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Textos pospandémicos poesía-narrativa-ensayo-visuales abril - junio - 2022 oaxaca-méxico
La joven de la perla,Edgar Artaud -Eclipse solar:Vida y obra de Azael Rodrìguez, Bricia Cruz - Agonía gay, Alejandro Guzmán G. La distancia, Fryda Carillo -Olvidamos el nombre de los días, Tamara León - Patio interior, Rodrigo Landau Éxodo, Clarisa Camargo - Te veré en el desayuno, de Guillermo Fadanelli. Un filme de Rodrigo Pizá - the reason why, Juan Beat Oaxapunk, Eric Joch - Mandrágora, Reto - Ciudad agónica, José Capaverde (el seis) A 50 años de Avándaro, Enrique Marroquín y Zaleta FOTOGRAFIAS: Perla Ibarra
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Viñeta de portada: Raúl Alonso Gutiérrez titiche de textos: Yahir Alonso Ortiz
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Fotografías
by
Perla Ibarra
La joven de la perla Edgar Artaud
Johannes Vermeer nació en Delft el 31 de octubre de 1632 vivió allí toda su vida. Vermeer es uno de los grandes pintores de la edad de oro en Holanda particularmente conocido por su maestría en el uso y tratamiento de la luz. La Joven de la perla o muchacha con turbante es una de sus obras maestras. Edgar Artaud lleva una fotografía en su teléfono móvil. La joven de la perla tenía la imagen de Artaud en su teléfono. Vermeer se casó en 1653 con Catharina Bolnes con quien procreó once hijos. Edgar Artaud confía en toparse con la joven de la perla. Vermeer era pintor de provincias con éxito moderado aunque padeció siempre de pobreza. Edgar Artaud escudriña obsesivo en todas las plazas comerciales. La joven con turbante debió ser alguna de las hijas de Vermeer que murió el 5 de diciembre de 1675 y fue enterrado en la Iglesia vieja. Edgar Artaud busca en las estaciones de autobuses, en terminales aéreas en los Museos de Arte. No puedo dejar de pensar en ella pasaré toda la vida buscándole. 1
Eclipse solar: Vida y obra de Azael Rodrìguez Bricia Cruz
“Escribir poesía es todo un rito donde se llevan sacrificios y ofrendas a fantasmas, dioses, diosas, el oficio de poetizar lo sagrado y convertirlo en palabras.” Juan Domingo Arguelles. Azael Rodríguez sacrifica su destino y pasado en calles deshabitadas de Oaxaca, siendo un transeúnte de avenidas y banquetas con olor a muerte. Vemos en este “transcurso” un alma desfigurada vagar por el océano de la ciudad dormida, con los bolsillos repletos de versos. En su obra poética nos observa desde las palabras, se esconde en cada título y nos apunta con el filo de los versos hacia el tórax. El libro pareciese una ventana en la cual se mira llover en otoño, donde el poeta ha esculpido su voz hasta dotarla de un sonido inconfundible entre grillos y aleteos; donde las palabras se han convertido en imágenes, las cuales maduró desde antes en silencio, en una soledad fecunda. La figura femenina cobra relevancia en su poesía, así vemos entre sus retratos el elemento del agua, siendo este un aspecto multifactorial que traspasa el papel, pues sentimos un aguacero que nos abraza interminablemente, manzanas que acarician nuestra piel, humedad iluminada por relámpagos. Los versos entonces dotan de oscuridad y a la
vez iluminan como olas de sol. Azael grita insaciablemente sus oraciones con espuma en la boca, hacia el viento sordo; busca a través del juego de palabras el nombre de su cuerpo, bajo esta circunstancia escribió:
Buscando refugios en el día y olvidos en la noche, a veces en la hora más alta grito el nombre de mi útero. 2
Subsisto sólo ejerciendo el destino de los ojos abiertos y me hacen llorar los tangos. Contemplar a sus fantasmas en la acera puede acercarnos al limbo del sufrimiento, terminar con suspiros hasta el otro día, pues crea un dolor cercano a la locura, produce escalofríos, los cuales no ha pretendido, pero nos ha contagiado. Su muerte ya está escrita y el epitafio descansa en ciudades de barro de la siguiente manera: EPITAFIO
El que yace aquí (si no se ha ido), nació y murió aquí mismo, vivió molestando a todo mundo, emborrachándose sin motivo, pregonando duro con su voz de palo. No tenía tórax —ahí donde dicen queda el alma—, tenía un violín mal afinado. No tenía cabeza, tenía madera con nudos. Carne de tercera el resto. Para llegar a todo lo descrito aquí, Azael Rodríguez ha recorrido las regiones sagradas y profanas de la poesía; lo más seguro es que pocos serán los lectores que le agradecerán este desbordamiento causal del río de sus versos. La frase de Efraín Bartolomé parece definirlo del todo: “He aquí
