anfitriones de la Navidad
Buñuelo (niño)
Velita (niña)
Sancocho (niño)
Natilla (niña)
“En Envigado renace la tradición en Navidad” Unos días antes de que llegara la Navidad, Buñuelo, un niño que vivía siempre alegre y rodando de la risa, se encontró solo en un paisaje donde predominaba el color blanco. Lejos de su casa y envuelto en una espesa bufanda, rodeado de frío y nieve, empezó a sentir que la única forma de pasar esta soledad sería recordando el calor de su familia y de los días que con ansias anhelaba poder vivir en su ciudad natal: Envigado. Buñuelo caminaba y caminaba por el interminable paisaje blanco, hasta que se encontró un muñeco de nieve en el camino y, para alegrarse un poco, decidió empezar a hablarle. Este muñeco, aunque estático y bastante congelado, con atención lo escuchaba, mientras Buñuelo le contó las historias de su abuela y amigos, anhelando desde lo más profundo de su corazón que un relámpago brillara y lo llevara junto a su familia en Navidad.
Buñuelo se reía mientras le contaba a su nuevo amigo los momentos que durante sus anteriores navidades pasaba con Natilla y Sancocho, sus amigos de la cuadra. En medio de las historias, Buñuelo empieza a construir un relato único de la Navidad y le deja en claro a su amigo de nieve que en Envigado los rituales y tradiciones están llenos de magia: le contó cómo Velita lo invitaba cada 7 de diciembre para el ritual que daba inicio a las fiestas, como es encender luces y velas. Durante estos días, Buñuelo resaltaba que los vecinos decoraban su casa con guirnaldas, árboles de Navidad, luces de colores, campanas y bolas hechas por la abuela. Pensando en Natilla, Buñuelo recordó cómo ella, muy emocionada, compartía con él cada una de las tradiciones culinarias que le había enseñado su abuela. ¡Es que era la abuela que mejor cocinaba en el barrio o al menos eso siempre decía su familia! Le preguntaba él, muy intrigado, cómo era eso de cocinar en diciembre. Y ella le explicaba, con detalles, empezando por la natilla, pasando por los buñuelos y las hojuelas, mientras sus ojos brillaban con el deseo de saborear cada una de estas delicias de nuestra Navidad.