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Textos pospandémicos poesía-narrativa-ensayo-visuales julio - septiembre - 2022 oaxaca-méxico
Tacto de musgo, Yeni Rueda López - Las autoras que los hombres no leen, Gabriela Damián Miravete - Manifiesto transhumano para la liberación, Isabella Matus Sincronías, Arturo Barrita - Flow, Samantha Leiva - Nuestra vanguardia estridentista, Carlos-Blas Galindo - Lengua muerta, Reto - Haikús, Ictur Aljar Mujer, sueños y azul infinitos en la obra de Joan Miró, Nancy Sarahí Sánchez Sánchez - Los gangsters del futuro, Rodrigo Islas Brito - Sobre Perder el reino de Israel García Reyes, Yahir Alonso Ortiz - La alegría es una máscara, Celeste Alvarado.
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colaboraciones 3500caracteres@gmail.com
Viñeta de portada: Raúl Alonso Gutiérrez titiche de textos: Yahir Alonso Ortiz
Fanzine n ùm. 02 - ejemplar 3 / juli o - septiembre 2 02 2 https://issuu.com/estado20 https://es.calameo.com/accounts/4590727 https://historias-de-madrugada.blogspot.com https://metaprovincia.blogspot.com https://ven-tilador.blogspot.com https://www.instagram.com/fanzineventilador https://www.facebook.com/fanzineventilador estado20. en: https://www.instagram.com/arte_urbano_oaxaca https://www.instagram.com/metaprovincia
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Tacto de musgo (fragmentos)
Yeni Rueda López O imagino que la hierba misma es un niño, el infante salido de la vegetación. Walt Whitman, “Canto a mí mismo” Ven, te invito a entrar a mi bosque. Verás: no es un bosque cualquiera. Aura Estrada, “Bosque camaleón”
El hijo del bosque se mueve entre las raíces secas de los eucaliptos intenta mirarse en el agua nocturna pero no se reconoce su rostro se disuelve en la neblina azul de la mañana * En tus ojos vidrios llenos de liquen las sombras de los árboles despiertan con el canto de las aves * Si nosotros fuéramos un árbol ¿seríamos tronco o rama? quizás yo sea rama y tú espora quizás yo sea flor y tú fruto quizás yo sea raíz y tú nervadura quizás yo sea pétalo y tú hoja quizás yo sea corteza y tú semilla 1
Las au
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oras que los hombres no leen Gabriela Damián Miravete
Como alguien que escribe relatos potencialmente protagonizados por inteligencias artificiales (IA), me resulta fascinante la manera tan poco prometedora en que se comportan las IA del presente; por ejemplo, el algoritmo de búsqueda de Google, que suele revelar la limitada capacidad de sus programadores para ordenar el mundo y llevarlo hasta las pantallas con las que hoy se educa o se informa un considerable número de personas. Conocí uno de sus elocuentes desatinos mientras leía The Authority Gap: Why Women Are Still Taken Less Seriously Than Men, and What We Can Do About It, de Mary Ann Sieghart. La autora cuenta que cuando buscó una representación visual de alguien competente, sólo se desplegaron frente a sus ojos imágenes de hombres: “Bart Simpson apareció antes que la primera mujer, rodeada por un grupo de hombres”. Hice un ejercicio similar en español: busqué “autoridad” y, efectivamente, el algoritmo me devolvió a puro señor (trajeado). En la mayoría de las imágenes, los modelos muestran un lenguaje corporal amenazante, incluso gritan. Y en un par de ellas están gritándole a una mujer. El libro de Sieghart, como el título indica, pretende indagar en las razones por las que las mujeres y sus aportaciones al mundo siguen sufriendo diversas violencias, a pesar de que en el siglo XXI ya han conseguido, en algunos países, la validación de algunos derechos, como no ser segregadas durante la menstruación, ser propietarias de tierras o bienes, acceder a posiciones de poder u obtener reconocimiento por su desempeño en las artes, los deportes o el pensamiento. Sieghart vuelve a cuestiones ya exploradas por varias investigadoras feministas e insiste en que el problema es que a las mujeres no se nos concede la misma autoridad que a los hombres: “Quiero examinar a detalle nuestros sesgos y cartografiar las medidas que podemos tomar, como individuos y como sociedad, para detectarlas, contrarrestarlas y verlas como son: un producto irracional y anacrónico del condicionamiento social y los estereotipos caducos”. Eso mismo se pregunta Jessa Crispin en el prólogo de Cómo acabar con la escritura de las mujeres, ensayo de la novelista de ciencia ficción Joanna Russ: “¿Qué tiene que pasar para que reconsideremos definitivamente el modo en que la literatura ha sido dominada por una visión reducida del mundo, para que nos demos cuenta de que nuestras ideas de 2
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grandeza se ven afectadas por nuestra necesidad de creer que somos grandes, como también lo son nuestro género y nuestra nación, y para que la pluralidad radical nos parezca emocionante y bella y no una amenaza para nuestro frágil ser?” La respuesta puede ser un sonoro suspiro de agotamiento ante cifras como las que la misma Sieghart presenta en su artículo para The Guardian: “Why do so few men read books by women?”: “De las diez autoras más vendidas (que incluyen a Jane Austen y Margaret Atwood, así como a Danielle Steel y Jojo Moyes), sólo el 19% de sus lectores son hombres y el 81%, mujeres. Pero para los diez autores masculinos más vendidos (que incluyen a Charles Dickens y J. R. R. Tolkien, así como a Lee Child y Stephen King), la división es mucho más pareja: 55% hombres y 45% mujeres”. Según los objetivos y los deseos de algunas autoras, esto puede significar el fracaso de sus ambiciones artísticas y