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SUSCEPTIBLES POR ACELERACIÓN

Qué tan fiel y compleja puede ser la mente del espécimen humano. Fuerza del pensamiento abstracto que juega con las leyes del todo a imagen y semejanza de un universo apenas conocido. Somos energía en espiral, susceptibles por aceleración. La diversidad de un sin fin de matices que se debaten desde el Génesis de la vida entre la dualidad de lo bueno y de lo malo. “De ninguna manera morirán. Es que Dios sabe muy bien, que el día en que comieran del árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal” 1 se escribió hace mucho tiempo.

¿En qué momento surge la premisa más importante de la existencia misma? La eterna batalla entre el bien y el mal, el cielo y el infierno, la confrontación de la vida y la muerte. Viajar a través del tiempo y el espacio permitió construir caminos, absolutos, acciones, hipótesis, movimientos; elementos que convergen en una sagrada e infinita espiral de energía.

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La conformación de esa convergencia origina saberes que han proporcionado el cuestionamiento inicial que el ser humano tiene sobre el porqué y el cómo de las cosas. Entre esos, la pintura, como determinante de la visión multidimensional de la existencia; el lenguaje y la oralidad, como sentires del espíritu; la escritura, como expresión manual de conceptos narrativos; la agricultura, como esa relación bellamente íntima con la tierra y el alimento; la música, como mensajera y guardiana de los sonidos de la historia; las ciencias naturales, como la representación biológica de comprensión de la vida; las ciencias exactas, como la perspectiva lógica del entendimiento de los saberes universales; las ciencias sociales, como la exploración constante de la conducta humana y cultural; lo psíquico, como el sentido investigativo de la mente, y lo sobrenatural y paranormal, como la búsqueda mística de respuestas frente a lo que nos es oculto y desconocido.

Evolución

El mundo que conocemos como planeta tierra, contempla extensas eras de creación y evolución. Cientos de miles de años en donde las cadenas de ADN perfeccionaron la vida y moldearon al primer ser homo sapiens, vencedor en la prehistoria por encima de los residuos de otras especies originarias extintas en el pasado. Desde los antiguos primates, con considerable inseguridad ante las grandes bestias y con nula capacidad de ver por encima de los altos pastizales, hasta el hombre erguido, conocedor de la piedra y del fuego, y que comenzaba a alzar la vista hacia el cielo para leer las estrellas, se ha construido toda una compleja red de creencias religiosas, espirituales y científicas, una excelsa trinidad que con el paso del tiempo ha hecho de la vida y la muerte su mejor acogida. Conceptos absolutos de dichas creencias como la evolución del homínido y/o la creación del humano moderno, encontraron un lugar propicio para comprender y relacionarse con lo que nos rodea. Pero esa comprensión, ha generado miedo; y esa relación, muerte.

Qué inquietante cuestionamiento genera la iniciación y posterior colonización continental del ser humano en el mundo. Se dice que nuestros parientes más lejanos provienen de la solemne África, con la Eva Mitocondrial 2 y el Adán Cromosómico 3 , desde donde se desprende una progenie múltiple a partir de la desaparición del Homo Erectus y

2 Antepasado femenino común que comparte la población actual humana. 3 Antepasado masculino común que comparte la población actual humana. del Homo Neanderthalensis, para darle paso al dominio final del Homo Sapiens. “Reproducid y multiplicaos, llenen la tierra y sométanla” 4 se convirtió en religiosa obligación en un planeta que recién creía concebir la idea de lo bueno y de lo malo. De este a oeste, la deriva continental post Pangea permitió que la gran Abya Yala, mal conocida como América, estuviera perdida ante los ojos del genocidio de la cruz y la corona sólo hasta hace poco más de 500 años. Las extensas estepas de la África negra, los ardientes desiertos del Oriente Medio castaño, los perpetuos fríos de la Europa nívea, las furiosas montañas de la India marrón, el sol naciente de oriente de la Asia amarilla, las majestuosas selvas de la América colorada, las coralinas islas de la Oceanía maorí; cada cultura con amplia inteligencia, pero con distintas velocidades de evolución física y mental en relación a los elementos y seres del entorno, a los animales presentes, y a la visión y lectura de la tierra y del cielo. La Prehistoria, la Antigüedad, la Edad Media, el Renacimiento, la edad Moderna y la Contemporánea, cada una con un tipo de aceleración diversa y múltiple.

Todo lo que tiene un principio se plantea desde la perfección y bienhechor al ojo de la universalidad, pero al llegar el fin, instintivamente, se recurre a la opción negativa o al concepto de lo malo o maldad. ¿Qué ocurre cuando lo bueno se convierte en malo? Es un cuestionamiento infinito, reflejado en un pensamiento abstracto que se convierte en real desde la concepción del miedo.

