Elogio a la sombra Nº4 Octubre 2015

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ELOGIO A LA SOMBRA Publicación libre – n°4 – Octubre 2015 - www.issuu.com/elogioalasombra

“Tengo el deber de encerrarme en la casa de mi espíritu y trabajar cuanto pueda y en todo cuanto pueda para el progreso de la civilización y el ensanchamiento de la conciencia de la humanidad”.

Fernando Pessoa

Somos privilegiados. Son veinte para las seis de la tarde y estamos aquí en un bar conversando hace tres horas. Sin prisa, sin necesitar nada más que un pequeño estímulo intelectual. No va a haber otros como nosotros en unos años más en Chile (...) Esto es una "aristocracia". Va a desaparecer… Somos los últimos sobrevivientes. Esto es un estatus. Nos llegó. Tenemos suerte. Poca gente tiene esta suerte. Nuestros hijos no la van a tener. Ya no la tienen. Van a estar todo el tiempo pegados a la vieja máquina… Al 90 por ciento de los chilenos les gustaría mucho que nosotros desapareciéramos. No pueden darse el lujo de estar ociosos y estar hablando sin propósito que signifiquen ganancia. En un país aburrido como éste, no queda otra que ser alcohólico, con el vino soportas a la gente, eso es todo, pero el problema es que la gente no te soporta a ti. Por eso le recomiendo a mis amigos que sean abstemios: en este país de curados hipócritas, miran mal al alcohólico porque toma un poco más que ellos. El trago te ayuda a estar vivo en un país de idiotas, en los bares da lo mismo lo que uno hable, no como los chilenos básicos que quieren hablar bien y en el fondo dicen puras tonterías.

Jorge Teillier

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La poesía nos protegerá, por MG Frente al total abandono que sufrimos por parte del “Estado” y sus parásitos políticos, quienes nos vendieron como esclavos a las grandes empresas y multinacionales (sus dueños), dejándonos sin salud ni educación accesible ni de calidad, acosados además por los mercenarios de los bancos, las AFPs, las compañías de teléfono y de cable, para meternos “seguros” y contratos que nos dejen en pelota, como las cajas de compensación que estafan a nuestros abuelos, atracados más encima por las farmacias y las clínicas dentales que proliferan y engañan a la gente, junto a la televisión tonta y sus rostros de teleserie (con la sonrisa falsa y los bolsillos llenos) en propagandas truchas publicitando un estilo de vida falso y una pila de cosas que solo nos dopan, todos listos para endeudarnos y robarnos hasta el último peso ganado con nuestro esfuerzo, es aquí que la poesía, en toda su expresión, se presenta como una manera de protegerse, como una forma de salirse de la enajenación por tanta mierda ambulante que nos ahoga. Pero ¿Qué es la poesía? ¿Qué es ser poeta/vivir poéticamente? Un amigo me dice: “Para mí la poesía es como la expresión de los cinco sentidos, como capturan la vida y como la proyectan. El poeta sería como el que logra darle una interpretación a todo lo captado por el sentir”. Complementando lo de mi amigo, el mítico poeta lautarino Jorge Teillier, en “Sobre el mundo donde verdaderamente habito o la experiencia poética” dice lo siguiente: La poesía es lo distinto al lenguaje convencional, por una parte, y por otra, lo "bello", lo idealizado… /La poesía es la universalidad, que fundamentalmente se obtiene por la imagen… /La poesía no puede estar subordinada a ideología alguna, aun cuando el poeta como hombre y ciudadano tiene derecho a elegir la lucha a la torre de marfil o de madera o cemento. Ninguna poesía ha calmado el hambre o remediado una injusticia social, pero su belleza puede ayudar a sobrevivir contra todas las miserias… /No importa ser buen o mal poeta, escribir buenos malos versos, sino transformarse en poeta, superar la avería de lo cotidiano, luchar contra el universo que se deshace, no aceptar los valores que no sean poéticos. La burguesía ha tratado de matar a la poesía, para luego coleccionarla como objeto de lujo… /El poeta es un ser marginal, pero de esta marginalidad y de este desplazamiento puede nacer su fuerza: la de transformar la poesía en experiencia vital, y acceder a otro mundo, más allá del mundo asqueante donde se vive. El poeta tiende a alcanzar su antigua "conexión con el dínamo de las estrellas", en su inconsciente está su recuerdo de la "edad de oro" a la cual acude con la inocencia de la poesía… /La poesía está considerada como la lepra en este

