¿LEGALIZAR LAS DROGAS? VER PÁGINA 10
El más grande peligro que presenta la marihuana es la falsa creencia de que es una droga suave. Por Gabriel García Colorado
EL PAPA EN ESPAÑA
PRÓXIMO NÚMERO
LA VESTIMENTA
D «El hábito no hace al monje... pero le ayuda» D ¿Cómo vestía Nuestro Señor Jesucristo? ¿Por qué a la Virgen se le representa con ropa blanca y azul?
3Llegó como peregrino a Santiago de Compostela. 3En Barcelona la jornada estuvo marcada por la belleza, la familia y la vida. 3Invita a los jóvenes el año próximo a Madrid.
D Las vestiduras litúrgicas: ¿A qué se debe que los sacerdotes se pongan tanta ropa para la Misa? D «No me dejaron entrar al Vaticano debido a la ropa que llevaba puesta»
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El Observador DE
14 de noviembre de 2010
PÓRTICO POR JAIME SEPTIÉN jaimeseptien@gmail.com
Novísimos
AÑO 16
No. 801
elobservadorenlinea.com
E
n nuestros días, hablar de la muerte, del juicio, del Purgatorio, del Cielo y del Infierno suena a cosa del pasado; muchos creen que son simples mitos. Nada más lejano de la realidad, son realidades que acompañan al humano y al cristiano. Nos hablan de una existencia más allá de la vida y al mismo tiempo son un referente de cómo debemos comportarnos aquí en la tierra.
El cielo es el encuentro pleno con Dios. Para alcanzarlo debemos afrontar el juicio de Dios. Se nos evaluará en el amor que hemos compartido y multiplicado. Habrá quienes se purificarán en el purgatorio y a quienes sus obras los condenaran a estar eternamente apartados de Dios. Que esto lo consideremos mito es algo que el Maligno quiere, pues así perdemos la brújula de nuestras acciones. Todo nos está permitido y, cuando esto ocurre, la sociedad y los seres humanos se corrompen, corren el riesgo de quedar apartados de la vista de Dios. Por esta razón, en este número hablaremos sobre estas realidades, no con la intención de asustar, sino con el fin de que, como católicos, no perdamos de vista que “al atardecer de la vida se nos juzgara en el amor” y para ello debemos estar preparados.
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YO EXPERIMENTÉ LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE 3Testimonio del
EN OPINIÓN DE... ARANGUREN: El mes de los difuntos TRASLOSHEROS: Aborto y elecciones TURNBULL: Justos tenían que quedar PÁGINA 11
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Estar preparados ante el encuentro definitivo
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ACTUALIDAD
Fundado en 1995
s difícil, pero no imposible, hablarle al mundo de hoy de «las cosas últimas»: muerte, juicio, Purgatorio, Cielo e Infierno. Acostumbrado a lo inmediato, a lo momentáneo, a lo tangible, el hombre de hoy hace oídos sordos a cualquier reflexión sobre el más allá. Por eso ni le gusta la poesía, ni le entiende a la liturgia y considera que la religión — con sus dogmas y sus mandamientos— es cosa del pasado. Por lo mismo, no trabaja ya en la salvación de su alma. Trabaja, en todo caso, por la perfección de su cuerpo.
sacerdote católico José Maniyangat que al ser embestido por un jeep experimentó la muerte, pero al ser transportado a la morgue volvió a la vida, en el transcurso su ángel lo llevó al Infierno, Purgatorio y el Cielo.
LA
El “Juicio final” de Peter Paul Rubens de 1615, óleo sobre lienzo que se encuentra en el museo de Alte Pinakothek (Munich).
ADICCIONES A INTERNET, PREVENLAS
MI PRÍNCIPE AZUL
3Ell amor de tu vida vendrá, pero no precisamente será un príncipe o princesa. Tampoco aparecerá en caballo blanco. Es más fácil que llegue en un cochecillo sencillo.
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OPINIÓN 2 PÁGINA
14 de noviembre de 2010
AÑO 16, No. 801
/El Observador
PÓRTICO
Se le da el nombre de «novísimos» (de novissimis) a lo que se refiere a lo «más nuevo» —tan nuevo que aún no nos ha tocado—, a las «cosas últimas»: muerte, juicio, Cielo, Purgatorio e Infierno. A este campo teológico también se le llama «escatología».
REFLEXIONES DESDE EL CLAUSTRO
POR JAIME SEPTIÉN jaimeseptien@gmail.com
Novísimos
E
s difícil, pero no imposible, hablarle al mundo de hoy de «las cosas últimas»: muerte, juicio, Purgatorio, Cielo e Infierno. Acostumbrado a lo inmediato, a lo momentáneo, a lo tangible, el hombre de hoy hace oídos sordos a cualquier reflexión sobre el más allá. Por eso ni le gusta la poesía, ni le entiende a la liturgia y considera que la religión — con sus dogmas y sus mandamientos— es cosa del pasado. Por lo mismo, no trabaja ya en la salvación de su alma. Trabaja, en todo caso, por la perfección de su cuerpo. Y, como dijo una vez a los sacerdotes de Roma el Papa Benedicto XVI: «Quien no conoce el Juicio definitivo no conoce la posibilidad del fracaso y la necesidad de la redención. Quien no trabaja buscando el Paraíso, no trabaja siquiera para el bien de los hombres en la tierra». Ya no se le tiene miedo al Infierno, al Purgatorio, al juicio de Dios. Nos parece que son cosas con las que nos querían asustar las abuelas. Por eso los confesionarios se van quedando vacíos; cada día es más difícil caer de rodillas, ignorando que — como decía Chesterton—es nuestra única manera de crecer. La cautela nos ha corrompido la prédica. En Cruzando el umbral de la esperanza, el siervo de Dios Juan Pablo II dice sin rodeos: «El hombre en una cierta medida está perdido, se han perdido también los predicadores, los catequistas, los educadores, porque han perdido el coraje de ‘amenazar con el Infierno’. Y quizá hasta quien los escuche haya dejado de tenerle miedo». Sí, miedo. Miedo a perder el Cielo, la salvación, el alma, el Paraíso, la presencia divina, la visión del rostro de Dios. Miedo de dejar pasar el tren de la esperanza en la vida eterna, o de canjearlo por un placer transitorio, efímero, evanescente. Tomás de Kempis, autor de la Imitación de Cristo, escribió: «Mira al fin en todas las cosas, y de qué suerte estarás delante de aquel Juez justísimo, al cual no hay cosa encubierta, ni se amansa con dádivas, ni admite excusas, sino que juzgará justísimamente. ¡Oh ignorante y miserable pecador! ¿Qué responderás a Dios, que sabe todas tus maldades?». Las «cosas últimas» nos son extrañas. Por eso, de tanto en tanto, un periódico católico tiene que volver sobre ellas. No para regodearse en un conocimiento particular, sino para advertir de que sí existen, de que están ahí y que alguna día compareceremos ante el tribunal de Dios en donde seremos juzgados de acuerdo con nuestras obras, de amor o de olvido.
DIRECTORIO El Observador
¿Qué es eso de los «novísimos»?
®
DE LA ACTUALIDAD DE LA ACTUALIDAD
Dirección: Jaime Septién Crespo Dirección adjunta: Maité Urquiza de Septién Dirección de proyectos: Rogelio Hernández Murillo
¡Cristianos estén atentos! Las realidades últimas Por sor María Dolores, OSC
P
or la fe sabemos que la muerte es un nacer a la verdadera vida; es un acierto de nuestra existencia conservarnos en el seno de la purísima Virgen porque ella nos da a luz al Cielo, a la vida eterna. Si esto lo comprendiéramos, la muerte de nuestros seres queridos la viviríamos de otra manera. Por fe sabemos que cuando muramos seremos juzgados primero por los pecados de comunidad y después por los pecados personales. Los pecados de comunidad son aquéllos en los que tú influiste para el malestar de otras personas: ¿Qué tanto has ayudado a que otros no pequen?¿Qué tanta caridad hubo en los juicios que hiciste? ¿Cómo has ayudado a santificar a tu familia? Todas estas son preguntas que nos indican la relación que tenemos con nuestros semejantes. Con respecto a nosotros mismos, debemos cuestionarnos: ¿Qué sentimientos llevo en mi corazón?¿Qué tanto fue Cristo el centro de mi vida? Unas herramientas poderosas para llegar bien preparados al juicio de Dios son los sacramentos, la continua Confesión; aquí es donde se muestra la misericordia de Dios. Llegar al Cielo es estar en presencia de Dios. San Agustín lo expresaba muy bien; «Señor, nuestro corazón esta inquieto hasta que descanse en Ti». En otras palabras, el Cielo es el encuentro de nuestra alma con Dios y con todas las almas que se salvaron. Cristo ya nos ganó el Cielo con su muerte y resurrección, ahora depende de nosotros llegar, tenemos muchas gracias que nos facilitan ese camino; para las almas soberbias será más difícil alcanzar el Cielo. Al Cielo no entra nada impuro. Para alcanzar esta limpieza de nuestra alma existe el Purgatorio. Ahí se alcanza el grado de amor que nos permite llegar a la presencia divina; por eso debemos orar por las benditas animas del Purgatorio: ellas nos lo agradecerán intercediendo por nosotros.
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Si no hay Infierno podemos hacer de nuestra vida lo que sea. Por eso al Maligno le interesa que a las realidades últimas las consideremos meras mitologías. Uno de los grandes males de la humanidad es desdeñar la existencia del Infierno. Pienso que es una artimaña del demonio el no hacernos creer en el mal, pues entre menos conocimiento haya de que nuestros pecados nos pueden llevar a ese dolor eterno que es el Infierno, más fácil llegaremos a él. Si no hay Infierno, podemos hacer de nuestra vida lo que sea: las almas se desbocan. Por eso al Maligno le interesa que estas realidades las consideremos meras mitologías. Pido a los sacerdotes, almas consagradas y laicos que nos instruyamos y hablemos del Cielo, el Infierno y el Purgatorio, para que nos preparamos en esta vida para llegar a la presencia de Dios, a esa tranquilidad del alma. Si tienes inquietud por la vida contemplativa puedes comunicarte al teléfono (442) 2120182
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NOVÍSIMOS: HACIA NUESTRO DESTINO FINAL
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«Y vi a los que habían muerto, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos los libros, y también fue abierto el Libro de la Vida; y los que habían muerto fueron juzgados de acuerdo con el contenido de los libros: cada uno según sus obras» (Apocalipsis 20, 12)
«¿Sabes de quién depende tu salvación o tu condenación eterna? ¡Solamente de ti!» La frase del título es de san Juan Bosco. A veces parece como si no hubiera mucho qué decir de la vida eterna, como si Dios la mantuviera «en secreto». Muchos dicen que nadie ha muerto y regresado para decirnos si de verdad hay vida después de la vida. Nada más falso. Los testimonios de quienes, de diversas maneras, han experimentado el «más allá» y han sido advertidos por la Misericordia de Dios para que, a su vez, nos adviertan a nosotros, son muchos. Sólo hay que buscarlos... ¡y hacerles caso! Aquí presentamos algunos:
Nadie puede estar seguro de salvarse «Hija mía y carísima, advierte que todos los vivientes nacen destinados a la muerte, ignorando el término de su vida; pero lo que de cierto saben es que su plazo es corto y la eternidad sin fin; y que en ella sólo ha de coger el hombre lo que ahora sembrare de malas o buenas obras, que entonces darán su fruto de muerte o vida eterna; y en tan peligroso viaje no quiere Dios que nadie conozca de cierto si es digno de su amor o aborrecimiento; porque si tiene seso, esta duda le sirva de estímulo, para diligenciar con todas sus fuerzas la amistad del mismo Señor». («Mística Ciudad de Dios». Doctrina de la Reina del Cielo dada a la venerable sor María de Jesús de Ágreda, religiosa española, en el siglo XVII )
La muerte no interrumpe la vida «Te fue dicho que la muerte no interrumpe la vida, sino que, para los elegidos, la perfecciona; esto es cierto, en efecto, como aquel que llega forastero a una gran ciudad antes desconocida y está distraído por las grandes novedades que divisa; luego, los problemas de su vida vuelven a aflorar y asoman a su memoria. Así es para el que llega al Paraíso. No es que inicie la vida ex novo [de cero], sino que vuelve a recordar las cosas de la vida terrena, naturalmente en una luz completamente diferente, y ve
las cosas desde un perfil nitidísimo, por lo que también el interés por las cosas terrenas es modificado por la nueva situación. «Cuando la vida terrena estaba en curso, yo sabía de los muchos males que afligían a la Iglesia, pero ese conocimiento mío era limitado y estrecho y jamás habría podido suponer la realidad. Desde el Paraíso, por permisiva Voluntad divina, la visión de los acontecimientos humanos es bien diversa y también es diferente la visión de la Iglesia. Bastaría con que sólo por un instante todos los hombres en camino en la Tierra pudieran tener una visión del mundo para que se verificara un cambio radical de las amargas y tristísimas realidades que vosotros estáis viviendo; pero esto no es posible, la vida en la Tierra es prueba, y no sería ya prueba si no fuera así» (Don Sisto, el alma de un sacerdote en el Cielo, en revelaciones privadas —en la mayoría de ellas habla el propio Jesucristo— al sacerdote italiano monseñor Ottavio Michelini en los años 70)
El número de días de cada uno ya fue determinado «Así como Yo tengo determinado el número de los días de la vida, los grados de santidad o de talento que quiero dar a cada hombre, así también tengo determinado el número de pecados que quiero perdonar a cada uno. Cumplido el que llenó la medida, no queda ya lugar al perdón. Yo estoy pron-
to a sanar a quienes tienen deseo y voluntad para enmendar su vida. Pero no puedo perdonar a quien vive obstinado en el pecado. Perdono los pecados pero no el propósito de pecar... «No digas entonces: ‘Así como Dios me perdonó otros pecados, me perdonará éste’. No lo digas, porque si tú añades un pecado nuevo al pecado que ya se te perdonó, debes temer que éste se una al primero y que así se complete el número y seas abandonado. Muchos llegan al número determinado, los asalta la muerte y los arrastra al fuego eterno. Viven en delicia y en un instante bajan al sepulcro. «Estén seguros de que Yo espero y sufro, más no espero y sufro siempre... Yo tengo paciencia pero, pasado el límite, castigo los primeros pecados y los últimos. Y cuanta mayor haya sido mi paciencia, tanto mayor será su castigo». (Revelación privada de Dios Padre a Catalina Rivas dada el 25 de octubre de 1996 y publicada en el libro «La Puerta del Cielo. Una enseñanza para el hombre sobre sus debilidades, limites y alcances», con imprimátur de monseñor René Fernández Apaza, arzobispo de Cochabamba).
