Historias de madrugada núm 11

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el insomnio

Raquel Olvera César Rito Salinas Clyo Mendoza Alonso Aguilar Orihuela Samantha Leiva Enrique Marroquín Gabriela Pekera Ingobernable Ángel Morales — Ivonne Sáenz Enrique Gallegos — Alejandra Cruz - Jorge Orozco León -Frida A.M. — Óscar Sandoval — Héctor Jardines FANZINE NuM. 10, EJEMPLAR 11 / ENERO - MARZO 2017

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Y MÁS

EJEMPLAR DOBLE

narrativa y poesía como saetas. visuales para

fan zine


lista de remitidos y detenidos en la madrugada 11 imagen de portada y 4ª: Vik Díaz Editor / manager invitado: Fantomas

Se dibujó en tu rostro ………………………………………………… Raquel Olvera Del asombro abstracto de Vicente Mesinas ……..……….. Alonso Aguilar Orihuela Segunda cianotipia …………………………………………………… Clyo Mendoza Todos somos japoneses …………………………………………… . César Rito Salinas Arquitectos …………...……..…………………………………. Gabriela Pékera Ingobernable Hay mucha sangre en casa ………………..………………………… Óscar Sandoval Poemas ……………………………………………………………………… Samantha Leiva El niño y la resortera ……………..………………………………. … Enrique G. Gallegos Memoria de lluvia ……………………………………………………… Alejandra Ariel Juego …...…………………………… ……………………………………... Jorge Orozco León Visuales ……………………………………………………………………… Frida a.m. Mi versión de la Semana santa …………..…………………… Enrique Marroquín y Zaleta El puerto ………………………………………………………………… Ivonne Sáenz Propuesta de matrimonio …………………………...…..……… Ángel Morales a una mujer vegetariana A la modernidad ……………………………….………………………. Alejandra Cruz Poema ……………………………………………………………………… Héctor Jardines

colaboraciones, máximo: 3500caracteres@gmail.com

titiche de textos : Yahir Alonso Ortiz

FANZINE NuM. 10, EJEMPLAR 11 / enero - marzo 2017 AP. 1336, CP. 68000 - Oaxaca, Mexico.

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Raquel Olvera

Se dibujรณ tu rostro

Se dibujรณ tu rostro en los perfiles violentos del espacio; fugaz, sin hueso donde asirse. Los pasos separaron mis piernas urgidas desde el vientre por abejas. Los perfiles del aire cristalizaron y tu rostro emergiรณ. Al alejarme dos capulines de piedra golpearon mi espalda.

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Raquel Olvera

Ésta es la historia

Ésta es la historia de una historia incomprendida por mí: es mi historia. Todo empezó un día confuso. Nada entendí: ni el olor de la sangre, ni el hueco tan angosto, ni el frío. Después del dolor: a mi muñeca se la llevó el agua la noche en que un diluvio inundó mi casa, la casa de mis tíos, la escuela… También mi abuelo naufragó y a mi abuela su sangre se le volvió mariposa: (blanca, volátil sangre por la boca). Desde que nací cada instante ha sido el mismo: siempre despierta. No voy a decirte quién soy: mírame. ¿Sobre mi piel, no ves mis venas? ¿Sobre mis venas, mis músculos, mis huesos, el cartílago, los tuétanos? Estoy volteada al revés, sí, al revés.

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Alonso Aguilar Orihuela

del asombro abstracto de Vicente Mesinas (o tríptico del viaje) Traslaciones paralelas Nuestros ojos están plenos de tiempo. Cuando viajamos, la experiencia de lo otro se traduce no en aquello que podemos percibir sensorialmente: los aromas sutiles ajenos a los recuerdos de infancia, los ritmos no familiares de la gente al hablar, los paisajes del lugar a donde vamos…, sino en cómo la luz que otorga el asombro al flaneur mientras camina, es filtrada por los tenues velos de la experiencia personal, su búsqueda constante, los problemas no resueltos. Las vidas del observador se conjugan en un instante, y la realidad del viaje se revela, revela otro lugar dentro de nosotros. Somos espejos reflejando espejos. A los 35 años, después de haber demostrado un precoz talento musical debido a la rigidez pedagógica de su padre que más tarde provocaría su dedicación a la pintura, de haberse casado con una pianista e iniciado su labor pictórica con una marcada influencia del impresionismo, cuando ya era amigo de Wassily Kandinsky y otros artistas destacados de su época, Paul Klee viajó a Túnez en compañía de Louis Moilliet y August Macke para ser poseído por los colores, que marcarían el resto de su obra. Tan maravilloso fue el hallazgo de Klee, el reflejo que en el país africano vio de sí, que escribió en su diario: “Dejo ahora el trabajo. Me he compenetrado del ambiente de una manera tan suave, que, sin esforzarme, me siento cada vez más seguro. El color me domina. No necesito ir en busca de él. Me posee, lo sé bien. He aquí el sentido de este momento feliz: yo y el color somos uno. Soy pintor". El asombro es la materia del artista, y similar a Klee, Vicente Mesinas (Oaxaca, 1974) debió viajar a lugares que no

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imaginó visitar para encontrar, dentro de sí, los colores que lo hacen feliz. En Japón, Mesinas, inclinado por un lenguaje plástico abstracto lírico, con reminiscencias de formas y texturas orgánicas, encontró el sosiego a través de un ejercicio forzoso de silencio. Aislado por no compartir el idioma ni conocer las costumbres orientales, Mesinas tuvo que afinar la intuición para comunicar sus necesidades y apetencias. En el silencio multitudinario de voces extrañas, Mesinas hizohallazgos que no pudo comunicar hasta pararse frente a una tela blanca, escoger los colores y aventurar los trazos que expresaran su estancia. Orochi o del dragón interior La obra que ahora muestra Mesinas se puede distinguir como un momento de transición hacia una etapa, quizá la segunda, en su quehacer pictórico. El artista viaja de una pintura que él mismo ha considerado como visceral, no por la falta de consistencia expresiva, sino precísamente por lo contrario, por ser una obra intensa, animal, caracterizada por el uso de ceras para otorgar a las piezas una apariencia de estar cubiertas con semen, hacia una pintura de la cotidianidad contemplada desde la calma; una visión oriental de las disciplinas artísticas, basta Recordar el haiku. Uno de los cuadros expuestos, Orochi, refiere el proceso artístico que vive el oaxaqueño. Orochi, en la mitología japonesa, hace referencia a una leyenda que implica el renacimiento del ser a través de triunfar sobre lo que de malvado habita en uno. Es el nombre de un dragón de ocho cabezas que nació de la sangre de dioses malvados, que compartían la tierra junto a las bestias y los humanos. El dragón invadió la tierra de Izumo y pidió el sacrificio de ocho doncellas, cada luna llena, para apaciguar su apetito, hasta que sólo restaba una, la princesa Kushinada, que fue rescatada por el dios del trueno Susano-o, quien embriagó a Orochi y, mien

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tras el monstruo dormía, cortó cada una de sus cabezas. La leyenda cuenta que las lágrimas de la última cabeza en morir se transformaron en un espejo. Mesinas es, al mismo tiempo, Orochi, Susanoo y Kushinada: aquel que mira, y también quien observa cómo mira el observador, en una especie de desdoblamiento astral diríamos, del lado de acá, o de reflexión zen del lado de allá. El cambio en los colores con que se recrea la obra del pintor no es casual, también la luz del trueno de Susano-o, del Imperio del Sol Naciente, entró a su vida. Una sonata en tres movimientos Dentro de este periodo de transición en la pintura de Mesinas, se pueden distinguir tres movimientos, como en una sonata. El primero incluye a las obras Paisajes de la Mixteca I y Paisajes de la Mixteca II, donde la variedad cromática utilizada por el pintor aún no se distancia de los tonos mayoritariamente oscuros, usados en su primera etapa. En estas obras se puede apreciar, sobre el fondo ocre, formas un tanto espectrales que permiten al flaneur adentrarse en el juego de conjugación de planos y profundidades de campo, que Mesinas emplea hábilmente. En el segundo movimiento, donde se pueden identificar las piezas Bodegón, Pueblo perdido y Fósil, se advierte el asombro y la confianza ganada por el creador durante su estancia en Japón. Después de aplicar una serie indefinida de veladuras a la tela, en Bodegón, Mesinas agrega los colores amarillo y blanco, además de los trazos sueltos y el esgrafiado, que otorgan luz y movimiento al plano.Fósil y Pueblo perdido dialogan de manera profunda en la historia pictórica de Mesinas, evidencian una característica formal y conceptual permanente en toda su obra: la visión holística de la realidad, la contemplación de la luz y la oscuridad como partes de un todo natural e imperfecto, Fósil como la parte oscura y Pueblo perdido como la complementaridad.