comerciales. Para otras, puede no significar nada más que la confirmación de lo que ya sabían: a los hombres no les importa lo que tienen que decir. A quienes ellas desean alcanzar es a las lectoras, y con eso basta. Pero las consecuencias de esta sordera selectiva, de ese grave sesgo cognitivo, no sólo afectan la vida personal de las autoras o la literatura como sistema cultura, que de por sí ya implica un costo bastante alto. Lo que creo que también está en riesgo es, a fin de cuentas, una transformación social que se opone a la perpetuación de las relaciones jerárquicas productoras de opresiones y violencias, transformación que ha sido paulatinamente generada por diversos movimientos políticos e históricos, de los que, consciente o inconscientemente, han participado las autoras y sus modos de trabajar el lenguaje para hacerlo nombrar sus experiencias, para construir narrativas y ponerlas a disposición de quienes las necesiten y, de esta manera, generar alternativas vitales en sus entornos cotidianos y subjetividades. El problema es que cuando estas perspectivas empiezan a ocupar un lugar prominente en la conversación cultural, cuando se genera esta entropía favorable, el sistema (es decir: la matriz de opresiones en la que varones de cierta clase social y capital cultural ocupan un lugar importante) busca devolverle su “equilibrio”: “[…] Así como los hombres tienden a sentir que las mujeres dominan la conversación cuando en realidad sólo participan en un 30%, del mismo modo sienten con frecuencia que las mujeres están teniendo una ventaja injusta cuando son tratadas meramente de forma más equitativa”, apunta Sieghart. De este modo, un sector de la población masculina, incómodo con tener que reconfigurar su propia posición dentro del engranaje, elabora formas aceptables de pro4
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testar, más discretas y, por ende, más susceptibles de mantenerse y reproducirse. Una de ellas es lo que Russ describió como “lo escribió ella, pero fíjate sobre qué cosas escribió”, o la “ridiculización de la creación”, y que pretende hacerse pasar por crítica cuando no lo es. Un caso reciente fue la reseña positiva que se hizo sobre Yoga y coca de Alejandra Maldonado (Dharma Books, 2021), a través de la cuenta de Twitter “Mesa de novedades”, que “tiene como fin hablar sobre literatura en español y publicada en México para generar conversaciones que acerquen lectores a libros”. En la reseña-hilo de siete posts, hubo uno en particular que ejemplifica la permanencia de ciertos prejuicios en torno a la literatura escrita por mujeres. Para elogiar la voz potente y honesta de la autora, “que no busca la complacencia ideológica del lector”, y su tratamiento de los temas que aborda (el hedonismo y las desventuras amorosas, entre otros, a través de la autoficción) la compara con el panorama actual de esas escrituras, según el reseñista: “[…] Mientras buena parte de la literatura femenina empieza a quedarse sin voces e historias originales, pues las ideas centrales caminan en círculos o maternidades alteradas”. En el comunicado que “Mesa de novedades” emitió después de los comentarios negativos sobre el modo de reseñar estableció que el riesgo de hacer un ejercicio colectivo en el que no hay un comité editorial, ni se firman las reseñas de forma individual, “es que de pronto llegue una opinión que muchos de nosotros no sólo no compartimos, sino que rechazamos”. Lo que ocurre acá es interesante, porque, para mantenerla viva, en contacto con las comunidades lectoras, vigente y creativa, es indispensable problematizar la escritura de las mujeres, pero no desde el prejuicio que revela la ignorancia sobre lo que realmente se produce y circula. En este caso en concreto sería interesante hacer una crítica sobre los modos en los que el mercado coopta los discursos (por ejemplo, la autoficción producida por personas racializadas o que han vivido eventos históricos traumáticos, los feminismos y las maternidades) en vez de incurrir en el error de adjudicar a las autoras una ilusoria manía monotemática. También sería interesante advertir que la literatura escrita por mujeres mexicanas que “no tiene empacho en hablar de ciertos temas” es, de hecho, la que más proyección internacional tiene en este momento, como Temporada de huracanes de Fernanda Melchor o Casas vacías de Brenda Navarro. Es decir, los temas que se juzgan como poco originales porque parecieran estar por todas partes (la maternidad, el feminismo) muy probablemente ocupen sólo una parte de la conversación sobre lo que se considera buena literatura en México, mientras que los temas o tratamientos 6
que parecieran escasear en la literatura escrita por mujeres (la violencia, un acercamiento crudo al yo y a diversas realidades nacionales) de hecho forman parte de lo que más se ve, se premia y circula en el ámbito editorial. Como menciona Kate Manne en Down Girl: The Logic of Misogyny, “estos bastiones [de privilegio] están bien defendidos y son difíciles de superar, pues la gente, a menudo, está muy comprometida con su perpetuación. Para empeorar el asunto, con mucha frecuencia estas estructuras son invisibles para las personas cuya posición se ha visto sostenida y beneficiada por éstas. Así que desmantelarlas no sólo se sentirá como un revés, sino como una injusticia, para los privilegiados. Se sentirán aplastados, y no sólo nivelados, en el proceso”. Lamentablemente, lo que se pierde en estas discusiones es la literatura escrita por mujeres: lo que están aportando a esa visión del mundo que por tanto tiempo ha sido más bien