No quieran entrar al Cielo con el corazón manchado «Es una realidad, niños queridos: el Cielo, el Purgatorio y el Infierno existen; no están en la Tierra, como os lo hace creer el Enemigo... Os lo repito de nuevo: el Cielo, el Purgatorio y el Infierno
existen. Luchad, pues, hijitos míos, por salvaros. Luchad, pues, hijitos míos, en ser santos... Os lo pido con ruego de madre. Vale la pena arriesgarlo todo, vale la pena que os donéis sin reserva al Dios Trinitario, al Dios Creador. «No queráis entrar al Cielo con vuestro corazón manchado. No queráis entrar al Cielo con vuestro pecado. No queráis entrar al Cielo con vuestra mortecina dentro. Lavaos, regeneraos, que nada profano, nada impuro entrará al Reino de Dios. No seáis testaduros, la eternidad existe, hay una vida más allá que os premia o castiga. Una vida más, que en nada se asemeja a esta vida. Allí el tiempo es distinto; no cuentan las horas ni los minutos. Allí todo es luz u oscuridad, dependiendo en el estado en que se encuentre vuestra alma... Allí es perenne alegría o eterno sufrimiento. Allí es presencia continua de Dios o ausencia perpetua. ¿A dónde queréis ir? Como buena Mamá, llamo a toda la humanidad a un cambio de vida..., a renovar estereotipos, imágenes equívocas de Dios; imágenes erradas del Cielo, del Purgatorio y del Infierno; a llenar los corazones del amor de Dios y a vaciarlos de vuestras inmundicias e idolatrías. A renunciar decididamente al demonio y a sus falsas seducciones, a vivir y a caminar como peregrinos en la Tierra ansiosos del Cielo». (Revelación privada que se supone dio la Santísima Virgen el 15 de mayo y el 14 de junio de 2008 a Agustín del Divino Corazón, y que fue publicado en el libro «Albores del Segundo Advenimiento», pero no tiene imprimátur) .
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NOVÍSIMOS: EL CIELO
14 de noviembre de 2010, AÑO 16, No. 801
El Observador
«Ésta es la morada de Dios entre los hombres: Él habitará con ellos, ellos serán su Pueblo, y el mismo Dios estará con ellos. Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apocalipsis 21, 3-4)
Están equivocados los que siguen pensando que el Cielo es aburrido... y desdeñable «Si todos los hombres de la Tierra pudiesen ver las delicias del Reino de los Cielos, la humanidad entera, buenos y malos, desearía morir al instante para poseerlas»
«¡Si supierais qué es el Reino de los Cielos, y lo que se pierde perdiéndolo!» «En este momento he entrado en el Cielo con nuestra Reina y toda la corte cantando Hosanna... Estoy postrada a los pies de la Santísima Trinidad, abismada en este océano de delicias. ¡En el Cielo para toda la eternidad! ¿Te das cuenta? ¡Qué lugar ha preparado Dios para los que le aman!... Han pasado los dolores y las penas de la Tierra y mis lágrimas se han vuelto perlas en mi vestido. «Lo que debéis buscar En el Cielo cada es el Cielo... En el Cielo se cumplen todos nuestros momento es el deseos; los afectos están inicio de nuevas más consolidados... [Ahora] soy de una belleza inalegrías, Dios concebible, porque estoy crea cada minuto revestida de la Belleza misma de Dios... El Señor en nuevos goces otros elegidos ha glorificapara sus elegidos do en unos su humildad, en otros su caridad. En mí ha glorificado mi gran miseria, porque no le he presentado otra cosa, y se ha contentado con ella... ¿Sabes por qué? Porque ha sido infinita mi miseria. El Señor hace las cuentas en proporción inversa. «Ninguno de nosotros puede crecer en gloria; cada cual ha alcanzado su altura. Todos nosotros somos estrellas en el firmamento de Dios, y jamás una estrella dirá a otra: ‘Soy más bella que tú’, porque cada uno tiene su medida plena y todos viven de la vida divina. Hay santos canonizados por la Iglesia y otros canonizados por boca de Jesús. Yo soy uno de éstos, y no soy menos bella ni menos amante que aquéllos. «Todos somos servidores de Dios en el Cielo. Cada uno tiene su medida plena, colmada, rebosante. Todos son felices y ninguno envidia la suerte de otro. «Si todos los hombres de la Tierra pudiesen ver las delicias del Reino de los Cielos, la humanidad entera, buenos y malos, desearían morir al instante para poseerlas. «Aquí en el Cielo, cada momento es el comienzo de nuevas alegrías y de nuevas embriagueces... Mi día es un día sin fin, porque el sol nunca se pone en el Reino del Amor. Cada minuto Dios crea nuevos goces para sus elegidos. «Di a todos que no malgasten los dones de Dios. ¡Si supierais qué es el Reino de los Cielos, y lo que se pierde perdiéndolo! ¿No dice el Evangelio que se debería vender todo por comprar este campo? (De las revelaciones privadas dadas a una monja franciscana anónima, en Italia, entre 1967 y 1970. Además de recibirlas directamente de Jesucristo, otras veces — como lo que aquí se publica— se daban a través de una hermana suya fallecida, que estuvo primero en el Purgatorio. Las escribió por obediencia a su director espiritual, y se han publicado con autorización eclesiástica)
«Yo soy tu recompensa»
La imaginación no alcanza a vislumbrar el Cielo «Íbame el Señor mostrando grandes secretos... Quisiera yo dar a entender algo de lo menos que entendía, y pensando cómo puede ser, hallo que es imposible; porque en sola la diferencia que hay de esta luz que vemos a la que allí se representa, siendo todo luz, no hay comparación, porque la claridad del sol parece muy desgastada. En fin, no alcanza la imaginación, por muy sutil que sea, a pintar ni trazar cómo será esta luz, ni ninguna cosa de luz que el Señor me daba entender como un deleite tan soberano que no se puede decir; porque todos los sentidos gozan en tan alto grado y suavidad, que ello no se puede encarecer, y así es mejor no decir más». Santa Teresa de Jesús
«Hoy estuve en el Cielo en espíritu»
«Ahí no hay fastidio»
«El Cielo, hijos míos, es un bien tan grande, que Yo quise morir en la Cruz para abrir«Hoy día estuve en el Cielo les la entrada en él... En el Cielo no hay mueren espíritu, y vi sus bellezas inte, ni temor de morir; no hay dolor ni enfercomparables y la felicidad que nos medad, ni pobreza, ni calor. Sólo hay un día espera para después de la muerte. eterno siempre sereno, una primavera conCómo todas las tínua florida y deliciosa porque todos se criaturas alaban aman tiernamente... Allá… todo es nuey dan gracias a vo: las bellezas, las alegrías, todo saciaDios sin cesar... rá sus deseos... Todo esto son las diEsta fuente de fechas menores que hay en el Cielo... El licidad es invariable premio que se les promete no es solaen su esencia, pero mente la belleza, la armonía y los otros es siempre nueva, bienes, sino Yo mismo... derramando felicidad «Hijos míos, los placeres del para todas las criatumundo no pueden saciar sus deras. Dios me ha hecho entender que hay seos... En cambio, los bienes del una cosa de un valor infinito a sus ojos, y Cielo sacian siempre y dejan coneso es, el amor a Dios; amor, amor y nuetento el corazón. Y aunque sacian vamente amor, y nada puede compararse a plenamente, siempre parecen nueun solo acto de amor a Dios. vos, siempre deleitan, siempre se Dios, en su gran majestad, es adorado desean, siempre se obtienen. por los espíritus celestiales, de acuerdo a sus Así, el deseo no engendra el fasgrados de gracias y jerarquías en que son tidio porque siempre queda sadivididas. No me causó temor ni susto; mi alma tisfecho y la saciedad no enestaba llena de paz y amor; y, mientras más gendra disgusto. conozco la grandeza de Dios, más me alegro de Jesucristo a Catalina Rique Él sea el que es». vas (30 de octubre de 1996) Santa Faustina Kowalska (Revelaciones publicadas con imprimátur) (Visión del 27 de noviembre de 1936).
«En el Cielo dicen ‘Aleluya’ porque en la Tierra han dicho ‘Amén’». San Agustín de Hipona «Qué pequeña me parece la Tierra cuando miro al Cielo». San Ignacio de Loyola
«¿Quién puede comprender la alegría y consolación que están disfrutando los santos en el Paraíso? ... Jamás podremos formarnos una cabal idea sobre el Cielo hasta que lleguemos allí. Es... una alegría plena que puede experimentarse pero nuestra pobre lengua se ve imposibilitada a explicar... El buen Dios mismo será nuestra recompensa: Ego merces tua magna nimis: ‘Yo soy tu recompensa, sobradamente mayor’... Como dice san Pablo, hijos míos, ustedes verán a Dios cara a cara, porque ya no habrá velo o impedimento entre Él y nosotros... Lo amaremos incansablemente, descubriendo en Él siempre nuevas perfecciones... Los ángeles han estado contemplándolo desde el comienzo de la Creación y aún no están saciados... Jamás puede cansarnos la posesión del Cielo... «Y todos podemos adquirir esta felicidad». San Juan María Vianney
«El sabio es quien quiere asomar su cabeza al Cielo; y el loco es quien quiere meter el Cielo en su cabeza» Gilbert Keith Chesterton
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NOVÍSIMOS: EL PURGATORIO
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«La obra de cada uno aparecerá tal como es, porque el día del Juicio, que se revelará por medio del fuego, la pondrá de manifiesto; y el fuego probará la calidad de la obra de cada uno. Si la obra construida sobre el fundamento resiste la prueba, el que la hizo recibirá la recompensa; si la obra es consumida, se perderá. Sin embargo, su autor se salvará, pero como quien pasa por el fuego» (I Co 3, 13)
Un singular pacto entre Dios y la beata Teresa de Calcuta En una entrevista publicada en 1996 por la revista brasileña Sin Fronteras, le hicieron una pregunta muy interesante a la madre Teresa: «¿No se cansa de que le tomen tantas fotografías?». A lo que respondió: «Considero eso un sacrificio y también una bendición. Dios y yo hicimos un trato: por cada foto que me toman, él libera un alma del Purgatorio... Yo creo que, a este ritmo, en breve el Purgatorio va a quedar vacío». Y explicó: «Viajar por el mundo rodeada de tanta publicidad es cansado y duro. Pero yo utilizo todo lo que se me presenta para la gloria de Dios y el servicio a los más pobres. Es preciso que alguien pague ese precio». Este ejemplo de entrega nos puede servir para considerar seriamente ofrecer todo aquello que nos disgusta o molesta por amor a Dios. No es mala idea considerar también todo lo que podemos hacer los que estamos en el mundo por las benditas almas del Purgatorio. Fuente: Encuentra.com
¡Es verdad: con nuestros sacrificios podemos ayudar a salvar a otros! La sierva de Dios sor Josefa Menéndez (1890-1923), religiosa de la Congregación del Sagrado Corazón, recibía frecuentes mensajes de Jesucristo y se le aparecían algunas almas del Purgatorio. Una de ellas le dijo: «He pasado siete años en pecado mortal y tres años enferma rehusando siempre confesarme. Tenía bien abierto el Infierno, y hubiera caído en él si con tus sufrimientos de hoy no me hubieses obtenido fuerza para confesarme y ponerme en gracia. Ahora estoy en el Purgatorio y te ruego que pidas por mí, pues así como has podido salvarme, puedes sacarme pronto de esta cárcel tan triste». Otra alma le dijo: «Estoy aquí por bondad de Dios, porque mi gran orgullo me tenía abiertas las puertas del Infierno. Tenía muchas personas debajo de mis pies… y ahora me pondría yo debajo del último de los pobres… Ten compasión de mí… y haz actos de humildad para reparar mi orgullo. Así podrás sacarme de este abismo». Una más le reveló: «¡Bendita sea la infinita bondad de Dios que quiere servirse de los sacrificios de otras almas para reparar nuestras infidelidades!». Y otra: «No saben cuán diferentes se ven las cosas de la Tierra, cuando se ha pasado a la eternidad... ¡Qué poca cosa es la Tierra y todo lo que ella encierra! Y a pesar de esto, ¡cuánto se la ama! ¡Ah, la vida, por larga que sea, es nada en comparación de la eternidad! No pueden figurarse los hombres lo que es un solo momento de Purgatorio y cómo el alma se consume y se derrite en deseos de ver a Dios Nuestro Señor».
