El Tentero edición 48-49

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Año 4

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48 -49

oct

de 2015 viembre ubre-no

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Cuentos DE

miedito

cuatro añotes

El Tentero está impreso en papel fabricado con envases posconsumo de Tetra Pak® reciclados, elaborado por Papelera San José.


Editorial ¡Graciaaaaaaaas! Cumplimos cuatro años ininterrumpidos de llegar a todos ustedes. Cuatro añotes de estar juntitos cada mes. Cuatro añotes de ofrecerte lecturas divertidas y que te hagan pensar. Cuatro añotes de hacer con mucho cariño, esfuerzo y responsabilidad tu periódico porque sabemos que no estamos solos: tú estás del otro lado leyéndonos siempre. Pero las gracias enormes también se las queremos dar a todos, toditos, quienes piensan, escriben, ilustran, diseñan historias, información, juegos, pasatiempos, chistes y todo aquello que posibilita que El Tentero sea lo que es hoy. Cada vez más gente nos conoce y eso nos da gusto, pero más gusto nos da que tú, que siempre nos has leído, sigas queriendo leer lo que hacemos especialmente para ti. Por todo eso y por lo que viene, no tenemos más que una palabra:

¡¡¡Graciaaaaaaaas!!!

Agradecimiento especial D irectorio Editor en Jefe R oberto C. M ontero R. Diseño editorial V anessa Á ngel / H ugo L eyva Ilustración Y airo A ragón

Colaboradores El Tentero SC es una Organización de la Sociedad Civil constituida el 30 de agosto de 2013. RFC: TEN 130830 NE 1 CLUNI: TEN 1308300901 T Objeto

social: ser una sociedad civil sin fines de lucro con autorización para recibir donativos deducibles del impuesto sobre la renta, que brinda servicios ya sea por cuenta propia o a través de terceros de consultoría especializada de fomento a la lectura y sus diferentes manifestaciones y maneras de fomentarla: talleres, cursos, eventos, pláticas, difusión, promoción y fomento educativo, cultural, artístico, cívico y tecnológico, a los gobiernos federal, estatales, municipales y distrito federal, organismos no gubernamentales, instituciones públicas y privadas, nacionales o internacionales y aquellas organizaciones autorizadas para emitir recibos de deducibles del impuesto sobre la renta en materia de medios informativos y prensa infantil, para el fortalecimiento, difusión, promoción y ejercicio de los valores humanos, promoviendo la unidad y el desarrollo sociales a través del hábito de la lectura, impulsando el ejercicio de la ciudadanía de niños, niñas y adolescentes a escala federal, estatal, municipal y centro de población. Los fines que desarrollará la sociedad, en consecuencia, no serán preponderantemente económicos ni de especulación comercial, ya que es una sociedad civil e independiente de todo grupo o partido político, religioso, ideológico o economico.

El Tentero SC, banco Scotiabank cuenta: 00106223699 clabe: 044180001062236991

Texto: Martha Riva Palacio Obón, Raquel Castro, Alberto Chimal, Angélica Castilla, Alejandro Anguiano, Mario Alfredo Rodríguez Mejía, Mauricio Higareda, Mónica Monter, Kevin Jared Martínez, Soffia P. Guido, Yunuén Alejandri. Ilustraciones: Eduardo Rivas, Dianey H. Silva, Itzel Medina, Charles Drawin, Jonathan Raya, José Luis Trujillo, Miguel Angelo Sánchez, Eduardo Valdez, Josué Arzate, Álvaro R. Buitrón, Marco Antonio Pérez Casimiro. El Tentero, Año 4, Núm. 48-49, octubre-noviembre de 2015, es una publicación mensual editada, impresa y distribuida por El Tentero SC. Isabel la Católica núm. 45, desp. 307, colonia Centro, del. Cuauhtémoc, CP 06010, tel. 5518 1890 / 5518 1894.

eltentero.org.mx / contacto@eltentero.org.mx Editor responsable: El Tentero SC. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo núm. 04-2013-100113080400-101, ISSN: 2007-3186, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Licitud de Título núm. 15803, Licitud de Contenido núm. 15803, ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impresa por Grupo Espinosa, S.A. de C.V. Centeno núm. 162, Granjas Esmeralda, del. Iztapalapa, México DF, CP 09810. Tel. 5445 0471. Este número se terminó de imprimir el 30 de octubre de 2015 con un tiraje de 100 000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto Nacional del Derecho de Autor.