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mundo en donde está muriendo la imaginación, en donde la inspiración está relegada al desván de los muebles viejos. El poeta es el guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores… /La poesía es la lucha contra nuestro enemigo el tiempo, y un intento de integrarse a la muerte… /Lo importante en poesía no es el lado puramente estético, sino la poesía como creación del mito, y de un espacio y tiempo que trasciendan lo cotidiano, utilizando lo cotidiano. La poesía es para mí una manera de ser y actuar, aun cuando tampoco puedo desarticularla del fenómeno que le es propio: el utilizar para su fin el lenguaje justo para este objeto. Mi instrumento contra el mundo es otra visión del mundo, que debo expresar a través de la palabra justa, tan difícil de hallar. Porque el poema no debe "Significar sino ser". Tal vez lo que importa no es dar en el blanco, sino lanzar la flecha. Y de nada vale escribir poemas si somos personajes antipoéticos, si la poesía no sirve para comenzar a transformarnos nosotros mismos, si vivimos sometidos a los valores convencionales. Ante el "no universal" del oscuro resentido, el poeta responde con su afirmación universal. La poesía es expresión de una auténtica lucha por esclarecerse a sí misma, o por poner en claro la vida que la rodea… /Para terminar diré que "el vino y la poesía con su oscuro silencio" dan respuesta a cuanta pregunta se le formule y que si mi amigo el poeta Nicanor Parra escribe "Total cero" en un "artefacto" de epitafio a Pablo de Rokha yo prefiero decir con Paul Eluard que "toda caricia, toda confianza sobrevivirá", y con René Char: "A cada derrumbe de las pruebas el poeta responde con una salva por el porvenir".

Y las palabras del secreto poeta viñamarino Ennio Moltedo: La poesía debe ser crítica y obedecer sólo a sí misma, a su “ritmo interior”… /Si no pudiera criticar no escribiría poesía, porque la gente supone, en el rango común, repetitivo, de las ideas nacionales, que la poesía debiera ser un canto a los pajarillos al amanecer. Esto hay que destruirlo, la poesía está para destruir y renacer entre cosas nuevas… /Si a la poesía algún destino se le ha señalado ha sido destruir el lugar común. Está obligada a destruir el lugar común… /Hay que terminar de una vez por todas con esta “poesía poética” que cuando hay problemas se evade, se va al campo y habla de los árboles y de las flores y de los ríos, de las montañas y los valles. Y empieza a salir todo un perfume a plantas y a flores y las abejas que zumban, mientras en la realidad al que zumban de verdad es al pobre pelagato que va pasando y que no tiene nada que ver. La poesía nunca va a dejar de tener sentido, pero siempre que ese sentido corresponda a una realidad determinada, que sea fiel a lo que quiere manifestar... /La poesía chilena es muy importante que sea crítica, no que sea política, pero sí crítica en general de todo, de cualquier cosa, porque así caminamos bien, así avanzamos y así vamos a arreglar las cosas en el camino.