que soy poeta y mi oficio es arder”. 3
Día 9. Ritmo y textura
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mandrágora Reto
A contener el dolor
enraizado como el sueño
en el bosque de mi cerebro
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- de A 50 anos Enrique Marroquín y Zaleta
El 11 de septiembre de 2021 fue el 50 Aniversario del magno festival-concierto que tuvo lugar en Avándaro. Los numerosos eventos y publicaciones difundidas con tal motivo, dan cuenta de su importancia, la cual ha crecido en estos cincuenta años. Había una necesidad sentida -al menos, por la generación que lo vivimos-de hacer una conmemoración. En efecto, “con-memorar” (del latín “memorare-cum aliis”= hacer memoria con otros)
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Van Da
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es algo más que el mero “recordar”: los recuerdos son fragmentados, dispersos, reconstruidos; mientras que la “memoria”, sobre todo cuando es compartida, unifica, interpreta y es fuente de enseñanza para el presente. Así pues, este texto es una aportación para mis contemporáneos -los más jóvenes tenían entonces unos 20 años y hoy son septuagenarios-, para que a distancia comprendamos mejor aquella vivencia inolvidable. Pero, sobre todo, dedico el texto a los jócedentes y repetían el libreto de venes actuales, que seguramen sus antecesores. Pero en estos ate escucharon algo al respecto; ños se dio una ruptura generaciopero que no leprestaron mayor nal de ideas y de valores. El sector atención. de mayor ruptura lo hizo mediante dos reivindicaciones diferentes, Antecedentes la primera, político-económica, y Los sociólogos concuerdan en la segunda, cultural (o mejor, que en los años 60’s, la joven“contracultural”). tud irrumpió como “sujeto histórico”.Antes de aquellos años, Los Xipitecas los jóvenes eran simple prolon En los 60’s, la juventud contestagación delas generaciones pre taria (excluyendo a un amplio
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sector de jóvenes tradicionales) se dividió en las formas de protesta mencionadas al inicio –la revolucionaria y la ondera–, ambas corrientes, por supuesto, con interconexiones.[2] Los “revolucionarios” políticos acusaban a los “onderos” de mero mimetismo de los gringos, con funciones enajenantes. No vieron que también la Onda tenía un potencial importante de protesta. Los símbolos podrían ser los mismos; pero estaban siendo reapropiados: El “slang” gabacho tenía su correspondiente en nuestro “caliche”, pues el lenguaje, al decir de Parménides García Saldaña, era a la vez escudo y puñal. Para ocultar lo referente a la droga, ilícita y perseguida, se utilizaban -como los albures- palabras comunes que tenían otro significado: “pito”, yoing, “churro”, “arroz”, “hornazo”, “bacha”, “forjar”, “tira”, etc. El “dropp-out” (salirse de la casa paterna, siendo aún menores), que en Estados Unidos solía ser relativamente frecuente, e incluso, la familia le daba al hijo o hija algún dinerillo para ayudarlo a establecerse; aquí, en cambio, significaba dejar la cálida familia mexicana: protectora, paternalista, controladora. Salían prácticamente expulsados de la casa, pues para conseguir droga, sustraían algún objeto y además, daban malos ejemplos a los hermanos. Quedaban, por tanto, totalmente desvalidos y, para sobrevivir, tenían que hacinarse en buhardillas, con otros jóvenes en condiciones similares. Haciendo de la pauperización, poesía, si no había dinero para carne, se volvían vegetarianos; si vivían hacinados, hablaban románticamente de la vida en las “comunas”; si no tenían dinero para vestirse, se confeccionaban ellos mismos su ropa y cuestionaban el consumismo burgués de sus familias… Las drogas psicoactivas que allá circulaban, era fundamentalmente el LSD y si para conseguir la mariguana los “beats” gabachos se acercaron a los guetos negros, y descubrieron su cultura vital y fogosa, aquí en México, nuestros jipis prefirieron los alucinógenos naturales – hongos y peyotey para conseguirlos, tuvieron que irse al desierto o a la sierra y convivir con el México Profundo, las poblaciones huicholes y mazatecas. De allí también trajeron huipiles, jorongos, morrales y huaraches, razón por la cual los denominé “xipitecas”. Avándaro Fue con algunos de estos xipitecas que fui a Avándaro. Llegamos unos tres días antes del festival, disfrutando de la bella naturaleza de aquel valle, sin faltar, como en Huautla, tuvimos nuestro baño, desnudos, en el río. En la 7