A

unque no siempre somos serios, vamos a tratar un poquito porque queremos agradecer grande, efusiva y sinceramente a todas las personas e instituciones que hacen posible que El Tentero llegue cada mes a cada uno de ustedes. Un agradecimiento espectacular para Grupo Espinosa, que cada mes imprime este esfuerzo de comunicación con todos los niños; sin ellos simplemente no existiríamos. Un gracias gigantesco a Papelera San José, porque con su papel elaborado con envases reciclados de Tetra Pak® ustedes pueden leer estas historias y ver las ilustraciones y el diseño que te gustan y que ya conoces; además, ayuda a cuidar el medioambiente porque no usa arbolitos para hacer papel. Gracias a todas las instituciones que abren sus puertas para que lleguemos a más gente, sean escuelas, casas de cultura, museos, hospitales, delegaciones y cualquier lugar que ayude a fomentar el gusto por la lectura entre la población. También debemos agradecer a la gente de apoyo administrativo, logístico, legal, contable y a todos cuantos nos echan porras y nos dan ánimos cada día, sus buenos deseos se transforman en energía que nos ayuda a seguir. Esperamos contar con el apoyo y la confianza de todos; también esperamos incrementar esta base de apoyo para que lleguemos a más niños, a todo el país, a todo el mundo.

Gracias a todos y nunca dejen de leer.


Terror en Guanajuato Niz Bishui

José Luis Trujillo

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omienza la intranquilidad en el estado de Guanajuato. Ya se respira en el aire la ansiedad y el miedo. Días antes y días después del Día de Muertos la gente de Guanajuato no puede dormir tranquila. Y es que los lugareños saben por experiencia que pronto comenzarán a escucharse, en todo lugar y a toda hora, escalofriantes chillidos de dolor, de pesar y sufrimiento. Este suceso se atribuye a la aparición y presencia de las almas atrapadas, entre este mundo y el otro, que vienen a clamar sus penas haciendo de las momias su instrumento. Se asegura también que a finales de octubre y principios de noviembre mucha gente enferma gravemente, entre los preferidos, ancianos y niños. Se rumora que todas las noches los enfermos son acariciados por la mano de la muerte y que aquel que llega a recibir un beso de ella no tarda en exhalar su alma en un último suspiro. La gente cree firmemente que los cuerpos tiesos de las momias pueden ser poseídos por almas añejas, en estas fechas, para poderse mover con soltura. Y son ellos, la extraña conexión entre la enfermedad y la visita de la muerte, pues se habla de un pacto de ultratumba donde existe la posibilidad de que el alma de la momia alcance la paz eterna si, y sólo si, colabora con la muerte para apoderarse del mayor número de nuevas almas. Más de una persona en Guanajuato me ha hecho mención de haberse topado de frente con una espantosa momia. A primera vista, parece ser un niño jugando en la calle con una pelota, una viejita que intenta atravesar la calle o cargar un bulto, o un vendedor de dulces de leche, es decir, podría ser cualquier persona. Pero al acercarse, es inevitable no sentir horror ante el cuerpo flaco y acartonado con el rostro retorcido por el tiempo, la humedad o los efectos que la hechizada tierra de Guanajuato crea. Puedo observar a la gente que ansiosa prepara las ofrendas para sus muertos y para los no tan suyos, tal vez intentan con ello calmar su furia, su dolor o la pena que por miles de años han arrastrado.

Qué les gusta, a ver si te asusta

Niz Bishui recomienda Pedro Páramo, de Juan Rulfo. José Luis Trujillo recomienda Frankenstein, de Mary Shelley.


