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El más famoso de los viajeros de la Ruta de la Seda, Marco Polo viajó por tierra a través de Persia por las montañas de Pamir y el sur del peligroso desierto de Taklamakan. La vuelta la realizó por el mar de China alrededor de Asia a Hormuz, desde donde fue por tierra entonces al Mediterráneo. Marco Polo dictó sus andanzas a un escritor profesional mientras estuvo encarcelado por las autoridades genovesas a su retorno. Muchas de sus observaciones son precisas y gracias a él Occidente oyó hablar de los caminos y los secretos de tierras remotas que durante siglos siguen fascinando al viajero occidental. El libro de Polo se conoció bien durante el Renacimiento en Europa y sirvió como un estímulo para el viaje extenso y el descubrimiento de nuevas tierras y nuevos productos. De hecho, la Ruta de la Seda conectó dos mundos diferentes gracias a un objetivo: el comercio. Los productos llegados a Turquía, viajaban después a través del Mediterráneo hasta las cortes europeas. El padre de Marco Polo y su tío ya habían realizado viajes a Asia antes del nacimiento de éste. Marco Polo tenía 6 años cuando su padre y su tío partieron hacia el este en su primer viaje a China. Y tenía 15 años cuando regresaron a Venecia para encontrar que la madre de Marco había fallecido en su ausencia. Al final de año 1271, los Polo recibieron valiosos regalos para el Gran Kan del nuevo Papa Tedaldo (Gregory X), y una vez más partieron hacia el Este llevando consigo esta vez a un joven Marco de 17 años. Ellos atravesaron Armenia, Persia, y Afganistán, hasta llegar a China, cubriendo toda la Ruta de la Seda. Polo trajo la idea del dinero de papel y el carbón a Europa e incluyó informes de incluso aquellas áreas que él no había visitado, como Japón y Madagascar-para mencionar algunos de sus logros.
Orígenes y viajes Era hijo de una familia patricia de origen dálmata, residente en Venecia. Su padre Nicolo y su tío Maffeo Polo tenían una factoría en Crimea y sostenían buenas relaciones comerciales con los soberanos mogoles del Volga y del Asia Occidental. Los ejércitos de Gengis Kan habían conquistado China, Corea, Irak, Irán, parte del Turkestán, el norte de la India y Pakistán. Tras su muerte, el imperio fue dividido entre sus herederos. Entre 1260 y 1265 los hermanos Polo fueron unos de tantos comerciantes europeos que se beneficiaron de la afición de los kanes mogoles por las cosas extranjeras, para llegar, así, hasta Kambalugh (la actual ciudad de Pekín), donde residía el Gran Kan Kublai. Emprendió junto a su padre y su hermano viaje desde Bukhoro, en Uz-
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bekistán, a China, donde permanecieron durante algunos años en Kaifeng, la capital oriental del emperador mongol Kublai Jan, y regresaron a Venecia en 1269. Dos años más tarde, realizan su segundo viaje a China. Por tierra desde Acre (Israel) a Hormuz, en la entrada del golfo Pérsico. Desde allí, hacia el norte, a través de Irán hasta el río Oxus (Amu-Darya), en Asia central. Posteriormente ascendieron por el Oxus, cruzaron Pamir y llegaron a la región de Lob Nor, en la provincia de Sinkiang (Xinjiang Uygur), en China, y por último cruzaron el desierto de Gobi y llegaron a la corte de Kublai Jan, por aquel entonces en la ciudad de Shangdu (Shang-tu), China, en 1275. Fueron los primeros europeos que visitaron la mayoría de los territorios que recorrieron durante su viaje. Marco Polo formó parte del cuerpo diplomático de Kublai Jan, y durante tres años, gobernador de la ciudad china de Yangzhou (Yangchow). Su padre y su tío fueron consejeros militares del emperador. Permanecieron en China hasta el año 1292, cuando partieron como escoltas de una princesa china en un viaje por mar hasta Irán. A este país llegaron a través de Sumatra, el sur de la India, el océano Índico, y el golfo Pérsico. Continuaron después por tierra más allá de Tabriz, en el noroeste de Irán, por la costa este del mar Negro, y de Constantinopla. Vivió dieciséis años en China y participó como embajador en las campañas militares del Emperador contra Japón, e Indonesia. Traductor e instructor en la corte, comerciante y ambicioso hombre de negocios supo captar el pensamiento oriental y sus tradiciones con el fin de traerlos algún día a Occidente. Llegaron finalmente a su ciudad, Venecia, en 1295. En el año 1298 fue capitán de una galera veneciana en la batalla que enfrentó a las flotas de Venecia y Génova. Fue apresado por los genoveses. Durante su cautiverio dictó a Rusticiano de Pisa, el relato de sus viajes, el producto fue “El libro de las maravillas del Mundo”. En 1299 fue puesto en libertad y volvió a Venecia, donde fue nombrado Miembro del Gran Consejo Veneciano, donde era conocido con el apodo de “Messer Milione”, por sus relatos sobre las inmensas riquezas de Oriente. Antes de morir escribiría de su puño y letra un segundo relato de sus aventuras en China. Su obra “Los viajes de Marco Polo”, es probablemente el libro de viaje más famoso e influyente de toda la historia. Fue la primera toma de contacto con la realidad de China, además de las primeras noticias sobre otros países como Siam (Tailandia), Japón, Java, Cochinchina (en la actu-
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alidad una parte de Vietnam), Ceilán (Sri Lanka), Tibet, India y Birmania. Sirvió de modelo para elaborar los primeros mapas fiables de Asia que se hicieron en Europa, y despertó en Cristóbal Colón el interés por el Oriente, que culminó con el descubrimiento de América en 1492, cuando pretendía llegar al Lejano Oriente que Marco Polo había descrito.
