El Observador de la Actualidad 745

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18 de octubre de 2009 AÑO 15 No. 745 $8.00 Fundado en 1995

DE LA ACTUALIDAD

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Los milagros «acompañarán a los que hayan creído»

PÓRTICO

MILAGROS POR JAIME SEPTIÉN / jaimeseptien@gmail.com

Jesucristo sanando a una mujer. «El que cree en Mí hará las mismas cosas que Yo hago, y aún hará cosas mayores» (Jn 14, 12). ¿Todavía existen los milagros? Lea este número de El Observador y verá.

POR UN MÉXICO SIN HAMBRE DIRECTORIO DE BANCOS DE ALIMENTOS ASOCIACIÓN MEXICANA DE BANCO DE ALIMENTOS (AMBA) CALLE RINCONADA DEL AGUA 2811 COL. RINCONADA DEL BOSQUE GUADALAJARA, JALISCO. TEL. (33) 3162-0330 / 01-800-010-2622 BANCO DIOCESANO DE ALIMENTOS DE GUADALAJARA PICHÓN 1147 ESQ. HALCÓN COL. MORELOS TEL. (33) 3810-6595 /3810 6996 ALIMENTOS PARA LOS MÁS NECESITADOS DE LEÓN BOULEVARD JORGE VÉRTIZ CAMPERO 177 FRACC. EL CRESPO TEL. (477) 772-7990 / 772-7991 BANCO DE ALIMENTOS DE MATEHUALA REYES 46 COL. CENTRO TEL. (488) 882-6043 BANCO DE ALIMENTOS DE SAN LUIS POTOSÍ AV. JOSÉ DE GALVEZ 160 COL. ESTRELLA DE ORIENTE TEL. (444) 821-4303 / 821-7351 ALIMENTOS PARA LA VIDA - QUERÉTARO PRIVADA PASTEUR NO. 4 COL. MERCURIO TEL. (442) 183-7320 / 183-7321

Periodismo Católico

«Lo más increíble de los milagros es que se realizan», dijo con su habitual sabiduría cristiana el genial Chesterton. En efecto: lo increíble de creer en los milagros es que los milagros están a la vuelta de la esquina. La vida misma es un milagro. El amor es el más grande de los milagros de la vida. Y Dios es amor. Este número lo dedicamos a reflexionar sobre los milagros. Dostoievski, otro genio del cristianismo, escribió que «el hombre no puede vivir sin milagros y, por muy hereje y ateo que sea, busca a brujos y hechiceras». Queda claro que existen verdaderos y falsos milagros; estos últimos provienen de «brujos y hechiceras», es decir, del demonio mismo. Y aquí es donde el cristiano debe saber discernir. La verdad teológica del milagro consiste en que el milagro se produzca en coherencia con la fe; no se puede aspirar a un milagro en un contexto herético, en un contexto dominado por el mal. El milagro precisa un contexto teológica y moralmente sano. Es ahí donde nosotros intervenimos. El milagro lo realiza Dios en nuestras vidas pero si nuestras vidas están guiadas a hacer su Voluntad, si son obedientes a su Voluntad. Quiero poner el caso de los bancos de alimentos en México. El hecho que existan 19 millones de mexicanos que padecen pobreza alimentaria nos enseña que en nuestro país el contexto es moralmente insano, injusto, la distribución de la riqueza alimentaria está mal hecha. Pero podemos revertir este contexto; podemos llevar comida a los hermanos nuestros en extrema necesidad. Según las estadísticas, diario se tiran en México 30 mil toneladas de alimentos útiles para el consumo humano. Es decir, 30 millones de kilos, para 30 millones de personas. ¿Imposible que se aproveche? Sí, si somos muy malos; pero si actuamos bien y por el bien, el milagro de un México sin hambre se puede lograr. Difícilmente quien ama al prójimo y se asocia para ayudarlo desde Dios no se ve beneficiado con su ayuda. Es milagro cotidiano que quienes viven en la caridad y la verdad reconocen y saben perfectamente. Este fin de semana los que gozamos del milagro mayor de la vida podemos iniciar un viraje de la situación malsana que vive la Patria. Y siempre. Porque una de las virtudes máximas del milagro es que está a la vuelta de la esquina, en el prójimo más próximo, aquel que me ha sido dado por Dios para construir juntos el camino de la libertad. Por cierto: la libertad de la solidaridad es un milagro.


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MIRADAS

El Observador

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UN

MISIONERO.

UN

CON LA PALABRA DE DIOS EN LA MANO, ANUNCIA BUENA NUEVA DEL EVANGELIO. NI SIQUIERA TIENE TEMPLO PARA ELLO. COMO LO HIZO JESÚS, AL AIRE LIBRE.

LA PALABRA (EN

LA MANO Y EN EL LEMA).

ES

LA

PALABRA

DE

LA

DIOS

PROCLAMADA A LOS HOMBRES PARA QUE LA ESCUCHEN, MEDITEN Y ACOJAN COMO LA

LA

CRUZ.

CLAVADA

“CARTA”

ESCRITA POR

EN LA TIERRA.

ES

DIOS

PARA CADA UNO.

LA SEÑAL DE IDENTIDAD PARA

AQUELLOS QUE SE HAN REUNIDO EN EL NOMBRE DEL PROCEDENTES DE TODOS LOS PUEBLOS

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SEÑOR,


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LOS MILAGROS

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«Todo es milagro», dicen unos; «nada es milagro», aseguran otros Desde los «cursos de milagros» hasta la «desmitologización del Evangelio», la confusión cunde por doquier El uso del término «milagro» se encuentra difundido por doquier de la manera más arbitraria. «¡Qué milagro!», es el saludo habitual que se dirige a quien no se suele ver con mucha frecuencia. «Dios mío, hazme el milagro de que pase el examen de matemáticas», suplican cientos de estudiantes que, si finalmente aprueban, lo hacen porque estudiaron y no por un hecho milagroso. Y se habla de «milagros médicos» cuando los cirujanos comienzan a aplicar exitosamente una técnica quirúrgica tan original que parece salida de un cuento de ciencia ficción. Hoy, pues, a todo se le quiere llamar milagro: que si la selección mexicana de futbol le ganó al equipo tal, ¡es un milagro!; que si me saqué la lotería, ¡otro milagro! Y así por el estilo. No se logra diferenciar entre lo imposible y lo poco probable. Ganar una lotería no es imposible, sólo muy improbable. Que algo sea notable no lo convierte automáticamente en milagro

Incluso en ambientes cristianos se propaga el uso inadecuado de la palabra milagro. Basta recordar cuánta gente de la Iglesia se empeña en hablar del «milagro de la vida», siendo que ésta, por muy maravillosa que sea, no puede ser catalogada normalmente como milagro, a menos que, por ejemplo, un muerto resucite. El pasado mes de junio, en la India, durante el funeral del misionero jesuita Vicente Ferrer, el padre Ángel García, presidente de la ONG Mensajeros de la Paz, dijo en la homilía: «Vicente Ferrer hizo muchos milagros en vida... de los que han sido testigos no sólo un puñado de personas, sino más de dos millones y medio de pobres y marginados en la India a los que su trabajo ha cambiado su vida. Vicente Ferrer multiplicó los panes y los peces de la solidaridad, liberó de la ceguera del egoísmo a miles de personas; Vicente Ferrer hizo manar el agua en campos yermos para hacerlos fértiles, levantó hospitales en tierras asoladas por la malaria, el SIDA o la disentería». Pero ni levantar hospitales ni ninguna de estas hermosas obras de

las Sagradas Escrituras, hayan sido puestas en duda. Rudolf Bultmann (1884-1976), teólogo protestante, no fue el primero en negar la historicidad de los milagros de Cristo, pero sí fue el que más impacto generó al respecto entre los teólogos. Según Bultmann, el mensaje del Nuevo Testamento se sirve del lenguaje imaginario mitológico, y, por tanto, es inaceptable que el hombre de hoy lo acepte como una descripción literal de los acontecimientos: «No se puede usar la luz eléctrica y la radio, acudir a la medicina moderna en el caso de enfermedad, y al mismo Los llamados «cursos tiempo creer en el de milagros» mundo de espíritus y milagros del NueEn marzo de 2006 vo Testamento». (El Observador, No. 556) nuestro compaSegún él, habría que desmitologizar ñero periodista Walter Turnbull hacía un anáo desmitificar el lisis de un gran frauEvangelio para desde de la New Age muy cubrir el verdadero de moda conocido La resurrección de Lázaro. Hasta este milagro es negado hoy mensaje que Dios como «cursos de minos quiere transmilagros» y que no es otra cosa que la realización del milagro ni lo han tir a través de ese leguaje bíblico. Por increíble que parezca, esta los escritos de la psicóloga Helen experimentado en su propia persopostura bulmanniana fue aceptaShucman , profesora de la Univer- na». Así, muchos dudan del mila- da por ciertos téologos católicos, sidad de Columbia, Nueva York, quien asegura que «Jesús» se los gro si no son testigos presencia- y, de hecho, en la actualidad todadictó. ¿Y qué le enseñó ese su- les de éste, no importa que quien vía se dan cursos tanto para conpuesto «Jesús»? Que él no es se los dé a conocer sea una perso- sagrados como para laicos en los Dios, ni Salvador, ni Cristo; que no na de entera probidad y confianza, que se enseña la desmitologizaexiste el pecado, ni la enfermedad porque, «la verdad, a mí no me ción del Evangelio como si se trafísica, ni la muerte, ni la resurrec- consta que su papá estuviera cie- tara de una verdad revelada. Pero, entonces, ¿cómo entiención, sino que todas estas creen- go o que su hijita tuviera leucecias son el resultado de una mente mia»; y, aunque sí les conste, no den los defensores de esta corrienenferma, son un mal sueño del que hay nada como probar en carne te los diversos pasajes del Evanhay que despertar para curar nues- propia: «Que Dios me cure de SIDA gelio donde el Señor cura, libera y tra mente. Así, el único y verdade- o de cáncer, o que me levante de la resucita a la gente? Aquí dos ejemro milagro que puede existir es el silla de ruedas, y entonces creeré plos: 1) En el llamado milagro de los despertar de ese sueño o mentali- en milagros». Pero si uno no está dad errónea para acceder a la men- paralítico ni tiene cáncer ni SIDA cinco panes y dos pescados la talidad recta, con la cual toda en- —habría que agradecer a Dios por gente llevaba suficiente comida, eso—, ciertamente nunca recibirá pero no quería hacerlo saber para fermedad física desaparecerá. el espectacultar milagro que tanto no tener que compartirla. El muchacho de los panes y pescados es desearía para poder creer. «Sólo que me suceda a mí» tocado por la predicación de CrisEn el fondo el problema de to, así que decide sacar su comida Shucman parece ser el mismo que La desmitologizacíon del Evangelio tuvo en su momento el apóstol Lo lamentable es que la nega- y dársela al Señor para compartirla santo Tomás —y que la mayoría ción de los milagros haya alcanza- con todos. Ante este ejemplo solide los seres humanos experimenta do el nivel teológico, y que hasta dario, todo el pueblo se siente cuesalguna vez en la vida—: «Si no las señales sobrenaturales realiza- tionado y cambia de actitud, así veo... no creeré». Y como ella no das por Jesucristo, que se leen en que saca su comida y la comparte. caridad, por invaluables que sean, entran en la categoría de milagro. Ciertamente el entusiasmo debido a un hecho notable lleva a muchos a emplear el término en un sentido figurado, es decir, de ninguna manera se tienen intenciones de cambiar su verdadero significado; pero también es cierto que su uso poético o simplemente coloquial contribuye a que de alguna manera se pierda poco a poco no sólo la noción de lo que realmente son los milagros, sino que esto también ayuda a que el mundo de hoy crea cada vez menos en ellos, o bien, que le llame milagro a cualquier tontería.

ha visto a un muerto resucitar, la comida multiplicarse o levantarse a un parapléjico, se quedó con la idea de que los milagros —los verdaderos milagros, como los que leemos en la Biblia— no son sino espejismos. En uno de tantos foros de internet refiere un participante: «Creo que los milagros no existen; he leído y oído muchos relatos de gente que sabe de algún milagro, pero el 90% de estas personas no vieron

Eran tantas las provisiones que llevaba la gente que con lo sobrante se llenaron los doce canastos. 2) La resurrección de Lázaro debe interpetarse como que Jesus le perdonó a su amigo un pecado muy grande, un pecado que le había causado una tristeza parecida a la muerte. ¿Un asunto de tontos?

