde: — Señores, hasta ayer nos veíamos obligados a enviar a nuestros locos a un hospital de la capital del país. Ahora, finalmente, tengo el honor de comunicarles que ya tenemos un manicomio totalmente destinado a nosotros. El piloto de una avioneta se comunica desesperado a la torre de control: — ¡Emergencia! ¡Me qu edé sin gasolina, no logro sacar el tren de aterrizaje, y no puedo saltar porque olvidé el paracaídas! ¿Qué hago? — Rece el acto de contrición.