tarima para el concierto, algunos grupos rockeros espontáneos nos iban adentrando en este ritmo. Incluso, se representó la rock-ópera “Tommy”, de “The Who”, estrenada en 1960, con interesantes técnicas de composición; por cierto, el actor principal, Héctor, era alumno mío en la Preparatoria Popular de Liverpool. Construimos hasta atrás del valle, con ramas, unas chocitas y pusimos hamacas para ver cómodamente el concierto. Ese día, desde temprano, comenzaron a llegar muchachos de las colonias populares (la Guerrero, Tepito, Ixtapalapa). En la CDMX había un triángulo rockero, rodeado de una mayoría de colonias con música tropical -los “tíbirtis-tábaras”, con cumbias y cabriolas como las del “California Dancing Club”-. Los recientes grupos de rock mexicanos, que ya empezaban a componer en español, hacían muy buena música, pese a no tener la tecnología de muchos grupos norteamericanos; pero topaban con el boicot de las radiodifusoras y casas disqueras de rock. Los únicos espacios que disponían eran los “hoyos funkies”, como los llamó Parménides García Saldaña: locales relativamente pequeños, sin mobiliario ni ventanas y de repente te llegaba algún “hornazo”. En ellos se aglomeraba la chaviza, pues la entrada era barata. De modo que estos grupos eran bastante conocidos en ese medio; aunque las clases medias preferían el sofisticado rock sicodélico “gabacho”. De modo que seguían llegando, más y más. Algunos calculan que asistieron cerca de 300,000. Nadie se imaginaba esto. El festival había sido planeado para la usual carrera de coches de los juniors en aquel selecto valle; pero ese año, sería amenizado con algunos grupos de rock mexicanos, pues Armando Molina, su manager, era uno de los organizadores, por lo que el concierto se llamó “Rock y Ruedas”. Ante la inesperada concurrencia se optó por no cobrar boletaje y se tuvieron que improvisar ajustes a la infraestructura. ¿Qué nos dejó Avándaro? Aparte de la incuestionable consagración del rock mexicano -que conquistó carta de ciudadanía a pesar del boicot y la persecución-, ¿qué memorial legó este Festival, de utilidad para nuestro tiempo? Creo que lo más valioso fue el sueño xipiteca, la Utopía Acuariana, que flotaba en el trasfondo. Esta afirmación seguramente provocará en muchos jóvenes una sonrisa burlona. En efecto, cuando miramos al futuro, más que vaticinar una “utopía”, vislumbramos una verdadera “distopía”: el calentamiento global, el agotamiento de los recursos naturales (petróleo, agua potable, aire puro), el cercano cambio de dieta: abstenernos de la “fast food” y del consu8
mo de carne,[4] la increíble desigualdad en la distribución de la riqueza; mientras existen 2,200 millones de personas en situación de pobreza. [5] Estamos bajo control total: los celulares y los televisores tienen micrófono incluido, los localizadores saben con quienes nos relacionamos, las tarjetas de crédito, etc. Nos vigilan drones capaces de ver la hora del reloj de un hombre en la playa y pueden lanzar una bomba “inteligente”, dirigida a determinado número de algún móvil. Los “bots” en las redes sociales y en los media controlados, propaganfake news con la visión de la realidad que ellos condicionan, al punto de hablarse de la “postverdad”, pues ya no importa lo que sucede, sino el efecto al ser consumidas esas noticias, etc, etc. Estamos ante un futuro que supera a los grandes novelistas “distópicos” (Ray Bradbury y su “Farenheit 451; Aldous Huxley y su “Mundo Feliz”; George Orwell y su “1984”). Algunos piensan que se avecina una crisis que pondría en riesgo la supervivencia misma de la especie. Y ante esa mortandad, quizás la vida humana sólo podrá subsistir en pequeñas “comunas” -como “arcas de Noé”- donde se viva un estilo de vida sencillo: sembrando las propias verduras, trabajando la tierra, aprovechando el agua de lluvia, consumiendo sólo lo necesario y con bastante tiempo de ocio (quizás conectados con otras comunas). Esto ya lo habían previsto algunos intelectuales visionarios, como Iván Illich y su propuesta de “convivialidad”. Entonces podremos aprender mucho de los pueblos originarios, con su cultura tradicional vigorosa de respeto a la Naturaleza; y, quizás, nos resultará útil recordar el sueño xipiteca, a la Utopía Acuariana. Ciertamente, esto no nos vendrá del cielo (la influencia de las estrellas y de las constelaciones zodiacales no llega a tanto), sino que habremos de construirlo entre todos, adelantándonos ya, lo antes posible. Quizás sea sólo un sueño, una utopía; pero sin sueños y ni utopías no podemos proyectar un futuro posible.