Así las cosas, hoy casi parece arriesgado admitir que se cree en milagros, so pena de ser considerado un tonto. Pero, gracias a Dios, aún queda gente que cree que las señales milagrosas hechas por Cristo y sus apóstoles y discípulos fueron y son reales. Cierto que en la racional Europa, según una encuesta que se publicó el Alemania en el año 2002, el 71% de los entrevistados dijo que los milagros eran relatos de ficción, no realidad. Y, según otra encuesta, publicada en diciembre de 2008 por el publiscopio del sitio de internet publico.es, los españoles mayores de 18 que se declaran «católicos practicantes» son apenas el 29.2% de la población, pero entre ellos apenas el 67% cree en los milagros. Mas en el mucho menos culto Estados Unidos afortunadamente la cosa cambia. Al menos entre la población mayor de 45 años. Según encuesta realizada por AARP The Magazine y publicada en noviembre de 2008, entre los iberoamericanos de este rango de población, el 86% dijo creer en milagros. Y entre la población angloamericana del mismo país e idéntico rango de edad el 80% dice creer en ellos. Sin embargo, ni el creer en milagros ni el ser testigo de uno o de muchos de ellos debiera ser una rareza. ¿Acaso no dice Jesús en el Evangelio de este domingo que «estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará daño; impondán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos»? D. R. G. B.


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LOS MILAGROS

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Entonces... ¿qué es un milagro? Blas Pascal, el matemático, físico, filósofo y teólogo francés del siglo XVII, lo define así: «Un milagro es un efecto que supera la fuerza natural de los medios empleados para realizarlo». Si supera la fuerza natural significa que es sobrenatural. Y, para que pueda ser catalogado así sin equivocación, es necesario que no tenga ninguna explicación científica posible. A veces es muy difícil valorar si, por ejemplo, un cáncer desapareció de manera milagrosa, ya que pueden entrar en juego muchos factores, entre ellos las remisiones, que, si bien aún no son del todo comprendidas por la ciencia, no por ello dejan de ser naturales; sin embargo, eso no quita que quizá de manera natural la curación no iba darse, así que si ésta ocurrió podría deberse a una sobrenatural intervención divina, independientemente de si puede ser probada o no. Ésta es la razón por la que en el santuario de Lourdes hay más de diez mil curaciones certificadas, pero apenas 68 de éstas certificadas como milagros. ¿Para qué sirven los milagros? Dice el padre Enrique Cases que el milagro tiene un fin espiritual. Dicho fin puede ser: reforzar o aumentar la fe de quienes conocen el hecho, manifiestar el amor y la providencia divinas, o bien producir un bien terreno (por ejemplo, curaciones). ¿Los milagros son siempre eficaces para la fe? No siempre. Aunque la mayoría de la gente suele pensar: «si soy testigo de un milagro, entonces creeré en Dios», la verdad es que la libertad humana permanece siempre, y así como la fe pudo ser rechazada en la ausencia de milagros, la fe puede seguir siendo rechazada aunque uno sea testigo de éstos. Por ejemplo, los fariseos reconocieron los milagros que Jesús realizó, y aun así decidieron no creer en Él sino matarlo. Judas mismo vio e hizo milagros, y aun así entregó al Señor. En el siglo XX el sol de Fátima bailó en el cielo ante 70 mil personas, pero no todas se hicieron santas. Entonces, ¿sigue habiendo milagros como en «También hoy se los tiempos bíblicos? Sí; no sólo hizo Dios milagros en obran milagros y en cada tiempos bíblicos sino que uno de ellos se afirma un suceden en la actualidad. «También hoy se obran mi- don de gracia y de lagros y en cada uno de salvación»: Juan Pablo ellos se dibuja el rostro del Hijo del hombre-Hijo de II el Grande Dios y se afirma en ellos un don de gracia y de salvación» (Juan Pablo II, Audiencia general del 18 de noviembre de 1987). ¿Sólo la Iglesia puede decir si es un milagro? El reconocimiento de un milagro por parte de la Iglesia sólo lo puede otorgar la jerarquía eclesiástica. Esto ocurre tras una investigación rigurosa en la que intervienen expertos en la materia (médicos, científicos y teólogos). Sin embargo, la Iglesia no pretende investigar ni aprobar todos los milagros. Mas Dios ha querido que algunos milagros sean reconocidos por la Iglesia para confirmar una verdad. Por ejemplo, los milagros eucarísticos nos recuerdan la realidad sobre la Eucaristía, o los milagros asociados a la intercesión de una persona fallecida que se halla en proceso de canonización confirman su santidad. ¿Por qué algunos reciben milagros y otros no? Los milagros no se pueden ni programar ni exigir. La fe del ministro o del enfermo no obliga a Dios a hacer un milagro. Si el milagro no ocurre no se debe concluir que el ministro o el enfermo tienen poca fe. Dios puede tener un plan diferente al nuestro si decide no concedernos el milagro por el que hemos orado. Hay que pedir, sí, pero dispuestos a que en última instancia sea la voluntad del Señor la que se realice. Dios permite el sufrimiento de los santos y en la mayoría de los casos no hace el milagro sino que los ayuda a crecer en santidad por medio del sufrimiento. En ocasiones podría tener una plan similar en nuestro caso. Con información de Ideasrapidas.org y Corazones.org

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Que los milagros que ocurren en la Iglesia católica son... ¡falsos! Las sectas protestantes se contradicen unas a otras en su modo de entender los hechos milagrosos «Los católicos dan mucho testimonio de milagros que, supuestamente, han hecho sus ‘santos’. Los mormones dan el mismo testimonio de los suyos hechos por sus ancianos. Los diferentes grupos de pentecosteses dan testimonio de los supuestos milagros que han hecho por medio de oraciones a Dios y del poder del Espíritu Santo. Pero bien sabemos que el Espíritu de Dios no está con los católicos, los mormones, ni los pentecosteses al mismo tiempo... Pero todos dan el mismo testimonio y el testimonio de cada grupo tiene la misma fuerza. Esto es suficiente para hacernos creer que los milagros de los tres grupos son falsos». Esto lo escribe Mack Kercheville, un «pastor» cristonista, es decir, un miembro de las sectas protestantes autonombradas «Iglesias de Cristo» (de doctrina campbellista), que desde hace algunos años están presentes en los estados de San Luis Potosí, Veracruz, Querétaro, Jalisco y, prácticamente, en todo el país. Según Kercheville y sus seguidores, lo que los católicos o cualquier otro grupo religioso llama milagro se explica de cualquiera de las siguientes maneras: es una curación natural, es consecuencia del poder de la sugestión, se debe a que el diagnóstico de una enfermedad era falso y cuando el paciente constata que está sano cree que sanó milagrosamente, o bien Satanás hizo el milagro. Para Kercheville, Jesús «sanó solamente a los que servirían como testimonio de su divinidad»; «los apóstoles y otros discípulos de Cristo en el primer siglo del cristianismo hicieron sus milagros... para confirmar el mensaje que predicaban»; pero, «como ya que tenemos la Santa Biblia en su forma completa y mucha evidencia en ella para hacernos creer en Cristo por la palabra de sus apóstoles, no necesitamos poder milagroso para confirmar la palabra». Hasta asegura, con una lectura sacada de contexto, que el apóstol Pablo profetizó que los dones

milagrosos sólo serían «para la niñez de la Iglesia» (1 Co 13, 8-11). Pensamiento el suyo muy semejante al del clérigo anglicano del siglo XVII que decía: «Los milagros son los pañales de las iglesias nacientes». Por si fuera poco, Kercheville —totalmente ignorante de la sucesión apostólica— cree que ya no existen los dones transmitidos por «imposición de las manos de los apóstoles», por lo que, con la muerte de éstos, «se terminó el don milagroso». Resulta más curiosa la postura de este sujeto si se considera que

la gran mayoría de las sectas cristonistas son de marcado carácter pentecostal, es decir, que su principal atractivo proselitista radica en el don de lenguas, las curaciones sobrenaturales, las profecías, etc. Entonces, ¿cómo explica Kercheville estos acontecimientos? Contesta: «Creemos que Dios tiene tanto poder como siempre... Al negar la existencia de milagros en el tiempo presente no negamos en ninguna manera el poder de la oración, y creemos que Dios contesta nuestras oraciones». Es decir, los milagros siguen ocurriendo —sólo en la secta, los demás son falsos—, pero ya no se les debe llamar milagros sino sólo respuesta de Dios. En el protestantismo hay opiniones diversas. Ray Coughran, estadounidense autonombrado «profeta de Dios» y fundador de la secta «Ministerio Internacional de Milagros», está convencido de que éstos siguen existiendo. Pero utiliza el término de una manera bastante amplia; dice: «El milagro más grande que puedes recibir hoy es la libertad, el perdón y la paz que sólo da Jesucristo». En un cierto programa de televisión del canal protestante Enlace TBN, se promovía un «pacto» en el que la gente se comprometiera a dar una determinada cantidad

de dinero por un período de tiempo, y a cambio recibiría la bendición divina. Más tarde uno de los promotores anunciaba el resultado final: «Son 300 milagros, son 300 personas que se han movido, son 300 personas que han sido obedientes.». Y otro afirmaba: «Estos pactos de 58 dólares por cada mes durante un año van a tener un gran testimonio... Se va a manifestar mayormente el poder de Dios en la vida de aquellos que obedecieron la voz del profeta». Pero esta compra-venta de milagros no ha sido del agrado de muchos otros protestantes, quienes también critican el proceder del «apóstol» Cash Luna, que en sus «Noches de Gloria» promueve los milagros casi como mercancía y tiene a bien aceptar todas las tarjetas de crédito. En mayo pasado tenía planeada una «Cruzada» en Querétaro, que a última hora canceló por la epidemia de influenza; en el exterior de autobuses urbanos se veían sus anuncios, que decían: «Ven y pide tu milagro». En cuanto a los jehovistas, muy extendidos en el territorio nacional, los milagros ya no son necesarios. La doctrina oficial de la secta «Testigos de Jehová» es que «Jesús hizo milagros para identificarse como el Mesías» y también para demostrar «que Dios le había dado un poder especial» —los jehovistas no creen que Jesús sea Dios—; además, que «los milagros del primer siglo fueron una de las pruebas de que el favor de Jehová había pasado del Israel carnal a la congregación cristiana primitiva», y, como ya no es necesario demostrar esto, los que ahora hacen milagros en el nombre de Jesús son impostores, según creen que enseña Mateo 7, 22-23. Resulta patente que esta diversidad de interpetaciones es el fruto necesario del subjetivismo doctrinal que sustenta el protestantismo. Ya lo lamentaba su padre, Martín Lutero, en 1525: «Existen casi tantas sectas y creencias como cabezas». D. R. G. B.