«Todas las almas del Purgatorio me gritaron: “¡Rece por mí!”» «No recibían ayuda de nadie en la Tierra, ni oración, ni sacrificios» Sor Natalia Magdolna (19011992), una religiosa húngara perteneciente a la congregación de Hermanas del Buen Pastor de Santa María Magdalena en Keeskemet, tuvo una vida llena de gracias sobrenaturales y de una intensa comunicación con Dios. Ella escribe: «Una noche Jesús me pidió que orara por las almas del Purgatorio... Jesús me dijo: ‘Hija mía, aunque respeto tu cansancio, quiero pedirte que no te vayas a dormir hasta que pongas por escrito el estado de sufrimiento de las almas del Purgatorio... .Jesús me llevó entonces a un lugar tan grande que yo no podía ver el final. Aunque el lugar estaba oscuro, las almas allí parecían estar calmadas. Había un
sinnúmero de almas: llevaban ropa negra y estaban arrimadas unas a otras. Todas parecían inmóviles, sin palabras y muy tristes. Mi corazón casi se quebraba al verlas así. Supe que estas almas no recibían ayuda alguna de nadie en la Tierra, ni oración, ni sacrificios... Pero cuando me vieron entrar con Jesús, todas empezaron a agitarse. Yo tenía mi rosario en la mano para rezar por ellas. Cuando vieron el rosario, todas empezaron a gritar: ‘¡Rece por mí, querida hermana, rece por mí!’, y trataban de sobreponer su voz, gritando más fuerte, solicitando mis oraciones, como una nube de abejas. Aunque todas gritaban a
un tiempo, yo podía distinguir la voz de cada una. Reconocí a muchas, entre ellas personas a las que conocí cuando estaban en la Tierra... «Yo pensé: ‘¿Por qué será que ellas me piden el Rosario?’. Entonces Jesús me mostró un Rosario en el que, en vez de las cuentas, había flores y en cada flor vi brillar una gota de la Sangre de Jesús. Cuando rezamos el Rosario, las gotas de la Sangre de Jesús caen sobre la persona por quien lo ofrecemos. Las almas del Purgatorio están implorando continuamente la Sangre salvadora de Jesús».
Más almas purgantes que granos de arena
Nuestro Señor Jesucristo: «Eviten el fuego del Purgatorio a toda costa»
Hay una «inmensa muchedumbre de almas del Purgatorio, cuyo número es más grande que las estrellas del cielo y que los granos de arena en la playa; almas que deberían estar ya en posesión de la gloria del Cielo y cantar las alabanzas al Señor, pero que, negligentes y despreocupadas, han dejado transcurrir su vida en caprichos, como si la hora del rendimiento de cuentas no hubiera de llegar nunca» «Muchas de esas almas están en el Purgatorio hace ya siglos, no días, ni meses, ni años. Algunas quedarán allí hasta el día del Juicio». Jesucristo a una monja anónima. Italia, 1968 (mensaje publicado con imprimátur)
«El fuego del Purgatorio no es de leña ni de carbón, pero es mucho más fuerte que éstos. Ni siquiera el sol es de leña o de carbón. Este fuego está destinado a consumir en el alma, con el deseo ardiente de poseer a Dios, toda culpa por mínima que sea, la más pequeña imperfección, por ser tan grande la santidad de Dios. Si mis santos y mis elegidos pudieran comunicar con los hombres de la
Tierra, les dirían que el fuego del Purgatorio es tormento tan grande que debe ser evitado a toda costa». Jesucristo a una monja anónima. Italia, 18 de agosto de 1968.
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NOVÍSIMOS: EL PURGATORIO
14 de noviembre de 2010, AÑO 16, No. 801
El Observador
«Te aseguro que no saldrás de ahí hasta que hayas pagado el último céntimo» (Lc 12, 59) «¿Y quién podrá soportar el tiempo de Su venida? ¿O quién podrá estar en pie cuando Él se manifieste? Porque Él es como fuego purificador» (Mal 3, 2)
Tres horas en el Purgatorio Hay personas que dicen que estarán al Purgatorio antes de ir al Cielo, pues nada manchado puede entrar el Reino de Dios. Se les podría preguntar: ¿Quieres pasar de aquí al Purgatorio cuando no puedes soportar los sufrimientos que Dios te permite tener con las enfermedades y las adversidades? Fray Daniele —religioso lego capuchino, compañero del padre san Pío de Pietrelcina— también se conformaba pensando que después de morir pasaría un tiempo en el Purgatorio; pero el Señor le llevó allí en vida para hacerle reflexionar, pues una cosa es pensar en las penas del Purgatorio y otra, muy diferente, es vivirlas. He aquí su testimonio: Soy un simple hermano lego capuchino. «¿Pero, cómo? —me pregunté— ¿Solamente tres horas? Inmediatamente después, los que me velaban y rezaban, He desenvuelto mi vida haciendo el trabajo que me co- ¿Y después podré quedarme siempre próximo a Dios, Eterno asustadísimos, se precipitaron fuera de la sala a buscar enrrespondía: de portero, sacristán, pedir limosnas y cocine- Amor?». Di un salto de alegría y me sentía como hijo predi- fermeros y doctores. En pocos minutos la clínica estaba ro. Con frecuencia me iba con la mochila en la espalda a lecto. La visión desapareció y me encontré en el Purgatorio. abarrotada de gente. Todos creían que yo era un fantasma y pedir limosnas de puerta en puerta. Hacía la compra todos Las tres horas de Purgatorio fueron dadas sobre todo luego decidieron cerrar bien las puertas y desaparecer, por los días para el convento. Todos me conocían y me querían por haber faltado al voto de pobreza, es decir, por haber cierto temor a los espíritus. bien. Siempre que compraba alguna cosa me hacían des- conservado para mí unas pocas liras, como dije antes. A la mañana siguiente me levanté muy pronto y me sencuentos, y aquellas pocas liras que recogía, en vez de entreEran unos dolores terribles que no sabia de donde ve- té en una butaca. A pesar de que la puerta estaba cuidadogárselas al superior, las nian, pero se sentían in- samente vigilada, algunos lograron entrar y me pidieron les conservaba para la correstensamente. Los sentidos explicara lo que me había sucedido. Para tranquilizarles, les Eran unos dolores terribles. Los sentidos pondencia, para mis pecon los cuales se había dije que estaba llegando el médico de guardia, al cual tenía queñas necesidades y ofendido más a Dios en que decir lo que me había pasado. Corrientemente los médicon los cuales se había ofendido más a también para ayudar a los este mundo: los ojos, la cos no llegaban antes de las diez, pero aquella mañana toDios en este mundo experimentaban militares que llamaban a la lengua... experimentaban davía no eran las siete y dije a los presentes: puerta del convento. mayor dolor y era una — Mirad; el médico está llegando; ahora está estaciomayor dolor, y era una cosa increíble Inmediatamente descosa increíble porque allí nando el coche en tal puesto. pués de la guerra, me enabajo, en el Purgatorio, Pero nadie me creía. Y yo continuaba diciéndole: porque allí abajo, en el Purgatorio, uno contraba en San Giovanni uno siente como si tuvie— Ahora está atravesando la calle, lleva la chaqueta siente como si tuviese cuerpo. Rotondo, mi pueblo natise cuerpo. sobre el brazo y se pasa la mano por la cabeza como si vo, en el mismo convento Yo no había pasado estuviera preocupado, no sé que tendrá... del padre Pío. Un poco más que unos instantes Pero nadie daba crédito a mis palabras. Entonces dije: tiempo después comencé con aquellas penas, y me — Para que me creáis que no os miento, os confirmo que con algunos dolores en el parecía ya que fuera una ahora el médico está subiendo en el ascensor y está para aparato digestivo y me fui eternidad. Lo que más llamar a la puerta. a una consulta médica, y hace sufrir en el PurgatoApenas había terminado de hablar, se abre la puerta y el médico me diagnosticó rio no es tanto el fuego entró el médico, quedando maravillados todos los presenun mal incurable: un tumor. —también muy intenso— tes. Con lagrimas en los ojos, el doctor dijo: Pensando ya en la sino aquel sentirse lejos — Sí, ahora creo en Dios, creo en la Iglesia y creo en el muerte, fui a referírselo todo al padre Pío, el que, después de de Dios; y lo que más aflige es haber tenido todos los me- Padre Pío. haberme escuchado, bruscamente me dijo: dios a disposición para la salvación y no haber sabido aproAquel médico, que primero no creía, confesó que aque— Opérate. vecharse de ellos. lla noche no había logrado cerrar los ojos pensando en mi Permanecí confuso y, reaccionando, le dije: Fue entonces cuando pensé ir a un hermano de mi con- muerte, que él había comprobado, sin dar más explicacio— Padre, no vale la pena. El médico no me ha dado vento, que estaba en el Purgatorio, para pedirle que rezara nes. Dijo que a pesar del certificado de muerte que había ninguna esperanza. Ahora sé que debo morir. por mí. Aquel hermano quedó maravillado porque sentía mi escrito, había vuelto para cerciorarse qué era lo que había — No importa lo que te ha dicho el médico: opérate, pero voz pero no me veía y me preguntó: sucedido aquella noche que tantas pesadillas le había ocaen Roma, en tal clínica y con tal profesor. — ¿Dónde estás, porque no te veo? sionado, porque aquel muerto (que era yo) no era un muerto El padre me dijo esto con tal fuerza y con tanta seguriViendo que no tenía otro medio para llegar a él, estiraba como los demás y que, efectivamente, no se había equivodad que le contesté: mis brazos pero se cruzaban cado. — Sí, padre, lo haré. y no llegaba. Sólo entonces Yo no había pasado más que unos Entonces él me miró con dulzura y, conmovido, añadió: me di cuenta de que estaba Conclusión — No temas, yo estaré siempre contigo». instantes con aquellas penas, pero me sin cuerpo. Después de esta A la mañana siguiente salí ya en viaje para Roma, y es«¿Pero cómo? —me decía experiencia, fray Daparecía ya que fueran trescientos años. tando sentado en el tren, advertí al lado mío una presencia a mí mismo—, ¿no debería esniele vivió verdaderamisteriosa: era el padre Pío, que mantenía la promesa de tar sólo tres horas en el Purmente el Purgatorio Así que supliqué: «¡Oh Santísima Virgen, estar conmigo. gatorio? ¿Y ya han transcuen la Tierra, purificánconsígueme del Señor la gracia de que me dose a través de enferCuando llegué a Roma supe que la clínica era «Regina rrido ya trescientos años?». Elena», y que el profesor se llamaba Ricardo Moretti. Hacia Por lo menos así me parecía. medades, sufrimientos libere de estas llamas y me conceda vivir el atardecer ingresé en la clínica. Parecía que todos me espe- De repente se me aparece la y dolores, conformánmi Purgatorio en la Tierra». raban, como si alguno hubiera anunciado mi llegada, y me Bienaventurada Virgen María dose siempre y en todo acogieron inmediatamente. y le pedí insistentemente, le con la voluntad de A las 7 de la mañana estaba ya en la sala de operaciones. supliqué diciéndole: Dios. Éstas fueron soMe prepararon para la intervención. A pesar de la anestesia, — ¡Oh Santísima Virgen lamente algunas inpermanecí despierto y me encomendé al Señor con las mis- María, Madre de Dios, consítervenciones que sumas palabras que Él dirigía al Padre antes de morir: «Padre, gueme del Señor la gracia de frió: de próstata, coleen tus manos encomiendo mi espíritu». volver a la Tierra para vivir y cistitis, aneurisma de Comenzaron los médicos la intervención y yo sentía todo trabajar solamente por amor la vena abdominal lo que decían. Sufría dolores atroces, pero no me lamentaba, de Dios! con relativa prótesis; al contrario, estaba contento de soportar tanto dolor que Al padre Pío igualmente le supliqué: otra intervención después de un accidente callejero cerca ofrecía a Jesús, ya que aquellos sufrimientos purificaban mi — Por tus atroces dolores, por tus benditas llagas, pa- de Bolonia, prescindiendo ya de otros dolores no sólo alma de mis pecados. Un rato después, me adormecí. dre Pío, ruega por mí a Dios para que me libere de estas físicos, sino también morales. Cuando recobré la conciencia me dijeron que había esta- llamas y me conceda continuar el Purgatorio en la Tierra. A la hermana Felicetta, que le preguntó cómo se sentía do tres días en coma antes de morir. Me presenté delante del Unos instantes después se me apareció nuevamente la de salud, fray Daniele le confió: «Hermana mía, hace más trono de Dios. Veía a Dios pero no como juez severo, sino Bienaventurada Virgen María, inclinó la cabeza y me sonrió. de 40 años que no recuerdo qué significa estar bien». como Padre afectuoso y lleno de amor. Entonces comprendí En aquel mismo momento volví a tomar posesión de mi cuerFray Daniele falleció el 6 de julio de 1994. Ahora goza que el Señor había hecho todo por amor hacia mí desde el po, abrí los ojos y extendí los brazos. Después, con un mo- ciertamente de la visión beatifica de Dios. primero al último instante de mi vida, amándome como si vimiento brusco, me liberó de la sabana que me cubría. EstaExtractado del libro «Omagio a Fra’Daniele, capuchino», escrito por el fuera la única criatura existente sobre la Tierra. ba contento, había recibido la gracia. La Santísima Virgen padre Remigio Fiore, capuchino y sobrino de fray Daniele, y publicado Fui condenado a tres horas de Purgatorio. con aprobación eclesiástica me había escuchado.