La Catrina

esta de fiesta Angelica Castilla

silbido escalofriante —¡Uuuuuu… Uuuuuuu…Uuuuuuu…!—. --¿La Calavera Garbancera? ¡Huyamos! —Gritó Mario con palabras temblorosas. Muertos de miedo se abrazaron con fuerza, los recipientes de maquillaje se abrieron y quedaron embarrados de todos los colores. Confundidos en la noche oscura, al correr desesperados, fueron resbalando uno a uno dentro de un gran agujero; gritaban y lloraban rasguñando la tierra, tratando de escapar. De pronto, apareció un anciano con una soga en la mano, quien les dijo —¿Se creen muy valientes al penetrar al territorio de la Catrina? Ella organiza su fiesta de muertos aquí y nadie debe estar si no ha sido invitado. Los ayudaré, pero más vale que no vuelvan jamás—. Afirmó el sepulturero, arrojando la soga y guiándolos a la salida. Sintiéndose libres, por fin respiraron tranquilos ya fuera del cementerio, una música festiva los hizo voltear y así pudieron observar a miles de esqueletos bailando sobre las lápidas siendo rodeados por el esplendor de la elegante mujer con sombrero.

Qué les gusta, a ver si te asusta Angélica Castilla recomienda El gato negro, de Edgar Allan Poe. Itzel Medina recomienda La semilla del diablo, de Ira Levin.

Itzel Medina

E

sta historia ocurrió una helada noche mientras las familias colocaban, con cariño, las ofrendas para sus familiares difuntos. —¿Vamos un rato al cementerio? Ahí podremos disfrazarnos mejor ¡Se los garantizo! —Convocó Mario, líder de la pandilla del Barrio Valiente. Emocionados por la aventura, se escabulleron sigilosamente de los preparativos hogareños; llevaban maquillajes y otras cosas para caracterizarse, pero justo al entrar al panteón, una tenebrosa ráfaga de viento provocó que todas las telas de sus vestuarios salieran volando por los aires, haciendo un remolino fúnebre sobre las tumbas. Una luz brillante y verdosa tomó forma en el cielo: era un flaco esqueleto que portaba un sombrero francés con plumas de avestruz sobre su pelona calavera y, con voz lúgubre, la mujer muerta pronunció — ¡Fuera de aquí o lo lamentarán!—. El reflejo luminoso comenzó a envolverlos hacia donde se movieran, emitiendo un


!Un ojo en mi sopa! Taco Rico

l año pasado, después de ir al cementerio para decorar la lápida de mi abuelo con papel picado, mi tía Rigoberta invitó a toda la familia a comer. Tenía hambre, sólo había comido un trozo del pan de muerto de mi abuelo; dijo mi primo Juan que los que se adelantaron en el camino aún nos escuchan, así que le pedí al papá de mi mamá un poco de su comida. Fuimos al restaurante que se encuentra al lado del cementerio. Estaba un poco sucio, pero supuse que se debía a la cercanía del camposanto. Las mesas y las sillas estaban algo destartaladas y una que otra telaraña adornaba los alrededores. Se acercó a nosotros un mesero y nos entregó el menú. Enseguida noté el tono verdoso de su piel y me percaté de lo largo de sus uñas. —¿Vieron su piel?— pregunté. Pero nadie contestó, todos estaban ocupados eligiendo sus platillos (y mi abuela ya se había quedado dormida). A lo lejos había un altar de muertos, repleto de flores de cempasúchil. Descubrí que una de las fotografías sobre el altar era de una persona muy parecida al mesero. Otros cinco meseros trajeron a la mesa nuestros platillos. Los cinco se parecían entre sí, tenían la piel un tanto verde y caminaban un poco torcidos. —¿Vieron cómo caminaban?— pregunté. Otra vez, nadie contestó. A las personas no les gusta hablar con la boca llena. Había algunas semejanzas entre los meseros y las personas en las fotografías del altar de muertos. Entonces, comencé a asustarme. —¡Un ojo en mi sopa! —se alarmó mi tía Rigoberta. —¡Es mi ojo! —dijo un mesero al acercarse—. Lo estaba buscando. Todos salimos corriendo. Tiempo después, las autoridades en salubridad clausuraron el restaurante. ¿Serían zombis?