ignorada, con las consecuencias que podemos ver a pequeña y a gran escala, desde las violencias cotidianas, íntimas, hasta la devastación ecológica, porque, como permite ver Vivian Abenshushan al trasladar el concepto de pedagogía de la crueldad de Rita Segato a las prácticas literarias: “Hay algo muy especial (una agenda oculta) que el taller de creación cuida con un celo extraordinario: la perpetuación de género vigente, donde las voces de mujeres y otras disidencias sexuales se inician con un silenciamiento”. La pedagogía de la crueldad es “la pedagogía que se practica en los burdeles o en el ejército, en la mafia o en el narcotráfico, escuelas de sensibilización donde se aprende a engrosar la piel o, peor aún, a gozar con el sufrimiento del otro […] Sin esa didáctica de desacoplamiento frente al mundo, la corporación neoliberal sería impensable. Lo que les sucede hoy a las mujeres, los migrantes, los niños, los ríos y los territorios no puede desvincularse de este momento de despojo generalizado que es la culminación del proyecto histórico del capital”. Sería deseable que las preguntas en torno a la escritura que producen las mujeres en los espacios visibles de crítica contuvieran las preguntas que las autoras están haciéndose, y que definitivamente no sólo pasan por el hecho de enunciarse como mujeres que escriben. Porque hablar de la literatura escrita por mujeres no es hablar de un subgénero literario ni de un nicho de mercado ni de un “fenómeno cultural” que la prensa y los consorcios editoriales insisten en bautizar como una marca muy conveniente (la más reciente es la de “El Nuevo Boom latinoamericano”, so pretexto de que las obras de Mariana Enríquez, Samanta Schweblin o Fernanda Melchor han sido nominadas al Premio Booker). Nada de eso. Es la literatura que escriben las personas que se enuncian a sí 7
mismas como mujeres, no desde una pretendida “sensibilidad femenina” ligada a la biología o atada sin remedio al rol de género, sino desde complejas subjetividades insertas en sus muy diversos contextos: desde el hecho de ser negra, zapoteca o blanca; ser urbana, de un poblado pequeño o del campo; ser lesbiana, bisexual o heterosexual; ser cuidadora o cuidada, ser hija o madre o abuela; desde el monolingüismo, el bilingüismo del español y alguna lengua indígena hablada dentro del territorio denominado México o el bilingüismo del español y de una lengua de origen europeo, etcétera. Por ende, sus posibilidades son infinitas. Pero, para saberlo, hay que leerlas. Me es inevitable pensar en “Las mujeres que los hombres no ven”, un cuento de Alice Sheldon (la genial autora de ciencia ficción mejor conocida como James Tiptree, Jr.) que explora esa brumosa cualidad de no existencia que adquieren las mujeres alrededor de un varón, hasta que (en el caso concreto de la historia) se revelan como existentes por ser consideradas o bien una opción de desahogo sexual o una amenaza para la propia seguridad. En una de las conversaciones, Ruth, la protagonista, le dice al hombre con el que habla sobre la pretendida igualdad de derechos entre hombres y mujeres: “Las mujeres no tienen derecho, Don, excepto los que los hombres nos otorgan. Los hombres son más agresivos y poderosos y ellos rigen el mundo. Cuando se encuentren ante la próxima gran crisis, nuestros llamados derechos se desvanecerán como… como el humo. Volveremos a ser como siempre: una propiedad. Y todo lo que haya ido mal se cargará a cuenta de nuestra libertad, como ocurrió con la caída de Roma. Verá […] lo que hacen las mujeres es sobrevivir. Vivimos una o dos a la vez en su máquina de mover el mundo”. Don le responde que eso “suena como una guerrilla”, a lo que ella contesta: “Las guerrillas tienen alguna esperanza […] Piense en las zarigüeyas, Don. ¿Sabía que hay zarigüeyas que viven en todas partes? Incluso en Nueva York”. Lanzo mi propia pregunta: ¿Qué tiene que pasar para que nos lean, nos leamos? Mi respuesta, como alguien que escribe relatos sobre el futuro que en realidad hablan sobre el presente, es que tiene que cambiar el mundo. ¿Es una idea radical? ¿Descorazonadora? ¿Imposible? Definitivamente, no. Joanna Russ lo sabía hace treinta y ocho años, cuando escribió Cómo acabar con la escritura de las mujeres. Rosario Castellanos lo sabía hace cuarenta y nueve, cuando escribió… Continúa en el fanzine núm 3. O termina de leerlo de una vez en: http://www.cua.uam.mx/news/miscelanea/las-autoras-que-los-hombres-no-leen
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Manifiesto transhumano para la liberación Isabella Matus
De boca a boca De beso a beso Tu sabes lo que me gusta Y yo
Me sigo descubriendo Espejo Lencha Marica Desviada Machorra Jota Salvaja
a-normal transhuman habitamos cuerpos divididos fragmentados reconstruyo mis partes me curo el código binario es obsoleto la multiplicidad la diversidad nos habitan: mi yo es un cuerpo que trasformo trasmuto trans trans
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durante la noche soy libre juego bailo cojo canto pienso escribo hablo grito..! la indeterminación es el origen del cosmos Aquí dentro allá afuera habitan seres multidimensionales multiespaciales nosotres semos la conciencia viva de un legado legendario les transhumanos hemos sobrevivido al exterminio amor es lo infinito, lo multiforme el código binario es una ficción de la maquina la naturaleza se seguirá revelando con formas
con nombres colores y texturas sabores aun inimaginables habitar mas de un punto del espacio y tiempo es posible soy lo que en mis sueños me hace libre la posibilidad de la transformación.
