El Observador de la Actualidad 770

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LA E S I A Y TO A I G L N E I L AM D E D AN C I A L M 7º A S O L E RIN www.elobservadorenlinea.com CT O D

El Observador

11 de abril de 2010 AÑO 15 No. 770 $8.00 Fundado en 1995

DE LA ACTUALIDAD

Siete pecados y una reforma para todos POR JORGE E. TRASLOSHEROS

El Papa Benedicto XVI está decidido a reformar la Iglesia a partir de su purificación en la verdad. En su carta pastoral a la Iglesia de Irlanda señala los principales errores que se cometieron y confirma el diagnóstico que en su momento se elaboró en el caso de Estados Unidos.

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El abandono de la víctima «cuya confianza fue traicionada y su dignidad violada» y el consecuente encubrimiento de los criminales que «deben responder ante Dios y ante los tribunales debidamente constituidos».

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Una preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia y por evitar el escándalo. Procedimientos y criterios equivocados para la selección de candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa. Insuficiente formación humana, moral e intelectual en los seminarios y noviciados.

La facilidad con que personas de la vida religiosa y sacerdotes adoptaron formas de pensamiento y juicios de la realidad secular sin referencia suficiente al Evangelio, por lo que aplicaron de manera equivocada el programa de renovación del Concilio Vaticano II. Esto es que se confundió el diálogo con la sociedad y la apertura al mundo, con la disolución de la identidad cristiana y el olvido del Evangelio y sus exigencias.

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La falta de aplicación del Derecho Canónico y la salvaguarda de la dignidad de cada persona. La milenaria tradición canónica siempre ha considerado el abuso de menores como uno de los crímenes más graves que se puedan cometer, junto con aquellos que atentan contra los sacramentos de la Eucaristía y la Confesión. La lucha de la Iglesia contra la paidofilia practicada en la Roma pagana es parte de esta historia. Este principio fue reafirmado, por citar sólo tres ejemplos del último siglo, en 1922 en la instrucción Crimen sollicitationis, reafirmada en 1962, en 2001 con el motu proprio de Juan Pablo II Sacramentorum sanctitatis tutela y, del mismo año, la instrucción de aplicación dada por Ratzinger.

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El abandono de la relación cotidiana y personal con Dios que sustenta y fortalece la fe, la esperanza y la caridad, vivida a través de las prácticas sacramentales y devocionales, la oración y el rezo diario, los retiros espirituales, la liturgia. Esta serie de errores, en palabras del Papa, tuvieron «consecuencias trágicas para la vida de las víctimas y sus familias y han oscurecido la luz del Evangelio como no lo habían hecho siglos de persecución» contra la Iglesia en Irlanda, siglos de dificultades que la hicieron fuerte y ejemplar. Si observamos con cuidado, con excepción del primero, que es específico al caso de los abusos perpetrados contra menores de edad, los demás errores han estado presentes en las confusiones que han sufrido algunos miembros de la Iglesia —clero, religiosos y laicos por igual— en los últimos cuarenta años, provocando acciones pastorales equivocadas y errores teológicos graves. La reforma de la Iglesia emprendida por el Papa no empieza como reacción al problema de quienes, escondidos cobardemente en las sotanas, se dedican a delinquir, ni tampoco se limita a este problema. La reforma es mucho más amplia: está en sintonía con el concilio Vaticano II, y ahora más que nunca está plenamente justificada.

La doctrina social cristiana Los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia .................................. p. 5 Corrupción, asunto de todos ......... p. 5 ¿Son afines el capitalismo y el cristianismo? ................................. p. 6 ¿Una economía para el hombre o un hombre para la economía? .......... p. 6 El Papa a los empresarios: la ética es la solución a la crisis .......................... p. 7 Los cuatro pilares de la doctrina social cristiana ......................................... p. 7

Periodismo Católico

¾ PÓRTICO

DEMOLER LO

SAGRADO

POR JAIME SEPTIÉN / jaimeseptien@gmail.com

La radiografía de los ataques brutales a la Iglesia, por los casos de pedofilia de algunos religiosos, sobre todo en Alemania (infames, sí, pero inflados de una manera exorbitante por los medios de comunicación), da como resultado, en la opinión de gran cantidad de católicos, el esqueleto de un enfermo terminal. Nada más alejado de la realidad. Ninguna otra institución goza de la salud de la Iglesia católica. Y eso que tiene dos mil años de existencia. Lejos de disminuir, el número de católicos aumenta. Mil veces se ha querido echar la fe a los perros. Y mil veces han sido los perros los que han muerto. La «cruzada» emprendida por periódicos y revistas, canales de TV y noticiarios radiofónicos de aquí y de allá, tiene como meta demoler el último bastión de lo sagrado con el que cuenta el hombre de hoy. Pero se va a estrellar contra el mismo muro, pues cada ocasión que han sobrevenido estas marejadas en su contra, la Iglesia se purifica, reanuda su marcha, abraza la santidad como camino de «venganza» contra el dedo acusador de los que quieren verla en ruinas. Se agranda y se vuelve más fiel. Ése es el mensaje que hoy, Domingo de la Misericordia, quiere la Iglesia que escuchemos. Que no nos creamos merecedores de la salvación por nuestras miserables fuerzas, sino que conquistemos el ideal de ser como Cristo acogiéndonos a la Gracia, dejándonos penetrar por el suave yugo del servicio al otro y dejando, confiadamente, a Dios actuar en nuestra alma. La Misericordia salvará al mundo. Y la Iglesia católica es la encargada por el mismo Jesús de recordarnos que sobre esa piedra se edifica la eternidad. Que sobre esa piedra se constituye lo sagrado: lo que da la vida misma. Que sobre esta piedra se guarda la herencia de la Fe, que es el más grande de nuestros tesoros.


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ALACENA

M iniglosar io iniglosario Con la finalidad de un mejor entendimiento del periódico, desde ahora pondremos algunas palabras clave que nos permitan contextualizar mejor el contenido de algunos artículos.

Doctrina social de la Iglesia: Es el conjunto de normas y principios que la Iglesia propone para que los católicos actuemos en el mundo social, político y económico, con la finalidad de construir un mundo de justicia y equidad.

Carta pastoral: Es la enseñanza oficial de un obispo o del Papa sobre un tema en particular. Esta forma de comunicación es relevante por lo cual debe ser leída con «cautelosa atención por parte de los fieles».

Consejo pontificio para la justicia y la paz: Es la oficina dentro del gobierno del Vaticano encargada de profundizar, promover y difundir la doctrina social de la Iglesia. También se encarga de recoger informes sobre desarrollo de los pueblos y posibles violaciones a los derechos humanos.

11 de abril de 2010, AÑO 15, No. 770

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El 47% de los templos de Chile, dañado por el terremoto Constituida una Comisión de Apoyo a la Reconstrucción El 47% de los templos católicos de Chile sufrió daños a consecuencia del terremoto y el maremoto del 27 de febrero, según el Informe de Daños en Recintos Religiosos hecho público por la Oficina de Estadísticas de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh), sobre la base de un primer diagnóstico aportado por las diócesis. Fueron doce las diócesis afectadas, entre San Felipe y Temuco, de las 27 que conforman la Iglesia en Chile. Del catastro preliminar informado por esas jurisdicciones se han contabilizado 545 recintos religiosos dañados, de los cuales 440 corresponden a templos, informa la Conferencia Episcopal de Chile. Los daños reportados son de diversas características: un 19%

corresponde a daños severos asociados a derrumbe y demolición total; un 24% a daños graves pero que eventualmente permitirían recuperar el templo; un 25% a daños considerables pero recuperables; y un 32% a daños reparables. La pérdida patrimonial es de gran importancia, ya que en las

zonas afectadas las iglesias correspondían a construcciones de antes de 1800, muchas de las cuales fueron declaradas monumentos nacionales o patrimonio cultural». Los recintos dañados implican que alrededor de un millón de fieles no pueden congregarse comunitariamente en su forma habitual.

EL TERREMOTO EN NÚMEROS Templos dañados:

1 de cada 2

Pérdidas irreparables:

1 de cada10

Diócesis afectadas:

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Costo económico:

263 millones de dólares

Un especial esfuerzo han debido realizar párrocos y agentes evangelizadores para garantizar la continuidad de los servicios litúrgicos y el acompañamiento espiritual, pastoral y solidario, tan necesario en tiempos de dolor y adversidad. Informes preliminares sostienen que la reconstrucción de los templos costaría unos 263 millones de dólares. Por la magnitud y gravedad de los daños en los recintos religiosos, la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile ha constituido una Comisión de Apoyo a la Reconstrucción. La finalidad de esta Comisión es colaborar con los obispos en lo referente a la reconstrucción en sus respectivas diócesis. Zenit-El Observador

En EU crece el número de convertidos al catolicismo En la vigilia pascual de este año, numerosos nuevos católicos han sido recibidos por la Iglesia estadounidense, sobre todo en las regiones Sur y Sudeste de aquel país. La diócesis de Dallas, Texas, recibió a tres mil nuevos católicos. De ellos, 700 son catecúmenos (nunca bautizados antes) y dos mil 300 son candidatos (ya bautizados válidamente en la fe cristiana a través de alguna agrupación protestante u ortodoxa, pero que buscan la plena comunión con la Iglesia de Jesucristo).

También en Texas, la arquidiócesis de San Antonio informó de que mil 112 personas entraron en la Iglesia. Un buen número de ellos son jóvenes, que ya han alcanzado edad suficiente, incluyendo a 214 niños catecúmenos y 124 niños candidatos. La diócesis de Forth Worth, en el mismo estado, dio la bienvenida a un número más o menos semejante de nuevos católicos. La arquidiócesis de Atlanta acogió a mil 800 nuevos miembros de la Iglesia, que es el mayor número que se recuerda.

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En la costa oeste, la arquidiócesis de Los Ángeles, que es la mayor diócesis de todo el país, recibió a dos mil 400 nuevos miembros. En Seattle, 682 personas fueron bautizadas y 479 fueron recibidas en la plena comunión. La arquidiócesis de Portland, Oregón, dio la bienvenida a 842 nuevos católicos. Otras diócesis que recibieron en torno a mil nuevos miembros son: Detroit, Michigan (mil 225); Cincinnati, Ohio (mil 49); Denver, Colorado (mil 102); Arlington, Vir-

ginia (mil 100), y Washington, D.C. (mil 150). En la arquidiócesis de Washington, 18 de quienes entraron en la Iglesia son estudiantes de St. Augustine School, la más antigua escuela afroamericana de la capital. La Iglesia católica, que es la religión más numerosa en Estados Unidos, con cerca de 68 millones de fieles, experimentó un incremento del 1.5% del número de miembros el año pasado. El total de fieles que entraron en esta vigilia pascual fue de 25 mil 231.


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EL SÉPTIMO MANDAMIENTO

11 de abril de 2010, AÑO 15, No. 770

No hurtarás

Éxodo 20, 15 No robarás. Deuteronomio 5, 19 No robarás.

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I Corintios 6, 9-10 ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! (...) Ni los ladrones, ni los avaros (...), ni los rapaces heredarán el Reino de Dios.

¿De verdad no somos ladrones? Explica el Catecismo de la Iglesia Católica que el séptimo Mandamiento contenido en el Decálogo «prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera al prójimo en sus bienes». Esto implica que también «prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de los hombres». Además, «con miras al bien común, exige el respeto del destino universal de los bienes y del derecho de propiedad privada». Aunque lo anterior pueda sonar un poco rebuscado, quizá adecuado para que lo estudien los sociólogos y lo pongan en práctica los políticos, los policías y los economistas, no es en realidad ajeno a la vida cotidiana de los cristianos de a pie. Aun cuando la mayoría de la gente está segura de que no roba, podría ser que esté equivocada y requiera hacer rectificaciones en su vida cotidiana a fin de obedecer verdaderamente el mandato divino de «no hurtarás». Así, a continuación traducimos a lenguaje práctico lo que enseña Dios a través de su Iglesia, y ésta a traves del citado Catecismo: Así se desobedece el séptimo Mandamiento

Se peca contra este mandamiento, en mayor o menor grado,realizando cualquiera de las siguientes acciones: + Tomar bienes ajenos (objetos, dinero, etc.) contra la voluntad de su dueño. + No devolver lo que se recibió en préstamo: vivienda, objetos, dinero, etc. + Encubrir al que roba. + Retener objetos perdidos, en lugar de buscar a sus dueños legítimos para devolverlos.

