8 minute read
4.6. Recapitulación
Elementos para una política de apoyo a la proyección… 181
cada una de las lenguas; el resultado de ese proceso, ya ha habido ejemplos, es una pérdida para todos.
Advertisement
Por último, el tercer ámbito que proyecta reputación sobre la lengua es el propio de las industrias culturales. En éste el idioma español parece tener una más consolidada posición internacional. Aunque hay márgenes de mejora, en buena parte de las industrias culturales se ve una pujanza de las producciones de origen hispano, que revelan una gran capacidad para proyectarse sobre el escenario internacional. A ello contribuye el vigor que la creación y su traducción industrial tienen no solo en España, sino también en el conjunto de los países latinoamericanos (Santos Redondo, 2011). Sin duda, esos logros elevan la reputación del español, mejorando su atractivo como factor de identidad y como lengua a ser aprendida por los pertenecientes a otros clubes lingüísticos.
4.6. Recapitulación
A lo largo de las páginas anteriores se han ofrecido algunos elementos que pueden ayudar al diseño y definición de una política pública de apoyo a la proyección internacional del español. Como se advirtió al comienzo, alcanzar ese objetivo trasciende el limitado perímetro de lo que cabría denominar como una política lingüística, afectando a otros ámbitos más dilatados de la política pública, como son los que remiten a la promoción cultural, el apoyo a la internacionalización de la empresa, el crecimiento económico o las relaciones internacionales, por solo citar algunos.
De esta primera observación se desprende una conclusión destacable: la promoción de la lengua no debiera ser una tarea reservada a un único y especializado departamento ministerial,
182 Valor económico del español
sino que debiera inspirar el proceder del conjunto del Gobierno. Solo de este modo se pueden impulsar de manera coordinada el conjunto de los elementos que infl uyen en la promoción internacional de un idioma. Al tiempo, al ser esta una empresa que requiere de tiempo para hacerse efectiva y que arroja benefi cios para todos cuantos son hablantes del español, sin posibilidad de exclusión, debiera considerarse como un ejemplo modélico de lo que habitualmente se conoce como una política de Estado: es decir, una política que asiente sus decisiones en consensos sociales amplios y con capacidad para trascender el limitado horizonte de los ciclos políticos.
También se advirtió al comienzo del capítulo de que el objetivo que debiera inspirar esa política pública no es convertir al español en una segunda lingua franca que compita con el inglés: semejante objetivo se considera no solo inalcanzable, sino también manifi estamente extraviado. Asumir semejante meta sería no solo vano, sino también claramente desorientador para los gestores públicos. El propósito debiera ser —más modesta pero efi cazmente— mejorar el estatus del español como lengua internacional, de modo que tenga una mayor presencia en la cartera de lenguas que, junto con el inglés, los ciudadanos consideran relevante y útil dominar en el mundo actual.
La exposición central ha girado sobre tres componentes que constituyen, al tiempo, los vectores sobre los que cabe articular una política pública de apoyo a la proyección internacional de la lengua. A saber: ampliar las capacidades comunicativas del idioma, mejorar el acceso al club lingüístico y elevar la reputación del idioma y su sentido como marcador de estatus y factor de identidad.
Por lo que se refi ere a lo primero, se ha observado que el tamaño del club de los que tienen el español como dominio
Elementos para una política de apoyo a la proyección… 183
nativo parece estar llamado a experimentar un proceso de suave pero continuada expansión en el tiempo, como consecuencia de las dinámicas demográfi cas que, sobre todo, caracterizan a los países de América Latina y al colectivo de migrantes hispanos. Sobre este ámbito, en todo caso, es poco lo que pueden hacer las políticas públicas. No obstante, la capacidad comunicativa de un idioma no depende solo del tamaño del colectivo de quienes lo hablan, sino también del número de actos comunicativos que tienen habitualmente entre ellos. Existe un amplio espacio de mejora a través de políticas públicas que se propongan la promoción de iniciativas conjuntas o de cooperación y el diálogo entre los países y las sociedades de habla española. Buena parte de esas políticas trascienden el espacio propio de una política lingüística, pero tienen un impacto indudable en el valor de uso del español, elevando su capacidad comunicativa.
Cualquier avance ahí se enfrenta, sin embargo, a dos desafíos que pueden minar la capacidad comunicativa del español en el seno de la comunidad de los que lo hablan: la existencia de otras lenguas vernáculas y el proceso de pérdida de competencias lingüísticas asociadas a la migración a países pertenecientes a otros dominios lingüísticos.