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Expulsar a los demonios y sanar a los enfermos son señales que acompañan también hoy a los que creen en el señorío de Cristo La fe es condición para que se realice el milagro Enseñanza de Juan Pablo II «Los milagros y los signos que Jesús realizaba para confirmar su misión mesiánica y la venida del Reino de Dios, están ordenados y estrechamente ligados a la llamada a la fe. Esta llamada con relación al milagro tiene dos formas: la fe precede al milagro, más aún, es condición para que se realice; la fe constituye un efecto del milagro, bien porque el milagro mismo la provoca en el alma de quienes lo han recibido, bien porque han sido testigos de él. «Es sabido que la fe es una respuesta del hombre a la palabra de la revelación divina. El milagro acontece en unión orgánica con esta Palabra de Dios que se revela. Es una señal de su presencia y de su obra, un signo, se puede decir, particularmente intenso. Todo esto explica de modo suficiente el vínculo particular que existe entre los milagros-signos de Cristo y la fe: vínculo tan claramente delineado en los Evangelios. «Al jefe de la sinagoga, Jairo, que había venido a suplicar que su hija volviese a la vida, Jesús le dice: ‘No temas, ten sólo fe’ (Mc 5, 36). Cuando el padre del epiléptico pide la curación de su hijo, diciendo: ‘Pero si algo puedes, ayúdanos...’, Jesús le responde: ‘¡Qué es eso de si puedes! Todo es posible al que cree’. Tiene lugar entonces el hermoso acto de fe en Cristo de aquel hombre probado: ‘¡Creo! Ayuda a mipoca fe’ (cfr. Mc 9, 22-24). «Recordemos, finalmente, el coloquio bien conocido de Jesús con Marta antes de la resurrección de Lázaro: ‘Yo soy la resurrección y la vida... ¿Crees esto?’. ‘Sí, Señor, creo...’ (cfr. Jn 11, 25-27). «El mismo vínculo entre el milagro-signo y la fe se confirma por oposición con otros hechos de signo negativo. Recordemos algunos de ellos. En el Evangelio de Marcos leemos que Jesús de Nazaret ‘no pudo hacer...ningún milagro, fuera de que a algunos pocos dolientes les impuso las manos y los curó. Él se admiraba de su incredulidad’ (Mc 6, 5)6). «Jesús subraya más de una vez que los milagros que Él realiza están vinculados a la fe. ‘Tu fe te ha curado’, dice a la mujer que padecía hemorragias desde hacia doce años y que, acercándose por detrás le había tocado el borde de su manto, quedando sana (cfr. Mt 9, 20-22; Lc 8, 48; Mc 5, 34). Palabras semejantes pronuncia Jesús mientras cura al ciego Bartimeo a la salida de Jericó: ‘Ve, tu fe te ha salvado’ (Lc 18,42). «Nótese cómo en la narración evangélica se pone continuamente de relieve el hecho de que Jesús, cuando ve la fe, realiza el milagro». Extractado de la audiencia general de Juan Pablo II el 16 de diciembre de 1987.

Los sacerdotes de hoy ¿están convencidos del poder que tienen de realizar milagros? «Jesús, al obrar estos milagros y señales, actuó en nombre propio, convencido de su poder divino», dijo Juan Pablo II en su catequesis del 18 de noviembre de 1987. Y el Evangelio de este domingo anuncia que los milagros o señales «acompañarán a los que hayan creído» (cfr. Mc 16, 17-18). Diversidad de carismas

Es verdad que en la Iglesia no todos tienen todos los carismas, ordinarios o extraordinarios, pues «a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas» (1 Co 12, 8-10). Pero también es cierto que los que ejercen el sacerdocio ministerial tienen, por decirlo así, un poder divino «mucho más completo» que el que de ordinario tienen los seglares, y que lo que más bien hace falta es que, como Jesús, actúen convencidos de la existencia de dicho poder en ellos. El mandato de evengelizar y realizar milagros sigue vigente

El día 27 de mayo de 1976 el presbítero italiano monseñor Ottavio Michelini habría recibido la siguiente revelación privada de parte de Jesucristo: «Releed mi Evangelio según Marcos: ‘‘Jesús se apareció a los once y les dijo: ‘Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación; el que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea se condena-

rá. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos, y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien’. .... Ellos salieron a predicar por todas partes colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban’’. «¿Por qué los pastores de almas no obran en conformidad con estas palabras? ¿Tal vez temen que la virtud de esta Palabra, después de tantos siglos, se haya hecho

Si el poder no se usa, es inútil

estéril? ¿O bien, creen que su acción pastoral no tenga necesidad de ser confirmada por el Cielo? ¿O bien, porque piensan que los milagros sobre los enfermos, sobre los muertos, sobre los endemoniados, etc., han sido un lujo del tiempo de mi vida terrena y que el mundo actual no tiene ya necesidad de auténticos prodigios que iluminen su noche y lo sacudan de su sopor? ¡Todo prodigio, hijo mío, como la liberación de un endemoniado, no le cuesta a la omnipotencia de vuestro Dios, sino a la debilidad de vuestra fe!».

El 28 de mayo del mismo año le propuso el pasaje del Evangelio en que Él, el Señor, cura al paralítico que no tenía quién lo metiera en la piscina de Betesda. «En el paralítico ved representados a tantos y tantos enfermos de sufrimientos físicos o espirituales. Hace años que sufren, hace años que esperan que manos piadosas se posen sobre ellos para curarlos. Hace años que pastores y ministros de Dios pasan junto a ellos sin darse cuenta de su enfermedad espiritual y a menudo también física. Naturalmente, al no darse cuenta de nada, nada hacen para ayudarlos. «Son muchísimos los que sufren por culpa del demonio, y no sólo sufren espiritualmente, sino también físicamente. Una vez más será bueno recordar que Satanás tiene superioridad sobre la naturaleza humana. Los sacerdotes no deberían ignorar que con un orden especial, así llamado menor, recibieron el poder de exorcizar y de bendecir... Muchos de mis sacerdotes se escandalizan hoy sólo de oír hablar de exorcismos. Dicen que es cosa de otros tiempos, si acaso hoy día reservada a los obispos. Cierto, para realizarlos en público y con solemnidad, el sacerdote exorcista debe ser autorizado por su obispo. Pero, en privado, ¿quién le puede prohibir valerse de un poder que le ha sido reglamentariamente conferido? «Pero, ¿saben mis sacerdotes de qué grandes poderes han sido investidos? ¿Saben quiénes son? ¿Saben que los ángeles, superiores a ellos por naturaleza, son inferiores a los sacerdotes en poder? Pero, ¿de qué vale vuestro poder, si no lo usáis para la finalidad para la que os ha sido dado?».


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LOS MILAGROS

18 de octubre de 2009, AÑO 15, No. 745

LA EXPERIENCIA CONTEMPORÁNEA DEL PADRE TARDIF

«Los que temen a los prodigios del Señor le están teniendo miedo al Señor de los prodigios» Emiliano Tardif (1928 - 1999) fue un sacerdote de la congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón, enviado a República Dominicana. En 1973, después de 16 años de trabajo pastoral en esa nación, enfermó de tuberculosis. Lo que siguió cambió su vida para siempre: se convirtió en testigo del amor de Dios en innumerables ciudades del orbe. Y donde él oraba los enfermos se sanaban y las conversiones se sucedían. Lo siguiente ha sido extractado de su libro «Jesús está vivo». «Los médicos me hicieron análisis muy detenidos, detectándome tuberculosis pulmonar aguda. Al ver que estaba tan enfermo, decidí volver a mi país, Canadá». Ahí «me internaron en un centro médico especializado». Un día recibió una inesperada visita: cinco seglares de un grupo de oración de la Renovación Carismática. «En República Dominicana me había burlado mucho de la Renocación Carismática, y ahora ellos venían a orar desinteresadamente por mí». «Ellos me dijeron muy convencidos: ‘Vamos a hacer lo que dice el Evangelio: Impondrán las manos sobre los enfermos y éstos quedarán sanos’. Durante la oración yo sentí un fuerte calor en mis pulmones. A los tres ocuatro días me sentía perfectamente bien, pero los médicos me obligaron a pasar un mes en el hospital buscando por todos lados la tuberculosis que se les había escapado». Luego volvió a República Domincana. Lo asignaron a una parroquia en la ciudad de Nagua. El padre Emiliano invitó a unas cuarenta personas para darles el testimonio de su curación, y en esa reunión «invité a los enfermos a pasar al frente para orar por ellos. Para mi sorpresa, había más gente en el grupo de enfermos que entre los sanos. Esa noche al Señor se le ocurrió sanar a dos de ellos. La asamblea estalló en gran alegría y los sanados daban testimonio por todas partes. Así, humildemente, comenzó una historia que no nos imaginábamos fuera tan maravillosa. Cada semana el Señor sanaba enfermos. La gente venía en gran número. Ante las curaciones y prodigios estallaba el gozo y contaba a todo el mundo lo que pasaba. A raíz de estas reuniones algunos sacerdotes comenzaron a decir sarcásticamente: ‘El padre Emiliano se sanó de tuberculosis pero se enfermó de la cabeza’». En junio de 1974 el padre Emiliano fue enviado a un pueblo llamado Pimentel para suplir al párroco, que se iba de vacaciones. El padre Emiliano le pidió permiso para hacer un grupo de oración, y

ésta fue la resupuesta: «‘Está bien, haz el grupo, pero sin carismas’. ‘Bueno —le contesté—, los carismas no los doy yo. Eso viene del Espíritu Santo. Si Él quiere dar carismas a tu gente, ¿qué puedo hacer yo?’». ««Durante las Misas del primer domingo invité a la gente para una conferencia prometéndoles contar el testimonio de mi curación. Asistieron unas 200 personas. Pero esa gente tenía tanta fe que en la noche llevaron a un paralítico en una camilla. Se le había roto la columna vertebral y no había vuelto a caminar desde hacía cinco años y medio. Oramos por él... El hombre comenzó a sudar abundantemente y a temblar. Recordé que, cuando el Señor me sanó, yo también sentí mucho calor. Así que le ordené: ‘¡Levántate en el nombre de Jesús!’. Se levantó y comenzó a andar lentamente. Llegó hasta el Sagrario y, llorando, daba gracias a Dios». «El siguiente miércoles llegaron más de tres mil personas. Entonces realizamos la reunión en la calle porque no cabíamos en el tem-

plo». La tercera semana «nos fuimos al parque. Esa noche había más de siete mil personas. Celebramos la Misa y de nuevo el Señor comenzó a sanar enfermos. Era algo casi exagerado. Él no tiene límites en su poder ni en su amor». En la cuarta reunión «llegaban autobuses y camionetas con gente de todo el país. Esa tarde había unas 20 mil personas en oración. Por tanta gente, nos tuvimos que subir al techo, donde colocamos el altar y las bocinas. Hubo derroche de milagros y prodigios. Vimos de todo. Era vivir a todo color, en vivo y en directo, lo que cuenta el Evangelio». Para la quinta reunión había 42 mil personas. «La gente aumentó tanto por la simple razón de que el Señor Jesús no ha cambiado todavía su manera de trabajo. Mientras nosotros buscamos métodos pastorales más eficaces y acordes con nuestro tiempo, el Señor continúa con el suyo: Él recorría la Galilea sanando a los enfermos; entonces las multitudes lo seguían y Él les predicaba la Palabra de salvación (Cfr. Lc 6, 17-23). Hoy sigue haciendo lo mismo: sana a los enfermos, la gente se reúne por miles y nosotros proclamamos el reino de Dios. Es sencillamente el Evangelio que se repite». «No debemos temer las grandes multitudes. El Señor nos las manda para que les proclamemos su Palabra de salvación. Los que temen a los prodigios del Señor le

«Quienes piensan que las curaciones son algo superficial o accidental en el ministerio de Jesús están completamente equivocados. Quienes creen que las curaciones salen sobrando hoy en día y que lo esencial es anunciar el Evangelio están olvidando el método pastoral de Jesús. Nosotros planeamos y buscamos mil formas para atraer a la gente que cada vez viene menos a la iglesia. Organizamos fiestas, conciertos, convivencias, etcétera, y los resultado son muy pobres. Jesús sanaba a los enfermos y la gente venía en tropel. Hoy sucede lo mismo: cuando Jesús sana a los enfermos se reúnen multitudes, y ahí les anunciamos el Reino de Dios. Las consecuencias son mucho más grandes que las simples curaciones físicas. Que nadie olvide el objetivo de estos signos milagrosos de Jesús: son un testimonio para despertar la fe de los que no creen y para fortificar la fe de los creyentes». P. Emiliano Tardif

están teniendo miedo al Señor de los prodigios. Algunos se admiran de que el Señor responda tan pronto a las oraciones. Yo les digo que lo asombrso sería que Él, siendo tan bueno, no respondiera. ‘Antes que me llamen, Yo responderé; aún estarán hablando y Yo les escucharé’ (Is 65, 25). Luego llegó el tiempo de que el padre Emiliano Tardif dejara aquel pueblo «para que la gente tuviera fija la vista en Jesús y no en hombre alguno». Pero el país seguía convulsionado por lo acontecido en Pimentel. «El secretario de Salud me acusó por televisión de abusar de la ignorancia del pueblo, haciéndole creer que sanaba. Hubo muchos ataques. Unos que se decían psicólogos vinieron a decirme que era natural y que no había nada de milagroso en que sucedieran tales curaciones; que todo era debido al contagio de masas y a la histeria colectiva. Siplemente les contesté que entonces me parecía una gran injusticia que, sabiendo tanto de esto, ellos no organizaran reuniones cada tarde para curar a todos los enfermos del país». «Un grupo del clero pidió que mi Provincial me sacara del país porque con esas tonterías yo iba a destruir la estructura de la pastoral. Yo les contesté que Jesús no había venido a salvar estructuras pastorales sino a salvar a su pueblo y que eso era lo único que Él estaba haciendo». «Un sacerdote me decía que estábamos exagerando y que era necesario ir más despacio. Su argumento era así: ‘Si tú me hablaras de dos otres curaciones, tal vez yo podría creer. Pero ustedes los carismáticos están locos, hablan de tantos milagros...’. ‘Es que tú no conoces realmente a Jesús —le dije’. ‘Sí —me contestó—, pero en el santuario de Lourdes tienen un centro médico donde estudian las curaciones y dicen que hay muy pocas curaciones milagrosas. En cambio ustedes...’. ‘Pero —yo le contesté— el criterio de nuestra fe no es el centro médico de Lourdes, sino el Evangelio, y éste habla de tantos milagros...’». Al poco tiempo «el Señor me hizo recapacitar y darme cuenta de que no debía defenderme de los ataques, como Él tampoco se defendió de quienes lo acusaban». Ahora «yo simplemente predico y oro mientras que Jesús sana a los enfermos. Así hemos hecho el equipo de trabajo y nos acoplamos bien».

