El visionario de la cosmonáutica Konstantín Tsiolkovski

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EL MUNDO NÚMERO 346 / MARTES 24 DE MAYO DE 2016

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El visionario de la cosmonáutica > Konstantin Tsiolkovsky desarrolló las propuestas más revolucionarias de la astronáutica

haciendo posible que el ser humano pusiera en órbita el primer satélite artificial. Elena Soto

a Tierra es la cuna de la humanidad, pero no se puede vivir en una cuna para siempre» Si usted no ha escuchado antes la frase, probablemente la atribuya a Stephen Hawking o a algún científico buscador de exotierras; pues se equivoca, pertenece al genio visionario ruso Konstantin Tsiolkovsky (1857 - 1935), considerado como el «Padre de la Cosmonáutica» que a finales del siglo XIX escribió su obra principal La investigación en Espacio Interplanetario por medio de los cohetes, una publicación que contiene todas sus hipótesis sobre el comportamiento de este medio de transporte para salir de nuestro planeta. Aunque sea menos conocido que Neil Armstrong o que su compatriota Yuri Gagarin, las ideas de Tsiolkovsky hicieron posible que el ser humano pusiera en órbita el primer satélite artificial y que volara por primera vez al espacio. Entre sus numerosas aportaciones destaca la Ecuación del cohete de Tsiolkovsky que sigue siendo una de las bases de la astronáutica moderna. Su vida no fue fácil, nació en una familia humilde de origen polaco que había emigrado antes de su nacimiento al Imperio Ruso y, siendo niño, perdió gran parte de la audición debido a un ataque de escarlatina, una minusvalía que lo acompañaría el resto de su vida,

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Arriba, a la izquierda, el físico Konstantin Tsiolkovsky./ Abajo, dibujo de 1883 en el que muestra el interior del vehículo espacial con varios cosmonautas y el que se aprecian dos giróscopos, una cámara presurizada con dos compuertas para salir al exterior sin que escape el aire de la nave . / A la derecha, el científico con dos maquetas de cohetes.

produciéndole un complejo de inferioridad que compensó con su extraordinaria inteligencia y su afán de conocimiento. Abandonó la escuela a los catorce años y a partir de entonces fue prácticamente autodidacta. Con dieciséis años viajó a Moscú y durante tres años se dedicó a estudiar matemáticas, astronomía, física y química por su cuenta, yendo

a las bibliotecas. En esta ciudad conoció a Fyodorov, un filósofo con ideas totalmente revolucionarias que, ya 1875, imaginaba un futuro en el que el ser humano podría diseñar sus propios órganos en un laboratorio, controlar el clima y explorar el cosmos. Sus ideas marcaron al joven Tsiolkovsky e influyeron poderosamente en su investigación posterior. Otra de sus

inspiraciones fue la ciencia-ficción, como ávido lector de la obra de Julio Verne se planteó seriamente la posibilidad de viajar a la Luna, dándole vueltas al tema de llegar al espacio de manera realista. Tras su estancia en Moscú, su padre le pidió que volviera a casa y durante este tiempo comenzó a realizar sus primeros experimentos, construyó una centrifugadora

y utilizó gallinas para verificar los efectos de la aceleración sobre su organismo. En esta época ya dibujaba bocetos de objetos construidos por el hombre en órbita alrededor de la Tierra y escribía notas sobre la ingravidez que sentirían los ocupantes de la nave. A los 22 años aprobó el examen de profesor de enseñanza pública y obtuvo una plaza de profesor de geometría y aritmética en Borovsk, posteriormente se trasladó a Kaluga, donde vivió hasta su muerte en 1935. Con elementales instrumentos científicos, sin una educación académica formal, sin pertenecer a ningún equipo y sin que sus ideas fueran conocidas hasta años más tarde, se dedicó a desarrollar las propuestas más revolucionarias de la astronáutica. En 1883 concibió un proyecto de nave por retropropulsión para viajes interplanetarios; posteriormente, en 1903 propuso, como combinación ideal de los motores espaciales un combustible líquido basado en una mezcla de hidrógeno y oxígeno líquidos y elaboró una formulación matemática para calcular la velocidad del cohete a partir de la fuerza de salida de los gases de chorro. En 1920, expuso la idea de un cohete formado por módulos múltiples que iban desprendiéndose en las sucesivas etapas del viaje, como serían los que medio siglo después viajaron a la Luna y fue el primero que concibió la idea de una estación espacial. La mayoría de sus estudios no llegaron a la sociedad científica hasta 1918. A pesar de ello, buena parte de sus ideas sirvieron para hacer posible que el hombre pusiera en órbita el primer satélite artificial y creara la primera nave espacial pilotada por un ser humano.


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