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Clyo Mendoza

Segunda cianotipia Ofelia con su voz de diluvio preguntó: -¿Es cierto eso, hija? ¿Te violaron? Toda la Ofelia cisterna se agita. Siguieron volando las minúsculas flores en las ciudades de polvo -Sí, abuela. [Quién se lo ha dicho, quién repitió la verdad multiplicándola.] -Eso me dijo tu madre por teléfono Largo silencio. Ofelia no mira a Ofelia, clava la mirada en la bolsa de agua que ayuda a espantar a las moscas. -Pídele perdón a Dios, hija. (Ofelia, nacida un año de números redondos, feto con doble vuelta de cordón umbilical, riesgo de asfixia, cesárea improvisada. Cuatro semanas prematura.) -¿Pedir perdón? -A Dios gracias que sigues con vida… -¿Pedir perdón? Silencio. Están regadas por la estrella equivocada. historias de madrugada 7


-¿Viste sus rostros? -No [Mentira] -¿Los conociste? -No [Mentira] Silencio. (Ofelia, nacida un año de números impares, su madre la alumbró junto a un arroyo, la fuerza del agua la arrebató del vientre, limpió la profunda sangre, lamió la herida. Ofelia, tres semanas prematura, nacida frágil bajo la sombra de un cedrón. Casada a los trece con su virginidad intacta.) -Qué más le dijo mi madre. -Que está sembrando rábanos en su jardín. -También intentó hacer crecer flores azules.

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César Rito Salinas

Todos somos japoneses Aquí tengo de dos sopas: Escribir por necesidad, como tomar medicina, ingerir un agente externo que requiere mi cuerpo para seguir viviendo. Escribir porque me gusta. En lo que tardo en elegir entre la a y la b, mi tiempo para hacer la escritura corre. Toda escritura es la imposición de un orden. En el orden hay una espera que es regida por: La libertad. La obediencia. Las primeras dos opciones son estrechas y duras (a, b), prefiero la c. La d de dado no la nombro. Esto se aclara, escribir en hojas de libreta pequeña aligera la existencia. De la primera división surgen otras divisiones: *) Originalidad. **) Naturalidad. Resulta agradable iniciar el día entre asteriscos, con asuntos pendientes por hacer; la oscuridad de su figura erizada es fulgurante, le otorga dignidad a la existencia, posibilidad de hacer futuro de quien lo mira. Iniciar el día señalado. La cruz en la frente, la señal. Esto se pone bueno, no tengo dudas, Caín. historias de madrugada 9


Escribir entre paréntesis, establecer una ruta corta, un camino secreto antes de recostar el cuerpo en la arena dorada de la playa del mar. De la división última, asteriscos, brota la siguiente: los corchetes. [Corchetes, anhelo de recortar el tiempo, enmarcarlo. Tomar un pedazo de tiempo y sostenerlo en la palma de la mano como quien elige un cubo de gelatina, amarilla, roja, verde, y pasea con él en la palma de la mano por los cuartos de la casa.] .] Escribir para levantar una defensa contra las influencias. ..] La integración de la propia escritura como homenaje y celebración de escrituras previas. De la división última, asteriscos, brota la siguiente: los corchetes. [Corchetes, anhelo de recortar el tiempo, enmarcarlo. Tomar un pedazo de tiempo y sostenerlo en la palma de la mano como quien elige un cubo de gelatina, amarilla, roja, verde, y pasea con él en la palma de la mano por los cuartos de la casa.] .] Escribir para levantar una defensa contra las influencias.

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Samantha Leiva

III Selva El tejido es fino y duro. Las aves flotan de nido en nido. Se escuchan los rumores del agua bajo la sombra. El respirar de los animales. El rugir de las estrellas. Huir en silencio y descubrir el vacĂ­o. Se escucha en el centro la voz que desvanece lo amado, tritura las hojas del camino. Caer en lo oscuro con los ojos abiertos. En el centro invade el silencio y una piedra colosal se moja. El tiempo sin luz. La voz canta a lo perdido. El sol es un tambor muy grave. La lluvia es fluorescente. Los animales chocan sus cabezas y beben la luz encharcada.

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Enrique G. Gallegos

El niño y la resortera A Mario Vergara, buscador de vidas

Hombre de montañas y desiertos, del sur y del centro de Guerrero, llegaste con tu resortera —minúsculo brazo de madera— y con ella la imagen de miles de niños de las montañas del sur; pequeños adultos que sueñan con canicas rodando por espaldas de campesinos huérfanos, mutilados. Con la inofensiva arma para cazar güilotas, y estallar en pedazos las botellas de amarga cerveza, los niños sin infancia entran a cuevas para convertirse

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súbitamente en hombres y descubrir que en la humedad reposan cuerpos, menos que hombres, los desaparecidos, huesos que esperan la mano amiga y que no encuentran más que al manco y al tuerto y al decapitado. Con la resortera de palo lanzas unas palabras, unos huesos de mano amiga, la falange distal para niñas la falange media para adultos la falange proximal para ancianos; Algunos esperábamos el tiro certero, pocos, dos tres quizá nueve, una manada de esperanzados, juntos creímos atrapar un pájaro. Luego nos multiplicamos, fuimos infinitos y creímos ver al niño de la resortera corriendo por los verdes campos. Ya era libre.

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Gabriela Pékera

Arquitectos Estoy de pie en mi cocina. Dadas las circunstancias y lo inminente de mi desaparición, me siento bastante sereno. No es como lo había imaginado, pensé que llegado el momento estaría consumido de miedo y angustia y sin embargo estoy aquí, sintiéndome más indiferente que asustado. Supongo que a veces sucede que, de cara a los momentos más trascendentes de nuestra vida, no reaccionamos como deberíamos: reímos cuando se supone que deberíamos llorar o viceversa o, como es mi caso, nos mostramos impasibles cuando deberíamos estar absolutamente aterrorizados. He revisado los gabinetes y la comida y el agua están por agotarse, solo un poco de carne seca y unas botellas de agua me separan de morir de hambre en un par de semanas. De cualquier manera ya no tiene importancia, no sobreviviré tanto, están cerca y solo es cuestión de tiempo para que lleguen hasta aquí. Salir a cazar no es una opción, desde hace un par de meses los animales empezaron a escasear y hace apenas un par de noches, al ir a abastecerme de agua al río éste había desaparecido, muerto de miedo –entonces síexploré la zona con la esperanza de que lo hubieran movido a un lugar cercano, pero fue en vano, sospecho que simplemente lo borraron del mapa. En realidad han tardado más de lo que esperaba. Cuando llegué a estas montañas, agotado, hambriento y sin más plan que el de ocultarme el mayor tiempo posible, supuse que estaría a salvo solo un par de semanas, sin embargo, y contra todos mis pronósticos, ha pasado casi un año, un año de vivir en una soledad absoluta que estuvo a punto de enloquecerme, una soledad que al principio me parecía intolerable, dolorosa y a la cual, finalmente, terminé acostumbrándome. Las primeras semanas fueron las más difíciles