+ Comprar una cosa que se sabe o se sospecha que es robada. + Consumir sin pagar pan, fruta, refrescos, etc., en los supermercados. + Dañar voluntariamente la propiedad privada ajena o la propiedad pública, por ejemplo, pintarrajeando las paredes con graffitis, o rayando y maltratando los autobuses urbanos. + Evadir el pago de impuestos. + Falsificar facturas. + Dar cheques sin fondos. + No cumplir, pudiendo hacerlo, los contratos de renta, de compra-venta o de trabajo. + Robarse la señal de televisión por cable. + Comprar películas o discos piratas. + Endeudarse con créditos, letras de cambio, pagarés, trajetas de

crédito, tandas, etc., sabiendo de antemano que no se tendrán los recursos necesarios para pagar. + Apropiarse de los recursos de la Tierra para beneficio personal, olvidando que fueron dados por Dios para el bien de todos. + Defraudar en el comercio: poner precios injustos en la venta de bienes o en la prestación de servicios; ofrecer productos o servicios de mala calidad y hacerlos pasar como buenos; dar kilogramos de 800 gramos y litros de 900 mililitros, etc. + Negarse a ayudar, pudiendo hacerlo, a los necesitados. + Esclavizar a los trabajadores o tratarlos como mercancía. + Obligar a trabajar a los em-

pleados fuera de su horario o hacerlos realizar labores ajenas a la empresa que los contrató. + Pagar salarios injustos. + Retrasar el pago de salarios, cuentas, deudas, etc., ya sea por negligencia o a fin de «jinetearse» el dinero un rato. + Adjudicarse, los que ostentan poderes, jugosos salarios y/o sueldos vitalicios (ojo: no es lo mismo sueldo vitalicio que pensión por enfermedad o jubilación). + Despilfarrar los bienes personales o los bienes de la familia comprando cosas innecesarias, sosteniendo vicios (borracheras, tabaquismo, etc.), endeudándose para preprarar fiestas costosas, etc. + Despilfarrar los bienes del

¿Puede haber justificantes en que el robo no sea pecado? POR EL P. ANTONIO RIVERO, L.C./ Catholic.net

Bajo ciertas condiciones, puede ser lícito tomar los bienes ajenos. Esto no quiere decir que existan excepciones a la ley de Dios pues, por ser ésta perfecta, prevé todas las eventualidades. Lo que en realidad sucede es que la formulación completa de este precepto podría ser: «No tomarás injustamente los bienes ajenos». En casos de extrema necesidad, cuando no hay otra forma de solución, el derecho a la vida y el destino universal de los bienes está por encima de la propiedad privada. Estas acciones pueden llevarse a cabo siempre y cuando no se ponga al prójimo en la misma necesidad que uno padece. Además, una vez que ha pasado

la necesidad extrema, y el deudor está en condiciones, ha de buscar el modo de restituir el daño causado. El Catecismo de la Iglesia Católica, en el número 2408, dice lo siguiente: “No hay robo si el consentimiento puede ser presumido o si el rechazo es contrario a la razón y al destino universal de los bienes. Es el caso de la necesidad urgente y evidente en que el único medio de remediar las necesidades inmediatas y esenciales (alimento, vivienda, vestido…) es disponer y usar de los bienes ajenos». Si una persona se está muriendo de hambre o que no tiene recursos para comprar una medicina fundamental para salvar la vida de su hijo, puede apropiarse de lo que

necesita; pero tiene la obligación, una vez pasada la necesidad, de restituir lo tomado, si fuera posible. Así mismo, puede cobrarse uno mismo lo que se le debe sin consentimiento del deudor siempre y cuando se cumplan estas condiciones: que la deuda sea verdadera; de estricta justicia; que el pago no se pueda obtener de otro modo, y que no se cause ningún daño. Esto no significa que tú puedes tomar la justicia por tu mano, sino que, agotados todos los procesos ordinarios para obtener lo que es propiedad legítima, el obtenerla sin conocimiento o consentimiento del injusto propietario, no puede considerarse robo.

lugar donde se trabaja, ya sea llegando tarde o saliendo más temprano del horario convenido, desperdiciando el tiempo de labores fingiendo trabajar sin hacerlo, haciendo mal el trabajo, desperdiciando o sustrayendo los insumos de la empresa, etc. + Despilfarrar los bienes de la naturaleza deforestando territorios, contaminando ríos, lagos y mares, desperdiciando el agua, contaminando con vehículos que no pasan la verificación vehicular, tirando basura en las calles, experimentando con animales más allá de los límites razonables, etc. + Comprometer los bienes en apuestas de juegos de azar. + Sobornar o dejarse sobornar; por ejemplo, dar «mordida» a un agente de tránsito o cualquier otro funcionario público. + Extorsionar; es decir, amenazar a alguien con ocasionarle un daño si no otorga un beneficio o dinero al amenazante. + Prestar dinero exigiendo un interés a cambio (usura). + No pagar la cooperación diocesana (incorrectamente conocida como «diezmo») conforme a lo que la Iglesia dispone. + Si le dan cambio de más en la tienda, no devolverlo. Son sólo algunos ejemplos de violación al séptimo Mandamiento. Cuando el robo ha sido con violencia personal, el pecado es más grave, y por lo tanto debe manifestarse esta circunstancia en el sacramento de la Confesión. Lo mismo cuando se trata de un robo sacrílego: por ejemplo, robar un cáliz consagrado, o robar de las alcancías de un templo. Y más vale no minimizar las faltas, pues tan robo es hurtar un banco con mano armada como ejercer el «robo horD. R. G. B. miga» en el súper.


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EL SÉPTIMO MANDAMIENTO

Si, pudiendo hacerlo, no restituyes lo robado, de nada te sirve la Confesión Pecaste contra el séptimo Mandamiento. Te arrepentiste. Acudiste al sacramento de la Confesión. ¿Ya acabó todo? No; aunque el sacerdote no lo haya dicho —es tan de sentido común que lo da por sobreentendido—, la obligación de todo aquel que roba es restituir lo robado, si es que está en sus posibilidades. «¡Ah, pues yo no puedo restituir nada porque ya me gasté el dinero comprando una nueva televisión!». Entonces vende el televisor y regresa el dinero a su legítimo dueño; o ponte a ahorrar y devúelvelo aunque sea poco a poco. «¡Es que yo robé comida, y ya hasta la digerí! ¿Cómo se la devuelvo a su dueño?». De acuerdo: entonces, cuando tu situación económica mejore, intenta ahorrar para devolver el valor de lo robado. «¡Es que si voy con mi vecino y le digo: ‘Mira yo soy el que se robo las sillas de tu jardín, aquí están de vuelta’, me va a mandar a la cárcel!». Sí, es verdad que se corre ese riesgo; pero, por justicia, el ideal cristiano es asumir ese riesgo a fin de reparar el pecado cometido. Es una lástima que el miedo al encarcelamiento como razón para no restituir lo robado no se haya presentado con la misma intensidad al momento de cometer el hurto. «¿Pero qué no es muy exagerado eso de devolver el valor de lo robado? Si Dios ya nos perdonó y estamos dispuestos a nunca más robar, ¿no es suficiente con eso?». Juan el Bautista dijo en su predicación, y así nos lo sigue diciendo hoy: «Dad fruto digno de conversión» (Mt 3, 8). Si de verdad estamos arrepentidos, trataremos de enmendar de algún modo las faltas cometidas. Ya en tiempos del Antiguo Testamento, a pesar de las muchas excepciones que se concedían a los judíos debido a la dureza de su corazón (por ejemplo, se permitía el divorcio), la restitución ante el robo era categórica: «[El ladrón] debe restituir; si no tiene con qué, será vendido para restituir por su robo» (Ex 22, 2). Incluso, además de la restitución, se exigía una compensación adicional: «Si lo robado, sea buey, asno u oveja, fuere hallado vivo en su poder, restituirá el doble» (Ex 22,3). Y ya el profeta Ezequiel afirma: «Si el impío hiciere penitencia y restituye lo robado tendrá la vida verdadera» (Ez 33, 14-15). La Nueva Alianza no podía quedar moralmente por debajo de la Antigua, por eso Jesús bendijo a Zaqueo cuando éste decidió: «Si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo» (Lc 19, 8). Y el Catecismo, en su número 2412, recuerda la necesidad de restituir. Lógicamente, si uno no puede restituir todo lo que debe, tiene que restituir, al menos, lo que pueda; y procurar llegar cuanto antes a la restitución total. Por cierto, no es necesario que la restitución se haga públicamente o por sí mismo, o a sabiendas del dueño verdadero; se puede hacer a través de otra persona. Lo importante es reparar de manera equivalente la justicia quebrantada. D. R. G. B.

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No es tan difícil robar EL OBSERVADOR / REDACCIÓN

Jazmín se consideraba una persona honorable: «Nunca he robado nada a nadie», se decía a sí misma; al mismo tiempo una sonrisa se dibujaba en su rostro. Por tanto, consideraba que cumplía el séptimo Mandamiento a la perfección. Opinión distinta tenía su esposo, quien había escuchado en la homilía que este mandamiento significa respetar los bienes ajenos; esto implica, entre otras cosas, cumplir las promesas hechas y cumplir con los contratos pactados, algo en lo cual Jazmín cojeaba un poco. Pero veamos algunos de los aspectos de este Mandamiento. Especulación de precios

La corrupción

Esto mina la cultura de la legalidad en las naciones. Se da tanto en los altos niveles políticos, sociales y económicos como en el mundo cotidiano de los ciudadanos de a pie; tan corrupto es aquel que pretende escabullirse de una infracción, como el que desvía millones de programas públicos. Los

nepotista nunca será un buen católico. Los contratos

No cumplir con la pactado es otra forma de menoscabar este mandamiento. Todo contrato debe ser ejecutado y hecho de buena fe. Obviamente lo pactado debe estar dentro de la legalidad, no tiene que violentar la dignidad de las personas, es necesario que sea congruente con su naturaleza. Una forma de violar este precepto es haciendo acuerdos que se sabe de antemano que no han de ser cumplidos. Esto incluye contratos civiles o mercantiles, así como votos o promesas hechas a Dios. El voto es la promesa libre y deliberada hecha a Dios, mientras El séptimo que la promesa es un Mandamiento de la ley de Dios llega al acto en «el cual el cristiano se consagra a Dios centro de nuestras relaciones o le promete una obra buena». Cumplir un coneconómicas; por lo tanto, también trato, promesa o voto es, norma nuestras interacciones sociales en definitiva, no robar.

Esto se da cuando incrementan sin razón justificada los precios de los bienes y servicios, cuando se usa la llamada «ley de la oferta y la demanda» para aumentar las ganancias a costa de la pobreza de otros. Por tanto, cualquier tipo de especulación económica es una falta a este precepto. Una de las razones de la crisis global que vivimos se debe a que los dueños de los grandes capitales han estado ganando dinero haciendo subir y bajar las acciones en las casas de bolsa, le han «apostado» a la devaluación o al fortalecimiento de ciertas monedas. Esto no es otra cosa que «especular». Con estos actos se han llevado por delante el bienestar de millones de familias, es decir, se han enriquecido a costa de muchos.

sobornos, las «mordidas», el nepotismo y la malversación de fondos se encuentran afectando los derechos de las personas, pues privan de oportunidades y de condiciones de igualdad a un grupo de personas con respecto a otros. Colocar en ciertos puestos no a los mejor preparados sino a los familiares priva a los gobernados de las mentes más capaces para resolver sus problemáticas, hace una distinción entre ciudadanos de primera y segunda; un

Cumplir con el precepto

Como podemos ver, este mandamiento llega al centro de nuestras relaciones económicas. Por lo tanto, también norma nuestras interacciones sociales. Por esto, al violentarlo, dejamos dañadas las distintas dinámicas sociales que nos dan seguridad y justicia. Con ello contribuimos a construir un mundo donde la ambición y la crueldad son la norma. Las primeras y últimas víctimas somos nosotros mismos.


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Corrupción, asunto de todos Fragmentos de una Nota del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz sobre la corrupción y su implicación según la doctrina social de la Iglesia La corrupción es un fenómeno que no conoce límites políticos ni geográficos. Está presente en los países ricos y en los países pobres. Es difícil establecer los alcances de la corrupción en el mundo de la economía. De cualquier forma se trata de enormes recursos que también afectan a la producción y a las políticas sociales. Los costos recaen sobre los ciudadanos, ya que la corrupción se paga desviando los fondos de su legítima utilización. No se puede atribuir toda la corrupción sólo a los operadores económicos ni sólo a los funcionarios públicos. La sociedad civil tampoco está exenta. Es un fenómeno que atañe tanto a cada uno de los Estados como a los organismos internacionales. Se favorece por la escasa transparencia en las finanzas internacionales, la existencia de paraísos fiscales y la disparidad de nivel en las formas de combatirla, con frecuencia restringidas al ámbito de cada Estado, mientras que el ámbito de acción de los actores de la corrupción es con frecuencia supranacional e internacional. Es también favorecida por la escasa colaboración entre los Estados en el sector de la lucha contra la corrupción, la excesiva diversidad en las normas de los varios sistemas jurídicos, la escasa sensibilidad de los medios de comunicación con respecto a la corrupción en ciertos países del mundo y la falta de democracia en varios países. Sin la presencia de un periodismo libre, de sistemas democráticos de control y de transparencia, la corrupción es indudablemente más fácil. La corrupción priva a los pueblos de un bien común fundamental, el de la legalidad: respeto de las reglas, funcionamiento correcto de las instituciones económicas y políticas, transparencia. La legalidad es un verdadero bien común con destino universal. En efecto, la legalidad es una de las claves para el desarrollo, en cuanto que permite establecer relaciones correctas entre sociedad, economía y política. Siendo un bien común, se le debe promover adecuadamente por parte de todos: todos los pueblos tienen derecho a la legalidad. La práctica y la cultura de la corrupción deben ser sustituidas por la práctica y la cultura de la legalidad. La doctrina social de la Iglesia empeña todos sus principios en el frente de la lucha contra la corrupción, los cuales propone como guías para el comportamiento personal y colectivo. Estos principios son la dignidad de la persona humana, el bien común, la solidaridad, la subsidiaridad, la opción preferencial por los pobres, el destino universal de los bienes. La corrupción contrasta radicalmente con todos estos principios, ya que instrumentaliza a la persona humana utilizándola con desprecio para conseguir intereses egoístas. Las Iglesias locales están comprometidas fuertemente en la formación de una conciencia civil y la educación de los ciudadanos para una verdadera democracia.

