GRAN REPORTAJE
UN PAÍS LEJOS DE ALCANZAR LA PAZ
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El Observador DE
23 de diciembre de 2012
PÓRTICO Por Jaime Septién jaimeseptien@elobservadorenlinea.com
NACIMIENTO
LA
PERIODISMO CATÓLICO; FE QUE SE HACE CULTURA
AÑO 18
ACTUALIDAD No. 911
$10.00
UN DIOS HECHO HOMBRE, LA GRAN NOTICIA
El mundo lo espera
C
ada Navidad recuerdo a monseñor Peñalosa, quien en las tres últimas de su vida me envió inéditos para publicarlos en El Observador. Una de esas hermosísimas colaboraciones (él murió en San Luis Potosí, en 1999) hablaba de las manos de su madre, haciendo los adornos navideños. Casi podría oler las manos de la mía en Navidad. La mezcla del heno, del árbol, la ensalada de manzana con apio. Es la fiesta de los niños y de sus mamás, porque es la fiesta de la inocencia y del amor. Hace tiempo murió mi madre. Pero en Navidad me llega su recuerdo como una ráfaga de cielo. Su Belén de lo más normal del mundo. Piezas a las que los años iban arrancando acá un dedo, allá la oreja, del otro lado la pezuña. Pocos adornos: la concentración debía estar en el pesebre, en la Sagrada Familia. En el Misterio. Por la tarde del 24, antes que comenzara el jolgorio de los hijos, los nietos, los amigos de los hijos, de los nietos, solía serenarse con mi padre frente al Belén y al pino. Apenas una charla discreta. No pasaba nada. Ni había grandes reflexiones. La conversación se daba a susurros pequeñitos. Era la atmósfera lo atractivo de una pareja que duró 64 años y 11 meses casados, que tuvieron 10 hijos, un mundanal de nietos y gozaron a sus bisnietos. Con esa densidad humana y cristiana, ¿para qué decir palabras? El mutismo del Misterio es el discurso más amplio que haya habido en la historia. Ese «Nacimiento» representa la vitalidad del mundo, la hermosura de la Creación, el impulso que viene de una infancia humana y personal donde el mundo es la ingenuidad de unas figuras de yeso o de terracota pintadas artesanalmente, rodeadas de los Magos, los animales, los pastores y un batiburrillo de especies que van del nopal al encino, pasando por los magueyes y el musgo. Donde la carne no es tortura y el demonio un perfecto, soberano y absoluto inútil. Ese espacio donde cabe el amor y el deseo pleno de ser felices en lo sencillo. Que ahora recojo del paisaje de la memoria y entrego, con mis padres, mis años idos y monseñor Peñalosa en gratitud a usted, amabilísimo lector. Que el nacimiento de Jesús sea en nuestra memoria. Y en el corazón.
E
sta foto fue tomada con una cámara especial de la NASA. En ella se aprecia toda la tierra de noche y sin nubes. En este mundo hay un destello que ilumina, es el nacimien-
to de Cristo. De esta misma forma, la encarnación de Jesús debe iluminar nuestros corazones, llenarnos de esperanza, fortalecernos en las debilidades, incrementar nuestra genero-
OPINIÓN SANTIAGO NORTE La serenidad de la noche de paz sea en sus hogares. En ellos reine la limpia sonrisa del tesoro de la fe. Lo único que vale la pena de vivir. Lo único que nos hace renacer en espíritu y en verdad.
PROBLEMAS CON LA NAVIDAD JORGE E. TRASLOSHEROS PÁGINA 14
PONE LAS COSAS CLARAS A LOS OBISPOS Tommaso Spinelli, un joven italiano de 23 años, dejó con los ojos abiertos a todos los obispos presentes en el Sínodo que se celebro el pasado mes de octubre al expresar su sentir. PÁGINA 2
TEMA DE LA SEMANA
ESPECIAL DE NAVIDAD
PÁGINAS 4-6
En esta ocasión nuestro especial de Navidad es un espacio para la reflexión, de consejos para vivir el nacimiento de Jesús, así como historias cargadas de enseñanzas.
sidad. La luz del Dios hecho hombre abarca a todas a las naciones, a los seres humanos de todos los tiempos; nuestra responsabilidad es dejarla entrar a nuestras vidas.
A NUESTROS LECTORES
VIVAN LA NAVIDAD
El Observador de la Actualidad desea a todos nuestros lectores una Feliz Navidad y que el nacimiento del Niño Jesús llene de paz y gozo sus corazones. «En la sociedad consumista Juan el bautista nos enseña a vivir en manera esencial, para que la Navidad sea vivida no sólo como una fiesta exterior sino como la fiesta del hijo de Dios que vino a traer a los hombres la paz, la vida y el gozo verdadero». Benedicto XVI