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Arturo Barrita
Muy pocas veces había visto brillar tanto, los ojos de un grupo de personas. Muy pocas veces había sido testigo de abrazos tan emocionantes de compañeros que se conocieron siendo niños, y que tal vez se ven por las calles, y se frecuentan, y se saludan, pero lo de la tarde del 26 de diciembre del 2021 rebasó los estándares sociales. Muy pocas veces había visto semejante júbilo por volverse a reunir, 50 años después de haber sido compañeros de secundaria, -los pioneros., siendo niños, tal vez de 12 años de edad. Lo de este domingo, me dejó convencido de que el ser humano es y debe ser social por naturaleza, y hasta por necesidad, y hasta por conveniencia, y se emociona hasta las lágrimas al encontrar a quienes han sido parte fundamental de sus vidas, en épocas en las que la pobreza era el común denominador, y las necesidades afectivas eran escasas porque nuestros padres fueron olvidados en ese sentido, y se ocupaban más de buscar el sustento para nosotros, olvidándose de los cariños. Pues bien, llegué exactamente a las 2 de la tarde, porque así decía la invitación, y un comité de bienvenida nos recibió, -a mí y a una güera exuberante-, ya varios jóvenes de entre los 65 años de edad se encontraban en el paraíso de San Joaquín, Ejutla, pegando tremendas carcajadas. Caras conocidas se pusieron frente a mí, para saludarme y darme un abrazo, debo confesar que jamás había abrazado a la mayoría de ellos, ahí había vecinos, amigos, parientes y hasta una de mis comadres, así que, la tarde estuvo destinada para romper las cadenas de la separación coloquial. La música de fondo era la setentera, la de los Freddys, los Apson, los Solitarios, los Pasteles Verdes y Germaín y sus Ángeles Negros, entre otros, eso y los adornos preparados exprofeso, presagiaban una reunión que, en Ejutla jamás se había celebrado, y se dispusieron a ser libres de expresiones debajo de una palapa, rodeados de árboles, escuchando trinos de pájaros que se revoloteaban con la brisa del viento, sobre la frescura del pasto, y compartiendo chalupas, memelas y quesadillas sobre mesas formadas por tablones que lucen de un rústico espectacular. La exquisita agua de limón rayado, que es uno de los manjares ejutecos se disfrutó a mas no poder, entre comentarios llenos de historia. Poco a poco se fueron reuniendo quienes deseaban compartir una tarde que jamás se olvidará, y se nutrió el escenario con rondas interminables de sonrisas, abrazos, besos y carcajadas, por quienes decían que esto era único en la vida. Uno de los momentos más emotivos fue la llegada del maestro karino Ra12
mírez, único asistente de la planta de catedráticos iniciadores de la Secundaria, y se formó un círculo a su alrededor y él miraba para todos lados, como tratando de recordad facciones, y hechos, y datos de los inicios de los años 70s. El comité organizador se desvivió por atender a sus amigos como se merecen, cuidando hasta los mínimos detalles. El maestro de ceremonias, Juan José Ruíz desarrolló un trabajo como lo hacía al frente de la Escuela Cuauhtémoc, cuando la dirigió. Marcelino Canseco pronunció un hermoso discurso donde destacó las dificultades por las que atravesaron para lograr concebir la tarde del encuentro con el recuerdo, y fue sincero al decir que “quienes no estuvieron, se lo perdieron”, porque eventos como éste, muy pocas veces se vuelven a repetir con la misma intensidad. Y se recordaron pasajes y aventuras, sucesos y logros, y la tarde fue transcurriendo a gran velocidad, porque cuando se goza, pareciera que el tiempo volara, y tocó el turno a Lorenzo Elorza, quien fue contundente al indicar que hubo, en casos, excesos en el trato para con los alumnos de aquella época en que los unía la pobreza, las ganas de triunfar, y la tierra que los vio nacer. Y José Luis Guendulain voló desde la Unión americana para transformarse en niño, por lo que, fue el más alegre de la fiesta, en realidad creo que ese cuate nunca ha dejado de ser un niño, porque siempre que lo veo, lo veo contento. Y a Carlos Jaime Vásquez lo vi meditabundo, como escondidizo, como ausente, como triste, tal vez por tanta nostalgia y por tanto recuerdo. Y el auditorio enmudeció cundo el maestro Karino Ramírez tomó la palabra y fue desglosando su vida en las aulas, en las dirigencias sindicales, y su faceta como representante popular y además su incursión en el terreno empresarial. Estuve muy a gusto en mi papel de investigador de momentos agradables y de manifestaciones de alegría al compartir momentos, en un lugar que me fascina, con la comida que me fascina, y con manifestaciones que me fascinan. Felicito a Asela Aragón, Eva Cruz Matías, Soledad Barrita, Carmen Ramírez, Margarita Ortega, Alba Ramírez, Emilia Elorza, Susana Carrillo, Malena Hernández Sánchez, Rufino Sierra, Lorenzo Elorza, Juan José Ruiz, Arturo López Soriano, Marcelino Canseco, José Luis Guendilain, Juan Félix Ramírez, Leobardo Vásquez, Gerardo Morales y Carlos Jaime Vásquez, por volver a ser niños, cosa que a mucha gente le cuesta demasiado trabajo. Ustedes son parte de la historia y de los hechos.
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Flow Samantha Leiva
traducción Yahir Alonso Ortiz
Be the sacred vessel See yourself and your body as divine, as a temple flow where there is no need for action, practice stillness where there is no need for words, practice silence where there is no input, allow patience where there is a void, open yourself to grace where you are numb, soften your heart to feel eternal reverence of the I am unfolding through your breath
Se la vasija sagrada mírate a ti misma y a tu cuerpo es divino es un templo. Fluye. Ahí donde no es necesaria la acción practica la calma ahí donde no se necesitan las palabras practica el silencio Ahí dónde no hay entrada deja. Paciencia Ahí, donde hay vacío ábrete a la gracia. Si quedas petrificada suaviza tu corazón. Siente La eternidad del ser desplegado tu aliento. 15
Carlos-Blas Galindo