Miedo

El miedo se transformó en un absurdo y déspota odio de colores. El racismo es la plena convicción del temor que siente el ser humano a lo que es distinto. La validez de esta desconfianza nos ha convertido en parásitos del tiempo. Y es que le hemos proporcionado ilimitado valor porque enaltecemos nuestro temor a lo que nos es desconocido. Permitimos, impunemente, la victoria de la muerte sobre la vida. El miedo genera odio, y el odio produce muerte. ¿A qué le tememos? ¿Qué tipo de pensamiento merodea nuestra mente para destruir la diferencia? Indudablemente, ha de ser algo de suprema grandeza e importancia, algún tipo de ENERGÍA que desborda el entendimiento humano, algo inconmensurable frente a las teorías del Ser y Estar del mundo que es capaz de producir vida y quitarla al mismo tiempo. Energía que es el Todo y la Nada misma; el Ser o No Ser. Energía en espiral.

El accionar entre el bien y el mal sugiere un estrecho relacionamiento de visiones filosóficas que se conocen desde el pasado. El Yin Yang 5 , es la comprensión que describe la dualidad de dos fuerzas opuestas y al mismo tiempo complementarias que son la razón de ser de toda la existencia, “nada existe en estado puro, ni tampoco en absoluta quietud, sino en una constante transformación”, es una espiral cosmogónica de energía.

La política, la religión y el dinero son representaciones energéticas del miedo. Se considera a la especie humana un ser político con el fin único de vivir en comunidad, ser y estar seguro frente a la cercanía de alguien, siempre y cuando la 5 Concepto del Taoísmo, desde la comprensión filosófica y religiosa constituye la fuente, el patrón y la sustancia de todo lo existente. libertad de votación y de desenfundar un arma en tiempos dictatoriales de victoria de las mayorías, permita a una bicéfala democracia bufonesca, elegir en sus urnas la legitimización del crimen y la impunidad. La adoración y el sacrificio como pedestales de las religiones buscan la comprensión básica de la vida y la muerte, en especial, las de carácter monoteísta, que han construido su historia milenaria en la relación de “miedo y amor” al dios patriarcal y unidimensional de la Torá, la Biblia y el Corán, con el poder del temor que salva al creyente y condena al no creyente, en donde la fe, si no mueve montañas del todo, por lo menos domina y sodomiza el pensamiento y el cuerpo. La opulencia del dinero, obra del papel ba$ura que engorda la tiranía de las clases élites que pregonan su divinidad desde la adoración de las bolsas de valores y los bancos a quienes << cruelmente >> el vulgo rompe sus finas vidrieras de cristal. Con la politización del poder se edifica el establecimiento de fronteras produciendo una separación de comunidades; el tejido y el ondear guerrero de banderas han planteado una forma de instituir mensajes de guerra y la creación de símbolos que perduran en el tiempo para resignificar los sentidos de la naturaleza. Estas son actuaciones para defender nuestra mente, movida desde el ímpetu del miedo, como una idea implantada y estructurada que se mantiene por los siglos de los siglos como un retrato de las pasiones del instinto primario del ser humano. Política y esclavitud, religión y sumisión, dinero y deuda, han normalizado el poder violento del miedo y la subyugación sobre el más débil, han construido monumentos y palacios de autoridad para la defensa de sus ideas, y la conformación de ejércitos

de muerte, en donde la humanidad se destruye entre sí por la convicción ideológica y suprema del líder, del dios y del profeta; es esto la total anulación de una visión politeísta y biodiversa de los elementales sagrados de la naturaleza.

El miedo es tan poderoso que nos hace aceptar las peores cosas y actos sin ningún tipo de cuestionamiento. La concepción del Fin del Mundo es una de las más brutales armas de destrucción masiva jamás implementadas, fraguadas por un poderoso sistema generador de desconfianza en donde se venden verdades y mentiras, que camuflan y distorsionan la realidad. Gente que da su vida por una “verdad”, medios de comunicación que destruyen y manipulan, huestes de muertos en vida que inseminan miedo. Cada civilización, desde sus orígenes, ha plasmado en su libro guía, un sinfín de creencias, demandas, tratados y obligaciones, expandiendo una eterna confrontación religiosa, cultural, social, política, económica y de entretenimiento como combustible para una maquinaria de terror y nepotismo.

