8 La Habana se preguntaba quiénes eran los dueños de tanto lujo. Juan Pedro llevó a Catalina a conocerla cuando estuvo lista, y le dijo que haría una gran recepción para inaugurarla. -Pedro, la gente no me quiere, nadie vendrá- dijo ella tristemente. En su libro Catalina, Mario Coyula, relata que la condesa de Buenavista pidió a sus amistades boicotear la inauguración. Juan Pedro fue a visitarla y la amenazó con desafiar en duelo a su hijo. Baró era un gran esgrimista y tirador, y la aristócrata quedó convencida que lo mejor era dejarlos en paz y vivir su vida. El ingenio volvió a relucir. Baró mandó diseñar una joya única como regalo para cada uno de los invitados y adjuntó a las invitaciones cuadros de famosos pintores cubanos. Incluyó una tarjeta donde pedía confirmar o devolver la invitación. Nadie la devolvió y la fiesta fue grandiosa y un éxito total. La casa, ubicada todavía en Calle Paseo 407, casi a la altura de Calle 17, en El Vedado, costó un millón de pesos en oro. En el jardín, Juan Pedro hizo sembrar un rosal único, con los colores favoritos de la Maga Halagadora, el amarillo y tonos rosados, creada a base de injertos en el Jardín El Fénix, por encargo del enamorado. Es una rosa redonda y de pétalos muy cerrados llamada –obviamente- Catalina. Todo era poco para ofrecerle a Catalina. Pidió al famoso perfumista Molinard que creará una fragancia especial para ella. El Habanita es un perfume femenino que revolucionó la industria de la perfumería en el año 1921, tanto en diseño del frasco, realizado por René Lalique, como su aroma, al convertirse en la primera fragancia oriental de la historia donde el vetiver, hasta la fe-
Febrero 2022 cha reservado para las fragancias masculinas, seduce a las mujeres.
Más allá de la Muerte Pero para convertirse en leyendas, las historias de amor suelen ser trágicas. Sólo tres años disfrutó Catalina de su mansión, pues enfermó, y aunque Pedro Baró buscó los mejores médicos del mundo, la Diva falleció a los 55 años en 1930, en París. Se cuenta que Juan Pedro ordenó embalsamar el cuerpo y la trasladó en barco a La Habana. El viudo mandó rodear el féretro de orquídeas y azaleas que se cambiaban cada día, para que nunca le faltaran flores. En La Habana fue el sepelio más elegante de la historia, los hombres vestían El mausoleo de Catalina, y las dos palmeras que acade frac y las mujeres de lar- paran la atención de los visitantes. go. A Catalina se le enterró como a las reinas egipcias, con todas sus alrededor de ellos, un marco de rosas Cajoyas, en una cripta que su amado ordenó talina. La obra costó un poco más de un construir en el elegante Cementerio Colón. cuarto de millón de pesos en oro y tardó Baró encargó a Lalique el panteón art tres años en quedar lista. déco que aún hoy asombra a los visitantes Siempre había flores en la tumba de Cadel cementerio de La Habana, en mármol talina, y cada tarde, Juan Pedro Baró la de Carrara. El vidriero utilizó la rosa Cata- visitaba. Al salir, lo hacía caminando halina como motivo en las grandes puertas de cia atrás, para no mostrarle la espalda a su granito negro y los vitrales del lucernario amada. de la cúpula. Un día, al llegar, desde la entrada del Es una gran mole de estilo Art Déco, se- Cementerio vio el enorme monumento en micircular, de mármol y con dos puertas honor a 18 bomberos fallecidos en un gran monumentales de cristal que lucen sendos incendio en La Habana, que estaba justo ángeles de alas amplias en bajorrelieve, y frente al mausoleo de Catalina, y pensó que su magnificencia y tamaño opacaba al de ella. No había espacio para comprar alrededor, y entonces su ingenio le hizo concebir algo muy sencillo: Plantar dos palmeras junto a la tumba, que hoy, es lo primero que el visitante ve cuando entra al cementerio Colón, e indica el lugar donde reposan ambos, pues diez años después, en 1940, Juan Pedro Baró falleció y tras ser depositado en la tumba, la sellaron para siempre. Cuenta la leyenda que pidió ser sepultado de pie, para seguir velando por su amada. Hace un par de años visité nuevamente la tumba de Catalina y Juan Pedro. Los vándalos habían quebrado los vitrales, y a través de los ventanales se veía que los cuerpos habían sido exhumados. Seguramente siguen juntos en la muerte, como lo lograron en la vida. Y su historia –segu“Te construiré la casa más bonita de La Habana” le dijo Juan Pedro a Catalina, y ramente igual que su amor- sigue tan viva erigió esta mansión sobre lo que hoy es la calle Paseo, en el Vedado. como hace un siglo. E