El Observador
NOVÍSIMOS: EL INFIERNO
14 de noviembre de 2010, AÑO 16, No. 801
Es tan necesario que la Iglesia vuelva a hablar del Infierno... Decía sor Lucía Dos Santos, como por contadísimos obispos y eterna. De ahí que sor Lucía de vidente de Fátima: «Algunas per- presbíteros— los pastores de la Fátima, en entrevista a la revista sonas, también piadosas, no quie- Iglesia ya no hablan en sus predi- católica portuguesa Christus, suren hablar a los niños pequeños caciones acerca de la condenación plicara en 1998 a los sacerdotes: sobre el Infierno, para ««El Infierno es una no asustarlos. Sin emrealidad.... Continúen bargo, Dios no dudó predicando sobre el Infierno porque en mostrar el Infierno a tres menores, y una Nuestro Señor mismo de ellas contando apehabló del Infierno y Advertencia para los que se creen la teoría del nas seis años». Al deestá en las Sagradas Infierno vacío cir esto, obviamente Escrituras. Dios no ella se refería a sí miscondena a nadie al Hoy muchos católicos, entre ellos algunos teólogos, ma y a sus primos herInfierno. Dios dio a han abrazado la creencia de que Dios es tan bueno que al manos, los beatos Franlos hombres la liberfinal nadie será condenado, sino que el Infierno quedará cisco y Jacinta Marto, tad de escoger, y Dios vacío. Pero, precisamente porque es la Bondad absoluta, que al momento de las respeta esa libertad Dios es al mismo tiempo infinitamente justo, y no obliga a apariciones de la Virhumana». nadie a amarlo y, por tanto, a salvarse. Busca, sí, todos los gen en Portugal contaIgualmente, el medios para que cada ser humano abrace la salvación, ban con 10, 9 y 6 años, Papa Benedicto XVI pero eso es decisión de cada uno. respectivamente. le recordó a la Iglesia Marino Restrepo es un seglar que en 1947 radicaba en Sin embargo, el el 26 de marzo de 2007 EU pero que fue a pasar la Navidad a su natal Colombia. problema es mucho que «el Infierno, del Ahí fue secuestrado por las FARC, quedando prisionero mayor: no solamente que se habla poco en por cinco meses. Él había vivido décadas totalmente alejano se les habla hoy a nuestro tiempo, exisdo de Dios; pero, estando prisionero, el Señor lo llamó, lo los niños del Infierno, te y es eterno». Algo juzgó, y él se supo merecedor del Infierno. Dice del lugar sino que, en general — que hace falta que se de condenación eterna: «No vi cientos o miles, sino millosalvo por los Papas predique seguido en nes de almas malditas». Luego el Señor lo devolvió a la Pablo VI, Juan Pablo II los templos. vida para que pudiera testificar todo lo que se le reveló. y Benedicto XVI, así D. R. G. B.
«Hay millones de almas en el Infierno»
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«El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes» (Mt 13, 41-42)
“El que desprecia el Inf ier no o lo olvida, no Infier ierno escapará de él”: San Juan Crisóstomo
«¿Comprendes qué cosa quiere decir condenación eterna?» «¿Comprendes qué quiere decir condenación eterna? Ya intenté hacértelo comprender en otra ocasión: significa que todas las calamidades de la Tierra desde la creación del hombre hasta el fin de los tiempos son una nada en comparación con una sola alma que se condena. ¡No es una exageración sino que es verdad! ¡Grita fuerte esta verdad a los ciegos y a los sordos! ¡Grita a todos que el Padre Celestial me ha enviado a Mí a la Cruz para que ninguna alma hubiera de perderse! «¿Comprendéis por esto la tragedia del Calvario, que continúa en la Misa y en Mi Cuerpo Místico,
para la salvación de las almas? ¿Comprendéis la inmensidad de la lucha entre Vida y Muerte, entre Luz y Tinieblas, entre Verdad y Herejía? «Tratad de comprender y de ver no sólo los grandes males del mundo exterior, de la materia, sino también los más grandes, los más inmensamente grandes males de las almas». Jesucristo a monseñor Ottavio Michelini el 10 de marzo de 1978. Mensaje contenido en el libro Confidencias de Jesús a un sacerdote, publicado con diversas licencias eclesiásticas.
«Estando un día en oración, ... entendí que quería el Señor que viese el lugar que los demonios allá me tenían aparejado, y yo merecido por mis pecados. Ello fue en brevísimo espacio; mas aunque yo viviese muchos años, me parece imposible poder olvidárseme... Yo quedé tan espantada, y aún lo estoy ahora escribiéndolo, con que ha casi seis años... Y así torno a decir que fue una de las mayores mercedes que el Señor me ha hecho; porque me ha aprovechado muy mucho; ansí para perder el miedo a las tribulaciones y contradicciones de esta vida, como para esforzarme a padecerlas y dar gracias al Señor, que me libró... de males tan perpetuos y terribles». Santa Teresa de Jesús
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NOVÍSIMOS: EL JUICIO FINAL
14 de noviembre de 2010, AÑO 16, No. 801
El Observador
«¡Salid, oh justos, y gozad: viene para vosotros el premio! Pero vosotros, oh pecadores, sabed que ha llegado la hora del juicio» En 1928 una mujer católica rusa, Fanny Efimovna Moisseieva, mientras estaba hospitalizada a causa de un mal cardiaco, sufrió un infarto que la mantuvo sumida por diez días en un estado letárgico durante el cual tuvo diversas visiones acerca de las postrimerías, las cuales recogió en su libro titulado Mi sueño letárgico de diez días, que fue ampliamente recomendado por el arzobispo David Cuiboff, convencido de que su lectura contribuiría a «lograr la conversión de un número incalculable de las almas». Con ese mismo deseo publicamos un extracto de lo mucho que vio respecto del Juicio Final. Realmente muchos, muchos se condenarán, pero la oración de intercesión jugará un papel muy importante y esperanzador para otros. «Un terrible aullido rompió el aire y recorrió el espacio, mientras un repentino, fortísimo terremoto sacudió la Tierra. La gente se echó a las calles; el cielo se había oscurecido. Las estrellas perdieron su luz. «De pronto, un fuerte relámpago rompió las tinieblas y todo el cielo, rodeado de mil llamas, se encendió. Ardieron las casas y en todas partes llamas altas surgían. «Después cayó sobre la Tierra una lluvia de sangre; ríos y mares se cubrieron de olas espumosas. Toda la gente fue arrastrada por este huracán y reunida en un solo lugar, allí donde Dios debía descender del Cielo para el Juicio. Pero el gran cataclismo no confundió a pueblos e idiomas; toda la gente conservó su sitio. «Y sobre la Tierra cayó un gran silencio. Las almas sentían la aproximación de un misterio. Sólo aquellos que eran puros y justos a los ojos de Dios no temblaban de angustia, sino que estaban colmados de gozo. «Apareció en el cielo un mensajero y resonó la voz, a través de la resonante trompeta angélica: ‘¡Salid, oh justos, y gozad: viene para vosotros el premio. Pero vosotros, oh pecadores que habéis despilfarrado la vida, sabed: ha llegado la hora del juicio!’. «Entre las nubes aparecieron rostros radiantes de bondad: eran los santos. Y a su alrededor resonaban cantos de alabanza hacia el Señor. Y apareció en lo alto el santo símbolo de la cruz, prenda de salvación para los justos y de eterno castigo para los rebeldes; y ella a los unos llevó alegría y a los otros debilitó las fuerzas para siempre. «Querubines entonaron más fuerte el canto de la gloria del Señor. Y calló de golpe el sonido celestial. En medio de aquel silencio, Él descendía del cielo. Era Cristo, nuestra Gloria, del que está lleno todo el universo. Su rostro era de una belleza inefable. «Y las almas de los muertos vinieron de los lugares donde un lejano día fueron sepultados sus cuerpos; y aquellos que no tenían tumba también asumieron el aspecto que tenían en el momento de su muerte. Montes, colinas y llanuras, todo estaba cubierto de gente, y tanta era la multitud en cada lugar que nadie podía dar un paso. «Cristo rompió el silencio: ‘¡He venido a vosotros como os había prometido y aunque vosotros no me esperaseis! Os conduzco, hijos míos, en nombre del purísimo Amor, al reino inmortal’. Se separaron los justos de la Tierra y subieron cada uno al propio puesto. «Ahogados por el denso llanto quedaron los pecadores; callaron los impúdicos labios de los
impíos y blasfemos, y todos, con la cabeza baja, doblaron las rodillas delante de Cristo. Eran muchos, inmensa multitud, pero todos inclinaron resignados la cabeza ante la sabia voluntad divina. «En tierra había una multitud de personas, después otra más arriba, escalonadamente, de modo que parecía que los últimos se confundiesen con el cielo azul. Todos juntos formaban un enorme círculo regular y en medio de ellos estaba Cristo en un gran espacio, luciente y luminoso... Y yo observé que, cuanto más cerca de Cristo estaban las almas, más luminosos eran sus rostros y más alegres. «Y empezó a explicarme mi compañero [ángel de la guarda]: ‘¡Mira!, todos están dispuestos según sus méritos o virtudes. El Omnipotente y Omnisapiente Espíritu Santo ha señalado ya el puesto a cada uno; por consiguiente, cada uno tiene el puesto que ha merecido. Cuanto más puro e íntegro haya sido en vida, más cerca de Cristo se sienta. Aquí abajo están los pecadores, a los que no se les concede separarse del suelo’. «Vi cómo lloraban impotentes. Pero era vano aquel llanto. Se oyó la voz del Salvador penetrar en todos sus corazones: ‘Abrid los ojos, ciegos, y recibid toda la visión celeste. Volved a mirar por última vez vuestro aspecto terreno y recordad lo que habéis vivido: todo se grabará eternamente en vuestra memoria. Y mientras todo vuestro cuerpo caduco asumirá formas más imperfectas, os dejaré, sin cambiar vuestros ojos, voces y cabellos’. Una nube ligera ocultó al Señor. «Y he aquí que se disipó la blanca nube y en su lugar las turbas vieron en lo alto a profetas y santos. Y descendían dos de ellos, con los vestidos que tuvieron en la hora de su muerte. Uno de ellos era alto y delgado, con el pecho desnudo cubierto de pelos, y le caían por los hombros los cabellos negros; el Gran Profeta llevaba en la mano un largo bastón que terminaba en forma de cruz y su cuerpo estaba rodeado de pieles de animales. El otro era un santo en todo el mundo conocido y venerado por sus milagros; llevaba la vestimenta arzobispal de fiesta y en la cabeza relucía una mitra y
en el pecho una cruz. Y detrás de ellos, de nuevo, en un mar de luz, apareció el Rey de Reyes, acogido con gritos de victoria, y dijo: ‘Arrojad fuera de vosotros todo lo que habéis tenido en la Tierra, que no es otra cosa que polvo y que ahora ya no os sirve. En adelante seréis felices. Desde ahora no habrá ya más deformes o enfermos, ni el viejo se distinguirá del joven, porque tendréis todos la edad que yo tenía cuando vencí a la muerte: treinta y tres años’. «El Redentor levantó en alto
los brazos, y una nube densa envolvió a todas las cosas; y cuando se disolvió, el aspecto de los rostros y de los cuerpos se había renovado completamente; a duras penas conseguían reconocerse a sí mismos los viejos y los enfermos; había un número incalculable de santos. El Señor reunió a los ángeles y les ordenó acompañar a los Cielos a los justos. «Los pecadores, en tanto, quedaron abajo, en la Tierra. De pronto resonó por el aire un terrible trueno y se entrevieron en la lejanía las falanges de las fuerzas infernales siniestramente iluminadas de rojo; y al ver la roja nube que se acercaba, los pecadores, invadidos por un miedo espantoso, empezaron a correr sin saber a dónde, invocando salvación y tropezando unos con otros. Gritando malvadamente, los espíritus malignos empujaban a los pecadores. «En aquel instante descendía de lo alto la inesparada salvación, entre vírgenes hermosas y blancas
que le rodeaban cantando armoniosamente: ‘Entre nosotros, Santa Virgen amada, que tan bella y luciente apareces. Protectora piadosa, siempre estás pronta a acoger la plegaria de un alma doliente que implora’. «El rostro de María estaba adornado de una belleza espiritual indecible, y, aunque nunca lo había visto yo antes, me pareció conocerlo desde hacía tiempo. Su aparición reanimó a los pecadores que fueron presos de un secreto presentimiento alegre. Cuando ella se acercó a Cristo habló con voz suavísima: ‘Dime, oh Señor, ¿dónde están aquellos para quienes te pedí perdón?’. ‘¡Están aquí!’, respondió Cristo. Los ángeles pronunciaron sus nombres y los pecadores abrieron sus labios hasta entonces mudos, invocaron el nombre de Ella, y el Señor dijo: ‘A vosotros, que elevasteis con fe la oración a mi Madre y con amor os dirigisteis a Ella pidiéndole la gracia de la remisión de los pecados, os perdono’. Apenas hubo pronunciado estas palabras, los absueltos ascendieron al Cielo. En su mayor parte eran mujeres. «Y entonces el Gran Profeta rezó así: ‘¡Oh Señor! Tú sabes que durante toda la vida yo he condenado inexorablemente el vicio y todo pecado. Pero cuando, al término de mi vida terrestre, vine junto a Ti, escuché con atención y benevolencia las plegarias de aquellos que, aun pecando, se han dirigido a mí para pedir clemencia, ya que no se atrevían a presentarse directamente a Ti temiendo tu alta justicia. Y ahora te ruego perdones, por tu inmensa misericordia, a esos hombres’. La voz cálida del Profeta temblaba frente a Cristo. Y Éste dijo: ‘Por tu plegaria, sean perdonados los pecadores que, aunque se desviaron de mis mandamientos, sin embargo, conscientes de su pecado, se dirigieron a ti, arrepentidos, para pedir la salvación’. De nuevo se oyeron gritos exultantes y en pequeñas bandadas los pecadores perdonados subieron a los Cielos. «Y entonces el Gran Santo se acercó a Cristo y de rodillas pidió perdón para aquellos que, sin conocerlo, vivieron justamente,
