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Enfermedades Mortales

Enfermedades Mortales

Una reflexión al afrontamiento.

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Quiero aclarar que este artículo no pretende ser una tomado como una investigación científica, sino el resultado de la experiencia personal y de algunos pacientes a quienes acompañe temporalmente en uno de los momentos más duros de su vida.

Durante algunos años acompañe a mi mamá en la sala de quimioterapia viendo como pacientes entraban y salían de tratamiento, algunos de manera exitosa y otros de forma desafortunada.

Realmente fueron pocas las personas que logre ubicar de manera personal durante ese periodo, principalmente mujeres que acompañaron a mi madre durante algunos años. Entre caras conocidas y desconocidas, una constante era la aparición y desaparición de los hombres que ingresaban a esa sala.

Mientras más tiempo pasaba en esa sala, más patrones y diferencias encontraba entre los pacientes hombres y las mujeres, diferencias claves que ahora considero primordiales para sobrevivir a tan dura enfermedad; estos son algunos de ellos:

El afrontamiento de la enfermedad.

Tal vez solo fue coincidencia, pero la mayoría de los hombres que pude detectar llegaron a tratamiento en etapas muy avanzadas de la enfermedad, lo que me lleva a dos conclusiones; una detección tardía o como es normal en el hombre, hubo resistencias personales a tratarse oportunamente.

Ya en tratamiento, en la mayoría de los hombres pude detectar una sensación de abandono y resignación; por lo general, un estado anímico depresivo, poco proactivos y con una clara proyección de desesperanza. Por el contrario, en las mujeres vi una clara decisión de seguir adelante, una asignación personal de que el cáncer solo sería una triste etapa de su vida que superarían para seguir adelante. En mi opinión, esta es una de las claves para la superación de cualquier enfermedad o situación de este nivel, los estados anímicos depresivos favorecerán el proceso de enfermedad y mucho de ellos quedarán ahí lamentablemente.

Acompañamiento social.

Otra diferencia muy destacada entre ambos géneros era la compañía, por lo general los hombres siempre estaban acompañados por su esposa, hermana, madre o hijos, podría decir que siempre tenían alguien atento a sus necesidades. Por el contrario, muchas de las mujeres asistían solas, tomaban su tratamiento y se preparaban para continuar con sus actividades diarias (a medida de los posible), increíble era escuchar, “deja me apuro que tengo que pasar por los niños y hacer de comer” , ¡increíble!. No puedo asegurar que los hombres solo llegaran a descansar a su casa y así fuera todo el día, pero… tengo mis sospechas de que así era. Irónicamente, este “abandono o independiencia” familiar a las mujeres parecía ser interpretado por ellas mismas como un “¿sino lo hago yo, quien lo hace?”, lo que parecía ser otro empujón a continuar viviendo.

Una responsabilidad pendiente.

A pesar de que pasé varios años en esa sala, poco fue lo que logré escuchar de los hombres, sus diálogos estaban por lo general relacionados a como se sentían, que les dolía y algún otro comentario aleatorio. Nuevamente y en contraparte, las mujeres hablaban constantemente de sus responsabilidades y del futuro; me parecía que toda la fuerza interior y optimismo nacía de una responsabilidad personal con su entorno, su familia y su propia vida, por momentos sentía que estaba viviendo el libro de “El hombre en busca de sentido” de Víctor Frank. No podría hablar sobre que provoco en los hombres la perdida de la esperanza o el momento donde abandonaron su proyecto de vida, pero en muchos de ellos así fue; lamentablemente muchos de ellos no tuvieron tiempo de recomponer el camión, en un tiempo de pocos meses o incluso semanas varios perdieron la batalla.

Como psicólogo y persona en esa sala de quimioterapia aprendí algunas lecciones para toda la vida, el poder de la mente sobre el cuerpo, la decisión por la supervivencia y la emoción sobre la enfermedad. Mucho se ha estudiado y hablado sobre las enfermedades psicosomáticas, pero poca atención y empeño a se ha puesto en fortalecer y cuidar al paciente como un ser de cuerpo y mente.

A nivel género me parece preocupante ver como muchos los hombres (no todos obviamente) se dan por vencidos ante estas situaciones. Platicando con otros especialistas me han puesto a reflexionar si acaso ante la enfermedad los hombres perdemos la capacidad de ser aquello para lo que fuimos programados, si la evitación de los temas de salud y enfermedad nos mantiene en el “estatus” esperado hacia el hombre.

Ante situaciones de esta magnitud debemos restructurar quienes somos y que papel jugaremos en el grupo social al que pertenecemos; elimina de tu cabeza que enfermar es igual a fallar. Valora que nuestro sentido de vida puede estar mucho más allá de nosotros mismos, el afrontamiento a las enfermedades mortales es también un compromiso con aquellos que nos amán y creen que aún nos queda mucho que dar.

Todo proyecto pasara por alta y bajas, buenas y malas situaciones; así también la vida. Es la obstinación y la firmeza en creer que tenemos que dejar algo de valor para aquellos que nos han tomado la mano en este camino, y que mejor legado demostrar que ante las peores circunstancias debe surgir lo mejor de nosotros mismos.

Lic. Alfonso Arcos

Psicólogo / Dirección de Contenidos Enlace Médico

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