De Pueblo en Pueblo 2018

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Prohibida la reproducciรณn total o parcial de esta obra por cualquier medio sin permiso del Ente Cultural Santafesino. (C) 2018 Ente Cultural Santafesino www.enteculturalsantafesino.com.ar


PRÓLOGO El Décimo Aniversario de un proyecto autogestionado que une voluntades a lo largo y ancho de toda nuestra provincia, y que no para de crecer, merecía una especial atención. El Ente Cultural Santafesino cumple 10 años de recorrido diseñando e implementando políticas culturales de espíritu federal, asociativas e inclusivas. Un trabajo horizontal, desde abajo hacia arriba, estructurando redes cada vez más fuertes que promocionan el diverso y rico patrimonio cultural provincial, por momentos desconocido. Este año “De Pueblo en Pueblo” se une a “Forma y Color” y lo entrelaza entre las palabras de nuestros escritores. La Galería Virtual Guillermina Milocco, llena de obras de artistas plásticos de todos los puntos geográficos que se han expuesto durante esta década en todo el territorio ininterrumpidamente, es fuente de inspiración para la poesía. Así se fue entretejiendo, entre imágenes, colores y palabras, esta Edición Aniversario que nos vuelve a encontrar a todos, involucrados en una construcción permanente donde somos los protagonistas. ¡A pesar de las distancias, desde el pueblo más pequeño y con el entusiasmo del primer día, seguimos brindando oportunidades para que nuestra cultura santafesina sea cada dia más popular e integradora en su diversidad que nunca!

Claudia Giaccone Diputada Provincial

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COMO VER LAS OBRAS DESDE TU CELULAR En esta edición hemos incluido códigos QR para que puedas ver la obra en la cual se inspiró el texto desde tu celular. Los códigos QR (Quick Response) son códigos de barras bidimensionales que podés escanear rápidamente con tu cámara; seguramente lo habrás visto en carteles de AFIP, medios de pago, etc. Para escanear códigos QR desde nuestro dispositivo Android hay dos formas: a través de aplicaciones especiales para ello o con el asistente de Google. Con aplicaciones: podés descargarlas gratuitamente desde Play Store de Google, algunas de las más conocidas son: QR Code Reader, Rayo del escáner QR y Escáner de QR/Código de Barras. Una vez instalada accedemos a ella, veremos que la cámara de nuestro dispositivo se ha activado, acercamos y enfocamos la misma al código QR, la aplicación rápidamente identificará el contenido y nos enviará al sitio del Ente Cultural Santafesino que nos dejará ver la obra en cuestión. Si no nos envía automáticamente, debemos hacer clic en abrir enlace. Con Asistente de Google: mantené presionado el botón de inicio de tu celular Android, esto desplegará el Asistente de Google. Abajo, dependiendo de la versión de tu SO a la izquierda o derecha, verás un ícono de cámara, tocalo para acceder a la misma. Enfocá el código QR, toca la pantalla sobre el mismo para escanearlo. Hacé clic en el enlace que ha aparecido, eso te enviará al sitio del Ente Cultural Santafesino para ver la obra en cuestión.

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DE PUEBLO EN PUEBLO 2018

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USINA I

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Rosario Bano Díaz

MENTES CERRADAS La zona de confort se presenta en este cuadro. La gente mira y mira y todos van opinando. Pero, a veces, hay que mirar la película completa, abandonando la vista recta y saliendo a la realidad. Dejemos de opinar y dejemos vivir en paz. El amor, es amor en todas sus formas, respetando al ateo y a la religión, los orígenes y las pieles de cualquier color. Todas las opiniones son aceptables hasta que dañan a los demás. La violencia nunca es justificable. Es difícil y te podés asombrar al salir de la zona de confort, pero es necesario y te ayuda a avanzar. El respeto y la tolerancia son lo principal para que la violencia y la discriminación se puedan anular.

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Asombro Héctor Aversa


Brunela Bini Díaz

ME DETUVE… Desperté y vi la ciudad reflejada en el agua. En un instante, el temporal había arrasado con todo lo bello de la vida. La vida había desaparecido de repente, de golpe, sin avisar. Y yo ahí, inmóvil, observando como el gris invadía el aire, lo impregnaba de un aroma que producía tristeza, invadía mis frágiles huesos. Y yo ahí, gritando con la mirada la aparición mágica del sol y que sus rayos se detuvieran en mi cuerpo. Y yo ahí, queriendo despertar de un interminable sueño.

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Ciudad borrosa, esfumada Marta Giorgis Torre


Daina Motta Díaz

LA MUJER QUE AMA El aire olía a tierra mojada en esa fría tarde de mayo. La brisa hacía a las pálidas hojas bailar y El paso del tiempo los amantes, en secreto, se vuelven a encontrar. Delia Bailetti Ella sabía de soñar, de ser una musa distante, Y su querido General, el frustrado cantante, le endulza los oídos. Tantas promesas, loca pasión, envueltos en un torbellino de sábanas de seda. El rocío cubría las rosas blancas de su ventana, la que da a su habitación, si la gente se enterara que el inglés le canta su canción. Las estaciones pasan, los sentimientos también, y lo que alguna vez quemó, hoy solo es cenizas. Ella, más fría que dos baldosas de las casas de Buenos Aires colonial, él, ilustre militante, cuyos ojos harían a cualquiera suspirar. No hubo un por qué, tampoco lágrimas ni caprichos, ningún “no sé”. El tiempo los comió a los dos, los puso intolerantes, ya no aguantaban la atención. Cuando el momento llegó, las manos heladas dejaron de pintar colores, una escala de grises, el cielo pintó, el amor que se apaga, que ya murió. Y si algún día se vuelven a cruzar, los ojos como purgatorio han de juzgar, porque si alguna vez no funcionó, es porque el destino a las mujeres castigó. Si ella fuera Emma Bovary o Anna Karenina, mujeres que sí saben de dolor, su historia trágica terminaría, del mismo modo sería porque así Dios lo decidió. La mujer que ama muere amando, sin pasado, ni futuro, solo AMOR.

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Lucila Simi Díaz

IMPERFECCIONES Miro así el horizonte y veo claroscuros, veo certezas e inseguridades, veo lo que quiero y no me animo. Tengo el amor, pero no lo quiero tocar. Tengo felicidad, pero no la demuestro, tengo una sensualidad que atrapa, caricias que enriquecen, ternura que ennoblece y un amor que enloquece. Veo las estrellas y me pongo melancólica. Veo el sol y me transmite energía, energía que vuelco a través de un grito, grito de dicha, emoción y anhelos. Tengo ilusiones de tener un futuro feliz. Tengo momentos apagados y otros iluminados. Tengo deseo de trepar cada una de las ramas de ese árbol imperfecto.

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Idelma Abraham El Trébol

LA PRIMERA MIRADA Me parece que me mira con tristeza… esos ojitos… su tez hermosa… imagino que pide algo… sí… pide paz con sus ojos.

Pequeña mulata Beda Degano

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Norma Bosio El Trébol

SIMPLEMENTE FELICIDAD El crudo invierno había finalizado y se acercaba así la primavera con sus días más cálidos, el sol más brillante, los árboles con sus pimpollos que florecían y adornaban el paisaje en diferentes colores, el agua del lago se descongelaba y fluía lentamente produciendo una suave melodía. Manantial Y ella, finalmente, pudo salir de su largo encierro. Marta Storari Caminar, disfrutar de ese paisaje, absorber los distintos aromas y sentarse a la orilla del lago juntando las flores silvestres para adornar su pequeña pero cálida cabaña. Por un instante se sintió feliz.

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Liliana Burga El Trébol

AQUÍ PALPITA LA VIDA Crudo como pocos, fue el pasado invierno y además, se extendió desmedidamente. Septiembre pasó. Llegó octubre y el frío y la sequía tan prolongada, hicieron que escaseara el material para construir el nido. Cómo tuvieron que rebuscar y recorrer distancias desmedidas para sus cuerpecitos de pájaros; para encontrar unas ramas Nido retorcidas de un arbusto seco y con ellas, trenzar las bases del nido Claudia Craft que sustentaría la vida en ciernes. Latían apresurados sus pobres corazoncitos de aves en jornadas difíciles, pero el instinto y el amor por la vida que habían de engendrar vencieron al fin. Tres huevos diminutos y perfectos, que atesoran el germen de gorriones, que nacerán tan pequeños como la yema de un dedo, hoy, pueblan la rústica cuna. Y entonces…pasó volando un ave majestuosa y una pluma se desprendió de su ala cuando planeó bruscamente. Mamá pájaro la vio, la elevó trabajosamente en el pico y la colocó en la cabecera de su nido, como un estandarte que dijera: ¡AQUÍ PALPITA LA VIDA!

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Mabel Burga El Trébol

SIEMPRE LA VIDA… ÚNICA Hace cientos de años, en mi primera encarnación, nuestra vida en la tribu tenía solamente días felices. Todos éramos dueños de todo y nadie pertenecía a nadie en especial. No teníamos jefes ni patrones, nada se compraba y nada se vendía, la selva nos regalaba todo lo necesario para vivir libres, jugando, bailando, cantando. Las mujeres eran madres de todos los Pequeña mulata niños y los varones los encargados de la caza, la pesca y la Beda Degano construcción de las viviendas. Pero… un día oímos ruidos que desconocíamos… se acercaba algo tremendo; sentimos el miedo antes de ver. Una tropa montada a caballo y con armas que desconocíamos nos cercó, yo logré hacerme un montoncito de carne negra y esconderme en un agujero de mi tierra… Vi como mi padre recibía un golpe en su nuca y caía al suelo… No murió inmediatamente, me vio y alcanzó a despedirse… En su mirada leí su dolor ¿Quién se haría cargo de los que no murieron?

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Deisi Daiana Callejo El Trébol

MI SUERTE Tengo la mala suerte de recordar aquel día cuando caminamos de la mano por el mar… Por ese mar hermoso en donde nuestros ojos pudieron contemplar aquel amanecer, quien nos encontró pegaditos de pies y manos como dos ramitas enredadas por la pasión de no poder tenernos después de aquel día, pero yo deseando con mucha locura pasar más de miles años a tu lado… Quise evitar Mar que te fueras sin que supieras lo que sentía por ti y no lo logré. Pensé Viviana Labrecciosa en confesarte aquel amor que ardía dentro de mi alma por ti y fallé. Me fallé a mí misma… y hasta hoy, no dejo de pensar cómo fue que permití que te marcharas. Llevo conmigo cada recuerdo, como era tu pelo lacio… triste, tus abrazos fríos y tu sonrisa de gatito cómodo en algún sillón de algodón, en algún lugar del mundo. Intento saber qué fue lo que nos pasó, cómo algo tan lindo pudo terminar en semejante pena, semejante dolor… Ojalá esto acabe…Ojalá supiera cómo seguir sin ti, podré comenzar un viaje y caminar en la inmensidad de tu ausencia… pero esto no será suficiente, lo sé. Ojalá pronto todo termine… ¿Puedes creerlo?... Pienso una y otra vez en escaparme de ti, tal vez cabalgar otros mares, caminar por viñas arrasadas por la sequía… ¿Quién sabe…! Quizás la brisa húmeda aclare mis pesares y me comprenda más que mis “ojalases” … Ojalá algún día, te deje de esperar en aquella carretera vacía, llena de emociones y malas convicciones, caída y deshecha de tanta porquería deambulando desde el oriente y occidente de este absurdo y tan espontáneo mundo desde que no estás… No seguiré deseando encontrarte en la mirada o en la sonrisa de algún “alguien”, olvidaré eso de buscarte como el sol busca la mar cuando nace el alba… en donde tus ojos brillaban con el mismo tono gris que el de una fotografía antigua, ese brillo que no puedo quitar de mi cabeza… debo entender que el amor no es cuestión de dolor… Y te sueño, me sueño triste, envuelta en angustias, caída en aquellos anchos y sólidos arbustos secos de Bariloche, harta de tanta soledad empaquetada en mi alma y te miro, no eres tú, sino mi llorisqueo, mi recuerdo de nosotros en aquel atardecer que nos hizo uno… Cansada de andar en otros brazos, besando otras bocas, en esa vana melancolía de querer saltar de esta realidad de estar lejos de ti y tú tan lejos de mí…Regresaré algún día por ti, cuando no existan las despedidas, cuando ya no giren los molinos de viento, ni existan los caballos de Troya… regresaré cuando la luna deje de sonreírle a la mar en cada ocaso, regresaré tal vez, algún día… a nuestro mar.

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Ricardo Héctor Desumvilla El Trébol

EL RÍO, SUEÑO DE SUS ISLAS Río indómito, embriagado de vida, leyendas que estallan en las entrañas de tu templo, trepando alboradas hipnotizadas, abriendo paso sin quejos. Tu hechizo penetra en los orígenes de esa tierra, tierra virgen, salvaje, retozando en tus riberas, en el rumor del viento en el ojo certero del Biguá luciendo en su pico una mojarra, en cada camalote, con perlas blancas, moradas, en el largo surco del oleaje, y el gorjeo de cardenales, junto al chasquido de una vieja canoa cansada que resiste y te desafía acunando rayos de sol escapados de alguna nube porfía. En aquel rancho solitario que un día, algún pescador en su calvario abandonara a merced de tu ira, el paso del tiempo, fugitivo verdugo marchando libre hasta arrebatar recuerdos. en la sangre del ceibo, su inocencia su luz, su sombra y sus lágrimas, en el rezo sagrado que brota de las islas, en el equilibrio que fluye de tus venas, en el escondido quejido de la madre tierra que palpita y florece en tu seno en tu misterioso cáliz, colmado de virtudes, más allá de la vida y tu alma de misionero.

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El sueño de José Maricel Caudana


Anil Ghiano Correa El Trébol

UNA IMAGEN DULCE Y BELLA La veo con un perfil perfecto que irradia mucha dulzura y paz… su cabecita puede estar pensando en sus orígenes. ¿Cómo habrán sido? ¿Buenos o malos? Eso solo ella lo sabe. Morena africana Claudia Arévalo

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Kittie Giordana El Trébol

EL RETRATO Te llamo Melisa, mi nombre favorito, porque en tu carita se dibuja una nena muy feliz, la sonrisa alegre, tus ojitos picarones celestes como el cielo en una noche estrellada, brillante. Tu pelo semeja una cascada por la cual se deslizan chorros de agua transparente, cristalina que lo hacen aún más bello… el viento Milena lo acaricia, lo separa, el sol aprovechando la ocasión se filtra entre Marta Giorgis Torre ellos para iluminarlos, unos dorados rayos de sol… ¡maravillosos! Vivo un feliz momento junto a tu retrato pensando e imaginándolo como una realidad porque solo tenemos un día, HOY… ¡Vivámoslo!

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Silvia Luciano El Trébol

LA CASA ESTÁ VACÍA Puertas adentro la casa era inmensa, oscura, a veces vacía. Las pasiones de los cuartos quedaban al desnudo en las noches de luna. Los jardines del fondo, los geranios, la mansedumbre del paisaje que ocupaba a llano abierto, en la entraña de la provincia, seguía tan inmutable como lo recordaba. Hoy se erige imponente y en un rojo de olvidos han pintado sus rejas, las telarañas de raíces secas La casa de los y arruinadas de tiempo dibujan maravillas en su húmedo costado. recuerdos Una foto en recuerdos me lleva hasta su orilla e imagino las Vilma Minetti prisas, las risas, la mesa tendida, el blanco del mantel…la casa está vacía, también el vecindario va apagando almanaques, silencios y murmullos callejeros. Está vacía de ilusiones, de poesía, de gente, la misma que el sol levanta cuando el día despierta, y el sopor de los cuartos que me abraza me eleva desde el canto la esperanza de haber amado tanto, de haber amado bien. Un buen día, la vida me llevó de su mano como pájaro libre me alejé del jazmín. Pasaron calendarios, vivencias, emociones. Más tarde en un invierno el tiempo o el destino, las calles de aquel simple pueblo de férrea voluntad para el progreso, volvieron a traerme al lugar, una vez más todo estaba allí, todo. La arboleda, el damasco, el tejido donde los hombres reposaban su espalda viendo el atardecer, las flores del frente en marañas de raíces comprimidas claman a cielo abierto que una mano vuelva por ellas para engalanar los jarrones de la sala, todo está allí lastimado de tiempo, de olvido, de simple soledad, el aroma a lavandas, el cuadro, los espejos de los cuartos desiertos donde otrora amé, amé y amé. Amé y también concebí un niño de ojos claros al que después también amé. Mi silencio y la tarde se anudan, se estrechan, se esconden detrás de alguna lágrima, para pena o desvelo no he podido abrir los candados que cierran la puerta principal y el pequeño muchacho que un día concebí un momento antes de dormir corre entre esos geranios, juega y vuelve hacia mí. Una vez y otra vez, balbuceando al decir, descubro que todo estaba allí, mi historia adolescente, mezclada entre mis versos, magnolias ostentosas y también un jazmín, tengo ante mis ojos la poesía, que dibuja el otoño, mi mano en el corazón y gracias a una brisa que me abriga el alma, sé que todo está allí.

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Néstor “Willy” Musachi El Trébol

ACONTECIÓ Sobre el inmenso blanco, Indefinidamente, innumerables líneas de repente expresivos espejos y reveses entre la multitud de realidades estigmas, sortilegios, soledades presencias que vigilan el ambiente con difusos visores insensatos el negro, las figuras, los ocasos conviven en la faz de este delirio. Ojos, manos con flores y otros trazos en las mentes calladas a destajo los de arriba, los medios, los de abajo el arte que reparte dignidades maraña singular, bello torrente la voz diversa y estridente y en el centro, la vida aconteció.

Frecuencias I Diego Baigorri

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Carolina Quaino El Trébol

UN NIÑO HERIDO La mirada de un niño muy triste… quizás sea por la situación que está pasando. Refleja en sus ojos el dolor de la guerra, la tristeza de haber perdido a toda su familia. Al encontrarse solo y desamparado decidió refugiarse en una Pequeña mulata casita muy humilde… Beda Degano Fue discriminado por su color, pero con mucho dolor siguió adelante… sin pensar en la venganza sobre las personas que de mal gusto lo habían herido, sin saber en lo que a ellos algún día les podría llegar a pasar.

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Maria Teresa “Kititi” Ramos El Trébol

UN EXTRAÑO LUGAR Caminaba con lentitud sobre la humedad de las calles parisinas bebiendo cada imagen. Atardecía y la Avenida de los Campos Elíseos, cuando ya se cerraba el ocaso se proyectaba ante su mirada, con la belleza de las luces de los coches deslizándose en ambas manos. Eran dos cintas que se desprendían del Arco de Triunfo, una de luz blanca y otra roja: río y sangre, loca pasión y blancura de sábanas...Así las percibía su imaginación ¿Que estaba Torre Eiffel Marta B. de Stochino buscando? Ni siquiera lo sabía, pero necesitaba un lugar cerrado para permanecer allí callada y sola. Ya había devorado cada rincón de la ciudad y se llevaría todo a su país como si fueran sueños guardados en el delantal de la abuela y sostenidos por sus manos para no perderlos Un cartel anunciaba en francés: VENTA DE RECUERDOS con la traducción en varios idiomas. Entró y al hacerlo sintió algo así como la calidez de un abrazo, la puerta se cerró detrás de ella. El silencio era absoluto, pero en pocos instantes empezó a oír una canción cuya letra no podía comprender, pero tenía esa estremecedora sensualidad del idioma de esa tierra. Se dejó caer sobre unos almohadones blandos y aspiró la fragancia inconfundible de las fresias amarillas de su lejano jardín. En las paredes formando extraños arabescos, locas figuras, volutas de bellos colores seducían su mirada. El espacio del techo era un espejo que le devolvía su imagen, algo que siempre había soñado para su alcoba. La soledad se había acurrucado en un rincón. Era ese el lugar justo para memorar toda su vida, para experimentar eso que le decían que sucedía momentos antes de la muerte, pero ella deseaba seguir estando viva. De pronto, oyó una voz que le decía: Elige lo que quieras llevarte y se quedará contigo para siempre. No necesitó pensarlo lo gritaron su corazón, su alma, su piel, sus manos en gesto de entrega, sus labios húmedos aun con la frescura de la espera. “Ternura, solo ternura” Llévate toda la que quieras, rumoreó la misma voz. Tenues rayos de sol abrieron la puerta para que ella saliera de ese lugar misterioso donde había permanecido toda la noche. La soledad quedó inerte en el mismo rincón. Era su último día en París. Amanecía y tuvo la sensación de sentirse sumergida en una nube invisible de ternura para poder lanzarla por el mundo como una lluvia placentera. ¿Había existido ese lugar? ¡Claro que sí, ella lo había encontrado! En sus oídos empezó a sonar una canción que se repetiría mucho tiempo, algo que le sucedía siempre, esta vez la invitaba a regresar cargando en un hueco del alma lo que había elegido… Se dibujó en su rostro una dulce sonrisa y la canción era un murmullo repetido en su propio lenguaje, la misma que tantas veces había oído en su patria, en la voz de Sandro. Esta vez invitándola a volar, disfrutar la locura de sentir que ese lugar la había convertido en algo así como en un poema eterno. …y París se arrodilla ante ti... y París se arrodilla ante ti…

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Silvina Salamano El Trébol

CON EL ALIENTO CONTENIDO Espero… pasan los momentos y sigo esperando. Agazapado en este rincón esperamos que no nos encuentren y desistan de buscarnos… siento emoción y susto mezclados y… un poquito de miedo también. Mis amigos están a la expectativa, ellos también como yo sienten La espera un poco de temor. ¡Ni nos movemos, no hacemos ruido para que no Marta Giorgis Torre nos pesquen!... ¡Sentimos pasos cerquita de este viejo galpón! ¡Uh! Abrieron el portón y entraron… espero sin moverme ¡Ninguno casi respira! ¡Parecemos estatuas!... no sé si siento arrepentimiento por lo que hicimos… ¿Pero si nos pescan? ¡¡¿¿Qué nos sucederá??!! ¿Qué dirán mis papás? ¡Uh! No quiero pensar. Pasan los momentos y sentimos que cierran el portón… se van. Respiramos otra vez y se nos tranquilizan despacito los latidos de los corazones que parecían que se dejaban oír. Nos miramos los cuatro y Alfredo dice: ¡Bueno, che, al final con tanta plantación eran unas cuántas mandarinas!

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Ameris Salvucci El Trébol

EL GRAN ESCRITOR Jorge Luis esperaba atentamente que todos estén distraídos para correr y correr en busca de sus amigos para seguir contando las historias fantásticas que ese día a todos les habían ocurrido en el taller de lectura y escritura. Sus padres que no sabían en qué andaba Jorge Luis, le habían La espera prohibido salir de casa… solo querían que él juegue con sus hermanos Marta Giorgis Torre más pequeños además de trabajar junto a ellos en el orden de la casa y el cuidado de la granja y las plantas. Jorge Luis solo quería seguir con sus cuentos, sus versos, con lo fantástico que vivía dentro de él… y a pesar de que muchos no estaban de acuerdo y disentían con él llegó a ser por su talento, curiosidad y forma se ser un famoso escritor: Jorge Luis Borges.

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Gladys Simonella El Trébol

EL ORIGEN DE LA VIDA Es un paisaje de llanura, pocos arbustos y varios animales pastando junto a una tribu con sus actividades cotidianas. Un grupo de niños jugando alrededor del fuego y en un sitio apartado se encuentra Tomasa, es una beba hermosa y está encantada mirando el fuego. Su mamá está cantando y bailando la danza de la vida…el color de piel es oscura, del color de la tierra y en Pequeña mulata su vientre está latiendo un nuevo ser… desde el centro del Universo Beda Degano llega un grito desgarrante. Se desata la tormenta con lluvia y viento fuerte. Una flor nace en el desierto.

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Ana María Tessore El Trébol

LA FOTO

Milena Marta Giorgis Torre

De pronto, el fotógrafo sacó su cámara… ¡Oh! ¡Sorpresa!… ¡Oh! ¡Curiosidad!... el fogonazo me sorprendió y me iluminó la mirada. Esa foto grabó para siempre el momento feliz de mi niñez con la pícara sonrisa de la travesura y la sorpresa. Después de muchos años, vuelve a mi memoria el instante mágico plasmado en aquella fotografía.

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Cristian Airasca María Juana

ME QUEDO CON VOS MOROCHA Seis de la mañana, café con leche y tostadas. Tu boca anunciando cuentos de Cortázar, ni acabo de despertar que ya empiezo a soñar con tus vestidos de flores y otoño. Tus labios traen el invierno y los míos te prometen una estufa. Allí estás del otro lado de la mesa, con tus centímetros y silencios en las pequeñas Perdón distancias cotidianas, pero me levanto en busca de tu sombra, para Evangelina Nocioni hacernos mejor el día. Y me tomas de la mano acercándome a tus átomos, hoy, más sensibles que nunca. Te beso, y juntos en una misma galaxia matutina, envueltos en el sabor de tu boca y el café Juan Valdéz o el dulce barato de moras que compramos en la feria, nos volvemos cosmos. Me alejo y te vuelvo a decir sonriendo que eres la miel de todas mis tazas rotas, sonríes y te vistes de ternura unos segundos. Me siento morir. Me toma menos tiempo que cepillarme los dientes, darme cuenta de que somos de planetas distintos, y que cada uno de nosotros vuelve siempre a sus jazmines o herraduras. Salgo del baño y te encuentro desnuda en el cielo de la habitación. Tus lunares dibujan una vía láctea que algún Dios con descuido se olvidó patentar, como siempre admiro tus perfecciones de simple humano, tu cicatriz en el pecho y tus ojos tan marrones, comunes como nuestros sueños. Prosigo con algún protocolo improvisado. Pienso regalarte amor en un simple gesto, el sexo, tan abstracto y discreto, tan carnal y nuestro. Te prometo todo el universo. Y te juro que este sábado de nubes y silencio, será distinto, será del cuerpo. Signos y fases de luna en aumento, cierro los ojos y me pierdo en un cuento, me alejo de tus piernas después del ritual quimérico. Te beso y vuelvo al bosque de las letras, algo sacudió mi cabeza y no puedo contenerlo. Me persigue la obsesión por las historias que quieren narrar mis pájaros de tinta y tiempo. Otra vez me alejo y me pongo el traje de poeta, de bohemio, y empiezo a cuestionar la vida, los sentimientos. Coloco en juego todo mi egoísmo para asegurarme esa libertad que me acompaña inseparable en cada momento, y vos, del otro lado de la cama sonreís, tan única, que exijo se detenga el minutero. Pero es imposible y vuelvo a comprender una vez más que ambos somos el caos bajo el mismo cielo, nos necesitamos, y me quedo con eso, simplemente me quedo con vos, Morocha.

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Alfredo R. Castelli María Juana

BORROMEO Borromeo vende estampillas con sus amigos por la peatonal, cansado y hambriento se ha dormido a las puertas de un local de comidas rápidas. Las personas pasan a su lado ignorándolo, como a un papel sucio, una botella rota. Envuelto en agitado sueño, ha montado un potro negro y viaja lejos; vuela alto en el cielo, planea como un pájaro sobre casas de La espera barro y techos de paja. Las calles son laberintos eternos entre Marta Giorgis Torre cortadas y recovecos; bajo la luz de las farolas, la miseria se extiende en silencio. No hay almas a la vista, todos duermen en la fría noche del villerío. Sábanas sucias, cobijas rotas. En la cocina, los perros y los gatos se acurrucan junto al brasero. Ebrio, un hombre descansa sobre una cama de tientos, junto a los animales ovillada entre andrajos, una niña pequeña dormita abrazada a su muñeca. Borromeo vuela en su potro negro montando su triste pena; ya ni los sueños parecen felices. En la esquelética desesperanza, se acuna su pobre alma.

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Cristina Fortuna María Juana

EN RECUERDO DE TU AMISTAD Amiga, he llegado a tu recuerdo tropezando en la belleza del cuadro que me enviaran tus hijos. El ayer, el hoy, el siempre de nuestra amistad parecen vivir en esos Club Social Victoria colores. Marta Abraham Juraría que pude ver por un momento tu alma enamorada, pintada en el lienzo. ¡Qué bello paisaje! Un ramalazo de nostalgia. ¿Recuerdas nuestras vueltas a la manzana, en busca de flores en los balcones y masetas? Tan niñas y allá lejos. Pero el tiempo no perdona, ni mucho menos. No digo que estemos marchitas, pero ya tenemos nuestros años viejos. Aunque viejos son los trapos, y vos los volviste lienzo, trazos, pintura. Un cuadro. Recordé cuando nuestra calle se inundaba con las lluvias, se hacía barro. Y vos ahí conmigo chapoteando. Hoy, desbordo mis lágrimas al recordarte. Te imagino pájaro volando en lo alto, o mariposa, o luciérnaga. En el cuadro te recordé con un café de por medio, vos me contabas que él te había dejado. Yo te miraba y pese a todo, te veías tan fuerte. Siempre seguiste tu sendero, el sendero de tus sueños. Sueños que cumpliste y jamás dejaste ir. Somos amigas, confidentes, eternas desde la niñez. Juegos y secretos guardan nuestro cariño en una caja de cartón. Hermosos momentos que laten hoy en mi corazón.

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Raquel González María Juana

LA VENTANA Se abre al cielo la ventana presagiosa dueña de realidades del apacible horizonte frente a la tristeza del campo, desolada frente al alambrado y tanto poste… Hoy querría, tal vez, volver a la serena majestad del campo donde todavía se escuchan los sueños de la tierra, donde el hombre desgastaba su poder en busca del pan para su mesa. La veo sola, recibiendo el saludo de los árboles, que ensayan su follaje ante o impío. Tierra y soledad… Los campos yertos ante la imagen de la gastada tierra… Sola la ventana se confabula con el árbol que extiende sus brazos para suplir a lo incierto, lo que le impone el hombre, poseedor de máquinas y del humo que arrojan sus aviones. Ya no más los hombres con sus desnudos brazos arando la tierra, sudados caballos, diligentes, heroicos ante la Patria misma y a fieles “patronas” con su largo delantal, haciendo, en el bracero, su comida… Hoy, solo queda la ventana

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de un verde oscuro, abierta, iluminada por el sol. Cortinas desgarradas y allĂĄ el viejo ĂĄrbol en lucha con la vida, refugio de las aves. Y por las noches, el cielo con sus estrellas vagabundas, espĂ­a la soledad inerte de su deslucido marco.

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Alda Margot Junco María Juana

SUEÑOS DE LA CANOA Llega la noche y atrapa en sus fauces a la cansada canoa, que mece su sueño con el vaivén de las aguas. Sueña que es un inmenso barco tripulado por el *amor*, Canoas cargado de *esperanzas* y con la *fe* firme de llegar muy lejos. Viviana Labreccola Sueña ser un gran barco pesquero con sus redes cargadas, con dar de comer al hambriento, de beber al sediento y dar libertad al cautivo de pensamientos oscuros. Sueña con ser un velero, acariciar a las madres, indicar a los hijos cuál es el camino correcto y no olviden que cuando caminaron el Supremo caminó también. Sueña y sueña hasta que el Astro Rey la despierta, pintando en el horizonte geométricas llamaradas anunciando el amanecer y se prepara su dueño para zarpar rumbo a la pesca, y poder solventar su mesa. Sueños de la canoa que se precipita hacia el mar, la azotan los vientos, la quema el sol en su zenit y la abraza la brisa de los atardeceres. Sueños y sueños que fueron sueños nada más…

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Soledad Ortiz María Juana

LA VIDA ES UN CARNAVAL DE MÁSCARAS Existen, lo sé, máscaras pequeñas medianas, enormes. Las conozco, pero quédese tranquilo no voy a dar nombres.

Escindro con máscara Diego Baigorri

Hay máscaras que ocultan derrotas, deseos, temores. Son de esta vida o de vidas anteriores. Como en una gran fiesta de disfraces, todos andamos por la vida por esos bailes de salones. Muchos se presentan con máscaras, muy pocos, a la verdad le hacen los honores. Recuerde mi amigo; “La vida es un carnaval” y usted ya tiene invitaciones. En esas festividades existen, lo sé, máscaras pequeñas medianas, enormes. Que las hay, las hay, y yo ya las conozco por montones.

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María Florencia Boffino María Susana

VOLVER A TUS RAÍCES Después de vivir dieciséis años en la cuidad, un día decidí volver a mis raíces con los míos, a mi pueblo María Susana. Estaba acostumbrada a otro ritmo de vida; una vida acelerada, en donde toda la gente está apurada, a veces, sin motivo alguno. Tal vez porque la multitud de personas te lleva a esa manera de vivir. Para aprender con quienes vas a tratar en la vida, con quienes te Dejar atrás cruzas, quienes son tus verdaderos amigos, los que te dejan una huella imborrable de buenos recuerdos y otros no. Aprendes a Mary Boffino estar sola, a encontrarte con vos misma, y a buscar tus caminos una vez que terminas de estudiar. Después de tantos años en aquella ciudad, ya no pude más continuar viviendo allí, mis amigos ya no eran mis amigos, ya no me podía reencontrar y decidí regresar a mi pueblo natal María Susana. Dejar atrás lo vivido para recomenzar. Pensaba, ¿qué iba a ser de mi vida?, sin ese ritmo tan rápido, sin edificios, sin el río, sin amigos, era empezar de cero, mi cabeza no paraba de pensar. Viví seis años sola, tener que reencontrarme conmigo misma, aunque ya era otra persona. Hasta que logré acomodarme en mi pueblo. Me costó mucho adaptarme, a no escuchar nada, a que la gente me observe, a caminar a cualquier hora, que eso no pasa en las grandes ciudades. Hacer amistades y volver a conocer y reconocer a las personas, pero de a poco lo hice. Ya en los años dos mil diecisiete y dos mil dieciocho, todo cambio para mí, el cambio de dejar cosas y personas en mi vida fue para bien. Camino a cualquier hora, me siento en libertad, ya no miro hacia atrás, al costado, por inseguridad, me siento libre, y eso es lo mejor que le puede pasar a cualquier persona, sentirse en libertad, sentir tranquilidad interna y externa, eso es felicidad. Encontré trabajo en mi pueblo de mi profesión como Periodista y Locutora, soy cronista de una radio local, y eso me hace feliz, hago lo que me gusta y lo que se hacer. Conozco a mucha gente con mi trabajo. Tampoco bajé y bajo los brazos. Uno sabe por instinto que a las personas no las dejas de conocer nunca, y eso está bueno, la conoces y las reconoces constantemente. Me siento feliz, me siento en libertad, me siento en mi lugar, porque aquí nací, viví en el campo, en la ciudad muchos años y ahora, en mi el pueblo. Uno nunca sabe dónde el destino te puede llevar, o hacia tu lugar de origen u otras localidades. Lo más importante es sentirse bien con uno mismo, mirar hacia adelante, ser feliz, ser libre y estar en familia y unidos, que para mí es muy importante. Ahora, desde lejos, observo la ciudad, no olvidaré lo vivido y a la gente que conocí. En este momento, me siento muy afortunada y miro hacia adelante. Mi destino sabrá lo que me espera en mi vida, al igual que para cada persona de este mundo.

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María Paz Alemandi Montes de Oca

IMAGINACIÓN “Tu imaginación es libre, no la hagas prisionera de las convicciones de los demás” Mariposas de colores salen de nuestra mente, llenas de vida. Causantes de proporcionar nuestra identidad, de ocasionar la realidad en la cual vive cada uno. Mente, promotora de nuestros pensamientos, ya sean malos o buenos, muy buenos o muy malos, de uno mismo o hacia otra persona. De causar hábitos personales, grupales, que nos definen, característicos; e ideas, que nos hacen personas, únicas e irrepetibles. La imaginación es la que nos permite volar, volar para alcanzar metas, volar para poder lograr los objetivos más deseados, desde niños y desde cualquier edad; nunca es tarde para imaginar, porque ella no tiene edad límite; y nos brinda alas, porque sin ellas no podríamos volar y no llegaríamos a eso que tanto queremos. Siento que al imaginar somos infinitos… infinitos a la hora de pensar desde ganar la lotería, fantasear que un caracol puede volar y hasta que algún día encontraremos ese loco amor verdadero. La misma cualidad es lo último que una persona pierde y es a lo último que una persona quisiera renunciar; porque sin ella viviríamos en un mundo solamente real; no podríamos soñar, pero soñar en grande, soñar de verdad. Soñar… nunca hay que dejar de hacerlo, porque es así como la vida nos permite producir sueños. ¿Por qué limitarnos? ¿Por qué no convertirlos en realidad? ¿Por qué pensar que no se pueden cumplir algún día de nuestras vidas? ¿Por qué ser tan pesimistas en algo que podría pasar? Según Walt Disney “Si puedes soñarlo, puedes hacerlo” y creo mucho en la convicción de esta frase, porque, aunque no logremos lo que nos proponemos u otro nos lo quite; nunca, nadie, nos sacará las ganas de seguir soñando.

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Valentina Balbi Montes de Oca

UN MARAVILLOSO MISTERIO Tantos sentimientos, pensamientos, emociones y percepciones se presentan a diario en la mente que resulta muy complejo expresar lo que genera analizar las habilidades cognitivas que el humano mismo realiza, incluso para aquellos que estudian su funcionamiento. Existiría un sistema bastante sencillo en caso de que se A través de la ventana modificasen las estructuras preestablecidas, si cada persona de nuestro cuerpo pensara de acuerdo a parámetros, o mejor aún, un mundo en el Beatriz Panizzi que todos piensen de igual manera. Esta situación no daría lugar a las diferencias, que tan presentes se encuentran hoy en día; tampoco se consideraría la libertad con la que contamos, en breves palabras, la estructura mental dejaría de ser un inmenso misterio. En un mundo considerado “normal” por la sociedad actual, cada habitante de esta tierra debe contar con una identidad y personalidad propia, que, desde mi perspectiva, es lo que justamente nos permite convertirnos en personas, en seres individuales, con ideas particulares, creatividad e imaginación. Es muy cierto que contamos con una mente ininteligible, basada en valores, conciencia, motivaciones, deseos y por sobre todas las cosas personalidad, aquello que nos permite relacionarnos con otros individuos, adoptando un comportamiento muy diferente al de ellos. De esta manera puedo afirmar que la realidad es relativa y queda determinada por lo que el observador decide observar. Cada persona ve lo que desea ver, y siente lo que desea sentir; como bien sabemos, existe una cosmovisión diferente para cada identidad, para cada mente, para cada individuo, y se debe respetar, ya que cada una de ellas es una realidad diferente.