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THE REASON WHY Juan Beat
He tenido suerte hoy, he escarbado por la casa y he juntado 15 pesos, pero mierda, hace 20 años eso costaba una cerveza de a litro; eso hacía, buscaba en cajones, tazas de los Simpson o tarros de cerveza y podía juntar para una, era para ir despertando después de las 5 pm, no tenía mala vida, pasaba mucho tiempo solo, encerrado, colocándome unos lentes obscuros para jugar la primera generación de x box: el fifa, juegos de rol; apestando a soledad y colchoneta sin lavar por meses. En casa me decían que hiciera algo, pero cada quien tenía sus problemas, el mío era esperar a que Idalia apareciera, no me importaba si llamaba por teléfono Cinthya o Lorena, solo necesitaba a Idalia… ella ya me había olvidado y como todas las personas a mi lado que han huido, tuvo la razón. Tenía una batería Pearl guardada, no había tiempo más que para x box , Kerouac y para fantasear el día en el que yo llegara a ser un escritor, pero dejé la revista Generación; me compacté en mis temores y mandé a la mierda el laboratorio de neurociencias. Hasta ahora no entiendo, había mujeres con las que incluso salí, tenía oportunidad de sexo sin compromiso, ja… pero tenía ideales a los 21 años, ahora no tengo, pero ahora no puedo y no tengo muchas ganas de salir, de amanecer en aquel hotel de santa maría la rivera en el que no siempre hubo sexo, era tan desolador citarme por el metro revolución con alguna que otra desconocida que leía mi viejo blog que tenía en mi cuenta de mac, que muchas veces solo bebía, me acurrucaba y se iban, no era el hombre que esperaban, me faltaba podredumbre y actitud de un escritor, parecía un maldito gato asustado en una cornisa soportando una granizada, incluso, alguna vez una gorda me dejó 100 pesos, eso es tener compasión de un castrado mentalmente. De esos encuentros, un par de ellas, después supe que murieron, una se suicido, yo no tuve la culpa de su depresión, de sus eternos problemas con un novio que tenía desde la secundaria, y la otra, se embarazo por conocer escritores y se murió de un cáncer… antes era útil el msn de hotmail. Algunas otras no supe más, afortunadamente yo no valía ni esos 15 pesos mendigados en mi propia casa. Tengo 15 pesos, quizá mañana vomite, no pude comprarme ni una lata de cerveza, me bebí una cocacola extraña con cafeína y guaraná, se me revolvió el estómago; no tanto como al llegar a casa y sentirme despreciable por ni siquiera haber podido tener sexo… lo peor, alguna que otra me mandaba mensaje por el msn; la última que recuerdo de esos tiempos, ni recuerdo su nombre, solo su nick: Sehhera, ella me mandó una canción de Rachael Yamagata de un ep de 2003: The Reason Why. Desapareció, y le agradecí… nunca más volví a vomitar en un hotel barato.
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Día 6. Espacio negativo 11
La distancia Fryda Carillo
Siento la distancia ¡Maldita sea! ¿Cómo anular la distancia? Que me ahoga Que me abraza
La distancia permanece La distancia-es
pacio
La distancia-tiempo La distancia-teoría La teoría se yuxtapone en la posición del amante La posición, el beso, el verso
La posición se cambia, se imita, se inventa ¡El beso rompe la distancia!
La distancia se penetra Se penetra también con la mirada La distancia se anula en la penetración sobre la cama 12
¡Pero diablos! ¿Qué tenemos ahora que nos hemos cogido a la distancia?
Los puntitos rojos . de amantazgos ejemplares Los puntitos rojos . clandestinos Los puntitos rojos . en el espejo Los puntitos rojos que se acercan se
acercan se acercan
En longitudes |En|seg|men|tos| En la recta Se-unen Se disocian
Se enamoran Se rooo mmm pen
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Alejandro Guzmán
En algún momento de nuestra vida experimentamos la sexualidad de manera clandestina y, en múltiples ocasiones, convertimos la ajena en objeto de murmuraciones y de fantasías lascivas, o la calificamos de inmoral para
insinuar hechos que se ignoran. De ese ocultamiento parece surgir una forma de maleficio todopoderoso que el sexo ejerce en el alma humana. La “verdad sexual” es casi siempre oscura y no pocos hacen de ella el más grande misterio de sus vidas. Existen, en la literatura de la carne, de Catulo a Sade –o de Safo a Colette, en su vertiente más sensual,– diversas formas de narrar el sexo como mecanismo de destrucción, de mostrar la perversidad como un ingrediente sexual normal –que lo es– y de hacer del placer un deber existencial: estos otros seres, regidos por Venus, poseen además
la fuerza solar del goce. Puesto que nuestra realidad como especie no cesa de repetirse, la desvergüenza y la vida sin restricciones se instalan en el espacio literario de Wenceslao Bruciaga (Torreón, 1977), y nosotros asistimos, leyéndola cómodamente en la novela “Bareback Juke-Box” (Moho, 2017). Obedeciendo al espíritu de la época, temas y asuntos musicales se asoman cada vez más en la narrativa mexicana. El puente convivencial de literatura con música es muy antiguo, y el título de esta novela alude al “sexo sin protección”, a ese enfermizo matrimonio entre carne y tecnología derivado de un tiempo de desenfrenado egotismo. Hipólito, su protagonista, es un melómano con una envidiable colección –para él, al menos– de 8977 discos compactos y un ipod de sesenta gigas, para tener erecciones cerebrales en todo momento. Ha ido en contra de los cálculos a que la sociedad nos habitúa y experimentado libremente su sexualidad. Y es bien sabido que no se puede hallar placer en la transgresión sin una ley reconocida para trans14
gredir. “La vida a contracorriente es el drama humano por excelencia”, escribió Sergio González Rodríguez en su penúltimo libro. Hip tiene un compañero sentimental más o menos estable que deja de
dar señales de vida, ¬¬–es decir, de no contestar el celular– pretexto ideal para lanzarse nuevamente a la putería y probable origen de la pulsión de muerte con la que inicia su historia: el deseo consciente de ser infectado de VIH. Es un gay homofóbico, “un puto tan hombre” que asume el culto a la fuerza viril, aunque en ocasiones se siga comportando como el eterno adolescente en crisis de identidad que necesita un gesto de violencia para reafirmarse. Hipólito no deplora el presente ni la actualidad. Su vida es generosa en desplazamientos, ocu-
paciones y encuentros, como es de rigor en las narraciones de las grandes urbes. Además, cuenta con el escudo protector de la amistad de un amigo de sus amigos. «¿Por qué chingados es tan complicado ser puto?» se pregunta a lo largo de la novela, y confronta el activismo, la misoginia y la violencia gay; la conformidad del gremio en materia musical. Afirma con dolor: “ser gay es la única contradicción del ser humano”, (como si no serlo no fuese menos terrible). En cuanto a su forma, me gustaría destacar el sentido del ritmo que posee el narrador, describe sus vicios e inclinaciones, vergonzosos o nobles, con coraje, no con el pretexto de vendernos temas morbosos para narrar el drama de su homosexualidad. Se propone inquietar a los que decidan leerlo, distanciarlos de su “dispositivo de convencionalismos”, atacar sus sentidos. Esta novela logra esa mezcla de revelaciones y vivencias sin censura que hacen a ciertos libros recomendables. Honestidad, valentía e impudicia. ¿Qué más se puede pedir? 15
Te vere en
?