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Pero cuidado, eso sí, con los falsos poetas mediocres que esconden su falta de talento en la antipoesía, con los que publican libros para hacer “Carrera” e ingresar en el “Medio” para vivir de talleres literarios, charlas y comilonas. Cuidado con aquellos “poetas” que defienden a curas pedófilos, que apernan a sus hijos en cargos públicos, y se creen los vates del pueblo en donde, según ellos, todos los nuevos poetas tienen que pasar por su veredicto, para ver si los incluye en las antologías en las que se publicita con sus amigos. Cuidado con aquellos que se presentan como “hijo de”, “sobrino de”, queriendo y creyendo causar impresión para recibir un mejor trato. Cuidado con aquellos “poetas empresarios” (¡vaya contradicción!), con las manos sucias de sangre, sin un ápice de poesía en sus venas. Cuidado con aquellos que presentan a sus amigos como poetas, cineastas, artistas, creyendo que así suben su plusvalía entre las amistades superficiales y traicioneras, pensando que serán dignos, al fin, de admiración. Cuidado con los directores de cultura ignorantes que se creen dueños del arte y que se licitan millones entre ellos mismos. Cuidado con los pseudo-intelectuales que dicen que el “arte” no es para los pobres porque no lo entienden, mientras “arreglan” a sus amigos en los fondos de cultura en donde son juez y parte. Cuidado con los que se creen dueños de la palabra, con los “agentes culturales” que llegan a explotar a los pueblos, con los que aseguran a sus hijos en pasantías, talleres, concursos y becas, escondiendo la información a todos los demás. Cuidado con el fascismo de los teatros regionales y sus Evelyn Matthei, con las revistas que traicionan y expulsan a sus propios creadores por unas lucas más, no haciendo honor a sus nombres. Cuidado con los revolucionarios de Facebook, copias charchas de Neruda con adolescencia tardía. Cuidado con todos esos que anhelan ser “vanguardia”, cuidando su “parcela”, asegurándose entre ellos mismos y cagándose al resto, la aristocracia reptiliana de Talca y el mundo. Todos ellos bajo la tiranía de lo “Cool”.

Para finalizar, decir que junto a la poesía, y para hacer más alegre la vida y liviana la carga social, debemos repotenciarnos con nuestra creatividad, volver al trueque, autoeducarnos, regresar a las comunidades, a las asociaciones solidarias, y poner ojo en los procesos histórico-culturales subterráneos de nuestro entorno. Leer poemas de Kavafis, Moltedo, Teillier, Gonzalez Bastías, hacer nuestros los lugares públicos, salir a jugar y compartir al aire libre, detener nuestro consumismo y nuestra adicción a la recompensa, disfrutar de la naturaleza, de una buena compañía, una conversación, y apagar los celulares y toda esa interferencia bulliciosa del “Sistema”, o nos volveremos locos, animales enfermos, autómatas sin amor. ◊

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NeluleN

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El poeta de este mundo, de Jorge Teillier a René—Guy Cadou (1920-1951)

Poeta de nombre claro como un guijarro en medio de la corriente reunías palabras que eran pedernales de donde nace un fuego que no es olvidado. René-Guy Cadou, amigo del tonelero, el cartero, el aduanero y el contrabandista, vivías en una aldea de seiscientos habitantes. Allí eras profesor rural, el peso del olor del jardín vecino sofocaba la sala de clases como a la sala de clases donde tu padre había sido maestro. Te gustaba hablar con la gente de cara parecida a ollas de greda, caminar descalzo, ver jugar a las cartas en la taberna. En la noche a la luz de un fuego de espino abrías un libro mientras Helena cosía (“Helena como una gota de rocío en tu vaso”). Tenías un poeta preferido para cada estación: en otoño era Verlaine, la primavera te traía todas las rosas de Ronsard, el invierno llegaba con el chirriar del carruaje del Grand Meaulnes y la estación violenta el ruido de espadas entrechocándose en una posada de Alejandro Dumas. Tú nunca estabas solo, te iluminaba el recuerdo de tu padre volviendo de caza en el invierno Y mientras tus amigos iban al Café, a la Brasserie Lipp o al Deux Magots, tú subías a tu cuarto y te enfrentabas al Rostro radiante. En la proa de tu barco te asomabas a ver los caminos de tu país de hadas y pantanos, caminos trazados como las líneas de un cuaderno de copia. Tus palabras llegaban como pájaros que saben que siempre hay una ventana abierta al fin del mundo. Y los poemas se encendían como girasoles