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Malena Bertino Montes de Oca

LA VERDADERA FELICIDAD Vivís, simplemente vivís, pensando que sos feliz cuando no es así, inventando cada día sonrisas que no salen de vos, creyendo que no le das importancia a todo lo que dice la gente. Y la realidad, a veces es otra, quizás involuntariamente te estás dejando llevar por cosas que creías que no te afectaban, por pasados que fingiste haber olvidado. Pero llega un día, en el que te das cuenta de eso, empezás a ver que todo este tiempo no fuiste vos, sino una copia de otros; que la mayoría de las cosas que hiciste, fueron porque seguiste los pasos de alguien más, que muchas personas que creías importantes en tu vida, son las que te restaban, que poco a poco hacían que dejes de creer en vos. Todas esas cosas, que antes no solías tener en cuenta, ahora son como piedras en tus bolsillos, algunas veces tropezaste con ellas, otras veces, no fuiste vos, sino alguien más que te las arrojó. Ese preciso instante es como si te encontraras solo, en una orilla, y a unos metros, un bote preparado para zarpar; donde se te presentan dos caminos...Podés simplemente usar el bote, parece el camino más fácil y rápido para llegar al otro lado, ¿no?; pero recordá que aun cargás con esas piedras, que te impiden avanzar libremente y que durante el viaje, aquellas personas que tomaron el mismo camino, te lanzarán más, y acabarás hundiéndote. Pero siempre se puede volver ¿verdad?, nadar de regreso hacia esa orilla, donde todo comenzó. Ahí es donde entendés, que tomaste el camino equivocado, nuevamente, seguiste lo que la mayoría hizo, seguiste el más fácil, el camino por donde resultaba más sencillo arrojar piedras... y que te arrojaran. Comenzás a mirar hacia arriba, y ves tan solo unas pocas aves, cuando volvés la vista abajo, miles de botes que se hacen cada vez más pequeños al llegar al horizonte. Entonces, caés, caés a la realidad, comprendés que todo este tiempo estuviste ciego, que siempre hubo un solo camino correcto, ese que a tantos les cuesta y a muchos les “avergüenza” tomar. Es el tuyo. Tu propio camino. Aquellos pájaros que veías extraños, solitarios, son todas esas personas que tuvieron el valor de pocos para seguir su propio rumbo. Entonces te decís a vos mismo que querés hacerlo, dejar todo lo que te impide avanzar, y comenzar a trazar ese camino. Y poco a poco, esas piedras que cargabas caen una a una, y se hunden, las olvidaste. Y es ahí, cuando empezás a sentir esa adrenalina de ser y hacer lo que te gusta, como si al fin hubieses podido volar. Ahora vas por el cielo, desde donde las nuevas piedras que quieran lanzarte, ni siquiera logran rozarte, acompañado de aquellos pájaros, que simplemente, vuelan con vos. Finalmente, sabés que lo lograste. Entendiste cómo se siente la felicidad. La verdadera felicidad.

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Luana Bertola Montes de Oca

UN AMOR PURO QUE NO LASTIMA…AMOR DE NIÑOS Quizás, ustedes verán a esta imagen como sencilla, sin mucho que decir, pero en mí genera algo especial y emotivo. Me recuerda cuando era pequeña, cuando solíamos ser niños, cuando nuestra única preocupación era jugar, jugar mucho, reír y reír a cargadas, divertirnos a más no poder, ilusionarnos, creer hasta en lo increíble, pasar tiempo con nuestros seres queridos Academia San y amar la vida todo el tiempo, no teníamos grandes Bernardo preocupaciones, la única decisión más difícil de tomar era cuando tus papás te preguntaban: ¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Un niño te hace sentir que el mundo es mucho más bonito, más divertido e interesante y menos complicado de lo que a veces pensamos o yo, en este caso pienso. Ellos nos demuestran lo importante que es reír por la más mínima cosa que sea. De niños aprendimos casi todo, que con el tiempo fuimos modificando, pero ahora de ellos podemos aprender mucho porque de esas personas pequeñas aprendemos inmensas cosas. Ellos nos enseñan a verlo todo con otros ojos, con ojos transparentes y sinceros. Su amor es sincero, sin máscaras, igual que las divertidas palabras que nos dicen sin sentido, tal vez, pero al mismo tiempo tienen todo el sentido del mundo. Por eso, hay que dejar atrás los prejuicios o el qué dirán como hacen lo que hacen. Disfrutan, se ríen y divierten porque viven el momento. Hay que disfrutar de las cosas pequeñas, sonreír para darle la bienvenida al nuevo día y ponerle un toque de humor a la rutina.

No queda duda de que hay que recordar que todos somos un poco niños porque envejecer supone sumar vida y experiencias, todos vamos quemando etapas, pero la huella de la niñez sigue vigente en el interior del ama humana. Los adultos no son más que niños crecidos y los niños no son menos que los adultos, solo que viven menos experiencias que ellos

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Juliana Bossa Montes de Oca

UN LUGAR MÁGICO Un día soleado, una adolescente llamada Antonella se mudó a Paris, donde se encuentra la maravillosa Torre Eiffel, la que siempre soñó conocer. La torre estaba muy cerca de su departamento. Se dirigió hacia ese lugar que le encantaba, entonces se sentó en un banco frente a ella y se puso a hacer su propia obra de arte sobre ese lugar maravilloso. El lugar parecía Torre Eiffel Marta B. de Stochino realmente mágico, porque decían que hace unos años atrás la famosa artista Camila Hernández venía a este lugar a inspirarse para sus grandes obras. Antonella siempre soñó con conocerla y que le enseñara a pintar como ella. Y ser una gran artista. Una tarde, Camila fue nuevamente a ver su lugar favorito, en ese momento ocurrió algo muy impresionante. Cuando Antonella tiró la moneda a la fuente, había pedido que Camila apareciera y le dé una clase de arte. En ese momento, debajo de la Torre apareció Camila preguntándole a Antonella cuándo iba a llegar a su clase. La adolescente muy sorprendida la siguió hasta un lugar que se encontraba detrás de la Torre, un lugar que nadie ha visto. Un rato más tarde, la chica no podía creer lo que estaba viendo. Sorprendida se animó a preguntarle en qué año se encontraban, Camila le respondió, estamos en el año 1978. La joven la miró con cara de asombro y dijo, cómo puede ser si hace cinco minutos estaba en 2020. Horas después, Antonella se despertó y todo lo que había visto era solo un sueño. Luego cuando dirigió la vista hacia su cuaderno, vio una obra de arte de su artista favorita.

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Juliana Caneparo Montes de Oca

Y, AUN ASÍ, ÉL PIERDE MÁS QUE YO Un 17 de enero de 1990 Ainhoa decide viajar a París a visitar a su amiga Olivia, que había conocido el año anterior. Ese día se había organizado una fiesta de reencuentro en uno de los lugares más maravillosos de París, “La torre Eiffel”. Mientras gozaban de sus tragos, Ainhoa caminó hacia el tocador y allí se topó con un chico, Tomás, el cual al verle sus ojos ambos se sonrieron. Desde Torre Eiffel Marta B. de Stochino ese momento, no pudieron dejar de cruzar miradas, hasta que él se animó a dar el primer paso y la invitó a quedarse con él cuando ya nadie quedara allí. Eran las tres de la mañana y él la fue a buscar, la tomó de sus manos, se acercó a su oído y le dijo: Me pareciste muy bella, me encantaría poder conocerte, quien sabe… puede que nos gustemos y esto termine siendo un romance Ella se dio la vuelta y le dijo que eran muy tiernas sus palabras y le parecía muy apuesto, pero algo iba a intervenir entre ellos, era la distancia y no quería volver a sufrir siempre por lo mismo. Tomás se sintió muy triste, pero tenía esperanzas de que ambos sentirían lo mismo, entonces la rodeó con sus brazos y rozó sus labios con los de ella. Al día siguiente, Ainhoa tenía que regresar a su vida rutinaria pero ya con la ilusión de volver a reencontrase con ese amor que la llevó a soñar nuevamente. Con el transcurso del tiempo, ella siguió visitando a Olivia y volvió a ver a Tomás, pero cada vez que ella tenía que regresar a su pueblo no pasaban los segundos que ya lo echaba de menos. Hubo meses en los que ya no paseó más por Paris y llevó mucho tiempo extrañándolo; desde entonces, estaba muy desentendida, no podía comprender qué es lo que sucedía entre ellos, si por aquellos días confesaron lo que sentían. Pensaba constantemente… ¿Cómo hago decirle que no a mi corazón cuando me pide a gritos que sí? A pesar de esa duda que rondaba en su cabeza, Ainhoa, decidió viajar nuevamente a lo de su gran amiga Olivia, con la esperanza de poder aclarar sus sentimientos junto a los de él y comprender qué había sucedido durante el tiempo que estuvieron distanciados. Al llegar a la fiesta de Olivia, pudo verlo junto a sus amigos. Fue tanta la emoción que sintió que no dudó ni un minuto en acercarse; pero al dar unos pasos, pudo darse cuenta de que él no tenía la misma intención. Al acabar el festejo ella se dirigió al lugar donde todo comenzó, aquella torre, que jamás olvidará. Al igual que sus amigos, Tomás se dirigió a su casa y mientras caminaba, la vio… estaba ahí. Se acercó y ella le dijo que se encontraba en ese lugar tratando de entender qué había pasado, porque ella fue con el objetivo de poder verlo y darle ese abrazo que durante el tiempo que estuvieron distanciados no pudo dárselo y esperaba a que él tuviese la misma intención, pero después de lo que le demostró quedó impactada. Él le dijo que la extrañó mucho, pero que sería sincero; ya no podía verla con los mismos ojos,

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ya no estaba enamorado. Ainhoa muy confundida y con sus lágrimas a punto de caer le preguntó: ¿Por qué me haces esto? Me pudiste haber dicho de cualquier manera y no haberme dejado ilusionar. Después de todo, la historia entre ellos consistió en ser buenos amigos y seguir reuniéndose, pero viéndolo desde otro punto. Pasaron los días y Ainhoa se le hizo fácil pensar en que ese amor no iba a ser más que un recuerdo y aquella torre, un lugar más.

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Jezabel Leonela Pascale Montes de Oca

LOS COLORES Los colores inspiran arte y diversión que solo se obtiene por medio de la imaginación. Los colores transmiten esperanza, pasión y amor a nuestro corazón y pensamiento interior. Los colores son aquellos que soñamos, pensamos, pintamos y asociamos a nuestra vida para dar alegría. Los colores no tienen una forma específica, pero expresan una energía en nuestro interior que alegra al corazón. Los colores se mezclan de formas infinitas logrando obras de artes distintas. Los colores son naturales o artificiales y hacen que las cosas sean más agradables. Los colores logran a través de nuestros ojos alegría y antojo. Los colores se ven en todas partes en la naturaleza y el arte. Los colores son alegría por eso nos gusta verlos todos los días. Los colores tienen intensidad, algunos claros, pero yo los veo con felicidad. Los colores son matices de nuestra realidad que a través de nuestros ojos podemos divisar. Los colores son tranquilidad, tristeza y felicidad existirán en nosotros para toda la eternidad.

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Diego Ferrero


Eduardo Biolatto Oliveros

ANHELOS Quiero exprimir la leche de tus senos y derramar tu sangre en mis venas. Aspirar tu aliento y beber tu carne.

Marisol Orellano

Quiero doblegar tu cuerpo con el mío, sentir que te hago mía. Pero no es solo tu carne lo que quiero de ti, no veo ni toco, a veces lo siento. Las cuerdas de mi violín son la única voz, que puede decir la música que pones en mi alma. Quiero aferrarme a la curva de tus labios cuando ríes, besar la piel de tus caderas y hundirme en el fuego de tus ojos.

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Susana Candido Oliveros

MUJER: DEJA QUE LA VIDA TE SORPRENDA A veces la vida nos puede sorprender con cosas no tan agradables… Pero… gracias a Dios que nos hizo fuertes, guerreras, luchadoras y sabemos salir adelante. Por eso “deja que la vida te sorprenda” como dice el título es mucho más que una frase. Creo que es una declaración de los principios que tenemos, Talita - Cumi es saber qué actitud vamos a tomar frente a la vida y sobre todas Verónica Fenoglio las cosas no olvidarnos de ser feliz. Nuestro universo es complejo, pero a la vez es rico y podemos hacerlo deslumbrante. Tenemos que ser sinceras, tratar de realizar nuestros propios deseos. Tenemos que tratar de ser bellas… Ponernos lindas por fuera, por supuesto que sí… pero lo más importante es ser bellas interiormente. Si nosotros nos sentimos seguras de nosotras mismas y felices, seguro nos verán bellas. Por eso invito a todas las mujeres a que disfruten cada momento, a que vivan la vida plenamente y descontracturada. A que tengan amigos, a que se enamoren, a viajar, salir, divertirse, a reír que eso hace bien, a que sean buenas mamás, buenas abuelas, a crecer, por qué no a romper con la rutina y jugarse por algo, a bailar también, ¿por qué no? Por eso “deja que la vida te sorprenda: que te va a quedar muy bien”.

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Ana María Champión Oliveros

DE PASEO POR EL RÍO Mariana es una joven que vive en un lugar privilegiado, muy cerca del río. Hace ya una decena de años que se instaló allí, considerándolo como “su lugar en el mundo”. Todos los días efectúa la misma rutina. Se despierta no tan temprano y realiza su primera meditación. Luego unos ejercicios de reiki que la ayudarán a afrontar la jornada. Se levanta y desayuna sin prisa. Entusiasmada por realizar algunas actividades físicas, emprende la caminata diaria por la ribera del río. Siempre acompañada por su fiel amiga, su perra Malén, que no deja de ser su guía y su guardia. El camino bordeado de minúsculas flores rojas, les indica la dirección a seguir. En algunos sectores cercanos al curso de agua la maleza, se desarrolló tomando gran tamaño. Además, se pueden apreciar árboles añosos caídos a la vera del río, pasto fresco que se extiende en otros lugares, flores amarillas y violeta que salpican el terreno desnivelado, pájaros ruidosos que cantan y celebran el radiante día. Mariana y Malén visitan siempre el mismo lugar, el sitio donde descansa Murién, su anterior perro. Exactamente donde fue encontrado sin vida después de varios días de búsqueda. Su desaparición fue inesperada, aunque ya por sus años estaba un poco deteriorado y tenía disminuidos algunos sentidos como la vista y la audición. Mariana sabe que su retirada fue muy sorpresiva. Y está totalmente segura de que: “Un coro de pájaros y de animales le marcaron el camino”. ¡¡Y considera que en el lugar que esté “va a ser feliz”!! ¡¡Tanto o más, como lo fue en su vida!! ¡¡Tanto o más, de lo que ofreció a sus amos!! Mariana lo recuerda siempre con mucho amor y por eso la necesidad de visitarlo diariamente!! Malén disfruta mucho y corre sin parar hasta la orilla del río. Tiene ganas de tirarse al agua, pero no se anima. Un martín pescador se espanta y sale volando cuando ella llega. ¡Ella piensa que lo va a agarrar! ¡Pobre! Es imposible porque es un pájaro. El regreso exige un esfuerzo, ya que hay que transitar una subida. Malén es la que primero llega a la casa y espera a su dueña en la puerta. Ya en el hogar, es el momento de la retribución acostumbrada. Un hueso o un pedazo de pan la conforman. Mariana retoma sus actividades domésticas y continúa su vida. Al día siguiente, otra caminata las espera a Mariana y a Malén, para homenajear a Murién, deseando que: ¡¡¡EN EL LUGAR QUE ESTÉ DESCANSE FELIZ!!!

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Ricardo Cintioni Oliveros

LA LEYENDA DEL JINETE MISTERIOSO Sobre la extensa llanura cabalga un jinete todo vestido de negro. Algunos dicen que lo han visto montado en caballo blanco. Otros dicen que no, que el caballo es negro y que lleva en su pescuezo una cinta color de la sangre. Las mujeres de las tabernas que tienen ojos claros y cabellos color del sol comentan que como amante no han conocido ninguno mejor que él. Que acaricia con Kiara Perez manos de ángel, al besar sus labios queman y al amar te hacen sentir en el cielo. Otros, que es un moro, pues luce cimitarra y ballesta romana, cruzadas en su espalda. Y dagas hindúes a derecha e izquierda de su cintura. Los más viejos dicen que oyeron en rondas familiares, cuando eran niños, que un jinete todo vestido de negro, montado en caballo blanco con una cinta azul atada a su pescuezo, cabalgaba la pradera defendiendo a los pueblos del abuso de los señores. Que se enfrentaba a sus ejércitos y en lucha desigual, mataba y hacía huir de pánico a decenas de hombres llamados soldados. Que le tendieron cientos de trampas, pero que nunca lo atraparon. Que mercenarios sirios, se jactaban por las calles de Damasco que le habían dado muerte una noche de febrero. Que este, que hoy después de décadas, sigue cabalgando llanuras y praderas es el fantasma de aquel jinete. Pero que lo vieron, aseguraban otros. Una vieja mujer de la Rumania aseguró hasta su muerte, acaecida hacía poco tiempo que conocía la leyenda del jinete, que llegó a conocerlo y que no hablaba por otros ni por historias contadas en su país. Yo se quién es, dijo la mujer …y no descansará hasta encontrar lo que busca…ella era hermosa, quizás demasiado. Su aldea no quedaba lejos del castillo. Ella llevaba frutas y verduras para vender en la feria armada. Allí conoció al jinete y se enamoraron profundamente. Que un príncipe moro hijo del Califa, que controlaba aquella región, había posado sus ojos en ella. Y esta al rechazarlo no hizo más que desatar la ira de aquel hombre que juró por su dios: “¡¡Si no eres mía, pues de nadie habrás de ser”!! Y así fue como la mató cobardemente derramando sangre de “mujer virgen”. Pasaron los años y aquel joven vengó la muerte de su enamorada. Mató al príncipe en duelo de espadas y antes de clavar la daga en su corazón, para evitarle el sufrir preguntó: ¿Dónde enterraste su cuerpo? El moro lo miró y sonriendo irónicamente balbuceó: ¡lejos …muy lejos donde nunca la hallarás! entonces hundió la daga en el corazón del moro… levantó la cabeza hacia el cielo y gritó. ¡¡Y ese grito se convirtió en aullido!! Luego se arrodilló y clavando su daga en la tierra, juró que la buscaría hasta reunirse definitivamente con ella. La búsqueda se hizo interminable para él, recorrió los países conocidos, miles de aldeas y pueblos preguntando y hablando con la gente. Hasta que en una aldea perdida conoció a una pareja de ancianos. ¡¡¡Cuando les preguntó

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dónde se encontraba… en las Galias!!! Le respondieron. Los ancianos lo invitaron a su choza, allí dicen que se quedó dos días. Los ancianos le comentaron que una carroza adornada con atuendos reales escoltada por guardias musulmanes pasó años atrás por aquella aldea, pero en camino opuesto, que él estaba desandando. Dicen que les dejó una bolsa llena de oro y que el anciano le dijo al oído antes de partir: . . . ellos llevan a sus muertos más queridos a su imperio . . .allí los depositan y allí los veneran para siempre . . . y por lo que has contado . . . busca allí. búscala allí y que Dios te acompañe. Dice la leyenda que recorrió miles de kilómetros que lo separaban del reino de los musulmanes, recordando lo que aquel hombre cínicamente le había dicho: lejos, ¡¡muy lejos donde nunca la hallarás!! Dicen que después de cruzar el gran río de los musulmanes y pisar su tierra, su corazón comenzó a palpitar aceleradamente, como presagio de lo que sobrevendría. Dicen que supo dónde estaba enterrado aquel príncipe, porque un anciano musulmán custodio de aquella por muchos años, la señaló y aseguró cuál era. Que allí estaban sus antepasados, que antes de lo del príncipe, una noche que él cuidaba el gran mausoleo llegó una carroza custodiada por una veintena de soldados. Luego llegó el médico de palacio y bajaron un cuerpo que era de una mujer. Dicen que luego preguntó por la otra tumba y que le dijeron que era la mujer del príncipe muerta hacía ya muchos años. Que era la joven bella que fue asesinada en Rumania.

Dicen que mientras besaba la tumba, gemía como un animal. Que sacó su espada y trataba de destruir la tumba. Que los soldados los tomaron de sus brazos sin entender qué le sucedía. Que él se trabó en lucha con ellos y los mató a todos. Que luego llegaron más y que se quedó sin fuerzas hasta que varias espadas se hundieron en su cuerpo. Dice la leyenda que ahora han visto a dos jinetes cruzar las estepas y llanuras, montados uno en caballo blanco y el otro en caballo negro. Y que uno de esos jinetes, aseguran muchos … ¡¡Es una mujer!!

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Carlos César Contesti Oliveros

LA VOZ DE LOS OBJETOS Dos veces estuvo a punto de despertar y otras tantas consiguió mantener ese estado de somnolencia que le permitía descansar, pero ahora estaba claro, una voz que no podía distinguir si distante o tenue, le llamaba por su nombre; atribulado estiró su mano y encendió el velador. Miles de sombras espantadas corrieron en busca de un lugar donde esconderse y todo pareció llamarse a la (El Resplandor) calma ante el artificial amanecer; recorrió con la miraba expectante y su oído intentó adivinar rastros de la voz en el exterior sin éxito. Se disponía a extinguir la luz en el momento que la voz se tornó más precisa, “léeme” era la palabra que su cerebro intentó reconocer la primera vez sin éxito. Instintivamente se volvió hacia el libro que descansaba su abandono sobre la mesa de luz y lo vio vibrar tenuemente mientras repetía la palabra. Intentando acabar con aquella pesadilla sin sueño, abrió la ventana y arrojó el libro que se alejó gritando una y otra vez lo mismo. Cuando estuvo seguro de que ya nada se oía, apagó la luz y se tapó intentando ahogar la inquietud entre las mantas, el silencio como corolario de su acción y la quietud de la noche albergando los fantasmas de la mente. Tic-tac, tic-ta, tic-tú, oye-tú. Imposible, pero real, el reloj había alterado el sonido de su mecanismo interno y parecía hablar, que noche esta. Ignorando la voz del artefacto, lo mandó a conversar con su libro; tan irritado como asustado regresó a la cama, ahora a la expectativa de oír nuevas voces. La siguiente no tardó demasiado en aparecer, no podía precisar cuánto, pues no tenía reloj, pero estaba allí, clara y precisa. “Llámame” decía con claridad la imagen de la mujer en el retrato. Instintivamente estiró su mano y luego corroboró con la mirada su ausencia en la cama, ella alguna vez había ocupado el espacio vacío junto a él, ahora era solo una figura olvidada juntando polvo en un portarretrato. Un ruido de cristales arrancó la queja de algún vecino, probablemente el cuadro se partió al chocar con el reloj o con el libro. Pronto y ante testigos silenciosos que miraban ocultos tras las cortinas, el televisor, la computadora, un reproductor de música, la manta de abrigo, la mesa de luz y hasta un par de zapatillas se mudaron de la casa generando un vacío extraño e impersonal en la habitación; el colchón, su ropa y la cama se fueron en una segunda tanda. Desnudo como al nacer y aferrándose a sí mismo, se encontró tendido en el suelo mientras las paredes, el piso y el techo le hablaban al unísono. Desbordada la razón que instantes antes había imaginado la voz en los objetos, dio la orden de recuperarlos...

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Alguien se animó a contar a las autoridades “...No era un mal muchacho, supongo que debió tener algún problema... mire usted, pobre, parece aferrar los objetos que tiró antes de suicidarse”.

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Fernanda Lambri Oliveros

JULIA TAFÍ Bella Julia, Tafí pura, en la miel de tus ojos brilla el sol de antes de los Incas. Se afina y alarga tu esbelta figura, en el crepúsculo que se incendia como hoguera tras las cimas. El pausado atardecer rosado, te dibuja en el sinuoso sendero, como jugando escondidas entre los ocres del cerro. Con infinitos finos vellones de vicuñas, tejes ponchos de tinieblas, para abrigar tu herida profunda; sangre coagulada en la eternidad, esplendor de antaño disuelto en lágrimas. Se percibe el latido en cada piedra, en cada mínimo corpúsculo de tierra, del dolido corazón avasallado de tu honorable pueblo, que pulsa por resurgir en la historia desvirtuada. Espejismos de una sociedad perdida, nutriéndose de hierbabuena creciendo en los contornos de la memoriaEl lamento de las almas percusionando en las cajas, nostalgia presa en el canto; resistencia cultural de una comunidad que no resigna el pasado y rescatando su identidad la enarbola, orgullosa de sus ancestros, arraigados por derecho al comienzo de los tiempos.

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Alicia Beatriz Margueritte Oliveros

NOSTALGIA La tristeza invade de nostalgias el alma y recuerda caminos que tomamos los dos, bajo el cielo celeste estrellado de aromas con las hojas crujientes de este otoño sin sol. Mis recuerdos se mezclan de nostalgias y risas que vivimos de pronto, sin querer, porque sí, porque toda la vida recorremos senderos y buscamos al otro que nos va a redimir. Cuando esas dos manos se entrelazan de dedos cuando todo parece de distinto color, cuando somos pareja colocamos el alma para ser una sola y llenarnos de amor. Es tan triste la tarde, con las hojas cayendo con el frío que empieza a cubrir nuestra piel. Te recuerdo en mi sueño, de princesa sin reino y quisiera buscarte y encontrarte otra vez.

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Nostalgie Adriana Merguen


Graciela Leonor Ortiz Oliveros

DEVENIR Tiempos de siembras y de cosechas que ya disfruto sin cuestionar. Tiempo de antaño, tan diferente, resulta inútil el comparar. Tiempo que añoro de mis abuelos, amados días de bienquerer. Tiempo de entrega desmesurado, infatigable de juventud. Tiempo de amores inolvidables que permanecen sin desteñir, los corazones encaprichados que no lograron sobrevivir. Lejanos tiempos de mi otra vida donde mis gestos, ya compartí. No reconozco mis desventuras ¡más vale así! En este tiempo tan presumido de tecnológico y virtual, yo no comprendo por qué demonios, pasa mi tiempo sin esperar. Se me diluye, se me dispara, se me escatima ya sin piedad… Hermoso tiempo el del ahora, aprovecharlo es esencial. Vivirlo todo sin retaceos y sin temores a disfrutar. Tiempo sin tiempo, ya no reniego de esta sublime forma de dar. Mi vida entera ya no se entera que en este tiempo de compartir, el minutero y el segundero no tienen tregua que registrar. Solo repiten exactamente los pedacitos de ese tic-tac, tic-tac, tic-tac.

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Virginia Petrilli Oliveros

ELLA

Pedacitos Celeste Camusso

Ella estaba parada ahí, en esa línea finita que separa el ayer del hoy. Ella tenía chispazos de ese tiempo donde quizás fue feliz, claroscuros que la hacían recorrer el presente con tropiezos, sin habituarse a él. Iba y venía a otras épocas muy marcadas de su vida, cuando fue niña y tenía a papá y mamá. Al fin, ella se quedó en el ayer solo recordando momentos

pasados. Los complicados pasajes de la mente le hicieron decidir quedarse ahí. Y hoy, vive así, ubicada en la niñez con sus muñecas y en la juventud con sus recuerdos que seguramente son tan fuertes que allí encuentra amor y protección.

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Ana Maria Ponce Oliveros

A MI NIETO POR NACER (VIII) Hoy pensé en vos, principito mío. La tarde está gris, hace frío. Llovizna lentamente y te imagino… en brazos de tu mamá dentro de ese hueco tibio que se amolda a tu cuerpo. Miradas de amor infinito. Sonrisas que enamoran. Tus manitas en su pecho mientras te alimentas. Momento supremo. Único en la vida… Ternura sin medida emerge en mí, la alegría cuando pienso en vos, que estás llegando para recordarnos la vida. Fuente de energía. Motorcito de amor impulsando nuestros días. Nos vemos en primavera cuando broten los sauces y florezcan las azaleas. Con los brazos abiertos, y mi alma plena, te espero…

En tus sueños

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Marta Eva Rodríguez Oliveros

PARA QUE ESCUCHEMOS EL CORAZÓN Esta canción la escribí estando presa en la cárcel de Villa Devoto, en los años de la dictadura cívico-militar que sufrió nuestro país, que dejó miles de muertos, personas desaparecidas, niños robados a los que le quitaron su identidad y una economía destruida de la que costó y costará aún mucho salir y recuperarnos. Mi hijo Emilio, hoy papá de María Luz, Guillermo y Celeste Daniel Delgado Podio, había nacido estando yo ya prisionera. Después de casi cinco años de estar separados, viéndonos en visitas en locutorios cerrados con vidrios, obtuvimos, el papá y yo la posibilidad de salir del país, una manera de dejarnos en libertad. En ese tiempo previo a la libertad, le escribíamos cartas y le hacíamos cuentos que sus abuelos le leían, y así manteníamos la comunicación, creando personajes como la Tortuga Despacita, el Duende Sombrero, Guasunchito, charitos comilones y gallitos copetudos, y tucutucus que a él le gustaba encontrar en los cuentos o en las cartas. Un día, estando yo castigada en una celda especial, empecé a imaginarme cómo sería cuando saliera en libertad, el encuentro con Emilio, como sería esa Navidad, que era el día de su cumpleaños, cuando nos encontráramos… y me surgió esta canción: Vengo a cantarte mi changuito A acariciarte con mi canción Tengo la luna y también el sol Y hasta el lucero en mi corazón Toda la piel de mis manos ya Quiere revolcarse en tu carita Apriete fuerte mi changuito Para que escuchemos el corazón Todo es de luz y colores hoy Porque te tengo y me tenés vos Traje para vos Adivina, adivinador Un guasunchito contento Un conejito rabón

Un duende sombrerudo Y un tucutucu con su farol. Un gallito copetudo Un charito comilón Y con su casa puesta Viene Despacita también con vos. Salen de los cuentos que yo escribí Y no volverán a meterse allí Besarán la punta de tu nariz Y estarán con vos cuando te dormís Y si sonreís yo sé que soñás Que será distinta esta Navidad. Y si sonreís yo sé que soñás Que será distinta esta Navidad …

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Hoy volvió la democracia a nuestro país, hace ya treinta y cinco años y siento profunda alegría que mis nietos vivan este tiempo tan hermoso de libertad, mientras también se están realizando juicios para dar castigo a todos aquellos genocidas que produjeron un tiempo de tanta noche y tanto dolor para los argentinos, haciéndose dueños de las vidas, de los bienes, de la identidad y hasta de los sueños y la posibilidad de niños como Emilio de crecer junto a sus padres como debe ser.

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Raquel Taler Oliveros

LA INFANCIA DE CECI ¿Cuántos años tenía? ¿Diez, once?… Era verano, había interrumpido su siesta, no tenía sueño. Despacio, descalza, lentamente abrió la puerta para no despertar a los otros. Le gustaba el patio de su casa, eligió la puerta que daba a la calle. La tierra estaba pintada con sal, en algunos lugares, reseca y agrietada María Luz formando un gran rompecabezas. Vestida de verano con pollerita Gladis Taboro corta y una remera, sus pies envueltos con polvo. Apoyaba su espalda en uno de los postes de la puerta, había viento, un poco. Remolinos pequeños formaban un valet de efímeros momentos. Ella soñaba… Las hormigas en tanto desfilaban con su carga; ella les hacía dificultosa su marcha, les ponía obstáculos, una piedra, un palo…Después aplastaba con un dedo a algunas de ellas y se quedaba mirando. Nunca entendió por qué lo hacía. Fue un momento nada más cuando un grupo de mariposas limoneras pasó por el lugar y al ratito nomás un grupo más pequeño de las lecheras. Con sus hermanas y sus vecinos las esperaban con ramas para cazarlas. Nunca entendió por qué lo hacía. Sintió que unos pasos se acercaban, era su hermana mayor. Vamos al río, si buscás las lombrices, yo preparo la torta. Encontró una lata, tomó la pala y punteó la tierra donde había humedad. Sacó lombrices. Hay que ir a lo de Carola a comprar cosas, dijo su mamá. Anotó en su memoria lo que tenía que traer: vino, pan, jugo, mortadela, queso, dulce de batata y carbón. Partió cruzando aquel monte espeso de eucaliptus, atravesó las vías, mirando antes para un lado y para el otro; su mirada se detuvo un instante siguiendo la línea de aquel infinito. De regreso la torta ya estaba en el horno. Había que cargar el cajón verde algo despintado: platos, vasos, fuente, la tabla, sal, aceite, vinagre; aparte la bolsa con el pan y, en la conservadora: hielo, vino, jugo, el fiambre, y la carne; la torta iba aparte, estaba caliente. El carbón, no olvidar el carbón. Su hermana más chica no hacía nada. Cargar las cosas en el viejo whuippet modelo veinti tanto, con carrocería de madera, color celeste. Su papá le había hecho un toldo de lona para que ellas pudieran ir atrás más cómodas, más protegidas. El camino era de tierra, mucho guadal, bajaban sacudiéndose, los dientes parecían más blancos. Mojarrear era lo primero; a Ceci no le gustaba, le daba impresión clavar lombrices que se movían en el anzuelo. Lo hacía, pero no sabía por qué.

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Observaba… muchos juncos llenos de huevos de caracol, bien rosados, los tumba culitos, el vuelo de las cigüeñas, de los patos…, ese cielo, ese olor. Caminaba más allá; entonces encontraba bosta de vaca, alguna huella de pajarito, de alguna lagartija, la calavera de algún animal. Bañarse allí, no era lindo, pero igual lo hacía. Los pies se hundían en el barro hasta encontrar algo más duro y después a zambullirse, abrir los ojos, todo era turbio, miles de seres diminutos inundaban el lugar. Después a sacarse los choncacos que con sus ventosas se adherían. Ya de noche, su mirada se posaba en las estrellas, en la luna tan redonda y su reflejo en el agua. Entonces aparecían los bichitos de luz, los corría y atrapaba, les sacaba la parte fosforescente y se hacía anillos. Nunca entendió por qué lo hacía. Ceci, ya es grande y no caza mariposas, ni bichitos de luz, deja los huevos de caracol en los juncos y observa, solo observa a las hormigas. Ceci, sabe por qué lo hace.

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Nelso Rubén Volpato Oliveros

CHARLY Charly era, es, un chico de la villa. Nació en la villa, se crió en la villa, creció en la villa. Villa separada tan solo por una calle del resto del barrio. Con el desprejuicio natural de los niños, los de este lado de acá le permiten compartir sus juegos. Mezclado entre ellos parece uno más. En una ocasión, decidieron y solicitaron permiso para venir a Carbonilla [2] disfrutar un día en nuestra casa de fin de semana. Charly estaba Nahuel Heil incluido. Cada cual traía lo suyo para la parrilla: un trozo de pollo, o carne, o salchicha, chorizo o hamburguesa. Menuda tarea para mí, pero con gusto. Cuando tendimos la mesa y nos acomodamos, observamos que Charly estaba lejos, aislado, al lado de la pileta; él no había traído nada. ¿Timidez? ¿Vergüenza? ¿Especulación? Fuimos a buscarlo y lo integramos. Pasamos un hermoso día. Desde entonces, cada vez que paso con el auto por el barrio, se esmera para que note su presencia, saludándome aparatosamente con sus brazos, como si fuera un molino. Cierta tardecita, mi esposa regresaba caminando de su lugar de trabajo. Charly, que estaba como de costumbre sentado en el cordón de la vereda, se incorpora velozmente y sale a su encuentro saludándola en forma efusiva e inusual. Hola, señora, ¿cómo está? Los dos sujetos que venían detrás de ella y estaban a punto de alcanzarla, pasan sin detenerse. Charly los conocía, y estos a él. Con su actitud le evitó como mínimo un mal momento. Charly es así, nació donde no debía, o el lugar donde nació nunca debió existir como tal. Tremenda deuda de nuestra sociedad: pronunciamos sentidas declaraciones, con muy pocas acciones concretas. Las diferencias sociales extremas, no por muy antiguas dejan de ser injustificables. Continúa agitando exageradamente sus largos brazos si me ve pasar. Le resulta dificultoso conseguir trabajo; cuando denuncia su domicilio lo estigmatizan. Suele realizar algunas changas, destapar cloacas, por ejemplo. Si se lo propusiera podría especializarse, pero quizás a Charly no le interese ser un gran destapador de cloacas. Espero que logre acomodarse y escapar a su destino casi lógico.

Hace pocos días, nos encontramos, ambos de a pie. Ya es un hombre. Nos saludamos con muestras de sincero afecto. Coincidimos en que sería bueno repetir aquel encuentro y compartir un asadito; está invitado. Aunque no lo decimos, ambos sabemos que ello es casi imposible: los años pasan, las circunstancias cambian, las amistades se diluyen. Nos despedimos con frases de ocasión. Lo veo alejarse, cinco o seis pasos, vuelve sobre los mismos, se acerca a mí y por primera vez, me da un beso. Solo un beso y ni una palabra. ¿Sabrá él que le entendí?