de Guillermo Fadanelli.
¿Te veré en el desayuno? es un filme de Rodrigo Pizá que narra la conjunción de varias historias con un común denominador: la profunda soledad de quienes viven inmersos en una sociedad completamente insensible a las necesidades más elementales del ser humano, comenzando por la seguridad de los individuos. A simple vista parece una película que intenta encontrar un lugar propio entre lo mejor del cine mexicano, lo que no es una tarea fácil pues, al retratar lo intrincado de la mente humana, corre el riesgo de tornarse difícil de entender, y es justamente ahí donde radica su valor: en el ritmo de la historia, la narrativa visual, los encuadres y emplazamientos de la cámara, la construcción de cada personaje, los diálogos… TODO está permeado de esa compleja divergencia tan característica de quienes no se sienten parte de un grupo social o que por diferentes circunstancias se sienten (o se saben) ajenos a la sociedad en que les ha tocado vivir. Basada en la novela homónima de Guillermo Fadanelli (autor mexicano ganador del Premio Nacional de Narrativa Colima para Obra Publicada en 2002 y del Premio Grijalbo de Novela 2012) ¿Te veré en el desayuno? tiene tres personajes principales: Olivia (Patricia Madrid), Adolfo (Roberto Ríos Leal) y Ulises (Rodolfo Cerdán), marcados por algún trauma; aunque las verdaderas protagonistas son la soledad y la decadencia del ser humano. Quizá Olivia sea la más importante, en ella se personifica cómo se marchita una vida sin importar la edad que se tenga. Ella es la más joven y el desenlace de su personaje es completamente distinto a lo que cualquiera espera de una mujer de su edad, pero la vida no le ha sido amable y simplemente se deja llevar. En algunos momentos muestra signos de querer hacer valer su individualidad, sin embargo, sus circunstancias podrán más y la arrastrarán quizá, a replicar la vida apagada, castrada y rutinaria de sus padres, Merece la pena ponerle atención a la plática de sobremesa que ellos tienen sobre si su hija debe o no ir a la escuela y tener amigos de su edad. 16
el desayuno?
Un film de Rodrigo Pizá
Adolfo y Ulises, hombres maduros y solteros cada uno por razones muy particulares, son amigos desde la primaria. El primero carga desde niño con el trauma de la muerte de su papá y, por si fuera poco, continúa viviendo en el lugar donde todo ocurrió. Ulises es un hombre frustrado por la rutina en que su vida ha caído, obsesionado con tener una pareja llega a límites que rayan en lo ridículo y absurdo; su historia recuerda un poco la de Sin Remitente, película de 1995. Soledad, asesinato, frustraciones, violación, traumas infantiles, prostitución, burocracia, misoginia, mentira, pedofilia y mucho más hacen de esta cinta una oportunidad de reflexión sobre nosotros mismos y sobre la sociedad en que merecemos vivir. ¿Te veré en el desayuno? sucede en los años noventa, pero en pleno 2022 está vigente. Sinopsis: A simple vista, Cristina, Olivia, Adolfo y Ulises son hombres y mujeres comunes pero una sombría locura los descubre. Ulises, un contador de bajo rango que vive en Tacubaya, siente que esta cerca de perder su ultimo aire de juventud a los 39 años de edad. Bajo el influjo de ese pesimismo, se enamora de Cristina una prostituta discreta que esta cansada de vivir en soledad. Adolfo, el único amigo de Ulises, es un veterinario frustrado que esta obsesionado con Olivia, su joven vecina. Mientras Olivia se recupera de una violación, Adolfo encuentra la oportunidad de acercarse a ella aprovechándose de la confianza que obtiene de sus perturbados padres. Estas uniones amorosas resultan en un sombrío destino donde sus protagonistas descubren la crueldad que yace en las relaciones que nacen por error. El director: Rodrigo Pizá, director cinematográfico Rodrigo Pizá es un ejecutivo y creativo con 27 años de experiencia en la industria del entretenimiento global. Ha influido positivamente en generaciones de espectadores al distribuir contenido de forma global, programar medios y producir contenido original. Ha liderado licencias interna17
