El Observador de la Actualidad 740

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El Observador

13 de septiembre de 2009

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AÑO 15 No. 740 $8.00 Fundado en 1995

DE LA ACTUALIDAD

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Año Sacerdotal: ¿y eso a mí qué? Este 2009 fue declarado por la ONU como año internacional de la astronomía, las fibras naturales y los gorilas –no sé bajo qué criterios–. Yo sé que lo hacen con buena voluntad y con sus motivos de fondo, pero ¿cómo llegan estas propuestas al grueso de la gente? ¿Qué interés despiertan estas celebraciones en las personas? A mediados de este año el Papa Benedicto XVI convocó y abrió el Año Sacerdotal —del 19 junio de 2009 al 11 de junio de 2010–, como un verdadero tiempo de gracia para «promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo». «¿Y eso a mí qué?», podría decir algún católico despistado —que luego, por desgracia, abundan—, y dejar que pase de noche esta valiosa oportunidad de ser parte vital de la celebración que el Papa nos ofrece. Como que sería justificable que en este año no hiciéramos nada por los gorilas —porque no los tenemos cerca— o por las fibras naturales, pero ¿y por nuestros sacerdotes? ¿Acaso no tenemos uno cerca que nos orienta, alimenta espiritualmente y conforta en nuestras caídas? Un solo dato para cerrar: México ocupa a nivel mundial el nada honroso segundo lugar en muertes, persecución y hostigamiento a sacerdotes. A fin de cuentas, ¿qué vamos a hacer por ellos en este Año Sacerdotal?

PÓRTICO

SIN SABER SUMAR POR JAIME SEPTIÉN / jaimeseptien@gmail.com

EDITORIAL

NUEVO CONSEJO En la idea de permanecer y transformarse en tiempos de crisis, idea por demás cristiana, El Observador ha dado un paso decisivo hacia su consolidación al formar un Consejo Editorial integrado por 14 sacerdotes y 14 seglares de diversas procedencias y que cubren distintos campos de la misión de la Iglesia. Este Consejo, que agrupa a obispos, presbíteros, profesionistas, mujeres y hombres, tendrá como esencia el ir dando los lineamientos necesarios y suficientes para que el periódico refuerce su presencia, su penetración, su pertinencia y su capacidad de difundir la Buena Nueva en las ciudades, los pueblos, las comunidades, las rancherías donde circula. Es un momento de gozo en medio de la adversidad de una crisis que parece prolongarse hasta el infinito (o hasta fines del 2010, que es casi como el infinito en circunstancias tan desfavorables como las que vivimos en México). Es gozo y ese dolor se los ofrecemos a Santa María de Guadalupe, Reina de México, para que ella, comunicadora sin par, nos ilumine y nos proteja frente a los nubarrones que se agolpan en el cielo de la patria. Todos los miembros del Consejo Editorial han aceptado participar de manera honorífica. Lo agradecemos en el corazón. Y permanecemos abiertos a las sugerencias de los lectores —nuestra verdadera alma editorial— para que, juntos, sigamos haciendo periodismo católico. Para sugerencias, donativos y apoyos comuníquese a mensaje@elobservadorenlinea.com o a los teléfonos (442) 214-18-42 / (442) 2-24-14-54.

Periodismo Católico

«Los resultados de la segunda edición del Examen Nacional del Logro Académico en Centros Escolares de Bachillerato indican que poco menos de la mitad de estudiantes puede sumar y restar, y otro 35 por ciento realiza multiplicaciones y divisiones, pero no aplica conceptos avanzados para la solución de problemas más complejos». Así comienza una nota en el periódico Milenio del martes pasado. El secretario de Educación, Alonso Lujambio, reconoció: «estamos mal en matemáticas». Lo malo es que no sólo en matemáticas; también en español, en civismo, en ciencias, en deportes, en arte, en ortografía, en historia... y en ganas de enseñar y de aprender, que son los cimientos de un proceso que no se acaba cuando dicen que se acaba (cuando se obtiene un título, se llega al final del ciclo de educación básica, intermedia o superior), sino que dura —o debería durar— toda la vida. Seguramente usted, amable lector, estará de acuerdo conmigo en aceptar que la educación es la palanca del cambio que necesita con urgencia México. Pero no cualquier educación. A este sector se transfiere —generalmente— la mayor cantidad de recursos del presupuesto público de los estados y de la Federación. Pero la mayor parte de ellos se pierde en la maraña burocrática, sindical o en el gasto corriente. No llegan a donde tienen que llegar porque apenas si existen en México el hambre por aprender y la pasión por enseñar o transmitir un sistema de valores basado en la universal condición de dignidad que compartimos, por igual, todos los hombres y todas las mujeres. Winston Churchill, el premier británico que lideró a su país en las horas lúgubres de la Segunda Guerra Mundial, dijo que lo más importante no eran las aptitudes cuanto las actitudes. Aprender y enseñar ponen en juego al ser humano completo, al que enseña y al que aprende. Tener aptitud puede ser tener buena memoria. Pero tener actitud quiere decir que frente a la dificultad de una materia, hay más en mi tenacidad que en el obstáculo. La teología del aprender (y del enseñar), proviene de aquel llamado / exigencia de Jesús: «sean perfectos como mi Padre es perfecto...». Saber sumar bien es sumar a Dios en el trabajo cotidiano, en el aula y en la vida.


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