E

Qué les gusta, a ver si te asusta

Taco Rico recomienda El búho fantasma y los ratones, de Sigrit Heuck. Marco A. Pérez recomienda La llamada de Cthulhu, de H. P. Lovecraft.

Marco Antonio Pérez Casimiro


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Ardalia y el amor Mauricio Regadera

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triunfo de Eblis parece inevitable, gotas de amargura escapan de sus largos dedos, como lágrimas de sangre negra penetran en el alma de todos los jóvenes que inocentes sueñan ajenos al dolor. La pequeña bruja mira con ojos grandes hacia el cielo infinito y grita desde lo más profundo de su corazón. Alguien la escucha y entonces, de un río celeste, baja el ángel más bello que nadie ha visto jamás, abraza dulcemente a Ardalia y ambos comienzan a llorar con una tristeza infinita y eterna. Saben que ése será el final para ambos, pero saben también que sólo el amor salva al amor, sólo el amor muere para vivir. Así, del llanto y el dolor de una bruja enamorada de un ángel, cae una lluvia fina que cubre los corazones de cientos, de miles de almas que podrán soñar en paz. Eblis ha sido derrotado, pero jura que volverá cuando la desesperación y la angustia de los hombres sean más fuertes que los actos de amor. Josué Arzate

rdalia danza suavemente en medio del bosque, empujada por un viento suave y frágil recoge lágrimas de agua para hacerse un collar de perlas transparentes que sólo ella puede ver. Lo colocará en los corazones jóvenes para salvar al amor. Más allá de las montañas, donde el búho canta y los gatos negros le lloran a la luna, se escucha la risa fría de Eblis, que ha despertado para bajar a los valles y ciudades para sembrar la desesperación y la angustia en lo más profundo de los corazones de cientos de jóvenes, ellos duermen sin saber que han sonado doce campanadas oscuras que han trazado el destino de sus sueños. Sólo Ardalia, la bruja del blanco corazón, puede protegerlos. Necesita lágrimas de lluvia, pero el cielo está seco, las nubes han desaparecido… los árboles del bosque mueren lentamente, no hay agua, no hay collares de agua que puedan proteger a nadie. El

Qué les gusta, a ver si te asusta Mauricio Regadera recomienda La ciudad vampiro, de Paul Feval. Josué Arzate recomienda El Cementerio, de Neil Gaiman.


“Asustar ya no es negocio”, La Mano Peluda pensó, “Pues en este mundo loco ya no causo más temor. Por eso ya sin dudarlo, cambiaré de profesión”.

Se pasó la noche en vela leyendo con emoción, y fue entonces que de pronto encontró su vocación: “¡Seré escritora, haré cuentos, tejeré versos de amor!”

Intentó ser carpintera, ayudante en construcción, aeronauta, marinera y chofer de un gran camión.

Comenzó a escribir poemas que causaron sensación, y sus cuentos, no se diga, ¡atrapaban al lector!

Sin embargo, nada de esto le causaba gran furor; al contrario, la agobiaba muy profunda depresión,

Publicó bastantes libros, ¡best sellers por montón! y ¡dirigió la Academia de nuestro idioma: español!

Y fue así como un buen día en la biblio se encontró un librito titulado: los “Cien sonetos de amor”. El autor, Pablo Neruda, gran poeta este señor.

Pero a veces, por las noches, cuando encuentra la ocasión, asusta feo y estrangula a quien sea un mal lector. ZoOeta

Eduardo Valdez

Qué les gusta, a ver si te asusta

ZoOeta recomienda Cuentos de amor, de locura y de muerte de Horacio Quiroga. Eduardo Valdez recomienda Una niña perversa, de Jehanne Jean-Charles.