EL SÉPTIMO MANDAMIENTO Y LA DOCTRINA SOCIAL CRISTIANA

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Los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia Extractos de una viedoconferencia mundial de teólogos POR EL PADRE THOMAS WILLIAMS, LC

El objetivo de la doctrina social de la Iglesia no es sólo intelectual o cognitivo, sino también eminentemente práctico y personal. Debería cambiar nuestras vidas y ayudarnos a asumir nuestras propias responsabilidades con respecto al bien común, especialmente por lo que tiene ver con esa mayoría que está en necesidad.

no son una doctrina estática. Son un conjunto de principios, criterios y directrices de acción, con el objeto de interpretar las realidades sociales, culturales, económicas y políticas, determinando su conformidad o inconformidad con

¿Qué es?

La Iglesia deja claro que su doctrina social no es una «tercera vía», un camino intermedio entre el capitalismo y el socialismo. No tiene nada que ver con una agenda económica o política, y no es un «sistema». Aunque, por ejemplo, ofrezca una crítica del socialismo y el capitalismo, no propone un sistema alternativo. No es una propuesta técnica para solucionar los problemas prácticos, sino más bien una doctrina moral, que surge del concepto cristiano de hombre y de su vocación al amor y a la vida eterna. Es una categoría propia. La doctrina social católica se enfrenta seriamente con las realidades y estructuras existentes, y los desafíos de la humanidad para buscar soluciones a las situaciones sociales, políticas y económicas, acordes con la dignidad humana, de manera que se cree un sano grado de tensión entre las realidades temporales que encontramos y el ideal del Evangelio. Las enseñanzas sociales católicas

las enseñanzas del Evangelio sobre la persona humana y su vocación terrenal y trascendente. El contenido de la enseñanza social católica

El contenido de la doctrina social se expresa en tres niveles: 1) Principios y valores fundamentales: Adquiere sus principios básicos de la teología y la filosofía, con ayuda de las ciencias humanas y sociales que la complementan. Estos principios incluyen la dignidad de la perso-

na humana, el bien común, la solidaridad, la participación, la propiedad privada, y el destino universal de los bienes. Los valores fundamentales incluyen la verdad, la libertad, la justicia, la caridad y la paz. 2) Criterios de juicio: para los sistemas económicos, instituciones, organizaciones, también utilizando datos empíricos. Ejemplos: valoración de la Iglesia, del comunismo, el liberalismo, la teología de la liberación, el racismo, la globalización, los salarios justos, etc... 3) Directrices de acción: Opiniones contingentes sobre acontecimientos históricos. Esto no es una deducción lógica y necesaria que surja de los principios, sino también el resultado de la experiencia pastoral de la Iglesia y de la percepción cristiana de la realidad; la opción preferencial por el pobre, el diálogo, y el respeto por la autonomía legítima de las realidades políticas, económicas y sociales. Ejemplo: sugerencias de condonación de la deuda internacional, reformas agrícolas, creación de cooperativas, etc. (cfr. Gaudium et spes, nn. 67-70). Desde estas tres esferas se cumple con la tarea de evangelizar el orden y la actividad económica. La doctrina social se convierte en una herramienta para construir un mundo mas justo, más humano y menos cruel; en definitiva, el mundo de justicia querido por Dios.


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EL SÉPTIMO MANDAMIENTO Y LA DOCTRINA SOCIAL CRISTIANA

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¿UNA ECONOMÍA PARA EL HOMBRE O UN ¿SON AFINES CAPITALISMO HOMBRE PARA LA ECONOMÍA? Y CRISTIANISMO? POR OMAR ÁRCEGA E.

POR JOSÉ MARÍA PERMUY REY / www.arbil.org

Arturo tiene tres meses sin trabajo. Hace 90 días Sentido de la propiedad privada La apropiación de algunos de los bienes es perfue despedido de la empresa en que trabajaba, con el argumento de «reducir costos». Millones de per- fectamente lícita, pues contribuye a fortalecer la digsonas alrededor del mundo se encuentran en la mis- nidad y libertad de los seres humanos. Les da condima situación. Los políticos y los medios de comuni- ciones para satisfacer sus necesidades fundamentacación repiten: «Es culpa de la crisis mundial». En les y las necesidades de los que están a su cargo. efecto, es la causa próxima de los desórdenes eco- Pero este apropiamiento debe tener como base la sonómicos que enfrentamos como sociedad. Sin em- lidaridad; es decir, es un tomar las riquezas de la naturaleza sin que esta acción esté bargo, pocos analistas agumotivada por la ambición deszan la vista y se esfuerzan por El séptimo es el Mandamiento mediada o privando a nuesbuscar la raíz de los sustos tros prójimos de las condiciofinancieros que experimenta- de las relaciones económicas. nes para una subsistencia mos desde hace unos 40 Su correcto entendimiento es digna. Debemos tener claro años; sólo así se encontrarían que una posesión es para bepilar de un mundo más justo respuestas de fondo. neficio del dueño, pero tamLa Iglesia, experta en humanidad, tiene una respuesta clara ante estas situacio- bién de sus congéneres. Cuando el horizonte de lo nes de injusticia, la brinda en el séptimo Mandamien- ético se pierde en la propiedad privada, entonces surto. A éste precepto le podemos llamar el de las rela- ge la injusticia social. ciones económicas; por tanto, su correcto entendimiento es un pilar para la construcción de un mundo La actividad económica Vista desde el séptimo Mandamiento, la actividad más justo y menos cruel. económica debe estar orientada al servicio del hombre en todas sus facetas. Es decir, debe ser capaz de El ser humano, administrador de la creación Los recursos naturales le fueron dados al ser hu- satisfacer las necesidades espirituales y materiales del mano para subsistir y crear sociedades donde se pu- ser humano. Una dinámica financiera que olvide esdiera desarrollar. El problema surge cuando nos olvi- tos aspectos lo convierte en mero instrumento. damos de que somos sus guardianes. Entonces nos sentimos los dueños únicos de las riquezas naturales El reto La Iglesia lo ha dicho: el origen de las situaciones e iniciamos su devastación. Esto genera ganancias que se quedan en pocas manos. No debemos olvidar de injusticia económica y de oportunidades que paque somos responsables del cuidado y conservación decen millones de personas en el mundo se debe a de la tierra, del agua y de los cielos, y que las ganan- una mentalidad cargada de avaricia y egoísmo. Es cias que se generen de su uso deben repercutir en necesario voltear al séptimo Mandamiento, meditarlo, igualdad de oportunidades para todos los que habi- hacerlo vida e intentar que los poderosos de este mundo lo entiendan. tamos la Tierra.

Al igual que en el siglo XIX, también hoy se corre el grave riesgo de que millones de seres humanos que sufren en el mundo el yugo de la explotación capitalista se alejen de la Iglesia, confundidos por la perniciosa propaganda de algunos partidarios del capitalismo liberal que están empeñados en querer identificar el liberalismo con el cristianismo. A quienes tal cosa procuran, no les vendría mal releer aquellas duras palabras que, ya en 1873, pronunciara el beato Pío IX: «No faltan algunos que intentan poner alianza entre la luz y las tinieblas, y mancomunidad entre la justicia y la iniquidad a favor de las doctrinas llamadas católico-liberales». Más reciente, pero no menos clara, es la advertencia de Pablo VI en su Octogesima adveniens, donde, tras rechazar el marxismo, sigue diciendo: «Tampoco apoya el cristiano la ideología liberal, que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como fin y motivo primario del valor de la organización social». Ignorando todas estas reprobaciones, algunos individuos que se declaran católicos y al mismo tiempo fervorosos liberales, han emprendido una especie de «cruzada» propagandística destinada a cantar las excelencias del sistema capitalista y sobre todo su presunta afinidad con el catolicismo. Para demostrar —según ellos— que Juan Pablo II es favorable al capitalismo, echan mano de un párrafo de la encíclica Centesimus annus: « Si por capitalismo se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de economía de empresa, economía de mercado o, simplemente, de economía libre». Lo que no dicen es que, a continuación, el Papa aclara: « Pero si por capitalismo se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa».


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EL SÉPTIMO MANDAMIENTO Y LA DOCTRINA SOCIAL CRISTIANA

El Papa a los empresarios: la ética es la solución a la crisis Solidaridad, empleo, inversión real y visión a largo plazo La solución a la crisis económica pasa por abandonar la mentalidad del beneficio fácil y a corto plazo y recuperar las inversiones en actividades que contribuyan al bien común. Así lo afirmó Benedicto XVI al recibir en audiencia a los miembros de la Unión de los Industriales y de las Empresas de Roma. «El empresario atento al bien común está llamado a ver su propia actividad siempre en el cuadro de un todo plural», dijo el Papa. Esta actitud «genera, mediante la dedicación personal y la fraternidad vivida concretamente en las elecciones económicas y financieras, un mercado más competitivo y al mismo tiempo más civilizado, animado por el espíritu de servicio». Para el vicario de Jesucristo, está claro «que una simple lógica de empresa presupone ciertas motivaciones, una cierta visión del hombre y de la vida; o sea, un humanismo que nazca de la conciencia de ser llamados como individuos y como comunidad a formar parte de la única familia de Dios». Ayudar a las pymes

En estos momentos de crisis, el Papa apeló a la solidaridad y a la responsabilidad de los políticos, de los inversores y de los propios empresarios «Nadie ignora cuántos sacrificios hay que afrontar para abrir o mantener en el mercado la propia empresa, como comunidad de personas que produce bienes y servicios y que, por tanto, no tiene como único objetivo el beneficio, por otro lado necesario», aclaró. Llamó especialmente la atención sobre la situación de la pequeña y mediana empresa, «cada vez más necesitadas de financiación, en cuanto que el crédito pa-

rece menos accesible y es muy fuerte la competencia en los mercados globalizados, especialmente por parte de esos países donde no hay —o son mínimos— los sistemas de protección social para los trabajadores». En este contexto, subrayó el pontífice, «es importante saber vencer esa mentalidad individualista y materialista que sugiere quitar las inversiones de la economía real para privilegiar el empleo de

los propios capitales en los mercados financieros, de cara a rendimientos más fáciles y más rápidos». «Me permito recordar que, en cambio, las vías más seguras para afrontar el declive del sistema empresarial del propio país consisten en ponerse en red con otras realidades sociales, invertir en investigación e innovación, no practicar una competencia injusta ente empresas, no olvidar los propios deberes sociales e incentivar una productividad tendiente a responder a las necesidades reales de la gente». Uno de las primeras responsabilidades de los empresarios es, añadió, la lucha contra el desempleo: «El aumento del paro, especialmente juvenil, el empobrecimiento económico de muchos trabajadores y el surgimiento de nuevas formas de esclavitud exigen como objetivo prioritario el acce-

so a un trabajo digno para todos», y en este sentido los empresarios «deben ser particularmente alentados en su compromiso al servicio de la sociedad y del bien común». Cambio ético

Benedicto XVI insistió en que la vida de una empresa «depende de su atención a todos los sujetos con los que establece relaciones, de la eticidad de su proyecto y de su actividad». «La misma crisis financiera ha mostrado que en un mercado conmocionado por los fracasos en cadena, han resistido esos sujetos económicos capaces de atenerse a comportamientos morales y atentos a las necesidades de su propio territorio», añadió. La empresa puede ser vital y producir «riqueza social», explicó el Pontífice, «si lo que guía a los empresarios y a los manager es una visión de futuro, que prefiere la inversión a largo plazo al beneficio especulativo y que promueve la innovación antes que pensar en acumular riqueza solo para sí». En este sentido, exhortó a ver la crisis «con confianza, porque puede considerarse como una oportunidad desde el punto de vista de la revisión de los modelos de desarrollo y de una nueva organización del mundo de las finanzas». Es necesario también, agregó, «que la política no este subordinada a los mecanismos financieros» así como «la reforma y la creación de ordenamientos jurídicos y políticos internacionales, proporcionados a las estructuras globales de la economía y de las finanzas, para conseguir más eficazmente el bien común de la familia humana». Zenit-El Observador

