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28 de marzo de 2010 AÑO 15 No. 768 $8.00 Fundado en 1995
DE LA ACTUALIDAD
Poema a Cristo en la Cruz ¿Quién es aquel Caballero herido por tantas partes, que está de expirar tan cerca, y no le socorre nadie?
Alma, mirad cómo Cristo, para partirse a su Padre, viendo que a su Madre deja, le dice palabras tales:
¾ PÓRTICO
«Jesús Nazareno» dice aquel rétulo notable. ¡Ay Dios, que tan dulce nombre no promete muerte infame!
«Mujer, ves ahí a tu hijo», y a Juan: «Ves ahí tu Madre». Juan queda en lugar de Cristo, ¡ay Dios, qué favor tan grande!
NECESARIAS
Después del nombre y la patria, Rey dice más adelante; pues si es Rey, ¿cuándo de espinas han usado coronarse?
Viendo, pues, Jesús que todo ya comenzaba a acabarse, «Sed tengo», dijo, que tiene sed de que el hombre se salve.
Dos cetros tiene en las manos, mas nunca he visto que claven a los reyes en los cetros los vasallos desleales.
Corrió un hombre y puso luego a sus labios celestiales en una caña una esponja llena de hiel y vinagre.
Unos dicen que si es Rey, de la cruz descienda y baje; y otros, que salvando a muchos, a sí no puede salvarse.
¿En la boca de Jesús pones hiel?, hombre, ¿qué haces? Mira que por ese cielo de Dios las palabras salen.
De luto se cubre el cielo, y el sol de sangriento esmalte, o padece Dios, o el mundo se disuelve y se deshace.
Advierte que en ella puso con sus pechos virginales una Ave su blanca leche a cuya dulzura sabe.
Al pie de la cruz, María está en dolor constante, mirando al Sol que se pone entre arreboles de sangre.
Alma, sus labios divinos, cuando vamos a rogarle, ¿cómo con vinagre y hiel darán respuesta süave?
Con ella su amado primo haciendo sus ojos mares, Cristo los pone en los dos, más tierno porque se parte.
Dulcísimo Cristo mío, aunque esos labios se bañen en hiel de mis graves culpas, Dios sois, como Dios habladme.
¡Oh, lo que sienten los tres! Juan, como primo y amante, como Madre la de Dios, y lo que Dios, Dios lo sabe.
Habladme, dulce Jesús, antes que la lengua os falte, no os desciendan de la cruz sin hablarme y perdonarme.
PALABRAS
POR JAIME SEPTIÉN / jaimeseptien@gmail.com
Autor del poema: Félix Lope de Vega (1562-1635)
ESPECIAL
La Cruz de Cristo San Pablo desenmascara a los evangelizadores que no se apoyan en la Cruz de Cristo ............................ p. 3 Queremos ver la Cruz en las tumbas y en las cimas de los montes, pero antes no era así .................................... p. 4 Las reliquias de la Cruz son auténticas ...................... p. 5 Hacer la señal de la cruz es una manera de confesar nuestra fe .................................................................. p. 7 Resuelve tus dudas: ¿Que Cristo murió en un palo? ¿La cruz invertida es satánica? ¿Por qué hablar de «adoración» de la Cruz? ........................................... p. 8 Tres anécdotas de la Cruz para leer en familia ......... p. 8 No hay nada en la Cruz que merzca ser reverenciado, afirman muchos protestantes .................................... p. 9
Periodismo Católico
La carta del Papa Benedicto XVI a la Iglesia de Irlanda hará historia. Por varias razones, principalmente, por la valentía de un pontífice que —por amor— se ha atrevido a decir las cosas por su nombre. En la hora de la verdad, Benedicto XVI no duda un segundo en afirmar que los actos cometidos por algunos sacerdotes en Irlanda son crímenes abominables, ante Dios y ante los hombres. Así, sin rodeos, directo, contundente. Y señala que en Irlanda, Esta carta a como en muchos otros lugares del mundo, se ha con- la Iglesia de fundido el celo por proteger Irlanda es el buen nombre de la Iglesia con la complicidad con los histórica criminales que, abusando de su posición, han traicionado a Cristo. Deben responder, dice el Papa, en los tribunales civiles y en el Tribunal Supremo. Más les hubiera valido atarse al cuello una piedra de molino... Muchos pecadores sentimos un regusto amargo, pero, a la vez, feliz de que existan «otros» más malos que nosotros. Y caemos en la tentación de apuntar con el dedo a quienes abusaron de los niños como descargando en ellos nuestras horribles culpas, quizá en otros ámbitos menos perversos pero no menos dolorosas al corazón de la Iglesia. Nuestras culpas en el amor quedan «saldadas» cuando aparecen estos pecadores, y a ellos les colgamos el cartel de únicos culpables de que la Palabra de Dios no ilumine nuestro tiempo. ¡Insensatos! El Papa nos habla con la vehemencia de padre y pastor a cada uno de los hijos de la Iglesia. Nos pide, con lágrimas abundantes, una recuperación de la pureza, del asombro ante el milagro de la vida, del respeto a la dignidad del otro, en fin, nos exige que sepamos unir —como el artista— la belleza de una obra con el bien y con la verdad. Y eso es el amor al prójimo: el amor al pecador y el odio al pecado (lo que tanto trabajo nos cuesta comprender, pero que constituye el núcleo duro del mensaje cristiano). Esta carta pasará a formar parte del legado de la Iglesia a la sociedad humana. Como el mea culpa de Juan Pablo II en el año 2000. La Iglesia llora las faltas de sus hijos. Por eso, nada más por eso, la Iglesia es cada día más grande, más bella, más poderosa: la humildad la hace invencible.