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nacidos de tu corazón profundo y secreto, rescatados de la nostalgia, la única realidad. Tú sabías que la poesía debe ser usual como el cielo que nos desborda, que no significa nada si no permite a los hombres acercarse y conocerse. La poesía debe ser una moneda cotidiana y debe estar sobre todas las mesas como el canto de la jarra de vino que ilumina los caminos del domingo. Sabías que las ciudades son accidentes que no prevalecerán frente a los árboles, que la poesía no se pregona en las plazas ni se va a vender a los mercados a la moda, que no se escribe con saliva, con bencina, con muecas, ni el pobre humor de los que quieren llamar la atención con bromas de payasos pretenciosos y que de nada sirven los grandes discursos tartamudos de los que no tienen nada que decir. La poesía es un respirar en paz para que los demás respiren, un poema es un pan fresco, un cesto de mimbre. Un poema debe ser leído por amigos desconocidos en trenes que siempre se atrasan, o bajo los castaños de las plazas aldeanas. Pocos saben aquí lo que es un poema, pocos han puesto su cara al viento en medio de un trigal; pocos saben lo que es un poeta y cómo debe morir un poeta. Tú moriste en un cuarto en donde se congregaba toda la primavera mirando un cesto con manzanas. “He visto morir a un príncipe” dijo uno de tus amigos.

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Y este Primero de Noviembre cuando me rodean los muertos que siempre están conmigo pienso en tu serena y ruda fe que se puede comprender como a una pequeña iglesia azul de pueblo donde hay un párroco que no pide sino compartir su pan. Tú hablabas con tu Dios como al pobre hijo de un carpintero, pues también sabías que se crucifica todos los días a un poeta (Jesús tenía treinta y tres años, Jean Arthur también era Cristo crucificado a los treinta y siete). Pero a ti no te importaba que te escupieran la cara o te olvidaran porque como tú lo decías, nadie puede impedir a un pájaro que cante en la más alta cima, y el poeta derribado es sólo el árbol rojo que señala el comienzo del bosque. ◊

Fotografía de Sergio Larraín

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Recordando, de Roberto Allendes Cuanto extraño sus abrazos y la inocencia de sus almas. Cada noche a Dios le clamo les bendiga en abundancia, que ilumine sus senderos ponga paz en sus moradas.

Hijos míos y de mis sueños escribiendo entre mis lágrimas, la distancia va hiriendo el no verlas me quebranta, como faltan esos besos necesito ver sus caras.

Pregonando lo que siento y pintando mis palabras, es verdad estoy sufriendo desangrando está mi alma.

Al dormir mis ojos cierro recordando sus miradas, Dios lo sabe que no miento sé que pronto estaré en casa, disfrutando todo el tiempo con mis hijos que me aman.

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Pájaro en la ceniza, de Matías Espinoza Despuntar el cielo latidos

descociéndose

Se reventó la pupila en una selva miserable

la luna en la boca lapidos

la estación sin ojeras desintegrándose para desfilar en la antigüedad de las piedras

C A I D A S Las nubes se queman abandonada recogida orilla ritmo ahogado la fiebre se sacude saturado busco desuso busco

tierra agua ojo paralelo

pájaro en la ceniza

Rodear el florecimiento cilíndrico las palabras amuñuñadas fueron espinas el depósito de pétalos soltándose la infección floral de la orina el ahogamiento del hombre por el hombre un grito abrumador en la condena una condena abrumadora en la garganta esparciéndose mis visitas apuntaladas punzantes encendiéndose los pulmones los tambores en las puertas de la muerte

El otoño en la cabeza la lluvia y toda su tinta negra día una herida que abre y se cierra

el tiempo humo caída en tu cabeza el sol y su esplendor noche

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Repito la historia de las flores muertas extensa agonía de los labios

Tus ojeras marchitas evocan que descienden de la silueta

los pétalos arrugados las estrellas son luego de la copa que dejamos pasar desconocidos

derramadas las sombras de las hojas atmosférica

Los pájaros emigran la ciudad se hunde funde vacía y las carnicerías de perros arrastrando malezas dedos lenguas

a los árboles en flor en temperaturas de los infiernos aúllan observadora en calles y plazas labios de los pájaros de la selva

El otoño vociferando el pájaro desangrándose cayendo desangrándose las gotas

tus ojos amarillos las gotas desfloradas tus ojos amarillos desfloradas el pájaro

cayendo

Árbol

quebrado chueco

deshilachándose hilos cortándose empujando

noche dentro la flor voraz

la instantánea muerte ajena y apartada en el insomnio pupilas pájaros pájaros pupilas tejidas bajo sombra marchitándose la ceniza de hueso nocturno ultratumba y el licor de la conciencia volaba con ojos contemplativos al cielo hundiéndose en la memoria

Tu cabeza humo florece de caída.