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Los cuatro pilares de la doctrina social cristiana POR EL PADRE THOMAS WILLIAMS, LC

La doctrina social de la Iglesia es el encuentro entre la verdad del Evangelio y las contradicciones económicas y sociales. Su intención es ayudar a la sociedad a configurarse en el amor, la verdad y la caridad, con la finalidad de construir un mundo más justo. Para ello tiene cuatro principios fundamentales. La dignidad de la persona humana

El primer principio clásico es el de la dignidad de la persona humana, que proporciona el fundamento para los derechos humanos. Para pensar correctamente sobre la sociedad, la política, la economía y la cultura uno debe primero entender qué es el ser humano y cuál es su verdadero bien. Cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios, tiene una dignidad inalienable y, por tanto, debe ser tratada siempre como un fin y no sólo como un medio. De ahí que la Iglesia no piense primero en términos de naciones, partidos políticos, tribus o grupos étnicos, sino más bien en la persona individual. La Iglesia, como Cristo, defiende la dignidad de cada individuo. El estado, en particular, tiene el deber de proteger los derechos de las personas, derechos que no son concedidos por el Estado sino por el Creador. El bien común

El concilio Vaticano II lo define como «el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección» (Gaudium et spes, nn. 26. Cfr. GS, n. 74 y Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1906). El hombre, creado a imagen de Dios, alcanza su perfección no en el aislamiento de los demás, sino dentro de comunidades y a través del don de sí mismo que hace posible la comunión. El egoísmo que nos impulsa a buscar nuestro propio bien en detrimento de los demás se supera por un compromiso con el bien común. El «bien común» no es exclusivamente mío o tuyo, y no es la suma de los bienes de los individuos, sino que crea más bien un nuevo sujeto, nosotros, en el que cada uno descubre su propio bien en comunión con los demás. Subsidiariedad

Este principio nos enseña que las decisiones de la sociedad se deben quedar en el nivel más bajo posible. Por tanto, al nivel más cercano a los afectados por la decisión. Este principio se formuló cuando el mundo estaba amenazado por los sistemas totalitarios con sus doctrinas basadas en la subordinación del individuo a la colectividad. Nos invita a buscar soluciones para los problemas sociales en el sector privado antes que pedir al Estado que interfiera. Solidaridad

El cuarto principio que fundamenta la doctrina social de la Iglesia sólo fue formulado recientemente por Juan Pablo II en su carta encíclica Sollicitudo rei socialis (1987). Este principio es el llamado principio de solidaridad. Al hacer frente a la globalización, a la creciente interdependencia de las personas y los pueblos, debemos tener en mente que la familia humana es una. La solidaridad nos invita a incrementar nuestra sensibilidad hacia los demás, especialmente hacia quienes sufren. Llevar a la práctica estos cuatro pilares es construir un mundo donde las relaciones económicas y sociales estén mediadas por el respeto al otro; en una palabra, por la caridad.


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CULTURA

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CON PERMISO

AL MARGEN…

HABLAR

TÚ PUEDES

POR HABLAR POR MIGUEL ARANGUREN / www.miguelaranguren.com

Iba a escribir sobre lo feliz que se vive en ausencia de noticias (prensa, radio, televisión…), ya que durante la recién finalizada Semana Santa he disfrutado, como si fuera un lujo, de la lejanía voluntaria del día a día. Conclusión: nos sobra el noventa y nueve por ciento de la información que traen los medios, muy especialmente las vacuidades de nuestros políticos, tan prescindibles. Así que me disponía a hablarles de la visita que hicimos en familia a un convento de monjas clarisas, con las que disfrutamos unas horas del Domingo de Resurrección. Son pocas y las más acumulan años y enfermedades. Sin embargo, parecen sonajeros de la risa de tanta felicidad que exhalan (ojo, tampoco ellas se preocupan por los boletines de noticias ni por los periódicos). Percibí que su felicidad es auténtica, y que tiene relación directa con la renuncia a lo que los hombres y mujeres del siglo juzgamos «irrenunciable». Terminamos hablando del Papa, de la «pasión» que soportan los hombros de Benedicto XVI, un anciano de Dios. Propósito de las religiosas de clausura: que la Iglesia florezca con su entrega en el alegre empeño de ser santas. Pero terminaré el artículo refiriéndome a esos asuntos escabrosos que demandan tanta tinta en la prensa y tanta palabrería farisaica en los debates. Me cuentan de una niña inmigrante que residía en un barrio populoso de Madrid. Desde antes de su primera regla y hasta que reconoció a los suyos el infierno por el que

Visitamos un convento de monjas clarisas. Son pocas. Sin embargo, su felicidad es auténtica, y tiene relación directa con la renuncia a lo que los hombres y mujeres del siglo juzgamos «irrenunciable». estaba pasando, un amigo de la familia abusó repetidamente de ella, violándola al tiempo que le regalaba muñecas. No, no era un sacerdote, como no son sacerdotes casi el cien mil por cien mil de los criminales que vejan a los niños. Era un hombre llegado a la «Madre patria» desde el otro lado del océano, que como muchos otros inmigrantes descubrió en la vieja Europa una fascinación sin límites por la pornografía y el sexo libre. Me alegra comunicarles que se encuentra en la cárcel, aunque siento que la prensa se quede sin titulares.

El Observador

POR JUAN CARLOS MORENO ROMO / juancarlosmorenoromo@gmail.com

Una de las mayores y más dañinas falsedades que se han dicho estancadas, como quien viviese de sus procon respecto a los mandamientos de la ley de Dios, es aquella en la pios desechos, devorándose a sí mismo. que incurrió, hace ya casi medio milenio, el Pero también es cierharto indisciplinado monje agustino Martín to que tú puedes amar a Dios con todo tu Lutero quien, cual un muy mal estudiante de ser, y que, al proponértelo, al hacerte esa proesos que se desaniman y nos desaniman a fundísima declaración de amor, tu Creador te los demás en asuntos tan banales como el de viene a liberar de tu propio peso, invitándote no dar con la manera de hacer correctamente a cooperar con Él en la creación de ti mismo, una suma, o una división, o como el de no como el padre que detiene los bracitos de su poder guardar el equilibrio en una bicicleta, bebé para ayudarlo a dar sus primeros pasos, salió con la puerilidad aquella de que no se o como la mano que, cuando nos hemos caípuede, y de que si Dios nos dio esos mandado, nos ayuda a levantarnos. mientos, según él «imposibles de cumplir», Y ese es el amoroso pan que nos ofrecen no fue con más fin que el de humillarnos, contodos los mandamientos: tú puedes amar a frontándonos a nuestra propia miseria de seDios, y respetarlo, y compartir con Él, desres caídos, como si se tratara de un padre pués de los dedicados al trabajo, los verdamalvado que nos diera piedras cuando le pederos días festivos que son, o deberían ser, y dimos pan. pueden llegar a ser los del encuentro con la El niñato perezoso y orgulloso desespera Iglesia que todos estamos invitados a formar así del ideal, al no encontrarlo fácil, y al fracaen torno a su Hijo Jesucristo. sar una y otra vez en su intento de ser santo, Martín Lutero enseñó una Gracias al infinito amor de Dios nuestro como si quisiera serlo nada más por su linda Señor, tú puedes amarte a ti mismo, y a los las más dañinas falsedades cara, y no se da cuenta de que es el ideal demás —a tus padres en primer lugar—, y precisamente el que nos libera de nosotros con respecto del Decálogo: con la fuerza del amor de Dios, que encarnó mismos, y de nuestra pereza y nuestro narcien el hijo de María, tú puedes vencer al pecaque los mandamientos que sismo, y que justamente sin él —sin el mando. damiento o ideal que nos invita a superarnos Dios nos dio son Tú puedes no matar. Tú puedes no fornia nosotros mismos, desde lo alto— nos quecar. Tú puedes no robar. Tú puedes negarte a daríamos inmóviles, y atontados en la con- «imposibles de cumplir» mentir, o a matar con tu lengua. Tú puedes no templación de nuestros propios ombligos, o desear ni la mujer, ni el hombre, ni los honodel reflejo de nuestro lindísimo rostro en unas no muy bien olientes res, ni los bienes materiales de los demás. aguas estancadas. Tú puedes, y estás invitado, o invitada —tú y cada uno de Y desgraciadamente es cierto que tú puedes ser un «dios» —es nosotros, y no nada más los hombres y mujeres extraordinarios— decir, un ídolo— para ti mismo, y pudrirte en tus propias aguas a la santidad.

LUCES Y AMORES

PEREGRINA EN ESTE MUNDO POR ALEJANDRO SORIANO VALLÈS / aquella_fenix@yahoo.com.mx

Aprovechando el dolor, la rabia y la vergüenza, cavilemos bre- placer, la gloria y el poder que ofrecen son el vemente sobre la Iglesia que tanto amamos. «Peregrina en este lugar de perenne residencia. Así, la felicidad que propugnamos no mundo», la llama el Misal, con adjetivo revelador no sólo de su es la del guerrero, sino la del que rehuye el dolor. Todavía —supocondición transeúnte pero, particularmente, de su extravagancia. nemos— no hemos sido expulsados del Paraíso, porque todo, meInstituida por Dios y compuesta por hombres, la Iglesia es santa y nos la aflicción, es deleitable. El enemigo no está en uno, viene de pecadora; se halla siempre a salvo y no deja de peligrar; se derrum- fuera. Por ello, el rutilante Querubín ha dejado de inflamarnos; su ba y jamás cae; se enturbia y es diamantina; se tuerce y no pierde la indignada faz no es ya turbulenta señal de escarmiento. senda; es maestra de verdad y padece las acechanzas de la mentira; La santa Iglesia de Cristo, consolada y defendida siempre por el está en el mundo y no le pertenece. Es el sagrado carro de Dios Espíritu Santo, está siendo nuevamente llamada, en cada uno de embestido por mil dragones. sus hijos y desde la agonía de la Cruz, a la conQuienes ahora penamos con ella —no lo des- Fuimos expulsados del versión. La prevaricación de muchos de ellos, conozcamos— la hemos traicionado innumeras Paraíso, enseña la personificada tan inicuamente en la defección de veces. Confundidos, hemos constatado que poalgunos de sus pastores, deslumbra en el atardedemos obrar las peores iniquidades. Será, luego, Iglesia de Cristo, y ésa cer de esta degradada civilización con el fulgor cuerdo nuestro descontento, benéfica nuestra de los clavos del Gólgota. La Sangre del Maestro debería ser nuestra aflicción, si el Querubín del Señor llamea entre nos empapa, para confusión y —si el Ángel del nosotros y el engaño cotidiano de ser aún habi- divisa y advertencia Edén nos afrenta— bien nuestro. Precisamente, tantes del Edén. porque custodia sus puertas en garantía de que Probablemente, la indignidad que consume hoy al cuerpo de la no podremos regresar a él, miremos al futuro, a donde indica la Iglesia provenga de tan anticristiano olvido: fuimos expulsados del Esperanza y de donde —a través de la Iglesia— toda gracia provieParaíso, y el mal deprava nuestra naturaleza. Es la doctrina del Peca- ne. Caímos y, por tal motivo, peregrinamos. Combatimos, somos do original, que obligaría, por elementales razones, a punzarnos con (perdón por la palabra, que a tantos espanta) cruzados. Nuestros el recuerdo frecuente de que, como la de la Iglesia a que pertenece- son el Pan y el Vino; el sudor y la fuerza; el goce de la vida buena; mos, nuestra existencia no termina aquí. Somos, en igual sentido, la alegría de la victoria. Los bienes insólitos de la Iglesia, chocanperegrinos, extrañas criaturas pasajeras, transitorias hojas de un tes al «hombre de mundo» en que ciertos sacerdotes se han conárbol ajeno que el viento del mañana hace temblar comprometida- vertido, claman contra ellos (como contra la mayoría de nosotros) mente sobre el abismo de la muerte. Nuestras vidas, repitámoslo, desde el Laurel plantado por Cristo cuya señal reza «¡ay de ustepeligran. Es la creencia católica de la Caída. Y es, como bien dice des, los ricos!». Chesterton, la filosofía de que el hombre es condenable, lo cual Fuimos expulsados del Paraíso, enseña la Iglesia, y ésa debería significa que «la moral cristiana siempre dijo al hombre no que per- ser nuestra divisa y advertencia. Ni el dinero, ni la fama, ni el poder, dería su alma sino que debía tener cuidado de no perderla». O sea, ni el placer lograrán corromper al Ángel del Señor. Deberíamos, que esta tierra no es el Edén, sino un heroico campo de batalla peregrinos, recodarlo, porque un horrible despeñadero bordea la donde cada instante puede ser definitivo. oscura senda de nuestra efímera vida terrenal. No obstante, una luz Por desgracia, muchos de nosotros, creyendo en los artificios brilla sobre el árbol de la nave de Cristo: la Estrella de Belén, guía de la (pos)moderna sociedad paganizada, damos por sentado que el infalible en la borrasca del mundo.