difíciles, las más atemorizantes y angustiosas que había vivido en mi corta existencia. Todos los días examinaba el paisaje en busca de algún indicio que me indicara que estaban cerca, pero el tiempo transcurría y no encontraba ninguna señal de su presencia, aunque me es imposible saberlo, supongo que pese a que al momento de mi escape casi la mitad de la ciudad había sucumbido y todos aquellos a los que amé ya no estaban en este mundo, éstas los mantuvieron más ocupados de lo que yo había previsto. Vi pasar el tiempo y de tanto esperar un final que no llegaba, empecé a albergar la esperanza de que algo mágico habría pasado, un milagro, algo que les impidiera llegar a lugares tan remotos como estos o que, simplemente, las zonas urbanas habrían sido suficientes para proveerles lo que deseaban, fuera ello lo que fuera. Inesperadamente, cuando la certeza de que había logrado sobrevivir empezaba a instalarse en mi ánimo y fantaseaba con

salir de mi escondite para aventurarme a la búsqueda de posibles sobrevivientes, tal y como ocurrió hace poco más de un año, cuando me quejaba de una vida absoluta y somníferamente normal, algo ocurrió: un buen día, y para mi sorpresa, amaneció una hora antes de lo acostumbrado. Cuando la luz solar me dio de lleno en el rostro y miré el reloj lo supe: estaban cerca. Al principio, asumí que de alguna manera habían alterado la trayectoria del sol, no fue sino después de horas de profunda angustia y desasosiego observando e interrogando el paisaje en busca de una respuesta, que me di cuenta de que lo que había desaparecido era la montaña tras la cual se abría paso el sol todas las mañanas y era eso y no otra cosa lo que había provocado que el sol irrumpiera en mi ventana más temprano de lo acostumbrado. Por supuesto, eso no alivió en nada mi angustia, se tratara del sol o de la montaña, estaban cerca, no cabía la menor duda.


En los días subsiguientes, a la primera, siguió la desaparición de otras montañas de menor tamaño y aquella que había desaparecido primero, ubicada, lógicamente, hacia el este, reapareció unos días después, aún más imponente, hacia el norte; paulatinamente, los animales terrestres fueron desapareciendo y en el cielo, las enormes parvadas de aves que se habían convertido en mi única compañía durante los últimos meses y a las cuales tanto me gustaba ver revolotear sobre mi cabeza cuando el sol estaba por ocultarse, abruptamente no regresaron más. Finalmente, el indicio más certero llegaría dos días después justo antes del anochecer, cuando los grandes conjuntos de nubes que se arremolinaban en el horizonte anunciando una inminente tormenta desaparecieron de golpe, dando paso a un sol abrazador de medio día. Algo de lo que mi padre, cuando aún existía, se percató muy pronto, era que a “ellos” no les gustaba el agua en ninguna de sus formas, pero parecía molestarles particularmente la lluvia, en los días lluviosos parecían darnos tregua, ninguna persona desaparecía, los edificios seguían en su sitio y el paisaje permanecía inalterado. Eso llevó a muchos, mi familia incluida, a llenar la casa con cacharros de agua y salir a las calles, o bien completamente mojados, o con bolsas con agua colgándoles por todo el cuerpo; como el tiempo lo demostraría, todas esas previsiones resultaron vanas y todo siguió su curso, de la noche a la mañana todos aquellos que eran importantes en mi pequeño y anodino mundo adolescente desaparecieron, algunos mientras dormían, otros no regresaban de la

pasa a la pág. 21 del número 12 de

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Óscar Sandoval

déjame escribirte un poema Hay mucha sangre en casa dije amor hay mucha sangre ¿por qué vienes con tanta violencia? amor mis mordidas son indefensas dijiste soy un osezno mira casi no tengo dientes dijiste déjame morderte déjame escribirte un poema déjame esquizografiarte el cuerpo dijiste y tus colmillos crecían amor yo tengo la piel blandita dije tengo piel de conejo mordiste lobo mordiste lobo ¿por qué muerdes? Ella dijo soy un lobo con piel de oveja corazón conquisto rebaños seduzco corderos escarifico corazones déjame herirte de muerte déjame escribirte un poema déjame psicotiisarte amor

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Alejandra Cruz

“A la modernidad”

Renuncio a la vida, A caminar sin fijar mis propios pasos, a caminar sin volar A cerrar los ojos y seguir escuchando voces y ruidos Renuncio irrevocablemente a esta tribulación Ya no logro ni lo más básico, Las interminables pausas de desaliento en mi pecho La rapidez de la fluidez de mi torrente sanguíneo Me impiden oxigenar ¡Renuncio! Firmo ¿dónde?, ¿sobre el recibo de la luz? ¿junto a la deuda de la casa? ¿tras los papeles del divorcio? ¿o te basta con mi palabra? Sin pausas, Sin condiciones de pago ni liquidación Sin negociación ni esperanza, ¡dije irrevocablemente! Y esa es la única cláusula de mi petición Renuncio a la vida, A existir despierta y soñar durmiendo, como los peores A no sentir, a no desear, a no odiar, a no sufrir Renuncio a este desasosiego sin abolición. Renuncio.

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Ángel Morales

Propuesta de matrimonio a una mujer vegetariana A mis diecisiete años me habría suicidado, pero me rescató el arte. Entonces solía masturbarme escuchando a Bach y cuidaba el volumen para que mi familia no oyera el ruido de los videos porno. Soy como ese hombre que va en medio del bosque para buscar paz, se aloja entre pinos y en la mañana espera sentir el aire fresco y puro de la montaña sobre su rostro, para fumar un cigarro. Debo tener algún trastorno, cuando fui estudiante y el maestro preguntaba a la clase si había alguna duda, a mí sólo se me ocurrían chistes. Por eso nadie me toma en serio. ¿Qué caso tendría entonces amenazar con mi suicidio? Y si no lo hice en mi adolescencia, ahora sería ridículo. Si de algo me arrepiento es de no haber intentado quitarme la vida cuando era joven. Era tan cómodo ser depresivo. Esa época en la que odiaba caminar entre la gente y vivía de manera horizontal, durmiendo doce o catorce horas, maldiciendo a todo el mundo, fue la más divertida que recuerdo. En estos días acelerados en que despierto con sueño y abrocho los botones de mi camisa para ir al trabajo, pienso en mi época depresiva y, tal vez no deba admitirlo, pero siento nostalgia por mi tristeza. Había dicho que moriría joven, con dignidad, y terminaría pegándome un balazo. Ahora estoy en el ocaso de mi juventud y tengo la certeza de que no lo haré. Temo por mi muerte, la dejaré plantada y en nuestra siguiente cita no me recibirá de la mejor manera. Pero quizá ella comprenda: he decido cambiar de planes historias de madrugada

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para contraer nupcias. Tal vez no sea la mejor manera de iniciar una propuesta de matrimonio; tal vez hablé de más, pero ahora que lo sabes, Samantha, ¿te quieres casar conmigo? Quizá te parezca inesperado, pero a nuestros treinta años creo que nos ha llegado la hora. Aunque debo aclarar que comienzo a escribir esta propuesta a mis veinticuatro; conociéndome, lo más seguro es que la concluya después de cinco o seis años. Es la primera vez que le pido matrimonio a una mujer vegetariana y no sé los procedimientos. Tampoco digo que si comieras carne me facilitarías las cosas. Pero me he acostumbrado, contigo nada es sencillo. Debo darme ánimos todo el tiempo. Cuando vamos por un café y no hay agua en los baños, me pongo un poco de saliva en las cejas, como los gatos, y frente al espejo me digo: “Vamos, ve por ella,

dile que la quieres”. Samantha, te quiero. Si tan sólo mi autoestima no decayera cuando estoy contigo. No soy lo bastante alto para ti, ni fuerte, rico o guapo. Pero en verdad, intento ser guapo, le pago millones a la señora que me corta el cabello en la esquina de mi casa y sigo igual, ¿no le parecerán suficientes mis cincuenta pesos? O será porque aprendió su oficio con revistas de modelos de los años ochenta y, es obvio, ninguno de ellos tiene mi porte. Y aunque sé que no te merezco, apuesto todo lo que tengo, y pongo toda mi confianza, para que tú no lo sepas. Tal vez te preguntes por qué te quiero. Una vez alguien me aconsejó dividir las preguntas difíciles. Entonces, ¿por qué quiero cada una de las partes de tu cuerpo? Tus piernas, por ejemplo, tus largas largas piernas, de allá hasta acá,