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¡A cuántos he curado! Primero a hacer, luego a enseñar

He empezado primero a hacer, luego a enseñar. Si tomáis en la mano el Evangelio podréis constatar cómo Yo he obrado verdaderamente. Mi principal ocupación y preocupación ha sido la de conocer y acercarme a los que sufren, aliviar las penas, curar las enfermedades, perdonarles los pecados y liberar a los poseídos de los espíritus del mal. ¡A cuántos he curado! ¿Qué hace pensar a obispos y sacerdotes que no deban imitarme en esta importante obra de apostolado? ¿No es éste un medio para llegar a las almas y acercarlas a Dios? ¿No es, ésta, buena y eficaz pastoral? ¿Tal vez se duda de no poderlo hacer? Entonces Yo, Divino Maestro, habría impartido a mis Apóstoles una orden no ejecutable. ¿Qué Maestro habría sido? ¿Por qué los santos con tanta eficacia bendecían y sanaban? Aun en estos años, obispos y cardenales santos ¡cuántas veces no lo han hecho! La causa de la ineficacia de tantos pastores, ¿no se debe buscar más bien en la falta de fe y de penitencia? Hagan mis obispos un examen de conciencia sobre estos dos puntos y verán las razones por las que se han alejado de una sólida pastoral. Es inútil huir la cuestión. Recordad, pastores de almas, que quien os propone estas impelentes interrogaciones no es un pobre sacerdote, sino soy Yo, Jesús. Revelaciones a monseñor Ottavio Michelini, 15 de Junio de 1976


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Las imágenes milagrosas, ¿existen? Una imagen se le llama «milagrosa» cuando es el instrumento escogido por Dios para hacer milagros. Aunque Dios no necesita instrumentos, ha querido asociar a los hombres en su obra. Las imágenes representan a la persona. Si una imagen de la Virgen es milagrosa es porque María fue el instrumento escogido por Dios. Ya en el Antiguo Testamento hay ejemplos, entre ellos el cayado milagroso de Moisés (cfr. Ex. 7,10) y el manto de Elías (cfr. II Reyes, 2,8). El cayado y el manto eran milagrosos por asociación a los hombres que lo utilizaban. Estos hombres fueron escogidos por Dios. Éstas son las razones para llamar «milagrosa» a una imagen: 1) Su origen es milagroso. Por ejemplo: la imagen de la Virgen de Guadalupe ha sido so-

metida a la ciencia y se ha demostrado que no es obra humana. 2) En algún momento de su historia o en la actualidad la imagen se ha manifestado milagrosamente. Ejemplo: la misma imagen de la Virgen de Guadalupe es un milagro que continúa, ya que la tilma debía haberse desintegrado hace siglos. 3) La imagen es instrumento de Dios para hacer milagros. Aunque Dios no necesita instrumentos, se puede valer de ellos para hacer milagros. Ejemplos: Dios tomó polvo para hacer el hombre (cfr. Gn 2,7), Jesús tomó saliva para curar al ciego (cfr.Mc 7,33). En nuestro tiempo varias imágenes milagrosas señalan la presencia de la Virgen que consigue de Dios grandes milagros. Fuente: http://www.corazones.org

¡Cuidado!, el demonio también es capaz de realizar milagros y prodigios POR EL PADRE GABRIEL AMORTH

También Satanás confiere poderes a sus devotos. Puede suceder así que una persona tenga un don prudencial; otros, con sólo ponerse frente a una hoja de papel en blanco con una pluma en la mano escriben espontáneamente páginas y páginas de mensajes; y todavía más, otros tienen la impresión de que pueden desdoblarse y que una parte de su ser puede penetrar en casas y ambientes lejanos; es muy común que algunos oigan «una voz» que a veces les sugiere plegarias y a veces otras cosas. Cuando san Pablo estaba en Tiatira, sucedió que continuamente era seguido por una esclava que tenía el don de adivinar y por medio de este don procuraba bastante dinero a sus patrones. Pero era un don diabólico, que desapareció en cuanto san Pablo expulsó al espíritu maligno (cfr. Hch 16, 16-18). A título de ejemplo reportamos algunos fragmentos de un testimonio firmado «Erasmo di Basi», publicado en Renovación del Espíritu Santo, septiembre de 1987: «Hace ya algunos años tuve la experiencia del juego del vaso, no sabiendo que se trataba de una forma de espiritismo. Después de algún tiempo me acometieron extrañas facultades. Tenía las mismas facultades que en parapsicología se definen como

extrasensoriales, es decir: clarividencia, lectura del pensamiento, diagnósticos clínicos, lectura del corazón y de la vida de personas vivas o muertas, y otros poderes. Meses después se añade otra facultad: la de anular el dolor físico con la imposición de manos, aliviando o eliminando el estado de sufrimiento. «Leyendo después la Palabra de Dios, me di cuenta de que mi vida no había cambiado en absoluto. Continuaba siendo fácil a la ira, lento en perdonar, fácil al resentimiento, susceptible a la ofensa. Tenía miedo de tomar mi cruz, miedo de la incógnita del futuro y de la muerte. «Después de un largo peregrinar y tormentosas penalidades, Jesús me indujo al Renovamiento. Aquí encontré algunos hermanos que han rogado por mí, y se ha constatado que lo que me había sucedido no era de origen divino sino fruto del maligno. He reconocido y confesado mis pecados del pasado, me arrepentí y renuncié a toda práctica oculta. Mis poderes cesaron y fui perdonado por Dios». Extractado del libro Narraciones de un exorcista

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Algunos milagros por intercesión del padre Pío El milagro que se ha atribuido como el primero obtenido por la intercesión del padre san Pío de Pietrelcina ocurrió en 1908. En ese momento él vivía en el convento de Montefusco. Un día fue al bosque a recolectar frutillas en una bolsa que envió a su tía Daría. La mujer recibió y comió la fruta y guardó la bolsa. Días después estaba buscando algo en un cajón dónde su marido normalmente tenía pólvora. Era de noche y ella se alumbraba con una vela, y el cajón se incendió. La tía Daría fue alcanzada por el fuego. En un instante, ella agarró la bolsa que contuvo la frutilla del padre Pío y se la puso en la cara. Inmediatamente su dolor desapareció y ninguna herida o marca de la quemadura quedó en su cara. Durante la segunda guerra mundial, en Italia, el pan se racionó. En el convento del padre Pío había siempre muchos invitados, más los pobres que siempre iban allí pidiendo comida. Un día los frailes se encontraron con que apenas tenían dos libras (aproximadamente un kilogramo) de pan. Todos los hermanos oraron antes de sentarse a comer. El padre Pío entró en la capilla y, rato después, regresó con muchísimo pan en sus manos. El superior le preguntó al padre Pío: «¿Dónde ha encontrado pan?». El padre Pío contestó: «Me lo dìo un peregrino en la puerta». Una hija espiritual del padre Pío estaba leyendo una carta del sacerdote capuchino en el borde del camino. El viento se llevó la carta hasta el declive de un prado. La carta ya estaba lejos cuando de pronto se detuvo debajo de una piedra. De esta manera la mujer pudo recuperar su carta. El día en que después ella encontró al padre Pío, éste le dijo: «Usted tiene que prestar más atención al viento la próxima vez. Si yo no hubiera puesto mi pie en la carta, ésta se hubiera perdido». La señora Cleonice, hija espiritual del padre Pío, atestiguó: «Durante la segunda guerra mundial mi sobrino estaba prisionero. Nosotros no habíamos recibido noticias durante un año; y creíamos que él estaba muerto. Sus padres pensaban lo mismo. Decidí pedirle un milagro al padre Pío. Yo le dije: ‘Voy a escribir una carta a mi sobrino Giovannino. Solamente escribiré su nombre en el sobre, porque nosotros no sabemos donde está. Usted y su ángel de la guarda le llevarán la carta’. El padre Pío no contestó pero yo escribí la carta y la dejé en mi mesa de noche para por la mañana siguiente entregarla al padre Pío. Para mi gran sorpresa, la carta desapareció. Inmediatamente fui a darle las gracias al padre Pío y él me dijo: ‘Dé sus gracias a Nuestra Señora’. Casi quince días después, nuestro sobrino contestó la carta». Testimonio de una madre: «Mi marido y yo estábamos en la iglesia para asistir a la Santa Misa, y nuestra hijita estaba en casa con su abuelo. Repentinamente aconteció un accidente, y nuestra hija se quemó con una olla de agua caliente. La quemadura era tan grande como grave. El doctor recomendó hospitalizarla inmediatamente debido a su estado de suma gravedad. Por esta razón él no nos dio ninguna medicina. Desesperada al ver moribunda a mi hija, en lo que el doctor se fue invoqué fuertemente al padre Pío para que interviniera urgentemente, mientras me preparaba para llevarla al hospital. De pronto la niña, que estaba sola en su cuarto, me llamó: ‘Mamá, mamá, ya no tengo ninguna herida’. ‘¿Y quién ha desaparecido tus heridas?’, pregunté asustada y con gran curiosidad. Ella contestó. ‘El padre Pío vino, él sanó mis heridas poniendo sus manos llagadas sobre mi quemadura’. Para asombro de todos, realmente no había ninguna seña ni marca de que hubiera alguna quemada; el cuerpo de mi hija estaba completamente sano». Extractado de http://www.padrepio.catholicwebservices.com


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El milagro del sol en Fátima El milagro del sol fue un acontecimiento extraordinario que fue atestiguado por más de cien mil personas, el 13 de octubre de 1917, en la campiña de Cova da Iria, cerca de Fátima, Portugal. Según varias declaraciones de testigos, después de una llovizna se despejó el cielo y el sol lució como un disco opaco que giraba en el cielo. Lucía significativamente menos brillante que de costumbre y arrojaba luces multicolores sobre todo el campo, sobre las sombras del paisaje, la gente y las nubes que lo circundaban. Se reportó que entonces el sol osciló en dirección a la Tierra trazando un patrón de zig-zag, atemorizando a algunas personas que pensaron que significaba el fin del mundo. Los testigos reportaron también que el suelo y sus ropas, que habían estado mojados por la lluvia, se habían secado completamente.

su testimonio formal. Tales reportes fueron muy variados; en los pequeños detalles existen divergencias de apreciación, pero ninguno

anticlerical. Los artículos previos de Almeida se habían concentrado en satirizar los acontecimientos previos de Fátima.

se escuchó un clamor de la gente porque el sol rotaba y parecía que se desprendía del firmamento y avanzaba amenazante sobre la Tie-

Miles y miles de testigos

Estimaciones del número de testigos van desde un rango de 30 o 45 mil, según Avelino Almeida, quien escribía para el periódico portugués O’Século, hasta un máximo de cien mil, estimado por el doctor Joseph Garrett, profesor de la Universidad de Ciencias Naturales de Coimbra. Ambos estuvieron presentes ese día. El milagro fue atribuido a Nuestra Señora de Fátima, después de la aparición de la Virgen María a tres jóvenes pastorcillos en 1917, como ella lo había predicho a sus videntes, el 13 de julio, el 19 de agosto y el 13 de septiembre. Los niños dijeron que ella había prometido que al medio día del 13 de octubre, en Cova de Iria, la Señora les revelaría su identidad y les mostraría un milagro «para que creyesen». Según testigos, el milagro del sol duró aproximadamente diez minutos. Los tres pequeños pastorcillos, además de haber confirmado el milagro del sol que tuvo lugar ese día, también reportaron haber visto un panorama de visiones, incluyendo a Jesús, la Santísima Virgen María y a san José bendiciendo a toda la gente. Las descripciones más famosas de los acontecimientos reportados en Fátima pertenecen a los escritos de Juan de Machi, un sacerdote e investigador católico italiano. De Machi pasó siete años en Fátima, desde 1943 a 1950, llevando a cabo una investigación original y entrevistando a muchos testigos con una gran paciencia. En la obra el Corazón Inmaculado, publicada en 1952, de Machi reporta que «la naturaleza de los testigos va desde los creyentes hasta los incrédulos, venerables ancianas y jóvenes petulantes. Cientos de personas de esta categoría tan diversa dieron

ba mis ojos, luciendo como una bola de nieve, dando vueltas sobre sí mismo, y de repente pareció venir hacia nosotros en zig-zag, amenazando a la tierra. Aterrorizado, corrí y me escondí entre la muchedumbre, la cual lloraba y esperaba el fin del mundo en cualquier momento», confesó el reverendo Joaquim Lourenco, describiendo la experiencia de su niñez en Alburitel a 18 kilómetros de Fátima. «Ese día, del 13 de octubre de 1917, sin recordar las predicciones de los pastorcillos, fui encantado por el extraordinario espectáculo en el cielo, espectáculo sin igual a cuanto había visto antes; lo vi desde esta terraza…», fue el testimonio de Alfonso Lopes Vieira, poeta portugués. ¿Alucinación colectiva?

