día del padre: el reto es el amor Página 3
15 de junio de 2014
AÑO 19
Periodismo católico; FE QUE SE HACE CULTURA
No. 988
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Pórtico Por Jaime Septién
jaimeseptien@elobservadorenlinea.com
Layín, el político
Ya ven que sí se puede
Lo que parecía imposible se logró. Los representantes de dos pueblos que pelean desde hace décadas se encontraron en el Vaticano, rezaron juntos, pidieron por la paz en su región. El Papa Francisco atestigua el abrazo que se dieron al final del encuentro. Esperemos que una nueva etapa incie para el Medio Oriente. Página 14
En Opinión
Visita del Papa a México Monseñor Mario de Gasperín Página 11
¿Qué es la «tolerancia cero»? Tomás de Hijar Página 12
Foto: especial
S
e llama Hilario Ramírez Villanueva, le dicen Layín, es candidato a presidente municipal de San Blas, Nayarit, y acaba de declarar, en un mitin, que la anterior vez que fue presidente sí robó, «pero poquito». Luego dijo que era broma. Y uno piensa aquello que decían las abuelitas: que entre broma y broma, la verdad se asoma. Layín dice que trabaja 18 horas diarias, que tiene una empacadora y que no vive del erario. ¿Entonces, pa’ qué lo dijo? «Todo fue una broma, no es cierto que he robado dinero de la alcaldía, yo no me mantengo del erario, para eso trabajo», manifestó. «Soy un tipo que me gusta mucho la broma y al pueblo le gusta la broma, y la broma va con la política». Ramírez Villanueva es el prototipo del candidato que ha hundido a México en el descrédito más grande de la política, pasto fácil de la corrupción. Porque la corrupción comienza por el lenguaje. «¿Que le robé a la presidencia? Sí le robé. Sí le robé. Poquito, porque está bien pobre. Le di una rasuradita, nomás una rasuradita. Pero lo que con esta mano me robaba, con la otra se lo daba a los pobres». No sé si a don Hilario le parezca chistoso. A mí me parece un símbolo de la decadencia brutal que el servicio público mexicano enfrenta hoy. Candidatos populacheros, majaderos, que confunden la actividad de la más grande caridad con un bailongo. Eso sí, bragaos como ellos solos: «Si gano y no cumplo –dijo—, mándenme a ch… a mi madre, compañeros, se los digo de frente porque así soy yo; ustedes ya me conocen». ¡Eso es altura política! ¿Y el pueblo? Por favor, como el corrido de López Tarso: «¡Dispierten ya, mexicanos!».