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las vi desde que nos conocimos, a los once años, y gracias a tu minishort me era permitido observar tus muslos mientras jugábamos básquetbol. Ha pasado el tiempo y todavía no termino de mirarlas, mis ojos apenas han recorrido la mitad. Sospecho que de permanecer juntos, a los 60 años aproximadamente, lograré verlas, hasta la curva de tus tobillos. Ésa misma curva se dibujará en mi boca. Pero por ahora no quiero ser romántico. Odio cuando usan la poesía para conquistar mujeres. Además, aunque soy firme en mi propuesta, también tengo dudas. Por ejemplo, si es tu hombro un durazno ¿es tu columna vertebral tan blanca como el tronco de una lechuga? Estoy seguro que si pongo una semilla sobre tu palma nacerá el trigo, pero si coloco cebada, ¿podré beber de tus manos? Dime, Samantha, ¿de qué color son exactamente los cientos de peces que nadan en tus ojos? y ¿por qué son tus pasos tan ligeros como los de un ciervo? Bueno, quizá antes de responder quieras aclarar tus dudas. Y ya sé cuál es la principal: ¿No deberíamos ser novios antes de casarnos? La respuesta es no. En mis sueños he visto lo que somos juntos. Claro que ahí mis bíceps son más grandes que mi cabeza y soy veinte centímetros más alto, pero ésas son superficialidades comparado con lo que logramos. Si prestaras atención verías que nos complementamos perfectamente: Nuestras miradas, tus labios y mi boca, tu cuello y mi boca, tus pechos y mi boca, tu vientre y mi boca y, por supuesto, tus largas piernas que no caben en mi boca. Como verás, no hay razón para estar separados. Bueno, quizá si llegaran a hablarte de mujepasa a la pág. 19 y ss. del número 12 de H...


Ivonne Sáenz

El puerto Cuando partas de este sitio lleva junto a ti su alma, sacia tus ojos con su belleza. No apresures tus pasos –La Senda es corta y el paisaje de su desnudes es infinito. Toma de rehén el cuerpo de tu memoria y recorre en silencio sus veredas. Edifica desde la ruina con tu tacto la sensibilidad de su muelle antes negado a la mirada de los peces que sueñan desnudos. Admira el puerto que recorres Cuando los frágiles faros alumbran tu horizonte y déjate llevar por la cadencia de sus olas –El mar està en su apogeo y no hay deseo que la bruma no bendiga desde su vientre, ansiando el néctar y la escarcha de nuestro ùltimo gemido.

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Memoria de lluvia Alejandra Ariel

El día había comenzado. La mañana se anunciaba soleada y con una brisa fresca, aunque según las noticias locales, sería el día más caluroso del año. Raúl y yo nos alistábamos para la escuela mientras mi madre preparaba los huevos y Cornelio, mi padre, se dirigía al municipio para tratar de arreglar una cita con el Presidente Municipal. -Yo no sé porque su padre insiste en tratar de resolver que les respeten sus terrenos, como dice él. Mejor sería que los vendieran de una vez y hacerse de un dinerito seguro, mientras haya chance, de todos modos van a terminar robándolos y sin un peso a cambio. Esas tierras ya ni producen nada, menos la nuestra. Mi madre quería que Cornelio vendiera el pedazo de campo que estaba a un costado de nuestra casa. Mi padre mantenía una nostalgia arraigada en lo profundo de su alcohólica y melancólica alma, que le recordaba –según él-, los momentos de su infancia cuando entonces el joven y fuerte toro araba la tierra y sus padres y tíos podían comer de ella e incluso comerciar con los productos. A mí no me importaba demasiado lo que pasara con el terrenito, lo único que me importaba de aquella situación, era qué pasaría con el ahora viejo toro, mi único amigo. El día más caluroso del año –pensaba mientras caminábamos a tomar el camión mi hermano y yo-, ¿qué quiere decir eso? para mí todos los días hace un calor que me hace chorrear sudor bajo el uniforme. Al llegar a la escuela el sol ya estaba sobre nosotros, Raúl se dirigió a mí para decirme que nos veíamos en la salida y que no se me olvidara que quedamos en que le prestaría mi trompo en el recreo. Raúl iba en historias de madrugada 24


cuarto grado de primaria –había reprobado un año y quería impresionar a sus compañeritos con su agilidad para el trompo, así ganaría su respeto y dejarían de burlarse de él por ser “repetidor”- yo estudia el segundo y a pesar de ser bueno en las clases y según yo, ser buen amigo, lo cierto es que nadie me incluía en los juegos o me compartía de sus Sabritas o dulces a la hora del receso. Tampoco me importaba mucho. Lo primero que noté extraño aquel día más caluroso de mis siete años, fue que la maestra de español lucía diferente. Buenos días maestra Lucía, exclamábamos al unísono los treinta alumnos. Llevaba una falda a la rodilla que dejaba ver sus pantorrillas regordetas, sandalias de tacón medio, blusa que aspiraba a proyectar ser seda, un labial rosa y el cabello detenido en cola. Lucía siempre vestía pantalón caqui o negro, zapatos de piso, blusa con el escudo de la Primaria Federal Justo Sierra y cabello suelto, nunca se maquillaba. Tal vez el calor produjo en ella una alteración en sus hormo-

nas que la motivó a romper con su rutina de vestimenta. Se veía bien. Ahora que vuelvo a recordarla, Lucía fue mi primer amor sin duda. El receso llegó y yo salía al encuentro de Raúl, que ya se encontraba en el patio de la escuela. Me acerqué con el trompo en las manos, buscándolo entre la muchedumbre de niños que corrían de un lado a otro. Cuando por fin mi vista lo halló, no pude evitar hacer una mueca de consternación; Raúl estaba colgado de un pequeño árbol, sacudiendo frenéticamente sus flacuchas ramas, pretendiendo columpiarse de ellas. Aquí está tu trompo, Raúl, pero no me hacía caso, las gotas de sudor le escurrían por toda la cara dejando marcas de mugre negra, la camisa del uniforme se encontraba medio abierta y el chaleco había desaparecido. Raúl no era el único, sus compañeros – a quienes pretendía impresionar con su habilidad para el trompo-, estaban desparramados jugando en la arena, cazando hormigas con sus lupas, gritando bajo el abrumador sol, lanzando chorros de bebidas


azucaradas a sus compañeros en vez de beberlas. Los niños de cuarto se caracterizaban por armar “retas” de fútbol en los recesos, o de organizar reñidas competencias de haber quién baila mejor su trompo o de cambiar cartas de álbumes de fútbol, pero ese día parecía que el calor los había vuelto más salvajes que los del kínder de alado. A la salida nos dirigimos mi hermano y yo a donde pasábamos casi todas las tardes: “De Irma´s salón de belleza”. Nos compramos una nieve de limón en conito de cinco pesos y saludamos a mamá con un beso en la mejilla. Raúl se acercó al televisor a ver caricaturas y yo me senté en la entrada del negocio. Lamía lentamente mi nieve que se derretía con una velocidad impresionante y cuando una gota de líquido verde cayó en mi zapato escolar, me percaté que desde la calle un ejército negro y bullicioso se formaba y se iba introduciendo poco a poco por las paredes a la peluquería de mi mamá. Eran cientos de hormigas que venían en fila india desde media cuadra atrás. La fila india se perdía formando algo parecido a un remolino, tanto era mi asombro que me hinqué para admirarlas mejor, la punta de mi nariz casi hacía contacto con las hormigas y sus pequeñísimas migas de pan. Es por el pinche calor que está haciendo hoy, cómo no cae una lluvia recia para que se apacigüe tantito este infierno. Échales agua con cloro, -dijo Irma-. Sí, ma, contesté con pesar. Qué mal humor tenía ella ese día. Cuando por la noche llegamos a casa, esperaba encontrar a Cornelio en la tienda de la esquina con sus pocos amigos que compartían la melancolía por sus tierras infértiles y la esperanza de que fueran prósperas de nuevo. Para la sorpresa de los tres, Cornelio no estaba ni borracho, ni en la tienda con sus amigos. -Fui a hablar con el Presidente. El muy cínico me dijo que para qué me esforzaba por estas pinches tierras, que más valía que mejor negociara con los ricos que quieren construir aquí, me dijo que esta zona es considerada residencial y que aunque se llame pueblo, ya no pasa a la pág. 14 y ss. del número 12 de