Pareciera existir un consenso generalizado, si no es que unánime, acerca del carácter vanguardista del Estridentismo. Quienes protagonizaron los movimientos artísticos de avanzada que fueron practicados durante la primera mitad del siglo XX y que son los denominados como vanguardias históricas o simplemente vanguardias, hicieron explícita su filiación vanguardista. Mas allá de su autoadscripción a las vanguardias cabe confirmar o, en su caso, replantear tal filiación. Como se sabe, en cada época y lugar existen requerimientos culturales que demandan ser satisfechos, y que es competencia de quienes son artistas ensayar respuestas para tales necesidades hasta dar con aquellas que las satisfagan, ya sea en parte o en su totalidad. La existencia de tales requerimientos está vinculada con la noción de Zeitgeist o espíritu del tiempo. Y, como también es sabido, las respuestas a las citadas necesidades están diferenciadas, en cada ámbito geopolítico, por el genius loci o marca del lugar. El ímpetu vanguardista, entonces, constituyó una respuesta a tales necesidades. Empero, ninguno de estos dos aspectos escapa de la ideología, por lo que tanto las necesidades culturales como las propuestas que las subsanen estarán indefectiblemente vinculadas con todo aquello que en cada época y en cada lugar resulte propicio para la clase en el poder, la cual en tiempos vanguardistas (y en la actualidad, por supuesto) es la burguesía. Con las vanguardias, el arte de Occidente −o la noción occidental de lo artístico− resultó entronizado como el único posible, al ser impuesto como si fuese el de mayor valía, a la vez que le fueron incorporados múltiples componentes originarios de artes no occidentales, con lo que resultó apuntalado. El Estridentismo no solamente no cuestionó la hegemonía artística visual occidental que fue la imperante en su momento, sino que la auspició e, incluso, con su existencia misma la reforzó. A la vez, el Estridentismo nutrió al arte de Occidente al incorporarle componentes iconográficos de nuestro medio cultural. Otro aspecto concordante de la vanguardia estridentista con los demás movimientos de su tipo lo constituyó su acep16
tación acrítica del patriarcado. El carácter patriarcal de las vanguardias consistió no únicamente en evitar el ingreso de mujeres artistas a sus movimientos −despótica prolongación del androcentrismo−, ni en invisibilizar los aportes de las artistas vanguardistas, sino que constituyó un ejercicio impune de represión, imposición, dominio, conquista (ocupación indebida), autoritarismo y arbitrariedad al interior del campo artístico en Occidente. Contribuyeron de manera notable al Estridentismo: Nellie Campobello, Tina Modotti, Nahui Ollin y Dolores Velásquez Cueto; empero, no siempre fue suficientemente enfatizado el reconocimiento a sus destacables participaciones. Algo en lo que coincidieron la totalidad de quienes protagonizaron las vanguardias fue su afán por el progreso, tanto al interior del campo artístico mismo como en el contexto de las sociedades en las que se desenvolvieron. Quienes se afiliaron al Estridentismo compartieron el anhelo vanguardista de participar en la consecución del progreso; quienes fueron artistas vanguardistas abrazaron la idea de que el progreso era algo fundamental para el arte y para el resto de las actividades humanas en Occidente. Tuvieron la convicción de que, afiliándose a alguno de los movimientos de vanguardia, intervenían directa y favorablemente en la consecución del progreso artístico y del de la humanidad en su conjunto. Se trató de una especie de llamado de la modernidad al que acudieron de manera presta y solícita quienes fueron vanguardistas (recuérdese, por ejemplo, el clamor estridentista contra la “momiasnocracia nacional”). Si bien es cierto que las vanguardias coincidieron con hechos históricos extra artísticos que caben ser considerados como progresistas, también es verídico que fueron contemporáneas de otros más que no lo fueron. Durante la etapa de vigencia de las vanguardias ocurrieron grandes conflictos armados de liberación que generaron transformaciones inéditas e irreversibles para la historia de la humanidad: la primera revolución democrático-burguesa en Rusia (1905-1907), la guerra civil conocida como Revolución mexicana (1910-1924), la segunda y breve revolución democrático-burguesa en Rusia (1917), la Revolución Socialista de Octubre (1917), la Guerra Civil española (1936-1939) y la Revolución china (1948-1952), las cuales fueron convocadas con el propósito de derrocar a los regímenes que impedían el progreso. En aquella época existieron asimismo conquis17
tas políticas fundamentales para el avance de la humanidad: la fundación del Partido Laborista en el Reino Unido (1906, considerado de izquierda), el establecimiento de la III Internacional (1919) o la fundación del Partido Comunista Mexicano (1919), por ejemplo. Sin embargo, y en hechos diametralmente opuestos a los citados, las vanguardias fueron asimismo contemporáneas de la imposición de la base naval estadounidense en Guantánamo, Cuba (1901), de los asesinatos en Texas de 5 mil personas mexicanas y de origen mexicano cometidos por la nefasta división Ranger y por civiles estadunidenses blancos armados (1910-1920), de la ocupación estadunidense de la ciudad y puerto de Veracruz (1914), de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), de la invasión estadunidense a México (1916-1917) −focalizada contra la División del Norte y, en lo específico, contra su comandante, el general Francisco Villa−, del fascismo italiano (1922-1945), de la expulsión de un millón 800 mil mexicanos y estadunidenses de origen mexicano de Estados Unidos hacia México durante la década de los 30; del régimen nazi alemán (19331945), de la dictadura de Francisco Franco en España (1936-1975), de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), así como del belicismo del imperio japonés (1941-1945), hechos que de ninguna manera constituyeron algún progreso para la humanidad. La provocación, dirigida a los públicos conservadores, fue una práctica que caracterizó a quienes se afiliaron a las vanguardias. Y este ímpetu no les fue ajeno a quienes fueron estridentistas. Las personas que se afiliaron a las vanguardias basaron su quehacer, con diferentes grados de intensidad, en la provocación cultural. Y, de manera consciente o no, parecieron dirigir sus acciones de provocación hacia la burguesía. El afán de muchas de esas personas continuó siendo el de épater le bourgeois, el cual fuera propuesto, en la centuria antepasada, en la etapa del arte fin-de -siglo. Incluso, quienes practicaron el realismo socialista dentro y fuera de la URSS, si bien se propusieron transmitir sus ideas directamente a los públicos de los Estados socialistas, consideraron asimismo a la burguesía de otras regiones geopolíticas como posible receptora de sus propuestas, toda vez que no podían ignorar su papel histórico como artistas, pero tampoco la existencia de esa clase social ni su poderío. El dadaísmo, del que quienes fueron estridentistas estuvieron informados, fue altamente provocador en sus obras objetuales, así como en su interacción con quienes 18