Ciertas creencias han mutilado el pensamiento diverso: “Quien no crea en el dios patriarcal no será salvo”. El no creyente tiene que profesar su fe en algo que no conoce, de no ser así, no es apto ni elegido. Creer en esta deidad se convirtió en un acto de manipulación masiva, en donde la idea del Pecado Original, es el sometimiento principal que desencadena todo un sistema de esclavitud, opresión y muerte. “Dios mata por no creer en Él, Dios mata por no creer en lo que nos dio”. Los elegidos van al cielo (nivel superior), los condenados van al infierno (nivel inferior); pareciera ésta una visión rústica de la espiral de energía. Abajo; el Hades, el infierno, el averno, el inframundo. Arriba; el cielo, el nirvana, el Valhala, el paraíso. Salvación y condenación se convirtieron en paisajes y escenas bestiales del libro de la vida y la muerte.

Aceleración

Ubicados sobre una línea gráfica temporal, con la ayuda del Plano Cartesiano 6 , se podría edificar un conocimiento en numerología tan complejo como diverso. El antes pareciera lineal, un pasado constante que se tomaba su tiempo y esfuerzo para crear y destruir. En cambio, la noción del ahora, está supremamente acelerada. Cambiando de velocidades sobre su ubicación en el espacio y tiempo, como una espiral que se expande y se contrae, retrotrayendo hechos históricos como retrospectivas cíclicas al hoy. Una geometría analítica, de posiciones negativas y positivas que tienen un punto de partida en común, pero con rumbos distintos.

Odiar un color de piel, destruir el pensamiento diverso, categorizar en clases sociales, son innegables acciones que se convirtieron en la energía vital del caos. Ciertas ideas son a prueba de balas, se mantienen degeneradas de generación en generación, en donde millones dan su vida por una ideología que se conserva a través de las épocas. Se retoma el planteamiento básico pero complejo de la definición de la infinita danza entre el bien y el mal.

Somos susceptibles a la aceleración de la espiral, porque aumenta el ritmo universal y el carácter despiadado de la vida, como una urgencia absoluta para encontrarnos lo más pronto posible con la muerte. Nuestra ubicación en el espacio y tiempo de la espiral está al borde la purga, convirtiendo al amor, a la sexualidad, al dolor y al odio, en vibraciones de elixir energético espiritual y corporal. La locura física y mental pareciera subordinada desde otras realidades que cruzan la espiral de forma transversal, provenientes desde otro tipo de vibraciones ajenas e irreconocibles al nivel cósmico donde nos encontramos. ¿Qué pensamiento pone a nuestra disposición la libertad de escoger el libre albedrío como decisión unánime de nuestro proceder? Pareciese que la concepción de maldad es un término y un acto inevitable en el ser humano, pero que, en contrapartida con la definición de bondad, se mantienen en equilibrio en la balanza de la existencia. Y es ineludible esa malevolencia porque surgimos de la misma, siendo reminiscencia de la crueldad de antaño que se ha mantenido a través de la historia.

Esta aceleración nos ha convertido en caníbales de la realidad, modificando a nuestro antojo la naturaleza originaria de los elementos de la existencia. Pensamientos convertidos en acciones que un sistema demencial nos ha impuesto a la fuerza, pero que, enigmáticamente, aceptamos con poco recelo: Instintos que nos han hecho vanagloriar las diferencias étnicas, las guerras y genocidios, una visceral y voraz producción económica, la destrucción de la naturaleza, el desprecio a la sagrada vida de los animales, la transgenización de la agricultura y los alimentos, la imposición de semillas certificadas de muerte, la contaminación y privatización del agua, el aire, la tierra, el espacio del cosmos, y la censura de la información de la modernidad virtual. El actual calentamiento global, proceso natural del planeta que ha vivido en el pasado procesos de gases de efecto invernadero y diversas glaciaciones, sugiere la actual y desbordada aceleración de la espiral.

Las predicciones de futuros cataclismos muestran señales de extinción próxima: concepciones como la llegada del anticristo, el apocalipsis, un posible impacto a la tierra por un asteroide, pandemias, guerras mundiales, terremotos y maremotos, son fieles condicionantes para la conducta humana frente al caos. Videntes y prosistas del pánico de sus sueños premonitorios del fin del mundo se convirtieron en excusa para infringir miedo y violencia. Catástrofes que son la representación de lo que pareciera ser el cruce entre el fin y el inicio de un ciclo de la tierra, en donde el declive por muerte, conflictos, hambrunas, desastres naturales y calentamiento global, envían al ser humano a la obtusa conquista de otros mundos, porque la salvación se convirtió en abandonar nuestro propio planeta. El mundo comenzó sin humanos y terminará sin humanos. El don de ver el futuro, desconociendo el pasado, ha sido el principal encargo del sistema imperante; así vivimos desde un principio y desde siempre.