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Hedy Rosa Teresa Saoretti Ricardone

EL GATO COLORADO (Cuento que no es cuento) Hay en el barrio del pueblo en que vivo un personaje famoso. Nadie sabe de dónde vino, ni dónde duerme a la noche; nadie admite ser su “dueño”. Sí, sabemos todos los vecinos DÓNDE COME, del recipiente de alimento balanceado de mi gatita; de la jaula de los faisanes en el gallinero de los vecinos Gladis y José, Descansando donde desde el techo se pasea esperando que sí, la rottweiler… Andrés Torti afloje la guardia para bajar, mientras hace tiempo desplazándose majestuoso. De allí, sigue viaje hacia la esquina, al plato de alimentos caseros que otros vecinos le preparan a una perrita que vive en la calle. A veces vemos donde dormita de día, entre los arbustos del cerco de mi casa Volviendo locos a mis perros, mientras el permanece impermutable, tal como se lo observa en este cuadro; relajado, con una completa despreocupación por todo lo que ocurre fuera de el mismo; luciendo toda su belleza de animal que ha conservado lo que muchos de nosotros por más yoga o sofisticadas técnicas de relajación que implementemos. Esta bendita criatura es capaz de despertar en mí la más variada gama de resentimientos: desde la ira al amor incondicional, pasando por la piedad y la tolerancia. Ahora bien, encontrarlo retratado en la Galería de Forma y Color del Ente Cultural… presente allí con tan nitidez y realismo, en placentero sueño; ¡como si fuera el mismísimo gato colorado de aquí! Me pregunto ¿Cómo este estigma de mi barrio llegó hasta la admirable paleta de ANDRES, adueñándose también de arte? El mundo tiene muchos misterios aun para nosotros, pobres seres humanos. Creamos mundos virtuales a través de la tecnología y pocas veces advertimos que esos mundos son tan reales como los otros que acostumbramos llamar reales. Por eso, el gato colorado de mi barrio, no me preocupa tanto que robe la comida, altere la paz de mis perros y dormite plácidamente en mis canteros y muros…Lo que altera es haberlo descubierto ¡TAMBIÉN en mi celular! Para mí, un nuevo lugar que me invadió, cuando en realidad estaba buscando otro cuadro. Llegado a este punto, me pregunto por qué tantos sentimientos encontrados acerca de esta criatura y PARA QUÉ aparece en mi vida. Tal vez para ESTO.

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Marta Gladis del Valle Wagner Ricardone

HECHICERA Despierto a la madrugada, trémula, azorada, con el corazón palpitante y gotas de rocío surcando mi frente. Tu rostro de colores se refleja en mi ventana, hechicera invasora, incesante compañera, de mis noches de soledad. Somos dos fuerzas antagónicas, luchando por vencer; tú eres invasión y miedo, yo soy quietud y bálsamo. Vacilante, me incorporo y te veo en la penumbra de mi tétrica habitación, máscara del miedo, fantasma maldito. Tomo tu sombra con mis manos y la arrojo con vehemencia al vacío; desapareces en la niebla, para no regresar. Esa nítida imagen ¿fue real o producto de mi imaginación? a veces el miedo anida en la mente, corroe el alma y nubla la razón. Hasta que un día agobiado decimos: ¡Basta!... huyen los fantasmas, y renace la paz.

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Haydee Luján Chocobar Sastre

QUEDAMOS VOS Y YO Quedamos vos y yo, solos en esta comarca devastada, convertida en un desierto desolado. Tan solos que quisimos ser uno ante el infortunio y unirnos antes de desaparecer. Quema la tierra sedienta. No queremos rozarla siquiera, para no Quiero vivir dañarla aún más. Juan Kluczkiewicz Mis brazos te acarician. Los tuyos tratan de acercarse. Tus largos dedos deseosos se aproximan a mi rostro enjuto, pero no me alcanzan. Muere en el aire la terneza. Los cuerpos enroscados, unidos en una mágica figura, sin prejuicios, sin miedos, sin palabras, sin trinos, sin aromas, sin colores. Solo el silencio. Y vos y yo, en una eterna desnudez, en un único amor, en una soledad doliente, en un abrazo póstumo.

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Marta Raquel Giai Sastre

EL SUTIL ENCANTO DE LA LECTURA Cuando la tarde se presenta gris, cuando una persistente gripe nos mantiene en cama, cuando en medio una etapa de crisis, tedio o angustia el mundo se nos antoja hostil…allí están ellos, esperando en un anaquel prolijamente ordenado o desparramados casi al azar en medio de nuestras cosas cotidianas. Los libros. Esos que compramos entusiasmados un día cualquiera o que recibimos de regalo en alguna Navidad, aunque luego nunca hayamos podido encontrar el tiempo necesario para sumergirnos en su fantástico mundo. Los pobres esperan pacientemente su turno y ruegan porque no seamos como los ingratos amantes, que dejan abandonada a su enamorada, por desidia o por quedar atrapados en una vorágine de tareas y trabajos impostergables. Y, por supuesto, cuando hablo de leer no me refiero al hecho de sentarnos frente a la pantalla de una computadora o un celular a curiosear los titulares de los diarios o a revisar rápidamente con la vista las informaciones más candentes de la semana, sino a la acción incomparable y embriagadora de instalarnos en la comodidad de nuestro sillón favorito, con un ejemplar de “carne y hueso”, mejor dicho, de papel y tinta, entre las manos. Es interesante meditar que, en unos pocos miles de años, un pestañeo de la historia, pudimos pasar de ser una especie animal que a duras penas se iba irguiendo sobre sus patas traseras, profiriendo unos pocos gruñidos, a la raza de humanos que somos hoy, capaces de comprender desde las “Ficciones” de Borges, hasta el “Hamlet” de Shakespeare, pasando por cuentos, poesías, ensayos, novelas o historietas. Y así, la palabra primero hablada y luego escrita, nos fue infundiendo nuestra identidad, Es el lenguaje lo que nos hizo humanos y somos humanos pensantes, reflexivos y críticos porque leemos. Si esta evolución no se hubiese producido, estaríamos aun en un paraíso animal, despreocupados de otra cosa que no fuera sobrevivir, inmersos solamente en la subsistencia diaria. Pero no, hemos evolucionado. Desarrollamos el lenguaje, aprendimos a hablar, a escribir y a leer. Y eso es lo que da la medida de nuestra humanidad. Ojalá nunca lo olvidemos y seamos conscientes de la magnitud de este “regalo” extraordinario que hemos recibido.

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Maximiliano Marques Sastre

LAS MANOS DE MI ABUELA El sol de febrero castiga parejo y no da respiro hace varios días. Solo se escuchan las chicharras en la siesta del pueblo y la sequía es incipiente, pero ella nunca se da por vencida. Camina despacio porque las piernas le duelen, le pesan; se apoya en la tapia que recorre el patio y se sostiene. La usa como guía, como un perro lazarillo porque los ochenta y nueve recién Momentos compartidos cumplidos la dejaron ciega. Raquel Pendino Tambalea, pero sigue, parece que nunca llegará; que esos veinticinco metros serán interminables, pero llega. No fue en vano, pues la higuera del fondo pagará su esfuerzo con una treintena de gordos higos con los que hará dulce para todos. La radio está apagada porque hace varios meses que está triste; quien me oyera, jamás me lo creería. Ni siquiera el "Boca" de "Guillermo" logra sacarle una sonrisa. Quizás piense que ha llegado el momento de caerle de sorpresa a mi abuelo "Nario". "Las manos de mi Abuela" ya no tejen, pero aún guardo los pulóveres a rayas que abrigaron mi niñez. Tampoco logran ya, decorar esas tortas marmoladas que acompañan el invencible mate de madera. Ese sí que se ganó el Cielo; fue su caudillo más leal y resistió hasta el final, jamás la abandonó. "Las manos de mi Abuela" cobijaron mi infancia, protegieron mi adolescencia y cuidan mi presente. Viven en mí, cada día, cada despertar. Sus abrazos no se olvidan porque brindaban seguridad a pesar de su delgadez. Deposité en sus manos mi confianza, mis secretos, mis locuras, mis pesares; y todo cabía en ellas. Siempre le sobró espacio para mí. Se fue apretando mi mano, pero no me quedé esperando; me quedé en este mundo, el de los vivos, feliz por haberle dado lo que pude hasta el final. Yo sé que lo supo. Y sé que llegará el día en que sea ella quien me espere del otro lado, con el mate preparado, la radio prendida...y los brazos abiertos...

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Delia Maria Windholz Sastre

AMOR VOLCÁNICO De golpe mi suelo se pone a temblar ruge, silba, gruñe me devora al pasar.

El volcán en erupción Isabel Langou

Un cráter arroja burbujas calientes, lenguas de colores en esta boca ardiente. Enfurecida colina amor y pasión, depósito de magma, violenta explosión. La tierra se parte al vernos besar. El cielo despierta al vernos amar.

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Iris Cazco Tortugas

PUNTO EN EL INFINITO Miro esa obra de arte y un impulso de curiosidad se instala en mi figura inquieta. Me sumerjo en la corteza del objeto celeste sostenido en el espacio. Cierro mis ojos, suspiro y una melodía seductora me hunde en un exterminio al final del mundo. Macarena Gómez Veo imágenes que serpentean y vibran como acariciando luceros. Son mares transparentes, naves errantes y vientos que pasan. Sigo naufragando en ese símbolo sólido para enfocarme en una luz poderosa y brillante reflejada en el agua. Es la luna que con su impulso curioso y su corazón a punto de estallar trata de iniciar una aventura. De pronto, el aire perfumado del encantamiento y la aurora que moja mis pupilas, hacen que mi fantasía se vea vencida y la realidad me envuelva en una confusión de pensamientos. Abro los ojos y veo ese poderoso universo donde vagan numerosos cuerpos celestes y un dejo de emoción y melancolía se perfila en mi interior al haber simbolizado solo uno de ellos.

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Andrea Ferrari Tortugas

DESNUDEZ De pronto, un día tomé conciencia de que era una adulta atrapada en una vida de incertidumbre, que tenía un velo en los ojos que no me permitía ver la realidad ni verme a mí misma. Y me paré frente al espejo de la verdad, me quité el velo de los ojos y me despojé de toda aquella vestidura que año tras año había colocado sobre mi cuerpo. Se me irritó la vista al contemplar la hipocresía que me rodeaba, mis oídos zumbaron por las mentiras que me gustaba escuchar para conformarme. De a poco, fui quitando aquella ropa que pesaba tanto, que me sofocaba a pesar de tener bellos colores y suaves texturas y así fueron cayendo: el llanto, la humillación, la violencia, los silencios, los malos amores, la envidia, el dolor, el ultraje. Me miré en aquel espejo y me vi desnuda de todo aquello que un día pensé que era necesario, entonces solté mi pelo que estaba atrapado en extrañas ideas y flotó libre. Fue ahí cuando el espejo me devolvió la imagen de una mujer real, adulta, libre y capaz de echar raíces en un mundo nuevo.

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Ana Laura Girolami Tortugas

LA LOCA ¡Ahí va la Loca!, decía todo el pequeño poblado cuando la veían pasar. Ella era distinta, una muchacha joven de piel suave y pura, ojos negros cubiertos por gruesas y largas pestañas, cejas pronunciadas. Con su cabello negro y extenso inventaba innovadores peinados y los lucía decorándolos con cintas y hebillas coloridas. Su cuerpo era escultural, cintura pronunciada, grandes senos y caderas. Esto dejó a la vista de todos, una tarde de otoño cuando salió corriendo desnuda atravesando los descampados cubiertos de hojas caídas. Los demás días vestía con atuendos de muchos colores sin combinar, sombreros y zapatos decorados artesanalmente. Siempre limpia y dejando destellos de perfume frutal por cualquier lugar donde pasaba. Muchos decían que se volvió loca cuando su hijo murió al nacer, aunque nunca la habían visto embarazada, otros, que fue a causa de mal de amores, aunque nunca la habían visto en pareja, otros, que se volvió loca cuando toda su familia la abandonó. Quizás esta podía ser la teoría más acertada, ya que desde siempre vivió sola, no se sabe con certeza cuanto hace que está en el poblado, pero siempre sola. Lola la llamaban. Había días que se la pasaba cantando con su dulce voz y a pesar de que muchos se quejaban, en realidad era muy agradable escucharla, más aún cuando acompañaba sus canciones tocando el arpa. Había tardes donde solo se dedicaba a regalar flores a quien se le cruzara, es un misterio de dónde las sacaba, ya que su casa estaba aislada, en medio de la nada y solo rodeada de grandes eucaliptos. Hubo un día en que los habitantes al despertar se encontraron con que Lola había preparado una mesa larga con manteles bordados llena de tazas con café o chocolate, tortas, roscas y bocadillos, que unos pocos se animaron a probar. Tal vez era el día de su cumpleaños y lo quería festejar. Para los niños era como un personaje de cuento, algo así como un hada madrina o bruja buena, nunca envejecía, por el contrario, parecía estar cada vez más bella y joven. Una mañana, no apareció y todos notaron su ausencia. Cerca del mediodía, el pueblo se llenó de mariposas multicolores. No quedó rincón donde no hubiera una, el aire comenzó a oler a rosas, el sol pareció brillar con más fuerza, pero sin sofocar con su calor. De aquella casita blanca con ventanas pequeñas donde ella vivía, salió un gran rayo de luz, así como un arco iris luminoso y brillante, todos lo podían ver. Lola ese mediodía decidió ponerle fin a esta vida y viajar a ese mundo mágico al cual pertenecía. La sangre que brotaba del corte de sus muñecas se convirtió en un río cristalino que rodeó armoniosamente el poblado y que a medida que avanzaba iba haciendo brotar flores y que nacieran pájaros. Todo esto se los cuento, yo, que fui testigo viviente ya que esa mañana al no encontrarla, corrí hasta aquella casita y lo presencié. Hoy, voy merodeando por las calles al igual que Lola, imitándola y esperando el momento de convertirme en un ser mágico como ella.

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Gimena Juan Tortugas

LA MARIPOSA Puedo observarla durante horas y horas, contemplar tanta belleza, tantos colores…Descubrir que atrás de ella encuentro sus ojos, que me persiguen, me protege. Sin esperarla, aparece y se posa sobre mis manos, me investiga, me hace sentir que está muy cerca de mí, que no me deja sola. La falfalina Me conoce muy bien, sabe dónde encontrarme. En mis días Carolina tristes, me refugio en el jardín, allí están las flores más hermosas, SchembergerHeredia el sol las lena de luz y aparece ella con mil vueltas, llenando de color cada rincón, cada espacio Se detiene unos segundos sobre mí, trae su calma. Me quedo quieta, no quiero que vuele, quiero que se quede conmigo, que el tiempo se detenga y me deje observar cada uno de sus movimientos, porque cuando comienza su vuelo me recuerda que va a ser la última vez que la vuelva a ver.

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Andrea Meza Tortugas

TIERRA DE SUEÑOS Amanece sobre los campos cubiertos por mantos blancos cual capullos de algodón. Chacra “La Nona” despierta. Los gallos irrumpen con su concierto y una dulce melodía de trinos llega con la brisa del viento. ¡Belleza de mi Argentina, nada se le ha de igualar en estos parajes de humildad! Amarillo de girasoles, oro maduro del trigal…la melancolía me invade, evoco vivencias de Casa de campo mi niñez que por siempre he de recordar: el rostro de mi maestra, Verónica Weiss la calidez de sus manos aferrando las mías, tiempos de palomitas blancas partiendo en sulky o a caballo, desafiando soles y heladas, rumbo a la antigua escuelita… Algunas lágrimas se deslizan por mi rostro, vuelvo a la realidad de mis días. Mi mirada se detiene en la tranquera de entrada, la peonada comienza a aparecer luciendo bombachas y alpargatas, botas, sombreros de alas quebradas… vestimenta de gaucho, orgullo del peón rural que, enfrentando temporales, al alba ya están de pie. Les doy la bienvenida y me alejo en busca de leños recién cortados, enciendo el fogón, la pavita tiznada comienza a calentar y pronto el mate corre de mano en mano tratando de apaciguar el frío de la mañana. Los espera una larga jornada de trabajo. Es tiempo de cosechar sueños y esperanzas en la siembra. El aroma a tierra fresca y pasto recién cortado perfuma el aire. Un peoncito moreno pasa al galope en su caballo tarareando una alegre melodía de su Corrientes natal. Lleva en sus manos un rebenque y al cinto su cuchillo fiel. Mis pensamientos se detienen con las remembranzas del ayer, eran otros tiempos. Tal vez hoy, al culminar la cosecha, el lugar vuelva a ser un paraíso de silencio y paz y la soledad mi fiel compañía. Aun así, el orgullo por mi gente invade mi corazón. Mi ángel se hace visible desplegando sus alas y trayendo un rayito de sol a mi vida. Me arrodillo en este suelo y con respeto elevo al cielo una plegaria, agradeciéndole a Dios y al gauchito Gil, justo a mi edad, recibir la bendición añorada: ¡El despertar y vivir en esta tierra soñada!

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Ana María Moine Tortugas

ALAS PA’ VOLAR Cuando uno lee la historia de Frida Khalo, sin muchos prejuicios y menos vergüenza por mostrarse y contar sobre su intensa vida, lo lleva a uno a admirarla. Ella no cerró los ojos a la fealdad, sino por el contrario, los abrió para presenciar el nacimiento de una belleza terrible. Desde los dolores físicos, Frida Kahlo producidos por accidentes, hasta quedar, con un peso de Juliana Rohrmann veinticinco kilos sobre su cuerpo, tendida en una cama para aliviar los dolores sin poder moverse, además de la mutilación de los dedos del pie por graves infecciones, así padeció. Y en esas condiciones, se hizo llevar a una reunión política con la que estaba comprometida -partido comunista. Todos estos sufrimientos físicos, además de situaciones amorosas lésbicas y heterosexuales, ya en su México querido, como en Nueva York, París y otros lugares, no le impedían expresar en sus pinturas sus estados de ánimos y sentimientos del momento. Tuvo grandes éxitos y también fracasos. A pesar de todo, nunca pudo olvidar al gran amor de su vida, el corpulento y nada agradable Diego Rivera, mientras que ella no pasaba más allá de metro sesenta y tenía muy bajo peso. Fue una vida llena de amarguras y algunas alegrías, porque fue muy maltratada, aunque también admirada. La última de sus obras, “Viva la vida”, es un canto a la alegría de vivir. Frida decía “pies, para qué los quiero, si tengo alas pa’ volar”. Fue una de las artistas americanas más enigmáticas. Murió en su casa azul mientras dormía el trece de julio de mil novecientos cincuenta y cuatro, a los cuarenta y siete años, desobedeciendo todas las recomendaciones de los médicos. Pidió ser cremada. Envolvieron el féretro en la bandera roja con la hoz y el martillo, el acto fue realizado en el crematorio civil de Dolores. Diego dispuso las cenizas de Frida en una cuna.

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Adriana Moine Tortugas

EL ABUELO RAMON Sus padres perdieron toda su fortuna en una gran estafa producida por sus propios socios. Ramón, a mediana edad, se independizó y con sus ahorros se compró una hermosa cabaña a kilómetros del pueblo. La casita estaba rodeada de un parque lleno de árboles que daban una armoniosa vista de calidez humana. El abuelo Ramón Durante una noche de tormenta, había cambiado su rumbo María Alejandra para volver a su domicilio, cuando la vio a ella que cruzaba la calle Heredia a toda prisa y los orillos de su largo vestido se movían al compás de su apuro. El corazón de Ramón quedó impactado y una correntada de sensaciones invadió sus venas mientras la miraba con adoración. Cada mañana, cuando se dirigía al trabajo, se encontraba con Cecilia y la observaba con el chal rojo que le resaltaba el rostro, tan delicado y simple. Cuando ella se percató de que Ramón todos los días la seguía, pensó que se sentía orgullosa y halagada por ese seguimiento. Ramón tenía temor y tristeza, pensando que lo de ellos era imposible. Pero venciendo obstáculos, se amaron, formaron un hogar, tuvieron hijos y nietos. Eran muy felices, hasta que la tragedia golpeó sus vidas y a Cecilia, a causa de un virus, la tuvieron que internar. Estuvo muy mal hasta que llegó su deceso. Ramón, ya anciano, portaba en su rostro los surcos de la vida, del dolor; se refugiaba en su casa, frente al hogar, donde en la parte superior había un retrato de Cecilia. Las llamas que largaban los leños cuando comenzaban a arder, se espejaban en los ojos transparentes de Ramón. Él se sentaba en su mecedora y a escondidas, su corazón lloraba la pérdida, lo único que quería era estar solo para pensar en lo que había pasado. Ese desconsuelo difícil de soportar se aliviaba cuando los nietos, de diferentes edades, lo despojaban del dolor para convertirlo en amor y felicidad. El abuelo Ramón, tras la tristeza de la pérdida de Cecilia, le daba total agradecimiento por los hijos y nietos que le dejó como herencia.

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USINA II

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Patricia Altamirano Ataliva

ATARDECER Va cayendo el sol, atardecer de verano en el campo donde se mezclan ruidos y olores perfumando la tardecita tranquila. Color naranja del sol en el horizonte, verdor de plantas, silueta recortada de ventanas abiertas y enredaderas. Recuerdos que se agolpan en mi mente de ese patio inmenso, horno de barro, pan casero, agua fresca del aljibe. El canto de los grillos luciérnagas jugando infancia llena de ternura. Camino largo, paraíso florecido, ramillete de flores silvestres. Atardecer en el campo tiempo que vuela, viaje que recorre alegría y tristeza. Casa abandonada a mí vuelven los recuerdos.

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Casa de campo María Caravario de Cagliero


Marisa Parola Ataliva

LETANÍA Está oscuro. Hace frío. Soledad y silencio, invaden tiempo y espacio. El cuerpo mutilado no siente dolor, pero es esquiva la paz anhelada. Años remotos recuerdan una torta con dieciocho velas. Felicidad efímera ahogada por la confusión de ser enviado a matar a morir. Proyectos truncos. Lejanía. Injusticia. Mentira. Certeza de estómago vacío, gélida la sangre, débil el latido, raído el uniforme,

obsoleta el arma que abrasa como fuego en las manos demasiado nuevas, demasiado torpes, demasiado limpias. Horror. Sufrimiento. Desesperanza. Inocencia abatida. Entre tumbas resuenan las palabras: Soldado. Deber. Nación. Guerra. Islas. Agoniza en la distancia una, que desespera encuentra consuelo en su delirio; otro, que enloquece

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evoca con tristeza el amigo que regresó a casa vivo, muerto. Omitido. Abandonado. Como estas cruces blancas teñidas de espanto, viento, mar. ¿Quién nos habla aquí de olvido de renuncia, de perdón? ¡Ningún suelo más querido de la Patria en la extensión! Gritan las voces quebradas mientras estampan tardíos, los nombres de sus héroes en las lápidas.

Silencio Diego Baigorri

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Raquel Ana Cattaneo Bella Italia

PARTIR La inmensidad del mar fascina, emociona, maravilla, transporta realidades y sueños. Abraza con su encanto los deseos insondables de nuestro ser y nos sumerge en una vorágine de sentimientos de la que no podemos liberarnos. Alejarse de todo y de todos. Estar dispuesto a despedirse de lo familiar, lo habitual, aquello que nos hace sentir seguros. Renunciar a las sonrisas francas de nuestros vecinos, a las palabras amables que se cruzan a diario con esas personas con quienes se ha compartido por años un devenir, a ese mirar tranquilo que reconoce lo común, lo cotidiano. Abrir un camino. Pensar en una nueva vida, en otro lugar, otro paisaje, imaginarnos cobijados en otros cielos donde, a pesar de las nubes, no habrá días grises. Estar parado frente a ese desafío y querer afrontarlo, sintiendo íntimamente que no ha de ser fácil, pero a pesar de todo, estar dispuesto a dar el paso. Estar convencido de que no se quiere permanecer más en el sitio en el que se habita. De que la vida continúa o mejor dicho, se reinicia en otro ambiente. Soñar. Tomar la iniciativa de emprender, impulsados por la fortaleza y la alegría, ese viaje soñado, de cumplir ese ensueño secreto que nos libera, que nos ilusiona. Con esa mirada embargada de felicidad que determina que lo que se encuentra ante nuestros ojos es deslumbrante, sorprendente. Sentir. Estar seguro de que las respuestas a todos los interrogantes no pueden desilusionarnos, que más allá de las dificultades y vicisitudes que el camino nos presente, tendremos la fuerza necesaria para superarlas. Porque es lo que profundamente anhelamos. La fantasía que hemos conservado en nuestro corazón, que nos ha motivado secretamente, que hemos imaginado de mil maneras posibles y que en este preciso momento se nos muestra como posible, como probable, como factible. Vivir. Abrirnos a las posibilidades y comenzar ese nuevo camino es regalarnos vida, es aceptar la responsabilidad que nos brinda el destino de reescribirlo, es acordar con nosotros mismos que solo así nos sentiremos vivos.

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Araceli Comesatti Esperanza

UN MUNDO DESCONOCIDO

Pedro Elsa Bollati

Pedro sabe cómo es afuera, lo que es el día a día. Sabe lo que es andar en la calle, que te roben, te asalten, maten a alguien delante tuyo. Y lo peor, tiene cinco años y no quiere salir pensando que alguien lo va a secuestrar. La sociedad de hoy en día no es nada parecida a la de hace treinta años atrás. La inconciencia, la intolerancia, la falta de respeto el uno hacia el otro, los abusos, la discriminación. Por eso, Pedro, prefiere imaginarse su mundo en vez de vivir

en la realidad.

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Giuliana di Filippo Esperanza

LOS OPUESTOS SE ATRAEN Cierto día, estaba en la playa con mis amigos jugando vóley en la arena, cuando mis ojos se deslumbraron ante la belleza de una muchacha, lo que trajo como consecuencia que reciba un pelotazo en la cabeza. Aquella joven que al instante me flechó con su hermosura, tenía unos ojos tan claros como el mar y su cabello largo hasta la cintura y de color rubio, caía con gracia sobre su espalda y se ondeaba junto a la pequeña brisa de mar que nos envolvía. Intenté acercarme para poder hablarle, pero cada vez que trataba, siempre estaba rodeada de personas, lo que acrecentaba mis ansias. Una y otra vez me la encontraba, parecía muy alegre, para averiguarlo tendría que hablar con ella. Un día, me acerqué y la saludé, le pregunté cómo se sentía y ella me dijo “¿Y a ti qué te importa?”. Le respondí que tan solo preguntaba por curiosidad, entonces decidí que era momento de alejarme. Éramos tan distintos, tan opuestos, tan ajenos, ahí estaba la conexión. Esa era la coincidencia, lo que no teníamos en común. Como a mis amigos le agradaban sus amigas, me obligaban a hablarle, a pesar de que me ignoraba y no nos tolerábamos creo que todos se habían dado cuenta de que esto comenzó a irritarme un poco, lo único que quería era que supiera lo que sentía. Pasaron los días y mientras más la conocía, me daba cuenta de lo arrepentido que estaba por haberla juzgado mal, era una persona tan linda y buena. Admito que a pesar de que negué muchas veces lo que sentía por Julia, lo confieso, estoy perdidamente enamorado de ella. ¿Qué voy a hacer con mis sentimientos?, sí sé que a ella no le caigo bien. Voy a conquistarla cueste lo que cueste, aunque me lleve tiempo. Desearía que ella sintiera lo mismo por mí, así tal vez pudiera nacer algo entre nosotros. Hice de todo para enamorarla, le compré flores, chocolates, le escribí cartas, ya se me acababan las ideas. Será que lo nuestro es imposible, somos un montón de hermosas contradicciones que irremediablemente se atraen. Estoy decidido, mañana hablo con ella y le pregunto, pero lo haré a la antigua, de rodillas, le declararé mi amor y le pediré sea mi novia. Preparé todo para ese día, en que se lo confesaría, espero que acepte sino creo que me rendiré. Pase lo que pase, yo no dejaré de amarla, ella es dueña de mi corazón. Le envié una carta, para que nos reuniéramos en la playa por la tarde. Me respondió con otra, diciendo que estaría allí, eso me esperanzó, porque significaba que podría haber una oportunidad. Tal vez sí, sea cierto eso de que los opuestos se atraen. Llegó y se veía espectacular, radiante, diosa, sí acepta juro que seré el chico más feliz del mundo. Le rogué que se vendara los ojos y esperara a mi señal, en cuanto los abrió vio la sorpresa que le tenía, su mirada lo decía todo, creo que se quedó atónita. Al

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hablar me dijo que era increíble, no se imaginaba que fuera ese tipo de chico, el romántico. Le confesé mis sentimientos más profundos, que había aprendido a amarla y que ella era mi otra mitad. Después de mi discurso amoroso, le hice la pregunta más difícil, ¿quieres ser mi novia? Y dijo que sí, soy la persona más afortunada por tenerla a ella a mi lado. Somos polos opuestos, como el día y la noche, y por eso nos gustamos. Dos personas que no pueden vivir una sin la otra, piezas exactas que encajan a la perfección.

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Guillermo J. Kappes Esperanza

UN AMOR DIFERENTE En un país lejano vivían dos jóvenes. Ella se llamaba Lucía, era una muchacha cabello largo y rubio, piel blanca, ojos celestes, metro setenta de altura y delgada. El nombre de él era Gerardo, un muchacho de cabello castaño y corto, piel blanca, ojos marrones, metro setenta y cinco, delgado y buen físico. Se sabe que cada uno Natalia Cogno se escapaba de su casa por las noches de luna y salía solo para admirar las estrellas y encontrar la tranquilidad que no tenían en el hogar. Ella, porque el padrastro la maltrataba y volvía loca, él por los hermanos mayores que vivían molestando y haciéndole la vida imposible cuando los papás no estaban. Esto ocurría a menudo, ya que el trabajo los hacía ausentarse. Fue así como una noche en que los dos caminaban en dirección opuesta, mirando hacia arriba para ver las estrellas, terminaron chocando. Por el impacto, las primeras palabras fueron de reproche, luego un silencio se adueñó del momento con un poco de desconfianza de por medio. De pronto, sus miradas quedaron atraídas. Los pensamientos empezaron a fluir y la curiosidad por el otro empezó a aparecer; pero ninguno tomo la iniciativa, solo se hacían preguntas como: ¿Qué me mira? y yo no la miro ¿por qué me mira a mí? Giraban la cabeza y volvía el silencio… Aunque no tardaron en mirarse de nuevo como si estuvieran en un trance o alguna clase de hipnosis. Esto se repitió varias veces hasta que decidieron seguir sus caminos por separado. Desde ese momento, la joven pasaba sus días pensando en él. A Gerardo le ocurría lo mismo: imaginaban encontrarse nuevamente. Con este propósito, transcurrieron varias noches antes de que ocurriera, porque no coincidían en lugar y tiempo. Cuando sucedió, todo fue mágico, como si se conocieran de toda la vida. Charlaron largo rato sentados sobre unos troncos, se contaron muchas cosas, durante mucho tiempo, en varias noches. De esta manera, nació su amor. Resultó que una vez en que estaban juntos habiendo decidido no regresar más a sus hogares por los problemas que tenían, se quedaron dormidos bajo las estrellas y la luna llena, uno con la cabeza apoyada en el hombro del otro. Y, aunque sea difícil de explicar, al despertarse notaron que ya no eran hombre y mujer, sino que se habían transformado en dos búhos de hermoso plumaje. Tremendo susto se llevaron y les costó asimilarlo, se tuvieron que acostumbrar a su nueva forma de vida, algo complicado de hacer. Desde ese día, pudieron ver a sus familias buscando a los jóvenes sin éxito. Ellos solo disfrutaban de su amor, su compañía y cariño. No fue como lo habían soñado, pero formaron una familia con cinco pichones y fueron felices hasta el final de sus días.

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Mabel Lucía Pruvost Esperanza

ENTRAMADO Por mis venas corre la esencia de múltiples culturas. Soy el fruto del mestizaje de etnias muy ricas. Cada una ha dejado una herencia que no puedo ni quiero ignorar. Así como los colores se mezclan en la paleta, se distribuyen, se salpican, se complementan, así también el tesoro inmenso que me han legado mis antepasados pinta mi ser con tonos renovados. Diego Ferrero Lo que para algunas ideas limitadas podría llegar a ser un inconveniente, para mí es una riqueza. La identidad es un atributo que se construye. Como un entramado de verdades y revelaciones, con la novedad del descubrimiento y la savia de la sustancia. En mí, confluyen: el bouquet, que me acerca los aromas inconfundibles; el lied que me permite disfrutar la música de la vida; el vento profundo, a veces vivificante, a veces arrasador. Si la curiosidad, algún día, me llevara a bucear en mis raíces, seguro se conformaría un caleidoscopio muy interesante. Los giros de la existencia, cada día, cada hora, cada momento, mezclarían las formas y los colores, resaltando algunos, confundiendo otros, pero siempre, brindarían un espectáculo único, ponderable. La progresiva revelación del universo nos permite sentirnos cada vez más cercanos, más íntimos, más fraternos. ¿Cómo no reconocer, entonces, las pinceladas que nos conforman? Con mirada agradecida, bendigamos la apertura a la vida de quienes nos precedieron. Brindemos, también, por los retoños que heredarán la impronta y transmitirán el mismo desafío de construir un mundo que respete y valore a todos por igual.

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Flavia Scandolo Esperanza

LAS MUJERES QUE NO NOS MIRAN Que en sus tapadas miradas esconden, una oscura sombra de un rostro vencido por el paso del tiempo. En sus silenciosos rostros, ocultan las imágenes de una historia Luisina Raviola destruida. Sus pensamientos desnudos son apagados por una débil mano. En sus sombríos vestidos, enmudecen calladas alegrías. En las noches de lluvia, las sorprende una delicada ilusión y un sueño les enseña a volar. En los pensamientos, construyen palabras pocas veces dichas. Son las mujeres que no nos miran. Que anhelan liberar los ojos despiertos.

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Edith Lucina Governo Felicia

LÁGRIMAS DE COLORES El desahogo sin lágrimas es imposible, cuando perdiste el don de llorar. Perdiste la calma que llega con el fluir del llanto. No puedo llorar. ¿Qué pasó? Perdí mis lágrimas… No sé en qué lugar, ni cuándo, pero las perdí. Las busco y no las encuentro. Quizás se las llevó el dolor o la alegría. ¿Dónde quedó ese Lágrimas de colores manantial que de niña surcaba a raudales mis mejillas? ¿Qué más Jerónimo Prevero tendré que padecer para que vuelvan a fluir? ¿Y si logro imaginar que tienen color: lágrimas verdes, azules, rojas, amarillas, como se muestra en la mujer del cuadro? ¿Volverán transformadas en lágrimas de colores? ¿Serán sanadoras? Es una tortura llorar sin lágrimas, ese bálsamo para el alma, para el dolor que atraviesa las entrañas, mata ilusiones y esperanzas. ¿Qué me pasó en el camino de estos noventa años? ¿Volveré a encontrarlas algún día, o habrá otra forma de consuelo que ayude al transcurrir diario?

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Mercedes Palavecino Felicia

OTRO CRIMEN QUEDARÁ SIN RESOLVER Los hechos ocurren en un hotel ubicado a las afueras de la ciudad de Santa Fe. Todo comienza con humo en un pasillo. Ana, inquilina de la habitación trescientos treinta y cinco, se percata de que algo no anda bien, visibiliza una leve corriente de humo al ingresar a su habitación y rápidamente llama a los bomberos. Gustavo Cerati Todo esto sucede en menos de cinco minutos, cinco minutos cruciales para el inquilino de la habitación trescientos treinta y cuatro. Tres horas antes: Paganos lo que nos debes, Gustavo. ¡No te hagas el gil! dice una voz al teléfono. ¡No tengo un mango! ¡Denme tiempo! responde con nerviosismo. Tu tiempo se agotó. Cuelgan el teléfono y Gustavo se queda preocupado con su celular aun en sus manos. Piensa, piensa en qué será de su vida si no paga el dinero que le debe a una banda de mafiosos. Exactamente doscientos mil pesos que destinó en montar un local de comidas rápidas. Desgraciadamente este quebró y perdió su fuente de ingresos -aun sin llegar a devolver la totalidad del monto y, por consiguiente, ahora lo persiguen. Se acuesta en el sillón de su modesta habitación de hotel y queda profundamente dormido. No recordó cerrar la ventana que da a su balcón. En la madrugada, un sicario contratado por los mafiosos ingresa por el balcón de Gustavo y completamente impune saca una pistola calibre treinta y ocho fabricada en la década del setenta -fierro viejo mata igual- cuyo número de serie había sido limado; en caso de caer en manos de la Policía la ANMAT jamás seguiría su antiquísimo rastro. De un solo disparo, la víctima muere sin darse cuenta absolutamente de nada. El homicida enciende un cigarrillo, incendia el lugar y sale por el mismo lugar por donde entró. Afuera lo esperan dos cómplices más y en cuestión de segundos, desaparece de la escena del crimen. El humo y el olor a quemado es percibido por la inquilina de los trescientos treinta y cinco y ocurre lo que ya sabemos. A la mañana siguiente, los peritos forenses declaran que la causa de muerte de Gustavo fue por quedarse dormido con un cigarrillo prendido, cuyas colillas al caer sobre las alfombras produjeron el incendio. ¿La verdadera causa? Ajuste de cuentas… Queridos lectores, esta historia está basada en un hecho real. Tomen conciencia de sus actos; nadie quisiera ser el próximo Gustavo.