acudían a sus eventos de participación pública −en los que recurrían al arte sonoro, a la danza con vestuarios realizados exprofeso, a lecturas y a la música−, lo mismo que en sus acciones políticas. El fuerte vínculo que existió entre vanguardias y racionalismo resulta evidenciado al constatar que en esta etapa de la historia del arte proliferaron los manifiestos y los escritos que acerca de su propio quehacer escribieron y enarbolaron quienes fueron artistas. Los Tres llamamientos de orientación actual a los pintores y escultores de la nueva generación americana (mayo de 1921) publicados por David Alfaro Siqueiros en la ciudad de Barcelona y, en el caso del Estridentismo, Actual No. 1, Hoja de vanguardia (diciembre de 1921), hoja volante de Manuel Maples Arce y los manifiestos y publicaciones estridentistas ulteriores, son prueba del mencionado vínculo. Una proclividad al purismo estilístico caracterizó al arte de vanguardia y desde luego que al Estridentismo. Tal orientación estuvo relacionada estrechamente con el afán de originalidad del que estuvieron imbuidos quienes fueron vanguardistas. Asimismo, caracterizó a quienes se afiliaron a las vanguardias una conciencia respecto a las bondades de la suma de esfuerzos en beneficio de los lenguajes colectivos que practicaron, tanto como un claro orgullo por su pertenencia a alguno de los movimientos artísticos de avanzada de la primera mitad del siglo XX. El afán por lo colectivo y el asumir su pertenencia al Estridentismo caracterizaron a quienes formaron parte de este movimiento. Fue algo muy característico de las vanguardias su carácter urbano. Muchas de ellas tuvieron como sede fija la ciudad de París, en tanto que otras fueron desarrolladas en otras urbes europeas. Quienes hicieron posible el Estridentismo remontaron la imposición colonialista de trabajar en Europa y procedieron de un modo del todo extremo al proclamar la existencia de Estridentópolis. Asimismo, escaparon del dominio de lo territorial, incluso dentro de México, al trabajar en varias ciudades mexicanas (como Puebla o Zacatecas) y al trasladar su movimiento a la ciudad de Xalapa. El estrecho vínculo entre las convicciones utopistas y el quehacer vanguardista fue una más de las constantes que caracterizaron a quienes fueron estridentistas y también a aquellas personas que se afiliaron a las vanguardias. Otras coincidencias lo fueron tanto el afán por restablecer los nexos entre el arte y la vida cotidiana, como la socialización de sus planteamientos y de sus obras. La mayor parte de los movimientos de las van19
guardias, así como la mayoría de quienes los practicaron, contaron con un compromiso social, con una conciencia política de avanzada, al igual que con una orientación a favor de las causas libertarias. Estas posturas también caracterizaron al Estridentismo y a quienes se afiliaron a este movimiento. Las vanguardias, que tuvieron sus fases de vigencia durante la primera mitad del siglo pasado, fueron fundamentadas en una serie de paradigmas: el apuntalamiento de la idea occidental de lo artístico, la falta de cuestionamiento al orden patriarcal (que de suyo está indisolublemente vinculado con el capitalismo), la convicción de la existencia del progreso durante la fase histórica de la modernidad, la provocación como constante, la subversión como divisa, el apego al racionalismo (incluso en los casos del surrealismo o del dadaísmo, que lo ponen en duda en los procesos creativos), el purismo estilístico, el afán por la originalidad, la aceptación de la utilidad de lo colectivo, la exaltación de la pertenencia, las sedes fijas para irradiación de las propuestas, la aceptación de lo territorial, la filiación utopista, la búsqueda del restablecimiento de la dupla arte-vida, la socialización de las ideas y las obras, el compromiso social, la filiación política y la participación a favor de las causas libertarias. El Estridentismo coincidió plenamente con la mayor parte de estos 18 paradigmas, pues eludió al colonialismo europeo y a su imposición territorial. No cabe ninguna duda, entonces, de que el Estridentismo fue una vanguardia histórica del arte del siglo XX. Una vanguardia nuestra.
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Lengua muerta Reto
La tristeza cae Y amarra sus lenguas de agua Sobre las letras de mi cuerpo, Se hunde la calle en silencio Y mi boca muerta, Sin remedio sueña.
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haikús Ictur Aljar
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Sobre los montes Viviendas estibadas Cajas de voces
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Mujer, suenos y azul infinitos en la obra de Nancy Sarahí Sánchez Sánchez
A ciento veintinueve años del natalicio de Joan Miró i Ferrá recordemos al menos tres de sus obras y algunos datos sobre él. Nació el 20 de abril de 1893 en la ciudad de Barcelona. Estudió comercio por deseo de su padre y trabajó algunos años como empleado en una droguería. Sin embargo, su sueño era convertirse en artista, por lo que ingresó a la academia de arte dirigida por el pintor Francesc d'Assís Galí. Una de sus obras monumentales más bellas es Tríptico Azul I, II, III (1961), se presentan tres grandes cuadros que son una inmersión sensorial y poética en el azul del mar de las playas que le brindaron paz. El pintor, quién siempre busco vivir lejos de las turbulencias del mundo, pintó sus cuadros más destacados aislándose en su estudio, ya desde 1939, poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Miró huyó de París con su familia y se instaló en la comuna de Varengeville-sur-Mer, en Normandía.
El tríptico Azul I, II, III de Joan Miró (1961)
Autoexiliado en París, en medio del tumulto político que se vivía en tanto en Francia como en España, inició una serie de 23 pinturas hechas sobre papel llamada “Constelaciones”. Sobre este periodo de su vida, Miró escribió: “Al producirse la invasión nazi en Francia y con la victoria de los franquistas, estaba convencido de que no me dejarían pintar más, que solo podría ir a la playa a dibujar en la arena y trazar figuras con el humo del cigarrillo. Al pintar las “Constelaciones” tenía la sensación de trabajar en la clandestinidad, pero supuso para mí una liberación, porque de esta manera no pensaba en la tragedia que me rodeaba”. 24
Obra de Miró, de la serie de 23 obras pictográficas tituladas Constelaciones;
Miró fue un hombre genial, que con trazos al parecer simples y utilizando solo colores primarios pudo transmitir poesía en sus creaciones, amigo de grandes poetas como Artaud y adherido al movimiento surrealista junto con Bretón y otros grandes, supo ganarse el respeto de todos los intelectuales que firmaron el manifiesto surrealista y obtuvo de ellos su respaldo, pues estuvieron dispuestos firman con él su invitación para dar a conocer su primer exposición individual en Paris, dicha exposición se realizó del 12 al 27 de Junio de 1925.
Imagen contenida en las memorias del Congreso “El Surrealismo y El Sueño” realizado en MuseoThyssen-Bornemisza
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Miró supo hablar de ese azul infinito que tanto maravillo a Hölderlin y nos cuenta con gran generosidad cual es el color de sus sueños, asegura que sus sueños son de tono azul; así en azul nos regala su famosa obra de 1926 “Photo. Ceci est la couleur de mes rêves”.