amando el bien y huyendo del mal. Y dijo Cristo: ‘Sí, será como tú pides. A aquéllos que odiaron el mal y obraron el bien, Yo no los culparé. Ellos no conocen la pila bautismal, pero estarán lo mismo conmigo, aunque separados de los cristianos’. Después de estas palabras, se levantaron del suelo todos aquellos que, no siendo cristianos, amaron el bien. «Y de nuevo la bóveda celeste se iluminó con la imagen de María Virgen. ‘¿Por quiénes vienes ahora a suplicar?’, le preguntó su Hijo, Dios; y ella respondió: ‘Vengo otra vez para aquellos por quienes han rezado las madres, vertiendo ríos de dolorosas y sinceras lágrimas; perdona, en nombre del amor materno, a aquellos por quienes rezó este amor’. Y una vez más, como una onda sonora, los gritos alegres de los pecadores perdonados llenaron la Tierra y una multitud de gente subió al Cielo. «Y en torno a Cristo surgieron en luminoso tropel santos y santas. Y ellos, unos después de otros, intercedieron por los pecadores que en la Tierra, rezando, habían recomendado a ellos sus almas. Cada plegaria fue atendida y una nueva y mayor multitud ascendió en bandadas jubilosas al Cielo. «Entonces, los primeros secuaces de Cristo, los santos Apóstoles, elevaron a Cristo preces para los pecadores que en vida fueron sus devotos. Y Cristo dijo: ‘No puedo negar esta gracia a vosotros, mis discípulos dilectos, a vosotros que creisteis en Mí los primeros’. Y, volviéndose a los pecadores, añadió: ‘Perdono a los que rogaron a mis Apóstoles, que enseñaron en la Tierra la verdadera religión’. A estas palabras, los pecadores absueltos ascendieron junto a los Santos Protectores. «Quedó solo, en el fondo azul del Cielo, Cristo irradiante de una luz infinita, y de nuevo se acercó a su Hijo la Madre Santa y, viendo la inmensa multitud de pecadores que aún estaba en la Tierra, dijo entre llantos: ‘¡Tú, que eres el Omnipotente, perdona a todos! Ellos saben que tu condena es justa, pero el día del Juicio Universal será más bello si se iguala en alegría al día en que resurgiste de los muertos’. Y sobre la frente del Salvador se conmovió la leonada cabellera. Y dijo a la Purísima: ‘Tú juzgas así con tu alma de fe y de bien. Pero, ¿pueden éstos, eternos rebeldes, estar junto a los justos que he premiado?’. Calló la Virgen, y sólo su triste mirada continuó suplicando a Cristo. Y el Salvador, cediendo a su venerable Madre, perdonó sólo al menos malo entre los pecadores de cada estirpe, y después ascendió, teniendo junto a sí a su Santa Genitora».
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14 de noviembre de 2010, AÑO 16, No. 801
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ALACENA
14 de noviembre de 2010, AÑO 16, No. 801
Yo experimenté la vida después de la muerte Testimonio del sacerdote católico José Maniyangat
Nací el 16 de julio de 1949 en el estado de Kerala, India. Fui ordenado presbítero el 1 de enero de 1975. En 1978 me convertí en un miembro activo del movimiento de la Renovación Carismática. El día de la Divina Misericordia, domingo 14 de abril de 1985, me dirigía al norte de Kerala para celebrar Misa, y tuve un accidente fatal. Yo iba en motocicleta, y fui embestido de frente por el jeep de un hombre borracho. Me llevaron a un hospital que quedaba a 35 millas. En el camino, mi alma salió de mi cuerpo y experimenté la muerte. Inmediatamente me encontré con mi ángel de la guarda. Veía mi cuerpo y la gente que me llevaba al hospital. El ángel me dijo: «Voy a llevarte al Cielo, el Señor quiere hablar contigo». También me dijo que en el camino me mostraría el Infierno y el Purgatorio. Homosexualidad y aborto, pecados que suelen llevar al Infierno
Primero, el ángel me llevó al Infierno. Espantosa visión. Vi a Satanás, a los demonios, un fuego infernal, gusanos que se arrastraban, gente que gritaba y peleaba; otros eran torturados por demonios. El ángel me dijo que todos estos sufrimientos se debían a pecados mortales cometidos sin arre-
pentimiento. Entonces comprendí que había siete grados de sufrimiento, según el número y la clase de pecados mortales cometidos en vida. Fue una experiencia espantosa. Vi a gente que conocía, pero no puedo revelar su identidad. Los principales pecados por los que fueron condenados son el aborto, la homosexualidad, la eutanasia, el odio, el rencor y el sacrilegio. El ángel me dijo que si se hubieran arrepentido habrían evitado el Infierno, y hubieran ido al Purgatorio. También entendí que algunas personas que se arrepienten pueden ser purificados en la Tierra a través del sufrimiento; de esta manera pueden evitar el Purgatorio e ir derecho al Cielo. Me sorprendió ver en el Infierno hasta a sacerdotes y obispos; algunos a quienes nunca esperaba ver. Muchos de ellos estaban allí por haber guiado con enseñanzas erróneas y mal ejemplo. Se sufre inmensamente porque no se ve a Dios
Después de la visita al Infierno, mi ángel de la guarda me escoltó al Purgatorio. Acá también había siete grados de sufrimiento, y el fuego que no se extingue. Pero es mucho menos intenso que en el Infierno, y no hay peleas ni luchas. El principal sufrimiento de estas almas es su separación de Dios. Aun cuando sufren, saben que un día podrán ver cara a cara a Dios. Tuve una oportunidad de comunicarme con las almas del Purgatorio. Me pidieron que rezara por ellas, y que también dijera a la gente que rezara, para que ellas pudieran pronto ir al Cielo. Cuando rezamos por estas almas recibimos su agradecimiento por medio de sus oraciones, y una vez que las almas entran al Cielo sus oraciones llegan a ser todavía más meritorias.
«Después, mi ángel me escoltó al Cielo. Nunca en mi vida experimenté tanta paz y alegría. Los ángeles cantaban y alababan a Dios. Vi a todos los santos, especialmente a la Santa Madre, a san José, y a muchos piadosos santos obispos y sacerdotes que brillaban como estrellas. Y cuando aparecí ante el Señor, Jesús, me dijo: «Quiero que vuelvas al mundo. Serás un instrumento de paz y sanación para mi gente. Caminarás en tierra extranjera y hablarás una lengua extranjera». La Santa Madre me dijo: «Haz lo que Él te diga. Yo te ayudaré en tu ministerio». Nuestro verdadero hogar no está aquí, en la Tierra
No hay palabras para poder expresar la belleza del Cielo; excede millones de veces nuestra imaginación. Nuestro Señor es mucho más indescriptible de lo que cualquier imagen puede transmitir. El Cielo es nuestro verdadero hogar, todos hemos sido creados para alcanzar el Cielo y gozar de Dios para siempre. Entonces, volví con mi ángel al mundo. Mientras mi cuerpo estaba en el hospital, el médico dictaminó que yo estaba muerto. Notificaron a mi familia, y como estaban muy lejos, el personal del hospital decidió llevar mi cuerpo muerto a la morgue. Como el hospital no tenía aire acondicionado, sabían que el cuerpo se iba a descomponer rápidamente. Mientras llevaban mi cuerpo muerto al depósito de cadáveres, mi alma volvió al cuerpo. Sentí un dolor atroz, tenía muchas heridas y huesos rotos. Empecé a gritar, la gente se asustó, y, gritando, salió corriendo. Una de las personas se acercó al médico y le dijo: «El cuerpo muerto está gritando». El médico vino y comprobó que yo estaba vivo. Extractado de Moral y Luces
¿LEGALIZAR
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LAS DROGAS?
POR GABRIEL GARCÍA COLORADO
La razón más importante que se aduce para permitir la libre comercialización, siembra y consumo de la Cannabis es la derrota que ha sufrido el gobierno federal ante el crimen organizado y el impresionante número de muertos provocados por la guerra contra el narcotráfico. Además, se argumenta una supuesta inocuidad de la marihuana, e incluso se llega a la exaltación y apología de esta droga como fármaco indispensable en casos de dolor y otros malestares que acompañan, sobre todo, a los casos de neoplasias. Una de las aseveraciones más usadas para la despenalización del uso de la Cannabis es que no pone en mayor riesgo la salud del consumidor, situación a la que daremos una respuesta concisa. Los daños
Actualmente se sabe que el Cannabis se compone de más de 360 sustancias químicas. La sustancia estupefaciente con mayores efectos es el tetra hidro cannabinol (THC), el cual se deposita en el tejido adiposo y permanece en el cuerpo hasta 15 veces más tiempo que el alcohol. Asimismo, la selección de ciertas variedades de marihuana y la aplicación de modernas técnicas de ingeniería genética han provocado que la cantidad de THC en cada planta sea hasta 15 veces superior a lo que tenía una planta hace 20 años, lo que impacta negativamente en la salud. El consumo de marihuana se relaciona con el desarrollo de ciertos cánceres, como el de pulmón —la marihuana posee tres veces más alquitrán que el tabaco—; también hay un crecimiento de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y el enfisema. A los anteriores efectos nocivos del Cannabis hay que sumar que su consumo provoca un aumento de las formas anormales de los espermatozoides, por lo cual incrementa los riesgos de infertilidad masculina. También provoca alteraciones de la memoria, disminución de la capacidad de aprendizaje y graves problemas de concentración. La dependencia física al Cannabis ha sido fehacientemente confirmada por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, de los Estados Unidos: es tan fuerte como la dependencia a la cocaína. El más grande peligro que presenta la marihuana es la falsa creencia de que es una droga suave. Experiencias fallidas
Holanda es el país que suele ponerse como modelo para quienes pretenden la despenalización de las drogas. El mejor argumento que se da es que la violencia provocada por la delincuencia organizada se ve disminuida. Sin embargo, el consumo de todo tipo de drogas en ese país creció hasta 300% en los últimos 15 años, además que la edad de inicio en el consumo de drogas es cada vez menor, lo que nos demuestra que el modelo holandés está muy lejos de ser un éxito
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14 de noviembre de 2010, AÑO 16, No. 801
CON PERMISO
EL MES DE LOS DIFUNTOS POR MIGUEL ARANGUREN / www.miguelaranguren.com
Noviembre es el mes dedicado a los difuntos. Pero Sin embargo, la muerte es la celada segura en la en nuestro vivir moderno la muerte apenas tiene ca- que todos pondremos el punto y final, lo que terminabida, tal vez porque vamos demasiado deprisa, cen- rá por hermanarnos —pobres y ricos; de derecha, centrados en el hoy y el ahora; tal vez porque considera- tro o izquierda; hombres y mujeres; sin que importen mos una pérdida de tiempo dedicar un solo pensa- la raza o las creencias religiosas—, por más que cada miento a algo de lo que todo hombre sueña librarse; vez nos pasen más desapercibidos los coches fúnetal vez porque la muerte nos distrae de nuestro bien- bres entre el habitual atasco. estar al recordarnos que el tiempo es finito, demasiaOlvidamos que la cultura, para ser auténtica cultudo finito aunque se supere la barrera de los cien años, ra (y, por tanto, la sociedad para ser verdadera sociey no queremos que nos hormiguee la conciencia. dad) necesita una manera propia y reconocible de enEn un viaje que realicé a Brasil, recibí el encargo frentarse a la muerte. Basta un vuelo de altura sobre la de un médico amigo, apasionado por la antropología. historia para darnos cuenta de que los pueblos y civiEstaba preparando un estudio sobre la percepción lizaciones que nos han precedido decidieron escoger de la muerte y le interesaba conocer las costumbres una forma de enfrentarse a las realidades de ultratumcariocas al respecto. Recuerdo el rubor con el que ba, porque intuían que el más allá tiene una ligazón entré en una librería unidemasiado intensa versitaria de la ciudad de Darle la espalda a la muerte es un en- con este lado de la Brasilia, como si fuera en escena como para gaño tan grave como tra- permitirse el desaire busca de algo proscrito. A fin de cuentas, la muerque ahora le vestirla de pasatiempo con te tiene mucho de incastigamos. inicuo corrección cuando Darle la espalda uno está de vacacioa la muerte es un ennes; en esos paraísos gaño tan grave como construidos para el travestirla de pasadeleite y el descanso tiempo inicuo. Debeno existen los cementemos aprender a conrios, como no existen en las vivir con ella, a mibarriadas nuevas que rarle a la cara. Solo abrazan las grandes ciudaasí podremos intuir des de nuestro país, quizá una respuesta a las para no manchar las «vistas sempiternas premaravillosas» que nos promeguntas sobre nuestieron el día que visitamos el tro origen y nuestro piso piloto. destino.