Adolfo y Ulises, hombres maduros y solteros cada uno por razones muy particulares, son amigos desde la primaria. El primero carga desde niño con el trauma de la muerte de su papá y, por si fuera poco, continúa viviendo en el lugar donde todo ocurrió. Ulises es un hombre frustrado por la rutina en que su vida ha caído, obsesionado con tener una pareja llega a límites que rayan en lo ridículo y absurdo; su historia recuerda un poco la de Sin Remitente, película de 1995. Soledad, asesinato, frustraciones, violación, traumas infantiles, prostitución, burocracia, misoginia, mentira, pedofilia y mucho más hacen de esta cinta una oportunidad de reflexión sobre nosotros mismos y sobre la sociedad en que merecemos vivir. ¿Te veré en el desayuno? sucede en los años noventa, pero en pleno 2022 está vigente. Sinopsis: A simple vista, Cristina, Olivia, Adolfo y Ulises son hombres y mujeres comunes pero una sombría locura los descubre. Ulises, un contador de bajo rango que vive en Tacubaya, siente que esta cerca de perder su ultimo aire de juventud a los 39 años de edad. Bajo el influjo de ese pesimismo, se enamora de Cristina una prostituta discreta que esta cansada de vivir en soledad. Adolfo, el único amigo de Ulises, es un veterinario frustrado que esta obsesionado con Olivia, su joven vecina. Mientras Olivia se recupera de una violación, Adolfo encuentra la oportunidad de acercarse a ella aprovechándose de la confianza que obtiene de sus perturbados padres. Estas uniones amorosas resultan en un sombrío destino donde sus protagonistas descubren la crueldad que yace en las relaciones que nacen por error. El director: Rodrigo Pizá, director cinematográfico Rodrigo Pizá es un ejecutivo y creativo con 27 años de experiencia en la industria del entretenimiento global. Ha influido positivamente en generaciones de espectadores al distribuir contenido de forma global, programar medios y producir contenido original. Ha liderado licencias internacionales y eventos en vivo para marcas como Babar the Elephant, Johnny Test, Barney, Strawberry Shortcake y Thomas The Tank Engine. Popularizó el anime japonés y la animación prime-time South Park y Evangelion en América Latina durante su gestión y dirección creativa del Canal Locomo18
tion. Actualmente se desempeña como CEO y Presidente de Digital TV Group. Sus obra fotográfica ha sido exhibida en Londres y Nueva York, ha dirigido numerosas campañas de branding y TV promos, el reconocido video “Agua” de la banda musical Es Miranda. Co-creador de la serie de TV “El Nuevo” ganadora del premio CNTV de Chile. El escritor de la novela: Escritor Guillermo Fadanelli La obra de Guillermo Fadanelli es en buena parte autobiográfica y por ella se sabe que pasó su niñez en la colonia Portales de la Ciudad de México y que su padre lo envió a estudiar la secundaria a una escuela militarizada. Ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de México para estudiar ingeniería civil aunque finalmente se dedicó a la literatura. Funda la revista Moho en 1988, publicación que se caracteriza por su atmósfera de escarnio, rebeldía y provocación, ha promovido toda una generación de escritores nuevos. Editorial Grijalbo publica su primer libro de relatos titulado El día que la vea la voy a matar. • Premio IMPAC a la mejor novela nacional publicada en 1998, por la novela La otra cara de Rock Hudson. • Premio Nacional de Literatura 1998 por La otra cara de Rock Hudson. • Premio Colima, premio nacional a la mejor novela publicada en 2002, por la novela Lodo. • Premio Grijalbo de novela 2012, con la novela Mis mujeres muertas. • Premio Mazatlán de Literatura 2019, por el conjunto de su obra.
En: https://www.fancinetc.com
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Día 10. Blanco y negro
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Éxodo Clarisa Camargo
En tus manos he visto arder la zarza del destino: señal de humo por Dios enviada a los afligidos, esperanzados, de menesteroso corazón y tardos de encuentro. Me descalcé en tu presencia, huella pulsada en el vientre al clamor de Tierra Santa, cantando alabanzas para ti. Por debajo de tus yemas creadoras sospeché de la advertencia: vara incrustada, serpiente conversa; manantial de sangre, mis intersticios. A siete plagas siete encuentros por tres profecías, injurada: sacrificados nuestros primogénitos deviniendo en quinto día desprotegidos, sin ungir. En tus dedos he visto abrirse el océano intempestivo a dos partes para arrancar el pulso de una nota infinita, al alma.
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Perecimos, perecieron, precedentes. ¡Sálvame tal pueblo electo! ¡Azótame en la injuria de los incrédulos! ¡Vuelva a mí tu vehemencia! Castigo de idolatría perpetua. Envuélveme de gracia que cantaré abierta, satisfecha, al servicio de tu tacto con mis manos vacías llenas de ti, de mí, del encuentro. Paciente, Señor, vuelve: acuérdate de tu clemencia en los acordes del misterio mientras me ejecutas.
