Trabajo decente y proyectos de mejora escolar. Tarea 2: Lectura: La incomodidad de la formación docente continúa. Si bien la formación inicial, la etapa propedéutica, tiene un peso significativo por ser los primeros pasos en la apropiación de los conocimientos necesarios y el desarrollo de las capacidades requeridas para el ejercicio profesional, no puede considerarse una etapa cerrada ni acabada. La idea de que la formación de la normal, “los y las maestras/os normales” se preparaban para ser docente toda la vida y lo que aprendieran durante esa preparación constituía un bagaje de conocimientos suficientes para desempeñarse en su futuro profesional. Cuando la formación docente se configuró como parte del Nivel Superior, en la estructura de dos años y medio al inicio y luego en los cuatro años de duración que hoy se exige, se fueron incorporando diversas transformaciones que permitieron un posicionamiento diferente y habilitaron otros modos de generar una formación profesional. Siguen presentes ciertas apreciaciones sobre las faltas, las deudas en la preparación, aunque en estos tiempos para con todas las áreas del mundo laboral se acepta la necesidad de la actualización permanente. ¿Acaso es posible pensar que la formación docente inicial puede prepararnos acabadamente para asumir las múltiples y variadas exigencias que encontramos en las escuelas hoy? Para lo cual se requiere de aceptar como punto de partida la incompletud de la formación inicial; es decir, por un lado aceptar que resulta imposible pretender que la formación inicial aporte todo lo que requiere el ejercicio de la profesión docente y, por el otro, reconocer que no basta con la sola acumulación de años de trabajo para tener las mejores resoluciones ante los desafíos de la práctica. Para reinventar la escuela son necesarias y valiosas todas las voces.
El trabajo pedagógico en el contexto virtual Acompañando la Formación: La tarea realizada desde la Dirección con los equipos técnicos no solo tuvo que ver con el dominio de las herramientas digitales de parte de los y las docentes y estudiantes, sino también con la perspectiva pedagógica, los criterios curriculares y las lógicas de enseñanza que se jugaban en las decisiones sobre los modos de organización de tales aulas. Tres ejes estructurales de la experiencia en la virtualidad: tiempo, espacio y comunicación. Las propuestas de enseñanza, carentes de los recursos que ofrece la presencialidad, requieren de una recontextualización específica para el escenario virtual. Se trata de una profesión que no solo implica ejercer un oficio, sino también un modo de estar y relacionarse en el mundo, con los saberes acerca de él y en relación con otros sujetos: “Que significa ser educador? Saber anoticiarse que implica asumir un trabajo político que exige un trabajo psíquico”