Foto del «Milagro del Sol» del 13 de octubre de 1917 publicada en L’Osservatore Romano en 1951.

de ellos, hasta donde pudimos investigar, negó el prodigio visible que realizó el sol». La prensa de la época reportó el inexplicable acontecimiento

Una copia fotostática de una página del la publicación Ilustracao Portugueza, del 28 de octubre de 1917, muestra a una gran muchedumbre mirando el milagro del sol, que tuvo lugar durante las apariciones de Fátima. «Ante los asombrados ojos de la multitud, cuyo aspecto era casi bíblico, esperando y ansiosamente mirando al cielo, el sol tembló, realizó inesperados e increíbles movimientos fuera de todas las leyes cósmicas; el sol ‘bailó’, de acuerdo con una expresión típica de la gente», escribió Avelino de

Almeida en O´Século, el periódico de mayor circulación y con mayor influencia en Portugal, el cual era, al tiempo, favorable al gobierno y

«El sol en un instante lució rodeado con flamas rojizas y en otro, con una aureola amarilla y púrpura intenso, se veía girando muy rápidamente. En algunas ocasiones parecía que se desprendía del cielo y se aproximaba a la Tierra, sintiéndose su intenso calor», escribió el doctor Domingos Pinto Coelho para el diario Ordem. «… el sol plateado, envuelto en una misma luz diáfana grisácea, fue visto dando vueltas y revoloteando entre las nubes que lo rodeaban… La luz tornó a un hermoso azul, como si se filtrara a través de los vitrales de una catedral y desparramaba su luz sobre la gente que permanecía arrodillada con las manos juntas… La gente lloraba y rezaba, en la presencia de un milagro que habían estado esperando. Los segundos parecieron horas, tan intensos fueron esos instantes», anotó un reportero del periódico de Lisboa O Dia. «El disco solar no permaneció en la inmovilidad; esto no fue el destello de un cuerpo celeste, ya que permaneció girando sobre su centro, en un frenético arremolinamiento, cuando sorpresivamente

rra como si fuera a impactarnos con su fiera masa inmensa. La sensación durante esos momentos fue terrible», describió el doctor Almeida Garret, profesor de Ciencias Naturales en la Universidad de Coimbra.

«Como si echasen a correr del cielo, las nubes fueron arrinconadas a un lado y el sol apareció en el zenit con todo su esplendor; comenzó a girar vertigiosamente sobre su eje, como la más magnifica bola de fuego que pueda imaginar alguien, tomando sobre sí todos los colores del arco iris y desprendiendo rayos de luz multicolores, produciendo el más asombroso efecto. Este sublime e incomparable espectáculo, que fue repetido tres veces, duró aproximadamente diez minutos. La inmensa multitud, abrumada por la evidencia de tremendo prodigio, se tiró sobre sus rodillas», dijo el doctor Formigäo, un profesor del seminario de Santarem y sacerdote. «Me siento incapaz de describir lo que vi: miré fijamente al sol, el cual se veía pálido y no lastima-

Se ha dicho que el hecho de que haya sido predicho un milagro indeterminado, el abrupto comienzo y final del milagro del sol, la variada naturaleza de los observadores, incluyendo escépticos y creyentes, el gran número de personas que estuvieron presentes y la falta de cualquier factor de causa, excluyen la posibilidad de una alucinación colectiva. Y se reportó que esta “actividad solar” fue visible dentro del radio de los 18 kilómetros. Pío Scatizzi, SJ, concluye: «El fenómeno solar no fue observado en ningún observatorio. Hubiera sido imposible que se les pasara de largo un acontecimiento así a los astrónomos y a otros habitantes del hemisferio… No hay duda de que no fue un fenómeno natural astronómico o meteorológico. Tampoco es cierto que los testigos en Fátima fueron engañados colectivamente y estuvieran errados en su testimonio; al contrario, tal uniformidad de por sí supondría ya una intervención sobrenatural». El Papa también lo vio

El milagro tampoco estuvo supeditado al tiempo y el espacio, ya que el papa Pío XII vió el milagro del sol desde los jardines del Vaticano (1950), como confirmación del Cielo en un momento decisivo en el cual él proclamaría un dogma ex cathedra. En tres días sucesivos, el 30 y 31 de octubre y 1 de noviembre de 1950, Pío XII dirigió su mirada desde los jardines del Vaticano hacia el sol, y en ese momento fue renovado para sus ojos el milagro de Fátima. El 1 de noviembre fue el día que el papa proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al Cielo. Fuente: bibliaytradicion.wordpress.com


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PALABRAS

ENSAYOS CRISTIANOS

SOBRE LA MUERTE POR EL PADRE JUAN JESÚS PRIEGO / San Luis Potosí

Para un cristiano, morir es nacer; para él, el llanto que en el que la palabra y el pensamiento son muchísimo más sale de la cama de los moribundos se parece mucho a los profundos que todo lo que hemos conocido hasta ese mosollozos de las criaturas apenas nacidas. mento: entonces no tendremos el menor deseo de dar mar¿Quiere el bebé salir del mundo uterino, en el que se cha atrás. Por eso nunca ha vuelto nadie de ese mundo encontraba hasta hace poco bastante bien, para venir a nuevo» (Guido van Hooff, Entretiens avec le Cardinal dar a este mundo hostil en el que se trabaja y se suda? No, Daneels) no quiere: si por él fuera, se quedaría para siempre en el Sí, así debe ser, en efecto. «Por eso nunca nadie ha vuelvientre de su madre. Y, sin embargo, ese paraíso tiene to de ese mundo nuevo», como nadie ha vuelto jamás —ni fecha de caducidad: bajo ninguna circunstancia debe lo haría, aunque pudiera— al vientre de su madre. ¿Para quedarse en él más de los nueve meses de rigor, pues de qué, si este nuevo mundo no es tan tenebroso, después de lo contrario morirá; entonces el paraíso se le convertirá en infierno y el edén en una cámara de gas… Nacer, para él, es una de las formas del morir: un trauma verdadero, según dicen los que saben. Pero no muere: únicamente nace. Cuando el bebé salió del vientre de la madre, pensó que de verdad moriría: una mano fría como un cuchillo lo expulsaba del paraíso sin que él supiera qué había hecho para merecer tal castigo. Pero cuando crezca, haya vivido y salga de este mundo, lo mismo pensará. Sin embargo, tampoco entonces muere, sino que nace: lo que sucede es que ahora ha sido expulsado del vientre de este mundo. «Me preguntan a menudo lo que pienso de la muerte —confesó una vez a un periodista el cardenal Godfried Daneels, arzobispo de Bruselas—. Mi respuesta es siempre la misma: morir es nacer. El niño Nuestro organismo se negará a morir. Pero que se encuentra aún en el seno de la madre no tiene el menor deseo de abandonarlo: en él se siente feliz y envejeceremos y llegará el día en que seremos seguro. Pero cuando llega el momento de nacer, se ve arrancados de esta existencia. En cuanto nos expulsado de este lugar protector. Lanza un grito de angustia. Sin embargo, poco a poco irá descubriendo encontremos en el otro mundo, descubriremos los colores y oyendo los sonidos, aprenderá a hablar, un universo increíblemente más rico a gatear, a correr. Pronto no tendrá ya ningún deseo de volver al seno de su madre, pues habrá descubierto un todo? ¿Para qué, si la vida es ahora mucho más rica y lumiuniverso más rico. Lo mismo ocurrirá en el momento de nosa que antes? ¡Después de todo, de su estancia en el nuestra muerte. No querremos morir, no tendremos nin- vientre no recuerda muchas cosas que digamos! Era feliz, sí, gún deseo de abandonar un mundo familiar que, después pero no le consta: la suya era entonces una felicidad que de todo, apreciamos. A menos que no dispongamos ya de nada sabía de sí misma. todas nuestras facultades físicas y mentales, nuestro orHace poco leí en un libro una parábola que hablaba del ganismo se negará a morir. Pero envejeceremos y llegará nacimiento y de la muerte, y me gustó tanto que no me el día en que seremos arrancados de esta existencia. En resisto a la tentación de transcribirla aquí; es una parábola, cuanto nos encontremos en el otro mundo, descubrire- como puede verse, bastante moderna: mos un universo increíblemente más rico en sonidos y «Un día, las celulitas de la cavidad uterina materna viecolores, un universo en el que el amor reina como señor, ron aterrizar algo así como una pequeña nave espacial que

se adhirió a la pared cerca de ellas. Había descendido por las trompas de falopio un huevo fecundado. Durante meses, las celulitas vieron desarrollarse una criatura, tomar forma, palpitar y comenzar a flotar en aquel espacio. Se encariñaron con ella. Pero, hete aquí que, de pronto, se agita todo: un terremoto, unas convulsiones y contracciones, unas corrientes de agua…, y aquella criaturita, con la que se habían encariñado, se les escapa por un túnel oscuro. La sujetan para retenerla, pero alguna fuerza parece tirar desde fuera. Al fin se les escapa y se cierra la salida o entrada de aquel túnel. Aquellas celulitas se quedaron solas y tristes en el interior del seno, llorando por la criatura desaparecida. Se pusieron a organizar un funeral por su muerte, pero les molestaban los ruidos que venían del exterior. No sabían que allá fuera se estaba celebrando con júbilo el nacimiento» (Juan Masiá Clavel, S.J., Respirar y caminar. Ejercicios espirituales en reposo). Como las celulitas, lloramos por lo que se ha ido, por lo que hemos perdido, sin saber que al otro lado, en la casa de Dios, se está organizando una fiesta por el hijo que acaba de nacer para la eternidad. Y, ahora, ¿por qué no emprender una breve excursión al Oriente lejano en busca de lo que el concilio Vaticano II llamó las semillas del Verbo? ¡Ah, la sabiduría ancestral también afirmaba que vivir es nacer! Tomemos como botón de muestra un viejo libro de Chuang Dsi, el filósofo chino, titulado El verdadero libro del país meridional de las flores. ¿Lo conoce usted? Pues bien, si abre usted el volumen por la mitad se encontrará al instante con estos dos párrafos maravillosos: «¿Cómo puedo saber que el que odia a la muerte no se parece al niño que había equivocado el camino e ignoraba que volvía a casa? «Gi de Li era hija del guardia de frontera de Ai. Cuando el príncipe de Dsin acababa de desposarla, ella lloró amargamente y las lágrimas humedecieron sus vestidos. Mas luego, cuando llegó al palacio real y se convirtió en compañera del monarca, se arrepintió de sus lágrimas. ¿Cómo puedo saber si los muertos no se arrepienten de su lucha anterior por la existencia?». Sí, ¿cómo saberlo?, ¿cómo saber si morir no es únicamente regresar? ¿Cómo saber si, ante la muerte, sería preferible reír a entristecerse? En efecto, ¿cómo saberlo?