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Te esperé, de Carlos Durán Cuanto tiempo te esperé en la luz de mi velador en un rincón de mi cuaderno en la espiga de ese pan debajo de la taza en la sombra del lápiz en el hambre, en el frío te esperé y te esperé cuando pasaron los perro devorando la comida del gato y las hojas se secaron en mi cama cuando la confusión se hizo vida y mis zapatos protestaban cuando el odio se hizo amor y el amor metralla cuando despertó la niña en la erupción de su sangre y te sigo esperando en la mañana, en la tarde en el sueño de mis noches Te espero en la esperanza en el piar de esa ave en los huesos, en la tierra hasta en el espejo

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Te espero incluso en las arrugas del vendedor mentiroso y en el consuelo de la vieja prostituta También te esperé en el más grande de los aburrimientos por la rutina de sobrevivir. ◊

Fotografía de Josef Sudek

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De “Ningún lugar adonde ir”, de Jonas Mekas

Escucho esta palabra todos los días, a toda hora. La palabra es TRABAJO. Y veo un robot. Un robot de acero en movimiento. ¡Ah, el tiempo es dinero! ¿Cuánto cuesta tu corazón? Lo compro. ¡TRABAJO! Veo a millones de esclavos cavando canales, construyendo represas, instalando túneles, construyendo caminos, sudando en las fábricas, y todo el globo comienza a agitarse y a moverse como una enorme perforadora de petróleo. Ahí construyen los torpedos, los tanques, las bombas atómicas, las agujas para clavar debajo de las uñas, los escalpelos para arrancar las uñas, todo lo que se necesite. ¡TRABAJO, TRABAJO, TRABAJO! Los corazones no tiemblan, tampoco las manos. Me enfrío y busco un corazón tibio, ojos… Pero las máquinas combinaron todos los ojos y los corazones y las manos en una única gran masa fundida. LAS MASAS.

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¡Dejen de trabajar! ¡Paren! ¡Ay, los ríos secos, los campos pelados, las aguas envenenadas! Polvo de hierro, caen bombas sobre la ciudad que grita de terror. Dejen los martillos, las tuberías de gas, la dinamita cierren todas las fábricas del horror, salgan a caminar por los campos. Dejen que todo se detenga. Dejen que el pasto lo cubra todo. Dejen que lleguen las serpientes y los tigres, y que se multipliquen. Estamos celebrando la muerte del robot. ◊

Fotografía de Sebastião Salgado, de su libro “Trabajadores”

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En el nombre del Poder Popular Constituyente (Chile, Siglo XXI), libro de Gabriel Salazar I