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Solange Sager Felicia

EL BOSQUE Hace mucho tiempo en el bosque, hogar de muchas especies animales y vegetales, una muchacha joven y bien vista, decidió salir a explorar para encontrar el lugar perfecto para plantar un árbol, una nueva vida en el bosque, el próximo hogar, tal vez, de muchos pájaros. Mientras recorría el lugar, muy concentrada, Perdido en el bosque encontró algo, un poco enterrado. Su curiosidad le ganó y decidió comenzar a cavar para Constanza Giardón averiguar qué era eso que asomaba entre la tierra. Al terminar, lo tomó. Era una especie de caja de lata, cerrada con un candado, que después de un rato de forcejeo pudo abrir. La caja aparentaba ser una cajita de recuerdos, ya que adentro tenía cartas, fotos, frases, cadenitas, y esas cosas sin valor económico, pero que nos marcaron y por eso las guardamos. Lo raro que la muchacha descubrió era que ninguno de los sobres de las cartas estaba abierto, y todos decían: “Para el valiente explorador”. No lo pensó dos veces y abrió el primero. “Querido aventurero: me alegra mucho que estés leyendo esto. No sé como llegó a tus manos mi cajita de pequeños buenos momentos, pero espero te sirva. En los distintos sobres, dejé escritas experiencias y recomendaciones para los valientes exploradores que decidan recorrer este gran bosque…” Leyó una por una cada carta entretenida, hasta abrir el último sobre: “Acá te dejo una de mis experiencias, pero de vida, y distinta…Una lágrima cae, / y otra boca prefiere callar, / qué hacerle a la vida, /si no se puede cambiar, / por más que desees, / con todas las ganas del mundo, / no va a pasar, y ¿por qué? Es que solo es un sueño profundo. / Y si duele perder a alguien, / decímelo a mí, que perdí. Sin morir, pero perdí / Sin siquiera despedirme. Así perdí, y también así, / daría todo por recuperar / sin pensarlo dos veces / todo lo que tengo, por volver a ese lugar, / y ese momento / donde fui feliz. Yo perdí. / Y lo lamento. / No me tiembla la mano por decir: Daría todo lo mío de este mundo, /por tratar de cumplir ese pequeño,/ pero añorado "sueño profundo"… Y así, sin que nos haya pasado lo mismo, sin que sepas los detalles de mi historia, sé que seguramente, hayas pensado en algo tuyo, profundo, y tal vez doloroso… Porque cada uno de nosotros pasó por algo distinto, y solo nos preocupamos por lo nuestro; a veces solo uno de esos mambos de la vida, nos hace dar cuenta de que siempre hay otros con una vida difícil, o problemas similares a los que nos ocurren… vos elegís, podés guardarte mis recuerdos para vos, o dejarlos para otro curioso aventurero con mucho por aprender.” La joven decidió usar la tierra removida donde encontró la caja para plantar su arbol y enterrar los recuerdos de aquel aventurero junto a una nueva carta expresando su propia experiencia, a unos metros del mismo. Y se fue del bosque, ese mágico bosque en el cual dejó su árbol, pero se llevó en su mente y corazón miles de pensamientos, aventuras, y recuerdos.

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Juan Carlos Sinturión Felicia

SIN TÍTULO Momento maravilloso, matizado con variación de colores que une a la pareja en un instante de compañerismo y amor, para enfrentar los caminos de la vida. Envueltos por un aura que los rodea, cobijándolos y protegiéndolos en su hermosa creación. Compañía Elba Vachetta

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Bautista Eberhardt Grütly

ANTONIO RUMBO A LA CASA DE SU AMIGO Había una vez un paisano llamado Antonio, que había ido a saludar a su paisana porque se iba a ir a visitar a un amigo muy querido, un amigo de corazón era como su hermano y que vivía muy lejos. El viaje era muy largo, rumbo a Grutly Norte. Cuando llegó, Daniel que así se llamaba su amigo, lo recibió muy contento, porque hacía mucho tiempo que no se veían. Romance bajo el Antonio dejó sus pertenencias en una pieza en el fondo del rancho árbol y se dispusieron a tomar unos mates amargos con unos pastelitos Gladys Chavez recién hechos. Luego de esos ricos mates, con charla de por medio, se recostaron bajo un gran ombú que había en el patio. Cuando despertaron vieron que no quedaba ningún animal, solamente estaban los caballos. Daniel le pidió a su amigo que lo acompañará a buscar los animales: Compadre, me ayuda a recuperar esos animales. Como no, mi buen amigo. Y así partieron en busca de los animales perdidos. Pero la búsqueda fue en vano, porque no encontraron ni rastros de ellos. Preguntaron a los vecinos más cercanos, hasta que uno les dijo que los había visto cerca de un arroyo, le dieron las gracias y sin demorar salieron rumbo al arroyo, allí estaban todos los animales, los juntaron y los arriaron hasta el rancho de Daniel. Llegaron y acomodaron todos los alambrados rotos para que no se volvieran a salir los animales. Luego se bañaron, comieron y se fueron a dormir porque estaban muy cansados. Al día siguiente, Antonio acomodó sus cosas para partir al próximo día rumbo a su rancho. Cuando llegó fue a visitar a su china que lo recibió muy contenta, ya tenía preparado unos mates con torta fritas bien calentitas. Así fueron felices y comieron perdices.

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Araceli Ullua Lehmann

LA PAREJA DE TANGO Cuenta la leyenda que hace varios años atrás en la provincia de Santa Fe, una pareja de tango soñaba con llegar hasta el teatro Colón de Buenos Aires y allí poder expresar su baile. Su profesor de tango les comentó sobre una competencia a nivel nacional en donde la final se realizaría en ese mismo lugar. Sin pensarlo, la pareja envió la solicitud de inscripción y fueron Amor de Tango aceptados. Al transcurrir el tiempo, esta pareja iba avanzando en Marta Domenech la competencia y al fin llegaron a la final. Una noche nublada, con mucha neblina, la pareja de tango viajaba hacia Buenos Aires, pero en el transcurso del camino un camión los impactó de frente y la flamante pareja perdió la vida. Al cabo de una semana del accidente, se escuchó decir al portero del teatro que se escuchaba una melodía y se veían siluetas de una mujer vestida con un hermoso vestido blanco y a un hombre con un elegante traje negro, muy felices bailando tango.

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Armando Aldo Ruggieri Lehmann

SUEÑO DE LIBERTAD ¿Qué es todo esto? ¿Y aquello? Pero… Con gran asombro observo un mundo en el que hasta hace poco tiempo no sabía que existía. Estoy totalmente mojado. Algo que no logro comprender azota mi estampa secándola lentamente. El artista me ha grabado en su lienzo en mi adolescencia pasando por alto la maravillosa Asombro etapa de la niñez. He visto de qué manera su mano se balanceaba Héctor Aversa en un ir y venir creando formas de la nada. También he mirado sus ojos a medida que me delineaba, en ellos se denotaba placer al consumar su idea plasmándola en esta áspera tela y encerrándome en ella. Ha hecho y deshecho a su antojo mi figura sin que se lo autorice. Yo estaba en la nada, vivía en la nada. ¡Era nada! Y ahora soy esto...Siquiera hubiera tenido la delicadeza de darme vida en un paisaje colorido. Soporté el desgaste del lápiz, manchas y borrones. Como así también el abandono por semanas hasta que su ocurrencia le indicara continuar nuevamente castigando mi futura imagen. Le agradezco haberme dado la vida, aunque sea en un cuadro, pero ello no quita que lo aborrezca pues tenía el poder de decisión, el conocimiento del arte pictórico, buen gusto en la definición de colores, entonces me pregunto: ¿Por qué me creó en la penumbra? Si él sabía que mi alma era de grafito y la iba a llevar a cuestas por siempre. ¿Por qué me dibujó con rasgos amorfos? Pero ya está. Ya estoy. Ya soy. La pintura se ha secado totalmente. Siento un raro crujido al moverme. Por fortuna los cuadros no tienen rejas ni ventanas… Noto que mis sentidos funcionan. Mis ojos se llenan de cosas jamás vistas. El aire se cuela por mi nariz anulando el nauseabundo olor del acrílico reemplazándolo por aromas jamás concebidos. Percibo el viento que se me filtra a través de los jirones de la camisa. Mis manos sienten la rudeza de la tosca madera de la ventana que hasta hace un rato era lienzo. Mis sentidos, uno a uno, van llenándome de placer y conocimiento. Huyo de la oscura prisión del cuadro y me introduzco en el colorido mundo real. ¡Ahora sí siento que estoy vivo! ¡Y también libre!… Algo brilla intensamente en el exterior. Nuevamente me asombro. Es todo tan raro… Una de mis piernas cuelga fuera del cuadro. Hago un esfuerzo y con torpes movimientos logro sacar la otra que la tengo atascada. Mis manos se adhieren al marco del cuadro. Me suelto. Un chasquido seco me indica que me desprendí de la obra de mi inventor. Al caer, mis pies chocan con la rigidez del suelo y mis endebles piernas se tambalean haciendo vibrar todo mi ser. Ahora soy un espectador. Veo la cuna en donde nací colgada de la pared con su fondo oscuro, vacío y frío. Me alejo y observo más cuadros, todos ocupados con pinturas

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tan extravagantes como yo. ¿Es que no sabe darle alegría a su trabajo? me pregunto. Sigo mi camino buscando una puerta que me lleve a algún lado. La encuentro y escapo de allí. No comprendo qué es lo que veo. Cosas de variados tamaños y colores van y vienen, se alejan y se acercan. Niños como yo, pero más lindos, mucho más lindos. ¿Quién los habrá dibujado? ¿Quién los habrá pintado? Alguien los lleva de la mano. ¿Hacia dónde? Los sigo, pero mi intento es interrumpido por un estruendo que llega desde muy alto de mi cabeza, muy alto. Las otras figuras corren en todas direcciones. Me asusto. No sé qué hacer…Decido volver al lugar de donde vine. Algo me moja. Al voltearme noto que dejo huellas de pintura. Los colores comienzan a escurrirse. Corro desesperado hacia el lugar del cual escapé para experimentar la belleza del otro mundo. Busco mi cuadro en la pared. Con gran esfuerzo trepo y me ubico en la posición original. Alguien debe haber avisado lo sucedido pues al rato llega quien me dio vida, mira la rotura en el cuadro, los colores desvanecidos y me lleva. No comprendí nada de lo sucedido allí afuera. Lo único que entendí es que soy parte de este mundo, me crearon en él y aquí debo quedar…

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Norma Noemí Bellino Moisés Ville

NIÑA… ¡NO MIRES AFUERA! Niña… ¡no mires afuera! Que tu realidad sea los brazos de Morfeo. Que tus ojos cenicientos guarden el color de lo imposible. Niña… ¡no mires afuera! Que tus pupilas sostengan el paisaje fértil de otros amaneceres. Que, detenidas, no dejen ultrajarse. Que se perpetúen en las quimeras. Niña… ¡no mires afuera! No dejes que el becerro de oro ciegue tus ojos. Sobrevive inalterable a esta locura de destrucción y muerte. ¡No mires afuera! Sé el alma del luchador que, arrepentido, gime sobre los despojos. Sé la montaña de Moisés. El Santo Grial. La vasija que resguarda la sangre aun no derramada. La sangre nueva. Niña… ¡no mires afuera! Asila en tus cuencos lo que ya no existe. Y recuerda… ¡recuerda!… ¡atesora!... ¡preserva! Niña… ¡no mires afuera!

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La espera Marta Giorgis Torre


Norma Guglielmone Moisés Ville

AMIGO DEL AGUA

El bote Marta Storari

Camalote, que nadas erguido absorbiendo las aguas del río. Amarras a tus hermanos para volver a continuar el viaje siguiendo tu ritmo. Te deleitas con el aroma de cientos de amaneceres mientras las mariposas liban las flores en la orilla. Solícito, le cedes el paso a los lancheros para disfrutar de algún que otro guitarreo y cantar: nostálgico, amoroso, romántico… Sufres con el llanto de los niños y disfrutas con las risas de los

viajeros. Le haces frente a los vendavales y tu lucha no cesa. Cuando el sol naufraga, aparecen tímidas las estrellas y una luna redonda y curiosa se luce con nueva cada día permitiéndose algún roce. ¡Tú, amigo del agua, serás siempre mi consuelo y mi norte! Quiero parecerme en tu forma, en tu viaje y en tu espíritu. Tener solo el horizonte, como llegada y juntos, avanzar en compañía.

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Sara Maguid Moisés Ville

EMPATÍA Del sentir en imagen al sentir escrito Observa, percibe… Busca inspiración. Va al foco que lo enfoca ¡Presiente! Lo que lo habita, lo conmueve… ¡Se refleja! Su tristeza en negro y blanco se diluye en llanto. Canta, algarabía en bella sinfonía de colores… ¡Anhela!... Su esencia se expresa… ¡Hechiza! ¡Aquí estoy recibiendo tu mensaje!

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Ellas (serie) Ariana Terre


Facundo Molina Moisés Ville

SALTAR PARA SOLTAR ¿Cuántas veces tengo que negarte en mi mente para poder decir adiós? ¿Basta solo una? Muchos divagan sobre el soltar como dejar ir un globo flotando en el cosmos. O como si en los vientos de otoño aprovecharía el vaivén para soltar la cuerda y permitirle volar al barrilete. Verónica Fernández ¡Soltar no es fácil! Una persona no entra en tu vida, en tu corazón, en tu mente para quedarse para siempre. Solo basta encontrarse con uno mismo. Seleccionar lo bueno y tener el gesto sublime de no desperdiciar el temple. ¡Tantos solos y solas! ¡Listos para caminar, correr o saltar!; sí, saltar al abismo de la libertad, al disfrute del presente, de los amigos, la familia y de todos aquellos que son alimento del amor. ¡Qué grata sensación cuando al fin saboreé la libertad de dejarme ir!

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Virginia Perchevsky Moisés Ville

LAS FLORES ROSAS Y UN PORTÓN Todos los días salía a caminar sin rumbo fijo, sin darme cuenta del encanto de las calles arboladas. No alcanzaba a oír el trino de los pájaros que se saludaban al pasar. Unas hojas de intenso color verde se balanceaban suavemente frente al portón de la vieja casona. Citas ¡Cuántos recuerdos acudieron raudamente a mi mente en Delfina Sereno florida avalancha! Infancia. Adolescencia con abuelos y travesuras, disfrute de tortas y paseos. ¡Cómo olvidar el lugar, ese con timbre que trabábamos y corríamos a escondernos detrás del nostálgico ombú! Matas amarillas, portón herrumbrado, bellos recuerdos, esos que no volverán, pero permanecen enhebrados entre mis sentimientos más puros.

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Silvia Roldán Moisés Ville

PASIÓN EN LLAMAS Era invierno… Un café y sus brazos la envolvieron. La abrigaba con caricias, la cubría con sus besos, la llenaba de ilusiones. Bebieron sorbo a sorbo, de la misma taza, de la misma pasión, la locura incontrolable. Poco a poco, fueron cediendo a sus deseos. Ya no sentía frio, estaba con él, el vagabundo de sus sueños. El que la hacía estremecer con cada beso. El que temblaba junto a ella cuando hacían el amor. Poco a poco, sus cuerpos se fueron eclipsando, sintieron el calor y el fuego del placer que los iba quemando. Fueron fuego encendido, volcán en erupción. Fueron llamas. Fueron lava, pero jamás… jamás serán cenizas.

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Estela Maris Romero Moisés Ville

TU ROSTRO MAÑANA Por si acaso alguna vez… Vi tu rostro en el niño que no fue. Vi tu rostro en la inocencia devorada. Vi la felicidad al saber que te elegían. Quizás el amor fingió que te amaba, y eso también lo vi. Vi en tu rostro las heridas, intuí tus silencios, que nunca cuentan la verdad. Vi tu cuerpo vacío, insensible sobreviviente. Vi en tu carita ingenua, esa dulce tentación, que te atreviste a probar y no regresaste jamás. Te vi cuando confiabas en sus manos, y te acariciaron de más. O cuando tu rostro, otro rostro y otro más, perdieron su libertad. Por si acaso alguna vez… no pueda sostener la mirada, a esos ojos que me miran, ya no bastarían las lágrimas. En el jardín de las mujeres, las flores se marchitaron, porque las flores mueren a pesar de la lluvia.

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El jardín de las mujeres Federico Isele


Tatiana Antonella Sánchez Moisés Ville

BRILLAR CON LUZ PROPIA Conocí a María Lucía en la universidad. Era muy tímida, callada y su rostro reflejaba permanente tristeza. Como su padre la había abandonado, vivía con su madre, quien no le prestaba demasiada atención, por eso se sentía totalmente sola. Tenía que trabajar para pagar el alquiler de su departamento y había veces que ni comía Verónica Fernández porque no le alcanzaba el dinero. En cambio, yo era muy afortunada. Siempre tuve lo que quise. Nunca me faltó nada. Cuando la conocí me invadió la tristeza, pero llenó de luz mi corazón. La invité a vivir conmigo. Y aceptó. Fue mi compañera de salidas diarias, estudio, viajes, conversaciones con principio y sin final… Aunque, a pesar de haber compartido infinidad de momentos placenteros, nunca la vi feliz. Las veces que pude apreciar una sonrisa verdadera fue cuando me agradecía. Lo único que me quedaba por hacer era invitarla para que empezara danza junto a mí. Allí, en la clase de danza, ella se despejó. Se sintió tan libre como nunca, podía volar… Se dio cuenta de que sí tenía sueños por cumplir. Nunca la vi tan contenta como cuando íbamos a las clases. Ella empezó a bailar, a dejarse llevar por la danza, a soñar en grande, a vivir la vida a su manera, es decir, bailando. La felicidad me invadía. Ella había encontrado lo que le gustaba. Y lo que más me admiraba era que, a lo largo de su vida y a pesar de sus escasas posibilidades y su condición humilde, nunca se dio por vencida. María Lucía hasta el día de hoy me agradece lo que hice por ella. Mi amiga nunca dejó de bailar ni de brillar en los escenarios. Personas como ella brillan hasta con el alma rota.

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Ester Clara Saslavsky Moisés Ville

INOCENCIA LEJANA Ella estaba ahí, abandonada y triste, solo algunas flores mantenían una fragancia especial. No me atrevía a ingresar. El miedo y la nostalgia detenían mi camino hacia su interior. Un enorme algarrobo sostenía el columpio desgastado donde El paso del tiempo muchas tardes junto a mis primas nos balanceábamos combinando Delia Bailetti destreza y carcajadas. Seguí los pasos que me llevaron hasta la sala donde un piano sonaba en mis oídos poblando de reconocidas melodías, mi interior. El aroma de la sopa de mi abuela se olía con naturalidad entre mis recuerdos. Casona de mi niñez: ¿Por qué quedaste tan sola? Patio despoblado visitado por hojas agitadas por un viento primaveral que coqueteaba de árbol en árbol completando el paisaje. ¡Es necesario regresar a mi realidad! me dije, segura que en ese lapso pude encontrarme después de tantos años con una niñez que yo creí ya no existía, pero… la vi y la viví por un momento, tan viva, tan real, tan mía…

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Ana María Toledo Moisés Ville

ENTRE ROJOS Y AZULES Apenas unos pocos cacharros y un envejecido mate, parodian una existencia donde las risas, no nacen. ¡Es tan sonoro el silencio! y abundante la soledad, lacerantes los recuerdos que opacas lágrimas, mitigarán. El horizonte, entre rojos y azules, muestra su infinito ocaso, delimitando una tenue ilusión de un retorno, saturado de abrazos, pero solo es un mero espejismo que la alborada, impiadosa ¡¡arrebatará!! bosquejos de tímidos deseos, que el nuevo ocaso…¡¡silenciará!!

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María Rosa (Kuka) Udrisar Mularz Moisés Ville

MADURA INTROSPECCIÓN Estéril y única, uniformada y coherente transito mis derrotas sin haber hallado aun la razón de mi destino. Los paisajes se tornan mórbidos e inventados mientras alrededor otros se mueven sin haber sido dañados. Ya nadie me come la boca y no existen presagios de romance alguno. Llegó la indiferencia ante el amor y el verso y el juicio se acerca a dictar sentencia ingrata. Se rozan el borde y la derrota de la mano del secreto ocaso. Me amigo con el perdón y me defiendo con el olvido.

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Ana María Beliz Pilar

UN TECLADO Y UNA ZAPATILLA DE BALLET Cierro mis ojos, las notas suavemente comienzan a sonar, la melodía es maravillosa, los expertos dedos de un joven pianista hacen que esto sea posible. Lo que siento es indescriptible, mi corazón late a contrapunto de la melodía, temo que estalle. Me veo calzándome las zapatillas, acomodar mi tutú, es blanco, parezco un cisne, retoco mi rodete, el espejo me devuelve la imagen perfecta todo está en orden, el público me espera, ovacionan mi entrada; luego silencio, solo música felicidad plena, arrullo para el alma, sueño cumplido, solo gloria, emoción, todo me pertenece, suavemente se cierra el telón, escucho los aplausos, saludo varias veces, recibo un ramo de flores, son pimpollos de rosas rojas y su perfume me embriaga, no necesito tarjeta para saber quién las envía. Regreso a mi camarín, contemplo mi rostro en el espejo, mi piel apenas sonrojada, mis ojos brillantes, mi boca perfectamente delineada solamente sabe sonreír. Qué pasa, quién golpea mi puerta, me sobresalto, abro los ojos y el ensueño termina: estoy sentada en mi sillón preferido, en la cocina de mi casa, con la foto de un maravilloso cuadro en mis manos; me miro en lugar de tutú pantalones y camisa, reemplazan las zapatillas un viejo par de sandalias; vuelvo a mirar mi foto, nada es real, hasta que una mariposa entra por la ventana y suavemente se posa en ella. Continúan golpeando, quiero saber quién es el desalmado que arruinó un momento tan especial; abro la puerta dispuesta a decirle cualquier cosa; pero la dura realidad me partió el corazón, era una pequeña niña que, con sus zapatillas rotas, me pedía tristemente algo para comer.

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Myriam Ester Christen Pilar

LA VIDA ES UN CAMINO Por un camino realzado por flores naturales, silvestres, amarillas, blancas y azules podemos ver una dulce niña. La pequeña de piernas frágiles, saltarina, de pasos cortos y de mirada trasparente brinca pisoteando guijarros pequeños, piedras grises que destapa y arroja al río sin cesar. Torrente que fluye, río sonoro de aguas celestes que corretea entre las piedras de un sendero que solo se visualiza con los Manantial ojos del alma. Paseo amarronado que se mete entre las flores y Marta Storari asoma entre las crestas del agua o entre la montaña imponente. La niña azul se mueve de puntillas para no pisar el agua y no desmoronar las piedras, se descubre dentro de un cuenco de madera que la acuna como en los mejores sueños infantiles. Se despierta al chocar contra una muralla rocosa, camina sobre el piso helado, blanco y deja una huella pequeña como su diminuto pie; con mucho esfuerzo se eleva sostenida en un bastón de madera que se hunde en el enlodado camino. De pronto... recibe la ayuda de unos canoros pájaros con cintas celestes y rosas que se entrecruzan formando una silla imaginaria que sostiene a la pequeña. Así sigue su camino creciendo entre bellezas y desafíos, entre magnitud y pequeñez; entre dorados pajarillos, hojas secas y arbustos perennes; pero el manto nevado permanece aún entre los pastos crujientes. La pequeña ha crecido con paso firme entre lagos y rayos de sol, entre cerros y piedras multicolores, para emerger así con su espontánea belleza y desarrollarse en ese camino sinuoso que solo es el camino de la vida.

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Raquel Beatriz Michlig Pilar

EN EL MERCADO El galpón enorme, ancho y de techos altos es un rectángulo simple que tiene solo dos grandes aberturas: la del lado sur, es la entrada y la del norte, donde se ubican los portones de salida. Las paredes de los costados casi no pueden verse porque sobre ellas se apoyan pilas interminables de cajones de todo tipo, plásticos, de madera, o de alambre. Y bolsas, parvas de bolsas con papas, Pedro cebollas, calabazas… Elsa Bollati A las cinco de la mañana el Mercado Central comienza a poblarse de productores que van a ofrecer sus mercaderías frescas. En un ir y venir frenético se cruzan agricultores, comerciantes, changarines, camioneros, patrones de grandes corporaciones. A poco de la llegada de los potenciales compradores, empiezan a escucharse, entremezcladas, las ofertas y regateos hechos a viva voz. ¡A doscientos el cajón de tomate! ¡De Mendoza los duraznos, de Mendoza! Tres por dos la mandarina… ¡Cargame diez cajones! Pedrito ya conocía de mucho antes este movimiento porque su papá supo subirlo al sulky algunas veces, cuando traía al mercado la frutilla recién cosechada. Entonces él se sentaba en el pescante, a su lado, y quedaba a la espera de que, por un ratito, aunque sea, le diera las riendas del viejo Moruno, que callado y obediente hundía sus cascos en la arena de los caminos costeros. Pero ahora la cosa es distinta. Desde hace tres meses, Pedro va al Mercado todos los días. Su mamá quedó sola, sola de marido, sin el Moruno y sin el carro. Pero le quedó su quinta y los cinco hijos. Muchos brazos, por suerte, para juntar frutas, desenterrar zanahorias, cortar lechugas o acelgas, según se dé, según las lluvias… Las tardes, entre los sembrados, van tiñendo la piel de los chicos de color aceituna. La mamá, en cambio, no se quita nunca su sombrero bombín, quizás porque la protege un poco del impiadoso sol litoraleño o tal vez sea su marca de identidad. Pero a Pedro le gusta internarse descalzo en esas callecitas angostas y calientes como si se tratara de una playa, bordeada de distintos verdes más algún color de estación y pensar que puede ayudar a su familia en la cosecha. Ahora la mamá debió alquilar a un vecino un carro y un caballo y es ella quien conduce hasta el mercado, todos los días, llevándose consigo a los más chicos, Pedro, de cinco, y Josefina, de un año. Cada mañana algún muchachito de los que deambulan por ahí se ofrece por unos pesos a bajar la mercadería y la mamá empieza entonces a acomodarla como quien prepara una vidriera en una boutique del centro. La pequeña Josefina se queda a un lado, en el cochecito, jugando con un oso de peluche descolorido que alguien alguna vez le

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regaló. Pedro, por su parte, corretea entre los puestos. Todos lo conocen y saludan, es dado y preguntón. Se interna en los pasillos, entra, sale, tiene el permiso de su madre que confía en que nada malo podrá pasarle mientras se mueva entre los puesteros, viejos conocidos todos, casi amigos. Y nada malo le sucede, en efecto, solo que ese espacio inmenso, impregnado de aromas a frutas maduras, es frío y no le llega el sol. Y Pedro debe esperar hasta pasado el mediodía, hora en que generalmente se termina de vender, para regresar a la quinta, al cielo, al calor abrasador al que está acostumbrado. Por eso, aquel día, cuando su mamá ya no sabía más dónde buscarlo para volver a casa, y las pocas personas que aun habitaban el mercado se solidarizaron y unieron a la búsqueda, Pedro fue hallado en un rincón al final del galpón, sentado muy tranquilo sobre un cajón de manzanas vacío, contemplando cómo un sol a pleno se regalaba generoso en la siesta santafesina, a través de la ventana mágica de una vieja pared, gracias a un cascotito blanco hecho pincel.

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Edelmiro A Molzoni Pilar

AZABACHE La década de los sesenta descolgaba lentamente sus años en cada bomba de un llavero de contar. En el primer lustro, yo tenía diez u once años, tiempos de alegrías simples, de juegos elementales: de barro y tacuaras, de columpios, de yo-yo o de cometas de papel de diario. Las tristezas no contaban a esa edad, eran situaciones Azabache abstractas que no percibían totalmente ni mis sentidos ni mis ojos Claudia Kraft nuevos. Solo sabían de llantos ante el dolor de un porrazo, al encontrar un pichón caído del nido, al observar como sacrificaban las reses o moría un caballo viejo herido por la fiebre del moquillo. Me gustaba contemplar los entierros, me parecían tan hermosos esos caballos negros, brillantes y de gesto altivo. Supe que su número aumentaba según la jerarquía social del muerto. Una familia de clase alta, adinerada y con renombre en el pueblo siempre disponía que sean cuatro corceles los que arrastrasen el coche, y que las coronas viajasen en un carromato aparte, tirado por otros dos. Al común de las gentes los acarreaban con dos animales. A pocas cuadras de mi casa, en un piquete cercado con alambres oxidados, sostenidos por postes viejos, algunos presos de la podredumbre, el dueño de la funeraria apacentaba los equinos. Muchas siestas me acercaban al alambrado para observarlos. Una vez, el hombre inclinando la cabeza hacia un costado, me llamó ¿te gustan? me preguntó guiñándome un ojo; le respondí con la voz afinada por el susto son hermosos y tan brillantes. Brillan porque son padrillos; ¿padrillos dice? ¡!sí! me dijo riendo al notar mi ignorancia, no los castramos para que su pelaje brille más y sean más corajudos, que no les tengan miedos a nada… ¡Tené! y me dio la soga. Este es el más manso, se llama Azabache, siempre que partimos de la Iglesia lo agarro de aquí, y tomó el fiador del bozal, le digo que arranque y los mande a los otros a marchar con el paso característico que les impone. . Le gusta mucho el azúcar, siempre le traigo un cuadradito… Con el tiempo nos hicimos amigos. Él dejaba que le acariciara el hocico, le peinara la crinera y le palmeara el lomo. Un día, la modernidad llegó también a los funerales: el automóvil desplazó a los corceles negros. Fueron llevados a otros sitios, dejándome sumido en amarguras. Los años transcurrieron presurosos, yo tenía casi treinta, mujer y dos chiquilines que alborotaban la casa. Cierto día, charlando con un tío que tenía una lonjita de campo cerca del pueblo, me comentó que una yegua de pelaje oscuro que solía atar-de vez en cuando- a las varas de un sulky, había parido un potrillo negro, que era hijo de un padrillo que hacía mucho tirara de un coche fúnebre y que vivía confinado en un potrero de una estancia cercana.

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Un domingo por la mañana, ventosa y fría. partí hacia aquellos campos. Siguiendo una corazonada cargué azúcar en un bolsillo del gabán que me abrigaba. El terreno era extenso y desparejo, estaba cubierto por pastos duros y amarillos. Un camino ancho con una huella remarcada por el paso de carruajes y automóviles, lo rodeaban por dos costados, una larga fila de añosas tipas acompañaba al alambrado. Estaba en el rincón donde las sendas se cruzaban. Flaco y descolorido, con las crinas largas, amarradas en gruesas greñas enredadas por los abrojos, la cola tan larga que rozaba las biznagas resecas tenía los vasos partidos y deformados y las ijadas sumidas. ¡Azabache! lo llamé extendiendo una mano enguantada sobre la que brillaban los cristalitos de un pancito de azúcar. ¡Azabache! Alzó la cabeza para oler el viento, relinchó ahogado, se alzó brevemente de manos y se echó a trotar describiendo un amplio círculo que terminó delante de mí. Resopló la tierra levantando dos columnitas de polvo y fijó en mí sus ojos opacos y legañosos. ¡Amigo! dije agitando la mano endulzada. Se acercó lentamente y mordisqueó el terrón. Partió en un galope furioso y desbocado. Mis tristezas marcharon con él, sujetas a su crinera.

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Rubén Antonio Scandolo Pilar

OCASO DE LA VIDA El hombre se encuentra sentado en el patio, como si meditara su propio destino, deseando ocupar un espacio en este presente que debe afrontar. Los años surcaron con huellas imborrables, su espigada investidura, curtida por el tiempo, el clima, el sacrificio y el trabajo rudo e incesante. El abuelo Ramón Los recuerdos invaden su memoria con vivencias planteadas María Alejandra por ese largo camino que le tocó transitar, teniendo que eludir Heredia inconvenientes que el propio andar le fue planteando. Sus herederos lo escudan o cuidan al igual que una reliquia muy preciada, sin darse cuenta de que realmente lo es, cuántas enseñanzas, experiencias, conocimientos, atesorados en una sola persona. Es indispensable que sepamos valorar todas esas asignaturas, que el tiempo le hiciera aprobar sin dudar y con gran esfuerzo, sufrimiento y responsabilidad. El abuelo dio todo de sí, hasta más de lo que podía, nunca escatimó fuerzas y ganas, ahora es su momento de descansar, pero quiere sentirse útil para seguir regando su principal sueño, ese de permanecer siempre activo ante la comunidad de su terruño que tanto lo elogio siendo joven. Sentirse marginado por su avanzada edad, le podría generar bronca, dolor, angustia, aun sabiendo que llegó la hora de su merecido descanso, que bien ganado lo tiene. Es lógico, que una persona acostumbrada al trabajo le cueste adaptarse a una nueva vida, casi sin obligaciones, mucho más sedentaria. El pasar de los días le dará la calma necesaria, para desarrollar una esperanza, que aliente un futuro con actitud positiva, caminando a un final seguro, que no lo sorprenda indefenso o resignado. Su deseo no será de acelerar el proceso, ello llegará a su debido momento. Todos estamos para cumplir alguna misión en este Planeta, es por mandato divino, solamente permitamos que el Altísimo nos guíe por el camino del bien. Solo Dios conoce el destino de cada persona y únicamente Él podrá modificarlo. Tenemos el privilegio de poder elegir si queremos una vida útil al lado del Señor, o estar expuestos al abismo.

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Brisa Balari Sarmiento

JUNTOS Dos barcos anclados, en un mar de agua, juntos como un par de amigos, en un mundo lleno de hipocresía, donde no ser hipócrita es un problema, donde la mentira está presente todos los días, y la verdad es efímera. Pero ellos se mantienen juntos con total sinceridad. Tan juntos como dos adolescentes enamorados, que, a viejos, juntos quieren llegar, que saben que algún día todo puede terminar, pero que aun así lo intentan, aprovechando el tiempo, para ser felices mientras se pueda. Tan cerca como el cero y el uno, que se ven tan juntos, pero entre ellos hay infinidades de números decimales, que los separan aun así, ellos generan múltiples posibilidades, que los mantienen juntos. Ellos no son siempre los mismos, pero se reconocen al mirarse, porque cero encuentra en uno ese amor auténtico que necesita, y uno encuentra en cero, todo aquello que le hace falta. Juntos como las manos de un preso, inmóviles por la falta de libertad, se buscan una a la otra, para juntar fuerzas, quizás, en una oración, que les dé esperanzas, para seguir adelante y algún día, salir en libertad. Juntos como una madre y un hijo, un amor incomparable como ningún otro, el amor más duradero de la vida, donde cada uno hace todo, para que no los separen, donde cada uno da todo por el otro, donde buscan ser felices, simplemente, juntos.

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Puerto de amar Alicia Ruggeri


Rosa Elena Franco Sarmiento

SUEÑOS En este viaje encontré sentimientos puros… alegría al dar felicidad, compartir afecto, pero también vi miradas tristes miradas desde del alma miradas que esperan…… miradas sin saber lo que vendrá, dejando pasar el tiempo sin depender de nada, de nadie, de nada. Encontré personas con valores inalcanzables personas sin nada que lo tienen todo, muy distintas a nosotros, sus HERMANOS…. Y digo Hermanos por respeto a mi Bandera porque ellos son verdaderos hijos de este suelo, son la sangre pura Argentina olvidada. Le arrancaron el alma a nuestro país los obligaron a que sean como nosotros. Les impusieron otro idioma y nosotros no sabemos decir ni siquiera hola. No son raros… son nuestros hermanos. No son analfabetos…. tienen su idioma No son pobres... tienen su gran riqueza no dejemos que muera con ellos nuestra historia, no corramos a quienes fueron paridos desde la tierra, simplemente ayudarlos……. Pero no cambiemos sus ALMAS.

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Muchacho norteño Gladis Taboro


USINA III

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Néstor José Alberto Ojeda Alcorta

PODEROSAMENTE RESPIRO Inspiro, expiro, suspiro. Un vidrio nos separa, nuestros alientos no se pueden tocar. Sospecho que ya no volveremos a vernos, aunque ambos siempre supimos que lo nuestro era complejo por no decir imposible. Inspiro, espiro, transpiro. Forcejeo con los hombres de uniforme verde que intentan acostarme, me cuesta entender lo Powerfull que dicen que hice o más precisamente qué me hice; las lágrimas Jerónimo Prevero y el sudor en mi cara ahondan la confusión. Inspiro, espiro y giro. Mi cabeza sigue tu rostro que comienza a alejarse lentamente al moverse el vehículo. Tus ojos penetran en los míos y me hieren de manera certera el pecho; tu mano contra el vidrio parece querer sujetarme. Inspiro, espiro, deliro. Por un instante, me parece que el tiempo retrocede, que volvemos a estar juntos, felices, etéreos. La angustia parece ceder su lugar a un bienestar inconmensurable que hace latir como nunca mi corazón. Inspiro, espiro y miro. Mis ojos ya no te encuentran, todo está muy oscuro ahí afuera. Escucho el sonido de sirenas y al fin recuerdo mis muñecas desgarradas y las pastillas. Los paramédicos y enfermeros luchan desesperadamente por salvarme. Inspiro, espiro, inspiro. Expiro…

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Mauricio Trobato Alcorta

EL ARTE DE RECORDAR “Recuerdo” palabra por excelencia para los que ya transgredieron la barrera de los treinta y cinco o cuarenta años, añoranzas, amistades, romances, decepciones que aparecen de repente y nos dan la pauta de que el tiempo ha pasado, una bofetada del pasado al presente…un golpe bajo. Recordamos porque hemos vivido, porque hemos hecho aquello que nos daba Recuerdo la gana, pero también recordamos porque hay cosas que nos Manuela Barreto quedaron en el tintero, cosas por hacer, planes inconclusos, viajes a mitad de camino…. Platón establecía que conocer es recordar, por ende, recordamos ese entrañable olor que emanaba la merienda de la abuela porque conocimos su arte al preparar el café con leche y colocar las galletitas estratégicamente en aquel viejo plato que posaba encima del mantel a cuadrillé. Recordamos al amigo de nuestra infancia, aquel que pasaba por casa y nuestros padres no ponían reparo para que salgamos porque lo conocían, porque sabían que en nuestras bicis el mundo era nuestro. Recordamos muchas veces las cosas que realmente queremos tener presentes cada día, cosas que nos dan incentivo a seguir, a crear, cosas que nos invitan a transitar junto a los nuestros el camino de la vida, que nos hacen llorar, que lo hacen todo más fácil…a veces. Ponemos las fotos de los viejos, de aquel amigo que ya no está, la foto divertida con los hermanos, de los noventa del abuelo, del viaje de egresados y hacemos que así el pasado esté siempre ahí, esté inmóvil en el mueble para nosotros, para darle ese beso a la vieja, o acariciar la foto de nuestro hijo y darnos cuenta, otra vez, que el tiempo pasó. El recuerdo parte de la premisa de que contiene algo que ocurrió y nos marcó, y que, aunque vuelva a pasar ya no será igual… A veces nos quieren hacer creer que todo lo vivido fue mejor, de que el pasado fue conspicuo, y dejamos así de creer en el futuro, en pensar que, porque determinado momento o persona ya no está, el sentido de alguna cosa o acción cambia. Porque no somos capaces de regenerarnos, de creer que lo que viene va a superar lo vivido y será mejor, o simplemente, muchas veces no queremos cambiar para no olvidar. Recordar nos debe permitir engrandecernos con las historias que contamos, con las historias que hemos vivido, con los olores que de golpe aparecen y nos cambian el día, con los parecidos que nos cruzamos en la calle y generan la desesperación de buscar la foto de aquel amigo que hace años no vemos, nos debe atrever a generar contactos, a transmitir ideas, a concluir aquel viaje postergado, a decir las cosas de frente y a estar pendiente de lo que pretendemos, quien sabe quién recordara tu acción algún día. A

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veces un simple llamado encierra mĂĄs que esa simpleza, encierra una ayuda y genera un lazo especial entre dos personas, entre dos seres, en el que necesitaba llamar y el que querĂ­a que lo llamen. Recordar es la mejor manera de tener el pasado tan presente que nos ayude a construir un futuro, pero teniendo tambiĂŠn la claridad de que solo sea el pasado el mejor recuerdo de nosotros mismos sin obstaculizar nuestro futuro.