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PALABRAS

11 de abril de 2010, AÑO 15, No. 770

ENSAYOS CRISTIANOS

LA

SEPULTURA

POR EL PADRE JUAN JESÚS PRIEGO / San Luis Potosí

Cuenta Julien Green en uno de los volúmenes de su diario (anotación del 22 de octubre de 1959) que, cierto día, él, una amiga y un sobrino de su amiga —un niño de escasos diez años de edad— fueron juntos al cementerio de París a dejar flores ante la tumba de un conocido común, y que mientras él y la mujer recitaban largas plegarias y se inclinaban para depositar la ofrenda, el niño observaba con atención las inscripciones de las lápidas vecinas y leía a media voz: «Al amado hijo», «Al entrañable hermano», «Al nieto querido», etcétera. Por último, se quedó pensativo durante unos momentos, se rascó la barbilla con ansiedad y preguntó a la hermana de su madre: — Tía, si a los seres queridos los ponen aquí, ¿dónde ponen a los que nadie quiere? El novelista no comenta la anécdota, pero es fácil adivinar que debió echarse a reír. «¡Tan solos, tan olvidados!», pensaría el pequeño en su inocente lógica. «¡Y eso que fueron queridos! ¿Dónde estarían ahora si no lo hubieran sido nunca? ¿A qué mar los habrían arrojado los demás, a qué basurero?». Su conciencia había ido a dar, sin quererlo, a uno de los callejones más oscuros y estrechos de la condición humana: ese que se expresa con las palabras muerte, separación y olvido. Porque, en definitiva, sepultar ¿no es separar, o, mejor dicho, no es esconder? «Te pongo aquí porque estás muerto, porque ya no formas parte de los vivos, porque tu destino ahora es habitar en otra parte, allí donde no hay manos que te acaricien ni dedos que te toquen: en el país —según dice el libro santo— donde se olvidan los nombres». ¿Sepultar no es de alguna manera abandonar? ¿Entonces morir es olvidar y ser olvidados? Comprendemos la perplejidad del niño porque, en el fondo, es nuestra propia perplejidad. «¡Oh vida —clamaba nostálgico el poeta—, no habíais de comenzar, pero ya que comenzaste, no habíais de acabar!». Uno de los personajes de Pabellón de reposo, la bellísima novela de don Camilo José Cela (1916-2002) monologa así pensando en su propio fin, que ya siente muy próximo: «A los muertos no se les debiera enterrar: es cruel. Se les debiera dejar en los verdes y húmedos prados, a la orilla de los alegres riachuelos, recubiertos con un tul o una gasa para que las mariposas no les molesten. Sería, sin duda, más humano».

Y más adelante, en otro capítulo, este mismo moribundo vuelve a gemir, angustiado: «¿Por qué, Dios mío, por qué se enterrará cruelmente a los muertos?». La pregunta es legítima: ¿por qué? Y, sin embargo, el problema no son las molestias de las mariposas, sino los dientes afilados de las fieras que andan siempre por allí y que no se detendrán, eso es seguro, ni ante la fina gasa ni ante el tenue tul.

Del hombre prehistórico casi nada sabemos, salvo que le gustaba pintar búfalos en las paredes de sus cuevas y que ya desde entonces enterraba a sus muertos. «Lo que hay de verdaderamente distintivo en el hombre respecto a los otros seres que la naturaleza ha producido —escribió nada menos que Hans Georg Gadamer (1900-2002), el gran filósofo alemán— es que construye sepulturas y a ellas consagra sus sentimientos, sus ideas y su capacidad creadora». Sí, lo que distingue al hombre de la bestia —lo que lo distinguió durante milenios, hasta que aquél inventó el lenguaje— es ese afán de guardar a sus muertos bajo tierra como se esconde un tesoro. Según los antropólogos, ya el hombre de Neandertal sepultaba a los suyos: «Comprendía muy bien —explica

Boris Cyrulnik en El encantamiento del mundo— que el cuerpo de su amigo ya no estaba habitado por el hálito del alma. Percibía al muerto y se representaba la muerte, lo cual lo impulsaba a inventar una sepultura para no verse obligado a arrojar el cuerpo de su amigo, a quien todavía quería». Y, por lo demás, todas las desgracias de Antígona, la heroína griega, ¿no se desencadenaron a partir del momento en que decidió dar sepultura a su hermano Polinices, muerto como un héroe en el campo de batalla? «Sí –dice Antígona, decidida a desobedecer las órdenes del insensible rey Creonte-, enterraré a mi hermano. Nadie podrá reprocharme que lo haya dejado librado a las fieras. ¿Me ayudas?». Ismena, la hermana de Antígona —hermana, por lo tanto, también del difunto Polinices- escucha con atención la pregunta que acaban de serle dirigidas, pero al cabo de un largo silencio responde que no: «— Somos mujeres, Antigona, mujeres incapaces de vencer a los hombres. Los que mandan son más fuertes que nosotras. Que Polinices me perdone, pero no lo haré. Obedeceré al que manda. «-Haz lo que te parezca —responde Antígona—, pero yo lo enterraré. Porque el tiempo en que estaré con los muertos, Ismena, es mucho más largo del que estaré con los vivos». ¡Así, así se habla, mujer! A veces, obedecer al que manda no siempre es lo que Dios quiere. ¿Y si el que manda se equivoca, o manda de mala fe? ¡Ay, Antígona, en México también existen Creontes que dicen: «Es preciso obedecer las leyes de los hombres antes que las de Dios»! Pero tú, como quiera que sea, vas a enterrar a tu hermano, pues sabes a quién es preciso obedecer antes que a los amos de este mundo. Bien, terminemos de una vez. El niño del cementerio tiene razón; la enferma de la novela de Cela tiene razón; todos los que temen la muerte tienen razón: semejante práctica —sepultar a los muertos— tiene mucho de inhumana; y, sin embargo, hay quien daría la vida porque los cuerpos de sus muertos queridos no se descompongan al aire libre y a la vista de todos. No, sepultar no es separar, ni alejar, ni olvidar: es ocultar un tesoro, y, para los cristianos, sembrar una semilla que dará fruto a su tiempo, que explotará llena de vida a la salida del Sol, con la irrupción de la Primavera.

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TEMAS DE HOY

HOMBRE NUEVO

POR

QUÉ CASARSE

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MIRADAS DESDE LA EUROPA DESENCANTADA

PÍLDORAS

CONTRACULTURA

ESPERADERA POR IGNACIO NAVARRO VALLE / Zapopan, Jal. innavalle@hotmail.com

Con frecuencia pensamos: cuando tenga esto o aquello, cuando me busque fulanito o zutanito, cuando me hagan determinado ofrecimiento, cuando reciba «x» invitación para no sé qué tanta cosas, cuando cambie el clima, el gobierno, etc., entonces empezaré a prepararme. Ejemplos de esta cultura (costumbre), que llamo de la esperadera, son las repetidas y casi nunca puestas en práctica promesas para: bajar de peso, iniciar la práctica de ejercicio, tomar «x» clase, leer un buen libro, dejar la TV basura, iniciar un negocio, aumentar los ingresos, reducir los gastos, etc. Entre otras razones, observo que no nos preparamos con oportunidad. De aquí que nos convenga incorporar a nuestras costumbres (culturas) cotidianas lo benéfico de vivir preparándonos para la actividad de pareja, esposo(a), padre, hijo(a), hermano(a), vecino(a), empresario(a), directivo(a), empleado(a), profesor(a), etc. Esto no garantiza que en el primer intento, o siempre, todo nos salga bien —¡para nada!—, sino que, al igual que en los deportes, hay que repitir una y otra vez; y a veces lograremos lo deseado, otras no. Desde el kinder hasta el grado más elevado posible de estudios, es a base de repetir y examinar como se obtienen resultados satisfactorios. Igual, los padres nos entrenamos y/o preparamos —quizá sin conciencia de ello— repitiendo y repitiendo acciones que nos mejoran, abandonando aquellas que no. También en el trabajo, la profesión y las organizaciones, los dueños, junto con los directivos y/o empleados, han de practicar diariamente para mejorar. Y todo esto debe comenzar en nuestro cerebro, donde se producen los mejores o peores pensamientos, y donde, simultáneamente, adquirimos con esfuerzo valiosos y actualizados conocimientos y habilidades a fuerza de repetir y repetir aquellas acciones que descubrimos —ayudados por buenos mentores, entrenadores, consejeros, asesores, maestros, parejas, colegas o amigos— que nos mejoran.

PARA CONFESARSE

POR EL PADRE MIGUEL RIVILLA SAN MARTÍN / España

= Si doliese el alma como nos duele el cuerpo, habría largas colas en los confesonarios. = Si fuera tan fácil salir de prisión como confesar los pecados, las cárceles se vaciarían. = Si fuera tan fácil dormir en paz como decir los pecados, sobrarían los barbitúricos. = Si la gente sintiese vergüenza de confesarse a un hombre, sobrarían las televisiones. = Si los confesores fuesen ángeles, no nos entenderían y se extrañarían de nosotros = Si al obrar el mal no sintiésemos remordimiento, la Tierra sería ya el Infierno. = Si confesando el mal volvemos a caer, sin confesarnos nunca nos levantaríamos. = Si los ateos tuviesen un gramo de fe, inventarían algo parecido a la confesión. = Si alguien rechaza el perdón de sus culpas, no necesita mayor castigo y penitencia. = Si alguien se gloría de sus pecados, es que nunca miró a los ojos a Jesús crucificado. = Si hay pecadores insensibles al perdón, es porque nadie les abrazó con amor en su vida.

POR JOSÉ MANUEL OTAOLAURRUCHI, L.C. / Venezuela jmotaolaurruchi@legionaries.org

Apoyar el matrimonio es útil no sólo para los interesados, sino para las instituciones públicas. John Flynn señala algunas de las ventajas que tiene el matrimonio sobre las uniones libres. 1. Los hombres casados ganan entre un 10% y un 40% más que los solteros con educación e historial laboral similar. 2. Las parejas casadas crean más riqueza que otras parejas cohabitando. 3. El matrimonio aporta una reducción significativa de la depresión. 4. Los casados superan mejor el cáncer y las enfermedades. 5. Las personas casadas tienen un menor riesgo de suicidio que los individuos no casados. 6. El matrimonio hace a la gente más sana, más feliz y vive más años. 7. El matrimonio también beneficia a los hijos: los bebés nacidos de padres casados tienen un índice menor de mortalidad infantil. 8. Los padres casados pasan más tiempo con sus hijos, les proporcionan más recursos materiales y están más comprometidos, emocional y moralmente, en contribuir al futuro de sus hijos. 9. Estos niños están más protegidos contra abusos y los efectos de la violencia. La familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer es la mayor ayuda que se puede dar a los niños y a la sociedad.