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Jorge Orozco León

juego

me resisto a sentir, me resisto a sentir, me resisto a sentir, me resisto a sentir me resisto a sentir me resisto a sentir Me resisto a sentir y traspaso un umbral mentiroso pero noble. avanzo como río de paz, inconsciente, quizá en el fondo peligroso. quiero encontrar pero no quiero y justamente-justamente por eso encuentro. abro el juego y me doy cuenta(revelación intensa pero, no sé por qué —me resisto, oh libertè—, idiota al mismo tiempo), me doy cuenta me doy cuenta de la espiral de puntos por donde avanza el juego. el juego interminable, el juego matruska, el hilo, la cadena, el horizonte absurdo, absorto en su propio juego.

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Frida a.m.

Frida a.m.

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Mi versión de la semanasanta

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A propósito de la vida de Jesús

stos hechos de todos Econocidos han requerido siempre de alguna interpretación. La que prevalece y goza de larga tradición es la

Enrique Marroquín y Zaleta

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del sacrificio redentor: en la concepción jurídica del Derecho Romano, un agravio es tanto mayor, cuanta más distancia media entre el ofensor y el ofendido. En este caso, entre Dios, de inmensa grandeza y santidad, y la criatura humana, empequeñecida e ingrata. Su expiación, pues, requería nada menos que el sacrificio de su propio Hijo, para así pagar el precio por nuestra redención. ¿A quién se le pagaría? Para algunos, a Dios mismo, para satisfacerlo. Para otros, nada menos que a Satanás, el perpetrador del pecado. Era, por tanto, precisa la muerte, e incluso, la muerte de cruz: entre mayores torturas, hu-

millaciones y sangre derramada, mejor. Esto lo podemos ver hasta el exceso en el film de Mel Gibson (2004), “La Pasión de Cristo”.

mx o t. gsp

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FAN ZINE

Por supuesto, esta entrega es un signo de su amor inconmensurable por nosotros, que es lo que nos conmueve profundamente y nos invita a arrepentirnos de nuestros pecados personales. Esta interpretación, fundamentada, ciertamente, en algunos textos del Nuevo Testamento y transmitida en larga tradición que nos remonta hasta San Anselmo de Canterbury, en el siglo XI, presenta algunos inconvenientes: En primer lugar, la imagen de Dios, distante y cruel, muy alejada del misericordioso Abbáde Jesús. Además, su referente es el Sistema del Sacrificio, mismo que Jesús rechazó: Para borrar las numerosas impurezas y transgresiones a la Ley, los israelitas debían entregar un cordero sin mancha a los sacerdotes del Templo, quienes lo sacrificaban en expiación, quedándose con una parte de la carne. Implica, por último, un “Destino” ineludible que tenía que cumplir fatalmente lo escrito en las antiguas profecías, a modo de guión preestablecido, y que Jesús conocía al detalle por ser Dios (aunque fingía decisiones libres, pues actuaba como humano).

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pasa a la pág. 29 y ss. del número 12 de H...

FANNE ZI

sistema sacrificial. El sacrificial. El sacrificio expiatorio, realizado continuamente, era sustituido por un único sacrificio, una vez por todas: la sangrienta muerte de Jesús en la cruz. El sacerdocio de Jesús no debe, pues, asimilarse al sacerdocio levítico, y esa misma Carta lo acerca al sacerdocio “natural” de Melquisedech, “Rey de Justicia y de Paz”. ¿De qué tipo de sacerdocio se trata? Para responder, tendría-

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Consciente de que navegamos entre los arrecifes dogmáticos, pienso si esta tradición se deba una interpretación inexacta de la Carta a los Hebreos. Dirigida a los judíos neoconversos que añoraban el esplendor del culto en el Santuario y los impresionantes holocaustos, su autor pretendió presentar a Jesucristo, por un lado, en similitud al rito sacrificial; pero por otro (menos notorio; pero más importante) su deslinde de dicho

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Reto Morger

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Pero la voluntad misericordiosa del “Abbá”, compadecido de la suerte actual de hombres y mujeres, quiso recomponer su proyecto original enviando a su propio “Hijo”, a quien encomendara sentar las bases para dicho proyecto: hacer de toda la familia humana una sola familia, regida por el amor fraterno, en la que Él fuese su único padre; la utopía del “Reino de Dios”. La redención de Cristo se debió, primeramente, a su extraordinaria entrega,sublime, plena, total-. Este fue la esencia de su sacerdocio y manifestación del amor misericordioso del Padre. Obviamente, el “poder de dominación” –la coalición del Imperio, la Teocracia y el reinado local- se sintió amenazado y no pudo permitirlo consumar. La muerte fue una consecuencia no buscada (incluso, trató de evitar); pero amorosamente asumida. Es verdad que cuando le fue evidente su suerte, durante la Cena Pascual, configuró su asesinato como un holocausto; aunque el Cordero no era tanto la víctima del sacrificio levítico, cuanto el Cordero Pascual, en clara referencia a la liberación del Éxodo. Pero su resurrección gloriosa manifestó que ese gigantesco poder ha sido ya vencido, y con concurso de todos, será posible aquel ideal.

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continuación

Enrique Marroquín y Zaleta

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amos que remontarnos hasta cierto desorden en el origen mismo del género humano, hasta la primera decisión plenamente libre de toda la Creación. Dicha decisión debió versar sobre la definición misma de la nueva especie. La voluntad divina habría sido que esta especie se caracterizara en que cada uno de sus miembros se correponsabilizara de todos los demás –los fuertes, protegiendo a los débiles-; pero cabía otra alternativa: que los fuertes se aprovecharan de los débiles, es decir, el poder de dominación. Esta era el verdadero “fruto prohibido”, que sin embargo, estaba al alcance: ante la libertad humana, Dios mismo se arrodilla. Los antiguos sabios israelitas habrían quedado consternados al constatar por doquier abusos e injusticias. Como dijo aquel filósofo, “El hombre es lobo del hombre”. ¿Se habría equivocado Dios en esta obra suya, “corona de la Creación”? ¡No!, responde el mito primigenio. Dios puso al hombre y a la mujer en una tierra paradisíaca, encomendándole el trabajo placentero de “ser su jardinero”; las relaciones de ellos eran transparentes con Él, con la pareja, con la Naturaleza, consigo mismo; pero condicionado a la aceptación libre de su proyecto divino. Al rechazarlo, el hombre tuvo que conseguir su sustento en sistemas de explotación laboral, “con el sudor de su frente”; la relación entre los géneros fue de opresión (la maternidad se volvió fuente de sufrimiento); Dios se le ocultó, y la Naturaleza, objeto de ambición, habría de quedar devastada (el “poder de dominación”, acompañado de la tecnología, llega al punto de poner en peligro la sobrevivencia misma del Planeta). historias de madrugada 29


Jesús Capaverde (el seis)

Mi mujer es una mariposa azul delirante que vuela sobre las copas de vino blanco de los árboles inquietos. es bandada de quirópteros sedientos que en vuelo violento se pierden sobre la cara del cielo rojo. Es hembra vestida de riguroso negro con rosario de lágrimas en mano elevando plegarias para un muerto. es canto antiguo de letra incomprensible que quedó atrapada sobre los muros ensangrentados de los pueblos. Eso canta el viento. En realidad... Son pozos de agua fresca. Viñedos pródigos/dispuestos. Dátiles enmielados. Oasis en el desierto. Lluvia esperada. Cuerpos ardientes. Son senderos de rosas, que el hombre sigue, para perderse entre los olores lúbricos y magníficos de sus cuerpos...