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Lucy Norma Tolsá de Pietrocola Carreras

DOS COPAS Y UN CAMINO Dos copas esperan por un brindis. Esperan encontrarse calladamente, sin testigos para despedirse después, o para demostrarse su amor infinito antes de partir hacia otro lugar o a otro encuentro. ¿Qué es lo que los separa? ¿Qué los une definitivamente? ¿Es un secreto? ¿Es un final? La vida habrá de continuar su camino inexorable, pero siempre habrá un brindis Por un brindis esperando. La alegría de un reencuentro o la tristeza de una Liliana Sereno despedida. Siempre el final de un camino es el comienzo de otro. Un racimo de uvas no es solo eso: De allí, sale un buen vino con el cual se llenarán esas copas y atraerán otras más. Vamos creciendo en cuerpo y alma y cada uno cumplirá con los designios de su destino. Si es una boda, ese brindis de dos, traerá más copas, y a través de los años, vienen los hijos, que, al crecer, brindarán por sus familias, su futuro, sus propios hijos Sus miradas se unirán y quedarán por siempre conectados a esa mano, a esa copa que alguna vez, tintineó con voz clara. Tal vez hubo un juramento que siempre los unió. ¡Brindemos! ¡Pero siempre por lo que vendrá! Por el amor, por la amistad, por las familias, por los bebés por nacer, por la salud la unión y la seguridad. No nos perdamos en la vorágine de conseguir lo que nos falta, y no nos damos cuenta de que estamos perdiendo mucho de lo que ya tenemos. Cuando hagamos sonar nuestras copas, acordémonos de las familias que viven en situación de calle, junto a niños y ancianos. Cuidémoslos, busquemos de llevarles lo que necesiten. Seamos solidarios con quienes tenemos cerca, que están solos, no tienen quien los ayude para conseguir sus medicamentos porque su jubilación no les alcanza para vivir. No dejemos que nuestros adolescentes crean que un feto desde su comienzo no tiene vida: ¡Tiene un corazón que late! ¡Se está desarrollando! ¡El hombre no es Dios! ¡Unamos nuestras manos alrededor de esas copas! Con nuestras mentes claras unidas para un futuro mejor. Tratemos de mirar al mundo en forma positiva. ¡Brindemos por la vida!

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Mariel Gabriela Zucca Ciudad de Pérez

DESVISTIENDO EL TANGO El sonar de los violines comienza a desvestir el lienzo blanco. Una a una va borrando de un plumazo y con tesón las notas de aquel papel acomodado en el atril. El contrabajo resalta con sus tonos graves. Cuando el piano y los bandoneones se suman al sonido de la banda, aparecido como un fulgor, su mano la tomó fuerte por la cintura y muy ágilmente la hizo girar, provocando en Amor de Tango el final una excelente barrida. Marta Domenech Los primeros acordes de La Cumparsita comenzaban a repiquetear. Los movimientos al unísono fluyeron sin pensar. La pista era de ellos. Nadie quería invadir. Era mágico verlos bailar al ritmo del dos por cuatro. La sensualidad del tango se translucía en sus cuerpos. Sus ojos nunca se separaron durante el baile. Los brazos delicadamente sostenidos. El atrevido corte lateral del vestido dejaba ver en cada paso, la piel sintiendo la música. Peinado a la gomina, su traje impecable, los zapatos lustrados, permitiéndose ser el marco, en que ella se ha de lucir. Las manos de él siempre firmes en su espalada, sabiéndola llevar. Una caminata sincopada, algunos ochos y un giro final deleitaron a cuantos estaban en el lugar. Las luces se encendieron, el baile terminó, pero la pasión que los unió esa noche jamás desapareció. Sacaron lustre a las baldosas de toda milonga que juntos visitaron, deslumbraron con cada paso, con cada figura, cada final. En su amor de tango, ella fue el bello cuadro; él, el impecable marco.

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Olga Nelly Apendino Peyrano

COLORES DEL PASADO Al pasar por un negocio observé un cuadro. Llamó mi atención porque recordé, de inmediato, alguien muy querido por mí. Era una señora mayor que vivía en una casa, con puertas muy importantes, tan azules como un cielo de primavera. Se llegaba a ella, por una escalera bordeada con flores de variados colores y muy Casona de mi infancia perfumadas. La ventana del mismo color mostraba alegres cortinados recogidos a los costados. Elsa Márquez Entonces, pienso ahora que, si me asomara a ella, en puntas de pie como cuando era pequeña, podría ver aquella señora llamada Anita. Siempre ocupando sus horas tejiendo por las tardes. Mis pensamientos giran hacia atrás, no puedo detenerlos y alcanzo a ver aquellas tardecitas en que tanto me agradaba oír sus historias. Ella había llegado de España.

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Mabel Bernaus Peyrano

DESTINO Recorriendo una galería de arte donde se exponían cuadros, me impactó la mirada de una mujer bellísima cubriendo parte de su rostro con una suave tela color natural. Todo me llevó a imaginarla, a pensarla. De origen oriental, pero no fundamentalista, así la imaginé, puesto que su mirada emanaba brillo, ternura, calidez. Quizás originaria de un lugar, donde religión e idiosincrasia, estén acordes a otra realidad. Esa mirada me siguió varios días no pudiendo saber qué sentí, ni por qué lo sentí. Me retrotrajo a la mirada de mis padres, quienes, en cada momento de mi vida, estuvieron haciéndome protegida. A la de mi hijo siguiéndome en todos mis movimientos, logrando sin llorar, hacerme comprender que necesitaba mis brazos. La mirada del otro prescindiendo el color, la belleza, la vida interior, es a mi entender superior a todo. Es la esencia de la vida acariciándome. Su recuerdo, su impacto, todo ello fue una sorpresa más en mi vida.

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Nélida Di Roma Peyrano

DESAFÍO Solamente veo sus ojos de color verde…verdes como esmeraldas. El resto de su rostro está cubierto por un velo. La miro, intento adivinar cuánto están diciendo, hay angustia, tristeza, diría que está pidiendo a gritos que termine esa guerra que ha cambiado su lugar. La mirada Necesita, desde lo más imperioso de su alma conocer los motivos Delia Bailetti por los cuales la realidad de su país es distinta. Ella necesita poder estudiar, estar con su familia, enamorarse, ser libre. Y la imagino pedir, pero también por momentos la pienso desafiante al preguntarse llegaré a ser libre…mi vida algún día va a pertenecerme…seré feliz.

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Hilda Milano Peyrano

DESTINO Como dos bellas almas gemelas elegantes y perdidas tallo erguido luciendo honran sus vidas. Destino incierto. Alegrar a alguien, acompañar a una última morada o simplemente marchitar olvidadas. Dios las mandó crecer, las mandó florecer, no permitió que su aroma en el jardín quedara.

Amapolas Marta de Boggio

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Eva Marta Montes Peyrano

EL RANCHO Sebastián Acuña vivió su infancia en un pueblito de la provincia de Santa Fe, sus padres eran propietarios de un tambo y gracias a tanto esfuerzo, el muchacho pudo terminar sus estudios. Pasado el tiempo Sebastián obtuvo su título de Abogado. Con muchas ilusiones se radicó en España donde formó su familia con Claudia, su esposa desde hace veinte años. Como hacía El sueño de José mucho tiempo que no viajaba a Argentina, exactamente desde que Maricel Caudana fallecieron sus padres, aquel verano de 1982, tomó la decisión de vacacionar en la tierra natal con su querida esposa. Cuando Sebastián descendió del avión y pisó el suelo patrio, su corazón desbordaba de alegría, porque después de mucho tiempo volvía a sus raíces. Luego de hospedarse en un hotel céntrico de la ciudad de Santa Fe, los recién llegados decidieron salir a pasear por la peatonal. La pareja se deleitaba observando vidrieras, las que lucían las novedades de la temporada, pero de pronto, hubo algo que a él llamó la atención. ¡Mira Claudia, una galería de arte! dijo muy entusiasta Sebastián, por eso no dudó en invitarla para ingresar a la sala. Un minuto más tarde, sumada a un grupo de visitas guiadas, la pareja observaba los cuadros expuestos. De repente, Sebastián quedó absorto delante de uno de ellos porque en el lienzo enmarcado, lucía aquel rancho con sus trazos tan perfectos que parecían cobrar vida. ¡Ho!¡Cuántos recuerdos me trae esa pintura! dijo él muy emocionado. ¡Sí!, al rancho de tus abuelos, del que tantas veces me hablaste, dijo ella. Mira Claudia, es igual, con sus paredes de adobe, el techo de dos aguas forrado de paja y aquel arroyito que lo bordeaba con la canoa del abuelo José siempre esperando. Recuerdo tantas vacaciones que disfruté en el rancho de mis abuelos, añoro aquellas mañanas cuando el canto de los gallos y el trinar de los pájaros anunciaban el amanecer, cancionero que guardo en lo más profundo de mi corazón. Tal vez, fue en ese instante cuando observando el cuadro, a Sebastián le surgió la idea de un reencuentro personal con aquel paisaje.

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Ana Marta Moreno Peyrano

UNA MIRADA…UN COLOR Cuánto misterio encerraba aquel patio caminado y barrido cada día por personas distintas. Para mis pocos años, uno de los misterios eras vos, ´Doña Paula´. De piel muy oscura, rostro surcado en pliegues y cicatrices de viruela, seria, con mirada muy profunda, tal vez escasa de palabras, caminar lento con el torso inclinado por los Miradas años, cabello mota cubierta por un pañuelo y ¨toda de negro, hasta Elba Vachetta los pies vestida¨ cómo emulando el poema de Machado. Una ventana, si así podía llamarse a un cuadrado fijo de vidrio de no más de cuarenta centímetros de lado, la comunicaba con la vereda tras la vieja casona. Tras él, solía vérsela cuando necesitaba que alguien le acercara algún mandado de la panadería o del almacén. Pero…desde qué lugar preciso había llegado…cuántos años tenía…qué raro misterio encerraba su vida para mi curiosidad…Y el libro de la vida fue pasando hojas hasta que hoy, muchos años después, frente a una obra de arte, aquel recuerdo latente, vuelve a abrir un signo de interrogación en mi mente adulta. Entonces figurativamente, me asomo a aquella pequeña ventana para bucear su vida. Me brindan testimonio, quienes fueron parte de su familia. Y destejiendo la historia intento dar forma a sus días. Su verdadero nombre era Paula Alegret, no tenía documentación personal, alguna vez el médico del pueblo conversando con ella, sabiendo que había vivido la epidemia de viruela negra en Córdoba, le dio aproximadamente una fecha de nacimiento. Tiempo de peste el de la viruela negra, la también llamada enfermedad democrática, porque no establecía diferencias al atacar la población. Según lo había contado a sus familiares, ella era jovencita por aquellos años de epidemia y recordaba muy especialmente un carro pasando a recoger y rosear con cal los muertos de cada familia, estableciéndose dudas de que, en algunos casos, aquellos seres hubieran llegado realmente al momento final. Pero aquella realidad de su mocedad fue cambiando e incorporando nuevas realidades cuando llegó a vivir al pueblo de Peyrano, lugar en el que formó su familia y demostró su amor a la vida convirtiéndose en matrona. Para esas oportunidades, según testimonios de su nieta, se trasladaba en sulky, portaba maletín con vendas y delantal que exigía estuvieran tan blancos como la nieve. También profesaba la fe católica y asistía a misa cubriendo sus manos con guantes blancos. Sería ese su color de preferencia… habría en ello alguna cuestión relacionada con su piel… o tal vez no había llegado a descubrir que ante los ojos de Dios todos tenemos el mismo color…Ya no es tiempo de saberlo, baste con que una pintura y la memoria de su familia, me llevaron a evocarla cerrando un interrogante de mi infancia.

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Ana Pennisi Peyrano

EL CHÚCARO Hermoso animal, pelaje negro, ojos con mirada desafiante, cola larga al igual que sus crines. Con el reflejo del sol, parece tener hilos de plata. Nació y se crió en un ara de la provincia de Buenos Aires, desde potrillo demostró su carácter fuerte. Entre sus compañeros de tropilla, siempre se destacaba al salir a pastar corriendo al lado de la Azabache yegua madrina. Claudia Kraft El dueño del ara, desea que lo amansen para lucirse él en los paseos por el pueblo o desfilando en fiestas patronales. Pero con su propósito aparece el gran problema, el Chúcaro no se deja domar. Al enlazarlo, se tira al suelo, más que relinchar grita, patea haciendo que varios domadores desistan del propósito, hasta que llega al pueblo un forastero que simplemente dice Veremos…vamos…tal vez yo pueda doblegarlo…se acerca al animal que continúa tirado en el suelo, se sienta a su lado, lo acaricia, le habla. Saca de su bolsillo un terrón de azúcar e intenta ponérselo en la boca., imposible, la cierra con verdadero esfuerzo. Entonces lo frota por los labios y así surge el efecto. Se levanta, pero siempre con sus ojos de mirada amenazante, con paciencia le coloca el freno el domador se arriesga y lo monta, pero comenzó a corcovear más chúcaro que nunca. Por supuesto cae, pero vuelve a montarlo varias veces más hasta que logra domarlo. Pasó el tiempo, hoy su dueño desfila feliz y orgulloso tal como lo deseaba. Ya no lo llama Chúcaro, desde entonces su nombre es Azabache.

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Nanci Teresa Testi Peyrano

HABLAN Manos entrelazadas. Manos en reposo. Cicatrices y huellas que hablan de experiencia de complicidad y silencios de años compartidos. Hablan de dolores y alegrías de logros y fracasos de recuerdos y olvidos. Hablan de nacimientos y muertes. De amaneceres y ocasos, pero siempre juntas, en la adversidad y bonanza y en todo momento y por siempre unidas, más allá de la vida.

Momentos compartidos Raquel Pendino

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Mónica Avendaño Santa Teresa

SOLEDAD Termina ya la noche, eterna, adormecida. Amanece…y el cansancio se incorpora a mi vida.

Madelaine Emilse Giay

Dejo de ser aquella que deseos inspira, la belleza que adula, la carne que mendiga. Tiro al suelo la máscara, el atuendo, la intriga… Salgo al día y al fin puedo ser Yo…Yo misma.

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Inés Guardia Santa Teresa

CORRER EN LIBERTAD Los extensos campos verdes los habían visto crecer. Desde potrillos estaban juntos, eran inseparables, cuando alguno retozaba o iniciaba un correteo, los otros se le unían inmediatamente, como participando de un juego que solo ellos conocían. Pasaron los años, los cuatro se convirtieron en magníficos Caballos en las grutas caballos, briosos, arrogantes en el galope veloces en la carrera; Marta Storari con las crines al viento, el redoble de sus cascos y algún relincho indicaban su raudo paso. Corrían gozando de su libertad. Pero lo bueno siempre es breve y llegó el momento de separarlos. El primero en ser vendido fue Rayo, como su nombre lo indicaba era veloz e intrépido. Su nuevo dueño lo preparó para la dura vida de caballo de carreras; con tanta mala suerte que en una rodada se quebró una pata, por lo que se lo consideró inservible para competir. Entonces fue regalado a un cruel hombre que, con látigo y castigos, el vientre ceñido por hambre y por sed, y con su dolorosa renguera, lo obligaba a tirar de un pesado carro excesivamente cargado. El siguiente en dejar el grupo fue Azabache, con brillante pelo negro y la esbeltez de su figura captó la atención de una joven que lo utilizaría para sus prácticas de equitación. El noble, dócil e inteligente Polo era capaz de interpretar sentimientos y sensaciones humanas, como tristeza, felicidad o miedo; por lo que fue destinado a un centro de terapia ecuestre, donde era sumamente querido por las personas con discapacidad que allí concurrían. El último en ser adquirido fue Flecha, agilidad y fortaleza lo caracterizaban, pero lo esperaba una corta vida. En su nuevo sitio pasaba el tiempo pastando en la pradera, y de tanto en tanto lo ensillaban y lo montaban. Pero una tarde su dueño lo encontró muy enfermo, con convulsiones y parálisis. Consultó al veterinario quien diagnosticó encefalitis, una patología muy grave. El pobre Flecha no pudo superarla y murió. Solamente quedaron tres de aquel cuarteto inseparable. La vida los llevó por distintos caminos e historias. Pero siempre existe la posibilidad de un reencuentro. La vejez había sorprendido al maltratado Rayo, ya sin esperanzas de una vida mejor. Y el milagro se produjo: una Asociación protectora de animales lo rescató y lo llevó al mismo centro de Equinoterapia en que se encontraba Polo. En cuanto a Azabache, su dueña había dejado de practicar equitación y decidió regalarlo al mismo centro de terapia. ¡Y el milagro sucedió ¡Después de tantos años volvían a reunirse aquellos briosos corceles! Se reconocieron, refregaron sus cabezas, percibieron sus olores y de pronto, como en aquellos viejos tiempos iniciaron unos trotes, de a poco, con esfuerzo, con sus crines al viento, corrieron gozando de su libertad…

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Maria Concepción Puig Santa Teresa

LAS MENTIRAS DE CARLOS Ir de visita a lo de Carlos y Catalina era un placer. La casa antigua con sus enormes ventanales, el molino de viento, su patio trasero entre los árboles frutales y en su interior la cocina de leña de tres hornallas donde una siempre estaba ocupada con algun dulce o escabeche, la enorme mesa de madera cubierta de un hule estampado con racimos de uvas y naranjas, el banco lateral Casa de campo rústico y sin respaldo, la pava de aluminio, el mate de cuerno y Celia Bouny don Carlos sentado en su sillón a la cabecera los cebaba amargos, mientras se acomododaba cada tanto sus gruesos y espesos bigotes. Era un sabado a la tarde, cuando acompañada de mis padres Roberto y Olga nos subimos al rastrojero azul y rumbeamos para la casa de los vecinos. La cosecha habia terminado. Al otro dia, el arado lastimaría la tierra y la prepararía para una nueva siembra. Al llegar, los perros con sus ladridos nos anunciaron. Nos bajamos rodeados de collies y mestizos que movian la cola en señal de alegria. Entre saludos y abrazos fuimos a la cocina donde nos invadió el aroma a dulce de higo recién hecho, una buena porcion colocada en un plato fue a parar a la mesa y una hogaza de pan casero descansaba a su lado. Don Carlos ¿cómo le fue este año con la cosecha? Mire, Don Roberto, cuando hay tanta sequia como la que vivimos este año y a tanta gente le va mal... ¡a mí me molesta tener semejante cosechón! En el lote del bajo, al lado de la laguna seca el sojal que tuve era impresionante. Habia plantas que me tapaban por la altura y eso que yo supero el metro ochenta. Algunas plantas tuve que cortarlas a machetazos, sino me atoraban la máquina y no me dejaba seguir, entre cien y ciento veinte quintales por hectárea me rindió. Algo nunca visto por estos pagos. Detuvo su relato y sus ojos azules se fueron posando ante nosotros. Catalina se levantó a buscar más pan, mi mamá fingió rascarse un tobillo, mi papá se tapó la cara con las manos mientras encendia un cigarrillo, nadie se animó a soltar la carcajada. Pasados unos segundos y sabiendo que la risa no estallaria mi padre le respondió ¡Pero ¡qué bien Don Carlos!¡qué suerte la suya! Y no sé si es tanta suerte, aparte de llenar los silos tuve que guardar los carretones en el galpón de las carneadas, ocho cerdos tengo este año para faenar, más de cuatrocientos cincuenta kilos pesa cada uno. Catalina con el rostro rojo como un tomate invitó a mi madre a recorrer los rosales. Una niña no debía quedarse a solas con los hombres, así que salí al patio a jugar con Trufi, Sara, Felipe, Mora y Lila, los perros de la casa mansos y fieles. Ese día, me perdía dos fantásticas historias más.

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Edda Margarita Rohr de Catalán Santa Teresa

UN ANCIANO ÁRBOL De todo deseo se adueña la mañana que Febo despierta dejando en la noche pasada esa luna que fallece al alba. Llevando instantes, atesorando momentos. Celosa guardiana de amores secretos. Y en el tiempo nuevo de bosquejar paisajes: ¿Dará forma a tus copas ceñidas? ¿Mudarán sus nidos las aves fugaces? Más yo sin pensarlo marcharé sin ganas con fuerzas prestadas hasta tu mísera sombra ya sin savia tus ramas. Y razonaremos juntos cómo dar batalla a este despiadado invierno, de cara a los vientos, como lo que somos: Tú ... ¡Un anciano árbol! y Yo... ¡Un amigo viejo!

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Maira Díaz Zavalla

CIUDAD ESPEJO Había una vez una ciudad que era de espejo. Era una ciudad hermosa. Allí vivía una chica llamada Brenda. Cuando se mudó a la ciudad, Brenda imaginó que la ciudad tendría las casas de espejo, el suelo de espejo. Estaba contenta porque ya estaba por llegar. Eran las dieciséis y treinta de la tarde y le faltaban unos pocos kilómetros. Alegre, con la sonrisa hasta los ojos, llegó, pero la ciudad no era como ella se la había imaginado. Las horas pasaban y ella paseaba por esas calles. No le gustaba nada. Encontró una casa que estaba abandonada. Era lunes uno de agosto y ella no conseguía un lugar para dormir. Muy cansada recorrió varios lugares y encontró uno en el que vivía una señora: alta, rubia y con las uñas muy largas. Brenda le preguntó si se podía quedar a dormir hasta encontrar otro refugio, la señora aceptó. La chica contenta ayudó a la señora con su trabajo y tomaron unos mates con tostadas con mermelada. A las cinco y quince de la madrugada la dueña del lugar se despertó y fue a vigilar a Brenda. Muy nerviosa se despertó y se fue a otro lugar. Nunca más regreso a esa casa.

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Marianela Díaz Zavalla

MAR AZUL En una ciudad llamada Mar Negro se encontraba una playa con el nombre de “Mar Azul”. Los vecinos de la zona decían que en algún lugar de la playa había un tesoro. Una tarde, un joven buscador de aventuras se enteró y salió en busca del tesoro. Luego de un par de días comenzó a excavar, pero Un mundo feliz nada pasaba. El tiempo pasaba y nada. El tesorero ya empezaba a Ariel Falchini darse por vencido, pero fue ahí cuando su pala chocó con algo. Siguió excavando cada vez más rápido y finalmente lo encontró junto a un mapa que le indicaba donde se encontraba la llave del mismo. Cuando finalmente halló la llave y pudo abrirlo la sorpresa fue inmensa. Dentro del cofre había un libro muy antiguo con un idioma diferente al suyo. El tesorero llevó el libro a una tienda de antigüedades para venderlo, pero el vendedor le recomendó que no lo hiciera porque en el libro había una carta que decía “El que encuentre mi libro consérvelo porque tiene todos los secretos de la ciudad”. El hombre entonces lo guardó en una caja fuerte y allí quedó hasta que él envejeció y se lo dejó a sus hijos. Luego de un tiempo el hombre falleció y uno de sus hijos lo vendió. Todos los secretos de la ciudad se descubrieron.

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Maria Isabel Gigena Zavalla

SUEÑOS Para Kala, el mundo de los sueños era casi tan familiar como el que se describe como real por la mayoría de los mortales. Tal vez, porque para ella, los sueños eran tan frecuentes y vívidos que se habían convertido de alguna manera en sus entrañables amigos. Ella sentía que vivía a través de sus sueños una vida paralela, mágica y a veces inquietantemente movilizadora. Y más aún, Kala Frecuencias I era una de las pocas personas que esperaba el momento de Diego Baigorri dormirse y lo recorría paso a paso, de una manera tan clara y minuciosa que podía sentir y transitar el momento exacto del salto de su conciencia desde el estado de vigilia al mundo onírico. Frecuentemente, al despertar tomaba su block de notas y una birome, que le había obsequiado su padre poco tiempo antes de morir, y de inmediato escribía sus experiencias vividas en aquel mundo en algunas ocasiones, turbulento y gris y en otras, remanso luminoso y quieto. Le fascinaba revivir sus llamados "sueños lúcidos" y una tarde abrió su anotador y se encontró ante sus ojos con el siguiente relato: "La oscuridad y el frío penetran cada célula de mi cuerpo, pienso en la muerte y siento que me hundo en un túnel negro y helado. que me absorbe sin poder evitarlo. De pronto, mi mente deja de luchar y se entrega. Mi cuerpo, hasta ahí atraído por esa fuerza incontrolable, se detiene y empieza a experimentar una sensación de quietud primero y luego, de marcada ingravidez. Al final de ese túnel, vislumbro una luz brillante y de extremada pureza. No alcanzo a precisar muy bien a qué velocidad me desplazo, podría ser a la velocidad de la luz, o tal vez volando, flotando, y hasta podría contemplar la posibilidad de desintegrarme y reconstruirme en un mismo instante, para llegar al final mismo del túnel. Puedo observar perpleja y deslumbrada el paisaje que se despliega ante mis ojos. Una pradera verde brillante, intenso y luminoso llena de plantas, flores y cascadas de formas, colores y olores desconocidos por mí”. A mi derecha, vislumbro un lago bordeado por lo que parecen ser una especie de "coronitas de novia" en flor. Todo es luminoso y estático. Podría definirlo incluso como mágico, intenso y fuera del espacio-tiempo conocidos. Camino lentamente como atraída por el espejo de agua que se extiende delante de mí y al llegar puedo ver mi rostro reflejado en su superficie luminosa y quieta. Estoy vestida como una doncella medieval, en tonos blancos y beige con una corona de flores. Nada de lo que percibo se parece a lo que conozco hasta hoy. Solo se marcan a fuego en mi corazón que no quiere abandonar ese momento impregnado de sensaciones

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y emociones nunca antes vividas, que podrían explicarse como éxtasis.... plenitud.... eternidad.... Y… como un torbellino furioso el abrupto despertar, junto a mi cama, de pie, un caballero del Rey Arturo o incluso el mismo Arturo de pie, frente al lecho...y yo sin saber si el sueño terminaba o estaba comenzando...

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Laura Molina Zavalla

ENTREVIENDO Caminando por aquella calle angosta, solitaria, gris, no me animaba a detenerme. El viento acariciaba mi rostro en señal de consuelo, de consuelo de aquella tarde fría, la más fría tarde, de todos los inviernos. El ramo había quedado allí, solitario, tieso, me despojé simplemente de él, allí quedó, y con él mi más oscuro sentimiento. Miedo, cobardía, aun no lo sé, pero siento que me estás entreviendo, a través de las hojas que mueve el viento. Y escuché tu sonrisa a lo lejos, y te quedaste allí en el silencio. Caminé, caminé sin consuelo, aturdido, inmerso en un remolino perpetuo de recuerdos, y me sumergí en el suelo, y la tierra me fue envolviendo, como a ti, mi más hermoso desvelo. Y el viento acaricia el alma de infinitos inviernos, y seremos uno ya, en el recuerdo.

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Después de la lluvia Oscar López


Jana Pascua Zavalla

EL RAMO DE FLORES Una chica y un chico llevaban dos años de novios. Todos los días se veían y pasaban el tiempo. Un día discutieron y decidieron no hablarse más. Así pasaron los meses, los días, las horas, los minutos. Ella comenzó a extrañar su dulce sonrisa, sus lindos ojos, su aroma y Verónica Fernandez sus besos, sus palabras y sus caricias. Salió a buscarlo para pedirle disculpas y decirle que lo amaba con todo su corazón. Lo buscó, pero no lo encontró, preguntó a sus amigos, pero ninguno sabía dónde estaba. Lo buscó en el último lugar, el parque por el que solían caminar, y allí fue donde lo encontró. Para su sorpresa, besando a su mejor amiga. La chica llegó a su casa llorando desconsolada, muy triste, tomó una hoja y comenzó a escribir mientras sus lágrimas caían. Luego fue a la casa del chico y dejó un sobre, lo pasó por debajo de la puerta. Cuando el chico llegó a su casa, tropezó con la carta. La abrió lentamente y comenzó a leerla. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Ella le escribió que se iba a quitar la vida porque había perdido al único hombre que había amado. Entonces él corrió, cruzó todo el vecindario, llegó hasta la casa de la que había sido su novia, empujó la puerta hasta abrirla y allí la encontró, inconsciente en el suelo, rodeada de pastillas para dormir. La ambulancia llegó rápidamente y en el camino al hospital él la tomó de la mano y le pidió que resistiera porque la amaba profundamente. Quería pasar el resto de su vida a su lado. El chico esperó ansioso en la sala de espera, sentado con un ramo de flores. Los minutos pasaron y el doctor llegó para dar la peor noticia: la chica había fallecido. Él soltó el ramo y empezó a correr sin dirección. Llorando gritó que la amaba y que nunca más cometería el imperdonable error de perder a la única persona que lo había querido en serio. El ramo quedó tirado en el piso hasta que personal del hospital lo arrojó a la basura.

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Jenifer Pedrozo Zavalla

YANINA Y AGUSTÍN Agustín estaba muy enamorado de Yanina. Cumplían su primer aniversario. Él le regaló un ramo de flores, ella lo tomó en sus manos y se fueron a caminar por el parque. En un descuido de Yanina, Agustín se pierde de vista, entonces ella lo ve, besando a otra chica. Sintiéndose mal y confundida, tira el ramo de flores y corre hacia su casa. Marisol Orellano ¿Qué hacés? Yo estoy enamorado de Yanina. Pero vos me gustás mucho y no pude controlarme. Agustín corrió, corrió. Buscó desesperadamente a Yanina. La encontró justamente en su casa, llorando desconsolada. Vos no me querés. Sí. Yo te amo. Vos lo sabés. Si me amaras no hubieses besado a otra mujer. Me traicionaste, en mis narices. Pero fue ella la que me besó. La noche transcurrió en paz. La mañana los encontró juntos. Yanina al lado de Agustín. No hablaron de personarse ni de lo que había sucedido, solo se miraron fijamente a los ojos. El tiempo pasó y ellos fueron haciendo su relación más fuerte. Esta historia termina con un casamiento, una luna de miel y una hija llamada Zoe. En realidad, no termina, continúa, al igual que la confianza, algo fundamental.

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Pablo Diego Prosperi Zavalla

EL SUEÑO DEL CACIQUE Cuenta la leyenda que en lo más profundo de la laguna habita un cacique dormido llamado Melincué. Duerme desde tiempos inmemoriales, cuando otrora, el español, invadió sus tierras y él se refugió en lo profundo, custodiando su tesoro natural. Allí duerme y sueña. Sueña con los tiempos en que trotaba a caballo, sobre la despoblada pradera pampeana, corriendo detrás de venados, Canoa en ñandúes o guanacos. Mientras duerme respira. Respira lento, Federación (ER) pausado, con inspiraciones y exhalaciones profundas, en períodos Oscar López que duran meses, años. Durante su inspiración, las aguas se retrotraen bajando el nivel de las mismas, descubriendo nuevas tierras, largos bancos de arena y barro. Cuando exhala, el nivel de las aguas sube, anegando su entorno, de tal manera, que sus aguas inundan, de tanto en tanto, el pueblo formado en su cercanía. El cacique sueña y su sueño es custodiado por miles de pájaros, que, haciendo las veces de mensajeros, susurran sucesos que traen desde otras lejanas tierras. Los flamencos, trayendo desde Los Andes, noticias sobre el viento y las altas nieves eternas. Los patos, trayendo desde el Paraná, noticias sobre la arena, y el clima ardiente del litoral. Los cisnes, gallaretas, garzas, cigüeñas, lechuzas, teros, trayendo noticias de las pampas. Muchas veces las buenas noticias dichas en sus susurros mantienen al cacique, con el sueño tranquilo. Otras veces, las noticias no tan buenas sobre los seres civilizados arrasando bosques, demoliendo montañas, o envenenando las pampas, hacen que el cacique se inquiete, se enoje y encolerice. Es entonces, cuando con fuertes exhalaciones, las aguas se ponen turbulentas, inquietas y peligrosas. Hay gentes que dicen haber escuchado gritos, y con esos gritos, ver crecer el agua de tal manera, que no hay fuerza humana que la detenga. Por las noches, el cacique se despierta, cuando las aves duermen, Melincué se las arrulla, las protege. Con una suave brisa entre los juncos les silba una canción. Algunas personas, con sensibilidad superior, pueden escucharla, cuando otros ruidos se acallan y la luz de la luna resplandece en su superficie. Durante el día, desde que sale el sol hasta que se oculta, miles de pájaros, de distintas especies, colores y plumajes diversos, se posan sobre sus aguas relatando a Melincué, los sucesos de otras tierras lejanas. Miles de kilómetros recorridos por el vuelo de las aves, observándolo todo. Desde el árbol talado, hasta el campo fumigado. Desde un lote desmontado, hasta un cerro dinamitado. Un nuevo basural. Todo es observado, luego todo es comentado. El cacique, como eterno guardián del fondo atentamente los escucha, uno por uno para juzgar el comportamiento del ser civilizado. Desde el fondo de las aguas, como guardián de los tiempos, Melincué

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nos vigila. Nos estudia y nos advierte. Solo hay que saber escucharlo, observarlo y entenderlo. Los seres civilizados, en su afán de controlar todo, han intentado de muchas maneras mantener el control sobre las aguas, sin saber, que, en realidad, deben velar por el buen sueño del cacique y este se logra solo en perfecta armonía con el entorno. Esto nos dará mutuamente la tranquilidad de saber que Melincué duerme, que descansa profunda y mansamente. Que las aves le susurrarán solo cuentos y aventuras de otras tierras, donde otras gentes viven en gracia con su paisaje. El cacique Melincué, como fiel guardián, nos recuerda a cada momento, que el poder de la naturaleza es superior, por eso debemos mantenerlo sereno, tranquilo y respetuosamente dormido.

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Marcelo Alfredo Romero Zavalla

ELLA ES… (COSTILLA DE ADONIS) Ella es... Ella es y voy a intentar describirla, sabiendo que las letras no me alcanzan, que las neuronas se me turban y la extrasístole se me agudiza hasta separar el esternón de mis costillas. Ella es... Ella es para el común del mundo la envidia de Afrodita, la reencarnación de Helena, aunque yo de París, no tenga más que una postal. Tiene cabellos de sirena, piel canela con brillo de néctar y ambrosía, ojos felinos color humildad, ¡labios de fresa y su sonrisa… Ay! su sonrisa, es tan bella, que, pidiendo disculpas a la luna, puedo asegurar que no existe otra igual. Su cuerpo es obra de Miguel Ángel, en una tarde de inspiración, también huele a hierba recién cortada, a felicidad y se viste de misterio y trasforma en paisaje cualquier lugar, pero para mí es mucho más, para mí ella es... Ella es... Ella es la pasión hecha mujer, es de todas mis debilidades quien más fuerte me hace, es la música en mis mañanas, el aroma a café, la inspiración en mis letras, mi sueño hecho realidad, porque créanme que sé que hay chicas para la mesa de luz, hembras para la cama y damas para la vida, pero solo ella es todas en una, solo ella es “la” mujer, porque además de todo eso, ella ama en voz alta y se rompe en silencio, en resumen, ella es... Ella es... Ella es el poema más bello que he leído, la noche más salvaje, el amanecer más cálido, es la imperfección más divina, y no sé si es barro de dioses, si sus padres son alquimistas o si nació de una costilla, pero si es así, sin miedo a equivocarme aseguraría que esa costilla es de Adonis, si no, no sé a quién culpar y agradecerle mi suerte.