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¿Dios es de fiar?

OBSERVATORIO ILALUX

Nuevo libro examina la fidelidad de Dios y nuestras dudas El problema más grande que afrontan los católicos hoy en día es una crisis de confianza en Dios, afirma el sacerdote Thomas D. Williams, LC, autor del libro Can God Be Trusted? Finding Faith in Troubled Times («¿En Dios se puede confiar? Cómo tener fe en tiempos difíciles»), que se acaba de publicar en los Estados Unidos. En esta entrevista Zenit-El Observador ha pedido al padre Williams, profesor de teología en Roma y comentarista para el canal de televisión estadounidense CBS, que nos explique la naturaleza de esta crisis y los caminos hacia una solución que presenta en su libro. ¿Por qué publica un libro en que pregunta si Dios es de fiar? «Comencé este libro hace tres años, cuando empecé a darme cuenta de cómo, a menudo, en conversaciones espirituales, los problemas de las personas vuelven al tema de la confianza en Dios. Me parecía que todos tenemos problemas con la confianza y que muchas de nuestras dificultades en la vida espiritual están de algún modo ligadas a una falta de confianza en Dios. «Por otra parte, es admirable cómo la Biblia —tomemos, por ejemplo, el libro de los Salmos— insiste una y otra vez en la importancia de la confianza en Dios como núcleo de la vida espiritual. Dios quiere que se le tenga confianza, y casi nos implora que dependamos de Él incondicionalmente. No hay nada más difícil, ni importante para la vida cristiana. ¿Cuáles son algunos de los problemas de confianza en Dios? «Para escribir este libro junté

un equipo de investigadores que me ayudaron a entrevistar a centenares de personas de la calle sobre su confianza en Dios. «A veces estas dificultades provienen de una serie de traiciones que se pueden remontar hasta a la primera infancia. A las personas que se sienten defraudadas por sus padres, por ejemplo, muchas veces les cuesta confiar en Dios (que se presenta como ‘Padre’). Otros han experimentado la traición de sacerdotes, lo cual ha llagado profundamente sus relaciones con Dios y con la Iglesia. Otros llegan incluso a culparse a sí mismos, llegando a la conclusión de que no son dignos de la fidelidad ajena. Y cuando uno ha sufrido de esta manera en las relaciones interpersonales, resulta difícil que esto no influya después en sus relaciones con Dios. «Pero otros, en cambio, realmente se sienten defraudados por Dios mismo. En nuestras encuestas muchas personas afirmaron Thomas D. Williams, LC quePbro. habían dado a Dios su plena confianza, pero que les había fallado. Se fiaron de Él, pero Él no dio la medida». ¿Qué le dice a una persona que se siente traicionada por Dios? «Lo que no puedes hacer es predicar. Nadie quiere que le digas que se equivoca, que no es justo con Dios o que imagina el asunto. No se puede, y no sería constructivo. «Trato de hablar más como un compañero de camino que como un maestro. Todos hemos tenido que afrontar situaciones semejantes a éstas y tenemos que ayudarnos los unos a los otros para superar los obstáculos a la fe y la confianza.

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¿Hay caminos para superar nuestra desconfianza? «Creo que hay muchos. Dedico dos capítulos del libro a un tema que considero fundamental: el ajuste de nuestras expectativas de Dios. Estoy convencido de que muchas veces (aunque no siempre) nuestras experiencias de traición proceden de un malentendido fundamental: ¡esperamos que Dios cumpla promesas que nunca ha hecho, y en cambio no aprovechamos plenamente de las promesas que nos ha hecho! «Por ejemplo, Jesucristo jamás prometió que, si le seguimos, todo irá suavemente en nuestra vida. No prometió seguridad en el empleo, ni liquidez económica, ni perfecta salud, ni matrimonios ideales ni muchas otras cosas que quisiéramos tener. De hecho, lo que prometió Jesucristo a sus seguidores fue una parte de su cruz, todos los días». Así que ¿lo que tenemos que hacer es esperar menos para no ser decepcionados? «No, no. ¡Es exactamente lo opuesto! Las cosas que normalmente esperamos de Dios (y sobre las cuales nos enfadamos cuando no las recibimos) son bienes temporales, no eternos. Nos duele no tenerlas. Pero Dios no nos promete menos que esto, ¡sino mucho más! «Nos promete todo lo que necesitamos para llegar al Cielo. Promete que nunca nos exigirá más allá de lo que podemos dar. Promete estar siempre con nosotros y nunca dejarnos solos. Promete dar sentido y valor a todos nuestros sacrificios, labores, pruebas y luchas. Promete ser nuestro premio eterno». Zenit-El Observador

¿ES PLUTÓN UN PLANETA? POR REYNALDO HUERTA CERNA / director@ilalux.com

La controversia sobre si Plutón es planeta o no, había iniciado desde la fecha de su descubrimiento, una vez que se conocieron las dimensiones y las condiciones de su entorno. Hay que reconocer que desde su descubrimiento, Plutón fue, en el mundo de la astronomía, como un orgullo de Estados Unidos de América, y que este país con todo su poderío económico, influyó enormemente para que al “nuevo planeta” descubierto, se le respetase su jerarquía. El astrónomo que descubrió Plutón fue el americano Clyde Tombaugh. El tiempo corrió y tuvieron que pasar 76 largos años, en los que el mundo se acostumbró al nombre de Plutón, de tal manera que cuando en Praga, el 24 de agosto del 2006, durante la XXVI asamblea general de la UIA (Unión Astronómica Internaciónal, la cual es la máxima autoridad mundial en materia de la Ciencia Astronómica), se excluyó definitivamente a Plutón como planeta del sistema solar, degradándolo a “planetoide” que equivale en términos astronómicos a asteroide, todo mundo siguió llamando al ahora planetoide, con el nombre del mitológico dios. La decisión se tomó por unanimidad, y formalmente se reconoció el error de 1930; desde ese día el sistema solar quedó compuesto, solamente por 8 planetas formales. 19 planetas

En esa misma asamblea general, la UIA categorizó a otros 11 astros del sistema solar haciendo de ellos 2 grupos diferentes, a los cuales llamó: -Planetas enanos: Ceres, Plutón, Haumea, Makemake y Eris. -Planetas menores: Orcus, Ixión, TX300, Varuna, Quaoar y Sedna. Este es un orden de jerarquía de mayor a menor, y se dijo, incluso, que algunos “planetas menores” podrían ser ascendidos a “planetas enanos”, una vez que se conozcan exactamente las circunstancias de su realidad. Ateniéndonos a la definición básica de planeta, que dice que es todo aquel cuerpo que orbita, elípticamente al Sol, no importando su tamaño, De la misma manera, que es satélite todo cuerpo que orbita a los planetas, sin importar su tamaño, ni siquiera si es natural o artificial. Basándonos en esta premisas, estamos en condiciones de afirmar, que los planetas del Sol, no solo son 19, contando los formales, los enanos y los menores, sino millones, y seguramente que miles de millones, pues existen dos cinturones de asteroides, compuestos claro, de cuerpos mayores como Ceres en el cinturón interior, o Sedna en el cinturón exterior, llamado también de “Kuiper”, pero también, y sobre todo, compuestos por cuerpos menores cuyos diámetros oscilan entre unos cuantos metros y 900 kilómetros, sin contar las rocas pequeñas y las arenas. Por este motivo, la UIA ha hecho bien en definir 8 planetas formales, pero los otros grupos que reconoció francamente nos confunden.


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CONTEXTO ECLESIAL

18 de octubre de 2009, AÑO 15, No. 745

DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES

REFLEXIONES

LAS TORMENTAS DE

El Observador

«Vayan por todo el mundo» (Mc 16, 15-20) POR EL PADRE UMBERTO MARSICH, M.X. / umbertomarsich@hotmail.com

NUESTRA VIDA PORL EL P. NICOLÁS SCHWIZER

Hay en Palestina dos lagos. Uno, el Muerto, en permanente calma. No hay en él olas ni tempestades. El otro, el de Genesaret, cobra todos los años varias vidas humanas: la tempestad surge en él tremenda e inesperada, los vientos le sacuden, sus olas llegan a alcanzar varios metros. Pero los pescadores eligen este segundo lago. Porque en el Mar Muerto no se encuentra jamás una barca, ya que en él no hay rastro de vida. En el lago de Genesaret el riesgo es compensando con la abundancia de la pesca. Jesús también eligió para sus apóstoles el lago del riesgo y de la vida. Porque vida plena y fecunda incluye riesgo, cruz y fracaso. Por eso les anuncia sin rodeos: lucharán, sufrirán, serán azotados, morirán violentamente. Serán odiados por su nombre y les perseguirán de ciudad en ciudad. La barca es un antiguo símbolo de la iglesia. Y esta barca pasó, a lo largo de los siglos, por muchas tormentas que alternaron con tiempos de calma y tranquilidad. Y sabemos que estas tormentas no van a acabarse hasta el final de los tiempos. Algo semejante puede decirse también de los pueblos, familias, personas, de cada uno de nosotros. La barca de nuestra vida atraviesa muchas tormentas. Es inevitable. Pertenece a la existencia humana. Pensemos, por ejemplo, en las tormentas de la: + Vida familiar: problemas materiales, dificultades en el matrimonio, en la educación de los hijos + Vida profesional: falta de trabajo, cesantía, injusticias. + Vida religiosa: crisis y dudas de fe, desilusiones con sacerdotes, alejamiento de la Iglesia y de Dios. + Vida personal: limitaciones físicas o síquicas, enfermedades, tentaciones, enemistades, golpes del destino como la muerte de un ser querido. En estas tormentas de la vida los cristianos debemos distinguirnos de los demás. Sabemos que no estamos solos en nuestra barca de vida. Sabemos que Jesús nos acompaña aun cuando parezca no preocuparse por nosotros. La fe nos dice que Él vela por nosotros. Porque Él está comprometido, está metido dentro de la misma barca nuestra. Dios es fiel a su compromiso. Pero Dios puede estar como estuvo en la barca de Pedro, es decir, dormido (cfr. Mt 8, 23ss). Pedro trató de luchar solo contra la tempestad. Y cuando estuvo en el colmo de la angustia se acordó que estaba el Señor y lo despertó. A nosotros nos pasa así también: nos olvidamos que Él está, dejamos que se quede dormido. Queremos luchar solos y recién cuando estamos muy desesperados nos acordamos del pasajero que es el más importante. Dios es un Dios de la vida. Está presente permanentemente en nuestra vida. Y sobre todo está presente cuando más lo necesitamos: en medio de las tormentas. Sólo que en estos momentos es más difícil creer en su presencia, tal como les pasó a los apóstoles en medio del lago. Porque la fe no es aceptar artículos de fe: es creer en una persona, es creer en Jesucristo, es confiar en Él, es confiarse a Él. La fe es un acto personal, entre persona y persona, entre hombre y Dios. Es un acto de confianza, de entrega, de seguimiento total y sin límites. Y, por eso, el sentido de las tormentas en nuestra vida es: probar nuestra fe en una situación extrema; acercarnos más a Dios y poner en Él toda nuestra confianza. En la pedagogía del riesgo de Jesús la cruz y el sufrimiento son necesarios para el triunfo final. Queridos hermanos, pidamos al Señor que nos haga crecer en nuestra fe y nos regale una confianza heroica en medio de las tormentas de nuestra vida.

Foto: www.mg.org.mx

Después de la Resurrección.

