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El Observador
11 de abril de 2010 AÑO 15 No. 770 $8.00 Fundado en 1995
DE LA ACTUALIDAD
Siete pecados y una reforma para todos POR JORGE E. TRASLOSHEROS
El Papa Benedicto XVI está decidido a reformar la Iglesia a partir de su purificación en la verdad. En su carta pastoral a la Iglesia de Irlanda señala los principales errores que se cometieron y confirma el diagnóstico que en su momento se elaboró en el caso de Estados Unidos.
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El abandono de la víctima «cuya confianza fue traicionada y su dignidad violada» y el consecuente encubrimiento de los criminales que «deben responder ante Dios y ante los tribunales debidamente constituidos».
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Una preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia y por evitar el escándalo. Procedimientos y criterios equivocados para la selección de candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa. Insuficiente formación humana, moral e intelectual en los seminarios y noviciados.
La facilidad con que personas de la vida religiosa y sacerdotes adoptaron formas de pensamiento y juicios de la realidad secular sin referencia suficiente al Evangelio, por lo que aplicaron de manera equivocada el programa de renovación del Concilio Vaticano II. Esto es que se confundió el diálogo con la sociedad y la apertura al mundo, con la disolución de la identidad cristiana y el olvido del Evangelio y sus exigencias.
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La falta de aplicación del Derecho Canónico y la salvaguarda de la dignidad de cada persona. La milenaria tradición canónica siempre ha considerado el abuso de menores como uno de los crímenes más graves que se puedan cometer, junto con aquellos que atentan contra los sacramentos de la Eucaristía y la Confesión. La lucha de la Iglesia contra la paidofilia practicada en la Roma pagana es parte de esta historia. Este principio fue reafirmado, por citar sólo tres ejemplos del último siglo, en 1922 en la instrucción Crimen sollicitationis, reafirmada en 1962, en 2001 con el motu proprio de Juan Pablo II Sacramentorum sanctitatis tutela y, del mismo año, la instrucción de aplicación dada por Ratzinger.
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El abandono de la relación cotidiana y personal con Dios que sustenta y fortalece la fe, la esperanza y la caridad, vivida a través de las prácticas sacramentales y devocionales, la oración y el rezo diario, los retiros espirituales, la liturgia. Esta serie de errores, en palabras del Papa, tuvieron «consecuencias trágicas para la vida de las víctimas y sus familias y han oscurecido la luz del Evangelio como no lo habían hecho siglos de persecución» contra la Iglesia en Irlanda, siglos de dificultades que la hicieron fuerte y ejemplar. Si observamos con cuidado, con excepción del primero, que es específico al caso de los abusos perpetrados contra menores de edad, los demás errores han estado presentes en las confusiones que han sufrido algunos miembros de la Iglesia —clero, religiosos y laicos por igual— en los últimos cuarenta años, provocando acciones pastorales equivocadas y errores teológicos graves. La reforma de la Iglesia emprendida por el Papa no empieza como reacción al problema de quienes, escondidos cobardemente en las sotanas, se dedican a delinquir, ni tampoco se limita a este problema. La reforma es mucho más amplia: está en sintonía con el concilio Vaticano II, y ahora más que nunca está plenamente justificada.
La doctrina social cristiana Los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia .................................. p. 5 Corrupción, asunto de todos ......... p. 5 ¿Son afines el capitalismo y el cristianismo? ................................. p. 6 ¿Una economía para el hombre o un hombre para la economía? .......... p. 6 El Papa a los empresarios: la ética es la solución a la crisis .......................... p. 7 Los cuatro pilares de la doctrina social cristiana ......................................... p. 7
Periodismo Católico
¾ PÓRTICO
DEMOLER LO
SAGRADO
POR JAIME SEPTIÉN / jaimeseptien@gmail.com
La radiografía de los ataques brutales a la Iglesia, por los casos de pedofilia de algunos religiosos, sobre todo en Alemania (infames, sí, pero inflados de una manera exorbitante por los medios de comunicación), da como resultado, en la opinión de gran cantidad de católicos, el esqueleto de un enfermo terminal. Nada más alejado de la realidad. Ninguna otra institución goza de la salud de la Iglesia católica. Y eso que tiene dos mil años de existencia. Lejos de disminuir, el número de católicos aumenta. Mil veces se ha querido echar la fe a los perros. Y mil veces han sido los perros los que han muerto. La «cruzada» emprendida por periódicos y revistas, canales de TV y noticiarios radiofónicos de aquí y de allá, tiene como meta demoler el último bastión de lo sagrado con el que cuenta el hombre de hoy. Pero se va a estrellar contra el mismo muro, pues cada ocasión que han sobrevenido estas marejadas en su contra, la Iglesia se purifica, reanuda su marcha, abraza la santidad como camino de «venganza» contra el dedo acusador de los que quieren verla en ruinas. Se agranda y se vuelve más fiel. Ése es el mensaje que hoy, Domingo de la Misericordia, quiere la Iglesia que escuchemos. Que no nos creamos merecedores de la salvación por nuestras miserables fuerzas, sino que conquistemos el ideal de ser como Cristo acogiéndonos a la Gracia, dejándonos penetrar por el suave yugo del servicio al otro y dejando, confiadamente, a Dios actuar en nuestra alma. La Misericordia salvará al mundo. Y la Iglesia católica es la encargada por el mismo Jesús de recordarnos que sobre esa piedra se edifica la eternidad. Que sobre esa piedra se constituye lo sagrado: lo que da la vida misma. Que sobre esta piedra se guarda la herencia de la Fe, que es el más grande de nuestros tesoros.