De traviesos S

i hay algo que no soporto es la ingratitud. Están buenos para llenarme la panza de fuegos artificiales pero cuando se trata de reconocer que soy el que estuvo detrás del gran asalto a la alacena, nada. El otro día, por ejemplo, todos estábamos cabeceando en el salón de Toribio. Parecía que nunca iba a llegar el recreo y que el maestro iba a estar hablando de aquí hasta que muriera la última estrella en el universo. Mil millones de años de aburrimiento. ¡Qué horror! ¿Quién creen que le sugirió a Toribio pararse en su silla y aullar como hombre lobo? Así es: su servilleta. Pero cuando la directora quiso saber por qué había hecho lo que hizo, ¿qué creen que dijo Toribio? “No sé.” ¡NO SÉ! Así como lo oyen. Y eso no es nada comparado con lo que sucedió con la Pulga. Ya desde su apodo mi nueva cómplice prometía mucho y ese jueves, cuando el vecino y sus amigos la hicieron llorar por cuarta vez en una semana, supe que había llegado el momento de dar un golpe maestro. Cálculos complejos, deseos de venganza, drama, nuestro plan lo tenía todo.

Pelusa Merluza

Nos convertimos en ninjas. El sábado a mediodía nos escabullimos a la azotea y justo cuando el enemigo y sus invitados estaban a punto de romper la piñata, les lanzamos más de media docena de huevos a la cabeza. Gritos, aullidos, niños cubiertos de claras como ectoplasma, llanto, caos. ¡Fue hermoso! ¡Nadie volvería a burlarse de mi socia! Pero cuando los papás de la Pulga exigieron saber por qué había hecho lo que hizo, la muy traidora se encogió de hombros y nada más dijo… ¡Sí! Lo adivinaron: No sé. ¡NO SÉ! ¡De veras que me parten el corazón! ¡Ustedes nunca saben nada! Cada vez que les preguntan en qué estaban pensando cuando amarraron un cascabel a la cola de un gato o qué mosca les picó para decidir pintarse la cara con betún para zapatos, ponen cara de “no rompo un plato” y dicen que no saben. ¿Qué tal un poco de gratitud para variar? ¿Creen que es fácil lo que hago? ¡Claro que no! Así que a la próxima que decidan hacer una travesura y sus papás, tíos o maestros les pregunten qué se les metió en la cabeza, no sean malagradecidos y griten… ¡El Chamuco!

¿Qué leer en estas fechas? Pelusa Merluza recomienda Drácula, de Bram Stoker. John Raya recomienda Los libros de Sangre I y II, de Clive Barker.

John Raya

e ingratos


Como se hace

una leyenda Aquiles Cuentu Naistoria

E

l gato del Viajero del Tiempo, que es curioso y atrabancado como tantos gatos, se sale de la máquina del tiempo justo en el momento en el que el Viajero aprieta el botón, la puerta se cierra automáticamente, el motor magnético magnetiza y el aparato se echa a volar… sin el gato. ¡Qué espanto! El Viajero quiere mucho a su gato, lo conoce desde que era un cachorrito (es decir, el gato, no el Viajero). ¡Qué bonito era! Tan pequeño que cabía en su mano: una bolita de pelos que decía: —Miau. ¡Qué ternura! El Viajero se pone como gato de sólo pensar en su gato. Y ahora el gato está perdido quién sabe en dónde, y quién sabe exactamente cuándo. El Viajero ni se fijó en la fecha precisa a la que llegaba, ni la longitud ni la latitud en el mapa del mundo. Sólo quería estirar las piernas un rato. Sólo sabe que fue más o menos en la Prehistoria. Así que, durante un periodo sin medida, el Viajero del Tiempo recorre la Prehistoria entera, haciendo que su máquina avance a saltitos, en busca del sitio y el tiempo preciso en los que estuvo, llamando: —¡Miau! —el gato se llama Miau en recuerdo de su primer encuentro— ¡Miau, Miau! ¿Han oído la leyenda de la Llorona? Existe por culpa del Viajero del Tiempo: desde la Prehistoria se cuenta la historia de horror de un ser extraño, enloquecido, que se aparece de improviso, llamando a alguien a gritos. Y él sigue en esto hasta que, por fin, un día, detiene la máquina y nota que reconoce el sitio y la era, y abre la puerta: es el periodo Pleistoceno, en una planicie de lo que mucho después será México. Se ven animales peludos y gigantescos a lo lejos (¿serán mamuts?) y su gato está al lado de un poderoso tigre dientes de sable. Terrible animal: colmillos enormes. Fierísimo. El gato le está dando lecciones de idiomas: —Miau —dice el tigre dientes de sable. Álvaro R. Buitrón