Marcos finaliza su Evangelio con este texto, por cierto muy fragmentado, del envío misionero y de la Ascensión de Jesús. Significa que los discípulos, y la Iglesia en general, son llamados, como nuevo cuerpo de Jesús, a cristalizar su presencia y a continuar su misión: anunciar el Evangelio a todas las gentes, bautizarlas y construir el Reino de Dios. Que se trate de Jesús resucitado no hay dudas. En efecto, así se expresa el evangelista: “En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once”. El poder que tiene Jesús, de aparecer o desaparecer, indica la dotación de una ‘corporalidad’ inédita y diferente de la anterior, es decir, ‘gloriosa’. El cuerpo de Jesús, salido de la tumba, ya no está sometido a las leyes del espacio y del tiempo. Este tiempo, después de la Resurrección, permite a Jesús completar su obra y enseñanzas. Efectivamente, da la orden de ‘evangelizar’, ‘bautizar’ y crear condiciones de ‘bienestar corporal’, a través de ‘signos’ milagrosos: “Vayan por todo el mundo –les manda Jesús- y prediquen el evangelio a toda creatura”. Los milagros, que acompañan a los apóstoles, no son propiamente confirmación de la predicación, ni una parte del poder concedido al que anuncia el evangelio, sino que hay que entenderlos como signos de este ‘bienestar’ corporal del hombre, que no es ajeno al proyecto evangelizador de Jesús y, desde luego, de la Iglesia. La salvación, por cierto, o es de ‘todo el hombre’, simultáneamente cuerpo y espíritu, temporalidad y eternidad, o no lo es. En este marco de significados debemos apreciar mejor lo que nos dice el evangelio, dirigiéndose a ‘todos los que hayan creído’: “Arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”. El poder de la fe hace milagros: otorga la liberación de los males que, como demonios,

nos persiguen; da serenidad interior frente a los peligros de la vida humana y crea condiciones óptimas, para enfrentar, con la fortaleza que da el Espíritu, las enfermedades del cuerpo y del alma. Vayan por todo el mundo.

Por ese ‘envío’ los discípulos se transforman en ‘apóstoles’. Además, el mandato del Señor tumba barreras y supera confines étnicos y culturales. Ya no se trata de predicar en tierra de los judíos, sino ‘por todo el mundo’. La misión apostólica hereda espacios universalistas, es decir, todos los rincones de la tierra. Desde este momento, la Iglesia asume su nueva identidad esencial, o sea, la de ser ‘misionera’. Dejar de serlo sería traición del mandato divino del Señor, cuyo objetivo principal sigue siendo la ‘evangelización’. Esta consiste en dar a conocer la rica enseñanza de Jesús, su misterio pascual de Redención y la convocación final en su Reino de vida plena y de amor eterno. Señal de inserción en la vida nueva de Dios, adquirida por Cristo, y en su Iglesia, comunidad de salvación, es el bautismo. Por esta razón Jesús, al enviar en misión a sus apóstoles, les dice: “El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado”. Debemos reconocer, en estas palabras insistentes de Jesús, el valor salvador de dos realidades: el bautismo y la necesidad de la fe. En efecto, el rechazo de la fe en Él puede ser causa de exclusión de la salvación. El Señor Jesús subió al cielo.

“El Señor Jesús, después de hablarles, -nos dice el evangelista Marcos- subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre”. Son los últimos versículos del evangelio de Marcos. En los tres verbos de este texto evangélico, Marcos resume su propia fe en Jesús, reconociéndole como hijo de Dios, exaltado por encima de todo y sentado como un igual a Dios a la derecha del Padre, o sea, en el puesto de honor que le corresponde. Así, pro-

clama que Jesús es el Hijo de Dios, el Predilecto del Padre y el hombre al cual Dios ha exaltado y ha sentado a su derecha. La ‘subida’ al cielo ratifica el acontecimiento de la Ascensión de Jesús al lugar de donde había salido y a la apropiación de la identidad que le correspondía desde toda la eternidad. Para el Señor, su Ascensión y retorno al Padre, son el final de una etapa y comienzo de otra definitiva. En el intermedio, entre su partida y el retorno final, será la Iglesia la encargada de darle visibilidad y continuidad al llamado de Cristo. Jesús, quien en la tierra fue ‘misionero’ del Padre, hace ahora a la Iglesia misionera de Él mismo. Los apóstoles, llenos de Espíritu Santo, recibido el mismo día del envío, cumplieron con cabalidad la misión. El texto del evangelio así lo documenta: “Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes”. Conclusión.

La experiencia misionera de los Apóstoles, descrita en la parte final del Evangelio de Marcos, y a lo largo del libro de ‘los Hechos’, pide ser también nuestra. Lo que nos motiva, para ello, es la pertenencia ‘eclesial’. Desde el día de nuestro Bautismo, en efecto, hemos sido incorporados en ella y, desde entonces, hemos heredado la misma misión. El ser misioneros o misioneras, entonces, no pertenece al mundo de las opciones posibles y dejadas a la libertad de cada quien, sino que resulta ser una obligación moral, de la que no podemos eximirnos, si queremos permanecer fieles a nuestra identidad y vocación cristiana. Que cada quien, por tanto, saque sus conclusiones delante del Señor, misionero del Padre, enviado para evangelizar al mundo entero. Nos urge, ciertamente, rezar así: “Para que nosotros y los miembros de nuestras comunidades consideremos, como parte integrante de nuestra fe, la solicitud apostólica de transmitir la luz y la alegría del Evangelio al mundo no creyente”.


El Observador

ALACENA 13

18 de octubre de 2009, AÑO 15, No. 745

«Las naciones SAN RAFAEL ARNÁIZ: GLORIFICACIÓN DEL caminarán en su Luz» LA «FRUSTRADO» Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Misionera Mundial que se celebra hoy 18 de octubre

Ofrecemos un extracto del mensaje que el vicario de Jesucristo ha escrito para la LXXXIII Jornada Misionera Mundial, que se celebra este domingo 18 de octubre, bajo el tema: «Las naciones caminarán en su luz»: «Objetivo de la misión de la Iglesia es, en efecto, iluminar con la luz del Evangelio a todos los pueblos en su camino histórico hacia Dios, para que en Él tengan su realización plena y su cumplimiento. (...) Es en esta perspectiva que los discípulos de Cristo dispersos por todo el mundo trabajan, se esfuerzan, gimen bajo el peso de los sufrimientos y donan la vida. Reafirmo con fuerza lo que ha sido varias veces dicho por mis venerados predecesores: la Iglesia no actúa para extender su poder o afirmar su dominio, sino para llevar a todos a Cristo, salvación del mundo. Nosotros no pedimos sino

La Iglesia universal, sin confines y sin fronteras, se siente responsable del anuncio del Evangelio a pueblos enteros. el ponernos al servicio de la humanidad, especialmente de aquella más sufriente y marginada, porque creemos que el esfuerzo orientado al anuncio del Evangelio a los hombres de nuestro tiempo... es sin duda alguna un servicio que se presenta a la comunidad cristiana e incluso a toda la humanidad». Contagiar la esperanza

«La humanidad entera tiene la vocación radical de regresar a su fuente, que es Dios, el único en Quien encontrará su realización final mediante la restauración de todas las cosas en Cristo. (...) El nuevo inicio ya comenzó con la resurrección y exaltación de Cristo, que atrae a sí todas las cosas, las renueva, las hace partícipes del eterno gozo de Dios. (...) La misión de la Iglesia es la de «contagiar» de esperanza a todos los pueblos. Para esto Cristo llama, justifica, santifica y envía a sus discípulos a anunciar el Reino de Dios, para que todas las naciones lleguen a ser Pueblo de Dios. «La Iglesia universal, sin confines y sin fronteras, se siente responsable del anuncio del Evangelio a pueblos enteros. (...) Su misión y su servicio no son a la medida de las necesidades materiales o incluso espirituales que se agotan en el marco de la existencia temporal, sino de una salvación trascendente, que se actúa en el Reino de Dios. Este Reino, aun siendo en su plenitud escatológica y no de este mundo, es también en

este mundo y en su historia fuerza de justicia, de paz, de verdadera libertad y de respeto de la dignidad de cada hombre. La Iglesia busca transformar el mundo con la proclamación del Evangelio del amor. (...) Es a esta misión y servicio que, con este mensaje, llamo a participar a todos los miembros e instituciones de la Iglesia». Renovar el compromiso de anunciar el Evangelio

«Es necesario, por lo tanto, renovar el compromiso de anunciar el Evangelio, que es fermento de libertad y de progreso, de fraternidad, de unidad y de paz. Deseo ‘confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia’, tarea y misión que los amplios y profundos cambios de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Está en juego la salvación eterna de las personas, el fin y la realización misma de la historia humana y del universo. «En esta Jornada dedicada a las misiones recuerdo en la oración a quienes han hecho de su vida una exclusiva consagración a la labor de evangelización. Menciono en modo particular a aquellas Iglesias locales, y a aquellos misioneros y misioneras que testimonian y difunden el Reino de Dios en situaciones de persecución, con formas de opresión que van desde la discriminación social hasta la cárcel, la tortura y la muerte. No son pocos los que actualmente mueren a causa de su Nombre. «La Iglesia sigue el mismo camino y sufre la misma suerte que Cristo, porque no actúa según una lógica humana o contando con las razones de la fuerza, sino siguiendo la vía de la Cruz y haciéndose, en obediencia filial al Padre, testigo y compañera de viaje de esta humanidad. «A las Iglesias antiguas como a las de reciente fundación les recuerdo que han sido colocadas por el Señor como sal de la tierra y luz del mundo, llamadas a difundir a Cristo, Luz de las gentes, hasta los extremos confines de la tierra. La missio ad gentes debe constituir la prioridad de sus planes pastorales. «A las Obras Misioneras Pontificias dirijo mi agradecimiento y mi aliento por el indispensable trabajo de animación, formación misionera y ayuda económica a las jóvenes Iglesias». Hacer creíble la comunión

«El empuje misionero ha sido siempre signo de vitalidad de nuestras Iglesias. (...) Pido por lo tanto a todos los católicos que recen al Espíritu Santo para que aumente en la Iglesia la pasión por la misión de difundir el Reino de Dios, y que sostenga a los misioneros, las misioneras y las comunidades cristianas comprometidas en primera línea en esta misión, a veces en ambientes hostiles de persecución. «Al mismo tiempo, invito a todos a ofrecer un signo creíble de comunión entre las Iglesias, con una ayuda económica, especialmente en la fase de crisis que está atravesando la humanidad, para que las Iglesias locales puedan iluminar a las gentes con el Evangelio de la caridad».

POR JOSÉ IGNACIO MUNILLA, OBISPO DE PALENCIA, ESPAÑA

El pasado domingo 11 de octubre una numerosa peregrinación de la diócesis de Palencia se dio cita en el incomparable marco de la plaza de San Pedro en el Vaticano, dando gloria a Dios por la obra buena que ha realizado en cinco nuevos santos, entre los que se encuentra quien desde ese día es invocado como san Rafael Arnáiz. Los escritos del hermano Rafael ya están publicados en la mayoría de las lenguas modernas, y están siendo traducidos a numerosas lenguas orientales. El hermano Rafael tiene la virtud de expresar la más honda vivencia mística, con una frescura y cercanía de lenguaje que la hace fácilmente trasladable y aplicable a nuestra propia vida. Pues bien, la «historia» del hermano Rafael, así como el «modelo» de vida cristiana que nos ofrece, están condicionados en gran medida por una grave enfermedad (la diabetes sacarina), que «frustró» en gran manera sus planes y sus proyectos. Su salud no le permitió asumir la vida ordinaria del monje trapense, teniendo que resignarse a llevar un régimen de vida distinto, a tener que abandonar con frecuencia el monasterio, a ser una carga para sus compañeros e, incluso, al sufrimiento ante la posibilidad de que la enfermedad fuera un impedimento para su propia vocación. Entresaco de sus escritos, un pasaje muy significativo, en el que el hermano Rafael nos abre su alma: «Había una vez un ‘tonto de circo’ que cada vez que entraba en la ‘pista’ se caía..., iba de aquí para allá, arrastrando sus enormes zapatos y con grandes esfuerzos lograba arreglar la esquina de la alfombra. Cuando ya creía que estaba bien, tropezaba en ella..., la volvía a arrugar y se caía...; sudaba...; su trabajo consistía en sacar una silla... Para ello se remangaba, se secaba el sudor de la frente con un enorme pañuelo, y como si arrastrara un enorme peso, sacaba a la pista la silla y, por último, se sentaba en ella. Todos se reían de él al ver lo orgulloso que se retiraba, creyendo que había ayudado a los demás a preparar los aparatos, alfombras y demás enseres que los artistas necesitaban para su trabajo. «Yo conozco a un trapense que en la Trapa hace igual que el ‘tonto del circo’: toda su actuación se reduce a un ‘hacer que hacemos’, arrastrando los pies y secándose el sudor. «Este pobre hombre hace reír a los ángeles que contemplan desde el cielo el espectáculo del mundo y, aunque no hace los arriesgados trabajos de los demás artistas, ni da ‘saltos mortales’, ni ejercicios de fuerza, o ‘volteretas en el trapecio’..., ¿qué más da? ¡Si no sabe más que desarrugar las alfombras y con ello se gana los aplausos de los ángeles!...».