En un caso, la única vía admisible de gestión del desafío es la promoción de un equilibrado bilingüismo, que permita mantener el vigor de las lenguas vernáculas y, al tiempo, potencie el dominio sufi ciente de la lengua común. Un equilibrio, por tanto, entre la lengua (vernácula) como factor de identidad y la lengua (compartida) como herramienta de comunicación. Se trata, por tanto, de evitar el sentido de confrontación que pudiera pensarse está asociado a la presencia de dos lenguas en un mismo territorio, para potenciar a cambio las ventajas de su complementariedad. Frente a una visión que subraya el carácter excluyente y esencialista de los factores de identidad, se tra-
184 Valor económico del español
ta de construir referencias simbólicas complejas y cambiantes, basadas en factores de identidad superpuestos. Frente a la «guerra de las lenguas», la «convivencia y complementariedad» de los idiomas, impulsando las ventajas de disponer de una más amplia cartera de idiomas.
El otro caso requiere igualmente ser tratado con cuidado. No es solución tratar de que el migrante se resista a aprender el idioma del país de acogida: todo lo contrario, en bien de su futuro laboral y social, cuanto antes lo domine, mejor. Ahora bien, ese dominio puede hacer que en las segundas y terceras generaciones se produzca un proceso acelerado de pérdida de competencias en la lengua originaria de la familia. Una vía para evitar (o atenuar) ese proceso es conseguir que el bilingüismo sea valorado en el mercado laboral del país de acogida a través de la mayor facilidad de acceder al empleo o de una prima salarial asociada a esa capacidad lingüística. Para que esto suceda es clave que las economías y los agentes económicos del área hispana tengan una mayor presencia en las relaciones económicas de los países de acogida de los migrantes. Otra vía adicional para atenuar la pérdida de competencias lingüísticas de los migrantes es potenciar los espacios comunicativos de uso del español, que básicamente están asociados a las relaciones entre la diáspora y las comunidades y países de origen, por un lado, y a la vitalidad de las propias comunidades en la diáspora, por el otro.
Además de mejorar la densidad comunicativa del idioma, es necesario ampliar la dimensión del club de los que lo hablan: para ello es importante —y constituye el segundo vector señalado— reducir las barreras de acceso al club. Es decir, es necesario reducir los costes de aprendizaje del español, lo que lleva aparejado promover una oferta más amplia, accesible y atractiva de cursos de español para extranjeros. La labor que realiza el
Elementos para una política de apoyo a la proyección… 185
Instituto Cervantes es muy meritoria, especialmente si se pone en relación con la juventud de este instituto, pero claramente se encuentra muy por detrás, en recorrido, presencia, medios y amplitud, de la que realizan otros institutos semejantes como el British Council, la Alliance Française o el Goethe Institut.
Pero la ampliación de la comunidad de los hispanohablantes no es tarea solo del Instituto Cervantes. Al menos en un doble sentido: en primer lugar, porque la enseñanza del español constituye un industria rentable, que debe estar abierta, por tanto, a la iniciativa privada, que debe contribuir a conformar una oferta amplia y atractiva de aprendizaje del idioma; en segundo lugar, porque el club se amplía no solo a través de procesos formales de enseñanza, sino también a través de las vías informales que promueven actividades tan dispares como el turismo, los viajes, los productos culturales en español… Todos ellos campos en los que debe operar tanto la política pública como la iniciativa privada.
Finalmente, el tercer vector de la política pública de apoyo a una lengua debe estar encaminado a mejorar la referencia de estatus, la capacidad de reputación que aparece asociada a un idioma. Es difícil conseguir ese objetivo, ya que es el resultado de múltiples decisiones y factores que se mueven en ámbitos muy dispares. De forma genérica se ha dicho que el vigor económico, la creatividad cultural, la capacidad científi ca y tecnológica y la buena gobernanza de un país son algunos de los factores más efectivos para trasmitir reputación a una lengua. Se trata, ya se ve, de factores generales asociados al progreso económico y social de un país. Más allá de estos elementos, la política pública puede incidir en algunos factores que tienen especial impacto en la reputación de un idioma. Entre ellos se encuentran los tres siguientes: su papel como lengua en la actividad científi ca y tecnológica, en la comunicación internacio-
186 Valor económico del español
nal, con presencia en los foros de diálogo mundial, y en la creación cultural. Solo en este último ámbito el español está bien posicionado: en las otras dos áreas sería deseable una mayor acción pública.
El recorrido realizado no agota las posibles líneas de una política de promoción de la lengua. Se ha querido ofrecer, sin embargo, una metodología para el diseño de esa política y algunas medidas en las que se podría traducir el esfuerzo público. En el capítulo siguiente todavía se ofrecen algunas propuestas en ese sentido.