Qué les gusta, a ver si te asusta

Aquiles Cuentú Naistoria recomienda Los cuentos completos de Edgar Allan Poe. Buitrón recomienda El almohadón de plumas, de Horacio Quiroga.


Sangre

y colmillos Harry Postres

A

nanías abrió la puerta con cuidado, no quería que ningún ruido arruinara su última visita del día. Al fondo del cuarto, recostado en el sillón, con los ojos cerrados y medio dormido, estaba su próxima víctima. No sabía quién era o cuántos años tenía, pero no importaba; era uno más en su lista, otro que pediría ayuda entre gritos y gotas de sangre. Ananías caminó hasta el sillón; sus pasos apenas se escuchaban en los mosaicos del piso. La víctima no se movía; su cabeza, recargada en un pequeño cojín, dejaba su cuello al descubierto. Ananías lo tocó tres veces en el hombro con la punta de sus dedos helados y la víctima abrió los ojos. Ananías sonrió y se puso el índice en los labios para pedirle que no gritara. “Esto será rápido, no va a doler”, le dijo, pero sabía bien que no era así, imaginaba los gritos inundando la habitación. La víctima permaneció quieta, no tenía caso luchar contra aquella figura que se acercaba cada vez más a él. Ananías tomó aire como siempre hacía antes de empezar con su trabajo, ése que lo llenaba de vida. La boca de la víctima se abrió y sus ojos se cubrieron de miedo. Las gotas de sangre empezaron a llenar los colmillos, los gritos implorando que se detuviera subieron de volumen, los intentos por zafarse de las manos de Ananías aumentaron hasta que fue demasiado tarde. No quedaba más por hacer, todo había terminado. Draco, el vampiro, suspiró. Ananías, el dentista, había terminado su trabajo. Le entregó un par de muelas dentro de un ratón portadientes y se despidió de él. “¿Verdad que no dolió nada”. Draco no pudo contestar, sus manos seguían temblando, pero debía reponerse pronto pues era hora de salir a cazar una nueva víctima que probaría el poder de su dentadura reparada por Ananías, su dentista de confianza.

Qué les gusta, a ver si te asusta

Irionik Rotten

Harry Postres recomienda Concierto no. 7 para violín y brujas, de Joel Franz Rosell. Irionik Rotten recomienda Marcha Zombie, de Max Brooks


El Coco Marife Lina

Angeluz

T

ú ya sabes que los monstruos, las brujas y los fantasmas sólo aparecen en los cuentos, porque así te lo dijeron tus padres y el rechoncho doctor bigotón al que visitaste hoy por la mañana; pero entonces, si no existen, ¿cómo es que cada vez que vas al baño por las noches con tu linterna de superchico ves esa cosa extraña entre mujer despeinada y araña que brinca y baila en un solo pie y escapa por la regadera cuando se ve descubierta?, ¿por qué te atemoriza ese gusano gris que aparece en los cajones de tu ropa limpia?, ¿por qué no quieres obedecer a tu mamá cuando te pide en la noche que subas a la azotea por la ropa?, ¿será que temes encontrarte de nuevo con esa larga sombra de brazos afilados como agujas?, ¿cómo creerle a tu padre que los duendes no existen si cada vez que buscas tus zapatos debajo de la cama, ves de nuevo a ese duendecillo pelirrojo que ríe a carcajadas enseñando su fétida bocaza chimuela, o cuando te asomas a la ventana que da al jardín, y miras entre los negros árboles esa figura que se esconde detrás de cada árbol y de un salto llega a tu ventana y restriega su cara en el vidrio? Nadie te cree, sólo tu abuelo Isi, quien sabe mucho de estas cosas y te confía el secreto, al contarte que todo lo que has visto y escuchado es real. Él lo conoció cuando tenía cinco años al pasear por los viejos corredores de su casa. Es el Coco -dice tu abue-, y es un hombre parte araña, parte mujer, duende y gusano que aparece todas las noches en azoteas, clósets, baños, espejos, y hasta debajo de la almohada, pero sólo cuando sientes miedo. Cada vez que escuches que tu corazón late fuerte como un tambor, se te tapen los oídos y abras mucho los ojos, es prueba de que el Coco anda cerca, concluye el abuelo. Y yo le creo. ¡Oh, se fue la luz! ¡Creo que el Coco llegó porque oigo sus pasos!...

