El Observador
27 de junio de 2010 AÑO 15 No. 781 $10.00 Fundado en 1995
DE LA ACTUALIDAD
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Catástrofe en el Golfo de México: una lección de humildad ¾ PÓRTICO
DON ARTURO POR JAIME SEPTIÉN / jaimeseptien@gmail.com
AFP
La catástrofe ecológica provocada por la marea negra en el Golfo de México debe ser una lección de humildad para todas las actividades humanas, no sólo en el campo de la producción de energía, asegura el portavoz vaticano. El padre Federico Lombardi. S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha analizado estos dos meses de pérdida de petróleo en las aguas del Golfo de México a causa de la explosión de una plataforma de la compañía British Petroleum. «Las dimensiones del desastre son difícilmente calculables, pero son ciertamente enormes y siguen extendiéndose.
Lo que sorprende en este caso es el sentido de impotencia y el retraso en la búsqueda de una solución frente al desastre por parte de una de las multinacionales petroleras más grandes y técnicamente mejor equipadas del mundo, así como también por parte del país más potente de la tierra», reconoce el padre Lombardi. El padre Lombardi concluye reconociendo que tenía razón Benedicto XVI cuando, al terminar su última encíclica sobre los grandes problemas de la humanidad de hoy, Caritas in veritate, consagra un capítulo a «la responsabilidad en el uso del poder de la técnica». (Zenit-El Observador)
LA VERDAD DETRÁS DEL AMARILLISMO
El caso Hullermann, de Munich
P. 2
MÁRTIRES MEXICANOS
El espíritu de los cristeros
P. 3
TESTIMONIOS SACERDOTALES
Ellos son bendiciones
P. 9
FAMILIA
Deberes de los padres con respecto a sus hijos P. 15 Periodismo Católico
Hace 15 años, cuando inicio la andadura del periódico El Observador, recibí el decidido apoyo de mis dos grandes obispos: don Mario De Gasperín y don Arturo Szymanski. En los trabajos previos a lanzar este semanario visité las diócesis de León, Celaya y San Luis Potosí. Junto con la diócesis de Querétaro, todas apoyaron al periódico. Pero el apoyo de don Mario y de don Arturo fue decisivo para salir al público en julio de 1995. Recuerdo con cariño y con nostalgia la primera vez que presenté el periódico en la hoy arquidiócesis de San Luis Potosí. Don Arturo reunió a su presbiterio y a sus consejeros, entre ellos monseñor Peñalosa. Al terminar mi exposición, ya con el primer número impreso, monseñor Peñalosa auguró una vida efímera a El Observador. Me dijo, palabras más palabras menos, que no íbamos a durar más de cuatro números. Se imaginará el lector la inseguridad que me representaron las palabras de monseñor Peñalosa, a quien yo consideraba (sigo considerando once años después de su muerte) una cumbre de la literatura católica en México. Pero inmediatamente vi la mirada de monseñor Szymanski, (mientras mi querido padre Darío Pedroza amonestaba a monseñor Peñalosa) que me decía: «No te preocupes, que aquí somos así; pero te vamos a apoyar todos». En efecto, todos nos apoyaron, particularmente don Arturo, hasta el día de hoy en que cumple 50 años de haber sido nombrado obispo. La ceremonia de sus bodas de oro episcopales ha sido magnífica, como magnifica ha sido la vida de este gran sacerdote, gran obispo, y gran lector de El Observador. No pasa semana que don Arturo no me llame por teléfono para recomendarme algo, hacer que me fije en un hecho, regañarme... en fin, orientarme en la fe católica. A sus más de 85 años conserva la fe de un sacerdote recién ordenado y la perspicacia de un obispo de larga trayectoria. Su cercanía, su oración, sus consejos son inestimables para esta gran familia y para mi familia que es El Observador. Yo le pido a don Arturo que nos siga guiando y nos siga iluminando. Es un lujo y un regalo de Dios tenerlo tan cerca. Me felicito y felicito a San Luis Potosí (antes a San Andrés Tuxtla y Tampico) por este hombre de Dios, quien en su homilía del pasado martes 22 de julio definió su vida como una «deuda de gratitud orante». Gracias, y que Dios lo bendiga, don Arturo.