Una de las grandes enseñanzas de la vida del hermano Rafael es ésta: la santidad no debe de confundirse con el perfeccionismo. Este último, el perfeccionismo, se caracteriza por centrar todos los esfuerzos en la materialidad de nuestras obras, de forma que las podamos culminar correctamente, sin error ni fallo alguno… Sin embargo, la santidad no consiste tanto en la perfección material, cuanto en la aceptación y en el ofrecimiento, por amor de Dios, de nuestros esfuerzos y de nuestros pequeños «logros», así como de nuestras limitaciones y errores. A lo largo de los escasos años en los que el joven Rafael permaneció en la Trapa de Dueñas, tuvo que ir desprendiéndose —en un claro ejercicio de purificación pasiva— de sus planes, proyectos, propósitos… Rafael soñó al ingresar en la Trapa con llegar a ser un monje perfecto; pero, finalmente, Dios le concedió ser… ¡un monje santo! Otro aspecto muy característico de la espiritualidad del hermano Rafael es su sentido del humor, vivido incluso en momentos trágicos de su vida, como expresión de una admirable confianza y abandono en las manos del «sólo Dios». Rafael nos enseña que cuando nos empapamos del amor infinito de Dios, entonces somos capaces de reírnos de nuestros agobios, de nuestras preocupaciones y de nuestro propio «yo». Pero no olvidemos que la alegría del hermano Rafael, aun naciendo de su confianza en Dios, requiere de un ejercicio ascético constante y firme. Mantener el sentido del humor en medio de las cruces de la vida tiene el precio de mortificar nuestras melancolías, relativizar nuestras decepciones, pasar por alto los desprecios que podamos sufrir, y elevar nuestros corazones. La alegría y el sentido del humor del hermano Rafael son la penitencia más agradable a los ojos de Dios.


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JÓVENES

18 de octubre de 2009, AÑO 15, No. 745

Crucigrama

El Observador

CURSO DE ECONOMÍA BÁSICA PARA JÓVENES

La economía con vacas (II) Cada país tiene su modo de aplicarla Economía a la estadounidense.- Tienes dos vacas. Vendes una y con el dinero repartes dividendos para elevar artificialmente el valor de la acción. Fuerzas a la otra vaca a producir la leche de cuatro vacas. Te sorprendes cuando la pobre muere extenuada. Robas las vacas de alguien más pobre y débil y repites la jugada. Economía a la china.- Tienes dos vacas. Tienes 300 personas ordeñándolas. Afirmas tener pleno empleo y alta productividad bovina. Arrestas al reportero que publica la verdadera situación. Economía a la iraquí.- Todos piensan que tienes dos vacas. Les dices que no tienes ninguna. Nadie te cree, así que te bombardean e invaden. Igual sigues sin tener ni una vaca, pero por lo menos ahora ya eres parte de una «democracia». Economía a la japonesa.- Tienes dos vacas. Las rediseñas para que tengan la décima parte de su tamaño y produzcan veinte veces más leche. Entonces creas una serie de dibujos animados llamada “Vakemon” y vendes a todo el mundo ambas cosas. nidad israelita establecida en la región que correspondía, más o menos, al antiguo Reino de Judá. 9. Marca que se grababa en el cuerpo de los siervos, soldados y adoradores de dioses para distinguirlos. 11. Heroína del libro del AT del mismo nombre. 14. Perseguidor del justo, el que no hace penitencia y no obtendrá el perdón de Dios. 16. El libro del AT que cuenta la historia de un hombre, para enfrentar, principalmente, el tema de la religión mercantilista, según la cual Dios recompensaría el bien con el bien y el mal con el mal. SOLUCIÓN:

Horizontales: 1) GOLGOTA. 6) HABACUC. 9) EXEQUIAS. 10) FELIPE. 12) ENTRAÑAS. 13) EXTREMAUNCIÓN. 15) EFESIOS. 17) ÍDOLO. 18) HOREB.

VERTICALES 1. Nombre por el que se designa a un ángel que por primera vez aparece en Dan. 9, 21; y posteriormente anuncia a Zacarías el nacimiento de Juan el Bautista (Lc 1, 19-26). 2. Palabra hebrea que significa viviente. Representa a la hembra humana creada por Dios en Gen. 2, 22. 3. Literalmente, segunda vía, o copia, de la LEY (alusión a Dt 17, 18). 4. (También se escribe Gilead). Nombre de un monte, y sus alrededores, al occidente del río Jordán. 5. Cristianos a los que San Pablo les escribe una de sus grandes cartas apostólicas, desde Efeso. Empieza con G. 7. Término acuñado por los apóstoles tras la resurrección de Jesús, como abreviatura y unión de las dos entidades de Jesús de Nazaret. 8. Después del destierro, nombre dado a un miembro de la comu-

Verticales: 1) GABRIEL. 2) EVA. 3) DEUTERONOMIO. 4) GALAAD. 5) GÁLATAS. 7) JESUCRISTO. 8) JUDIO. 9) ESTIGMA. 11) ESTHER. 14) IMPÍO. 16) JOB.

HORIZONTALES 1. También llamado Monte de la Calavera o Calvario. 6. Profeta que pronuncia sus oráculos entre los años 605-600 a. C. Empieza con H. 9. Funerales rodeados de gran boato que se celebraban con grandes muestras de dolor. 10. Del griego FILOS-IPPOS >FILIPPOS=Amigo de caballos, apóstol de Jesús (Mc 3, 18). 12. Vísceras. Los hebreos consideraban que en ellas radicaban los afectos y sentimientos y significaban lo que para nosotros el corazón. 13. Sacramento con que se unge a los enfermos terminales para su purificación. 15. Habitantes de la ciudad de Éfeso. 17. Imagen considerada como dios, cuando en realidad no pasa de ser un objeto hecho por manos humanas. 18. Nombre que el pueblo del norte daba al monte Sinaí (1 Re 17, 1).

http://www.evangelizando.cjb.net

ABCdario cristiano A-laba a Dios en cada circunstancia de la vida. B-usca la excelencia, no la perfección. C-uenta tus bendiciones en vez de sumar tus penas. D-evuelve todo lo que tomes prestado. E-ncomienda al menos a tres personas a Dios y a la Virgen cada día F-íate de Dios de todo corazón y no confíes en tu propia inteligencia. G-ózate con los que se gozan y llora con los que lloran. H-az nuevos amigos, pero aprecia a los que ya tienes. I-nvita a Cristo a ser tu Señor y Salvador. J-amás pierdas una oportunidad de expresar amor. L-ee tu Biblia y ora cada día. M-antente alerta a las necesidades de tu prójimo. N-o culpes a los demás por tus infortunios. O-lvida las ofensas y perdona, así como Dios te perdona . P-romete todo lo que quieras; pero cumple todo lo que prometes. Q-ue se te conozca como a una persona en quien se puede confiar. R-econoce que no eres infalible, discúlpate por tus errores y confiésate. S-é la persona más amable y entusiasta que conoces. T-rata a todos como quisieras que te traten. Ú-nete al ejército de los agradecidos. V-ístete de misericordia, humildad y paciencia. Y no te olvides de soportar a los demás como a ti te soportan. Z-áfate de las garras seductoras de Satanás. Fuente:Motivaciones.org

Economía a la hindú.- Tienes dos vacas. Las adoras. Economía a la suiza.- Tienes cinco mil vacas, ninguna de las cuales te pertenece. Les cobras a otros por guardárselas, y por no decirle a Hacienda que son suyas. Economía a la alemana.- Tienes dos vacas. Haces una re-ingeniería de las vacas para que vivan cien años, coman una vez al mes y se ordeñen ellas mismas. Economía a la francesa.- Tienes dos vacas. Te pones en huelga porque quieres tres. Economía a la inglesa.- Tienes dos vacas. Las dos están locas.

Humor Humor Humor Humor Cómo interpretar una promoción hotelera Donde dice: «Habitaciones aireadas» debería decir: «No hay aire acondicionado». Donde dice: «Habitaciones espaciosas» debería decir: «Habitaciones casi sin amueblar». Donde dice: «Lejos del camino trillado» debería decir: «La gente ya no viene aquí». Donde dice: «Verano luminoso» debería decir: «No hay electricidad». Donde dice: «Paisaje por descubrir» debería decir: «No vale la pena descubrirlo». Donde dice: «Armonía con la naturaleza» debería decir: «No hay retretes». Donde dice: «Cocina selecta» debería decir: «Menú limitado». Donde dice: «Anclado en el tiempo» debería decir: «Viejo y polvoriento». Donde dice: «Clima constante» debería decir: «Siempre llueve». Donde dice: «Todos los gastos pagados» debería decir: «Pago por adelantado». Anónimo


El Observador

NIÑOS

18 de octubre de 2009, AÑO 15, No. 745

El DOMUND y las misiones

Colorea el dibujo y completa las frases:

Este domingo la Iglesia universal celebra el DOMUND, que significa «Dumingo Mundial de las Misiones». De hecho, todo octubre se considera el mes misionero, y el primer día de este mes se celebra cada año la fiesta de santa Teresita del Niño Jesús, que es patrona de las misiones a pesar de que ella vivía en un convento de clausura (significa que nunca salía de ahí y que nunca fue a tierras de misión), pero intercedía con su oración por todos los misioneros del mundo. Pero, entonces, ¿quiénes son los misioneros? Son los enviados por Jesús para dar la Buena Noticia. ¿Cuál es la Buena Noticia? La Buena Noticia o Evangelio es: - Que Dios nos ama. - Que Jesucristo murió en la cruz para salvarnos y que resucitó. - Que el Señor quiere que todos los hombres seamos hermanos. ¿Qué más hacen los misioneros? Además de llevar a Jesucristo hasta los últimos rincones del mundo, que es lo más importante de todo, también: - Atienden a los enfermos. - Dan de comer a los hambrientos. - Enseñan a leer y escribir. - Instruyen a los pobres para que aprendan oficios y así tengan una ocupación que les ayude a ganarse la vida.

envía a los

¿Cómo van los misioneros a su misión? - Van contentos y muy rápidos. - Dejan muchas cosas: comodidades, familia, y van donde más los necesitan. - Pero hacen con alegría esta misión porque quieren a Dios y a los hombres. ¿Quiénes necesitan de los misioneros? - Todos los hombres, - pero especialmente los pobres, los necesitados, los que no conocen a Jesús. - Los que están en países muy lejanos, - pero también los que están a nuestro alrededor porque hay muchas personas necesitadas del encuentro con Dios y de toda clase de ayuda. ¿Nosotros podemos ser misoneros? Siempre, todos los días: - cuando ayudamos a los que necesitan ayuda o cariño, - cuando somos amables con todos, - cuando hablamos con Dios y le pedimos por las misiones, - cuando damos limosna.

necesitan que los misioneros

Nosotros también podemos ser misoneros cuando

Misión

Jesús, Tú has sido y eres el mejor amigo de los niños. Tú confías en nosotros, nos das a conocer la grandeza de tu Reino y nos enseñas a llamar Padre a Dios. Señor, Ayúdame a sentir

el amor de Dios Padre que Tú mostraste al mundo. Enséñame a ser como Tú, misionero de la paz, del perdón, de la fraternidad y del amor gratuito. Abre mi corazón a los niños que sufren. Yo también quiero ayudarte a construir un mundo mejor...

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NIÑOS

18 de octubre de 2009, AÑO 15, No. 745

Arma esta alcancía para cooperar con las misiones. Pega sobre una cartulina, recorta y dobla por las líneas punteadas. Te quedará con forma de casita. Pega encima de las lengüetas. Haz una ranura arriba, de manera que quepa una moneda. No importa cuanto te tardes en juntar un poco de dinero (puede ser un año, si quieres). Lo importante es que te sacrifiques un poco para que Jesús pueda ser conocido por todos los niños del mundo. Cuando tu alcancía esté llena, entrégasela a tu párroco, y él sabrá hacer llegar este dinero a los misioneros. Y Jesús estará muy contento.

COMPROMISO: Todos los días de este mes rezaré de manera especial por todos los niños que aún no conocen a Jesús.

El Observador


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