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4.3. Incrementar el valor comunicativo del idioma

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lingüística

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Elementos para una política de apoyo a la proyección… 149

Este planteamiento permite identifi car tres objetivos complementarios en torno a los cuales debería articularse la política de apoyo a la lengua. A saber: en primer lugar, ampliar el valor comunicativo de un idioma, incrementando el número de los hablantes en español o el conjunto de las interacciones comunicativas que se producen en el seno de esa comunidad lingüística; en segundo lugar, reducir los costes de acceso al club, facilitando que una población más amplia, procedente de otras comunidades lingüísticas, tenga la posibilidad, a reducido de coste, de adquirir competencias funcionales en el uso del idioma; por último, mejorar la reputación del club, de modo que se incrementen los benefi cios que, en términos de marcador de estatus o factor de identidad, se derivan de la pertenencia a la comunidad lingüística del español. Tres objetivos, pues, que inspirarán los tres epígrafes en los que se desarrolla el resto de este capítulo. Es interesante señalar que la clasifi cación sugerida no es muy distante de la que en su día planteara Kloss (1969) al identifi car como componentes de la planifi cación lingüística los referidos, respectivamente, al corpus de la lengua, a su proceso de adquisición y al estatus o función social que lleva aparejada.

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4.3. Incrementar el valor comunicativo del idioma

El valor de la pertenencia a un determinado club lingüístico dependerá, ante todo, del número de interacciones comunicativas que el sujeto piensa que podrá realizar en esa lengua: cuanto mayor sea la capacidad comunicativa de un idioma, mayor será el rendimiento que se le extrae a la inversión realizada en su aprendizaje. Esto es lo que explica que se trate de aprender inglés y no se muestre similar interés por el letón, por ejemplo. Se presume que el número de interacciones comunicativas que se pueden desplegar en el primer caso serán muy superiores a las

150 Valor económico del español

del segundo. Ahora bien, ¿de qué depende el número de interacciones que se realizan en una lengua?

Sin duda, en primer lugar, del número de personas que dominan ese idioma: en este caso lo relevante no es tanto el número de personas que tienen ese idioma como lengua materna cuanto el conjunto de los que lo manejan (aunque sea como segunda lengua). Es lo que hace percibir como más rentable el aprendizaje del inglés que el del hindi: no existe mucha diferencia en el número de quienes tienen cada una de estas lenguas como idioma materno, pero en cambio el número total de los hablantes (incluyendo quienes lo adquieren como segunda lengua) es muy superior en el caso del inglés. Así pues, un primer factor que condiciona el valor de pertenencia a un club lingüístico es el total de los que conocen la lengua, como dominio nativo o adquirido.

No obstante, la capacidad comunicativa de un idioma no depende solo de la dimensión absoluta del número de personas que lo habla, sino también —y en medida muy considerable— del número de interacciones comunicativas realizadas en el seno de esa comunidad. Estas últimas dependerán, a su vez, del número de transacciones económicas, de intercambios informativos y de relaciones personales e institucionales que se realicen entre los miembros de esa comunidad lingüística. Cuanto más desarrollados sean los países que hablan un idioma y mayor sea la densidad de los lazos de comunicación entre ellos, más elevado será el número de interacciones comunicativas a escala internacional que se producen en esa lengua. De nuevo, esto es lo que hace que aprender inglés sea más rentable que aprender chino mandarín: dada la hegemonía económica, científi ca y tecnológica de Estados Unidos, el número de interacciones comunicativas que se realizan en el primer idioma es hoy muy superior al de las que se realizan en el segundo.

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