Qué les gusta, a ver si te asusta Marifé Lina recomienda El monje, de Gregory Lewis. Angeluz recomienda Las enseñanzas de don Juan, de Carlos Castaneda.


Sin dolor RC

E

se grito-chillido era lo peor. No lo oscuro de esa granja abandonada ni lo frío de la noche; tampoco la sangre mezclada con brillos que iluminaba el piso como si un macabro rastro de fosforescencias le anunciara el futuro; ni siquiera la imagen de su amada mutilada, rasgada, incompleta, sin vida, con un vacío en donde antes estuvieran los ojos hipnóticos, con el hueco en el pecho donde antes estaba el corazón que ella aseguraba que le pertenecía a él. Nada de eso lo enloquecía tanto como el grito-rechinido. La razón le mostraba que no servía esconderse: el olor del miedo, el sudor del espanto, el temblor del susto, la agitación cardiaca del terror denunciaban su ubicación. Ni siquiera correr tendría sentido, ese espantoso ser del grito-carcajada lo alcanzaría de dos brincos. Que estuviera encorvado como un demonio anciano, que tuviera escamas brillosas como brasas del infierno que dejaba a su paso, que sus brazos (si así se le pudiera llamar) fueran más largos que sus patas (si es que patas eran), que gritara al mismo tiempo como una madre que encuentra a su hijo degollado y un enterrado vivo, que no tuviera ningún tipo de compasión eran aspectos que nadie había mencionado. Se habían limitado a ponerle un nombre ridículo y a ocultar su realidad haciéndolo pasar como un invento para distraer la atención de otros asuntos. La realidad es que era realidad. Lo cierto es que era cierto. Ese grito-maldición era lo peor. No ver cómo devoraba las piernas que le había arrancado y que de tanto dolor ya casi no tenía vida; tampoco ver cómo le abría poco a poco el pecho por la mitad lentamente; ni siquiera sentir cómo la vida se le iba con la sangre que chupaba ese ser. Antes de escuchar por última vez el grito-cuchillada, tuvo la fuerza de reír porque él no era una cabra…

RC recomienda Sueños en la casa de la bruja, de H.P. Lovecraft. Yairo Aragón recomienda El castillo de los Cárpatos, de Julio Verne.

Yairo Aragón

Qué les gusta, a ver si te asusta


Coyones H

ace mucho, mucho tiempo, en un pueblito de la sierra de Puebla, sucedió que empezaron a perderse las gallinas: cada mañana faltaban dos o tres, siempre de diferentes corrales, de diferentes casas. La gente murmuraba que seguro era culpa de doña Martha, una anciana que tenía poco de vivir en las afueras del caserío. Nadie sabía por qué había llegado o de qué vivía; pero pronto se empezó a correr el rumor de que doña Martha era un nahual: que había hecho un pacto con los coyotes del monte y que los coyotes le prestaban su forma y su fuerza en las noches. Que convertida en coyote, doña Martha salía al pueblo a robarse las gallinas y que si no se había robado a un niño era porque las mamás no los dejaban salir de noche. Eso platicaban Abel y Marcelino afuera de la escuela un día. En eso estaban cuando se les acercó Fabián, un chico que cuidaba los borregos de don Fausto. —Qué mensos —se burló Fabián—. Doña Martha vivía acá de niña, se fue cuando se casó y regresó ora que murió su esposo. No le pide nada a nadie porque el difunto le dejó con qué cuidarse. De veras que son coyones.