El Observador

AMBIENTALISMO Y ABORTO POR FERNANDO PASCUAL

El movimiento ambientalista y ecologista trabaja les de seres humanos: los hijos antes de nacer. La por mantener un mundo «habitable» y por defender defensa de la vida de animales y plantas, y la tutela del la biodiversidad del planeta. ambiente deben ir de la mano del esfuerzo por evitar Son objetivos hermosos y buenos, pues la vida que se cometan millones de abortos en el planeta. no puede continuar si dañamos gravemente el amIgualmente, los defensores de la vida, los que busbiente, y porque en cierto modo la compleja interde- can erradicar el aborto, no pueden dejar de lado la pendencia entre las especies exige un serio compro- tarea de cuidar el ambiente en el que vivimos, de conmiso por evitar la extinción de formas de vida que servar el don de la Tierra con sus riquezas y sus equiresultan imprescindibles para el bien del conjunto. librios más o menos complejos. Puede surgir entonces la pregunta: ¿tiene algo Amar la vida de los seres humanos lleva no sólo a que ver el ambientalismo con el aborto? En otras pa- luchar para extirpar leyes que permiten el aborto y labras, ¿existiría un cierto deber de los ambientalistas clínicas que lo realizan como un negocio rutinario. para impedir el aborto de millones de seres huma- Trabajar para que cada hijo pueda nacer y ser respetanos? do en su integridad física y en sus necesidades básiLa respuesta es positiva si pensamos que cada cas también nos lleva a evitar comportamientos que ser humano tiene una dignidad intrínseca y un valor contaminan el ambiente, que destruyen formas de vida excepcional, no sólo en cuanto ser vivo, sino en cuan- sumamente importantes para el planeta. to ser espiritual. ¿Es posible una alianza entre el ambientalismo y Probarlo, desde luego, exigiría un pequeño trata- los grupos pro vida? Para algunos quizá no, porque do de antropología. De forma no faltan entre los ambientalisbreve, es bueno reconocer que Si el ambiente es importante, tas quienes ven con indiferensólo los seres humanos son cacia el aborto, si es que no llegan paces de planear y estudiar for- lo es en mayor medida cada a aceptarlo y a promoverlo como mas concretas (esperamos que uno de los seres humanos «camino» para mejorar la suereficaces) para defender la limte del ambiente y evitar un «expieza de los ríos y los mares, que empezamos a vivir un ceso» de seres humanos. Pero para proteger a las especies en día en el seno materno y que si existe buena voluntad, el verpeligro de extinción, para crear dadero defensor del ambiente parques naturales, para estudiar hoy caminamos en un no puede olvidar que el trabajo el complejo mundo de los dis- mundo necesitado de por un aire limpio y un agua tintos ecosistemas terrestres. fresca necesita estar acompañaEsas (y otras muchas acti- decisiones sabias y bien do por la defensa de la vida de vidades) son posibles porque ponderadas que permitan cada ser humano, en cuanto existen en el hombre unas cadotado de un alma espiritual y pacidades superiores, una inte- «salvar» el planeta en cuanto parte integrante de la ligencia y una voluntad, que le biodiversidad. permiten pensar, reflexionar, buscar el bien, conocer Si el ambiente es importante, lo es en mayor medila verdad, comprometerse en la lucha por causas jus- da cada uno de los seres humanos que empezamos a tas. vivir un día en el seno materno y que hoy caminamos Si el ser humano es capaz de realizar semejantes en un mundo necesitado de decisiones sabias y bien actos, tiene una dimensión superior, espiritual, que ponderadas que permitan «salvar» el planeta. lo convierte en digno, en particular, en distinto entre En ese sentido, el verdadero pro vida también será los demás seres vivos. Ello no significa que el hom- un sano ecologista, y el verdadero ecologista será un bre pueda vivir como un depredador que tiene permi- decidido defensor de la vida de cada hijo, que vale so para destruir a placer, sino que precisamente en mucho más que las ballenas y las focas, y que da cuanto ser espiritual y «superior», es responsable de sentido a los esfuerzos para que también mañana las sus actos, ante los demás, ante las generaciones fu- nuevas generaciones puedan disfrutar de colibrís y turas, ante sí mismo, y ante Dios. de pingüinos y, sobre todo, de hombres y mujeres Por lo mismo, los defensores del ambiente no pue- amados y respetados en su dignidad, desde los priden dejar de lado el drama de miles de seres humanos meros momentos de su existencia terrena en el seno que permiten y que provocan la muerte de otros mi- materno.


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MEDIOS DE COMUNICACIÓN

11 de abril de 2010, AÑO 15, No. 770

Película «La carretera»: al rescate de la fe y la bondad POR MARÍA VELÁZQUEZ DORANTES

Basada en el libro de Cormac McCarthy, La Carretera presenta un mundo apocalíptico donde todo está desolado. En tales circunstancias, un padre y su hijo viajan hacia la costa para buscar un lugar seguro en el que vivir. En su viaje se encontrarán con los pocos seres humanos que quedan, la mayoría de los cuales se han vuelto locos o se han convertido en caníbales. No se mencionan los nombres de los personajes y podemos adivinar que el niño no ha conocido el mundo actual, pero sobre el padre desconocemos qué hacía antes del cataclismo, no se tienen referencias sobre qué tipo de persona era, si tenía humor, si era cariñoso, si le gustaba la música. Solo se conoce el presente. El narrador de la novela de McCarthy no es omnisciente. Nunca habla de los sentimientos de ninguno de los dos protagonistas, nunca penetra en sus mentes, sólo los observa. Tampoco los diálogos, que se limitan a las necesidades más básicas: –«tengo miedo, papá». «Tengo frío, papá». «Lo sé». Nos hacen ver cómo se sienten los peregri-

nos. Y no haría falta. Los lectores lo comprendemos perfectamente. Podemos imaginar cómo piensan sólo con la situación tan precaria

en la que están. No es necesario que el autor nos indique nada más. Lo único que podemos ver dentro de la mente del padre son sus recuerdos. De vez en cuando añora a la madre de su hijo y se ven los últimos días de esta mujer que tomó una decisión diferente a aquella por la que él ha optado.

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La Iglesia y la función de los medios de comunicación en la sociedad contemporánea POR SERGIO ESTRADA

En La carretera la atmósfera minimalista, sucia, áspera, mostrada de manera gélida, distanciada, se halla al servicio de la inquietud, del impacto, de una clase de terror que va mucho más allá de las desgastadas claves de ese género para penetrar en nuestros temores reales, los más profundos, los ligados a cuestiones relacionadas con la incertidumbre, con el futuro, con el primero y más básico de los egoísmos: la supervivencia. Hillcoat construye un drama poderoso, inquietante y desarmante, quizá venido un poco a menos por el abuso al que en los últimos años se han visto sometidas las historias apocalípticas, devaluadas en sucedáneos de zombis o virus letales, pero enriquecidas con reflexiones sobre la condición humana, su moral y sus principios, y también con acertadas gotas de intriga. Sin embargo, ante esta situación, la búsqueda de los sentimientos bondadosos y la persistencia de la fe se hacen más presentes en películas con visiones devastadoras.

En el marco de la VII jornada de reflexión titulada «La misión ayer y hoy», llevada a cabo en la Universidad Pontificia de México, el padre Marío Ángel Flores, director de la Comisión de Cultura de la Arquidiócesis de México, hizo una semblanza de la función de los medios de comunicación en la sociedad contemporánea. Destacó que el factor que debe mover a los medios de comunicación a nivel mundial es la ética: «Usando los medios de comunicación conservando el compromiso con la verdad, buscando el bien común y respetando la dignidad humana; sin embargo, vemos que en muchos casos soloamente se utilizan para vender, impactar, crear fama, etc., dejando de lado la ética». Pidió un cambio en la reformas constitucionales para que la Iglesia pueda tener posesión de los medios de comunicación, porque hoy la ley prohíbe tales acciones, pues el Estado teme que la Iglesia católica pueda influir en la sociedad a través de los medios de comunicación afectando algunos intereses políticos o económicos y esto, entre otras circunstancias, ha detenido la libertad de tener concesiones de los medios de comunicación por parte de la Iglesia. El también miembro de la Comisión Teológica Internacional dejo en claro que la Iglesia debe estar preparada para obtener concesiones de medios de comunicación: «Debido a que hoy los medios que la tecnología nos ofrece

deben ser actuales y deben ser dinámicos, porque hay páginas en internet que están dos o tres días y después no se sabe nada de ellas. Es necesario ser creativos y renovar las informaciones con dinamismo, actualidad y novedad, manteniendo la fidelidad del Evangelio. Sin embargo, hoy en día las programaciones de los medios de comunicación no están al tanto de la evangelización, pero para alcanzar esto se debe estar detrás de ellos para que den mensajes con valores positivos», abundó. En su ponencia «La misión y los modernos medios de comunicación», recordó que hay asociaciones no católicas que tienen programas de TV o radio diariamente y la Iglesia sólo tiene espacios cada semana conducidos por periodistas católicos, sin ser dueños de concesiones, No obstante, se tienen concesiones de medios de comunicación —contadas— que son dueños laicos con su mensaje religioso. Por su parte, el padre Ezequiel Castillo, secretario académico del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la UPM y coordinador de las jornadas de reflexión, explicó en entrevista que el objetivo fue analizar la misión de la Iglesia en las sociedades contemporáneas, sus retos, cómo se debe regresar a la misión en un mundo tan complejo y difícil, con eficiencia a través de lo que nos ofrece hoy el mundo en tecnologías y métodos sociales, para hacer efectiva esta misión.


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CONTEXTO ECLESIAL

11 de abril de 2010, AÑO 15, No. 770

El Observador

¿Un ateo entre los apóstoles de Cristo? La experiencia de santo Tomás El segundo domingo de Pascua está marcado por la ausencia de uno de los apóstoles cuando Jesús resucitado se aparece a sus amigos. Pero tuve la fortuna de entrevistar a Tomás para que me diera su versión de los hechos. POR EL PADRE ALBERTO RAMÍREZ MOZQUEDA / http://agenciacatolica.com

El segundo domingo de Pascua está marcado por la presencia, o mejor, por la ausencia de uno de los apóstoles el día de la resurrección de Cristo Jesús, cuando se aparece por primera vez a sus amigos íntimos. Se trata de Tomás, sobre el que estarán cayendo en este momento toda clase de improperios por no haber creído en la palabra de sus hermanos que le anunciaban que Jesús ya había estado con ellos y les había alegrado con su presencia. Así me pareció el hombre que entrevisté

Tuve la fortuna de entrevistar a Tomás en la playa del lago de Galilea, a los pocos días de la resurrección de Cristo, precisamente cuando los apóstoles desembarcaron después de una pesca milagrosa, precisamente en el lugar donde Jesús les indicó y en el que habían estado intentando pescar inútilmente toda la noche. Debo decir que, al ver su figura, me cayó bien el hombre, un hombre bueno, con una personalidad muy humana, lleno de franqueza, sencillo, algo rudo pero recto y noble, aunque terco y testarudo. Se presta sencillamente a la entrevista y le preguntamos en primer lugar por algunos antecedentes, pues sabemos que pocos días antes de la muerte de Jesús, cuando ya se presagiaba la tormenta final, antes de ir a ver a su amigo Lázaro que estaba enfermo, Jesús decide ir primero a Jerusalén. ¿Es verdad que usted pensaba seriamente en el peligro que Jesús corría si se acercaba a Jerusalén? «La verdad, veíamos muy mal el asunto de Jesús; las gentes lo querían tanto, lo mismo que nosoEstamos en pleno Año Sacerdotal, un año decretado por el Papa para reflexionar y orar por nuestros sacerdotes. Un año que, en general, ha transcurrido con pocas actividades, al menos en lo que se refiere a los laicos. Por otro lado, ha sido en este año cuando los medios de varios países europeos y también de México se han ocupado de casos de pederastia en los que se acusa a sacerdotes católicos. Ha habido muchos comentarios al respecto. Algunos, en que se habla de que este fenómeno ocurre en todos los ámbitos, incluso en algunas familias; otros donde se dice que hay una intención de focalizar este tema en la Iglesia, como si fuera la única institución en

tros, que habíamos sido llamados por Él. Me pareció lo más lógico decirle a mis hermanos apóstoles: ‘Vayamos también nosotros a morir con Él’ (Jn 11, 16). La verdad que me movía un gran amor y una gran pasión por aquel Hombre que tenía tantas cualidades, que se desvivía por atenderlos a todos sin discriminación, y yo pensaba que lo mínimo era brindarle nuestra compañía y nuestra seguridad. Pero ahora reconozco que, además del respeto y el amor que le teníamos, me hacía falta otra cosa». Es sabido que en la Última Cena los ánimos eran encontrados, se dieron demasiadas situaciones, como para hacer de esa noche una noche muy especial. Ahí Jesús se mostró muy preocupado por la suerte de los apóstoles una vez que Él se fuera «a prepararles un lugar», aunque prometía volver para llevarlos a todos consigo. Es entonces cuando usted lanza la pregunta: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» «Si, es verdad. Habíamos oído tantas veces a Cristo hablar de sus cosas y de las cosas del Buen Padre Dios que pensábamos que ya lo habíamos entendido todo; pero, la verdad, nos dimos cuenta de que no habíamos entendido nada, por eso a Cristo le brillaron los ojos cuando nos dijo: ‘Yo soy el camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre si no es por Mí. Si me habéis conocido a Mí, conoceréis también a mi Padre’». La pregunta candente

Ya vamos conociendo la sencillez, la humildad, pero también el

¡DANOS

arrojo de Tomás, por eso nos atrevemos a preguntarle algo que nos inquieta cuando leemos los Evangelios: ¿Porqué no estaba usted con el resto de los apóstoles la tarde de la Resurrección, cuando Cristo se dirigió a los suyos por primera ocasión después de su muerte y de su triunfo sobre las tinieblas? Cuando llega-

mos a este punto, el rostro de Tomás se ensombreció y nos dijo pausadamente: «Ése es uno de los puntos más dolorosos de mi vida. Cuando vimos que aprehendían al Maestro, todos corrimos, cobardes, en distintas direcciones, tratando de salvar el pellejo. Ya nos habíamos puesto de acuerdo dónde vernos en caso de que algo pasara y uno a uno todos fueron regresando; pero yo, por esas cosas del destino, fui tomado por los romanos para algunos menesteres re-

lacionados con el prendimiento de Jesús, y como no quería darme a conocer, tuve que acceder a lo que ellos pedían. Fue por eso que pude contemplar el cuerpo de Jesús poco antes de ser metido en la tumba. Mis ojos no me engañaban, pero no cabía en mi cabeza que aquel despojo humano fuera Jesús, pues su cuerpo estaba irreconocible, y las huellas de los clavos y del costado herido de Jesús eran perfectamente visibles. Eso me hizo entrar en un fuerte remordimiento, por no haber podido hacer nada por el Maestro reducido a tan lamentable estado. Todo se me vino abajo, y aquella fe humana en Jesús no me sirvió para dar la cara por Él. Ya no tenía caso la compañía de los seguidores de Jesús. ¿Para qué seguir si yo sí había podido contemplar las llagas en el cuerpo de Jesús? Por lo menos a ellos les quedaba la esperanza, porque no habían contemplado lo que yo». Y continuó el Apóstol: «Pero fueron muy buenos conmigo, porque seguramente se acordaron de que Jesús les había dicho de la oveja perdida que el pastor va a buscar hasta lo más intrincado de los montes hasta encontrarla y regresarla al resto del rebaño. Ellos me buscaron por cielo, mar y tierra, y querían convencerme primero de que Jesús cumpliría su promesa y luego de que ya le habían visto resucitado. No podían convencerme, por eso les puse como condición poder meter mi dedo en los agujeros de sus manos y mi mano en su costado herido. ¡Qué tonto fui! ¡No creí en mis hermanos, en la comunidad naciente de la Pascua del Señor!