Energía en espiral

La noción que se tiene del universo permite una ideación de las formas como energía en espiral. Circulares y cíclicos, los movimientos de los astros han logrado una majestuosa atención del ser humano para lograr la comprensión del cosmos. La naturaleza, los planetas, los sistemas solares y las galaxias, son componentes de una energía vibratoria que constantemente nos llama a la inquietud. El sol y la luna, mantienen un equilibrio entre la luz y la oscuridad, en donde los días y las noches, se debaten constantemente la fragmentación del movimiento radial sobre su eje de la tierra.

Intuir la posible existencia de un multiverso simboliza la capacidad de reestablecer la memoria sobre la existencia de los niveles cíclicos de la eternidad en espiral. Tal es el momento de complejidad contemporánea, entre pensamientos y acciones, entre las nociones del bien y del mal, de la vida y de la muerte, la oscuridad de la noche y la luz del día, que los elementales de tierra, aire, agua, fuego y éter, logran una fusión para la concepción de pasiones en energía sagrada. Esta fuerza es el artilugio que permite una constante y eterna rotación de la espiral del tiempo y espacio, que se expande y se contrae, compuesta por una infinidad de niveles, que contemplan múltiples universos que se mantienen en constante revolución a partir de poderosos y enigmáticos procesos de vibración.

Pensar en la idea de un multiverso, implicaría una revaloración profunda y compleja del sentido que tenemos moldeado hasta ahora sobre nuestro universo, y la pobre y absurda determinación de la tierra como único planeta con presencia de vida y la especie humana como único ser con “razonamiento superior”. Desconocemos la capacidad de transversalidad de toda una diversidad de seres del día y de la noche: entidades, elementales, espíritus, monstruos, animales, plantas, personas, que se encuentran presentes en este fragmento de la espiral, siendo personajes que actúan con funciones específicas en lugares, épocas y dimensiones diversas. Somos almas en espiral, porque en reencarnación, la energía no se crea ni se destruye, se transforma.

El miedo a la muerte ha concebido la idea de emigrar a otros planetas y sistemas interestelares. Y quienes ya lo han hecho ¿dónde están? La vida extraterrestre permanece revelada sin hechos verídicos, pero fuerte en el pensamiento de cuantiosos que lo comprueban. ¿En qué nivel de la espiral se encontrarán? ¿En qué aceleración serán y estarán? Lo que vemos en nuestra realidad y dimensión pareciera ser el reflejo de algo mayor y mucho más poderoso de lo que es el entendimiento que hemos construido. Pudiera ser el dios monoteísta de las principales religiones una magna existencia extraterrestre sujeta a los paradigmas de la historia, en donde fuimos creados, en un tipo de experimento en probeta, a imagen y semejanza de ese ser supremo espacial, para ser perdurables súbditos en una inmensa mina de oro llamada planeta tierra, subordinados a una entidad o sistema superior, que escoge fieles súbditos humanos, apasionados de terror, que promulgan y venden miedo y muerte, siendo esta la lección mejor aprendida en la historia del mundo: como nos han tratado los de arriba, tratamos a los de abajo. ¿Podrá ser esta la mayor opresión de todos los tiempos en la espiral de la vida o tan sólo una pesadilla mal contada? “La energía se extiende en todas direcciones, siempre es un estado o condición y nunca un lugar” 7

Fin

¿Por qué si ocupamos un lugar en el tiempo y espacio, no sabemos cómo es en todos sus sentidos? En el proceso de imperecederos cuestionamientos, profesamos saber nuestro lugar y pretendemos ser los humanos, de forma vanidosa y petulante, el qué del todo, por consiguiente, construimos y desciframos diversos cómo, dóndes y cuándos, a similitud de nuestros intereses más superficiales y triviales, olvidando por completo el por qué y para qué de la existencia. Conocemos nuestro pasado, pero siempre lo borramos de la memoria, y creemos ver nuestro futuro como si ya lo conociéramos. Hemos devastado y gastado nuestra energía en darle respuesta a algo que vemos y no entendemos, pero creemos en algo que no vemos y consideramos entender. Llevar una vida de interrogantes para descifrar en dónde, cuándo, por qué y cómo estamos es la más atrevida aventura de la especie humana, una travesía cargada de miedos como pensamientos y de energías como materialización del cuerpo para darle un sentido lógico a la existencia misma.