JUNTOS TENÍAN QUE QUEDAR POR WALTER TURNBULL
Resulta que los finalistas del concurso «El Gran Mexicano», organizado por The History Channel, han sido nada menos que Benito Juárez y Pedro Infante, por encima de otros finalistas como Porfirio Díaz, José Ma. Morelos, Cuauhtémoc Blanco, Miguel Hidalgo, Octavio Paz, Emiliano Zapata, Frida Kahlo, María Félix y Julio César Chávez. A primera vista podría parecer un desacato: poner uno junto a otro a boxeadores, actores y futbolistas, con el máximo héroe de la historia oficial revolucionaria y fundador de la república laicista. A segunda vista, no es falta de respeto ni curiosa casualidad... se trata de la consecuencia de una oscura realidad. De Pedro Infante no podríamos decir si su paso por el mundo fue benéfico o perjudicial para México; no podemos decir categóricamente que haya realmente aportado algo a la sociedad. Algunas de sus con-
ductas son cuestionables —no sabemos si él dignificó el machismo que representaba o si en realidad ayudó a fomentarlo—, pero eso no importa: su imagen ante el público es heroica y simpática, casi entrañable, podríamos decir. Lo que se sabe de su vida y los roles que interpretó son hábilmente escritos por hábiles mercadotécnicos. Sus habilidades son enaltecidas y sus errores solapados. Una obra maestra del diseño de imagen y de la propaganda. En cuanto a Juárez, podríamos decir... exactamente lo mismo. No es casualidad que hayan quedado juntos. Lo que el pueblo finalmente ha calificado no es su beneficio al país, sino su presencia en la mente del público. Después de todo, nuestra historia no es más que una gran novela histórica.
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SAL Y TIERRA
ABORTO Y
ELECCIONES POR JORGE E. TRASLOSHEROS / jtraslos@hotmail.com
Hubo elecciones en Estados Unidos y en Brasil. El movimiento a favor de la vida se hizo presente, variopinto y heterogéneo como la sociedad civil de la cual ha nacido. Sin duda, como lo señaló Mary Ann Glendon, se trata de uno de los movimientos culturales más grandes de nuestro tiempo. Ha logrado penetrar en muchas conciencias porque toca el punto más delicado del debate cultural de hoy como es el valor que otorgamos a la vida del ser humano. Se ha logrado sin acceso real a los medios de comunicación y con gran parte de la prensa, académicos e intelectuales en contra. Ha sabido moverse a ras de suelo. Después de varias décadas y millones de vidas destrozadas, hoy se comprende mejor que el aborto no es la tierra prometida de la liberación femenina, sino una trampa que sacrifica la vida de un ser humano y daña seriamente a la mujer, que desfigura las políticas pú- En Brasil y en Estados blicas y fomenta el machismo que Unidos, no cabe se alimenta de la irresponsabilidad del hombre con sus actos. El abor- duda, los movimientos to no es un asunto de izquierda o en defensa de la vida de derecha, como afirman sus promotores para trivializar el debate. han influido en los Es un asunto de vida o muerte y esto, claro está, no conoce geo- procesos electorales. metría política. Esto es una buena En Brasil la elección parecía cantada para Dilma Roussef, can- noticia didata del gobernante Partido del Trabajo. La presencia de una candidata ecologista, provida y líder de un movimiento protestante complicó el panorama y el proceso se fue a segunda vuelta. Entonces, las posiciones de Roussef en torno al aborto pesaron mucho ante una población que se decanta con fuerza en contra de la liberalización del aborto. Para arrojar lastre, la candidata tuvo que comprometerse a no promoverlo durante su mandato. Al final, ganó las elecciones. En Estados Unidos el asunto es más claro todavía. Las razones por la cuales el Partido Demócrata perdió las elecciones son múltiples y algunas tienen que ver con la incapacidad para solucionar la crisis económica, pero no lo explica todo. Recordemos que uno de los asuntos más polémicos de la gestión de Obama fue su reforma al sistema de salud. Con miras a su aprobación, el presidente se había comprometido con sus cuarenta diputados pro-vida, con representantes civiles y religiosos del movimiento, a dejar fuera de su proyecto el financiamiento del aborto con fondos federales. Al final, no respetó el acuerdo y echó por tierra el avance que en la última década había logrado el Partido Demócrata entre los movimientos civiles que defienden al concebido. Era parte de una estrategia que los demócratas veían necesaria ante la creciente simpatía que el movimiento por la vida ha ganado en la opinión pública. Perdió sesenta diputados, entre ellos no pocos lugares de quienes se dijeron pro-vida, pero que votaron por la reforma de Obama. La traición a sus convicciones les pasó factura. En Brasil y en Estados Unidos, no cabe duda, los movimientos en defensa de la vida han influido en los procesos electorales. Esto es una buena noticia.
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CONTEXTO ECLESIAL
San Juan Bautista, modelo de adorador (II) La acción de gracias descansa en la bondad, en el amor de Jesucristo: no ve más que los dones y los beneficios; se humilla para exaltar al bienhechor; se alegra por las gracias y beneficios concedidos a él mismo y a los demás, y a la Iglesia entera. Este sentimiento dilata el corazón. En el Jordán manifiesta el Bautista este doble sentimiento de alegría y de gratitud. Considerad, en primer lugar, la gracia que le concede nuestro Señor; porque la acción de gracias parte siempre de un beneficio recibido y descansa en la humildad. Juan va a bautizar a nuestro Señor. Él no le había visto nunca. El Padre celestial le había dado una señal por la cual le reconocería. Jesús se presenta entre la multitud de pecadores que esperaban el bautismo de Juan y oían sus enérgicas exhortaciones a la penitencia; Jesús guarda turno entre las filas de publicanos y soldados. ¡El que era Rey e Hijo de Dios!… pero nada de privilegios ni excepciones. ¡Entended esto, oh adoradores, y no tengáis más protector que Jesucristo! San Juan se arroja a los pies de Jesucristo: ¡Cómo! ¿Vos venís a mí? ¡He aquí la humildad... la verdad! Los santos no se creen jamás perfectos. Juan en estas palabras no habla de su ministerio: vienes a mí; y no dice: vienes a mi bautismo. ¡Qué delicadeza! El hablar de su ministerio hubiérale erigido un pequeño trono, y ante Dios esto no conviene. Jesucristo le dice: «Cumple el mandato de mi Padre». Como hombre verdaderamente humilde, san Juan obedece y le bautiza. Una humildad falsa hubiese alegado cincuenta razones para excusarse; pero san Juan obedece. Y cuando nuestro Señor se retira, él no le sigue, sino que permanece en el puesto que le ha colocado la obediencia. ¡Nada para él, todo para Jesús! Eso es lo que nosotros debemos procurar: que crezca el reino de Jesucristo. ¡Qué pena no poderle levantar un trono en todos los corazones!; por eso nos postramos en su acatamiento..., nos achicamos y elevamos a Jesucristo sobre su trono. ¡Esto tiene muchas aplicaciones en la práctica! Hoy no somos nada, pero tal vez con el tiempo cuente entre sus adoradores a hombres distinguidos. Entonces convendrá decirles. «¡Cuidado, no andéis de puntillas pretendiendo creceros por vuestros talentos; inclinaos y humillaos, para que sólo el Señor se haga visible!» ¡Es tan hermosa nuestra vocación y el objeto de la misma tan elevado!... Se nos creerá adornados de todas las virtudes, porque de hecho deberíamos tenerlas todas para ser dignos de nuestra vocación. ¡Desgraciado de aquel que quiera sostenerse en pie en la presencia del Señor! ¡No, rodilla en tierra!. ¡Oh, qué hermosa es la acción de gracias de aquella alma que acepta los beneficios de Dios, reconociendo que por sí misma nada es y nada merece, y transfiriendo por ello mismo a Dios la gloria!
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El Observador
DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO
«Días vendrán...» (Lc 21, 5-19) POR EL PADRE UMBERTO MARSICH, M.X. / umbertomarsich@hotmail.com
El texto de este domingo es de sabor escatológico, o sea, se refiere a un discurso de Jesús acerca de los últimos tiempos del hombre y del mundo: «Días vendrán...». Son éstos parte de un gran misterio; sin embargo, no dejan de suscitar curiosidad. En efecto, quisiéramos saber qué nos pasará al final de esta vida, o sea, cuando nos encontraremos en una realidad desconocida, sin espacio ni tiempo.
mía. Con esto —termina diciendo Jesús— darán testimonio de Mí». No obstante la difícil situación de persecución en que se encontrarán los discípulos del Señor, por sus palabras de aliento se sentirán animados a perseverar en la fe. La persecución, de parte de autoridades judías y paganas se convertirá, entonces, para los discípulos en oportunidad para dar testimonio del Evangelio, incluso hasta el martirio. Las predicciones sobre la Sucesivamente, Jesús invita destrucción de Jerusalén al discípulo que es llevado a los Mientras se encuentra en las tribunales a no preocuparse de cercanías del Templo y oye hasu defensa, sino a confiar únicablar del esplendor de su consmente en su acción de Resucitatrucción, Jesús anuncia enigmádo. Él le inspirará palabras de saticamente su destrucción: «Días biduría: «Grábense bien que no vendrán en que no quedará pietienen que preparar de antemadra de todo esto que están adno su defensa, porque yo les mirando; todo será destruido». «Matarán a algunos de daré palabras sabias». La advertencia de Jesús fue proEl rechazo de los discípulos, fética: no muchos años después ustedes, y todos los sin embargo, según Cristo, no de su muerte, los romanos, inva- odiarán por causa mía». vendrá sólo de fuera, o sea, de sores de la Palestina, destruirán las autoridades y de los pagala ciudad de Jerusalén y el templo. Sin embargo, Jesús nos, sino también de los parientes y amigos: «Los quería referirse también a la destrucción del templo de traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, su cuerpo y a las terribles y dramáticas circunstancias parientes y amigos». de la persecución, en contra de sus apóstoles y de los cristianos en general. Pero la destrucción del templo y Las palabras de aliento y de esperanza de Jesús la época de la persecución no coincidirán con el fin A pesar de todo, Jesús dirige palabras de espedel mundo. Otras y diversas, en efecto, serán las se- ranza para aquellos que serán objeto de persecución ñales del fin de todo. Jesús nos aclara: «Cuando oi- e incomprensión por causa Suya. Les dice: «Matagan hablar de guerras y revoluciones, que no los rán a algunos de ustedes y todos los odiarán por domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, causa mía. Sin embargo, no caerá ningún cabello pero no es el fin». de la cabeza de ustedes». Luego, a aquellos que se mantienen firmes en la fe, les promete la vida eterna: El tiempo de las persecuciones para los discípulos de «Si se mantienen firmes, conseguirán la vida». Jesús. La idea central, en fin, de todo ese pasaje, parece Mientras llegue la intervención final de Dios, la ser la de que no les serán ahorradas persecuciones a comunidad de los creyentes no tendrá vida fácil. En los discípulos, pero, a pesar de todo, no podrá ser efecto, deberá enfrentar violencia y persecución por detenida la marcha triunfal del Evangelio. Por lo tanparte de los dominadores de este mundo: A pesar de to, los discípulos del Señor, de todos los tiempos, no todo, los creyentes darán testimonio de Jesús y del podemos perder nuestro ánimo frente a las dificultaReino, con fidelidad y coherencia: «Los perseguirán des y obstáculos que encontremos en el camino aposa ustedes y los apresarán —nos avisa ya el Señor—, tólico. Tampoco desconfiar de la ayuda y asistencia los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los ha- de Dios. Por nuestra firmeza y perseverancia alcanzarán comparecer ante reyes y gobernantes, por causa remos, ciertamente, la vida auténtica.
