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MUY DIFERENTE A LA PRIVADA.

En un día convulso de la pasada semana, mientras el volcán de fuego vomitaba lava ardiente, el sindicato de los maestros públicos liderado por Joviel Acevedo hacía gala de su poder mediático y de manifestación para llegar hasta el Congreso de la República y congelar una iniciativa de ley que pretende dignificar a los servidores públicos con largos años en el ejercicio. Entrevistado este escribiente en el escuchado programa ConCriterio algo dije de los pactos colectivos del Estado, pero oyendo el podcast me permito ampliarlo por aquí.

Platicando con un recordado Maestro de la Administración Pública, que por cierto se entregó de por vida al servicio, y hoy se la pasa con modesta pensión, tanto del Estado, como de la Universidad de San Carlos, le pregunté ¿es normal eso de los pactos colectivos, Maestro?

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Correspondió al gobierno del General Carlos Arana comenzar a aplicar la Ley del Servicio Civil, que ahora exhibe un tacuche ya vetusto, y ajeno al pasar de los tiempos y los abusos que se han dado, lamentablemente en el período de ahora llamado “Democrático”. Resulta ser que la legislación del servicio civil, dirigida a buena parte de los entes del gobier- no, pretendía resolver todos los entuertos de la función pública, incluyendo por supuesto, el mérito al puesto, los incrementos y demás. Y a diferencia de la misma el Código de Trabajo sería aplicado a los trabajadores del sector privado. Son entonces dos cuerpos reguladores diferentes, pero que caen, en su aplicación en los tribunales de trabajo, y hoy en día se han estremezclado por intereses egoístas, causando desorden y corrupción pública.

Entrada la democracia la cuestión comenzó a desordenarse completamente. El acuerdo de las magistraturas y de las alta tomas de decisión fue como sigue: pujen los de abajo por cada vez más prebendas, movidas todas ellas por hábiles abogados laboralistas, mientras que nosotros nos movemos en decisiones descentralizadas buscando cada vez más altos sueldos, viáticos y demás, acudiendo a las facultades que permite el Código de Trabajo y las autonomías. Y todo se trastocó, pues el espíritu de la legislación del servicio civil era, y lo sigue siendo en cualquier reforma futura, diferenciarse de las negociaciones que pueden establecerse en el sector privado, amparado precisamente por el Código de Trabajo.

La esfera estatal es entonces muy diferente a la privada. Son dos áreas de acción con objetivos y naturaleza diferente. El ánimo del servicio público no es el lucro, sino la satisfacción de servir a los demás, con el objetivo personal de ir formándose y capacitándose en áreas novedosas del desarrollo social: la vulcanología, la geología, la salud pública, la ciencia y la tecnología, del seguro social y demás. Se trata de una maratón y no una carrera de 100 metros. Y al final de la vida activa, la satisfacción de contar con una jubilación digna, que permita calidad de vida.

Miguel Ngel Sandoval

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