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Hay

Omar FabiĂĄn Rivera

Lo intratable

en el canto de la rama

una palabra dibujada Algo dicho al hombre que a su sombra viene Su presencia asoma tras un espino es el planear

su voz de la gĂźila que baja al surco

Sobre el cerro se mira crecer un ĂĄrbol uno que hunde

a simple vista

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Charly A. Secas

La otra orilla

cada vez

como abrazo de ola

me revuelca

tu recuerdo

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Sheherezade OaxaqueĂąa

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Jerardo Escalante Mendoza

El secreto

Un joven mastín lanza una bocanada hacia el gorrión que ha caído de la rama Al no poder escapar, el golpe de uno de los colmillos de la bestia parece haber quebrado sus alas, pero el perro no consigue engullirlo y corre tras su dueño mientras la pequeña ave muere de hambre durante el transcurso de las horas

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Las hormigas aguardan en la compleja sombra de la tarde y pronto le arrastrarán para extraer la porción perfecta de niebla de su cráneo y satisfarán el anhelo por conseguir el mayor secreto en la historia de las especies: el vuelo

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Jerardo Escalante Mendoza

Rostro sobre aguas insalobres

La larga mano del día descansa sobre el teclado del puente

un hombre sobre aguas revueltas mira vagar una huella de burbujas un líquido caliente y turbia como un satélite orbitando en silencio en torno a objetos sin misericordia

Así el poeta mirando alrededor no con desamor sino con esa memoria rupestre de los artistas modernos

Había perdido la imaginación por eso saltó desde la amable orilla historias de madrugada 22


continuación

Gabriela Pékera Ingobernable

arquitectos búsqueda de víveres y algunos, como mi padre, simplemente se esfumaron frente a mis ojos sin darme tiempo de nada que no fuera correr con los brazos extendidos en un gesto inútil por retenerlo. Aún me pregunto qué motivaba el orden se sus elecciones, en qué basaban su decisión de llevarse a algunos y dejarnos a otros que estábamos justo a su lado para otro momento y me pregunto también si tendré alguna oportunidad de preguntárselos. Cuando no quedó nada ni nadie que me importara y siguiendo la intuición de mi padre, hui a estas tierras, altas en humedad y lluvia y atravesadas por un caudaloso río, en donde me instalé en la cabaña que con tanto esfuerzo mis padres habían comprado, en el anhelo de construir momentos inolvidables en familia durante un próximo verano que ya no llegaría. Les echo de menos, extraño sus sonrisas, sus regaños, su preocupación por mí y por cada uno de mis hermanos y aunque parezca un cliché, ha sido en su irreparable ausencia que he aprendido a apreciar sus esfuerzos por mantenernos unidos y felices a lo largo de los años. Estoy de pie en mi cocina, ya no hay lugar para la esperanza, nada de lo que amé sobrevive y no encuentro ya ninguna motivación para aferrarme a la existencia de una raza que parece estar irremediablemente destinada a la extinción. Desconozco si soy el único sobreviviente y tampoco me importa ya. Aún me queda la difícil decisión de afrontar la muerte por mi propia mano o esperar su llegada, en cualquier caso, no me atormenta tanto la muerte o la desaparición en sí mismas sino la imposibilidad de saber a ciencia cierta cuál opción hará posible el reencuentro con mis seres queridos en otro mundo, en otra existencia.

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cansancio en el cuerpo que la tristeza en el alma.

Pasé días en soledad sin hablar con alguien, en la calle sólo escuchaba otro idioma; no tenía acceso a la música, Dios, cómo me hacía falta la música. Después de habitar el silencio me acostumbré, encaré todo aquello que pudiera hacerme sentir triste: la soledad, la pobreza, destruí mi ego, no tuve acceso a alguna mujer, dejé de beber, fumar y… bueno, detalles de esos. Sabía que difícilmente alguna otra circunstancia me afectaría tanto como para decaer. Fortalecí mi estructura mental y volví. Y todo ocurrió después de reencontrarte. De la vida pude ser un amor vago, pero conseguí empleo. Lo reconozco, esta felicidad de ahora no es mía. Yo andaba por ahí con pasos de vagabundo y me robaste mi insomnio, tristeza y pesimismo; no me los devuelvas, si quieres, pero cásate conmigo y estamos a mano. Es más, prometo no beber en nuestra boda. Antes, vamos a caminar a un panteón y escribimos sobre dos lápidas nuestros nombres, para que veas que lo último que deseo es acostarme contigo y, mientras te decides, podemos sentarnos en el horizonte a pescar estrellas. Samantha, prácticamente estoy de rodillas, con el anillo en mano, y espero que por primera vez en mi vida me creas y me tomes en serio. Aunque si ahora estoy sonriendo es porque, incluso cuando uno se hinca para pedir matrimonio, uno no puede evitar que se le duerman las piernas.

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continuación Propuesta de matrimonio a una mujer vegetariana Ángel Morales

res a mi paso… pero no voy a negarlo. Las hubo, con una de ellas tuve una relación larguísima de seis meses. No seguimos juntos porque me costaba mucho ser feliz. Sin embargo, cuando se trata de viejos amores o mujeres bellas jamás cierro ciclos, hasta hoy. Samantha, lo prometo, todos mis ciclos, todas las mujeres bellas de mi pasado, se cierran aquí, contigo. La chispa de tu amor es la misma que hizo arder la Biblioteca de Alejandría: borró toda mi historia. Y no fue una decisión fácil, después de tantos años de soltería. Pero los grandes cazadores saben que la mejor presa es el venado, y prefieren aquella temporada en la que el venado come ciruelas porque su carne es dulce; los grandes casanovas también buscamos a las mujeres vegetarianas por la misma razón: toma, te ofrezco ciruelas como muestra de mi cariño. Sin duda me acusarás de cínico, pero tu caso es peor. ¿Cómo te atreves a regañarme por tomar bebidas energéticas?, ¿cómo te atreves a decirme que le pueden hacer daño a mi corazón? Tú, que lo aceleras como si bebiera diez mil latas de Red Bull, ¿preocupada por mi corazón? Pero te perdono si le permites a mis dedos esquiar en tu espalda de nieve. Te perdono porque gracias a ti logré salir de la depresión. Primero me aislé de todos, emigré a otro país Preferí el dolor y el y trabajé catorce horas diarias.

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Sheherezade OaxaqueĂąa

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demás dicen. Pero por algo lo dicen. Pienso hablar con la familia mañana en el desayuno para discutir tu situación… si nos mudamos de acá, tenemos que encontrar un casa con patiezote pa´que tú estés cómodo. Mínimo que tenga un árbol grandote. Sí, si no, no hay forma. Buenas noches Pascualito, ahí te vengo a dar los buenos días mañana.

Me fui a dormir con un sentimiento de extrañeza, como si el día no terminara del todo, aunque fuera ya de noche. La mañana siguiente me desperté, me lavé la cara, los dientes, me puse gel en los pelos y bajé a desayunar. Cornelio se encontraba sentado en la mesa, café al frente de sus manos entrelazadas, callado. Hijo, se dirigió a mí, Pascual amaneció muerto. Aquél día quedó en mi memoria durante muchos años, un triste recuerdo, un pesar que sentía por primera vez en mi

pecho. Lloré cuando nadie me vio. Hoy, sesenta años después, en el día pronosticado como el más caluroso, evoco los recuerdos de la infancia: de un pueblo en transición, me pregunto por Raúl, -¿dónde andará?recuerdo a Cornelio y sus huaraches llenos de tierra, su aliento a cerveza y mezcal. Suena en mi mente la risa de mamá. Cómo concluirá esté día, pienso. Asomo mi vista a la calle y percibo unas nubes cargadas y grises, un ligero olor a brisa me toca la nariz.