SACERDOTES SANTOS!

POR ANTONIO MAZA PEREDA / amaza@att.net.mx

donde ocurrieran estos delitos. quita este hecho. A mí, seglar, me guir lo que dice mi Señor Jesús, me Algunos más enfatizan la inten- dejan una gran tristeza estos acon- aferro al Evangelio que nos aconción de obtener jugosas indem- tecimientos. Yo, que trato de se- seja no juzgar para que no seamos nizaciones. No falta juzgados. Pero me queda ¿Qué me toca, a mí, como seglar? claro que hay quienes tiequien señala que, en muchos de estos casos, nen obligación grave de Lo que me toca es rogar por la todo se reduce a la palajuzgar, de hacerlo imparbra de uno contra la de santidad de nuestros sacerdotes. Y cialmente, de llegar en conotro. ciencia a una determiname toca hacer ver a los cientos de Puede ser. Pero, en mi ción de culpabilidad o inoopinión, nada de esto recencia y de actuar en conmiles de sacerdotes dignos, y suelve el problema de secuencia. A sabiendas de también a la media docena que fondo: ha habido, hay, que este no es más que un sacerdotes pederastas. Y juicio provisional y que el conozco personalmente, que sigo juicio definitivo está en ninguno de los comentarios que antes mencioné apreciándolos y confiando en ellos. manos de Dios.

No le creí a mi Iglesia, esa que tendría que anunciar por todo el mundo el mensaje de liberación de Jesús, animada por el Santo Espíritu que Él mismo les había dado la noche de su primer encuentro». Nadie podía parar al Apóstol que en seguida me dijo: «Pero lo que son los caminos del Señor. A los ocho días, también en domingo, Cristo volvió, con la misma alegría de siempre, llevando su máximo trofeo: ¡la paz para los corazones! Y, para sorpresa y vergüenza mía, tal parece que ignoró la presencia de mis hermanos y, dirigiéndose a mí, mirándome fijamente a los ojos, pero con mucho amor, me invitó a que dejara satisfechos mis deseos de tocarle, de tener una prueba particular para este pobre infeliz de mí. Puso sus manos y su costado a mi alcance, pero eso fue demasiado para mí, pues caí como fulminado por un rayo, y en ese momento comprendí mi terquedad, mi poca fe, la resequedad de mis ojos que le habían contemplado muerto; pero ahora que me miraba con tanto amor, devolvió la luz a mis ojos, y vi en los suyos además de la mirada humana, la mirada del mismísimo Hijo de Dios, y por eso exclamé lo que dicen que fue la primera profesión de fe en el Hijo de Dios: ‘Señor mío y Dios mío’. «Sin embargo, a pesar del cierto reproche y muy merecido de parte del Señor: ‘Tomás, tú crees por haberme visto’, mi aparente incredulidad sirvió para que Cristo se manifestara desde entonces muy cercano a los que ‘creerán sin haberme visto’. Ésa fue la misericordia de Jesús: que a hombres cargados de dudas, de incertidumbres, de miserias, les confía y les abre los caminos de la salvación, a través de los sacramentos confiados a su Iglesia». ¿Qué me toca, a mí, como seglar? En este año sacerdotal, lo que me toca es rogar intensamente por la santidad de nuestros sacerdotes. Orar por quienes tienen la obligación de juzgar a quienes fallaron y por quienes tienen que aplicar las sentencias a que se lleguen. Rezar por quienes, pudiendo haber intervenido a tiempo, no lo hicieron y que comparten en algo una responsabilidad. Me toca hacer ver a los cientos de miles de sacerdotes dignos, y también a la media docena que conozco personalmente, que sigo apreciándolos y confiando en ellos. Una vez más, tenemos la necesidad de rogar a nuestro Padre del cielo: ¡Danos sacerdotes santos!


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CONTEXTO ECLESIAL 13

11 de abril de 2010, AÑO 15, No. 770

DOMINGO II DEL TIEMPO PASCUAL

REFLEXIONES

«Dichosos los que ISABEL NOS PRESENTA A MARÍA: creen sin haber visto» FELIZ TÚ... (Jn 20, 19-31) PORL EL P. NICOLÁS SCHWIZER

POR EL PADRE UMBERTO MARSICH, M.X. / umbertomarsich@hotmail.com

Lo más llamativo de esta aparición de Jesús resucitado a los discípulos es, seguramente, la ausencia de Tomás, quien, en esta ocasión, se convierte en imagen y símbolo de todo creyente. Para todos los que creemos, en efecto, es inevitable experimentar el conflicto entre la razón, que pide evidencias, y la fe, cuya esencia consiste en adherirse sin condiciones a la verdad religiosa propuesta. Tampoco Tomás podía quedarse exento de este drama de la fe, puesto que no había visto al Señor y el testimonio de los demás apóstoles le resultaba asombrosamente increíble. Jesús, también en esta circunstancia, hace su aparición en el primer día de la semana, o sea, en «domingo», el día de su resurrección. Es éste, también, el día de nuestras asambleas cristianas, para las cuales el suceso de la resurrección de Jesús y la fe en su presencia viva no son irrelevantes. La asamblea del pueblo cristiano, en efecto, debe actualizar, cada domingo, la presencia viva de Aquél sin el cual no existiría. Esta manifestación de Jesús, atravesando puertas cerradas, a sus discípulos, quienes se encontraban enclaustrados por miedo a los judíos, demuestra que poseía ya una existencia gloriosa y no sujeta a las leyes físicas del espacio. Jesús, a pesar de los obstáculos que erigimos los hombres y, sobre todo, a pesar de nuestros miedos, puede hacerse igualmente presente: más allá, por cierto, de los «muros» que, frecuentemente, levantamos para resistirnos a su fascinación. A manera de credencial, sucesivamente, Jesús saluda a sus videntes y les desea la paz: «La paz esté con ustedes». Paz bíblica, desde luego, la cual es sinónimo de salud, justicia, reconciliación y salvación: dones que no están ligados ya a la presencia terrena de Jesús, sino a su victoria sobre el mundo. Para disipar todo error, Jesús, en seguida, recurre también a los signos físicos de su crucifixión: las heridas de las manos y del costado. Al ver al Señor, de cuya resurrección habían sido informados ya por María Magdalena y las demás mujeres, los discípulos se sienten invadidos de profunda alegría y su angustia se transforma en gozo: «Cuando los discípulos —nos relata el evangelista Juan— vieron al Señor, se llenaron de alegría». Casi compulsivo en el Jesús de esta aparición es su afán de difundir la paz y la salvación al mundo. Por esta razón envía de inmediato a sus apóstoles a la misión: «Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo». Los apóstoles reciben el encargo de proseguir la obra, confiada a Jesús por el Padre, de anunciar a los hombres la revelación divina y comunicar la salvación. Por tratarse de una misión divina, Jesús, muy oportunamente, les otorga el don del Espíritu Santo y les confía el poder de perdonar o retener los pecados en su nombre y de acuerdo con el mérito de cada hombre. Después de haber soplado, simbólicamente, sobre ellos —nos relata el evangelista— les dijo: «Reciban el Espíritu Santo». Y añadió: «A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar». Bien entendemos que la paz y el perdón pascual no pueden, de ninguna manera, quedarse encerrados celosamente en ellos. La aparición de Jesús a Tomás, quien no había estado presente en la anterior y que se había resistido, con obstinación, a creer en su resurrección por el testimonio de otros, hay que leerla como un relato especialmente dirigido a todos aquellos que, como Tomás, no hemos «visto» al resucitado y quisiéramos verlo. El incrédulo Tomás rechaza, de plano, todo testimonio ajeno, fiándose únicamente de lo que puede comprobar por sí mismo. Sorpresivamente, lo que él pide, el Resucitado se lo concede. En efecto, cuando, el domingo siguiente, o sea, ocho días después, los discípulos se encuentran nuevamente reunidos en el mismo lugar y, esta vez, en compañía de Tomás, el Maestro vuelve a aparecer, en medio de ellos, y los saluda de la misma manera: «La paz esté con ustedes». Luego, para que Tomás compruebe la verdad de su resurrección, lo invita a tocar las cicatrices de las heridas y, en tono de cariñoso reproche, lo exhorta a no obstinarse más en su incredulidad: «Tomás, Tomás, tú crees porque has visto. Dichosos los que creen sin haber visto». A este punto, asumimos nosotros la bella confesión de Tomás y hacemos nuestro su grito de súplica: «¡Señor mío y Dios mío!». El «dichosos los que sin haber visto creen», en efecto, es una expresión de aliento para todos aquellos que aceptamos al Señor sin haberlo visto, físicamente, confiando en la palabra de otros y en el testimonio de la Iglesia. De alguna forma Jesús felicita a los creyentes del tiempo futuro, a quienes Jesús declara bienaventurados porque su fe, cimentada en la predicación de la Iglesia, tiene el mismo valor que la de los testigos oculares de su resurrección, ya que una y otra comunican la vida eterna, objeto de nuestra esperanza.

María es presentada por su prima Isabel con su ría y el ángel. Así se destaca que María no da su saludo de alabanza: «Feliz tú que creíste». Nos in- respuesta en una forma pasiva, sino con una fe vita a reconocerla como la Madre y Educadora de la libre y obediente. Es un consentimiento activo y responsable. María nos enseña fe y modelo de nuestra propia fe. que la fe verdadera está lejos de Si miramos con atención el Es admirable la fe de la ser totalmente pasiva. mundo de hoy notamos que está c) Fe fuerte y fiel: La fe de pasando por una fuerte crisis de Virgen. Nunca hubo María no es una fe acabada desfe. Existe el proceso lento de des- alguien que la igualara. de el inicio. También Ella con su cristianización, de una paralizafe está en camino. Muchas veción y aun de una extinción de la Por eso el Espíritu ces no entiende el porqué de los fe en el hombre moderno, y hasta Santo la alaba a través acontecimientos, tiene que pasar en los movimientos religiosos. por la oscuridad, como todos noTal vez también a nosotros de su prima Isabel sotros. Pero Ella, como dice el nos ocurra un día que debamos constatar: «En el fondo, ya no creo más lo que he Evangelio, «guardaba y meditaba estas cosas en creído antes; se perdió mi entusiasmo, el fervor reli- su corazón». Busca el sentido de las cosas, el deseo divino detrás de ello. gioso de mi juventud». María ha mantenido la fe a través de muchas Nuestra vida de fe tiene sus altos y bajos. Tenemos épocas en que todo nos anda mal, en que nos pruebas y muchas oscuridades, hasta el pie de la cuesta rezar, confesarnos, buscar a Dios. Pero, ¿qué cruz. Dice de Ella el Papa Juan Pablo II: «Conoció pasará si esto se reitera y llega a ser permanente? En las mismas contradicciones de nuestra vida terreesa crisis de fe, la Iglesia nos muestra la actitud de la na. Se le prometió que a su Hijo se le daría el trono Virgen, nos muestra su fe ejemplar. ¿Y cómo es esa de David, pero cuando nació no hubo lugar para Él ni en el mesón. Y María siguió creyendo. fe de María? «El ángel le dijo que su Hijo sería llamado Hijo a) Fe personal: Para Ella, creer no es saber de memoria el «Credo», aceptarlo, defenderlo y confe- de Dios. Pero lo vio calumniado, traicionado y consarlo todos los Domingos en la Eucaristía. Para María, denado, y abandonado a morir como un ladrón en creer es mas bien comprometerse con toda su per- la cruz. A pesar de ello, creyó María que se cumplisona y con toda su existencia con el Dios personal. rían las palabras de Dios». Es realmente admirable la fuerza y la fidelidad No es tanto aceptar verdades y artículos de fe, sino mas bien, unirse de persona a persona con Dios. de su fe. Nunca hubo alguien que la igualara. Por eso el Espíritu Santo la alaba en su prima Isabel, María está siempre abierta para Dios. b) Fe activa (libre y obediente): El relato de la proclamándola feliz por la firmeza incomparable de Anunciación pone de relieve el diálogo entre Ma- su fe.


