El Observador
17 de enero de 2010 AÑO 15 No. 758 $8.00 Fundado en 1995
DE LA ACTUALIDAD
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«La música es, sobre todo, un don de Dios»: Andrea Bocelli
PÓRTICO
NO ES; NO SON POR JAIME SEPTIÉN / jaimeseptien@gmail.com
Para el tenor italiano invidente Andrea Bocelli —que se declara profundo creyente—, la grandeza de la música es que «sabe ser oración, pero también terapia»; por eso quiere seguir cantando música sacra (P. 14)
Siguen injusticias contra indígenas encarceladas. El Observador denuncia.
P. 6
SOBRE LA MARCHA Para los que dicen que la Iglesia católica «no tiene futuro», les informo que se equivocan. En el siglo XX, siglo de brutales persecuciones, el catolicismo creció 433 por ciento. En la primera década del siglo XXI, de mil 50 millones pasamos a mil 200 millones. Cada hora se bautizan mil 712 personas. Cada minuto 28 nuevos bautizados ingresan a la Iglesia. Que no me vengan con el cuento de la decadencia. Cristo triunfa. Y triunfa en serio. Santiago Norte
Periodismo Católico
Hay dos cosas que no se pueden aceptar en la nueva ley que permite la unión de personas del mismo sexo en el Distrito Federal. Una, que se le llame «matrimonio». Dos, que se permita la adopción. Por supuesto, los católicos respetamos la libertad individual y de elección de las personas homosexuales. No somos quiénes para calificar o enjuiciar su decisión subjetiva de elegir una preferencia homosexual a una heterosexual. Es una decisión privada. Pero cuando trasciende a lo público —es decir, cuando se pretende que una decisión privada se convierta en ley y se equipare a los ordenaUna unión formal mientos jurídicos que dan certidumbre a la fa- entre personas milia— es cuando no podemos estar de del mismo sexo acuerdo. Las relaciones jamás será un humanas necesitan un criterio objetivo para ser matrimonio reguladas, una verdad que esté por encima de todos y que sea por el bien de todos. Si vamos a legislar por «verdades fragmentarias», es decir, si para cada decisión personal o subjetiva vamos a tener que modificar una ley pública y objetiva, nuestra sociedad va a ser un caos. Estamos premiando al individualismo sobre el bien común, y a eso se le llama anarquía. Nadie debe juzgar, discriminar, violentar a los homosexuales en su decisión personal. Pero esa tolerancia a la libertad individual tiene el límite de la buena convivencia colectiva, que está por encima de todos y nos debe regular a todos. El matrimonio heterosexual, regulado por la ley específicamente creada para él, es la fórmula que ha encontrado la humanidad para poder defender a los niños, a los más débiles, a nuestra esperanza de un mejor futuro y a la familia. Finalmente, «matrimonio» viene del latín que quiere decir «oficio de la madre». Y el oficio de la madre es ser el vehículo de la vida, que necesita el concurso de un padre. Y es la única manera de que los hijos tengan el cuidado que necesitan y el respeto que exige su libertad y su dignidad personal. La Iglesia, con palabras del cardenal Norberto Rivera Carrera, sostiene que «una unión formal entre personas del mismo sexo, será todo pero jamás un matrimonio; no existe fundamento racional o ético para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia». Pueden enojarse lo que quieran los postulantes de este asunto. No es matrimonio. Y los huerfanitos no son mascotas.