Las investigaciones de los rollos del Mar Muerto POR SERGIO ESTRADA
El doctor Adolfo Roitman, experto internacional en religiones y estudios bíblicos, además de curador de los Rollos del Mar Muerto del museo de Israel en Jerusalén, en entrevista en la ciudad de México, explicó las últimas investigaciones sobre los Rollos del Mar Muerto, así como el mensaje de los mismos y cómo han influido en la sociedad contemporánea.
¿Qué son los rollos del Mar Muerto? «Son manuscritos antiguos hallados entre 1946, 1947 y 1956 en once cuevas en las inmediaciones de la zona del Qumramm, ubicada en la costa occidental de Jerusalén. Allí se encontraron alrededor de mil manuscritos, la mayoría muy fragmentados. Los más antiguos pueden ser de hace 2300 años, y los más recientes de 2000 años. «Abarcan una enorme literatura en una gran variedad de géneros literarios que van desde libros bíblicos hasta literatura apócrifa, litúrgica, calendarios, exorcismos mágicos, etc.
¿Cuáles son los últimos descubrimientos? «Hoy se puede decir que prácticamente han acabado las investigaciones de estos rollos; sin embargo, el gran debate es la interpretación de ellos y contextualizarlos en el marco del judaísmo grecorromano de la época. Hoy nos encontramos en un punto de inflexión en donde ciertas ‘verdades’ en la investigación de los rollos se habían definido; sin embargo, cuando va pasando el tiempo se empieza a tener una nueva perspectiva, más justa y medida, de lo que antes era la ‘verdad’. «Por ejemplo, si antes se hubiera pensado que los rollos habían sido escritos o copiados por las comunidades del Mar Muerto, hoy es necesario decir que eso es verdad únicamente respecto de
una cierta cantidad de ellos». El mensaje de los rollos del Mar Muerto, ¿cómo nos ha servido en la sociedad contemporánea? «Los rollos del Mar Muerto representan la mayor revolución intelectual del conocimiento del mundo antiguo en una época clave de la humanidad, en el encuentro del Occidente y Oriente. Es la época donde nace el mudo grecolatino, la sociedad judía y el cristianismo. Los rollos nos presentan una visión de la realidad antigua». ¿Cuánto tiempo se tiene estimado para revelar los misterios
de los rollos del Mar Muerto? «Revelar los misterios de los rollos del Mar Muerto va a llevar varias generaciones; sin embargo, se siguen haciendo revisiones por parte de expertos y teólogos en el área científica». Teológicamente hablando, ¿cuáles son los avances en torno a los misterios de los rollos del Mar Muerto? «Nos permiten interpretar el pensamiento judío, así como el pensamiento bíblico por la cultura judía».
El Observador
TIEMPO DE LECTURA 13
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ENSAYOS CRISTIANOS
MONÓLOGO DEL PADRE POR EL PADRE JUAN JESÚS PRIEGO / San Luis Potosí
El siguiente monólogo pudo haber tenido lugar alguna vez, aunque lo más seguro es que no. En realidad, se trata de un divertimento, de un pasatiempo verbal como los que solía escribir Karel Capek (1890- 1938), el escritor checo, y que luego reunió en un bellísimo libro titulado Apócrifos. Sí, es preciso advertirlo para no herir inútilmente sensibilidades demasiado escrupulosas: el siguiente es un monólogo apócrifo, y si me atrevo a publicarlo es porque, tal vez, de algo podría servir. Después de todo, como dijo alguien en el pasado, no hay escrito tan malo que no contenga algo bueno. Y si por lo menos un alma, después de leerlo, descubre que en su vida familiar ha faltado la fiesta, la sana alegría y el contento, mejor que mejor. Con eso me daría por bien servido. *** ¿Por qué se ha marchado mi hijo? ¿Es que la casa se le había vuelto asfixiante, inhóspita? Yo notaba su desencanto, su aburrimiento, pero nunca dije nada. Siempre me mostré silencioso, y ahora él se ha marchado y no sé si volverá. Cuando, estando los tres a la mesa, su hermano mayor empezaba a hablar, él se callaba. ¿Es que en el fondo de sí mismo sentía por él eso que a falta de otra palabra podría llamarse odio? Me pregunto esto porque, si bien el amor es palabrero y locuaz, el rencor es casi siempre parco. De una cosa estoy seguro: su virtud le parecía agobiante, inhumana. Los días en que íbamos juntos a la viña y él se ponía a silbar viejas melodías populares, el mayor lo miraba con esa mirada glacial que le conozco tan bien, y que es, para decirlo ya, la mirada de la amargura. Y, lo que es peor, yo me ponía del lado de éste, diciendo a mi pequeño: — Tu hermano tiene razón. No es éste momento de silbar. La cosecha no será este año tan buena como la anterior. Las cosas van de mal en peor. Y cuando danzaba, como hacía David delante del Arca de la Alianza, poseído por una extraña alegría, su hermano lo censuraba acusándolo de ligero y superficial. Y yo me ponía, invariablemente, del lado del mayor. Pero una tarde el pequeño se acercó a mí —yo podaba entonces las hojas de una vid moribunda— y me dijo: — Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. La pregunta rebotó en mis oídos como una piedra en el fondo de un pozo seco. Di la espalda a la vid, cuyas
hojas secas crujieron bajo mis pies, y miré fijamente los ojos de mi hijo. Eran unos ojos bellos, como dos nueces maduras. — Dame la parte de la herencia que me corresponde —insistió. El tono en que me hablaba era implorante: se adivinaba más allá de las palabras un cierto tono de súplica. ¿O escuché mal y su voz era más bien drástica e inflexible? Mi memoria vacila. ¿Ordenaba más que pedía? ¿Imploraba más que exigía? ¡No puedo recordarlo!
Hoy hace dos semanas que se marchó, y todos los días, a la hora del crepúsculo, salgo de mi casa a otear el horizonte. ¿Volverá? ¡Vuelve, hijo mío, y todo volverá a comenzar! Y todo será nuevo, de nuevo.
Le pedí dos días para hacer cuentas, afinar números y poner las cosas en orden, pese a que nada me obligaba a ello. En Israel, los hijos sólo podían heredar hasta que el padre moría; pero si éste, por alguna razón, decidía repartir en vida sus bienes, como quiera que sea se reservaba el usufructo vitalicio de ellos, no fuera a suceder que los herederos, viéndose en posesión de todo, echaran de su casa al viejo a patadas. Además, la Ley era a este respecto bastante clara: el heredero por derecho propio era siempre el primogénito, es decir, el hijo mayor, pues así lo estipula el libro del Deuteronomio (21,17) con palabras que no dejan lugar a dudas: «Al primogénito le dará (el padre) una
parte doble de todo lo que posee; porque este hijo, primicia de su vigor, tiene derecho de primogenitura». Al pequeño le tocaba, en todo caso, la tercera parte de mis bienes, y aunque aún no podía aún disponer de ellos, sino hasta después de mi muerte, le di lo que me pedía, aunque para eso tuviera que vender de prisa —como lo hice— algunas cosas. Él tomó el dinero sin contarlo y se marchó. Acodado en el alféizar de la ventana, lo vi perderse en la lejanía. ¡Mi hijo menor, mi hijo querido!… ¿Qué le hizo tomar una decisión de tal calibre? ¿Qué en nuestra casa se le había vuelto aburrido, tedioso, insoportable? ¿Ese tono de severidad que flotaba en el ambiente como un olor malsano? Ahora que pienso en ello, nunca en esta casa se ha celebrado un cumpleaños; nunca los amigos de mis hijos han comido y bebido en nuestra mesa. Todo ha sido trabajar, sudar y levantarse temprano. ¿Es que la fiesta, el regocijo y la alegría que aquí le faltaron los ha ido a buscar a otra parte, en otra ciudad, bajo otros cielos? Una vez, mi hijo mayor me pidió un cabrito para comérselo con sus amigos, y yo se lo concedí sin pensarlo dos veces, aunque luego se arrepintió y me dijo: — Mejor no, padre. Mañana hay que madrugar y es preciso acostarse temprano. ¿Será que nos ha faltado la fiesta, será que nos ha faltado el gozo y la alegría? ¡Si eso fue lo que faltó a mi hijo, seguro que ha ido a buscarlo quién sabe en qué besos, en qué abrazos! ¡Regresa, hijo mío! Entre nosotros es costumbre que cuando un hijo se va, el padre, al estilo de los patriarcas orientales, lo desconoce y no quiere saber nada de él. A partir de entonces ya no es más hijo suyo. Pero bien sabe Dios que yo no soy un patriarca, ni un mandarín, ni un rey, sino solamente un padre, un hombre de carne y hueso. ¡Ah, si él volviera! Los maestros nos han enseñado que a un anciano no le sienta bien caminar con pasos rápidos. Éste debe caminar con dignidad y parsimonia, como un monarca. Pero si yo viera a mi hijo a lo lejos, no sólo caminaría con pasos rápidos, sino que incluso correría para abrazarlo y cubrirlo de besos. ¿Qué me importa a mí la compostura y la dignidad? Hoy hace dos semanas que se marchó, y todos los días, a la hora del crepúsculo, salgo de mi casa a otear el horizonte. ¿Volverá? ¡Vuelve, hijo mío, y todo volverá a comenzar! Y todo será nuevo, de nuevo.
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FAMILIA
14 de noviembre de 2010, AÑO 16, No. 801
«Dios llama a impulsar la cultura de la Vida desde las mujeres» Lo afirma la religiosa Silvia López Pérez, autora del libro Mujer, vive tu vocación POR GILBERTO HERNÁNDEZ GARCÍA / www.giller.wordpress.com
Las mujeres representan cerca del 52% de la población mundial, y cada vez es mayor el número de las que están participando activamente en diversos ámbitos de la sociedad, en los que hasta hace poco su intervención era casi nula: el político, científico, económico, teológico, entre muchos otros. «Se ha avanzado, poco a poco, aunque no sin dolor y sufrimiento, pues eso ha implicado rupturas y conflictos en nuestra relación con el hombre y entre nosotras, en el ámbito social, en el hogar, etcétera»; señala la religiosa Silvia López Pérez, autora de Mujer, vive tu vocación. Reflexiones para la vida desde un corazón de madre, un libro de reciente aparición.
«Estamos inmersas en un mundo convulsionado, doliente, marcado por una cultura de la muerte que crece a pasos agigantados. Ante esta realidad, Dios, que es Amor, Luz, Sabiduría y Vida, y quiere la vida para todos, nos llama a impulsar con renovado brío la cultura de la vida, desde nosotras y con nosotras», afirma categórica. Añade: «Dios quiere llevar a la humanidad a construir la Civilización del Amor, quiere que seamos una señal de su presencia en medio del mundo para la gestación de este cambio benéfico de la humanidad. Esta tarea nos involucra también a todas las mujeres del planeta». Desde el sagrario de la vida femenina
Involucradas en la cultura de la vida
La también fundadora y superiora general de la congregación Discípulas de Jesús Buen Pastor —la primera y única congregación femenina surgida en Chiapas, y que cuenta ya con casi 20 años de andadura—, reconoce que hoy en día la situación de la mujer ha mejorado, particularmente en el reconocimiento de sus derechos humanos; además, las mujeres también han tomado una conciencia mayor de sus obligaciones y la responsabilidad activa en la construcción de una sociedad nueva; sin embargo, la religiosa no soslaya que aún hay mucho camino por recorrer.
A lo largo de las casi cien páginas que componen el texto, madre Silvia comparte con los lectores las convicciones que vive en torno al camino de superación de las mujeres, fruto de sus reflexiones después de haber trabajado por más de dos décadas en la formación integral de muchas féminas chiapanecas. «La fuente principal de su contenido (del libro) es la vida de tantas mujeres que, a lo largo de estos años, me han permitido entrar al sagrario de su historia y con quienes he podido dialogar y compartir sufrimientos, ilusiones y esperanzas», concluye.
PINCELADAS
MIRARSE
DE CERCA
POR EL PADRE JUSTO LÓPEZ MELÚS
Hay que mirar intensamente, quitar estorbos y prejuicios, lavarse los ojos para descubrir valores, empañados muchas veces por la rutina y el cansancio. Pero no basta. Hay que mirar también en cercanía, que la distancia es como la bruma que impide percibir las cosas. «No juzguéis únicamente según las apariencias, debéis juzgar con rectitud» (Jn 7, 24). Marchando un día hacia la montaña, muy temprano y con un tiempo brumoso, percibí en la ladera algo que se movía y tan raro que lo tomé por un monstruo. Cuando estuvo más cerca, vi que era un hombre. Cuando por fin lo alcancé, descubrí que era mi hermano.
