Por Fernando Ramírez Irréversible, en francés, es esta una película del año 2002 dirigida por el argentino Noé Gaspar, en la que nos envolvemos y vemos inmiscuidos en una trama por demás bizarra, violenta y real. La película está montada en el formato flashforward, es decir, premoniciones, haciendo que la película fluya de atrás hacia adelante en cada secuencia y línea de tiempo y nos cuenta la historia de una joven pareja que recibe un golpe devastador. Protagonizada por actores de grandísimo renombre tanto en Europa como en Hollywood, Vincent Cassel (Marcus) y la por siempre hermosa Mónica Bellucci (Alex), la historia se centra en la trágica noche que experimenta esta pareja y que cambiará sus vidas para siempre.
ESTILO CAPITAL
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La cinta es increíblemente dinámica. Los planos secuencia larguísimos hacen que nos adentremos en la acción al perseguir a los personajes por las calles de París llenas de excesos, luces, drogas y tremenda violencia. En la película percibimos, en algunos casos, el lado más oscuro y perverso del hombre, pues durante el filme, vemos escenas de una intensidad poderosa, pero también vemos cosas que nos llevan al límite de las náuseas, la desesperación, la aberración y el odio. Perseguimos a un desesperado Marcus (Vincent Cassel) que lucha por encontrar al gamberro culpable de los horrores causados a su novia Alex, y que se adentra en una persecución por el bajo mundo de París. La cámara en mano y la tremenda acción existente en Irréversible, nos provoca que en varias ocasiones sintamos perturbación y experimentemos puntos de vista muy incómodos, pues los planos aberrantes abundan y la cámara es movida con poca elegancia, cosa que, desde luego, es la plena intención de Noé Gaspar.
Veredicto Al final, en conjunto, las partes que componen a esta película, logran hacerla una de las pioneras en su estilo en cuanto al cine independiente, y nos golpea para ver una clase de cine distinto, no como el hollywoodense que nos ofrece las cosas fáciles y sin tener que esforzarse en lo más mínimo para captar algo profundo; o caso contrario, el cine europeo, que en no pocas ocasiones abusa de escenas de silencio larguísimas, pero que sin embargo nos invitan a pensar y a que nosotros mismos desenredemos los misterios que el director plantea. En Irreversible ocurre diferente, uno es espectador y hasta se siente involucrado en la travesía de Marcus; las sensaciones nos abruman y nos bombardean con amor, náuseas y miedo. Ya conocemos a Noé Gaspar y su gusto por finales anticlimáticos, sin embargo, en Irreversible, el final une las partes y logra dar coherencia a todo. Una gran película para ver. Su calificación es cinco estrellas de cinco.