Qué les gusta, a ver si te asusta

—¡No somos coyones! —se quejaron Abel y Marcelino. —¿No? Entonces los espero a las diez de la noche en el patio de doña Martha —los retó Fabián y se fue. Abel y Marcelino no querían ir, pero tampoco querían quedar como coyones. Así que en la noche se escaparon de sus casas y fueron al punto de reunión. Cuando llegaron, empezaron a platicar entre susurros: ¿cómo sabía Fabián lo de doña Martha? Y, pensándolo bien, ¿por qué Fabián nunca entraba hasta el pueblo? ¿Dónde vivía? ¿Con quién? —Cuando llegue le preguntamos —acordaron los niños. En eso se abrió la puerta de casa de doña Martha y salieron de ella dos siluetas. Cuando pudieron verlas bien, Abel y Marcelino se dieron cuenta de que no podrían preguntarle nada a Fabián: él y doña Martha caminaban hacia ellos, todavía con forma humana pero con ojos brillantes y colmillos afilados… como de coyote…

Mug Renla Suñas recomienda Los 25 mejores relatos negros y fantásticos, de Jean Ray. Lalo Rivas recomienda ver una animación de su estudio, entra a YouTube y busca Creaturas de la noche Freak & Bizarre.

Eduardo Rivas

~ Dra. Mug Renla Sunas


El Charro Negro Mayololongo

sudas manos tomaba una bolsa de cuero, llena de monedas de oro, y se las ofrecía: -Amigo, ¿no quiere unas monedas para pagar sus deudas; qué tal para comprarle un presente a su mujer o para que se vuelva rico y poderoso?- decía casi en silencio, mirando fijamente a su víctima. -Ándele, con confianza, no muerden, puede llevarse las que quiera. Entonces abría la bolsa y un montón de monedas de oro se asomaban. La codicia y la ambición se apoderaban de la mente y el corazón de quien las contemplaba, y casi todos estiraban la manota para agarrar un buen puño de monedas... con una era más que suficiente, pero no, los muy tontos creían que el charro no les iba a hacer nada, que era buena gente y que les

regalaba dinero. La avaricia les hacía meter las dos manos para tomar más monedas. Entonces, antes de que pudieran sacarlas, la canija bolsa se cerraba y comenzaban a sentir miles de piquetes como si estuviera llena de alacranes y sabandijas. -¿Qué le pasa mi amigo, porqué tantos gritos, no quería usted unas monedas?- les decía burlonamente el Charro Negro, quien sin perder tiempo azuzaba su negro caballo que relinchaba y corría a todo galope, mientras los agarraba bien fuerte por el cuello de la camisa y tras soltar una par de carcajadas se los llevaba derechito pa’l infierno por ser tan codiciosos.

Qué les gusta, a ver si te asusta

Mayolongo recomienda las historietas de Tradiciones y leyendas de la Colonia. Charles Drawin recomienda La Divina Comedia, de Dante Aligheri.

Charles Drawin

C

uenta mi abuela que hace muchos años, en el pueblo donde ella vivía, en las noches de luna llena aparecía el Charro Negro montado en un corcel azabache que echaba humo por sus belfos y parecía que flotaba por el aire, pues no se oía el ruido de sus cascos; el jinete tenía una apariencia demoniaca: sus ojos brillaban de una forma espeluznante, como si lanzaran fuego, y una sonrisa de ésas que dan miedo. La cabeza la cubría con un sombrero de ala ancha y su traje era negro con botonadura de plata. Cuando algún poblador se daba cuenta de que el Charro Negro estaba junto a él, comenzaba a rezar y a sudar del miedo, pero no le importaba al Charro, pues lentamente con sus hue-



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