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Reina Umere Zavalla

BAHÍA AVENTURA Había una vez una chica llamada Gianella. Junto a su novio Paolo habían ido a cenar al restaurant más famoso de la ciudad de Buenos Aires, se llamaba “Bahía Aventura” y en él había una frase que rezaba: “Lo que pasa en Bahía Aventura se queda en Bahía Aventura”. A Gianella le gustaba mucho ese restaurant y lo recomendaba, pero sus amigos le decían que dejara de ir porque allí pasaban cosas malas. A Gianella no le importaba. Unos meses más tarde, Gianella fue a Bahía Aventura a celebrar el cumpleaños de su novio y vieron que en el menú había un plato llamado “fideos con sangre”. Pensó que se habrían confundido, luego se dirigió al baño. Allí encontró que todas las paredes estaban manchadas con sangre y uno estaba cerrado con un candado, con un cartel que decía “No abrir”. La muchacha tenía intriga y quiso entrar, pero cuando estaba empujando la puerta vino una cocinera y la asustó. Escapó hacia la mesa y comenzó a comer. Al día siguiente volvió al lugar y volvió al baño, notó que las paredes estaban pintadas de blanco, pero sin pensar en nada se fue a maquillar al espejo. Volvió a la mesa. La velada transcurrió entre risas, toda la noche. Otros meses pasaron, cinco para ser exactos. Ella volvió. No podía con su genio. Antes de empezar a cenar fue al baño, al entrar fue testigo de algo terrible: el chef principal estaba tratando de matar a una de las camareras. Gianella corrió, llegó a su mesa y entre la confusión y el miedo le dijo con voz nerviosa a su novio: Vámonos de acá. ¿Por qué? preguntó él sin entender nada. En casa te explico. Al llegar, Gianella narró todo lo sucedido, cada detalle de lo que había visto. Después de discutirlo decidieron hacer la denuncia. Nada pasó. Nunca más volvieron a ese lugar. Cada vez que Gianella entraba al baño de algún lugar volvía a recordar esos sucesos, pero siempre en compañía de alguien. Nunca más pudo ir sola.

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USINA IV

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Sandra Iris Guadalupe Asenari Recreo

MI DÉCIMO CUMPLEAÑOS Mamá hizo una fiesta familiar. La casa estaba decorada con globos de varios colores, serpentinas y guirnaldas. Llevé un vestido amarillo patito y mi pelo estaba atado en una trenza. Llegaron mis tíos, Clara y Javier. Me regalaron un libro para colorear y una cámara. El resto del día, jugamos juegos de mesa y hablamos de los viajes que hicieron mis tíos juntos. A las seis guardamos junto Verónica Fernández a mamá juegos y vasos con jugo de manzana, mi favorito. Entonces tocaron a la puerta y me fui saltando alegremente a abrirla. Tomé la perrile, la giré y abrí. ¡Papá! salté encima de él y ambos caímos entre nos y nos fundimos en un abrazo. Pensé que no vendrías dije entre lágrimas. ¿Cómo crees que me perdería el cumpleaños de mi niña? dijo y se levantó. Me tomó de la mano y fuimos al living. Papá se fue a la cocina con mamá. Conversamos con Clara sobre el colegio y a mitad de nuestra charla se apagaron las luces. ¡Genial! Un apagón justo en mi cumpleaños, pensé. Entonces, apareció mi madre con una torta de chocolate y frutilla, y mi padre con platos y cubiertos. Me cantaron una canción, cerré los ojos y soplé las velas. Prendieron las luces, papá cortó la torta en rebanas y me dio la más grande. Se fue a la cocina y volvió con una caja azul y un moño dorado, lo tomé y abrí. Había un par de zapatos blancos de ballet y un paquete forrado con tela roja, el cual tenía una carta: “Señorita Juana Sparro, le informamos que ha sido aceptada en el prestigioso Colegio para bailarinas de ballet en Nueva York con una beca de siete años”. Atentamente Richard Josep Gallo Luego de leerla en voz alta, abrí el paquete, era una remera blanca con tiritas y una pollera con vuelos blancos ambos. Miré a mamá, asintió con la mirada y subí rápidamente a mi habitación a preparar todo.

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Luca Martínez Recreo

PODEMOS CAMBIARLO Un niño como tú, como yo, o como el que llevas dentro, un crío como cualquier otro, pero diferente del resto. Un chico con ese pelo largo y castaño que parecía rubio a la luz del sol, estudiante sabiondo, pero poco querido por la sociedad de hoy en día. Ese pequeño tenía miedo porque sabía que era diferente, era Lágrimas de colores único, ese chiquillo contaba con doce años de edad y una gran Jerónimo Prevero capacidad de escritura. A sus siete años, su madre le regaló un libro donde él podía plasmar sus ideales, hacer algunas críticas del mundo y situaciones en él. Hasta el día de hoy, sigue teniendo ese cuaderno, pero obvio ya no escribe en él, ya que rápidamente lo ha llenado con sus grandes y grandes conceptos de cómo mejorar apaciguando el universo. Él no quería lograr obtener el “Premio Nobel de la Paz” ni nada de eso, él solo quería dejar claro cuáles eran sus ideales, quería dejar un legado para que poco a poco el mundo vaya cambiando. Ese niño llamado Andrew no estaba solo tenía un mentor o mejor dicho mentora, Andrew nos cuenta que se le apareció de chico en un sueño. Aquel sueño donde estaba todo desvanecido, nada se notaba con claridad, la ciudad de su sueño parecía una ciudad fantasma, todo vacío no se escuchaba nada todo estaba prácticamente perdido, se notaba a lo lejos solo una sola y sospechosa sombra era de una mujer, con ese cabello corto y negro, unos ojos grises muy grandes y un físico delgado, a primera vista asustaba verla, pero después se calmó. Escucharé. Esa mujer lloraba lágrimas de colores porque decía que todo se había vuelto gris que nada tenía sentido, que el mundo había perdido el color que tanto lo distinguía, esa misma mujer le dijo: Que esto no llegue a suceder en tu mundo, haz algo para cambiarlo que no pierda el color que tanto lo embellece. Andrew un poco asustado y confundido con lo que él acababa de ver y sin más formas de poder cumplir esa misión que le concedieron, empezó a escribir ese diario. Criticaba desde lo más pequeño hasta lo más grave, todo lo que podía desde su punto de vista llevar a la autodestrucción de nuestro mundo, él lo escribía. Dos años más tarde al terminar ese diario de aproximadamente cuatrocientas cincuenta páginas, hizo un boceto de la mujer que se había encontrado aquel día y abajo escribió la frase “Hazlo por ella todavía nada está perdido y podemos cambiarlo, este es mi legado”. Y es así como yo, su quinta generación después de él está en poder del diario.

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Andrés Guillermo Schmets Recreo Sur

DESANDANDO HUELLAS I La tarde lluviosa le alcanzó un amargo tras un largo sorbo, se puso a templar su vieja guitarra, que guarda con celo, horas añoradas, de su largo andar. II Ya no hay serenatas porque todo cambia. De aquella bohemia, rejas, ventanal son solo recuerdos, que atesora su alma que vaga sin rumbo, noche y soledad. Estribillo Junto a su guitarra, galopo distancias rumbo a las bailantas, de su Litoral. Nacieron amores, que pronto murieron porque en ningún pago, se pudo quedar. I bis Desandando huellas, buscó la querencia cuando la nostalgia, detuvo su andar y al hallar el rancho, casi una tapera buscó en su guitarra, consuelo a su mal. II bis Él que fue distancia, guitarrero inquieto, hoy espera manso, que el tiempo al pasar lo lleve a un encuentro, con sus viejos cumpas en la noche eterna, para guitarrear

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Casa de campo María Caravario de Cagliero


Silvana Soledad Segovia Santa Clara de la Buena Vista

MAR La melodía que soltaba mi garganta me elevó por el aire. Mi cantar, la voz de un ave amigable y remolón, que al mirar al cielo sus alas abrió. Tu mano dulce Mar, supo tenderse sobre mí y abrazarme. Me llevaste contigo convirtiéndome en olas de aguas danzantes. Me tomaste tan fuerte, cobijándome. Trenzabas mi melena y la peinabas a tu antojo. Las constelaciones que hacían Mar Viviana Labrecciosa las estrellas de tu mundo me mostraban un camino sin regreso, ese, donde una vez más, sería Yo. Sin cuestiones, libre, como me he sentido toda mi vida fuera de ti. Te entregué mi alma, dulce Mar. Hoy soy piel de tu piel, sal, azúcar, no sé muy bien. Vivo en contacto con los más bellos seres que te habitan. Un universo inmenso desconocido para muchos, pero no para mí. En el cuerpo de un delfín, mi espíritu se pasea en las profundidades de tu inmensa extensión y puedo salirme de él para viajar por los cielos y verte desde arriba, convertida en colibrí. En mi pasado, pisé la tierra con las plantas de mis pies y supe andar descalza para sentir su energía vital. Esa energía que me motivaba día a día. Toqué la vida con manos de Fe y la miré con ojos de Esperanza. Dejé las huellas donde debía y sembré semillas de Amor que han de florecer a medida que pase el tiempo. Me convertí en Mar, en agua cristalina. Soy caricia que alivia, soy silencio que acompaña. Soy música que se oye una noche de fogata... Cerré mis ojos y vi mi vida pasar... Me vi de niña, adolescente, toda una mujer y también pude ver mi vejez. Todo eso en pocos segundos.

Tú, dulce Mar, supiste como enredarme y llevarme lejos, muy lejos para no volver.

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USINA V

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Darío Hernández Ambrosetti

RECUERDOS A UN GAUCHO VIEJO Quiero dejar en mi verso como encendido reflejo recuerdo de un gaucho viejo al que mucho le aprendí, es por eso que hoy aquí agradezco la enseñanza de quien fue pobre, honesto, respetuoso y de palabra. Hombre campero y curtido por los rigores del tiempo heladas, lluvias y vientos de chico lo habían golpeao porque en el campo fue criado entre hacienda y caballos su juguete fue un badajo con el cencerro gastao. Trabajando desde chico fue aprendiendo de hombres criollos a enlazar con muchos rollos de payanca echar un pial, hacer trenzao un bozal, el cabresto, el mañador y atar segura una guasca con un nudo potreador. Aprendió a jetear un potro tironeándolo de arriba de manera precavida siempre el estribo pisó y aunque el tiempo le pasó nunca se olvidó jamás el acortar bien las riendas cada vez que iba a montar. Sabía atar los ocho pingos y sentarse al arao sabía hacer alambrado plantar bien el esquinero, por eso es que dejar quiero este recuerdo inmortal

para ese hombre criollo viejo que bien me supo enseñar.

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Valentina Perren Ambrosetti

LA VIDA DE LOS ADOLESCENTES Creo que todos hemos pasado o estamos transcurriendo nuestra adolescencia, Yo me reflejo en la imagen ya que siento que transmite la vida de los adolescentes, con temores, desconfianzas, pero sobre todo timidez, timidez de mostrar y saber quiénes somos. Hoy, pasa mucho esto y pasa más en los colegios, donde Diego Ferrero los adolescentes no se quieren mostrar, tienen miedo a ser juzgados todo el tiempo, a todos nos ha pasado -por mínima cosa- o nos pasa; muchos pudieron salir adelante, otros no. Hoy, los adolescentes no se dan cuenta todo lo que abarca la palabra Vida, no sabemos valorarla, hay adolescentes que se quitan la vida, otros que toman, otros fuman y otros se drogan, esto no quiere decir que justo ellos no sepan cómo valorar la palabra Vida. Hay otros que estudian, tienen un trabajo, pero su Vida no es como ellos quieren. Esta imagen refleja la vida de cada uno de nosotros, que en algún momento se entrecruzan y nos transmiten la diversidad de un adolescente, los distintos momentos por los que se atraviesa en esta etapa... Pero debemos saber que superando cada obstáculo aprendemos. Opino: La vida para los adolescentes es complicada” no es nada fácil”. Pido: Déjennos ser adolescentes.

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Eduardo Salera Ambrosetti

RETRATO DEL CARDENAL Nostálgica tardecita de domingo; los últimos rayos de sol dan pelea para no perderse indefectiblemente, bajo las sombras de la noche. Fue un día lleno de magia, brillo y alegría compartido en familia. Pero llega un momento, que uno no puede evitar pensar que mañana es lunes; y vuelve la rutina, el trabajo, las responsabilidades, se produce ese momento nostálgico y con el Copete Rojo dejo la tristeza. Daniela Giovenale De pronto, y sin querer notarlo, elevo la vista; y veo el retrato de un hermoso cardenal “Copete rojo” y viene a mi mente que hoy, en el transcurrir del día, escuché los dulces trinos de un cardenal que anida con su compañera, en el añejo algarrobo del patio de casa. Él no sabe que mañana es lunes, con su trinar, su vos, su forma de expresión vive feliz. No tiene ambiciones desmedidas -como algunos humanos-; reflexiono y pienso en la inmensa belleza que aporta a la naturaleza el colorido de sus plumas y su dulce trinar. Tal vez, como nosotros los humanos, tenga sus momentos buenos y malos, debe ponerse contento al ver crecer sus pichones y algo triste al verlos marcharse para formar una nueva yuntita. Pero no baja las alas, vuela, vuela, vuela y trina dulcemente sin darse cuenta, agradece a la vida. Gracias cardenal, gracias por tanta belleza. Gracias por hacerme comprender...

Dejo una moraleja: El próximo domingo al atardecer, no tendré tristeza voy a volar, volar, volar, cantando con alegría: “Gracias a la vida”.

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María de los Ángeles Ferreyra Monte Oscuridad

Destello rojo Vivir en el campo provoca que uno no sienta miedo al oír un ruido “extraño” ya que hay animales haciendo diferentes sonidos y pensé que esa noche no sería la excepción. Pero ahí estaba ella, se encontraba de espaldas a mí, su cuerpo tenía un raro color azul, se hallaba semidesnuda, desde su cadera hacía abajo tenía como un manto rojo, su cabello me parecía negro. Destello rojo Supe que no era humana en el momento en que tomó una Verónica Weiss vaca por el cuello ganándole en fuerza e inmediatamente puso su boca en la garganta del animal dejándolo consumido, pero seguía vivo y gemía por el dolor. El sonido que salía de esa vaca era totalmente aterrador, nunca lo había oído antes; a causa del miedo que está escena me provocó emití un ruido y rápidamente ella se dio vuelta y me vio. Sus ojos eran profundamente negros, su rostro seguía pareciéndome azul, o quizás algo morado; durante los siguientes minutos solo podía ver un destello rojo yendo y viniendo. Cada vez se acercaba más a mí, solo pude pensar en Dios, le pedí socorro, después de todo Él nunca me había desamparado.

Para mi fortuna, se detuvo como a dos metros, luego soltó un grito desgarrador que provocó que cerrara mis ojos y al abrirlos esa aterradora mujer no estaba más.

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Teresita Minetti Monte Oscuridad

MUJER Tomó Dios del hombre una costilla y como un alfarero en ella trabajó... la fue formando a su semejanza, le dio vida y en mujer la convirtió. También puso en sus manos una sublime misión... ser madre en nombre del amor. Carga sus hombros con yugos muy duros de llevar, por sendas que nadie transita ella puede caminar. Puede beber los tragos más amargos que la hiel, da solución a problemas que nadie puede resolver… con cada sacrificio aumenta su fe, soportando el martirio del dolor más cruel. Da gracias por ver el sol cada mañana sintiendo el gozo de vivir un nuevo día... puede tener la dulzura de la miel cuando da consuelo y compañía. ¡Mujer...por siempre mujer! Todo hombre puede tu nombre murmurar, creerse con derecho de juzgarte y condenar. Pueden abrir en tu pecho una profunda herida... pero cuánto más honda sea, más bella será la poesía que enaltezca tu ser.

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Talita - Cumi Verónica Fenoglio


Martha Susana Albertengo San Guillermo

PARADOJA El miedo es la puta mano que te cachetea las mejillas, se desliza por la espalda explorando la confianza, acecha sin tregua, baila, se empecina tanto que cuando te cruzas con la esperanza no sabes con quiĂŠn estĂĄs caminando.

Carbonilla [1] Nahuel Heil

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Ángela Berca San Guillermo

EMBELESO OTOÑAL La noche en su piel de gemas sombrías abre sus párpados donde orilla el letargo y la mirada hacia la vastedad de lo ignoto. La luna huele a glicinas y geranios que inhala de los fríos balcones trasnochados. A lo lejos, la longeva luz del alba, el embeleso otoñal que se insinúa los fuegos de marzo remontan cometas de pájaros, despiertan soles, giran los vientos hábiles espadachines de estériles hojas en su gimotear presienten sus destierros y entre nieblas de grillos se descuelgan del otoño.

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Luisina Raviola


Celia Teresa Faule San Guillermo

CELEBRACIÓN El viejo campanario apura los sonidos que trepan por el aire. Solo restan minutos para la ceremonia. Acuden hombres y mujeres algunos devotos, otros, puro conformismo. Además, el viejo campanario suele desnudar los secretos de los pájaros. Con las alas extendidas salen a celebrar el sol y la comida.

Capilla norteña Haydee Suarez

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Madi Dominga Audino Suardi

CAMINO DE RECUERDOS Por este y otros caminos tantas veces he transitado… Algunos los fui soñando por la mañana…por la tardecita o bajo el azul manto estrellado. En ellos fui sembrando mis pensamientos…de proyectos, ilusiones, de alegrías y tristezas. Los imaginaba en ambas orillas salpicadas de diferentes tonos de verde con amarillas margaritas y tréboles en flor que los Paisaje embellecen. Hedda Arnaudo Al llegar al otoño, los árboles de verdes hojas lustrosas se tornan de diversos colores, tristes amarillos, marrones claros y oscuros. Hay caminos más tranquilos…silenciosos, otros más bulliciosos y alterados. Algunos bordeados por perfectas filas de perfumados pinos y frutales. Otros pedregosos, muy difíciles de transitar. Los hay iluminados, pero también oscuros. En algunos voy cantando bajito…en otros meditando y recordando bellos momentos. Es en ese preciso instante, cuando el mágico silencio te habla sin palabras. ¿Adónde nos llevarían tantos otros caminos que decidimos no recorrer? ¡Y…cuántos otros senderos se abren también de manera inesperada! Caminos que se llevan nuestros suspiros, nuestras ilusiones que se van pintando del color del sol y se van volando fugazmente. Yo solo aminoro mi marcha cuando veo que los pasos de mis pensamientos se detienen lentamente en el horizonte, perdiéndose de a poquito en el tiempo.

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Anahí Cristina Borgogno Suardi

MUJER ¡¡¡Píntate los labios de rojo mujer latina no importa tu edad!!!Ríe y tapa tu amargura. Mujer ultrajada, lastimada, usada. Mujer tiene que… mujer llena Virtual de mandatos. Otilia Naldini Encanta al mundo con tu mirada verde femenina. Que nunca te importe lo que los demás digan. Mujer objeto de tantas cosas de tantas personas. Manoseada, debatida, criticada, burlada, llena de culpas, presa de una cárcel llamada reputación, pero fuerte. Mujer que se para siempre erguida, bien derecha con la frente en alto. Mujer llena de emociones que hierven en su sangre, que quieren salir de sus poros y gritar de manera salvaje. Tómate un tiempo de calma, mujer de exigencias, mujer sumisa, crédula. ¡Pero a la vez…Despierta! Mujer contemporánea hundida en el consumismo. Mujer preocupada por el paso del tiempo, por tu futuro cuerpo decadente, envejecido, discapacitado. Mujer con miedos, pero con fuerza. Mujer de pechos cansados. De espalda cansada…mujer valiente. ¿Mujer loba, que todo lo puede…fatigada de tanto cansancio… descansas? Mujer, que, aunque agotada soporta y soporta… Mujer, que regala abrazos que curan, ¡hazte libre! suelta tus cadenas! ¡Escupe tu verdad, la misma que te aprieta! Renuncia a esos frívolos colores convencionales. Que tú eres hermosa cuando eres rebelde, cuando luchas y peleas.

¡¡¡Canta!!! sé libre!!! y vuela!!!!

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Edgar María de la Fuente Suardi

CONFESIÓN La niña apoya su rostro sobre la cabeza del noble alazán. ¿Qué secretos le cuenta murmurando palabras en la intimidad? Entrecierra sus ojos y derrama su alma confiando segura en su fiel lealtad. ¿Un amor ausente... o quizás quebrado...? “Dile caballito que regrese pronto... que no se demore en volver a mi lado. Vete ya a buscarlo... apura el galope... Y sobre tu lomo, regrese cantando las viejas baladas que aprendimos juntos entre los ceibales, a orillas del río de manso caudal”. “Y cuando la aurora disipe la noche, las estrellas huyan a dormir un rato en su cama astral, estemos bebiendo la miel del encuentro en cálido abrazo, bajo el fresco umbrío del viejo ceibal”. El caballo asiente con ojos serenos, percibiendo el brazo de manita blanca rodear su quijada, en una caricia de franca amistad.

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Belquis Leonor Duarte Suardi

ESPERANDO A SU AMOR Se quedó en la bahía esperando aquel barco que se llevó su amor. Fueron miles los barcos que por allá pasaron, pero el que ella esperaba nunca regresó. Ese barco andariego que por allí pasó. se robó sus sueños, le robó su amor, le robó la risa, la cubrió el dolor, lo que tanto esperaba, que el dueño de su risa el dueño del amor el día que regresaba a cumplir su promesa él, junto con su barco

Puerto de amar Alicia Ruggeri

en la mar se perdió.

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María Soledad Girau Suardi

POR UN BRINDIS Lágrimas rojas, rosadas y blancas de mi soberana tierra. Dicen los que saben, cuanto más añejo, más se hermosea. Respeto mucho este río interminable de sabores y sucesos. Escondite peligroso de soledades y rencores, causante de divisiones, fatales accidentes y desamores. Con “soltura y elegancia”, recomendaba mi padre, Por un brindis mencionando el estilo con que había que adentrase a él. Si él Liliana Sereno viene, viene la vida, canta un ilustre poeta santafesino. En mi historia es cruel enemigo, porque sedujo hábilmente a mi padre, marcando fiestas y navidades. Luchamos, día a día, con mi cónyuge para que no vuelva a caer en sus densas y malvadas redes. Y contradictoriamente es medicina, alimento de mi alma que consumo con fe, bebida dulce del cielo que me permite crecer, seguir, comprender. Te contemplo y recibo serenamente en una ración sacramental de paz. Deseo seas mi alegría y beberte en libertad, sin temores, sin prejuicios; entrelazarme como parra enamorada a tus brazos y ser tu vida hasta la eternidad.

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Sara Girau Suardi

PRELUDIO DE AMOR Contemplo el cuadro, veo una mariposa tan sutil y hermosa posada en una flor de muy bonito color. Algo extraño misterioso fluye en el aire al verlas. Es una atracción sublime que derriba fronteras, sibilina, mística, la entrega, pasional y candorosa, entre la excitante flor y la bella mariposa. Mirando quedo perpleja de tan singular armonía, la flor con La falfalina sus pétalos abiertos plenos de luz, de color, mientras la mariposa Carolina con sus alas temblorosas se aferra suavemente, uniéndose tibia SchembergerHeredia y cercana en un círculo de amor, aun en la diversidad. Fue muy hábil la pintora, captó tanta hermosura de aquel conjuro amoroso, que tiene tiempo, espacio en el ciclo de la vida.

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Hilda Gorosito Suardi

UN MUNDO DIFERENTE En los retazos del día, chapoteo en ilusiones en un mundo que no tengo… Quiero pintarlo todo de diversos colores. Un firmamento celeste y el agua color cristal. Las nubes blancas y azules, como en los libros de cuentos… ¡Las estrellas bien doradas, la luna llena y ardiente! Que los campos sean verdes, verdes como mi esperanza y que a los árboles cuiden como el mayor tesoro. Que la más dulce sinfonía sea el canto de los pájaros. Las mariposas que danzan adornando los espacios. ¡Quiero cambiar el mundo! Que no haya horas inciertas sino colmadas de juegos. Quiero padres que abracen y familias que contengan, niños que no hagan diferencias… ¡Quiero pintar un mundo donde quepamos todos!

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Pedro Elsa Bollati


María Inés Hischier Suardi

CONSONANCIA Danza y música delicadeza y hermosura equilibrio y armonía hablan de tu finura. Lo sutil y lo perfecto arte y movimiento suave y abrupta como en primavera, es el viento. Graciosa y tenaz atraviesas mis fibras cálidos colores que embellecen la vida.

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Cruz Teresa Ledesma Suardi

LAS MANOS ¡Qué maravillosa bendición para quien posee el don de las manos! Manos rudas, trabajadoras, manos que agradecen el pan de cada día, manos que huelen a tierra y trigo, manos que prodigan sabor en la cocina, manos que chapotean en el agua enjabonada, manos que van, vienen, se elevan como aves que emigran, manos que corrigen en la hoja la enmarañada caligrafía, manos que se ciegan, crispadas, vacías de amor, manos pequeñas que se unen en una oración, manos envejecidas, sabias, que dejan una gran enseñanza, manos que fueron ultrajadas, crucificadas, manos sembradoras de paz y esperanzas. Las manos, mis manos, inventoras de sueños y poesías, se pliegan como palomas dormidas sobre el latir de mi pecho.

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Momentos compartidos Raquel Pendino


Alicia Morra Suardi

LÁGRIMAS... Siempre me acompañan... Matizan con su luz los sueños y perfuman el asombro de mis días... Son profundas y sus sentidos arco iris muestran las voces de mi corazón, fluyen como silenciosas verdades presentes en la bienvenida y el adiós. Yo me siento un ser privilegiado porque mis lágrimas multicolores escurren desconocidos misterios en la finitud y la resurrección. Reclaman abrazos de nostalgia, se acunan en el fuego del dolor, enmielan con su caricia los abrazos, me visten de armonía y de amor... Que su grito silencioso nunca se oculte en la lejanía de un simple rumor.

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Lágrimas de colores Jerónimo Prevero


Jorge Amado Serrano Suardi

QUÉ VAS A HACER CONMIGO Qué vas a hacer conmigo, cuando llegue la mañana embriagada de trinos, y la rutina nuevamente, nos aleje intermitente, que ha de ser de nuestras pieles, deseosas y ardientes. Qué vas a hacer conmigo, si al pronunciar mi nombre recuerdas mi cariño, y en locura propia, te vuelves por el camino, que el destino y la usanza para ti, no han prescrito. Qué vas a hacer conmigo, cuando la pasión te consuma entre mil delirios, has de gritar este amor, este amor correspondido, o te quedarás argumentado cosas, cosas sin sentido. Qué vas a hacer conmigo, si tu conciencia te ha dicho que tú…eres mío.

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Perdón Evangelina Nocioni


Líder Solano Suardi

DON RAMÓN Yo vi a Don Ramón, gaucho el hombre, capataz del establecimiento ganadero, clavado sobre un caballo brioso. Lo vi correr tirando el lazo en medio de la torada bravía y cabalgar arreando a las bestias con la voz, espuela o con golpes de fusta. Yo lo vi, altivo, luciendo su pintoresca indumentaria gauchesca. Romance bajo el Desde joven, Don Ramón trabajó como un hombre. El sudor árbol bañó su rostro, sus manos encallecieron y el sol y los vientos Gladys Chavez broncearon su tez. Se convirtió en un vaqueano sano, fuerte y laborioso que miraba de frente el porvenir con la confianza del que se siente capaz de bastarse a sí mismo. Pronto formó su hogar casándose con una joven digna de él: buena, inteligente, hacendosa, honesta y fiel. Don Ramón, como lo llaman, no se conforma únicamente con el trabajo de los peones, también él trabaja a la par del mejor. Atento a la observación de los fenómenos de la naturaleza, con su inteligencia, todo lo vigila, así va progresando. La mañana clara y agradablemente fresca se presentaba como la promesa de un hermoso día. La parcela de una hectárea tenía en su centro la casa familiar. El terreno estaba cercado y frente de la casa dos macizos árboles enmarcaban la escena. Los pájaros, con sus cantos y vuelos, ponían su nota de movimiento, de bullicio y de alegría aquella mañana de diciembre en el campo de mi cuñado.

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María Josefa Soria Suardi

UN BELLO AMANECER Un bello amanecer cuando nace el sol. El pájaro canta, el horizonte es un camino que se abre anaranjado.

(Foto 2) Lorena Anastasia

Te busco entre sombras, aparecen plantas oscuras la nostalgia se abre como una rosa perfumada. que duerme detrás de la mañana.

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Marta Valarolo de Picatto Suardi

CAMINO DE RECUERDO Con un lenguaje pobre en letras, la abuela nos relata algo similar a un cuento, amplio en esperanza de inmigrante, nostalgioso, adentrándose a un poblado, camino de árboles con música de teros, pretendiendo que el dolor a pobreza sea leve. Perfumada con el verdor de hojas y bendecido rocío de una entrada Camino de recuerdo añorada, caminaba mi abuela con su pañuelo gris a cuadritos Raquel Inwnkelried teatralizando antipáticos movimientos de carros con ruedas gigantes que rodaban en silencio bajo la consigna del trabajo; llevando comida para la mastica diaria, bajo el dinámico acordeón, enfrentando enfermedades de la época; con el alma en paz, humildad y desafiando la humedad del tiempo en los guadales.

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USINA VI

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Marcos Barrios Tostado

CAMINO POLVORIENTO Recorriendo mi país en mi moto colorada dejando kilómetros atrás y adelante una esperanza de ver familias felices al dejarles mis donaciones eso hace que me sienta muy feliz, ya que son cosas que me gustan. La caravana sale del centro de mi país. Y así podré ser feliz con todos los motoviajeros que son mis compañeros que se van sumando a la caravana con sus motos cargadas de emociones, tras meterse en caminos polvorientos y en esos montes impenetrables en los que hay familias aisladas que al escuchar los motores se llenan de emociones hasta las lágrimas.

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Erminia Butarelli Tostado

LA PINTURA Y EL AZAR Tomando un aperitivo en la Piazza del Popolo en pleno centro de Roma, Lautaro deja fluir el torrente de recuerdos que se desgranan en su mente como una película en cámara lenta. Mira alrededor los edificios milenarios, las Iglesias gemelas y el Obelisco que ofrecen el marco para los numerosos turistas que caminan despreocupados y bulliciosos. Observa como unos niños corretean alrededor del obelisco y en cada cruce se abrazan cariñosamente. Esa imagen, como un flash dispara evocaciones de su propia niñez y se ve feliz en el campo donde su padre trabajaba como encargado de la Estancia de Don. Ángelo Brunetti. Vuelve a sus años felices y llena su mente con el paisaje verde, animales pastando tranquilos y mansos; los cuadros sembrados; la vida sana, el trabajo gratificante; la honestidad de la palabra empeñada que van forjando la vida y la dignidad del hombre de campo para trasmitirla a los hijos. Todo eso, pensó Lautaro, es lo que contribuyó para que hoy esté en este lugar por mis méritos, el título y el Máster como Ingeniero Agrónomo para participar en la Convención Internacional sobre el cuidado del Planeta. Con nostalgia desandó su vida y se recordó pequeño jugando en el amplio parque de la Estancia esperando ansioso la llegada de su amiguita Bianca, la hijita del matrimonio Brunetti, que se repetía todos los fines de semana. Sufría por tenerla lejos durante la semana. Amaba a esa niña que fue su primera amiga “del alma”. Sonreía ante la imagen de travesuras juntos. Le tenía siempre las mejores sorpresas: un pichón que encontró caído; una oruguita verde que se desplazaba graciosa por su brazo, otra vez tendidos bajo la rama de un naranjo pudieron descubrir un picaflor libando los azahares. Tiernos momentos, pero también el más amargo: el de aquel día en que llegó el Sr. Brunetti muy serio y se reunió con su padre para comunicarle que se iban del país y vendería la estancia. No obstante, le hizo una generosa propuesta en compensación por su leal y honesto desempeño de tantos años quedando con una porción de campo que le permitiera continuar trabajando por su cuenta. Para los niños la despedida fue desgarradora. Lautaro aun siente una opresión al recordar el momento y cree que marcó su carácter retraído. Sin embargo, creció como un buen hijo y mejor estudiante obteniendo sus títulos con méritos y por eso es que hoy se encuentra en Roma. Mira su reloj y se asombra de todo el tiempo que aún falta para la Convención. Recordó haber visto de paso una invitación para una muestra en una galería de arte. Era una de sus debilidades. Estaba muy cerca y decidió ir. Al iniciar la visita se sorprendió gratamente por la calidad de las pinturas: arte, formas, color y buen gusto. Había muchos paisajes, que a él tanto le agradaban. De

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pronto, su atención se posó en un cuadro en sepia. Era un niño y una niña, pequeños. La vestimenta representaba a dos campesinos calzados con botas de goma. Pañuelo atado a la cabeza de donde escapaba un mechón rubio la niña, gorra de paño, el niño. En actitud atenta observaban algo en la palma del niño que delicadamente sostenía la pequeña, mientras su amiguito pasaba su brazo alrededor del hombro. Lautaro observaba la obra y de pronto, comenzó a palidecer y todo el salón comenzó a girar a su alrededor. Al verlo, alguien se le acercó para ayudarlo y lo condujo a una salita. Allí lo reanimaron. Cuando se recompuso pidió disculpas. El joven que lo ayudó le quitó importancia al tema diciendo que suele suceder en ambientes cerrados. Le pidió que aguardara porque la dueña de la galería quería disculparse y saludarlo. ¡La cabeza de Lautaro era un torbellino increíble! La puerta se abrió y entró la más bella mujer que jamás imaginara y mirándolo a los ojos le dijo: ¡Soy Bianca Brunetti! Él sin apartar los suyos contestó: ¡Y yo, Lautaro Ocampo! Se acercaron sin dejar de mirarse hasta que el deseo tantas veces contenido de abrazarse estalló en silencio por un largo tiempo. Ella sin apartar la cara de su cuello le dijo entre lágrimas: ¡Hace tanto tiempo que pongo ese cuadro en la muestra esperando que alguien se reconozca en él!

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Alicia Teresa Foglia Tostado

LAS MANOS DE MI MADRE Las manos de mi madre, aquellas que me tomaron cuando llegué a la vida, las que acariciaron mi rostro cada mañana de mi niñez, las que me buscaron en mi adolescencia y que tal vez ignoré, las que día a día crearon y diseñaron con audaz estrategia, el mundo a mi alrededor. Las que aplaudieron con gozo mis logros y triunfos, y también secaron mislágrimas en la adversidad. Aquellas manos son las que hoy guardo en mi corazón. Recuerdo las huellas más bellas de sus arrugas, el cálido candor de su ternura, y la fortaleza inquebrantable que dejó en las mías, el día que partió.

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Momentos compartidos Raquel Pendino


Sergio Gómez Tostado

ERROR ESTADÍSTICO Lo vi todo por la ventana, le disparó a quemarropa. dijo Martín al sumariante mirándolo incrédulo mover los pulgares sobre la pantalla del celular, sintiendo que la faltaba el respeto, pero evitando que sus ojos lo delataran pues la seriedad del oficial no le permitía discernir entre sí lo que hacía era tomar nota de su relato o si estaba respondiendo mensajes por WhatsApp. El oficial le pidió que le indicara el lugar exacto donde Martín había estado observando todo, como él lo había declarado. Desde ese lugar, podía observarse claramente la casa vecina tras los pastizales del baldío lindante. La mueca en el rostro del oficial justificó la foto tomada con el mismo dispositivo. La versión de Martín no le resultaba muy convincente... los nubarrones oscuros, la temperatura, la vieja antena, esa paz pueblerina, el pronóstico que por la mañana auguraba pleno sol castigando con cuarenta grados centígrados y escasa probabilidad de lluvia no terminaban de encajar con el trágico suceso matutino. Con todo respeto Don Martín aclaró el oficial quizás se le escapó algún detalle que no me permite comprender lo que me cuenta. ¿Podría repetirlo? Martín se sentó en la silla del costado, con la paciencia que sus casi setenta años y más de cincuenta años de duro trabajo le permitían por ley de la vida, y le hizo señas al sumariante para que se sentara justo frente a la ventana, convencido de que su versión de los hechos podría ser entendidos mejor estando enmarcados tras la ventana abierta de par en par. Mire, señor oficial, comenzó Martín tras una larga bocanada de aire, que en otras épocas hubieran sido de aspirar el armado de tabaco. Usted vio que esos cables que cruzan la calle, para estas épocas de muy poco sirven, los transformadores de la Empresa Provincial de Energía enseguida revientan cuando hace mucho calor como hoy temprano. Yo estaba ahí mismo donde ahora está usted y la pausa para cebarle el mate era la excusa perfecta para escudriñarlo y ver si iba entendiendo. Temprano anduvieron del censo, estuvieron ahí, con el finado y su matador, yo los vi cortar camino por el baldío y golpear la puerta del frente. El finado salió por atrás y los atendió, ahí, al costado dijo señalando con la mano pero la vista fija en los gestos del oficial y continuó el matador los miraba desde el fondo, nervioso, moviéndose casi como perro que se quiere morder la cola. La imagen les pareció graciosa a ambos, pero no tenían la confianza suficiente como para dejar escapar una carcajada. Después lo vi al finado saludando a los del censo mientras regresaba e ingresaba a la casa por donde había salido, lo mismo había hecho el matador. Los del censo venían para este lado, por la calle, parecían no escuchar la discusión que hasta acá se oía, cosas de familia, ¿vio? aclaró Don Martín como si fueran cosas donde

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nadie se puede meter y prosiguió. En eso se escuchó un corto silencio y por esa ventana de la piecita del fondo, lo vi al matador levantar el treinta y ocho largo, apoyárselo en el pecho a su padre y apretar el gatillo como si estuviera apretando un sifón de soda. Una bandada de gorriones salió del árbol del fondo.... La frialdad de Don Martín le resultó repugnante al oficial, que se levantó haciendo un gesto de haber comprendido, pero sin entender el poco valor por la vida en ese relato. Le agradeció, guardó su celular con sus notas y de despidió. Don Martín siguió ahí, en esa paz pueblerina, pero con un habitante menos que los censados en ese día.