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Oaxapunk Eric Joch
Ropa inferior punk. Parches en los punks, punks en las calles retazos de tela, serigrafia, imágenes agresivas, frases contundentes, nombres emblemáticos. Parches plasmados sobre una vestimenta que deambula contra lo
establecido. Prendas que hablan de cosas radicales. Pensando en la imagen de aquellos seres explosivos que la sociedad industrializada comenzó a vomitar a principios de los años setentas en Europa, me detengo en la fuerza visual de muchos parches, en la manera que se han usado para apoyar proclamas, declaraciones, denuncias. Decir lo que se piensa y mostrar una actitud contestataria, no sólo en el comportamiento habitual de rechazo a las figuras de autoridad, si no también en la ropa, mostrar provocación y opinión por como te gusta que te vean los demás. Los años noventas en Méxi-
co, fueron años de efervescencia "anarcopunk", ya que además de la importancia y propagación de la música punk, fueron surgiendo agrupaciones, redes de apoyo mutuo, conciertos, fanzines, toda una comunidad, no sólo en las grades ciudades sino en diferentes zonas del norte y sur del país. Pequeños círculos de punks ácratas que convivían, hacían grupos de música, organizaban conciertos, así como diseñaban y confeccionaban parte de su vestimenta. La ciudad de Oaxaca muestra y guarda muchas evidencias de eso, aún. Recuerdo que en los años de preparatoria (finales de los noventas) muchos amigos punkis comprábamos camisetas, parches o fanzines a los pocos que los producían o reproducían. Es muy posible que la mayoría de punkis que fui conociendo, al calor de las chelas y el ruido, comprabamos parches porque eran más baratos y podías lucir diferentes a la vez. Podías opinar mucho a través de ellos, mostrar tu orgullo de rebelde punk en diferentes prendas, no sólo en tu camiseta. Guardo incluso el recuerdo de que se producían pocas camisetas, por lo tanto, podría pensar que los parches eran básicos para todo seguidor de la estridencia y el slam. 23
Sabemos que los sex pistols y demás agrupaciones de música punk sirvieron para tergiversar la expresión política de tendencias anarquistas en una simple moda. Actualmente podemos apreciar, intentando un vistazo crítico, como se fue despolitizando la ideología punki hasta convertirse en una caricatura de escaparate y desde los mismos punx se fue apagando el sentido colectivo y comunitario de las redes que se habían construido, mientras la represión policial iba repeliendo la influencia ácrata en manifestaciones de carácter o de impacto más social.
Eric Se puede argumentar que el punk sólo es una expresión pasajera de cierta juventud politizada o que sólo es un movimiento en torno a grupos de música punk que alientan a la rebelión y a la desobediencia, pero que sólo alimentan la catarsis temporal y el desahogo ante las presiones de la vida.
Que al punk no se le puede descalificar sólo porque no ha sido más político o más libertario. Que el punk no muere porque su vigencia descansa en el romanticismo de las manifestaciones callejeras, de las camisetas de "Crass", de los enfrentamientos con la policía, del "mohawk" de alguna celebridad o de la nostalgia por los tiempos de rebeldía juvenil. Como sea que fuere, la organización social de los punks fue disminuida como ha pasado con otras "subculturas" o expresiones contraculturales. Todo el despliegue de ideología en la acción colectiva para plantearle a la sociedad alternativas de vida libertarias ante la opresiva sociedad capitalista, todo el activismo de la autogestion fue rebasado por las necesidades de cada individuo punk, por su manera de enfrentar o adaptarse al sistema o quizá, también por los conflictos ideológicos. Y con eso no intento decir que el punk ya no existe o ya no hay esperanza respecto de su discurso antisistema. Aún y cuando el punk fue envuelto en toda la vorágine de sumisión pandémica, aún y con
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que el punk se escucha en spotify o se conecta online. Y aún cuando los punks no tuvieron la capacidad de rechazar la mordaza del cubrebocas sanitario sin parches, la actitud se presenta de repente, la actitud sigue ahí, en unos pocos que se oponen al autoritarismo y al poder global que ha logrado estupidizar y administrar las rebeldías. Recuerdo que al punk lo viví como una especie de virus anticapitalista que infectó a la sociedad consumista y dejó toda su propaganda impregnada en muchos lugares del mundo, acompañado de una corriente musical que impactó de manera muy
fuerte en algunos sectores sociales. El punk no sólo vive en la boutique, también lo hace en la práctica de la autogestion (hazlo tu mismo) con sentido organizativo y colectivo. Lo hace en los conciertos con sentido "no comercial" donde se respira la euforia de la rebeldía. Es evidente para mi que el punk no ha muerto, porque así como se ha venido despolitizando (fragmentando) quizá se ha transformado, multiplicado o ha tomado otras formas, pero entre tanto los parches punx seguirán apareciendo sobre chamarras y pantalones, gritando lo más radical que puedan, aunque los punks
ya no sean los mismos y sigan retando a la autoridad por todos los tiempos.
