(Cuento)
Diciembre, 2013 PROF. CAROLINA LÓPEZ
(Cuento de Navidad) En un tiempo muy lejano, del cual quiero acordarme cada día… Estaba una hermosa doncella sentadita en su banqueta, cuando de repente vio por su ventana, una fuerte luz que la encandiló y cuando abrió sus lindos ojos, pudo ver, que se encontraba parado frente a ella, un ser extraordinario, vestido de traje resplandeciente, con visos de oro en sus vestidos y piedras preciosas que lo adornaban, su mirada era tan tierna que podía tocar el corazón del más fuerte, sus cabellos del color de oro y su voz tan suave como la fina lana de las ovejas. Definitivamente, era un ser de otro mundo, era el mismísimo Ángel Gabriel, quien venía de parte de Dios para traerle buenas noticias a María, la hermosa doncella.
El ángel, mirando a María, le dijo: -¡Dios te ha bendecido de manera especial! El Señor está contigo. María no escondía su asombro, estaba temblando y muy asustada por aquello que sucedía ante sus ojos. El ángel le dijo: - No tengas miedo María, bendita eres entre todas las mujeres, Dios te ha dado un gran privilegio. Vas a tener un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Este niño será el ser más especial de toda la tierra, lo llamarán “Hijo del Dios Altísimo”, Dios lo hará Rey del universo, gobernará a toda la tierra y su reino será eterno, nunca tendrá fin.
María quedó más sorprendida aun y sin entender nada, le preguntó al ángel: - ¿Cómo sucederá esto porque aun no me he casado con José? Él apenas es mi prometido.
El ángel le respondió: El Dios Altísimo te cubrirá con su poder y quedarás embarazada porque el Espíritu Santo pondrá en tu vientre a Jesús. Por eso el niño vivirá completamente dedicado a Dios y será llamado “Hijo de Dios” y “Emanuel” que quiere decir Dios con nosotros, Él salvará al mundo del pecado. María le respondió: Yo soy la esclava del Señor, hágase en mí su perfecta voluntad.
Desde aquel momento María y José, después de casarse, emprendieron un largo camino hacia Belén, donde debería nacer el Salvador de la humanidad, Jesús. Al llegar a la ciudad de Belén, se habían completado los días de la gestación y el bebe estaba con muchos deseos de salir de la barriguita de su mamá. ¡Que emoción tan grande!, un príncipe estaba por nacer, el Salvador de la humanidad, el Redentor del mundo, la historia de toda la tierra estaba a punto de cambiar, el AMOR de Dios sería manifestado en todo su esplendo.
Al entrar a Belén, el bebe Rey, estaba desesperado por nacer, pateaba y pateaba la barriguita de María, pero, qué mala noticia recibirían sus padres. No había lugar para él… todos estaban ocupados, algunos durmiendo y no había lugar…
Estamos todos ocupados y todo full ยกNO HAY LUGAR!, ยกNO HAY LUGAR!, ยกNO HAY LUGAR!
Todos los lugares estaban llenos y las personas en su duro corazón, no tenían compasión de una madre embarazada que estaba a punto de dar a luz. Qué lugar más frío, con tanta gente y tan grandes casas por todos lados, pero todos tan ocupados que no se daban cuenta de la necesidad de aquella madre a punto de parir a su primer hijo. Hacía falta la presencia de Dios en los corazones de los pobladores de aquel lugar y por eso el Rey del Universo, Papa Dios, había enviado a su único Hijo Jesús, a nacer para mostrarnos a través de él, su gran AMOR hacia la nosotros. A media noche,
¡al fiiiiinnnn!
Encontraron un lugar muy
cálido pero también muy pobre, era un sencillo pesebre donde vivían
animales, vacas, mulas, ovejitas, gallinas, palomas, arañitas, y otros; pero, a su vez, en ese lugar resplandecía el AMOR de Dios en su máxima expresión. Estaba todo preparado porque era el gran día del nacimiento del Rey Jesús, el niñito Jesús, el que venía a vivir en nuestros corazones, el que siendo el Hijo único de Dios, el dueño de todo el Universo, nacería en el pobre pesebre para mostrarnos la condición de nuestros corazones, nacería esa noche para colmar el mundo de amor con su presencia.
Qué gran AMOR el de Dios por la humanidad, que ha enviado a su único Hijo para que todo aquel que en él cree, no se pierda sino que tenga vida eterna. Juan 3:16
Todos contentos celebraron el nacimiento del
gran Rey que
había nacido como los pobres pero realmente era inmensamente rico y dueño de todo el universo. Los ángeles les dijeron a los pastores que estaban cerca que fueran a ver al niño, que había nacido el Salvador y que lo hallarían envuelto en pañales, en el pesebre, junto a su madre.
Siguiendo la estrella, llegaron los Reyes con grandes regalos: ORO, MIRRA e INCIENSO. No podían creer que estaban frente a la presencia del Único y Verdadero Rey, el niñito Jesús, su Salvador y de la humanidad entera. Ellos sabían que en él serían revelados los grandes misterios que habían anunciado las Sagradas Escrituras, desde hacía más de 1.000 años.
Los Reyes dijeron que como estaba escrito, el Rey recién nacido, venía a traer PAZ y AMOR a todas las naciones de la tierra, a salvar al mundo del pecado y a mostrarnos el corazón de nuestro Dios Todopoderoso.
Que preciosa navidad, aquella en la que nació Jesús. Hoy es tiempo de celebración de su nacimiento,
alabemos al Rey con
canciones, con danzas y con fiestas porque nuestro Salvador ha nacido; vino a rescatar nuestras vidas, a darnos vida y felicidad en abundancia, a mostrarnos su PAZ y su gran AMOR. Colorín Colorado, esta historia no ha terminado. ¡Dios te bendiga!
Moraleja: Es necesario abrir nuestro corazón para recibir eternamente a Jesús y no estar como las personas de Belén que tenían endurecido su corazón, o como la gente de nuestra era que se encuentran distraídos con la Internet, celular, PSP, Nintendo, Play, Computadoras, novelas, alcohol, drogas, adulterio, compras nerviosas y muchas maldades más que pertenecen al reino de las tinieblas, personas que continuamente le dicen a Jesús “NO HAY LUGAR”. Jesús es nuestro único y suficiente Salvador y solo él puede redimir nuestra alma para darnos PAZ y salvarnos del fuego que arde eternamente y nunca apagará. Si crees que Jesús es tu Salvador, realiza esta oración: Señor Jesús, reconozco que soy un pecador y que he endurecido mi corazón y no te he dado el lugar que te corresponde, hoy reconozco que tu eres mi Salvador, que Dios te envió para librarme del pecado. Acepto el sacrificio que hiciste por mí al morir en la Cruz y te pido que escribas mi nombre en el Libro de la Vida. Abro mi corazón para que guíes mis pasos y mi vida. Amén. Amén.
(Cuento) IMPRIMIBLES PARA COLOREAR
(Cuento)
Escrito por: Lic. Carolina L贸pez Bajo la unci贸n del Santo Esp铆ritu de Dios.