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Cuando los españoles llegaron a las Américas los grupos aborígenes que habitaban el continente habían alcanzado variados niveles de desarrollo y se tiende a pensar que esas civilizaciones ejemplifican el mundo aborigen del siglo XV. Sin duda, fueron sociedades cuya cultura material nunca dejará de asombramos, y las muchas crónicas que nos dejaron los conquistadores suministran una interesante relación histórica de sus costumbres religiosas, organización política y actividades de la vida cotidiana. Sin embargo, cuando Colón y sus aventureros desembarcaron en las Antillas, este continente llevaba más de 15 mil años de estar ocupado por grupos humanos desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, y del Pacífico hasta el Atlántico; es decir, prácticamente todos los ambientes naturales y su inagotable variedad biológica ya eran conocidos y explotados por los indígenas.
A la llegada de los conquistadores al nuevo continente se encontraron con sociedades que se encontraban relativamente desarrolladas.
Lo que se sostiene con mayor seguridad es que durante la mayor parte de la era cuaternaria el continente americano estaba despoblado. Se piensa que hacia finales del Pleistoceno, aproximadamente 40.000 años, durante la cuarta fase glaciar, algunos grupos humanos llegaron hasta Alaska en busca de alimento.
Según las diversas teorías e hipótesis de algunos paleontólogos y arqueólogos afirman que el poblamiento americano provenía de Asia específicamente de la zona de Bering de donde se trasladaron a Alaska, otros sostienen que atravesaron el Pacífico pasando por polinesia y llegando a la costa del oeste de América.
Los paleontólogos y arqueólogos han analizado restos fósiles y objetos líticos (piedras) utilizados por antiguos grupos humanos de todo el continente. Los vestigios de asentamiento más antiguos datan de unos 15 mil años.
Las diferentes teorías e hipótesis a partir de esos restos presentaron tres posiciones básicas:
Posición aislacionista o evolucionista: Plantea que las civilizaciones indígenas americanas se originaron en el mismo continente. Se presentan como pruebas de estas hipótesis el cultivo de yuca, maíz, papa, quinua, ají y cacao, plantas desconocidas en otros continentes.
Los principales representantes de esta teoría son el argentino Florentino Ameginho (1854-1911) y el francés Brasseur de Bourbourg. Este planteamiento ha tenido aceptación en el mundo científico, porque se demostró que los fósiles no eran de humanos.
Posición difusionista: Sostiene que culturas paleolíticas llegaron al continente americano por el estrecho de Bering, al noroeste de Alaska. Utilizaron como vía el puente de hielo creado entre esa península y Siberia, formado a partir de la última glaciación. Por otro lado, también explica que hubo migración desde la Polinesia. Estas oleadas de contingentes humanos se distribuyeron por el continente durante cientos de años. Según la teoría, procedían de Australia, Europa y Asia, pues los aborígenes americanos guardan cierta similitud con los grupos étnicos de origen australiano malayo-polinesio.
Posición ecléctica: comparte los planteamientos de las posiciones anteriormente expuestas. Pero considera que algunos elementos culturales son autóctonos de América y que, paralelamente, llegaron aportes de otras culturas, que al fusionarse crearon lo propiamente amerindio. Es decir, que la evolución de las civilizaciones americanas desarrollo características propias derivadas del medio geográfico, conjuntamente con los aportes culturales de los grupos que se trasladaron desde hacia Asia y el Pacifico.
Los estudios más recientes realizados acerca del origen del hombre indican un postura concreta, luego de varios análisis con las técnicas más avanzadas en la estructura ADN muestran que todas las especies homo provienen de la zona sur de Africa.
Así como la naturaleza ofrecía una ecología variada, el hombre desarrolló culturas disímiles, con sistemas adaptativos adecuados a los sitios donde se habían instalado,
Al estudiar a nuestros lejanos antepasados hemos de recordar que, en gran medida, su desarrollo fue dado por la relación entre el hombre y su entorno. Lo que más llama la atención es que las grandes civilizaciones de América se desarrollaron en sitios muy difíciles: mayas, en las húmedas y poco productivas selvas del Yucatán; aztecas, en una isla en medio de un lago rodeado de enemigos; y los incas, en tierras muy elevadas y de productividad agrícola relativamente baja.
En términos de desarrollo sociopolítico y socioeconómico, las tres grandes civilizaciones del continente americano se clasifican como Estados, con presencia de gobiernos políticamente centralizados, ejércitos grandes y poderosos y diversas jerarquías políticas y sociales Pero no todas fueron así.
A la llegada de los españoles las Américas estaban pobladas por cientos de sociedades aborígenes que se hallaban en etapas intermedias de complejización que cubrían la inmensa mayoría del territorio. Estas sociedades se conocen como cacicazgos, o sociedades cacicales.
LOS OLMECAS.- La Cultura Madre de Mesoamérica. Esta sociedad se considera como la
promotora para sentar las bases para la creación de centros urbanos, las prácticas religiosas, la escritura y el comercio de materias primas.
Al ser la primera de las civilizaciones de Mesoamérica, se presume que los Olmecas inventaron varias creaciones y tradiciones incluyendo el juego de pelota mesoamericana, sacrificios humanos, escritura, la invención del número cero y el calendario
Los olmecas se regían bajo un sistema de gobierno teocrático, esto quiere decir que tenían como líder a una persona que creían era puesta por los dioses a los que rendían culto.