Desde las plagas de Egipto a cargo de Moisés, pasando por la Peste Negra de la Edad Media, hasta el Coronavirus de hoy, se cruzan contagios biológicos reales y creaciones artificiales, como queriendo una limpieza de la naturaleza, una manipulación social por miedo, una reestructuración maligna del sistema económico, un deseo de muerte humana, patentar en nuestros cuerpos la vacuna final, o tan sólo una renovación de la energía en espiral. Es esta una diferente modalidad de Guerra Mundial, en donde la información batalla, no en trincheras de tierra y barro, sino de pantallas y teclado. Construir destrucción parece haber sido el mejor de los trabajos con los elementos en la historia de la humanidad: madera, roca, metal, cemento, plástico, y plasma, se convirtieron en el amigo fiel del humano moderno opresor. El miedo y la aceleración, nos facilitan, a imposición, una época actual de entretenimiento, como queriéndonos poner a escoger, con tan malévolo propósito, constantes confrontaciones con reinas y reyes, con torres y peones, en la cuadrada dualidad y perenne del blanco y negro.

Al cuestionarnos el fin del mundo, podríamos plantearnos el qué vendría después, ¿otro nivel en la espiral? La concepción del fin de los tiempos debería ser nuestra propia muerte, no la colectiva, porque al morir es en donde nos desprendemos completamente de la responsabilidad terrenal que tienen los que en el presente y en vida sufrimos y gozamos la existencia. Según la espiral, cuando la energía se acaba, vuelve a empezar, en un tiempo y espacio distinto, constantemente en un cíclico eterno que responde al despertar y al cambio de conciencia universal. Es una batalla constante entre los pensamientos y las acciones de la riqueza material versus la riqueza espiritual.

Se ha convertido nuestro lugar y espacio en la espiral, en una propiedad privada privilegiada para los dominadores y ejecutores del poder del miedo, produciendo, a su imagen y semejanza, el condicionamiento final de las teorías del inicio y del fin del todo.

En el plano cartesiano, se normaliza el poder de las jerarquías en vertical y la violencia en horizontal. Pero es aquí, en donde la espiral, demuestra ser, no sólo iracunda e impetuosa, sino agraciada y esplendorosa desde una visión multidimensional comunitaria para sobrevivir en armonía, sobrepasando la opción única de la dialéctica occidental; es la Tetraléctica, miscelánea melodiosa del pensamiento indígena andino. Es así, como la comprensión de la circularidad

de la espiral nos permite acercarnos a ese pensamiento ancestral, donde la agricultura y el movimiento de los astros, nos expresan diversos inicios y aperturas de ciclos, conectando todos los componentes de la naturaleza

Existe un sinfín de manifestaciones de energía en espiral en la naturaleza. Desde el mínimo fundamental hasta la eternidad del todo, la existencia de fractales son la representación de la geometría de la vida. Los átomos en explosión, las cadenas de ADN en movimiento circular, los tornillos en funcionamiento para unir, las conchas de caracol, las flores en retoño, los patrones de las suculentas, la ornamentación en las alas de las mariposas, las telarañas para aferrar, las ramas de helechos, las castañas de las piñas, las colas de animales, los impactos de ondas en el agua, las trompas de elefante, los movimientos de grupos de peces en el mar, las hélices de las máquinas, los discos de música, los petroglifos en la roca, los torbellinos en la arena, la rotación de tormentas y huracanes, los discos voladores, los movimientos de los astros, las galaxias en expansión, son tan sólo unos cuantos sinónimos cíclicos de la gran Energía en Espiral.

La especie humana, tan minúsculos e ínfimos, como un virus purulento, que nunca pretende un sincero y personal autoanálisis. Nos hemos deslizado por la inmensidad del tiempo y espacio, dejándonos entender que somos una existencia fétida de fácil corrupción, vanagloriándonos de no inmiscuirnos en la inmundicia ajena, porque felices estamos y nos revolcamos en la propia. Le damos poder al miedo. Destruimos perversamente la biósfera. Perseveramos en discusiones básicas que representan el aspecto más insustancial de nuestra existencia; último día y hora del calendario cósmico y simplemente nos cuestionamos si la tierra es plana o redonda, si el dinero llenará nuestros estómagos y corazones, si la bota/rodilla represora es sinónimo de grandeza y honorabilidad, si un color de piel representa el bien o el mal, si las religiones nos llevarán a la salvación, si el por qué defecamos en nuestra propia agua nos enfermamos, o el por qué si miramos constantemente al cielo nos preguntamos nuestro lugar en el universo…

¿Será este el fin de los tiempos, una breve aceleración en la eternidad de la espiral, o tan sólo una bifurcación de nuestra condición mental?

pd: Qué tan especiales y magníficos son los frailejones, espeletias guardianes y elementales protectores de los páramos, que durante las noches trascienden una majestuosa energía violeta en espiral.

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