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Historia Un paseo por la ciudad hermana de Chiclana de Segura
Desde 1976 esta localidad jiennense, conocida como la “Caeciliana” romana se encuentra hermanada con Chiclana
José Luis Aragón Panés
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Amaneció en Úbeda un día de primavera con viento fresco procedente de la cercana sierra. La idea era salir de la ciudad para visitar a nuestra otra hermana jiennense: Chiclana de Segura. Treinta y cuatro kilómetros separan a ambas. Así que tomamos la autovía para salir a la carretera provincial JA 9105 y dirigirnos a la recóndita Chiclana de Segura –la “Caeciliana” romana– situada en la parte nororiental de la comarca del Condado.
Antes de las doce del mediodía divisamos a lo lejos sobre una alta peña, como el nido de un alcor, su conjunto monumental de casas blancas. Se asemeja a una isla entre un mar de olivos que parece auparlo con sus olas hacia el cielo dándole un aspecto singular y convirtiéndolo en unos de los pueblos más bonitos del Parque Natural de la Sierra de Cazorla. Es como una majestuosa figura de piedra y cal, como un gran castillo sin almenas. Un nuevo desvío nos lleva a la carretera de la Venta de los Santos: estrecha, de montaña, con numerosas curvas. Acertó
“Google map”, pues tras una hora llegamos ante una vieja fuente remozada y decorada con azulejos de la comarca. Enfrente de ella, un sugerente cartel da la bienvenida al visi- tante. Fotos en la fuente y miraba pausada al paisaje verde y cautivador de encinas, jarales e inmóviles olivos, quietos en el tiempo, mecidos por el viento, que parecen que nos contemplan en vez de nosotros a ellos.
Volvemos a nuestros coches y bordeamos la población hasta la calle del Mirador, en el llamado paseo del Trascastillo. Aparcamos frente al túnel excavado en la piedra en 1950 donde una placa conmemorativa recuerda a los diez obreros que trabajaron en él. Al lado izquierdo, adosado a la piedra arenisca, un ascensor panorámico eleva al viajero a la parte más alta de la población. La prudencia nos dice que es mejor subir a pie,