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El Che en Guatemala
Méndez Vides
El escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II (aunque nació en España en 1949) es autor reconocido tanto en ficción como en no ficción, donde logró pleno éxito con su biografía sobre el Ché Guevara, a la que sumó más adelante su inmensa biografía de Pancho
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Villa. Ahora, es figura política destacada, porque es el director del Fondo Económico de Cultura, la gran editorial mexicana que ha sido motor de la cultura y fuente para la educación superior en toda Latinoamérica. Su levantón a la popularidad como escritor la logró con su obra sobre el mítico Ernesto Che Guevara (1928-1967), médico argentino, político, guerrillero, bandera de la generación de la utopía, que lo idolatró. Su figura fue comercializada en una intensa contradicción, aplicado a variados artículos de consumo: relojes suizos, música rock, esquíes invernales, vestuarios, marcas de café o licores, o ese raro ejemplo de la cerveza helada que anunciaban los ingleses asociada con el Che como “prohibida en USA, debe ser buena”. En Vallegrande, lugar de su asesinato, se comercializó la ruta del Che, y curiosamente los aldeanos se mostraron indignados con las autoridades por querer entregar a Cuba los restos de su “santo patrono”, a quien algunos veneran y de quien otros han obtenido el provecho turístico, debido a lo cual los restos del guerrillero ajusticiado tuvieron que ser sacados de noche, en secreto, para evitar incidentes. En Cuba se enterraron sus restos en la ciudad que liberó como Comandante de la Revolución, Santa Clara, y se develó un inmenso monumento para mantener viva la memoria del revolucionario, a quien muchos estudiantes recordaban a diario en la isla cuando repetían en las escuelas la famosa expresión: “Pioneros por el comunismo: seremos como el Che”.
Han aparecido múltiples biografías sobre el personaje, y se reeditan sus diarios y escritos, hasta los que estuvieron vedados por las autoridades por considerarse que empañaban la imagen del ídolo revolucionario, como el diario de juventud de su viaje en motocicleta por Sudamérica. Destacan particularmente dos biografías, la de Jorge G. Castañeda: La vida en rojo. Una biografía del Che Guevara., y la de Paco Ignacio Taibo II: Ernesto Guevara, también conocido como el Che, que fue la más exitosa, y se ha distrinuido a lo largo de los años en muchos países e idiomas.
Paco Ignacio Taibo II es escritor de novelas policiacas o de misterio, por lo que haciendo gala de su habilidad técnica para manejar el suspenso, convirtió el estudio biográfico del Che en una maravillosa novela de aventuras, donde se resume la vida entera del famoso personaje, partiendo de sus años de infancia, cuando vivía sujeto a señeros cuidados debido a su padecimiento de asma, y como fue poco a poco creciendo hasta encontrarse a sí mismo como guerrillero idealista que triunfa una vez en su vida en Cuba, pero que fracasa impotente en la lucha por transformar la realidad económica de su nueva patria. El libro narra el ideario del admirado revolucionario, que no claudica en sus convicciones abandonando la actividad política para retorna a la vida de guerrillero liberando Latinoamérica hasta que es capturado y ejecutado en Bolivia.
Lector voraz, soñador y aventurero, el Che comienza desde muy joven su recorrido por América. Luego de un primer periplo por el cono sur, se gradúa de médico y se despide de sus padres en la Estación Retiro de Buenos Aires, cuando parte hacia Venezuela para ir a trabajar supuestamente en un leprosario. Pero la vida le tiene deparado otro destino, y viene a dar a Guatemala. Son los años de Jacobo Árbenz, y el joven romántico se siente atraído por la pequeña nación centroamericana, donde se están viviendo grandes desafíos. En su biografía leemos como el Che sufre en nuestro país ante las imposibilidades burocráticas, no logra obtener empleo de médico a pesar de la falta que hacían profesionales en su ramo por la exigencia de la previa incorporación a la Universidad de San Carlos. Y se ve obligado a estar saliendo del país regularmente, por el vencimiento de su visado. Todo lo soporta con tal de estar presente en un país que él cree fervientemente se convertirá en un modelo de transformación. Pero cuando Árbenz renuncia sin pelear, emigra hacia México, llevándose consigo la amarga decepción, frustrado, convencido de que si el presidente guatemalteco hubiera hecho un llamado a defender las conquistas sociales, él se hubiera alistado como voluntario. Se lleva en la memoria los gratos momentos visitando la Antigua y Amatitlán, pero con el mal sabor en la boca. En México mantendrá la relación con guatemaltecos exiliados, Fortuny, Alfonso Bauer Paiz, o el Patojo Cáceres, constituyéndose más tarde este último en uno de sus hombres de confianza, hasta que decide venir a morir y pelear en Guatemala. La biografía cuenta como un hecho memorable cuando Árbenz lo visitó en la Cuba revolucionaria, y él le manifestó la admiración que le tuvo y la decepción de su renuncia al mando.
El capítulo sobre su estadía en Guatemala es imperdible.