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JUAN ALBERTO FUENTES KNIGHT La vulgaridad al poder
democracia a largo plazo, gradualmente, pero con visión. No faltaron políticos bien intencionados. Pero la mediocridad, oportunismo o incapacidad de los líderes políticos que nos gobernaron durante las últimas tres décadas y media, sumados a líderes empresariales que consideraban al Estado como problema y no solución, impidieron el florecimiento de una democracia efectiva, capaz de dar lugar a un país decente.
“A huevos y sin pajas”. Esta consigna de uno de los candidatos a la presidencia es un buen ejemplo de la vulgaridad como instrumento de comunicación política. Expertos en “marketing” político argumentan que la vulgaridad puede acercar el candidato a su público y darle más notoriedad. Y desde los griegos antiguos había pensadores que temían a la democracia porque les permitía a demagogos sobresalir, engañar a la plebe y tomar el poder. En la actualidad la vulgaridad resulta especialmente atractiva en países en que la política tradicional ha sido elitista, tradicional y aburrida.
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Pero en Guatemala la vulgaridad ejemplifica el deterioro de la política que comenzó hace décadas. Los que podrían haber iniciado el proceso de recambio al establecerse el régimen democrático en 1986 ya no estaban presentes entonces. Durante la década y media anterior de gobiernos militares, de 1970 a 1985, buena parte de los líderes de oposición de al menos dos generaciones fueron asesinados.
Faltaron estadistas entre los políticos que tomaron las riendas del país después de 1986. No tuvimos un Patricio Aylwin como en Chile o un Adolfo Suárez como en España, que asegurara la consolidación y florecimiento de la
Los que nos gobernaron tampoco fueron fuente de inspiración de jóvenes dirigentes que profundizaran nuestra democracia. Al contrario, al no tener la altura requerida, propiciaron el gradual surgimiento de otro ejemplo: el de la política principalmente como negocio. Surgió inicialmente entre caciques que se convirtieron en candidatos a alcaldes y diputados distritales. Tenían sus espacios locales de control, y luego ampliaron sus alianzas con líderes políticos nacionales que los imitaron. La política como negocio adquirió una dimensión nacional. Hubo una gran mutación: el político-emprendedor que invertía en las elecciones para luego enriquecerse pasó de operar desde lo local hasta ascender a lo nacional.
Hay que buscar el origen del marketing político inspirado en la vulgaridad en esa gran mutación. Los partidos y propuestas no importan. Lo que importa es el gran cacique local, emprendedor multifacético, con familia ampliada y extensas relaciones, a menudo turbias e ilícitas, y que gradualmente logra un alcance nacional. Amplía sus negocios y combina el ejercicio del poder local con líderes nacionales que se vuelven sus aliados o sus rehenes. Se mimetizan: se apoyan mutuamente y terminan pareciéndose. Esa es la base actual de nuestra democracia. La vulgaridad es solo un síntoma de su deterioro.
Caminando por los alrededores del centenario Washington Square Park en puro Manhattan, entramos a uno de los citadinos y emblemáticos restaurants circundantes, precisamente el día y hora cuando las cadenas televisivas transmitían en directo la llegada y estadía de Mr. Trump al edificio de las cortes criminales del bajo Manhattan.
Uno de los meseros cercanos, un individuo muy atento a la tele, con rasgos asiáticos, nos comentaba –era imposible ser indiferente ante lo que acontecía– “esto es un verdadero show, pero así es la política”. Este escribiente, caminando por la populosa ciudad, no dejaba de pensar en esa frase que bien expresa el hartazgo del ciudadano de a pie hacia la clase política. Y ello sin entrar en mucha reflexión de las 34 felonías que los fiscales explicaban, y que al examinarlas uno sí que piensa que la política, por aquí, en el Norte y en Timbuktú, está configurada para una serie de farsas y fraudes y así engrosar los bolsillos de falsos líderes, y satisfacer los más conspicuos o vulgares lujos, como disfrazar gastos bajo sociedades anónimas o fundaciones políticas de unos buenos momentos con una estrella porno, al más claro y degradante estilo Playboy que uno pueda imaginar. De acuerdo con el Estado de Derecho en el Norte las felonías constituyen comportamientos graves que ameritan penas severas, mientras que su Derecho Penal es consentidor de abundantes acciones criminales menores. Así, una serie de acciones fraudulentas y de malgasto del financiamiento de campaña, efectuado por un verdadero pícaro de la política como lo es Donald Trump, con la ayuda de sus abogados, contadores y amiguetes, viene escalando hoy bajo verdaderos juegos de poder entre Estado de Derecho y el poder político del voto y de la animosidad de la gente, estando bien presente la probabilidad que un ex presidente de los Estados Unidos pase no sólo un tiempo en la cárcel, sino se le impida buscar la reelección, tema este que tiene furiosos a millones de conservadores por allá.
¿En qué consisten las presuntas felonías de Mr Trump? Sin mayores tecnicismos legales, se trata de agenciarse hacia su bolsillo esquemas de financiamiento político, que de paso fueron aprovechados para evadir el impuesto sobre la renta de sus propios negocios. Uno de los más sonados ha sido el de utilizar a su abogado, un tal Michael Cohen, y sobrefacturarle para que el dilecto jurista pagare a una examante de Trump, con tal de no hacer ruido en su flamante período presidencial, acudiendo así a una acción de hush-money, como se le conoce en inglés, al acudir a pagos a alguien para mantenerlo en silencio y no pasar vergüenzas. La trampa legal hacia Trump, de parte de los fiscales radica en la evasión fiscal. Y lo que uno tiende a pensar es en la fachada de supermán que se crean los políticos, para enriquecerse de múltiples formas cuando su poder está en auge y al acecho del enriquecimiento personal.