Estupor Hace ya 38 años desde que las Fuerzas Armadas, capitaneadas por Augusto Pinochet, nos forzaron, a balazo, corvo y picana eléctrica, a someternos al modelo neoliberal más extremista de la tierra... Y hace ya 21 años desde que la Concertación de Partidos por la Democracia, volviendo la espalda a sus principios históricos, comenzó a administrar la herencia pinochetista con ortodoxa eficiencia neoliberal... ¿No será demasiado tiempo? Y llevamos más de dos décadas -después de retirado el terrorismo militaracosados por un camuflado terrorismo del Mercado... Endeudándonos para educar a nuestros hijos. Endeudándonos para asegurar nuestra salud. Endeudándonos para tener nuestra casa, nuestros muebles, nuestros utensilios de vida. Endeudándonos para pagar los créditos contratados, los intereses, los seguros y, encima de todo eso, la usura insaciable del retail... Pagando hasta cinco veces, después de licenciados, por el crédito universitario con aval del Estado... Pagando todo, hasta lo más esencial y valioso en nuestra vida: la formación y salud de los niños, la cultura, el futuro familiar, el esparcimiento... Y además, rivalizando por marcas y puntajes, uno contra otro, desde la enseñanza básica, despedazándonos mutuamente ¿para lograr qué?: una migaja más, 'otra' partícula de consumo... Y para que, a fin de cuentas, los intereses acumulados tripliquen nuestro ingreso anual, para terminar no pudiendo, pese a todo, ni educar bien a nuestros hijos, ni asegurar bien nuestra salud, ni tener buena casa, ni buen empleo, ni mantener la unidad familiar... Hasta que reventamos: el 45 % de los chilenos padecen de depresión seria; el 58 % de los niños que nacen en Chile son "huachos"; el 25 % de las madres son madres solteras; la tasa de nupcialidad ha caído un 6o % en 12 años, las separaciones se duplican... Los femicidios también. ¿No será demasiado? Cuando, encima de nosotros, 'nuestros' políticos han permitido que el capital extranjero se apropie de 2/3 de nuestro cobre; de todo el oro enterrado bajo los glaciares de Pascua Lama; de la administración total del fondo previsional de los trabajadores (AFPs e ISAPRES), que totaliza la suma de $US 200.000.000.000, 3 veces el PIB chileno, y también de la mayor parte de las fuentes de energía; del agua de los ríos de Aysén; de las semillas, de los mayores bancos, etc. Cuando los malls y las multitiendas nos inundan con

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productos traídos de China, de Japón, Estados Unidos, Europa, Taiwán, etc., mientras nuestras industrias tradicionales desaparecen una tras otra... Pues ¿dónde está la Compañía Refinería de Azúcar de Viña, o la Textil Yarur, o la Bellavista-Tomé? ¿Dónde están las fundiciones que fabricaban locomotoras a comienzos del siglo XX, o las armadurías de tractores y automóviles de los años '6o?... El alud del mercado mundial, el sobrepeso jurásico del consumismo globalizado, la hegemonía corrosiva del capital mercantil-financiero, a más del obsecuente neoliberalismo fundamentalista practicado por nuestros dirigentes, han desintegrado el débil sector industrial que logramos, con no poco esfuerzo y lucha, levantar en el siglo XX... Hemos retrocedido, productivamente, casi, al período post colonial... ¿Nos hemos dejado colonizar de nuevo? Cuando el Plan Laboral -que es una aseguradora de plusvalías de producción y circulación- ha reducido a la protagónica clase trabajadora del pasado a una masa de subcontratados "precaristas" y de profesionales "a honorario", sin seguridad de futuro, sin identidad laboral con proyección propia por la cual luchar y progresar (sumida además en el humillante tráfago del transporte público, precarizada por las "necesidades de la empresa", las "reingenierias" de pacotilla, la "externalización de servicios", amén de descuidada por la legislación e ignorada por las clases políticas), el estatus social del asalariado de hoy -que es lo que sentimos dentro de nosotros mismos- se asemeja más al peón-gañán del siglo XIX ("roto alzado, sin Dios ni Ley") que al trabajador "organizado" del período 1938-1973… Nos han degradado... Y de nada sirve que nos inunden con 20 millones de tarjetas de crédito para comprar bluejeans de marca, celulares, televisores, aparatos electrónicos..., porque aun con todo eso, no estamos contentos, ni por dentro ni por fuera... Tal como ha informado el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desde 1998: los chilenos viven un profundo malestar interior"... ¿No será el tiempo de la rabia? Y por supuesto, para no dar salida a la rabia, nos ofrecen más y más "líneas de crédito", a efecto de ahogar la frustración con más consumismo y endeudamiento. E insisten en que "todo está bien", que estamos creciendo al 6.o % anual con una tasa de inflación del 4 % y un desempleo apenas de 8.3 %, razón por la que estamos blindados contra la crisis financiera mundial... Somos líderes en América Latina y miembro con honores del selecto club neoliberal de la OCDE... Que, por todo esto, podemos y debemos olvidar el pasado y, sobre todo, reconciliarnos y unirnos para asegurar el futuro... Debemos, por eso, juntar las estatuas de Carrera y O'Higgins, para simbolizar nuestra patriótica fraternidad... ¡Y olvidar la Caravana de la Muerte, los fusilamientos de Pisagua, la incineración de campesinos en los hornos de Lonquén, la masacre de campesinos en Paine, los miles de torturados de Villa Grimaldi, las vejaciones perpetradas en Londres 38, los horrores del centro 18