Pintura-poema de Joan Miró ("Photo. Ceci est la couleur de mes rêves"), 1925. Óleo sobre tela.
Este hombre que mira a lo infinito y que sobre la mujer expreso solo halagos y maravillas merece ser recordado, hoy lo haremos al recordar un par de líneas de lo que expresó frente a G. Raillard en sus conversaciones, según lo que nos comparte el libro “Joan Miró: la intencionalidad oculta de su vida y obra: cómo deletrear su aventura pictórica”. “Al dorso ha escrito Femme -dice Raillard- La mitad de sus obras se llaman mujer. Si. -Dice Miró… Para mi lo que llamo Femme no es una criatura femenina, es el Universo. Personalmente, defiendo que con esa afirmación Miró quiere revelarnos como concibe la grandeza del ser femenino, complementaria del ser masculino, mas poseedora de una singularidad y universo propio…” Feliz cumpleaños en la eternidad Joan Miró, feliz sea tu encuentro con lo eterno, querido hombre de sueños, mujeres y azules infinitos. 26
CAPÍTULO IV
El regreso de Eli Rodrigo Islas Brito
“El mar vendrá por nosotros”, sentenció Dinamita mirando el horizonte enjuagando rosas del pórtico de montaña de la casa de su madre en San Olegario Tlatoltepec. -Ya, hijo. Tranquilízate, deja de sufrir -recomendó su progenitora tocando su frente febril. -Sòlo cuando mi revolver se descargue en su cerebro estaré en paz. Madre no sabía ya de qué o de quién hablaba su hijo el menor. No quería preguntar si hablaba de Vladimir. El sólo hecho de pensar que tenía que hacerlo le era insoportable. En los ojos de la autora de sus días, Dinamita vio esa duda con una extraña bondad decidió resolver. -No hablo del Negro. Madre sonrió como por un reflejo de sangre. -Pero si tú ni revolver tienes, ¿O ya compraste uno? Los ojos de su madre viéndolo con rayos X morales, incomodaban al muchacho cada cierto tiempo, sobre todo cuando lo hacían preguntarse en dónde estaba parado. -No nos tocó ser ricos como tus tíos, pero yo y tu padre, el tiempo que estuvo vivo y que estuvo con nosotros, y aún cuando no estuvo, entre los dos siempre les dimos a ustedes por igual. -Eso siempre lo dices, jefa. Ya cámbiale a tu canción. Dinamita le da la espalda a su madre, de ella busca que su santidad lo toque, lo ponga en estado de gracia, en estado de don. -Voy a hacer algo muy loco esta noche, madre. Necesito su bendición. Madre habla de anexarlo. -Ya te andas metiendo mucho de todo y se me hace que ya hasta saliste maricón. Lenin habla de haber visto el verdadero diente del infierno y de estar presto a combatirlo. -Nunca te vi parado en la luz de un domingo para recibir las bendicio27
nes de Dios -apunta su madre. Dinamita recibe de ella uno de los mayores gestos de dulzura que jamás pidió. Madre alza la mano y se la pone en la frente. Luego debajo del hombro derecho y luego del izquierdo. Dinamita es finalmente bendecido por un amor. Lenin Morales se siente presto a regresar a Ciudad Dorada de su viaje relámpago al terruño para imponer justicia. 2 Durante la Edad Media los nobles y señores feudales que salieron de sus reinos a Jerusalén a recuperar Tierra Santa, sufrieron la usurpación de sus territorios en Europa mientras estaban ausentes. Todo tiene un precio y sabía que de la usurpación viene el saqueo, que al final siempre existirá el riesgo de que al tipo más noble lo corran de su casa a patadas como un pordiosero, si su perro de confianza no es capaz de reconocerlo dentro de su andrajosa humanidad. -La gloria es rápida y melosa. A veces salpicaba mis plàticas como vertederos sabios. Contaba la parábola de las cinco cucarachas que se metieron cantando a la alcantarilla del departamento de cinco chefs cochinotes que vivían su vida como artistas conceptuales. Platicaban sobre sus clientes, los definían, Yo trataba de nunca ponerme fanfarrón. Chendo alguna vez me dijo que quisiera tener de mí ese don de gentes, esa discreción que a veces me ha salvado de las ratas. Pensaba en eso cuando en la entrada del Edificio del Vicio se encontró con un Rey Mago. -Finalmente regresaste. ¿Qué tal estuvo Titlán? -Estuvo chido. ¿Y Eli? -No sé, nos perdimos de vista. Esa morra es muy intolerante con la gente franca. Se pone mamona. Se sintió mucho culo para el Willy. Sí, a veces el Willy hablaba de él en tercera persona. -Pero me fue chido, conecté güeras, hice contacto con galerías. Mi obra se va a empezar a vender mucho mejor. Chance y hasta al gabacho me voy. Villegas pensó por un segundo en felicitarlo, pero la cara de infeliz de su colega lo desanimó. Willy había regresado al Edificio del Vicio con la actitud de un ganador. Chenco entró a su cuarto a colocar en su nuevo refrigerador enano sus paquetitos de hidropónica. Media hora más tarde le dijo al Negro que los dos deberían de ir a buscar un tesoro. Mi tesoro. 28
3 Eli y Julia circulaban en la moto Yamaha que la güera había comprado en Guatemala. Se habían encontrado ocho horas antes en un McDonalds de Ciudad Dorada y se habían ido juntas con tan sólo mirarse. Ahí en la moto, las dos se habían vuelto a abrazar. Dieron la vuelta en un Chagoyán en el muro principal. Era Gloria la Trailera en posición de media vuelta, mirando con la cámara y cuerpo entero a una audiencia a la que le apunta con los brazos abajo y su belleza muy arriba concentrada en los contornos de un hermoso R15 de inicios de los ochentas. En la cama se besaron, en su esquina se lamieron mutuamente la vulva temblando de placer al mismo tiempo. Ya desnudas, Eli apretó la boca contra la mejilla de Julia. Tenía dos de sus dedos masturbándola, haciendo que cerrara los ojos, los abriera y los volviera a cerrar. -Tu vagina es inmensa -le dijo. Julia ya no podía más, su sexo se derramaba entre los dedos de su mujer amante amiga (más amante que amiga) y un sillón King size por el que habían fornicado otras 89 mil 542 personas con anterioridad. Ahí con sus manos, en por lo menos tres de los veinte tatuajes de su amante: un lobo Sailor Moon, una ave con unicornio y un foco en forma de corazón, Elinor sintió que a lo mejor por ahí venía el amor. ¿Habrá amor romántico entre dos mujeres?, se cuestionaba. Con su nuca en los ojos verdes de su amante, Julia también se empezaba a sentir extrañamente a gusto. Se había acostado ocasionalmente con otras tres chicas desde la secundaria, pero sólo ahorita sentía que no tendría bronca en que alguien la llamara lesbiana. Pues este, su cuarto acostón con Elinor, había sido algo más frigorífico que los demás. Bañándose las dos, Elinor le pidió a Julia que la acompañara a buscar a Anselma. Le había llegado un mensaje diez minutos antes, algo había pasado con su hermana y su sobrina y necesitaba ayuda. Julia ni siquiera lo dudó.