El Observador
El simbolismo de las figuras paterna y materna (Segunda parte) POR CARMEN MARÍA MALDONADO FRANCO
Como se vio en el tema anterior, el amamantamiento de la madre al niño es indispensable para un óptimo desarrollo físico y psicológico. El niño aprende mucho de los comportamientos del mundo social que lo rodea, especialmente de los padres, que son las figuras centrales en su interrelación con el mundo, y que tienen una función especial en cada etapa de su desarrollo bio-psicosocialespiritual. Una de las etapas nodales en su desarrollo sucede alrededor de los tres a los cinco años. En ella el niño observa que mamá y papá son distintos en la conformación de sus cuerpos, en su manera de relacionarse con él, de darle amor; la niña observa a mamá y el niño a papá y querrán ser como ellos, tratan de comportarse como el padre de su mismo sexo. En su reducido mundo social, la niña ensaya a ser mujer coqueteando con papá y el niño cortejando a mamá. No hay ningún deseo sexual ya que su aparato sexual no ha madurado todavía. Pero viene una desilusión en ambos. La niña observa
que su papá tiene una pareja, que es mamá; el niño observa también que mamá la tiene, y que es papá. Se plantea para las personitas el primer problema existencial del cual salen airosos. Muy profundamente, en su intimidad, deciden ser como el padre del mismo sexo: la niña se pintará la cara con pinturas de mamá, se pondrá sus zapatos; también el niño se pondrá la cachucha del papá u otra prenda, se fijará en sus modales. Ocurre la primera y gran identificación del niño en su identidad sexual, basamento de posteriores que terminarán con la definitiva en la adolescencia. Las dos figuras paternas, distintas en su identidad sexual, son decisivas para que el niño estructure la suya. La madre, que simboliza el amor, el recinto de lo sagrado, la intimidad; el padre, que simboliza el orden, la ley, la sociedad, juegan un papel muy importante para que los hijos consoliden una personalidad libre y responsable, capaz de dar y recibir amor, y de contribuir a la formación de una sociedad justa, para que todos podamos vivir con dignidad.
El Observador
ESPECIAL
14 de noviembre de 2010, AÑO 16, No. 801
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El Papa en España Era un viaje anunciado y esperado. Benedicto XVI visitaría dos ciudades españolas: Santiago de Compostela y Barcelona, ambas cargadas de historia y simbolismo, referentes para la cultura cristiana y occidental. La primera, tierra de peregrinos, custodia del cuerpo del apóstol Santiago; la segunda, guardiana de una de las catedrales más impresionantes y hermosas que se hayan construido. Paradójicamente, tierra donde un laicismo desbocado y un catolicismo militante conviven desde hace décadas.
La caridad y la claridad del Papa POR MARÍA ÁNGELES FERNÁNDEZ, corresponsal de El Observador
«Nos veremos el año próximo en Madrid para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud». Con estas palabras se despidió Benedicto XVI de su estancia (corta, pero muy intensa) en España. Santiago de Compostela, tierra de peregrinos
Llegó como peregrino a Santiago de Compostela. «Estar en camino forma parte de mi biografía», había dicho el Papa poco antes de aterrizar en España. Lo había intentado en otras ocasiones, cuando era cardenal, incluso estuvo a punto de realizarlo con su hermano en alguna ocasión, pero no llegó a materializarse. Este 6 de noviembre, por fin, llegó al final del camino que millones de peregrinos de todo el mundo han recorrido a lo largo de los siglos. Un camino por el que pasan hombres y mujeres con sus sueños, sus temores y sus esperanzas. Un camino en el que, a lo largo del tiempo, se han ido forjado las raíces cristianas del continente europeo para después extenderse al resto del mundo. Allí, ante el Apóstol y los miles de fieles que abarrotaban la Plaza del Obradoiro, Benedicto XVI hizo un llamamiento a Europa, la Europa de la ciencia y de las tecnologías, de la civilización y de la cultura, que «tiene que ser a la vez una Europa abierta a la trascendencia y a la fraternidad con otros continentes, al Dios vivo y verdadero, desde el hombre vivo y verdadero». Verdad y libertad, entre ambas hay una relación estrecha y necesaria, dijo el Papa, porque «sin esa aspiración a la verdad, a la justicia y a la libertad, el hombre se perdería a sí mismo». Ya lo había comentado a los periodistas que le acompañaban en el avión, que España fue un país originario de la fe y ahora se hace necesario el encuentro («¡no el desencuentro, el encuentro!», recalcó el Papa), entre fe y laicidad. Gaudí y la Sagrada Familia
Al día siguiente vivió en Barcelona una jornada marcada por la
belleza, la familia y la vida. Acudió para dedicar el templo expiatorio, ahora Basílica, de la Sagrada Familia, proyectado por el arquitecto de Dios, Antonio Gaudí. Un lugar que es expresión de la maravillosa relación entre Dios y el hombre a través del arte. El Papa quedó admirado por los muros que acogían la celebración, y habló de la belleza del templo, inspirado en buena parte en la naturaleza. Pero la máxi-
ma expresión de la belleza de la creación es el hombre, al que Dios hizo a su imagen y semejanza. Por eso Benedicto XVI puso en el centro de su mensaje a la persona, a nuestra dignidad desde el momento de la concepción hasta la muerte, y a la familia, cobijo único y precioso para el hombre. Y con la claridad con la que siempre habla, hizo un llamamiento para que el Estado apoye decididamente al hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia, para que se den las adecuadas medidas económicas y sociales, para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización, para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente. En este sentido, fue muy significativa su visita al centro «Niño Dios», un centro educativo y de acogida para niños y jóvenes con grandes deficiencias psíquicas. Los ojos de estos niños, los de sus familias, los de las religiosas y del personal que los atiende y los ojos del Papa contemplando esa belleza fueron el broche de oro de una visita que a ninguna persona puede dejar indiferente, aunque el presidente del gobierno español considerase más oportuno marcharse a visitar a las tropas españolas en Afganistan que recibir al Papa en un país en donde viven millones de católicos.
Benedicto XVI, por la mañana del sábado 6 de noviembre, rumbo a España en el avión que lo llevaba, manifestó su preocupación por el laicismo mal entendido que recorre el mundo. Habló de una reevangelización de las naciones con una tradición católica más antigua y resumió en dos palabras el mensaje que deseaba dar: peregrinación y belleza. Santiago de Compostela
A su llegada a Santiago de Compostela miles de peregrinos le esperaban. Los once kilómetros que separan el aeropuerto de la ciudad los recorrió el Papa en coche panorámico. Hubo gente vitoreándolo desde la salida misma del aeropuerto, y apostada en varios tramos de la carretera, exceptuando las zonas boscosas o de difícil acceso. La presencia de la multitud se hizo patente en los dos últimos kilómetros, prácticamente ya en casco urbano, y especialmente en la Puerta do Caminho. Hizo una invitación apremiante a que Europa recupere sus «raíces cristianas». Un llamado a volver a la fe y a Dios, que dio sentido a su cultura y a su fructífera historia. «Es necesario que Dios vuelva a resonar bajos los cielos de Europa», sentenció. Frente a las ideologías que contraponen al ser humano y a Dios, Benedicto XVI
invitó a los presentes a tomar la Cruz de Jesús como «supremo signo del amor llevado hasta el extremo, y por ese don y perdón al mismo tiempo, que debe ser nuestra estrella orientadora en la noche del tiempo». Y añadió: «Europa debe abrirse a Dios». Porque la Iglesia y la fe no son enemigas del hombre, del progreso o de la razón, sino su «culmen». Y porque, como decía la Santa de Ávila, «sólo Dios basta». Barcelona
A las nueve de la mañana del domingo empezó la vista de Be-
nedicto XVI a Barcelona. La primera imagen que vio el mundo fue su salida en papamóvil del palacio episcopal. Miles de personas lo aclamaron con vítores y ondeando banderas por las calles de la ciudad en todo el recorrido que realizó desde la catedral hasta el templo expiatorio de la Sagrada Familia. El vicario de Jesucristo se refirió al templo de la Sagrada Familia como a una «suma admirable de técnica, de arte y de fe» y mostró su alegría por poder presidir su dedicación. El papa Benedicto XVI pide la protección de la familia, que definió como la unión «de un hombre y una mujer» y recordó que la Iglesia «se opone a todas las formas de negación de la vida humana». La familia, afirmó el Papa, es la «esperanza de la humanidad», pues en ella «la vida encuentra acogida, desde su concepción hasta su declive natural». Jesucristo, añadió el Papa, «nos ha enseñado también que toda la Iglesia, escuchando y cumpliendo su Palabra, se convierte en su Familia. Y, más aún, nos ha encomendado ser semilla de fraternidad que sembrada en todos los corazones aliente la esperanza».
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NIÑOS
14 de noviembre de 2010, AÑO 16, No. 801
Darán testimonio de Mí... Y si se mantienen firmes, conseguirán la vida Estas palabras de Nuestro Señor Jesucristo las escuchamos en el Evangelio de este domingo. Él nos advierte que, debido a que somos cristianos, en la vida vamos a sufrir diversas persecuciones. Y eso es para todos: para hombres y mujeres, ricos y pobres, ancianos y niños..., para todos los hijos de Dios. A lo mejor ya te ha tocado sufrir algo de esto, quizá en la escuela algunos compañeros o hasta maestros se han burlado de ti porque saben que cada domingo asistes a la Santa Misa, porque vas al catecismo, porque hiciste o vas a hacer tu Primera Comunión, porque te niegas a decir mentiras o a hacer trampa con las tareas o en los exámenes, etc. A veces parece que lo mejor fuera quedarse callado, ocultar nuestra fe en Dios, tratar de que no se note en qué creemos.
El Cielo es, más que nada...
¡Pero eso es traicionar a Jesús! ¡Eso es darle la espalda! Y, cuando Le damos la espalda, Satanás nos hace sus prisioneros. Si morimos siendo prisioneros del demonio, es decir, si morimos en pecado, sin confesarnos, nos espera una eternidad espantosa, alejados para siempre de la luz de Dios, del amor de Dios; y eso es el Infierno, el verdadero Infierno. Hay quienes dicen que no hay que hablar del Infierno para no asustar a nadie, especialmente para no asustar a los niños. Pero todos tenemos derecho a saber de su existencia y de lo que nos espera si rechazamos a Jesús. No es que Nuestro Señor sea malo y quiera que alguien se condene; al contrario, Él quiere que todos se salven, pero no salva a nadie por la fuerza, no se lleva con Él a nadie que no quiera
estar con Él. Y es aquí, en nuestra vida en la Tierra, donde elegimos a Dios o Lo rechazamos. Cada vez que pecamos rechazamos a Dios; y si no nos re-
conciliamos con Él sino que seguimos en pecado, es lo mismo que decirle: «No quiero estar Contigo». Por eso Jesús nos invita a mantenernos firmes en la fe para conseguir la vida, es decir, la vida verdadera, que es la felicidad eterna en el Cielo, al lado de Él, y en compañía de la Virgen, de los ángeles y de los santos. Y a ti ¿te gustaría ir al Cielo?
... estar para siempre con Jesús
C
ih s
s a ip t
Durante la homilía de la Misa dominical el padre pregunta: — ¿Cuántos de ustedes quieren ir al Cielo? Todos responden: —¡Yo! Pero una señora se queda callada. Entonces el sacerdote le pregunta directamente: — Señora, ¿usted no quiere ir al Cielo? — Sí, yo sí quiero; pero me voy en otro viaje porque éste va muy lleno. Tres amigos están en el funeral de un compañero de trabajo. Uno de ellos, mirando al difunto, exclama: — ¡Yo quisiera que, cuando muera, la gente me mire y me recuerde por algo grande que haya logrado en la vida! Otro dice: — Yo también quisiera que la gente me mirara y dijera: fue un gran hombre y mejor amigo. El tercero dice: — Pues a mí me gustaría que me miraran y dijeran: ¡uy, mira, parece que se está moviendo! — Mamá, ¿cuando nos morimos en qué nos convertimos? — En polvo. — ¿Sí, mamá? — ¡Sí, hijo mío! — ¡Ah! Pues... mira debajo de la alfombra, porque creo que ahí tienes un muerto.
El Observador
Un hombre rico que muere es purificado en el Purgatorio y se va al Cielo. Sabe que ahí hay muchas moradas, y espera que le toque una muy bonita. Bienvenido, hermano
Lo recibe san Pedro y le encomienda a un ángel que le enseñe su nueva morada. Pasan a un lado de un palacio bellísimo, con columnas de oro, adornado con diamantes; digno de un rey. El hombre le pregunta al ángel: — ¿Aquí voy a vivir? — No. Sigamos. Pasan junto a otras mansiones hermosas, pero no se detienen ahí. Luego ven por fuera algunas moradas más modestas, pero bonitas. En especial al hombre rico le atrae una, y pregunta: — Ángel, ¿aquí sí voy a vivir? — No, es más adelante. Luego pasan junto a una morada muy pequeña, hecha de lodo y varas. El hombre, preocupado, pregunta: — ¿Ésta es mi morada? — No, ya casi llegamos. Finalmente se detienen frente a un pequeño espacio con cuatro palos y un techo de ramas, sin paredes, y el piso de tierra. El hombre exclama: — Ángel, ¡no me digas que aquí voy a vivir! Y el ángel contestó: — Pues sí, hermano; es que con lo que tú nos mandaste de allá abajo, en tu vida en la Tierra, apenas alcanzó para esto.