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José Marcelo González Tostado

LA RELATIVIDAD DE LA MUERTE Lis ya no está, se fue así nomás, como los remolinos imprevistos en la llanura, dejando una estela de ilusiones, sueños y proyectos, que se van esfumando lentamente en mis pensamientos. La recuerdo vital, con esa risa de nácar y esos ojos claros, de mirada cómplice de múltiples travesuras. Sentado en mi refugio intelectual frente a cuadros, diplomas y Albert Einstein poemas la recuerdo, no se me va de la cabeza. Trato de meditar, limpiar mi mente, no pensar en nada, pero se me hace difícil, Lis está siempre presente y con su rostro angelical me dice, no me fui. Mi escritorio atestado de papeles, agenda, portalápices, calendario, bailarinas cubanas de madera, piedras preciosas…en un desorden como mi mente, pero en el que me desenvuelvo con habilidad. Y enfrente, un poco a la izquierda, la imagen de un Einstein divertido, gracioso o travieso que saca la lengua como burlándose de mis cavilaciones o invitándome a retornar a una infancia que no viví. Mientras lo observo se me hace presente la Teoría de la Relatividad e infiero que, si todo es relativo, la muerte también podría ser relativa. Poseemos un cuerpo tangible, con cinco sentidos e impregnado de sensaciones y emociones, pero con un destino temporal, un cuerpo que nos hace felices o infelices, que nos produce alegrías y dolores en la levedad de su existencia y un alma, que no la percibimos, pero la sentimos. Tal vez, Lis esté aquí, en esta pieza, quizás al lado mío, pero no la veo, mis sentidos son limitados. Estoy convencido de que existen mundos paralelos, otras dimensiones, en un universo misterioso con muchos interrogantes. Pienso que en el mundo que vivimos, lo objetivo no siempre es tal y la subjetividad nos presenta realidades cambiantes. Tal vez, Lis me necesite, quiera estar conmigo y me está esperando. ¿Inconscientemente? Abro el cajón y busco entre varias cosas útiles y otras fútiles y encuentro el llavero que en un compartimento contenía una pastilla de cianuro que conservo, no sé por qué, desde mi época adolescente de militante revolucionario, la pongo en mi boca, cierro los ojos y voy a su encuentro.

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Daniel Cipriano Mendoza Tostado

NO ME DEJASTE VER LA VIDA Luché por Nacer, por conocerte Mamá… Luché por regalarte mi primer llanto, mi primera Sonrisa, mi primer beso…

En tus sueños

Solo pude apoyar mis labios rosas sobre ti, mamá, en lo más profundo de mi fecundación, porque Dios te eligió a vos. Yo quería estar contigo, vivir juntos y ser los mejores Amigos, ser parte de tu Alma, a salir a pasear juntos, quería que concretemos nuestros sueños.

Pero igualmente, Mamá, quiero saludarte y recordar, haber escuchado tu voz, percibir tus primeras caricias, y yo decirte cuánto te amaba, aunque decidiste separarme de Ti. Me contaron que la Vida es muy preciosa, Pero, tú, no valoraste mi preciosa vida; porque te perjudicaba. Solo pensaste en lo que diría esta Sociedad que Juzga sin límites. Mamá… Solo quería preguntarte: ¿Por qué te deshiciste de mí? ¿Acaso no fui parte de Ti?

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Mamá, yo por siempre estaré en tu mente, porque es difícil que me olvides, he sido sangre de tu sangre, aun así, me echaste por tierra, sin poder darte mi beso del Adiós. Aunque no me diste la oportunidad de conocerte, yo seguiré queriéndote, te perdono y quiero que recuerdes que desde el cielo te seguiré llamando: “Mamá…”


Daniel Ochoa Tostado

EL SECUESTRO DEL NIÑO Y SU BARRILETE Adán llegó de la escuela diciendo “Mami, papi tengo que llevar material porque mañana el maestro nos va a enseñar a hacer barriletes”, el padre pegó un salto dejando el diario en el sillón. ¡Está loco este maestro, enseñarles a hacer barriletes! ¿Adónde los van a hacer volar? ¡No ven que son juegos viejos! dijo enojado. El niño asustado y llorisqueando se fue a su cuarto. Minutos más Aislado tarde, la madre llegó despacito diciendo. Hijo, hijo, aquí te compré Otilia Naldini papel, hilo y pegamento. Dentro de un rato Lorenzo, nuestro vecino te va a traer las cañas para que vos mañana hagas tu barrilete. Al día siguiente, Adán se fue contento a la escuela porque iba a fabricar su barrilete, estuvieron trabajando toda la mañana hasta que llegó la hora de salida y aun no lo habían terminado. Llévenlo, lo terminan en su casa o en la próxima clase dijo el maestro. El niño volvía contento a su casa, cuando de pronto se le acercó una camioneta, lo llamaron y le preguntaron: ¿Qué llevas ahí? Un barrilete, lo hice yo. ¿Les gusta? Lo tomaron de un brazo y lo cargaron arriba con barrilete y todo, se lo llevaron secuestrado. Se conmovió el pueblo por el secuestro del hijo del empresario. Todo el pueblo lo buscaba, la policía no daba con el paradero del niño, pasaban las horas y no había noticias. De pronto, una llamaba telefónica de los secuestradores pidiendo dinero por el rescate, el oficial Enrique a cargo de la investigación le pidió al padre que le den pruebas de que ellos tenían a su hijo para asegurarse de que eran ellos los secuestradores y no otras personas que se aprovechaban de la situación. Los secuestradores le pidieron al niño que haga una carta a su padre, el dibujo el barrilete que estaba haciendo y escribió “Estoy bien, los quiero mucho y solo le pido que no dejen de mirar al cielo”. El padre sorprendido no entendía la frase “No dejen de mirar al cielo”. En la casa de los secuestradores, el niño pidió que lo dejen terminar de forrar el barrilete. Pocas horas después terminó, uno de los delincuentes dijo: ¡Qué lindo barrilete! ¿Volara? ¡Claro que sí! dijo el niño. ¿Lo probamos?¡Sí! dijeron todos. El niño remontó el barrilete tan alto que unos chicos que estaban jugando a la pelota, vieron volar a lo lejos el barrilete y uno gritó: ¡Miren, miren! Aquel es el barrilete de Adán. ¡Sí! Nos está dando una señal para que sepamos dónde lo tienen secuestrado, ¡Avisemos a la policía! De esa manera la policía pudo rescatar al niño sano y salvo, el padre agradeció por los medios de comunicación a la policía y a todo el pueblo que lo apoyó en los momentos tan difíciles y terminó diciendo esta frase “Que en todas las escuelas se enseñen a hacer barriletes”.

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Zulema Ventura Peralta Tostado

MOMENTOS COMPARTIDOS Ensimismada en sus pensamientos, Matilde, miraba por la ventanilla del micro; el paisaje era diferente al que ella recordaba, la espesura del monte se había convertido en sembradíos con pocas isletas de árboles de la zona. El viaje, desde la ciudad donde residía hasta el pueblito donde pasó su niñez y adolescencia, le pareció corto. El paso del tiempo Descendió del transporte, miró a su alrededor, aun sabiendo Delia Bailetti que nadie la esperaba, tomó un taxi y se dirigió al hotel. En la habitación, depositó su bolso rojo sobre la banqueta, tomó una ducha, eligió un atuendo liviano, cepilló sus ondulados cabellos, un poco de rouge y rápidamente salió. El andar por las veredas del pueblo fue lento, observaba las casas, las traspasaba con su mirada como queriendo adivinar si los moradores, sus queridos vecinos, vivirían aun allí. Pasó enfrente del kiosco “El payador”, Don Ernesto, su dueño, estaba allí, pero no se detuvo a saludarlo, quizá a la vuelta lo haría, en este momento solo pensaba en llegar a la casa donde vivió con sus queridos padres y hermanos. Se paró frente a ella y la recorrió con su mirada, la fachada, el tapial con rejas, la perfumada enredadera cayendo en cascada… ¡Cuántos recuerdos! Empujó el portón de hierro que chirrió perezoso y abrió la puerta de la vivienda. Ingresó al living-comedor, se detuvo en cada detalle de la habitación, el reloj estaba detenido a las cuatro de la tarde, en la cocina se conservaba la mesa de algarrobo, las sillas con sus almohadones de multicolores lanas tejidos al crochet; y sobre la mesada, la pavita de aluminio, en el aparador la ollita de guisa, algunos platos, vasos y el infaltable mate de calabaza. Entró al dormitorio, abrió el ropero, aún quedaban algunas prendas de su mamá, en la percha colgaba el trajecito con la camisa de encaje, que había lucido el día de su boda. Separó la ropa y calzado, etiquetó prolijamente las bolsas, las depositó sobre la cama, y puso al lado la valija de cuero que sería para su hermano. Ya salía, de repente se detuvo, y volvió sobre sus pasos, abrió el cajoncito del fondo del ropero, en su interior, debajo de un pañuelo de seda, brillaba la cadena de oro con la medalla de la Virgen Milagrosa, de la cual ella era devota, la tomó y apretó fuertemente, la llevó al pecho y su ser se inundó de paz. Se sentó en la raída banqueta. Su mirada se posó en la foto familiar que pendía de la pared y agradeció a Dios por haberla tenido mucho tiempo con ella, recordando los hermosos momentos compartidos, donde cómplices, rieron mateando debajo de los aguaribayes… aquellas largas tardes de verano…

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Esther Simon Tostado

LA NECCHI DE LA NONA En un rincón de la pieza de costura esta la máquina, ya no se usa, pero el primoroso mueble de madera caoba que la sostiene hace de ella un adorno original y llamativo. La máquina de coser modelo año veinte fue remplazada por la Singer en los años cincuenta y por la Florencia eléctrica en los setenta, aunque mi madre cuanto tenía que coser cretona que es una tela dura que se usa para hacer asiento de sillones elegía la máquina a lanzadera que había venido de Italia con mi abuela y sus sueños de hacer la América. Al abrir la cajonera, podés encontrarte con cosas que no imaginas cómo han sobrevivido al tiempo. Por ejemplo, varias bobinas metálicas alargadas con hilos de distintos colores, sobres de papel negro y metalizado que contiene una innumerable cantidad de agujas de distinto grosor y una cajita que contiene pequeñas herramientas y una botellita de plástico de pico muy largo con aceite para los engranajes. Mi abuela contaba que la máquina había sido un regalo de casamiento de su padre, y el día, que ella preparó lo bultos para tomar el barco que la traería a Argentina, sus hermanos que eran carpinteros le fabricaron una caja bien segura para que el agua del mar no la dañara en la travesía. Llegó en buenas condiciones y mi abuela eligió una ventana donde entraba todo el sol de la tarde para ponerla en el primer rancho de barro en el que tuvieron que vivir cuando llegaron a la chacra que les habían arrendado para sembrar. Y de ella, salieron las cortinas, manteles, servilletas y repasadores para la casa, camisa para el marido y pañales para los hijos, y cuando estos crecieron alargó los pantalones y el ruedo de las polleras. Puso muchos remiendos en la época de “las vacas flacas” y cuando las chicas se hicieron señoritas cosió vestidos de seda para los bailes que organizaba la Federación Agraria. Ella sabía decir cuando soñaba despierta que la máquina cosió la ropa y cosió los sueños. Por eso, aunque la Nona hace rato que les hace las túnicas a los angelitos del cielo, nosotros conservamos la máquina como una reliquia que guarda parte de la vida de Lucia Mascalli, mi abuela. Nota: La fábrica de máquina de coser Necchi es una empresa de larga trayectoria, originaria de Italia, fue fundada en 1919, al comienzo de la primera guerra mundial y desde entonces se ha caracterizado por ofrecer máquinas robustas, de alta calidad y diseños innovadores.

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Ana María Sueldo Tostado

EL ÁNGEL Abrió, el ángel sus delicadas alas para proteger a la humanidad sufriente. Mas un latigazo de odio dio en su frente y su misión, con mucho dolor, vio desbaratada. Elevó su súplica al mayor tribunal de la justicia, más la desidia, la indiferencia y la avaricia dieron por tierra lo que su alma anhelaba. Pero una fuerza oculta y poderosa lo llevó de manera decidida a pedir a Dios, la Autoridad Divina rectificar el orden de las cosas. Señor, en tus manos queda salvar a los débiles, humildes e inocentes derrama tu amor en el presente

para que en el futuro… crezcan rosas.

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Marcela M. Zurbriggen Tostado

YO NO SÉ No lo entiendo, dejar tu casa… sentí que algo muy pesado me presionaba el pecho. Mamá miraba fijo al frente, como para no dejarse tentar por la mirada dolida que enfrentaba. La mía. Es lo mejor para todos. Acá ya no puedo estar sola. Ya lo decidí. Ustedes se deben a sus familias. Además, el lugar es lindo y pueden Lágrimas de colores visitarme todas las veces que quieran. Jerónimo Prevero Entré en la casa. Oscura, silenciosa. Mamá desde hacía varios meses se había mudado a la residencia para ancianos y ahora se había ido del todo. Murió. La casa estaba fría. Me senté en una silla del comedor, en la suya, con dos almohadones. Sentí frío, pero frío desde adentro, no de la casa. Me levanté y abrí las persianas. Tropecé con una maceta con una planta mustia, el terrón reseco. Corrí las cortinas. Entró la luz del sol, pero el olor a casa sola persistía. Recorrí los muebles, sus muebles, que tenían una fina capa de polvo. Miré los portarretratos. Fotos de la familia, de nosotras chiquitas, de nuestros hijos, sus nietos. En su dormitorio, sobre la cabecera de la cama una foto amarillenta del día de su casamiento. Se los veía jóvenes, delgados, felices. Cuánto tiempo, cuántas cosas. Me senté en una esquina de la vieja cama que crujió bajo mi peso y abrí un cajón de su cómoda. Había una caja con fotos viejas. La puse sobre la cama y fui viéndolas despacio. En casi todas estaba papá. Yo no sé por qué lo soportó tanto tiempo. A papá solo lo recuerdo en situaciones duras. Siempre menospreciándola, degradándola ante los demás, humillándola cada vez que podía. Siempre peleando a los gritos, buscando la oportunidad para despreciarla. Y ella aguantaba. Yo no sé por qué no lo dejó. Ni siquiera esa vez que llegó a golpearla y apareció en mi casa al escapar. Y lo justificó cuando la fue a buscar con una y mil promesas. ¿Eso era amor? Más de una vez deseé que se divorciaran. Que se termine, que se termine. Que se enamore de otra y se vaya, así ella lo recordaría con rabia y no lo extrañaría. No sé por qué no lo hizo. Ella trabajaba, hubiera podido sobrevivir con nosotras sin apuros y lejos de él y sus afrentas cotidianas. Lo soportó todo. Y cuando nos casamos y quedaron solos, en mi interior pedí que reflexionara y la tratara mejor, pero nunca supe si fue así. Después, en la vejez, él enfermo con sus frecuentes cólicos que nos hacían correr cada vez más seguido al sanatorio, y cada vez que lo internaban allí estaba ella, solícita a pesar de nuestro apoyo y las enfermeras que pagábamos para pasarle la noche. Peinándolo, acomodando la ropa de cama, alcanzándole las pantuflas, pasándole crema suavizante en los talones viejos y agrietados. Supe que antes de morir le agradeció sus cuidados. Eso me reconcilió un poco con su memoria.

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Tal vez, al volver sin él no soportó la soledad de una casa sin ecos más que los del televisor y por eso decidió vivir sus últimos días en la residencia para ancianos. Es verdad que estaba cada vez más lenta, pero lamenté que quisiera irse cuanto antes, como si la casa le doliera.

Guardé las fotos y comencé a vaciar el ropero. Unos pocos vestidos, zapatos viejos. Metí todo en una bolsa para clasificar más tarde y ver qué servía para regalar. Fui a la cocina. La heladera estaba vacía y desenchufada y por la puerta entreabierta se adivinaba un tenue olor a moho. Abrí la ventana y respiré hondo. Sobre la cocina estaba la pava con la que se calentaba el agua para el té y al lado, sobre la mesada, una agarradera que tejió al crochet con forma de manzana. Siempre tuvo piel fina, se quemaba de nada. Abrí la alacena y encontré algunas cajas apolilladas y la vajilla de toda una vida. Juegos incompletos, cada pieza con su historia. Ya vería qué hacer con ellos. Bajo la mesada unas pocas ollas desparramadas, elementos de limpieza y algunos cachivaches más. Comencé a sacar todo para guardar en cajas y limpiar. Acuclillada y estirando el brazo alcancé al fondo, detrás del desagüe, un pote. Adentro había una botellita con una calavera en la etiqueta y una jeringa graduada. Me senté en el piso mientras me aplastaba una nueva oleada de tristeza. Pobre mamá. Prolija hasta el final. Yo no sé para qué guardaba eso si en su casa nunca hubo ratas.

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Paulo Butarelli Villa Minetti

SUEÑO EN EL MAR Un vuelo de silencios me trajo, dormido en la inmensidad de la noche, caigo. Vuelan gaviotas hambrientas sobre mí. En el sueño de mi noche, arden tus ojos, me abraza el agua y no se ven mis lágrimas. Dulce elemento cuando el sol abrasa. Ahora se hace hiel y sangre, se lleva mis manos en su correr, se roba mi aire y me invade. ¡Ay mis manos sin tu piel! Poco a poco me entrego al frío, voy flotando levemente, sueño que es un sueño. Y el último silencio, la final mirada, el beso frío del agua cristalina, todo eso, será para el fuego de tus oscuros ojos, que me sepultan en el mar, y siempre náufrago me dejan.

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Que no te apaguen los sueños Otilia Naldini


Alva Quinteros de Rufinatto Villa Minetti

RECUERDOS INOLVIDABLES Sentada en mi sillón favorito, con un libro sobre mi regazo observo cómo la lluvia cae lenta, pero en forma persistente sobre el vidrio de mi ventana, cual, si fueran lágrimas, “el cielo está llorando”, se me ocurre. En estos días cuando la nostalgia invade mi ser e irremediablemente comienzo a dar vueltas en forma El paso del tiempo imaginaria las hojas del álbum de mi vida y como siempre, mis Delia Bailetti recuerdos aterrizan en la época de mi infancia. Etapa más feliz de mi existencia; y allí está, en primer plano la casa que con tanto amor y sacrificio construyeron mis padres. La casa estaba edificada casi en el centro del terreno, un aljibe nos proveía de agua y en un horno de barro nuestra madre horneaba el pan más sabroso que recuerdo, mientras cantaba o tarareaba una canción; en sus momentos libres, mi padre, azada en mano, podaba a diario las malezas que pugnaban por invadir su huerto. Mi hermana Luisa, mi hermano Julián y yo jugábamos en el amplio patio perseguidos por nuestra perra Chispita, cuyos ladridos se mezclaban con nuestras risas. En el frente nos protegía un tapial de ladrillos no muy alto, sobre ellos papá coloco rejas de hierro, dos pilares altos sostenían el portón de dos hojas las que en la parte inferior eran de chapas y sobre ellas había también rejas. Tanto el portón como las rejas siempre estaban impecablemente pintados de verde, el color preferible de mi padre, mientras que las columnas y los tapialitos periódicamente recibían una mano de cal. En esas rejas, se trepaban las ramas de la madreselva que plantara mi madre, las que cuando florecían atraían abejas y mariposas las que se disputaban el néctar de sus flores. El aire se impregnaba del perfume dulzón que desprendían y era una delicia respirar ese aroma. Árboles frutales, paraísos y jacarandás nos protegían del sol y bajo sus copas disfrutábamos del frescor del ambiente. Los años fueron pasando, nosotros crecimos y uno a uno nos fuimos de la casa paterna para forjar nuestros propios destinos. Fallecieron nuestros padres y la casa que tantos años nos cobijó fue vendida. En el tren de la vida, he pasado la estación número ochenta y nunca regresé a aquel lugar. Hace días expresé mi deseo de volver a verlo, mi hijo mayor me llevó. Cuando llegamos al lugar sentí que una mano imprimía mi corazón. La maleza había invadido el patio, los árboles estaban secos, el tapial y las columnas descascaradas, las rejas y el portón que siempre estaban pintadas de verde, se encontraban corroídas por el óxido. En una de las rejas se trepaba una enredadera, pero no era la madreselva de mi infancia la del aroma dulzón. Mientras regresaba, pensaba cómo el tiempo y el abandono deterioran las cosas, pero no los recuerdos. Al estar allí, paradas frente al viejo tapial me parecía

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escuchar el canto de mi mamá, el silbido de papá y las risas de mis hermanos y más, el ladrido de Chispita, el zumbido de las abejas y aleteo de las mariposas. El perfume dulzón de la madreselva me acompaño durante el viaje de regreso. ¡Cuántos “recuerdos imborrables! A veces esos recuerdos se tornan dolorosos. La imagen actual de la que fuera mi casa paterna perdura en mis retinas. Las lágrimas resbalan por mi rostro como las gotas de lluvia resbalan sobre el vidrio de mi ventana.

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Ana Adela Roldán Villa Minetti

ESENCIA EN PAPEL Tan solo ves lo que pienso, conoces mi verdad, conoces mis retrógrados. Mientras que la magia y el deseo sean mutuos. Quisiera ver detrás de tu piel, conocerla tan solo tocando. Volvería a caer en tus brazos que me llevan a lo desconocido. Nos buscamos entre los espacios vacíos de las estrellas. Se podría indicar la velocidad cuando se juntan nuestras almas, con la rapidez que sale Iluminarse para el sol. Tal vez es delirio sentirnos vacíos, saldremos de los dudosos iluminar laberintos, no existen entre nosotros preguntas ciegas. No seguiré Otilia Naldini patrones, solo quiero mi locura y que seas parte de ella. Te quiero en mi fantasía, donde todos somos felices sin remedios. Sácame hasta las inseguridades, toquemos fondo. Mata la duda como el otoño a una flor, revivamos, juguemos a ser humanos un rato, te prometo que cada día estaremos mejor. En nuestras miradas no hay traición ni engaños. Con solo mirarme me sacas el peso que cargo en los hombros. Me hacer sentir paz y no en paz, si sabes quedarte en mí. Nuestros cuerpos tienen memoria, saben lo que es el dolor, todavía se hallan heridas, secándose con la brisa. Estamos destinados a ser, sabíamos que el amor costaba y aun así lo conseguimos, pintemos nuestras bocas y hagamos arte.

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Georgina Villani Faydella Villa Minetti

SOY Soy lo que dejaron nuestros antepasados. Soy agua y aire a la vez. Soy la sangre que derramaron aquellos que lucharon por mi tierra. Soy el cuerpo de aquellos que murieron para dejarnos el futuro de hoy. Soy esto que ves. Soy el fuego del calor que quema en verano. Soy el crudo invierno que azota a los más desafortunados. Soy esto que ves. Soy el intento de promesas de Quiero vivir Juan Kluczkiewicz aquel candidato de turno. Soy la púa de aquel alambrado que nos divide. Soy el mate que nos une. Soy las ramas de aquel árbol de la infancia y ese atardecer que nos encanta. Soy aquella hamaca de la plaza del barrio. Soy el pibe que fuma en las vías para ocultar la miseria que lo tapa. Soy ese amanecer en el campo que ni el empresario con más plata lo gana. Soy aquella que abandonó su padre. Soy la que mata por un hermano. Soy esto que ves. Soy aquel de casa chica y corazón grande. Soy fuego, soy aire y agua, soy tierra. Soy esa chacarera que nunca puede faltar. Soy la cultura que dejaron. Soy ese tren cargado que siempre pasa. Soy la unión de los pueblos. Soy los valores que me inculcaron. Soy ese pueblo del norte al que su gente siempre anhela volver.

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USINA VII

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Pedro Barrios Alejandra

LAS PALOMAS DE PEDRO Este cuento comienza en el palomar de Pedro, en donde había dos palomas muy amigas. Pero un día, a una de ellas, le tocó participar en una competencia desde Fortín Olmos hasta nuestro querido pueblo de Alejandra. La paloma pensaba que vería muchas cosas bonitas fuera de su palomar. El día llegó; las amigas se despidieron. La viajera le dijo que en Academia San tres días regresaría a su palomar y le contaría toda su aventura. En Bernardo cuanto comenzó la carrera se desató una gran tormenta, que la empapó completamente, afortunadamente logró llegar a un árbol y allí encontró refugio. Esperó hasta el día siguiente y emprendió su viaje nuevamente. Después de la lluvia, todo resplandecía, sobrevoló un verde prado de trigo, descansó en una laguna para beber un poco de agua y continuar su viaje. En Estancia Las Gamas, paró a comer un poco y así recobrar energía para continuar su travesía; al llegar la noche encontró a un hornero que le ofreció hospedaje. Al amanecer, se despidió del hornero y comenzó el último trayecto para finalizar su aventura viajera. Emprendió viaje tomando como referencia la Ruta número treinta y ocho, mientras volaba podía observar un hermoso paisaje lleno de esteros, animales silvestres como yacaré, garzas, patos, gansos, carpinchos, nutrias, gallitos del agua, chajás. Casi llegando a su querido pueblo, pudo observar a una familia sacando morenas. La paloma aventurera finalizó su carrera y regresó a su querido palomar, cansada, pero feliz, por haber logrado una buena carrera y con mucha ansiedad de volver a encontrarse con su amiga y contarle todo lo vivido.

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Araceli Claribel González Alejandra

LA MATONA En la localidad de Los Laureles, departamento Gral. Obligado, provincia Santa Fe, a orillas de un brazo del río San Javier, en un campo arado en Costa Itatí, ocurrió esta historia tan triste. Teresa, la Matona, una mañana de abril del año mil novecientos ochenta y nueve salió del hospital con su bebé recién nacido en brazos. Fue caminando hacia la Terminal de ómnibus y tomó el colectivo En tus sueños rumbo a su casa. Al llegar, buscó una pala y sábanas blancas, estaba muy pensativa y seguía con el bebé, que todavía no tenía nombre, en sus brazos dirigiéndose hacia el campo de Zorzón. Ese día, los peones del dueño del campo no se encontraban trabajando allí. La Matona nunca aceptó ese hijo, ya que el mismo era un error. No era de su marido, sino el resultado de una aventura con su cuñado. Su esposo había jurado matar al niño cuando naciera. Fue entonces cuando ella tomó la tremenda decisión de enterrarlo vivo en la chacra. Cavó el pozo, envolvió al bebé en las sábanas, lo tiró adentro y luego lo cubrió con tierra. Como si nada hubiera ocurrido muy pensativa se marchó del lugar. Lo que no sabía era que, en ese momento, pasó un vecino y al verla en una actitud sospechosa se escondió detrás de unos fardos de alfalfa a observarla. Cuando ella se fue, el vecino se acercó al lugar para ver qué había enterrado Teresa. Escuchó un llanto similar al de un bebé. Se encontró con un niño que lloraba desconsoladamente. Lo tomó en sus brazos hasta que logró calmarlo. Se dirigió a su casa y contó lo sucedido. Él junto a su esposa decidieron quedarse con el niño. Lo llamaron Augusto, en la actualidad es feliz con su familia adoptiva y conoce su trágica historia. Teresa está cumpliendo hasta el día de hoy una condena por el delito que cometió.

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Teresa Ojeda Alejandra

LOS SUEÑOS SE CUMPLEN Esta historia transcurre en un pueblo pintoresco del norte de la provincia de Santa Fe, llamado Alejandra. Un grupo de jóvenes y adultos que asisten a la escuela primaria nos quieren contar la importancia de cumplir con nuestros sueños. En Alejandra, había una niña que no pudo ir a la escuela porque le quedaba muy lejos, en su familia no era importante terminar la escuela, lo importante era aprender a hacer los quehaceres de la casa, ser una buena ama de casa, por eso para ella no era de importancia. Pasaron los años y esta dulce niña se convirtió en mujer, en madre y formó su familia. Ella era una mujer muy feliz, pero siempre sintió un vacío en su vida, que comenzó a notar con mayor firmeza al comenzar sus pequeños la escuela primaria. Sentía la necesidad de ayudarlos en sus tareas, de comprender las notitas que le enviaban de la escuela, de poder leer un libro, su biblia y al ver que no podía decidió cumplir con su mayor sueño, el de poder aprender a leer y escribir. Se anotó en la escuela primaria para adultos y ahí se abrió un mundo nuevo para ella, en esta escuela ella encontró no solo la posibilidad de realizar su gran sueño, sino que se encontró con un grupo de personas que con el tiempo pasaron a ser como su familia, las tardes de estudio, risas, anécdotas se convirtieron en parte esencial de su vida. Pasó el tiempo y ella volvió a su hogar a contarle a su familia que logró cumplir con su sueño, poder leer y escribir sola. Además, le cuenta que encontró en su maestra y compañeros un grupo donde siente que son como su familia, porque en ellos halló apoyo y contención, todos compartían su misma historia, su mismo sueño.

¡NUNCA ABANDONES TUS SUEÑOS, SIEMPRE ES POSIBLE LOGRARLOS, ¡NUNCA ES TARDE PARA EMPRENDERLOS! ¡LUCHA POR ELLOS!

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Silvana Alegre Las Toscas

RECUERDO LO QUE FUIMOS Tal vez y solo tal vez, ella no quería haber hecho eso, quizás no fue su maldita intención, quiero imaginar que la obligaron a hacerlo, pero no fue así. Allí estaba ella, cubriéndose el rostro, ocultando sus lágrimas, quería reconfortarla, decirle que todo estaría bien, pero no, nada estaba bien. Te engañé Santiago. Dios cómo dolía el escucharlo. No sabía lo que hacía. ¿Por qué seguías La búsqueda del mintiéndome? Santi… Desesperación era todo lo que veía en su equilibrio hermoso rostro. Santiago, te amo. No necesitaba escuchar eso. Otilia Naldini ¡Santiago, te amo! Sus gritos aún se oían en mi cabeza. ¿Por qué lo hiciste? Emily, por qué me engañaste? ¿Por qué con él? ¿Por qué? ¿Por qué los árboles eran verdes? ¿Por qué las ranas eran verdes? ¿Por qué existió el color verde?, verde… verde… Emily. Sacudí mi cabeza frenéticamente. No, Santiago, no pienses en ella, no pienses en su cabello castaño…en sus cachetes que tanto te gustaban presionar o sus tiernos lunares esparcidos por todo su bello cuerpo, su espléndida voz que tanto me cautivó. “Te engañé, Santiago”. “Basta, no pienses en nada, en nada”. Mi mirada se dirigió a los árboles. Verde… Sonreí. Emily… Bajé mi mirada al sucio suelo, llevé mi mano derecha rápidamente hacía mi cara dándome un fuerte golpe. Imbécil. Hay una canción de Elvis Presley que me recuerda a Em. Can´t help falling in love with you… ¿Por qué me enamoré de ella? ¿Por qué justo de ella? Dirigí mi vista hacía unas bellas margaritas, las flores preferidas de Em. Sin siquiera darme cuenta sonreí hacía un recuerdo de nosotros “Em… ella dejó de lavar los utensilios para dirigir sus bellos ojos verdes hacía mí. ¿Recuerdas la primera vez que te traje flores? Caminé hacía ella. Me dijiste que no hacía falta y me pediste por favor que ya no gastara mi dinero en cosas que “no valen la pena”. Estaba sonriendo, claro que lo recuerda. Apreté mi puño detrás de mi espalda. ¿Qué tienes allí detrás, Santi? Mi sonrisa se agranda al darme cuenta de que sus ojos estaban brillando. Te traje un regalo, sé que te gustarán. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver el pequeño ramo de margaritas. Sus orbes verdes me miraron con amor. Mi corazón empezó a latir enloquecidamente y como si eso no la hiciera bastante feliz, del bolsillo de mi chaqueta saqué el juego que a ella tanto le gustaba. También te compré el FIFA 2018. Emily se lanzó hacía mí y me envolvió en un tierno abrazo. “Te amo Em… con cada pedazo de mi bobo corazón”. Quién lo diría, éramos felices… lo éramos. Por Dios, Em, ¿Por qué lo hiciste?

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Sandra Fabiana Blanco Las Toscas

LA REINA DE LOS HARAPOS Y allá a lo lejos, entre suspiros de seda, ya con la sonrisa desgajada está ella; la que con harapos y un par de hilos puede transformarte en Reina del Nilo. No te niega, no presume, solo mira y asume. Ella sabe que algo los une, tal vez una sonrisa, tal vez un vendaval. A ella, nada la detiene siempre estará igual. En el silencio, quizás llore. Mas nunca la hemos podido escuchar. Tal vez por ser muy necios o solo por negarnos a pensar. Sus manos de hada son, cual rosa en primavera. Ella podría acariciarte si la brisa así lo quisiera. De más está pensar que ayudarte no podría, Antes muerta que soltarte, eso diría mi Tía…

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Norma Costanzo Las Toscas

LA CASA VACÍA La casa estaba vacía, el silencio era total, las ventanas derruidas, y hojas en el umbral. En la entrada, había un rosal que apenas se lo veía por una rosa sangrante, que su aroma despedía. Los pastizales crujían bajo mis pasos andantes que recorrían con pena, los senderos por instantes. La casa estaba vacía padeciendo la agonía del silencio y la agonía que la soledad ponía. Toda la gente del pueblo, a ese lugar le temían porque según decían, vieron ¡almas volando venían! Pero solo eran nubes, nubes flotando, perdidas que acariciaban la casa, al verla sola y vacía. Los seres que la habitaron pasaron a otra vida, y sola quedó la casa, triste, en silencio, perdida. Así es el hombre que pierde la ilusión en esta vida,

queda con el alma triste, como la casa vacía.

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Casa de campo Celia Bouny


Elisabet Dione Honorat Las Toscas

PEDRO Desde niño te quitaron el sol y lo dibujaste. Te usurparon el calor de esos brazos tan amados, pero te encargaste de conquistar otros y abrazarlos. Fuiste despojado e ignorado, mas no te frustraste. Arrancaron de tu vida el cariño merecido, resiliendo la vida, renaciste fortalecido ¡Fueron malos con Pedro! A pesar de tu pobreza, fuiste rico en paciencia, a pesar de tu tristeza, abundás en sonrisas. Te robaron compañía, tu soledad se hizo inmensa, sortearon tu inocencia, humillaron tu conciencia ¡Fueron perversos con Pedro! El sistema te ignoró, pisoteó tus derechos. Nadie en el barrio te vio, todos estaban ciegos, a ellos también los oprimieron y los desconocieron. La injusticia los buscaba con sus garras al acecho... ¡Fueron opresores con Pedro! Hoy que sos un hombre y ya no estás solo, te quieren manipular y exprimir los bolsillos. Tenés hijos, un salario, un hogar y hasta un perro. Trabajás todo el día para ganarte el sustento, y a tu mujer no le alcanza para un vestido nuevo. ¡Los dueños del poder aun te siguen sometiendo!

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Pedro Elsa Bollati


Pedro levanta tu escudo y arremete contra ellos. Muéstrales que sos valeroso, toma la punta y resiste, busca a los otros Pedros, armen juntos un frente… No derrames sangre, Pedro, solo muéstrales que puedes enarbolar tus derechos y defenderlos sanamente. Que de eso se trata, Pedro, de ser cabal y valiente. Que no te saquen, hermano, el derecho a ser decente, de votar al que vos quieras, de laburar dignamente. ¡Así te queremos, Pedro!

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Carlos Alberto González Las Toscas

HE DECIDIDO ESCAPAR Hoy tuve una discusión, me sentí triste, deshecho, no tuve respuestas de nadie… Me dije a mí mismo: me quiero ir lejos, para evitar el dolor. Me quiero ir lejos, para que no me culpen de cosas que no he hecho. Me quiero ir lejos, para no seguir abriendo esta herida en mi pecho. Me quiero ir lejos, para olvidar lo ocurrido, ver horizontes nuevos… Me quiero ir lejos, así ya no causo dolor a otros… Me quiero ir lejos, aunque tenga que despegarme de cosas que quiero. Me quiero ir lejos, porque solo así nadie podrá culparme…de cosas que yo no he hecho. Me quiero ir lejos, donde se puedan olvidar,

Macarena Gómez

conflictos, disensiones, palabras dichas con mal genio. Me quiero ir lejos, pero no puedo… pareciera que se me han ido las fuerzas, ya no tengo remedio… Me quiero ir lejos, para no seguir sufriendo. Pero si me voy lejos temo que irán conmigo recuerdos… recuerdos que no quiero porque me han quitado el sueño… me han robado la calma, me han llenado de malos deseos… Mejor será quedarme y solucionar el conflicto… Así seré libre, cuando pueda irme lejos.

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Lidia Granzotto de Spitzer Las Toscas

RÍO DE SUEÑOS Río que embalsas los sueños sobre tu majestuoso lecho. Isleños y pescadores te miran, allá a lo lejos. El alma se les desata hacen trotar sus corceles de ilusiones y aparejos y allí queda brotando la magia de mil recuerdos. Río de peces dorados que saltan y en sus requiebros te hablan con su voz mojada a ti, pescador isleño, que nunca te dejen solo, tan solo con esos sueños.