Miguel Ngel Sandoval
¿Elecciones ilegítimas? Nos preocupamos o no
Hay una lista de candidatos que no fueron inscritos porque el TSE dijo que, o no tenían la idoneidad, o tenían procesos de diversa naturaleza pendientes. Eso si nos atenemos a las versiones que han circulado. Un caso es Aldo Dávila, que, como diputado, alcanzó el récord de audiencia con sus criticas al trabajo dentro del hemiciclo y a los errores y falencias del gobierno. De acuerdo con los datos, una emisión desde el hemiciclo alcanzo la suma de 250 mil personas conectadas, y una semana después, la cifra fue de unos 8 millones de vistas.
Este candidato fue borrado de las listas del TSE por denuncias que habían presentado ministros y otros funcionarios, molestos por haber sido auditados, interpelados, criticados por Aldo Dávila. Eso no se mantiene en pie, ni es parte de las atribuciones de un TSE cuya función debería ser solo la de organizar las elecciones y contar los votos. Aunque eso es parte de una reforma pendiente.
Otro caso es el de Juan Francisco Solórzano Foppa. En este, se acude a denuncias o trámites en algún juzgado, pero que no son un impedimento real para participar de un proceso electoral democrático. Foppa, como se conoce, ocupa hoy el segundo lugar de preferencia electoral para la municipalidad capitalina, aparte de haber sido desde la SAT, quien obligó a los empresarios a pagar impuestos millonarios por la primera vez en la historia de este país. Aceros de Guatemala pago unos Q800 millones, Energuate unos Q150 millones, Camino real unos cien, y así, otros cuantos. El ciudadano de a pie lee en la exclusión de Foppa una clara venganza de origen empresarial. Pena.
Hay el caso del MLP, cuyo binomio fue vetado por la falta de finiquito, que tenía su vicepresidenciable Jordán Rodas, exprocurador de derechos humanos, con lo cual Telma Cabrera, su presidenciable, cuarto lugar en las pasadas elecciones, queda fuera de este proceso. Aquí se observa revanchismo por el rol jugado por el ombudsman en contra del pacto de corruptos y por su apoyo al trabajo de la Cicig. Pero, sobre todo, por la propuesta antisistema del MLP.
Otro candidato excluido es Roberto Arzú, de Podemos. En este caso, un cachorro de la oligarquía es vetado por planteamientos que rozaban lo antisistémico, pero, sobre todo, por denuncias de corrupción alrededor de un presunto negocio millonario en el INDE. Con razones en donde la opacidad es reina, se le deja fuera y ello es un déficit para la democracia.
Italo Antoniotti
obstante, el llamado “tirano virtuoso” se rodeó de mercenarios y heredó el poder a su hijo Hiparco, quien más adelante sería asesinado en circunstancias poco claras.
La dinastía de Pisístrato procedente de la Filaide –de allí que su linaje y la gente de su círculo fueron llamados filaidai– fue expulsada del poder mientras regía Hipia, los responsables fueron los alcmeonidas, quienes tuvieron su máximo exponente en Perícles durante el siglo V antes de Cristo.
Pisístrato fue uno de los tiranos más celebres que se conocieron en la historia de las ciudades-estado griegas; podríamos denominarlo uno de los primeros demagogos en occidente, pues inició un plan de obras públicas importantes y favoreció a los estamentos más bajos de Atenas.
Empezó una dura guerra contra Megara y logró arrebatarle la isla de Salamina –lugar donde un siglo después Temístocles derrotó a los persas–.
En sus obras edilicias impulsó las artes e ilustrando el adagio romano panem et circenses, impulsó el fasto de las celebraciones en honor a la divinidad patrona de la ciudad –Panateneas– y construyó un nuevo Telesterio –sala para la iniciación de los misterios– en Eleusis, ubicada a unos 20 kilómetros de la ciudad, un lugar cuya devoción a Démeter gozaba de gran popularidad entre los atenienses.
Pisístrato en teoría respetaba la institución del areópago y formalmente los contrapesos del arcaico sistema ateniense establecido por Solón subsistieron; no
Pisistrátida llamaban a todo aquel en Atenas que detentaba un poder que transgredía las reglas establecidas, había formalidad de hecho en los sistemas, pero no de derecho, como también sucedió con el principado romano.
Ahora, vemos que vuelve a ponerse de moda el populismo y la tentación de atropellar los pesos y contrapesos manteniendo las formas, es decir, preservando un cascarón disfrazado de institucionalidad que nada significa ante la cooptación del Estado.
Sucede en Nicaragua y Guatemala, donde los retrocesos son más que notorios; sin embargo, también en el primer mundo observamos el atropello de un dictador con potencia nuclear contra un país soberano violando todo el derecho internacional.
Aquellos que buscan apaciguar al autócrata con iniciativas de paz, tratan de equiparar moralmente al agresor con el agredido; algo inaceptable y que puede sentar un perjuicioso precedente que solo pone en peligro al planeta. Muestra de lo anterior es el aumento de la tensión entre China y Taiwán.