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17 LA DIOSA RUBIA DEL TOREO
LA DIOSA RUBIA DEL TOREO.
David Meneses.
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Desde el Olimpo taurino, una Diosa cautivo a los poetas, quienes cantaron a su fama y valor, los cosos de todo el mundo vieron en los rubios cabellos, la luz que envolvió a su andar pausado, Conchita Cintrón, la rejoneadora Inca que cabalgó en las plazas más importantes y en la historia del toreo.
Acho significa "sitio elevado cerca de la costa, desde donde se descubre bien el mar y en el cual solían hacerse señales con fuego" y fue en enero de 1936, en la histórica plaza peruana, donde la joven amazona debutó en el mundo taurino, siglos de arte taurino vieron nacer la llama que iluminaría el albero.
Llegó a la plaza de Sevilla, el 23 de abril de 1945, en La Maestranza, de la mano de Marcial Lalanda, donde dejó claro que sus claros ojos brillaban en la Madre Patria, después debutó en Las Ventas y en La Monumental de Barcelona, en los tiempos donde las mujeres no podían torear en España.
Cuando su fama se convirtió en gloria, un genio del Arte, el director de cine Orson Welles, hizo el prólogo de sus memorias, donde escribió: “Conchita Cintrón, la dama torero es en verdad una gran rareza. Su récord se mantiene como un reproche a todos aquellos que han mantenido en alguna ocasión que una mujer ha de perder parte de su feminidad si busca competir con hombres. Conchita compitió. Nadie fue más perfectamente femenina y ella triunfó de forma categórica en la profesión más ostensiblemente masculina de todas las profesiones”.
Gerardo Diego, poeta de la generación del 27 y Premio Cervantes de Literatura le dedicó versos, dignos de su Poesía Nueva, con toda la vanguardia que provocaba Conchita:
Tu toreo es legítimo y adulto y serio de verdad tras tu sonrisa, triste y alegre de misterio y culto. Y va el pitón creando la cornisa, ajustando tangencia y reverencia en torno a tu armonía y tu cadencia. A caballo o a pie, las dos cartillas del toreo a rejón y muerte a estoque explicas en Lisboas y Sevillas, doctora por Coimbra e in utroque. Qué aroma de ultramar canela y rosa mueves, virreina, por la lidia airosa.
Los ángeles hacen palmas desde los palcos del cielo y Rafael Duyos, médico, poeta, sacerdote valenciano vio en la bella peruana la lírica para dejar a los querubines de letras rindieran tributo a la Diosa rubia del toreo:
Lima, a lo lejos, nostálgica porque ella inventó Sevillas con Guadalquivires indios y Giraldas colombinas…
Caballito americano, con sangre de morería, caballito con alas, seda y luna en las bridas, trotecito andaluz, peruana la silla… dime, ¿quién te monta? ¡Me monta Conchita!
Lisboa con su nostalgia despidió a la Dama del rejoneo un martes 17 de febrero de 2009, mismo día del nacimiento del poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, el mundo taurino lloró, esperando que vuelvan las oscuras golondrinas en sus palcos sus oles a entonar.
Silueta francesa, poema a Lea Vicens.
David Meneses
Es tu cabalgar francés vestigio de la historia romana hija de la gloria de Nimes, revolucionas la lid en tu nacimiento.
Un juego convertido en pasión, bravía Amazona de cuatro años tomaste las riendas del pequeño Ourasi testigo y designio de tu rejoneo.
Amante del campo mimas la vida salvaje, las aulas de Montpellier vieron nacer a la bióloga del toreo.
Con Gacela enfrentas el peligro de un toro en el ruedo, elegancia, magia y cadencia para salir a hombros y oles.
Cabalgas con belleza en el Arte de Mirialva silueta en la arena bravura en tu mirada.
A la sombra de un Ángel Peralta hiciste del ruedo un suspiro, tomaste la Alternativa en el noveno mes después de trece años del segundo milenio.