Lorena Anastasia

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Julieta María Grosso Las Toscas

SOL Y NOSTALGIA Días de sol. Cielo pincelado por las nubes del ocaso, el campo verde y el trigo dorado. La fila de eucaliptos se alinea formando un barco. Los pájaros cantan, trinan y vuelan entre sus ramas. Ellos te recuerdan ¿Acaso los has olvidado? ¿Recuerdas tu llegada a estos campos? ¿Recuerdas haberlos plantado? ¿Recuerdas construir la casa, la galería y el puente que cruza el arroyo? Quisiera que me cuentes sobre tu hogar, en aquel continente lejano. Tu vida, tu partida, tu viaje en barco. Tu llegada al puerto, el viajar en el tren. ¡Y como con el tiempo todo lo que conozco llegó a ser lo que es! ¡Ah! Como me encantaría, abuelo, haber visto tu sonrisa, el color de los campos en esos tiempos. Los días de sol de la familia. Tus postales son los tesoros del recuerdo. Los eucaliptos te esperan, mientras yo te pienso. Otra vez te has ido. Otra vez te fuiste lejos…

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Vilma B. Hákanson Las Toscas

RECUERDO PARA TUS BODAS DE PLATA Cuando apenas dejaba de ser una niña… y a cuestas todavía, los juegos de la infancia, me acerqué a ti, volando cual paloma cargada de ansias de aprender bajo las alas. Recuerdo, que, de la mano de mi padre, una mañana de marzo, muy temprana… llegué confiada, aunque con timidez añorando mi niñez que dejé en la primaria. Pasó muy poco tiempo y ya fui dueña de amistades hermosas, renovadas, compartiendo alegrías y tristezas… convirtiendo en fortaleza nuestras aulas. Para guardar allí, como el más caro tesoro, los momentos todos de la vida secundaria… donde quedaron prisioneros para siempre por más veces que se abrieron tus ventanas. El gran reloj junto al vecino campanario con las agujas constantes en su marcha… donde más de una vez quise treparme por no saber la lección… para apurarlas. Y el gran suspiro de alivio que por fin… llegaba con el toque de campana, relajando los nervios, que en más de una ocasión se ponían muy tensos en intensa “alambrada”. Gran confusión de voces en tan cortos recreos, cual gorjeo de pájaros en una inmensa jaula, que vacía quedaba al final de cada día poblándose las calles de siluetas muy blancas. Nomás parece ayer… y pasó tanto tiempo… tan lejanos recuerdos intactos en mi alma, como el día de entrega del boletín con las notas

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Calle española Lilian Agostinelli


que me causó congoja al ver una muy baja. Rostros inconfundibles de aquellos profesores que cumplieron sus roles, con fe y con esperanza, y aquel rector tan bueno, nuestro Padre Germán que no podía hablar… sin mezclar algo de Italia. Cual película imborrable, transitan los recuerdos… y es como estar viviendo nuevamente aquella etapa… mi voz hoy por ti se alza en una oración de ruego que con cariño te entrego… ¡Por estas Bodas de Plata!

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Alba Luna Las Toscas

CUANDO ME QUITO LA MÁSCARA Solo sería una pequeña niña correteando en un campo de alfalfa verde y fresca, trepándose a los árboles, borracho de aromas de azahares, ñangapiríes, pasionarias y guabiyúes. Sería esa niña de trenzas muy largas de jardinero azul y pies descalzos; corriendo un barrilete que nunca voló. Sería la misma niña que en las navidades el niño Dios le traía años tras años, esa muñeca de trapo hecha por las manos callosas y cansadas de su madre sería esa niña que corría tras una pelota junto a todos los niños del barrio, o que jugaba a las bolitas. Sería esa niña que montaba cual varón a Peti, la yegua petisa de su hermanito. Sería esa niña que soñaba con una sombrillita verde que nunca tuvo, sería esa niña que sentada junto al brasero en las noches de invierno escuchaba leyendas e historias en la voz de su abuela o de su madre, recreando en su mente los personajes de dichas historias queriendo desentrañar los misterios de las chispitas que salían del carbón que se elevaban y perdían en la nada, sería esa niña traviesa que hacía explotar de rabia a los escuerzos del batatal. Sería esa niña tan amada y consentida que se refugiaba en el pecho de su madre para escuchar sus latidos, sería esa niña que en las noches de luna llena veía que la virgen María paseaba junto al niño Jesús en un sulky tirado por una mula y soñaba con que un día hallaría el famoso cuenco lleno de oro al final del arcoiris, para poder regalarle a su madre todo lo que se merece… ¡¡¡Sería esa niña!!!

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Alexander Dumian Martínez Las Toscas

SED DE TI Tengo sed de ti, de tus besos, de tus letras, de aquel abrazo amigo, de tus tiernas miradas, de esas bellas palabras de amor, de la mano consoladora, de tus miradas penetrantes, de tu recuerdo, del silencio, de ese rostro que me encantó, de tu sencillez, de tu castidad. Tengo sed de verte, de mimarte, de halagarte, sed de tus labios, de tu forma de amar, de tu cuerpo. El amor es como un puñal que después que penetra, deja heridas incurables, marcas imborrables, dolor sin cura, enfermedad que jamás sana. Pero cuando el amor da frutos es como el nuestro, bello, sincero, humilde, hábil, que se goza de bien, que ama la paz, que sabe dar y recibir, que no pide nada a cambio, que sabe ser. Tengo sed de tus palabras, de tu olor, de tus sonrisas, de ese aroma penetrante que me embriaga, que me seduce, que me hace suyo, que me atrae a lo prohibido, que me conduce por tu piel, que me lleva a expresar lo impensado por mí, que me hace decir lo que nunca antes oí, solo tú sacas todos estos sentimientos, haces una obra angelical, tengo sed de ti, tengo sed de volverte a amar.

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Valeria Magalí Massin Las Toscas

MOMENTO Una historia épica, con personajes de leyenda. Una historia que atrapa y te envuelve en una maraña de sentimientos y sensaciones promovidos por los personajes y sus acciones. Una historia que se Eduardo Vera inmortaliza en los libros que atesoran los aconteceres de la ficción. Es la historia que te brinda el momento preciso de disfrute mágico en la instancia de lectura. Una lectura que endulza la imaginación y el deseo conocedor. Se acompaña de un néctar que se entremezcla con el dulzor de una infusión. Así, la exquisitez se amalgama: la lectura inspiradora y el sabor nacarado que se funde en la voz, en las palabras, en el texto literario. Los sentidos se conmueven. El alma se enriquece. El cuerpo se nutre. Mediante la lectura palpamos la magia de ese momento que nos hace felices y partícipes de la historia novelesca plasmada en un libro. La lectura es el momento exacto en que nos transportamos a esa historia y la disfrutamos cuando vivimos la ilusión que hace posible todo.

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Susana Orbani Las Toscas

¿QUÉ EXTRAÑO, NO? Hoy estoy vivo y nadie está a mi lado y si mañana muero muchos estarán cerca de mí; hoy estoy vivo y nadie me da un abrazo y si mañana muero nadie querrá soltarme; hoy estoy vivo y nadie me regala una rosa y si mañana muero, me regalan ramos de todos los colores, tamaños y formas. Hoy estoy vivo y nadie me tiene en cuenta ni en Facebook, ping, Floreciendo Twitter, una llamada o un mensaje de texto, pero cuando muera soy Asael Baudino popular y por un día o semanas completas ponen mis fotos en revistas murales y páginas sociales, diciendo te quiero mucho, fuiste lo mejor, gracias por todo... Hoy estoy vivo y todos me hacen llorar y si mañana muero todos lloran por mí... Así que si tienes una persona a la cual amas o quieres mucho no te niegues y dile lo mucho que la extrañas, lo mucho que la amas y la quieres, lo bien que te hace sentir, pero lo más importante es que no dejes para mañana lo que puedes hacer o decir hoy.

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Marina Elizabeth Pérez Las Toscas

MOMENTOS Me encanta caminar, a veces suelo correr y otras veces me quedo a descansar. Parar a descansar no significa que estoy vencida, que estoy derrotada. A veces, parar y descansar -tomar un café, dormir hasta tarde, no cumplir estrictamente con la rutina- me hace bien. A veces solo necesito respirar y desestructurarme para renovar energías, para encontrarme conmigo misma en medio de tanto desastre junto. Descubrir cosas nuevas que aparecen en mí, conforme pasa el tiempo. Abrazarme, lamerme esas heridas que aún no sanan del todo, pero que parece que quieren empezar a cicatrizar. A veces, lo necesito para recordarme tres años atrás y ver que crecí. Sí, crecí. No de la forma que me hubiese gustado, no con la gente que hubiese querido. Crecí más de lo que debía y eso me llevó a ser la chinita de carita dulce, pero de carácter fuerte y marcado. Decidida, de paso firme y libre. Más libre que nunca. No fue fácil, pero pude. Pude más de lo que esperaba de mí misma y por eso hoy me tranquiliza saber que en cualquier momento puedo parar, respirar y seguir, sin miedo a perderme en esa fatiga momentánea, porque siempre salgo a flote, otra vez, y con más inspiración que antes. A veces solo necesito descansar, para recordarme que todo va a estar bien.

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Patricia Inés Pezz Las Toscas

AQUEL PATIO Los parrales del aquel patio eran bajos / tan bajos que solíamos atravesarlos /con los racimos rozándonos la frente chispeantes, sudorosos / manaban gotas saladas que iban a dar sobre la desnuda humedad del piso de ladrillos. Cuando la tía Marta nos veía llegar /se secaba las lagrimas con el delantal de cocina La tía Naime rescataba pastelitos del aparador, /liberaban mariposas que guardaban para el almíbar Allí era la celebración del encuentro /entre botes de yerbabuena kepis, hojas de parra fresca y el aleteo de un recuerdo. En ese patio, aprendí como se miran /las flores azules cuando la lluvia termina a reconocer la fugaz /de su agonía en las cenizas que va dejando el día.

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Club Social Victoria Marta Abraham


Gladys Sosa Las Toscas

LIBRO Libro es libertad esculpida de vocales y consonantes, donde brotan sentimientos para conocer mundos sin fronteras. Pájaro de papel con vuelo blanco que traza nubes de un idioma cuando anida en manos tibias para conocer lenguajes bellos del saber. Compañero de niños, extasían ojitos curiosos que dibujan aventuras de colores y piel de crayón. Surca sueños en el mar de letras cuando navegan amores que suspira el corazón. Amigo del alma, pañuelo de poetas, alimento de culturas, cual cielo eterno de párrafos acuña la mente. Arpa que suena en el silencio donde se abre la puerta del tiempo para aprender que hay un diamante tallado en papel.

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Eduardo Vera


Ailin Yebara Las Toscas

RECUERDOS DE LA INFANCIA Todo seguía allí... Pero no de la esperada manera. El hombre, que había caminado hasta la puerta con una particular cautela, recorrió el sitio con la mirada por las paredes casi por caer, por la pintura salteada en manchones que se fundían en el barro y los ladrillos con que aquellas habían sido hechas, por las ventanas de Casa de campo madera, tan desgastadas que se deshacían en trozos y polvorientos María Caravario de restos, por las plantas que habían crecido en su interior intentando Cagliero hacerla desaparecer a la fuerza de sus raíces, por los agujeros en la corroída chapa con que estaba hecho el techo, que hacía de tragaluces y de lámparas a la vez, por el moho que nacía de la unión con el suelo y amenazaba con trepar hasta convertirse en pintura, y el árbol, el que numerosas veces su padre le había pedido que cortase, atravesando el pasillo con su elocuente tronco, habiéndose abierto paso por las losas y el techo. El sitio incitaba a aquel encorvado y renqueante visitante a la pena y al recuerdo, casi como si temiera, no al precario lugar, del cual en el silencio se oía caían restos entre los vestigios sobre el suelo, sino de una manera que lo intimidaba y que significaba entrar al único sitio que lo ató toda su vida a sus pesadillas, al error fatal que nunca podría remediar. Con un suspiro, destinado a liberar sus dudas, dio un paso dentro de la propiedad y al parpadear, vio como todo apareció en su sitio tal como hace cuarenta años atrás. Las sillas, la mesa, las improvisadas camas, la cocina de leña cubierta de hollín, los manteles tejidos que adornaban los pocos muebles de la casa de los que su madre sentía orgullo, las herramientas para la huerta que su padre dejaba junto a la puerta hacia el patio trasero y que solía relatar las había hecho su abuelo, los contados jarrones y objetos vistosos que se lucían en la alacena de la abuela, el único y preciado juguete que dejaba bajo su cama por temor a romperlo o ensuciarlo. A unos cuantos pasos de los que había avanzado, impasible, burlándose del conocido forastero, se encontraba una particular esquina, una, que en su niñez se había hallado incómodamente cubierta por unos muebles y que tantas veces había sido refugio de las discusiones de sus padres, algunas, del tacto brutal del ebrio de su padre y otras, de las cosas que solía aventarle en sus episodios de ira y descontrol… pero aquella esquina nunca pudo proteger a su madre, siempre la razón de las veces que su padre no llegó a golpearlo. El nudo en su garganta lo empujó a dejar de verla y en cambio se dejó arrastrar fuera de allí, por la puerta hacia el que solía ser el patio trasero. El parral de uvas negras que

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su madre utilizaba para hacerles jugo había crecido lo suficiente como para caer de sus guías, las plantas que sobrevivieron, el césped y las hierbas, habían cubierto la mayoría de los espacios que recordaba despejados, pero de una manera distorsionada, era aquel jardín que siempre le gustó de pequeño, aquel en el que había descubierto su amor por la naturaleza y la paz que solo esta puede dar. Un repentino sonido de vidrio rompiéndose lo hizo volverse, justamente uno de los pocos que quedaban en la ventana, había caído sin más. Parecía que el sitio solo se encontraba esperando a que él volviera, a brindarle la despedida que hace años le había negado y cumplido su deseo, todo cedía al tiempo que había intentado soportar. La luz azafranada que rodeaba su sombra lo terminó por echar a la fuerza de sus recuerdos, era hora de regresar. Regresando por sobre sus pasos, con la misma lentitud con la que una persona que lamenta cada avance, aun si no era su caso, eligió rodear el sitio y salir, pero al pasear su mirada por las paredes, corroídas por los años, no pudo evitar pasar su mano por ellas, recordando todo lo que sabían… Toda la felicidad ensombrecida por el llanto y los gritos… Alguien dijo alguna vez y con mucha razón, que las paredes oyen, pero estas parecían gritar por un oído que las oiga, que oigan la tragedia de la que fueron testigos cuando una humilde familia habitó sus interiores. Apartando su mano con rechazo, le echó una última mirada de desagrado a su antiguo hogar y se volteó al camino para no verlo más. Hace cuarenta años atrás, la última vez que tuvo una familia, unos años antes de que el tren dejara de pasar por allí, su padre le había pedido con su natural tono de orden que amarrara el caballo al sulqui y él con la prisa de un niño atemorizado, había obedecido. Hace cuarenta años, lo había perdido todo porque su madre quiso salvar a un hombre que solo sabía cómo maltratarla.

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Anabella Yebara Las Toscas

LA PAZ DE LA IGNORANCIA Así era todos los días… abría sus ojos y se levantaba con la pesadez de quien no tiene prisa de hacerlo, observaba a su alrededor con cansancio, hasta decidirse a desayunar lo poco con lo que contaba en su alacena, unas rodajas de pan, un té improvisado, unos mates amargos, agua, lo que menguara la sensación de vacío en su estómago. Luego, se dirigía a tomar sus El sueño de José cañas y redes para prepararlas para la tarde, a obtener su Maricel Caudana principal fuente de ingresos… la luz que se filtraba por las ventanas era su única manera de saber qué hora era y dejando lo que hacía se dirigía a comer, al menos las veces que tuviera algo. Unos trozos de charqui y un poco de pan o maíz era en general lo que colocaba sobre su mesa y era suficiente para continuar el resto del día. Masticando pacientemente el maíz en su boca, se volvió a ver su puerta, recorriéndola como si fuera la primera vez que la notara, hoy también se le había hecho tarde y no podría salir a pescar. Cerrando sus ojos en lo que tragó el pastoso resultado en su boca, suspiró en un intento por recordar la última vez que había tenido una buena pesca… pero fue extraño notar que su mente permanecía en blanco. El tono anaranjado con el que se encontraba teñida el interior de su acogedora y humilde casa, y los contados muebles que allí había, le hicieron saber que era hora de volver a dormir. Oyendo la madera bajo sus pies rechinar con los pocos pasos que dio hacia su cama de paja, terminó por sentarse en esta con un resoplido usual en quien siente su espalda afectada por los esfuerzos de una vida de trabajo y así se echó en su lecho, a pasar los restantes minutos hasta su inconciencia, viendo los atados de paja que formaban su techo y entre aquellos pensamientos inconscientes, ladeó su cabeza para ver su puerta nuevamente, ¿cuánto tiempo había pasado desde que no salía? Un insistente deseo por cruzar el dintel de su puerta no lo dejó consumar el sueño aquella tarde y vencido por el impulso desconocido, decidió que estirarse fuera, sería lo mejor. Sus pies desnudos lo condujeron con una energía poco usual de su sosegada naturaleza hacia la entrada y estirando su mano intentó tomar el picaporte con la misma emoción… aunque terminó por cerrarse y caer a la nada. Extrañado, volvió a intentarlo, pero su fortuna fue la misma cada vez y alejando más su mano, se topó con la pared y la ilusión pintada de una puerta en ella. Cierto temor nació y creció en su pecho en lo que observó fijo el engaño y cuando colmó su interior, corrió a buscar una salida que no encontró en aquel sitio que creyó su casa, que aun pasadas horas continuaba coloreada de los colores anaranjados de la

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tarde. Con desesperación, corrió a la ventana, la única por la que podía ver hacia afuera y al asomarse, pudo ver el tan conocido paisaje… El río, los árboles, el interminable y eterno atardecer, su canoa, todo se mantenía allí, imperturbable, con una quietud antinatural. El río no fluía en su natural flujo, las hojas y ramas de los árboles no se movían con las corrientes de aire porque no había ninguna allí, no se oía ningún sonido de aquel paisaje muerto, todo se encontraba pausado en un momento que no recordaba alguna vez haber vivido. Contra una ajena fuerza, viró su mirada hacia el lado contrario, abriendo sus ojos con desfigurada expresión al ver que, del otro lado, unos seres de aspecto como él, pero mayores en tamaño observaban con expectativa el sitio, como si los separara una pantalla.

¡Ayuda!¡Auxilio! Intentó gritar con toda la fuerza de sus pulmones, pero ninguna voz cruzó sus labios, ninguna de las veces que lo intentó. Con la misma fuerza, intentó sacar sus manos por la ventana y dar señal de su existencia, pero estas se chocaron con un límite invisible que no pudieron atravesar… y nunca podrían.

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Jorge Zirpolo Santillán Las Toscas

CHANGUITO Santiago del Estero es una maravilla. Son ciertos sus calores, es cierta su pobreza. No es cierto lo que se dice sobre la indolencia de sus gentes, que preferirían la quietud a trabajar. Su paciencia es grande porque es grande su captación de la realidad; su espíritu tan lleno del buen humor que a cada rato les Después de la lluvia permite colorear con sus graciosos comentarios la realidad en que Oscar López se encuentran. Y es cierta la pureza de su habla, tan cercana a la castiza, con los verbos correctamente acentuados - sin porteñismos ni tucumanismos ni otros regionalismos - y tan correctamente conjugados y ubicados en el habla diaria. Es natural que lo que más nos quede en la impresionable memoria de la niñez, sean las vivencias y los relatos plenos de imaginación y de misterio telúrico… El telurismo está tan vivo en las gentes de Santiago como sus calores y la limpieza de su habla… Nos contaban nuestros mayores y eso ya nos quedó para siempre - como les había quedado a ellos cuando a su vez les fuera contado en más de una algo lejana siesta santiagueña - de aquella vez en que, en camino a lejanos campos de cosecha, ¿maíz… trigo?, hicieron noche en un pequeño claro de la selva que atravesaban. Eran tres amigos, vecinos en su terruño, y los acompañaba Changuito, sobrino de uno de ellos, muy voluntarioso y muy capaz de hacer los necesarios pequeños acomodos que la marcha requería; como el pastaje, el agua y el descanso de los caballos… Ya se habían recostado sobre sus ponchos y sus aperos, la luna vagando entre las copas de los árboles y el sueño ganándoles de a poquito, cuando con un grito de miedo Changuito los conmueve… ¡Una mujer… Miren esa mujer…! Tal cual, una mujer de extraña figura - vestimenta, pelo, mirada - salía de entre el verde selvático y se acercaba al claro sin duda atraída por el fuego que ardía entre ellos… Los recorrió con su mirada, uno por uno, se detuvo en Changuito y en seguida dio media vuelta y volvió por donde había llegado… Amanecía cuando comenzaron a despertar y observaron que Changuito no estaba en su lugar… Habrá ido a orinar, aventuró uno de ellos… Estos changos siempre son los primeros en amanecer y lo primero que hacen es ir por ahí a hacer sus necesidades… ‘Sin duda, así ha de ser…’ respondió alguno de los otros… Pero corrían los minutos y Changuito no aparecía. Salieron a buscarlo y recorrieron medio monte sin ver nada… Sí, vieron al volver, las huellas más chicas de alguien que no era ninguno de ellos, que llegaban hasta donde

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estaba el changuito y en seguida se transformaban en huellas de mula… ¡Era el Alma

Mula… y se llevó a Changuito…!!!

Decidieron volver al poblado y de camino pasaron por el rancho de un adivino que les aseguró que el chango estaba aguas abajo de un riacho cercano, acostado inmóvil sobre la tierra arenosa del lugar… sin señales de vida…Dispararon hacia allí, desesperados y desesperanzados… Pero Diosito que es pura Misericordia y nada aficionado a la maldad… se los devolvió ¡vivo…! Ya crecido Changuito contó lo que le había pasado a su Abuelo… que, más allá de dos cuadras del Cementerio, se encontró con un anciano que caminaba - o se arrastraba, mejor - en su mismo rumbo… Detuvo Abuelo su cabalgadura y se ofreció a llevarlo… Montó el viejito en grupas y al abrazarse al Abuelo para sostenerse, se quitó el abrigo y Abuelo vio la calavera de sus brazos… Aterrorizado se dio vuelta, pero solo vio una mula que se alejaba hacia allá atrás… Abuelo - así lo contaba él - había sido abrazado por el Alma Mula… ‘Pucha, digo… Cada día de mi vida, cuando pienso en el querido Santiago… me vienen a la memoria sus calores, la paciencia, el bien hablar, la imaginación y el buen humor del santiagueño… y - sin quererlo - la figura del Alma Mula… ¿Me andará buscando…?

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Dalila Alexia Rosatti Malabrigo

SOY LA QUE JAMÁS PENSÉ SER Abro los ojos, cierro los ojos, los vuelvo a rasgar. Tañe la clave número seis. El amanecer espera. Nítido y silencioso. Oscuro y retumbante. Las agujas marchan, corro. ¿Y esos susurros? Llantos de un niño que extraña a mamá. Bella princesa partiendo al colegio. La reina se despide…. Fantasmas taciturnos aparecen. Me miran, me siguen, me escuchan. Me quieren, me odian. Suena el timbre. Una multitud rodea. ¡Otra vez literatura! Palabras que repican… Gargantas ahogadas. Estrujones esperan… yo los espero. Páginas escritas… después de mucho apego. Silba, suena y retumba. Son ellos, los pretéritos. ¿Cómo te fue hija?... Lejos, pero cerca, la voz hechiza. Oscurece, aparece la noche asesina. Y entre páginas en blanco y escritas.

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El jardín de las mujeres Federico Isele


Acaricio la luna radiante, serena. Ronda la desierta calle. Por una vereda viene él, mirando por lo bajo, cansado. El verde y oro tropiezan el agua hirviendo. Al norte, una princesa, al sur un marinero, En el este está el cariño, En el oeste, él, sincero. Cae la noche… Y bajo el mismo techo. Reparamos la luna tendidos en un abrazo. Y así… Cerramos los ojos. El galán, el amor se despide y descansa. Una nueva alborada espera. Soy la que jamás pensé ser. Soy feliz… Mujer, hija, madre, esposa, docente.

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Susana Vera Coronel Villa Guillermina

INSOMNIO

Insonmio Diego Baigorri

De pronto, el insomnio me atrapa, me sumerjo en ese mundo etéreo, ambigú asexuado. El cerebro estalla dolorido buscando el descanso que yace en almohadas de espinas. Me envuelve lo mágico y lo grotesco, la música, las luces y las formas, las mil formas de las sombras que busca el sueño… el sueño perdido. Cuerpos delgados, escuálidos y amorfos bailan en rítmicos zapateos en cuevas oscuras, profundas y resbalan a un recóndito zanjón de brea caliente en cortísimos espacios de ojos cerrados e

inconscientes Estridente melodía pegajosa atrapa ilusiones, adorna mundos sin hipocresías ni ataduras. Mariposas transparentes reinan en un valle de risas y de llantos. Antiguos retazos de la vida fría y estéril se pasean descalzas en los laberintos de la soledad sin tiempo. Girar, girar y girar en sábanas dilatadas, ensayar vuelos que nunca remontan, ver la felicidad con manos floridas que llama y se esconde, la alcanzas y se extravía, huye en un potro de sal hacia las aguas vaporosas de cuerpos sudados calientes, agotados. Soñar de nuevo, restaurar, volver a empezar, invertir el reloj de arena y construir nuevamente el mundo de tela que cortas y recortas entre regocijo, hilaridad y falsas alegrías, de normas prefijadas, de saludos atentos tan muertos como el insomnio mismo. Mengua de a poco el impacto del delirio y todo vuelve a ser real, ya no sé si prefiero lo ambiguo, lo impreciso, lo profano, a lo real, a lo verídico, a lo existente. La respiración se equilibra en una santa madrugada fresca, que llega con sus medidas establecidas en acartonada simetría

El espejo me devuelve una sombra hueca en los ojos, que testimonia y asegura que habrá otras noches de vigilia y desvelo. Me miro y con una sonrisa artificial de rojo labial comienzo el día.

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SOBRE LAS COORDINADORAS Y EL EDITOR

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Catalina Marta SERDAREVICH Desde el año 2012, es Coordinadora del Dpto. de Literatura del Ente Cultural Santafesino. Nació en Los Cardos, radicada en Carlos Pellegrini desde hace muchos años. Profesora de Lengua y Literatura. Secretaria de Educación y Cultura de Carlos Pellegrini 2007-2013. Coautora, en 1994, del Primer Órgano de Prensa Comunal “Noticias”-Área Prensa y Difusión- Ganadora del 1º Premio -Mi Cuento de SuspensoNúcleo Centro Oeste Santafesino de Bibliotecas Populares. Autora de caligramas. Publicó uno de ellos en el libro “Grandes autores, pequeños pintores” del 5º Grado A de la Escuela “Sagrado Corazón de Jesús”. Por dos períodos, desempeñó el cargo de presidenta de la Regional Centro “A” de la Asociación de Museos de la Provincia de Santa Fe. Participó como Jurado en diferentes concursos literarios y fotográfico-narrativos. Creó talleres literarios en bares, en las Bibliotecas Populares de la localidad y el Taller Literario Comunal. Coordinadora del Programa que tiene como finalidad la publicación impresa de producciones literarias realizadas por escritores niños y adultos de los pueblos y ciudades de las VII Usinas del Ente Cultural: “De Pueblo en Pueblo” y “Clave de Cuento”.

María Cristina PERRET Vive en Sarmiento. Coordinadora de la Antología de Pueblo en Pueblo y Clave de Cuento edición 2015, 2016, 2017 y 2018. Es Profesora de Nivel Primario jubilada. A lo largo de su carrera docente hizo conocer a sus alumnos su placer por la lectura con la intención de contagiarlos. Varios años fue asesora de la Biblioteca Popular Nº 2110 de su localidad donde organizó charlas, capacitaciones y eventos culturales enmarcados en las Ferias del Libro. Forma parte del Grupo de Teatro “Puertas Abiertas” de su localidad. Este año participó como jurado en el I Certamen Literario “Fundaciones” de la localidad de Sarmiento y del “Concurso Público para la Composición de la Poesía de los 125 años de Ramona”.

Diego BAIGORRI Nacido en Las Parejas en 1984, ha desarrollado su creatividad a través del dibujo, música y literatura, realizando sus primeras exposiciones artísticas y publicaciones gráficas a corta edad. Sus obras han sido expuestas en Paris (Francia), Nueva York (EE. UU.), Londres (Reino Unido), Roma (Italia), Barcelona (España) y Dubai (Emiratos Árabes Unidos), entre otros lugares. Es parte del Ente Cultural Santafesino desde su fundación desempeñándose como diseñador gráfico y desarrollador web.

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Índice USINA I ............................................................................................... 7 DÍAZ Rosario Bano ............................................................................................................... 8 Brunela Bini ................................................................................................................ 9 Daina Motta .............................................................................................................. 10 Lucila Simi ................................................................................................................ 11

EL TRÉBOL Idelma Abraham ........................................................................................................ 12 Norma Bosio ............................................................................................................. 13 Liliana Burga ............................................................................................................. 14 Mabel Burga .............................................................................................................. 15 Deisi Daiana Callejo .................................................................................................. 16 Ricardo Héctor Desumvilla ......................................................................................... 17 Anil Ghiano Correa..................................................................................................... 18 Kittie Giordana .......................................................................................................... 19 Silvia Luciano ............................................................................................................ 20 Néstor “Willy” Musachi .............................................................................................. 21 Carolina Quaino ......................................................................................................... 22 Maria Teresa “Kititi” Ramos ...................................................................................... 23 Silvina Salamano ...................................................................................................... 24 Ameris Salvucci......................................................................................................... 25 Gladys Simonella ....................................................................................................... 26 Ana María Tessore..................................................................................................... 27

MARÍA JUANA Cristian Airasca ......................................................................................................... 28 Alfredo R. Castelli ...................................................................................................... 29 Cristina Fortuna......................................................................................................... 30 Raquel González ........................................................................................................ 31 Alda Margot Junco ..................................................................................................... 33 Soledad Ortiz ............................................................................................................. 34

MARÍA SUSANA María Florencia Boffino .............................................................................................. 35

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MONTES DE OCA María Paz Alemandi .................................................................................................. 36 Valentina Balbi .......................................................................................................... 37 Malena Bertino .......................................................................................................... 38 Luana Bertola............................................................................................................ 39 Juliana Bossa ............................................................................................................ 40 Juliana Caneparo ....................................................................................................... 41 Jezabel Leonela Pascale ............................................................................................ 43

OLIVEROS Eduardo Biolatto ........................................................................................................ 44 Susana Candido ........................................................................................................ 45 Ana María Champión ................................................................................................. 46 Ricardo Cintioni ......................................................................................................... 47 Carlos César Contesti ................................................................................................ 49 Fernanda Lambri ....................................................................................................... 51 Alicia Beatriz Margueritte .......................................................................................... 52 Graciela Leonor Ortiz ................................................................................................. 53 Virginia Petrilli ........................................................................................................... 54 Ana Maria Ponce ....................................................................................................... 55 Marta Eva Rodríguez ................................................................................................. 56 Raquel Taler .............................................................................................................. 58 Nelso Rubén Volpato ................................................................................................. 60

RICARDONE Hedy Rosa Teresa Saoretti ......................................................................................... 61 Marta Gladis del Valle Wagner ................................................................................... 62

SASTRE Haydee Luján Chocobar ............................................................................................. 63 Marta Raquel Giai ..................................................................................................... 64 Maximiliano Marques ................................................................................................ 65 Delia Maria Windholz ................................................................................................. 66

TORTUGAS Iris Cazco .................................................................................................................. 67 Andrea Ferrari ........................................................................................................... 68 Ana Laura Girolami.................................................................................................... 69 Gimena Juan ............................................................................................................. 70 Andrea Meza ............................................................................................................. 71

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Ana María Moine ....................................................................................................... 72 Adriana Moine ........................................................................................................... 73

USINA II .............................................................................................74 ATALIVA Patricia Altamirano .................................................................................................... 75 Marisa Parola ............................................................................................................ 76

BELLA ITALIA Raquel Ana Cattaneo ................................................................................................. 78

ESPERANZA Araceli Comesatti ...................................................................................................... 79 Giuliana di Filippo ...................................................................................................... 80 Guillermo J. Kappes ................................................................................................... 82 Mabel Lucía Pruvost .................................................................................................. 83 Flavia Scandolo ......................................................................................................... 84

FELICIA Edith Lucina Governo ................................................................................................. 85 Mercedes Palavecino ................................................................................................. 86 Solange Sager ........................................................................................................... 87 Juan Carlos Sinturión ................................................................................................. 88

GRÜTLY Bautista Eberhardt .................................................................................................... 89

LEHMANN Araceli Ullua .............................................................................................................. 90 Armando Aldo Ruggieri .............................................................................................. 91

MOISES VILLE Norma Noemí Bellino ................................................................................................. 93 Norma Guglielmone ................................................................................................... 94 Sara Maguid .............................................................................................................. 95 Facundo Molina ......................................................................................................... 96 Virginia Perchevsky ................................................................................................... 97 Silvia Roldán ............................................................................................................. 98 Estela Maris Romero ................................................................................................. 99

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Tatiana Antonella Sánchez ...................................................................................... 100 Ester Clara Saslavsky .............................................................................................. 101 Ana María Toledo .................................................................................................... 102 María Rosa (Kuka) Udrisar Mularz ........................................................................... 103

PILAR Ana María Beliz ....................................................................................................... 104 Myriam Ester Christen ............................................................................................. 105 Raquel Beatriz Michlig ............................................................................................. 106 Edelmiro A Molzoni .................................................................................................. 108 Rubén Antonio Scandolo .......................................................................................... 110

SARMIENTO Brisa Balari ............................................................................................................. 111 Rosa Elena Franco .................................................................................................. 112

USINA III ......................................................................................... 113 ALCORTA Néstor José Alberto Ojeda ........................................................................................ 114 Mauricio Trobato ..................................................................................................... 115

CARRERAS Lucy Norma Tolsá de Pietrocola ............................................................................... 117 Mariel Gabriela Zucca .............................................................................................. 118

PEYRANO Olga Nelly Apendino................................................................................................. 119 Mabel Bernaus ........................................................................................................ 120 Nélida Di Roma ....................................................................................................... 121 Hilda Milano ............................................................................................................ 122 Eva Marta Montes ................................................................................................... 123 Ana Marta Moreno ................................................................................................... 124 Ana Pennisi ............................................................................................................. 125 Nanci Teresa Testi................................................................................................... 126

SANTA TERESA Mónica Avendaño .................................................................................................... 127 Inés Guardia ........................................................................................................... 128 Maria Concepción Puig ............................................................................................ 129

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Edda Margarita Rohr de Catalán .............................................................................. 130

ZAVALLA Maira Díaz ............................................................................................................... 131 Marianela Díaz ........................................................................................................ 132 Maria Isabel Gigena ................................................................................................. 133 Laura Molina ........................................................................................................... 135 Jana Pascua ............................................................................................................ 136 Jenifer Pedrozo ........................................................................................................ 137 Pablo Diego Prosperi................................................................................................ 138 Marcelo Alfredo Romero........................................................................................... 140 Reina Umere ........................................................................................................... 141

USINA IV ..........................................................................................142 RECREO Sandra Iris Guadalupe Asenari ................................................................................. 143 Luca Martínez ......................................................................................................... 144 Andrés Guillermo Schmets ....................................................................................... 145

SANTA CLARA DE LA BUENA VISTA Silvana Soledad Segovia .......................................................................................... 146

USINA V ...........................................................................................147 AMBROSETTI Darío Hernández ...................................................................................................... 148 Valentina Perren ...................................................................................................... 149 Eduardo Salera ........................................................................................................ 150

MONTE OSCURIDAD María de los Ángeles Ferreyra .................................................................................. 151 Teresita Minetti ....................................................................................................... 152

SAN GUILLTERMO Martha Susana Albertengo....................................................................................... 153 Ángela Berca ........................................................................................................... 154 Celia Teresa Faule ................................................................................................... 155

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SUARDI Madi Dominga Audino ............................................................................................. 156 Anahí Cristina Borgogno .......................................................................................... 157 Edgar María de la Fuente ......................................................................................... 158 Belquis Leonor Duarte ............................................................................................. 159 María Soledad Girau ................................................................................................ 160 Sara Girau............................................................................................................... 161 Hilda Gorosito ......................................................................................................... 162 María Inés Hischier ................................................................................................. 163 Cruz Teresa Ledesma .............................................................................................. 164 Alicia Morra............................................................................................................. 165 Jorge Amado Serrano ............................................................................................... 166 Líder Solano ............................................................................................................ 167 María Josefa Soria ................................................................................................... 168 Marta Valarolo de Picatto ........................................................................................ 169

USINA VI ......................................................................................... 170 TOSTADO Marcos Barrios ........................................................................................................ 171 Erminia Butarelli ..................................................................................................... 172 Alicia Teresa Foglia ................................................................................................. 174 Sergio Gómez .......................................................................................................... 175 José Marcelo González............................................................................................. 177 Daniel Cipriano Mendoza ......................................................................................... 178 Daniel Ochoa ........................................................................................................... 179 Zulema Ventura Peralta ........................................................................................... 180 Esther Simon........................................................................................................... 181 Ana María Sueldo .................................................................................................... 182 Marcela M. Zurbriggen ............................................................................................. 183

VILLA MINETTI Paulo Butarelli......................................................................................................... 185 Alva Quinteros de Rufinatto ..................................................................................... 186 Ana Adela Roldán .................................................................................................... 188 Georgina Villani Faydella.......................................................................................... 189

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USINA VII .........................................................................................190 ALEJANDRA Pedro Barrios .......................................................................................................... 191 Araceli Claribel González ......................................................................................... 192 Teresa Ojeda ........................................................................................................... 193

LAS TOSCAS Silvana Alegre ......................................................................................................... 194 Sandra Fabiana Blanco............................................................................................ 195 Norma Costanzo ...................................................................................................... 196 Elisabet Dione Honorat ............................................................................................ 197 Carlos Alberto González ........................................................................................... 199 Lidia Granzotto de Spitzer ........................................................................................ 200 Julieta María Grosso ................................................................................................ 201 Vilma B. Hákanson .................................................................................................. 202 Alba Luna ................................................................................................................ 204 Alexander Dumian Martínez ..................................................................................... 205 Valeria Magalí Massin ............................................................................................. 206 Susana Orbani......................................................................................................... 207 Marina Elizabeth Pérez ............................................................................................ 208 Patricia Inés Pezz .................................................................................................... 209 Gladys Sosa ............................................................................................................ 210 Ailin Yebara ............................................................................................................. 211 Anabella Yebara ...................................................................................................... 213 Jorge Zirpolo Santillán .............................................................................................. 215

MALABRIGO Dalila Alexia Rosatti................................................................................................. 217

VILLA GUILLERMINA Susana Vera Coronel ............................................................................................... 219

228


229


Impreso en Santa Fe, noviembre de 2018 (C) 2018 Ente Cultural Santafesino

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