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continuación

Me m o ria d

Alejandra Ariel

e llu

via queda nada de eso. Mi “pueblo” se había convertido en la zona residencial preferida de los pudientes y poderosos por estar cerca de la ciudad, tener vistas bellas y no (tan) contaminadas por edificios y carros. Y aunque conservaba ciertas tradiciones y unos pocos terrenos de siembra, no había mucho que se pudiera hacer para detener la apoderación completa de los forasteros y si esto no sucedía en la inmediatez, era precisamente por nosotros, los aferrados, -o más bien los aferrados como Cornelio quienes no concebían otra forma de vida que la de campesino, o que no se iban por el simple hecho de no tener otro lugar dónde vivir. Sin duda cuando los viejos mueran, las generaciones de hijos no tendrán problema en vender. Increíblemente ese día Cornelio anunció a la familia que dejaría que pelar por el terreno, y que si llegaba algún perfumado con una oferta decente, vendíamos. A mí me tenía sin cuidado, Raúl quería mudarse cerca de la escuela porque por ahí vivían sus compañeros, tendría con quien jugar. Mamá estaba contenta y el mal humor que el día más caluroso le había hecho pasar, iba desapareciendo. Salí después de cenar mi respectiva concha y café con leche, a visitar a mi amigo Pascual, el viejo toro. Cornelio le había dado ese nombre. -Pascual, no sabes qué día. Todo mundo le atribuye las extrañezas del día al calor. Mi maestra se veía rara, Raúl parecía de primero y un ejército de hormigas quería atacarnos en la estética de mamá. ¿Cómo ves, toro torito? ¿Tú que me cuentas?, ¿Hoy otra vez mi papá quería que trabajaras? Nombre, con este calor, quién va a querer trabajar. Bueno, la verdad es que yo ni sentí tanto como los demás dicen. Pero por algo lo dicen. Pienso hablar con la historias de madrugada

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Braulio Aguilar Orihuela

Se hizo amiga del relámpago Se hizo amiga del relámpago Con quien solía salir de noche A embriagarse en ríos de luna Y seducir arco iris. Solía El peso de la eternidad lo carga En las ubres. Salió un eco una mañana de una cueva Y cuenta la historia Del eterno sueño de una Vaca negra Que escribe la historia de un Laurel Con follaje de plumas: Vi un Laurel, salió una mañana De la casa, una isla monolítica Mina de carbón en cuyo centro Late furioso un diamante azul. Sacude las estrellas que mojan Camino ríoarriba ríoabajo Sin decidir qué rumbo tomar. Escuchó la música de águilas Murmullo, violines sincopados Charla de mundos no conocidos Horizonte de místico viento. Caminó a una de las orillas del río Y montado en un gusano Viajó a Tierra Firme.

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Ki Victorieux

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Ya he mencionado otras veces que no me enorgullece joder a mis “links”, pero esta vez más que mi característico cinismo, tuve que ser muy claro, no puedo estar dopado en el buen sentido con Arlette, y mantener aun remotas esperanzas de un posible “regreso”; además hubo algún intento ya hace ya casi un año y fue un desastre… casi ocasiona, ese encuentro, una gran pérdida para mi. Con Nancy todo se rompió hace mucho. Desde que me di cuenta que me estaba acostumbrando a peleas-regresos que no llevaban más que a aborrecerla y compadecerla, ja… seguramente yo estaba muy solo en las temporadas con ella, era una relación lejana, dolorosa, carente de buenos momentos, incluso de sexo… ni si quiera eso “nos salvaba”. Me hizo bien la pequeña temporada lejos, solo le di “format c:\ ” a mí “heart disk” y me deshice de prejuicios, manías y sobre todo de apegos fantasmales sobre lo que yo he juzgado como la mujer heroica, “anti-perfecta ” y la búsqueda de aquello de lo cual no me quejo. Existió e hice mal en mitificar la situación; aun cuando siga siendo un tipo más emocional que racional, creo que estoy aprendiendo a no apresurarme, a simplemente dejar que todo salga bien o todo se joda. Al final, en cualquier situación, ya sabré como afrontar mejor si se convierte en entrañable o queda en un recuerdo. Por ahora mi “hard / heart disk” está limpio y sin virus…espero solo que no se “infecte” de historias de madrugada 10


Heart disk Juan Beat

Estos últimos seis años han sido curiosos en cuanto a mis relaciones personales-afectivas. Me la pasaba buscando una especie de Cyborg con características específicas. Yo solo quería una mujer que bebiera y de senos grandes, por supuesto que no faltaron mujeres que simplemente eran ebrias y que lucían un gran escote; sin embargo, al final siempre me sentía vacío, podían ser como “la carcasa de mi cyborg” pero por su puesto faltaba “el ghost ----el alma, el carácter, la tristeza ---” que añoraba de aquella salvaje relación de la cual me costó dejar ese halo de emotividad nefasta. Lo más o menos estable por meses fue con Chela y después con Nancy, opuestas totalmente en personalidad y físicamente; el sexo era importante con Chela, las peleas e insultos con Nancy. Durante unos años estuve manteniendo caóticas y dolorosas temporadas primero con Chela y luego con Nancy; de alguna forma era cómodo el vínculo sexo-afectodesapego de mi parte para con Chela, y aunque desgraciadamente siempre fui cínico con ella poniendo las cosas, según yo, claras, ella sí me ha querido. historias de madrugada 9


cendiente, pero tampoco soy su trapo. - Tú te lo pierdes. Saltó de la cama. Agarró de la cocina cucharas y platos y baldes, se puso a escarbar en nuestra tierra negra. No se dio cuenta de mi sucio juego, y el trato se cumplió. Ella se volvió a vestir, por fin. Volvió a salir a la calle. Aprendió a describir la arena como si la sintiera en las yemas de los dedos. Nosotros, ahora, escuchamos sus cuentitos, con ganas de saber más de ese lugar, cómo se siente el agua, cómo se siente el cuerpo al contacto con la arena, todo queremos saberlo. Nos pide disculpas a papá y a mí porque no nos pudo traer regalos. - Ni un llavero. Nada. Pero me acordé mucho de ustedes. De lo que se perdieron por amargados. Ya les presumí a esas malditas zorras.- Dice recordando a sus amigas. Estamos muy cerca de la felicidad. Mi padre se saca su pantalón, la camisa, se queda en calzoncillos. No hace falta decir más, ya sé de qué se trata esto. Toma a mamá de la mano y se van al patio. Las vecinas cierran sus cortinas otra vez. Veo a mis padres tomar el sol, ese sol de las anécdotas, el de rayos dañinos, ese que los empapa de sudor. No lo estoy inventado, en serio les están brotando gotas del cuerpo. Papá le pone crema en la espalda, hace los movimientos de los que ponen bronceador. Me dicen que vaya, y yo, nada más para pasar el rato, me pongo a construir castillos de tierra negra, bajo un sol que de

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boca abajo, por eso del bronceado, decía, como experta en el asunto. De tanto tomar sol, hasta se llegó a quejar de los rayos dañinos, y el mal que le hacen a la piel. Me señalaba su pecho, mira, siento que el sol me está arrugando. Me obligaba a pasar mis manos por su cuerpo, parecía un pedazo de desierto. Papá dijo esa vez qué vamos a hacer. Tu mamá se está volviendo loca en serio. Un día nos va a volver locos a todos. Lo dijo así y creí que iba a llorar. Papá no llora,

no porque se haga el duro, sino porque de verdad no puede, está seco por dentro, así como hay gente que no tiene un brazo, un dedo, la pierna entera, así él nació sin lágrimas. Lo único que tenemos es lo que muchos querrían, pensaba yo, para no caer en la idiotez de los que creen no tener nada. Tenemos una casa llena de humedad, pero es un techo. Lo puedo presumir. En venganza, podría presumirle a los que no tienen una casa lo gratificante

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que es tenerla, igual que nos presumían de sus vacaciones los otros. - Hagamos un trato. Yo te llevo a la playa y después te pones la ropa, como todos los demás. - Le dije. Al carajo la pintura para las paredes, si total, de humedad no nos vamos a morir. Papá movió la cabeza con total desaprobación. _____________________

que las cámaras me reconocerían, ahí está la de las bombas de chicle. Ensayé argumentos para defenderme si me llegaban a atacar. No pasó. No pasaba nada ahí adentro. Busqué el dichoso traje de baño. Cuando se lo di a mamá, ni siquiera lo envolví como un regalo, lo tomé como algo que le debía. Ella se puso colorada, creo que

le recordé ese momento en el que se la llevaron del brazo. Le sequé dos lágrimas. Le puse el traje de baño como si fuera una muñeca. Enseguida me dijo: - Vamos a hacer castillos de arena. - Un trato es un trato. Prometí que te llevaría a la playa, no que yo iría contigo. - Contesté.