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ALACENA

11 de abril de 2010, AÑO 15, No. 770

«La carta es una invitación a que cada quien asuma su responsabilidad» POR SERGIO ESTRADA

En entrevista para el El Observador, el padre Mario Ángel Flores, director de Cultura de la Arquidiócesis de México y miembro del Consejo Teológico Internacional, explica la situación de la Iglesia con respecto a los casos de pederastia, y los alcances de la misiva pontificia a los católicos de Irlanda.

¿Cómo debemos interpretar la carta del Papa Benedicto XVI a la Iglesia de Irlanda? «Como una conclusión de un largo conflicto que ha afectado a la Iglesia y a la opinión pública de Irlanda. No se trata de un caso aislado, sino han sido situaciones que se han dado desde hace más de 30 años y ahora que salen a la luz crean indignación. «El Papa ha decidido tocar el asunto para dar una orientación a los obispos y personas involucradas. Se trata de un documento donde se reconoce con humildad y arrepentimiento lo que ha sucedido. Este asunto involucra a la Iglesia porque recae en aquellos que deben ser dignos de fidelidad, servicio, respeto, paz, virtud de los valores cristianos, y, desafortunadamente, ha sucedido lo contrario. «Por otra parte, se pide perdón a los afectados y se les ofrece acompañamiento para superar lo sucedido. No se arregla nada con palabras, pero aquí se ofrece una actitud de cercanía del Papa y de la Iglesia misma. «También es un llamado fuerte a los obispos y sacerdotes para que, cuando se cometa un asunto de esta naturaleza, los ministros sean capaces de reconocer y afrontar sus responsabilidades ante la Iglesia y tribunales civiles. Asimismo, los obispos deben resolver estos problemas en su momento». ¿Cuáles serían los alcances de la carta? «Sería tratar de enmendar estas situaciones con arrepentimiento y humildad, con el deseo de corregir y superar la situación; además de que cada sacerdote debe tener responsabilidad personal en la sociedad y la Iglesia. Y esto no sólo en Irlanda sino en el mundo, porque se han dado casos en todas partes». ¿Qué suspicacias se derribarían con esta misiva? «El pensar que la Iglesia ha ocultado estos hechos o ha sido cómplice. Se ha equivocado en manejar estas circunstancias, pero

no significa que los obispos han sido cómplices, sino que no han sabido resolverlas; pero de ahí a que hayan sido cómplices hay mucha distancia. «Debemos analizar el problema en su justa dimensión; por ejemplo, en Alemania se ha hecho una resonancia grande. Sólo en cinco años, del 2005 al 2010, en el país teutón se han denunciado 200 mil casos de abusos a menores; mas de todos ellos un poco más de cien casos tienen que ver con un religioso, el resto no. Sin embargo, el amarillismo de los medios de comunicación y la hipocresía se han lanzado contra la figura sacerdotal». ¿Hay sectores que atacan a la Iglesia? «Hay sectores que están en contra de la Iglesia desde hace mucho tiempo y que quisieran que no tuviera espacios en la vida pública y en la vida política; y esos sectores aprovechan perfectamente estas situaciones para destruirla. Estos motivos se exageran con el fin de afectar más a la autoridad moral de la Iglesia; sin embargo, hay una contradicción, porque la Iglesia, por defender la vida, la dignidad y a los más débiles, tiene enemigos; y ahora resulta que esos que no defienden la vida, la dignidad ni a los más pequeños, son los que están atacando a la Iglesia; he ahí la hipocresía. «Los sectores laicistas, el homosexualismo político y los pro aborto encuentran en la Iglesia católica una molestia, pues expone la inmoralidad de ciertas propuestas. La Iglesia está apoyada en Cristo y el Evangelio, que sigue siendo algo que está por encima. Ni Cristo ni el Evangelio están en crisis; que algunos hemos fallado es otra cosa, pero el Evangelio sigue siendo la propuesta para los hombres de todos los tiempos, y Cristo será siendo la figura, el rostro, el amor y la misericordia de Dios para todos». ¿Se puede tomar la carta como una invitación a renunciar a obis-

pos y sacerdotes? «No, la carta es una invitación a que cada quien asuma su responsabilidad: el obispo que se haga autoridad, investigue y tome las decisiones que le corresponden, incluso si se trata de la suspensión del ministerio sacerdotal de algún involucrado, dependiendo de la gravedad de los hechos. Y los que han cometido abusos deben asumir su responsabilidad en los tribunales civiles. Al mismo tiempo, la Iglesia también debe revisar el ambiente en que se forman los sacerdotes para que estas situaciones se eviten. Ciertamente el comportamiento humanoes impredecible, así que no es posible suponer que en la sociedad ya nunca va a haber delitos. El ser humano siempre está sujeto a la tentación y pecado, pero ante estas situaciones se deben tener previsiones para que, en la medida de lo posible, no ocurran». ¿Qué debemos hacer como Iglesia? «Ser humildes, como el Papa, ante una realidad. Hay que ser realistas y reconocer las fallas y estar atentos, todos. Ser más atentos a la vida cristiana. Ser más humildes ante la sociedad no para nuestra salvación, sino para los demás». El Papa exhorta a los padres de familia a involucrarse más en la educación de los hijos. ¿Cuál es punto de vista? «Es fundamental esta situación. Hace 40 años los internados católicos comenzaron a cerrar porque los padres de familia no participaban en la educación de sus hijos; había una contradicción en lo que vivían en los internados y lo que vivían en casa. Cuando no hay bases de educación en casa lo demás es insuficiente, y el primer punto que se debe atender es la familia. Son las conductas en el hogar las que moldean, y desde allí la Iglesia debe trabajar, con su enseñanza y testimonio. De las familias debe partir la educación en la vida». ¿Cuál es la situación en México con relación a la pederastia? «Esta situación puede darse en muchas partes, y en muchas ocasiones no se conoce suficientemente; pero lo importante es estar atentos a que los casos sean enfrentados con claridad, tanto dentro de la Iglesia como en los tribunales civiles. Los obispos deben saber manejar estas situaciones, y los que incurran en tales delitos deben afrontar su responsabilidad ante Dios y las leyes civiles». ¿Hay algo más que quiera agregar? «Invito a renovar la fe en Cristo. A tener la fuerza en el Evangelio y Cristo, dando testimonio de nuestro amor a Dios y al compromiso con los demás».

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Una Goretti entre nosotros La muerte de María Isabel Mondragón Arriaga ocurrió un Viernes Santo (Segunda parte) POR GILBERTO HERNÁNDEZ GARCÍA / www.gillher.wordpress.com

Poco antes del mediodía de aquel Viernes Santo de 1980, las hermanas Isabel y Salud Mondragón Arriaga salieron de la casa de sus patrones y se dirigieron, caminando a un costado de la carretera, al centro de Maravatío. Apenas habían avanzado algunos metros cuando un taxi les dio alcance. El conductor, Carlos Aguilar Flores –ex boxeador y ex policía–, con sobrada amabilidad ofreció llevarlas a su destino sin cobrarles, «que al cabo voy para allá», dijo. Las hermanas se miraron y dejaron ver su desconfianza. Sabían que ya era tarde y que tal vez no alcanzarían a participar desde el principio de las Tres Caídas, pero no acostumbraban a aceptar ese tipo de ofrecimientos de personas desconocidas. Frente al silencio de las muchachas el chofer insistió con caballerosidad, esbozando una sonrisa. Ante la disyuntiva, con ingenuidad, accedieron a la propuesta. Una vez en el carro, el sujeto, manejando suavemente, con voz melosa les preguntó de dónde eran, qué andaban haciendo por esos rumbos, quiénes eran sus padres y algo relacionado con su nuevo trabajo. Tímidamente las mujeres respondieron a las interrogantes. En la conversación salieron a relucir los sentimientos religiosos de las hermanas Mondragón y el chofer las felicitó «por la fe que tenían». Les dijo que a su mamá le «agradaría conocer a jóvenes tan devotas», por lo que les propuso que lo acompañaran a su casa para presentársela. Las jóvenes arguyeron que no tenían permiso y que, en cuanto terminara la procesión de las Tres Caídas, tenían que volver al trabajo. La mirada del hombre, reflejada en el espejo delantero, las inquietó. Sospecharon que aquel hombre no tenía buenas intenciones y le pidieron que detuviera el auto de inmediato y les permitiera bajar. Por toda respuesta el hombre pisó el acelerador y siguió de frente. Las jóvenes experimentaron un miedo infinito. La niñez de Isabel

María Isabel Mondragón Arriaga nació el 23 de febrero de 1959 en un caserío llamado Guanimoro, en el municipio de Maravatío, Michoacán. Poco tiempo después del nacimiento de la niña el rancho se dividió y se le dio el nombre de San José del Rodeo. Su hermana María Salud vino al mundo dos años después que Isabel. Sentada a la sombra de un árbol de su jardín, treinta años después de la muerte de su hija, la señora Virginia Arriaga recuerda que Isabel «desde muy pequeñita tenía mucha memoria: a los cuatro años de edad sabía persignarse, el Padrenuestro, el Avemaría y algunas preguntas del catecismo azul». A los cinco años de edad, cuando «ya caminaba recio se venía de la doctrina con nuestra hija Juanita, la mayor, que era catequista en El Saucillo, San Felipe, Michoacán. Por fin Chabelita aprendió la doctrina e hizo su Primera Comunión a los 6 años». Doña Virginia se puso en pie y con vacilante paso –hoy tiene más de 80 años– se dirigió al interior de su casa. Al cabo de unos minutos regresó con una foto tamaño postal, en blanco y negro. La placa presenta a Isabel el día de su Primera Comunión. «Estaba muy linda ese día», dice emocionada mientras muestra la foto. En ella Isabel está de pie, con mirada trasparente y rostro sereno; ataviada con un modesto vestido blanco, largo, cubierta con un discreto velo. Tiene en la mano derecha, apoyada un poco arriba del vientre, un misalito y un rosario; con la izquierda sostiene una delgada vela y un ramo de flores blancas de largo tallo. Doña Virginia cuenta que desde niña le inculcaron, al igual que a sus otros hermanos, la fe católica traducida en prácticas como la frecuente asistencia a Misa, el rezo del santo rosario en familia, la devoción a la santísima Virgen de Guadalupe y al Sagrado Corazón de Jesús. Impulsada por el ambiente religioso de la familia, Isabel comenzó a dar catecismo a los 14 años de edad. Muchos fueron los niños de su comunidad y otras circunvecinas que, con gran esmero de parte de la novel catequista, se prepararon para recibir a Jesús Eucaristía; incluso, algunos de esos niños fueron amadrinados por ella misma. «Chabelita creció muy amistosa y también ella fue catequista, mucho le gustaban los niños y los ancianitos; y decía que en un libro se había encontrado un verso que decía ‘amar a los niños y acariciar las canas de los ancianitos, eso es amor’». «¡Quién iba a imaginar por aquellos días que unos cuanto años después nuestra hija iba a morir a manos de un mal hombre, el mismo día que celebrábamos la muerte de Jesucristo, nuestro Señor!», expresa la señora Virginia, con una mezcla de dolor y orgullo.


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La Coronilla de la Misericordia también es para los niños ¿Has escuchado hablar de la Coronilla de la Misericordia? Bueno, pues no vayas a creer que es una complicada forma de rezar que sólo los adultos entienden. En realidad se trata de una manera muy, pero muy fácil de oración que los niños también harán bien en aprender y usar para glorificar a Dios y para interceder por todos los pecadores del mundo. Aunque Cristo ya padeció, murió y resucitó para que todos nos pudiéramos salvar, eso no quiere decir que automáticamente nos vamos a ir al Cielo. Cada uno debe aceptar libremente la salvación que Dios nos ofrece (el Señor no salva a nadie a la fuerza), y cada uno debe arrepentirse de sus pecados y tratar de reparar todo el daño que haya causado. Si en la Coronilla de la Misericordia lo que hacemos es pedir a Dios Padre por nosotros, pecadores, y por todos los pecadores del planeta, ¿no crees que vale la pena aprenderla y rezarla?

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1) Toma tu rosario y reza esto sólo una vez: Un Padrenuestro, un Avemaría y un Credo de los Apóstoles (el Credo cortito) 2) Donde hay cuentas solas (las rojas) debes decir: Padre, yo te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero. 3) En las cuentas reunidas de diez en diez (las azules) dices: Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. 4) Al final, en las tres cuentas unidas a la cruz, dices: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

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En un velorio alguien se acerca y pregunta: — ¿Quién es el muertito? — Pues, suponemos que el que está en el ataúd. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

El jefe le dice al empleado: «Tú no pienses en mí como tu jefe; piensa en mí como un amigo que siempre tiene la razón»..

Un ladrón se acerca con pistola en mano a su víctima y le dice: — ¡Esto es un asalto! ¡Deme todo su dinero! El otro responde con soberbia: — ¡Óigame: usted no sabe con quién se está metiendo! ¡Soy un político muy influyente! — En ese caso... ¡devuélvame todo mi dinero!


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