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Día 108. Doble exposición de color
Olvidamos el nombre de los días Tamara León
Olvidamos el nombre de los días. Tuvimos miedo del aire, del que respira, del que va pasando. Miedo de besos y abrazos. Miedo a las manos conocidas, miedo al tocar superficies. Miramos montañas de ataúdes en la prensa. Dejamos mesas, calles, amigos, salas de trabajo. La hierba creció en el parque y tapó los caminos. No-respires-no-respires. No…res…pi…res. En cada bocado hay nano partículas que llenarán de vacío los pulmones, bolsas desinfladas colgadas en tu espalda. En tu pecho cargarás hierro, no podrás moverte, tu cuerpo es una gelatina, un pellejo de dolor, inútilmente puede entrar algún centímetro cúbico de aire. Aire, aire, buscamos aire. Y espacio. ¿cómo podríamos tener distancia sana entre nosotros? ¿alguna vez fuimos sanos? Regalo del mundo es un abrazo, un beso, tocar tu mano. Sólo quiero eso: to-car- te. No puedo. También estás enfermo. ¿Quién le puso el nombre a los días? Recuerdo, tal vez era marzo, cerré la puerta de mi casa por muchos meses y olvidamos el nombre de los días. Los lunes eran jueves, o domingos. Hoy, es un día sin nombre. Volví a conocer a mi madre y su gusto por las plantas, regresaron carcajadas y largas pláticas en la cocina. Crecieron flores entre ladrillos, volvieron insectos, hojas, pájaros. Explotaron frutas en los árboles. Lluvias de escarabajos para anidar en la tierra. 27
Sólo yo fui por comida. ¿Lo traigo conmigo? ¿me limpié los zapatos? ¿y si la contagio? ¿podré morir? ¡pues claro! Si me enfermo no vayas a buscarme, no quiero ayuda, usen la cama y el respirador para alguien más joven o más grande que sí lo necesite. Seguramente ya me enfermé y soy inmune. Pero ¿por qué precisamente tú serías asintomática? No es posible con toda la nicotina en tu garganta. Un año esquivando la enfermedad, escondiéndome de ella en las esquinas, detrás de un pedazo de tela; las manos que taparon mi nariz, llenas de jabón y alcohol las vi craqueladas, caían a pedazos pequeños, tal vez era diciembre o enero. Esperé la vacuna como un salvavidas, un círculo amarillo en el océano flotando entre el mar de gente enferma. Lo sabía, siempre lo supe. Cuando comenzó el dolor, me estallaba la cabeza, calentura, vómito. Sin aire. Lo sentí irse. Tuve la conciencia de cómo entró en mi cuerpo, aún dormida viajó en mis venas jugando a la resbaladilla entre la nariz y la espalda. Tus ojos brillan entre la máscara y el tapabocas, dices que sólo es un trabajo, te repites eso mientras con todas tus fuerzas jalas mis deshechos patológicos, como llamó el médico a mis estructuras celulares, me introduces a la cámara en una cama de cartón. Fuego.
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Patio interior rodrigo landau
estaba cerca
movida por el viento
agarrado del oído por sus ojos blancos adentro mi olor
de la tarde la sombra exacta
A único testigo fue el instante lo que ahora es la imagen de un cuarto cálido y oscuro
sobre las puertas abatibles el reflejo en la luz de las plantas al otro día el silencio cardenal del último racimo después de la cena
cobija desnuda pómulos el ángulo obtenido la garita en un poco de suelo morder la punta líquida sin miedo en la nitidez de la noche interesan las nubes como importan de lejos los hechos del oriente o una hoja seca
estuvo bien subir a los cerros hasta el salón acústico de los árboles meciéndose un Final abierto en la historia de una caminata en la que el sendero hacia atrás se alarga hacia adelante se acorta y las figuras en la novena sobresalen entre los objetos (fragmento I/XII)
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Ciudad agónica José Capaverde (el seis)
El aire de mi ciudad son bocanadas de larvas negras y viscosas El aspecto de mi ciudad es un arco iris imaginario que cubre los colores pálidos grisáceos y negros Los hombres de mi ciudad son seres desollados que caminan autómatas hacia el despeñadero más cercano Los rostros de las mujeres de mi ciudad tienen bruñidos tótems y símbolos lágrimas milenarias ¡ah!... y una tristeza Lapidaria Los cuerpos de las prostitutas de mi ciudad tienen tatuado en su hermosa epidermis todo el dolor del mundo que extirpan a sus tristísimos clientes 31
Las nubes de mi ciudad son extrañas y caprichosas en todas sus formas sólo se ven demonios lujuriosos látigos ardientes en las espaldas de los hombres y uno que otro ángel degollado Baco es el dios más venerado en mi ciudad en procesión de "estruendoso silencio" los fervientes devotos cual seres dopados llenan de alcohol sus abismales gargantas esperando quizá que una sola gota del éxtasis divino les bañe el alma y desaparezca la nostalgia y la pena Las calles de mi ciudad son los intestinos de algún antiguo demonio donde los transeúntes como orates buscan sus respectivas cajas de electrochoques
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Día 14. pintar cor luz
Perla Ibarra
Día 42. Voyeur. Amor en tiempos de covid-19