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Historia

y para ello cruzamos el túnel y accedemos a la Plaza Mayor –centro neurálgico de la villa–donde se yergue una fuente de cuatro cristalinos chorros que da agua y sentido de identidad a la villa, como reminiscencia del antiguo pueblo manchego fue. No en vano, Chiclana de Segura, limita con el pueblo ciudadrealeño de Villamanrique. Frente a ella la iglesia parroquial de San Pedro –patrono– erigida entre fines del siglo XVI y el primer tercio del XVII.

En la plaza, que tiene el encanto de estar como suspendida en el tiempo, dialogamos con varios vecinos que nos preguntan de donde venimos. Al saber que somos de Chiclana de la Frontera los rostros se encienden de alegría y nos senti-

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Datos

Una localidad de origen romano

La villa de Chiclana de Segura fue señorío de la orden de Santiago, aunque hay que remontarse hasta los iberos para saber de sus primeros pobladores. En su término, de 233 kilómetros cuadros, discurren tres ríos: el Guadalmena con su preciso y precioso embalse, el Guadalimar y Dañador.

mos, no entre amigos, sino entre hermanos. Nos refieren algo de su historia, anécdotas y dichos: “El que va a Chiclana pierde más que gana”. Se refiere a la pérdida de tacones de las mocitas de los pueblos de los alrededores cuando venían a la feria de Chiclana en septiembre.

Nosotros referimos los nuestros. Y decimos, “Chiclana te hace volver”; el más genuino de nuestros eslóganes posmodernos frente a aquel tan celebé- rrimo como el que contaba Fernán Caballero: “De Medina son los zorros, / de Vejer la pompa vana, / de Conil los desechados, / los borrachos de Chiclana”. Paseamos por las calles del centro e intentamos visitar el centro de interpretación el gran poeta Jorge Manrique, pero es- taba cerrado.

El vate estuvo en la villa como comendador del castillo –del siglo XII– y su hijo Luis, también. Seguimos subiendo por estrechas, empinadas y sinuosas callejuelas hasta alcanzar donde se encontraba la fortaleza. Desde allí se vislumbran cuatro pro- vincias: Jaén, Granada, Ciudad Real y Albacete. . Bien entrada la tarde nos despedíamos de la villa y sus gentes; de sus cerros y olivos; de las milenarias piedras de la Atalaya.

Bien mereció el paseo por la ciudad –hermana desde 1976–de Chiclana de Segura.

Dos de ellos con topónimos árabes lo que nos indica la presencia musulmana hasta 1226. Del mismo modo, la conquista castellana dejará en su escudo nobiliario una corona de infante, la cruz de Calatrava, una lanza y una ballesta de sable.

Conquistada por la Corona de Castilla en 1226, fue territorio perteneciente a la Orden de Santiago, quien la repobló. En 1833 tras la reforma territorial de Javier de Burgos, pasó a pertenecer a la nueva provincia de Jaén, procedente de la antigua provincia de La Mancha.

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