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Playa al fondo Candelaria Ramales

La casa parece enferma, la pintura de las paredes se levanta como costra. Así se va a quedar. Usé el dinero de las remodelaciones para comprarle un traje de baño a mamá. Uno muy parecido al que se quiso robar y la descubrieron. Nos detuvo en la puerta el guardia que, inmenso y vestido de negro, parecía el más cruel de los humanos. Le dijo: señora, vuelva, por favor. La tomó del brazo con el que me estaba cargando. Yo no dejé, ni por un momento, de hacer bombas con el chicle. La vergüenza es para la gente adulta. Volvimos a casa con las bolsas de lo que sí había pagado: los fideos y el café (en esos tiempos ya habíamos dejado de consumir leche). Mamá no quiso que volviéramos al supermercado, ni se asomaba a la calle siquiera. Papá no hizo preguntas, los del barrio se encargaron de enterarlo. Nosotros nunca nos fuimos de vacaciones. Conocíamos las tentaciones de la playa por televisión, por lo que las amistades, que alguna vez tuvimos, nos venían a contar. Nos traían regalitos inservibles. Tengo la imagen fija en la cabeza, mamá doblándose de enojo en la cama, estirando, entre los dientes y sus manos, los llaveros con caballitos de mar que decían: yo estuve en Playa Paraíso. La vi romper a mordidas cada uno de los llaveros que traían sus amigas, hasta que se quedaba dormida, agotada por la rabia. Papá nada más decía: otra vez tu mamá. Ella fue empeorando tan lentamente hasta que llegó el colmo. Ya dejé de hacer bombas con el chicle, soy una persona adulta. No me aguantaba más su desnudez en el patio. Las vecinas empezaron a correr sus cortinas, miraban nuestra casa como deseando que no existiera. No las culpaba, quién quería ver a una mujer con cuerpo de sesenta y siete años poniéndose boca arriba, luego historias de madrugada 6


Edgard Artaud

Enterramos a nuestros

Enterramos a nuestros muertos nos enterramos a nosotros mismos pensando en la inmortalidad ¡Ah pasajeros efímeros el único viajero que pervive un soplo en el tiempo es la humanidad! Y aún así, lloramos a nuestros desaparecidos buscando en nuestra pequeñez aspirar a la perennidad. No, pequeños mortales el tiempo y el espacio son abismos que devoran todos los nombres todo el recuerdo el destino te engulle con sus colmillos poderosos la memoria perece historias de madrugada 5


Edgard Artaud

Reunión No recuerdo cuándo comencé a sustituir la bebida negra por líquidos con taurina mi nuevo jefe paga un estilista que asiste a domicilio el hielo se rompe en fragmentos dentro del vaso de vidrio los pequeños insectos voladores alteran la tranquilidad me arreglo el cabello previo a salir en motoneta tomaré un frapé expreso sabor coco doble y sin caramelo mientras aguardo a los Colegas el profesor de Estadística deja su auto a un Valet Parking los otros dos arriban a pie pedimos pan marmoleado o pastel de naranja todos manipulamos el móvil y té de frutas helado el tío de Estadística enchufa su laptop en la toma de corriente el educador presume su tableta último modelo le pregunto por el móvil a Miguel si dejó el auto en la Universidad no queda muy lejos a veces es conveniente caminar me contesta que hace dos días


Natalia Toledo

Na Tacha (Rusianda ne raca bidxaa)

Chupa neza za guibá' die' guielú na Tacha, Banda' xtibe gucuabi ne chupa guca xpiaani'. Bi yooxho' bitubi labe ra Calvariu ra bidxaabe gúcabe ti bi'cu', ni bininá ca binni gudxibi ladi zaqueca jñaaabe. Guea xiiñibe chupa ni qui ñale

Na Tacha (Curandera y nahual)

Ojos de nubes bicolores inundan las arrugas de na Tacha. La sombra que la dibuja está llena de fisuras y de vocación dual. Los vientos la transforman en el Calvario convirtiéndola en un perro golpeado por sus víctimas y su madre. Tuvo dos hijos que nunca nacieron, ella misma bebió la sangre de su vientre


Natalia Toledo

Na Hermila Limón

Salu' lu nisadó' nexhedxí ne ndaani' bupu xti' guinitilu' guidi la'du' nusiaanda' tu biree la guielulu' ni liibi ti yaga riza'lu nisa. Guenda nazaaca xtiu'ñe ne ñeeda sica ti guiiba' qui ribezadxí guini'tu' ndaani' ti ni bitiee Matisse dxi ma' qué ñuuya'

Hermila Limón (Vendedora de limones y loca)

Viajar por los mares del silencio volverse nada en la espuma como si el cuerpo no tuviera signo. Los ojos sujetos a una nave y la suerte del equilibrio encontrándose como péndulo en los extremos. Perderse en un cuadro de Matisse que el cielo nos indicó por la forma del historias de madrugada 2


lista de remitidos y detenidos en la madrugada 12 imagen de portada y 4ª: Reto M. Editor / manager invitad: Arqueles Vela

Poemas …………………………………………………… Natalia Toledo Reunión …………………………………………………… Edgard Artaud Playa al fondo …………………………..……………. Candelaria Ramales Heart disk ………………………………………………. Juan Beat Visuales………………………………… …….. ………. Ki Victorieux Se hizo amiga del relámpago ………………. Braulio Aguilar Orihuela Memoria de lluvia (cont.) .……………………

Alejandra Ariel

Violant ………………………………………………….. Bruno Rodz Visuales …………………………………………………

Sheherezada Oaxaqueña

Arquitectos (cont.) ………………………………… Gabriela Pékera Propuesta de matrimonio ……………..……… Ángel Morales a una mujer vegetariana Lo intratable …………………………………………. Omar Fabián Rostro sobre aguas insalobres ...……………..

Jerry Escalante Mendoza

Se acerca la noche ..………………………………….. Charly A Secas Mi mujer es una mariposa azul …..…………… Jesús Capaverde (el seis) Mi versión de la semanasanta (cont.)……… Enrique Marroquín y Zaleta

colaboraciones, máximo: 3500caracteres@gmail.com

titiche de textos : Yahir Alonso Ortiz FANZINE NuM. 11, EJEMPLAR 12 / abril - junio 2017 AP. 1336, CP. 68000 - Oaxaca, Mexico.

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EJEMPLAR DOBLE

narrativa y poesía como saetas. visuales para el insomnio

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Reto Morger

Natalia Toledo — Edgard Artaud — Candelaria Ramales — Juan Beat Ki Victorieux— Braulio Aguilar Orihuela — Alejandra Ariel — Bruno Rodz Scheherezade Oaxaqueña — Ángel Morales — Gabriela Pekera Ingobernable Jerry Escalante Mendoza— Lía Corazón — Charlie A. Secas — Omar Fabián Rivera

FANZINE NuM. 11, EJEMPLAR 12 / abril - junio 2017

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