de torturas de la calle Simón Bolívar, la violación de mujeres por perros policiales, el asesinato de los hermanos Vergara...! ¡Olvidar el rostro descompuesto del asesino principal, el de los aprendices de dictador rindiéndole honores en Chacarillas, el de los que retozan en el resort de Punta Peuco, el de los oficiales que usaron el corvo para sacar los ojos de los prisioneros!... ¿Pretenden que endeudándonos y consumiendo olvidemos todo eso? ¿Todo eso? ¿Somos capaces de olvidar ESO? Y no son los militares, sin embargo, los que, principalmente, nos piden olvidar y soportar a la vez, con entereza y alegría, el endeudamiento perpetuo, el trabajo precario, la separación de parejas, la crisis afectiva de nuestros niños, que el tráfico delictivo sea más remunerativo que el trabajo asalariado, que la distribución del ingreso nacional sea la tercera peor del mundo, que la violación de los derechos humanos piadosamente se encubra con un patriótico manto de esperanzas futuras, etc. No, no han sido sobre todo los militares, han sido ellos: los políticos civiles que antaño fueron nuestros aliados y dirigentes; los que en el pasado fueron 'socialistas revolucionarios' (unos), 'socialistas comunitarios' (otros) y 'demócratas radicales' (aquéllos). No nos equivoquemos ni nos confundamos: Son exactamente ésos, los mismos de anteayer. Que ya no son lo que fueron (o aparentaron). Que han hecho de la política el negocio de su acomodación en un Estado que no construyeron ellos -tampoco la ciudadanía-y que venían manchado de sangre, tortura e ilegitimidad; ese sucio negocio de disolver las riquezas nacionales y el orgullo nacional en la droga alucinógena de la globalización neoliberal, como también la clase popular entera en el remolino sin fin del endeudamiento consumista. Son ellos -aliados en esto a los discípulos de Pinochet- los que han convertido la política en un carrusel mercantilizado, en una farándula de chácharas sin contenido (que, pese a todo, dispara díscolos a diestra y a siniestra) ni raigambre representativa en la ciudadanía real... ¡Si hasta nos hicieron elegir como Primer Mandatario al más astuto especulador del mercado y de la Bolsa! ¿Es lo que nos merecemos? ¿No nos habremos alienado más de la cuenta? En los años '6o, por mucho menos (había educación gratuita, salud gratuita, empleos permanentes, sindicatos poderosos, legislación protectora, partidos populistas, gobiernos benefactores, etc.) intentamos promover la revolución socialista... ¿Por qué ahora, cuando hemos cumplido casi 40 años soportando una situación muchísimo más alienante que en los '6o, no hemos hecho nada? ¿No habremos esperado demasiado?

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Poeta, de Ennio Moltedo Te has quedado sin nombre. Era bello el primero, ese que apenas te atrevías a escribir, grande, bajo la lámpara. Soñaste tanto para alcanzarlo, que alguien, en voz baja y después de medir tus corolas, te lo susurró con cuidado. Hermoso bautizo tardío. El retronar mecánico ahogó el batir y cerró el abanico. Insistes en silencio. Las líneas penetran profundas y superan todo color de los calados. Trepas a la cumbre para ver volar tus hojas sonoras, pero, recién aparecen sembrando la llanura, palas mecánicas las sepultan. ¿Qué sucede? ¿Fue muy baja, o ya nadie entiende a la voz del susurro? Pero insistes. Cada noche te inclinas bajo la misma lámpara.

Cuanto puedas, de Constantino Kavafis Y si no puedes hacer tu vida como la quieres, en esto esfuérzate al menos cuanto puedas: no la envilezcas en el contacto excesivo con la gente, en demasiados trajines y conversaciones.

No la envilezcas llevándola, trayéndola a menudo y exponiéndola a la torpeza cotidiana de las compañías y las relaciones, hasta que llegue a ser pesada como una extraña.

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