Capítulo tomado del libro:
los gangsters del futuro Pandemia Ediciones 29
fotografía Calles de Oaxaca
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Sobre de Israel García Reyes
Yahir Alonso Ortiz
Si “el arte es preeminentemente provinciano”, entonces la novela Perder el reino abona a la conformación de una historiografía novelada del México profundo y arcaico narrada por escritores locales. A su vez, Perder el reino reduce la ausencia, como reconocería Felipe Cazals sobre el cine mexicano, de “historias costumbristas y personajes connotados” de nuestro pasado ancestral, esenciales para conformar la gran memoria colectiva mexicana bajo un registro actual, contemporáneo/posmoderno. García Reyes encamina aproxima- su estilo narrativo, al tratar las injusticias cometidas contra el nieto de Nezahualcóyotl, hacia las maneras que también encontramos al ir leyendo a la emperatriz Carlota en una de las obras destacadas de Fernando del Paso: Noticias del imperio. En sendos libros las constantes hipercontextualizaciones (ejercicio textual de asociación in situ) enriquecen/estimulan el imaginario del lector y refuerzan el contexto de las tragedias y desventuras que padecen los personajes, sin las distracciones de las tradicionales apostemillas o pies de página. La novela está coloreada por el humor de manera transversal, a la manera de Salvador Novo mientras aborda la sexualidad nahua o de Homero Aridjis en Los perros del fin del mundo. Aún en los más crudos pasajes de la novela el humor negro hace presencia y llega a su clímax en la última parte (pags.137 y ss.), donde, no sin cierto forcejeo, entran en escena dioses y personajes del panteón griego, teutón, turco, mexica, maya, nahua. 31
Es destacable que el estilo humorístico de García no sea un cliché. Al utilizar el “humor trascendental” su apuesta no intenta suavizar los hechos, va más allá. No vuelve estigma o chistera el dolor/agonía de sus personajes. Y es que García Reyes logra hacer de su narrativa una novela suculenta en detalles, a la vez, reveladora ínsula de oprobios palaciegos donde los indígenas (indios), españoles y mestizos no salen bien librados. Con 165 páginas el autor deja en claro que no necesitamos leer 856, como propone Jennings con Azteca, para conocer y sensibilizarnos en nuestro pasado arcaico mientras exploramos los otros pormenores, mínimamente abordados en los libros de historia oficiales, del shock que ocasionó el encuentro de los dos mundos. En tanto el tratamiento que, el también poeta y periodista, da a la acción trasciende el mero morbo o chismología por las pasiones o debilidades humanas es posible proponer que, allende la cursilería común al tratar situaciones del campo, los indígenas o españolesencontradas en Jennings, Arcelia Yañìz, Burgoa, Castro Mantecón, Dimas Altamirano, Bradomín, Pérez Gay o Ángel Palou -, el escritor también evita la gazmoñería moral al novelar las pasiones humanas relacionadas con los siete pecados capitales e induce a pensar que éstos no son propios de católicos, conquistadores o conquistados, como del género humano. La forma en que aborda lo que ocurre con el nieto de Nezahualcóyotl, Hernando Cortés, Juan de Zumárraga, Nuño de Guzmán o Diego Delgadillo estimula al lector y logra hacer que éste no caiga en las trampas del sentimentalismo o folklore. Ahora, en ocasiones el texto adquiere cierta monotonía debido al tratamiento periodístico que el narrador da a algunas situaciones, en donde verbos y oraciones se acercan a la nota del diario o periódico. Quizá este cambio de ritmo, que no llega a ser columna informativa, se relacione con la actividad profesional del escritor, aunque no al grado de que el lector pudiera perder la atmósfera de la historia. Quien tenga el acierto de llevar la novela Perder el reino a su casa tendrá un nutricio pedazo de la truculenta historia mexicana enriqueciendo el rincón de sus libros.
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La alegría es una máscara Celeste Alvarado
La alegría es una máscara. La sonrisa la coloco cada mañana, la retiro cuando el silencio y la oscuridad me arremete. A veces antes, porque te tengo y no porque te alejo. Cada paso que avanzo significan dos en retroceso. Tus ojos me sonríen, tus labios me buscan y abrazan. Pero hay días, distantes días, que la lejanía se acrecienta. Cortante, silábico, vienes a perturbar mi reposo y entonces las lágrimas aparecen. No sé a qué le lloro, si a lo que fue y ya no es, o a lo que esperé fuera y no será. Distancia sí, claridad no. Estoy en un vaivén, dudas y certezas. Temo preguntar. Al cabo de un tiempo eres cercano de nuevo, corto tiempo y la historia, mi incertidumbre vuelve a comenzar. Temo hacer preguntas porque temo a tus respuestas. 33
fan zine
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Perla Ibarra
fotografía Calles de Oaxaca
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