Hablamos con los comedores y en la iglesia, y armamos un comité de crisis. La UST, lejos de estar afectada, lo que hizo fue poner plata para la compra de la carne, de la verdura, de la fruta que se entrega ahí. Hicimos un convenio con Desarrollo Social que nos da los alimentos secos y tenemos seis puntos de merenderos y comedores en nuestro barrio y uno en la costa de Villa Domínico. Nos afectó porque nos carga un trabajo territorial que no veníamos haciendo. En el barrio, con esto del comité de crisis barrial, tenemos reuniones cada quince días en donde vamos viendo qué cosas más se pueden hacer. Esto proyecto que se inició como un “que no le falta un plato de comida a ningún vecino”, hizo que tomáramos contacto con el director del Hospital Perón de Avellaneda para empezar a armar un banquito de remedios y, cuando falta algún medicamente, lo empiezan a dar. También, se organizó otro espacio que se llama “encuentro de instituciones”, donde trabajamos lo general del barrio.
Pero la gente la está pasando mal. Las organizaciones tienen una experiencia y una capacidad de rearmarse y de reinvertarse que no tiene la sociedad en general. A veces nosotros miramos, cómo es que no se dan cuenta qué cosas pueden hacer. Pero creo que es porque hay mucho descreimiento en la política, y eso hace que cueste todo un poco más. Creo que lo que hizo esta pandemia es desnudar la necesidad de un Estado presente en políticas públicas, en todo. Si uno hubiera liberado todo al mercado, no sé qué hubiera pasado. Con todas las críticas que le puedo hacer al gobierno, no hubiesen abierto los hospitales. No se hubiesen ampliado la cantidad de hos26