“Libro de las maravillas del Mundo” El imperio mongol era dueño absoluto de Oriente cuando, a finales del siglo XIII, Marco Polo, obligado por las circunstancias, partió de Venecia iniciando el más singular viaje de la historia, en busca de la legendaria Catay. El libro refleja las vivencias del ilustre veneciano, que comienza su narración con “La descripción del mundo” y termina diciendo a sus contemporáneos que no ha contado ni la mitad de lo que ha visto. Reinos legendarios, costumbres inauditas, seda, especias y piedras preciosas, pueblan con un esplendor de tesoro oriental una narración en la que cualquier descripción (el carbón, el harén del Gran Can, el papel moneda) adquiere tonos míticos.
Kublai-Kan Cuarto descendiente de Gengis Kan y emperador de China, soberano del estado de Yuan. Kublai-Kan era indudablemente el más culto, el más tolerante y el más agradable de todos los príncipes mogoles; era budista, había adoptado la cultura china y la había impuesto a sus súbditos; fue gran propugnador de las artes y de las ciencias y buscó el consejo de los sabios persas, árabes, chinos y europeos para todos los asuntos espirituales y administrativos. Su capital era magnífica. Reconstruyó el Gran Canal con lo que llegó a alcanzar más de 3.000 kilómetros. Esta vía interior fue comenzada por la dinastía Sui uniendo Hangzhou y la cuenca del río Amarillo, abastecía a la capital incluso cuando los piratas bloqueaban las rutas marítimas. Kublai-Kan no se impresionó por el cristianismo. “Volved junto a vuestro papa y pedirle en mi nombre que mande cien hombres bien enterados de vuestros principios para poderse enfrentar con los budistas. Que demuestren su poder venciendo a los sacerdotes budistas y poniendo de manifiesto que también disponen de fuerzas sobrenaturales. Si me dan este testimonio, me haré bautizar”.
Viaje en compañía de Marco (1271-1295) En 1271 Marco, Niccolo y Maffeo Polo se ponían en camino hacia el que sería uno de los viajes más largos a través de Oriente. Los dos monjes que se unieron a la expedición desertaron al llegar a Armenia. Marcharon hacia la ciudad de Isus, desde la pequeña Armenia hacia la Gran Armenia. Después de la Georgia y el célebre Desfiladero de Cuatro Leguas situado entre el Cáucaso y el Mar Caspio, descendieron hacia el reino de Mosul, la ciudad situada en la margen derecha del Tigris, y a Bagdad. Aparecen en Tauris y se encaminan hacia el sur, hasta Yezd, la ciudad más oriental de Persia. Alcanzan Kirman y después de cinco días entran en la llanura de Formosa y, luego en las playas del Golfo Pérsico y la ciudad de Ormuz. Atravesaron dos desiertos para llegar a Tonocain y a las regiones pobladas de traficantes y leones para ingresar en el territorio montañoso de Balacian. Hacia el norte y luego de 12 días, encontraron el territorio de Vaccan, y necesitaron otros 40 de penosa marcha para entrar en la provincia de Caschgar, transitando entre las provincias situadas entre el Altai y el Himalaya. Luego de un mes pudieron cruzar el
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desierto de Gobi y descansar en la provincia china de Tangut, tocando la ciudad de Cha-Tcheu, en el límite occidental del imperio chino. Caminaron 40 días por un desierto sin albergues ni pastos, solo para ver la ciudad tártara de Karakorum. Los 3 viajeros en la corte de Kublai Kan, cuando alcanzaban la actual Chang-tu, el viaje llegó hasta la ciudad Cambaluc o Khan-Balik, la actual Pekín.
Marco Polo y Kublai-Kan Mientras Marco permaneció en la corte del emperador, emprendió, por pedido de este, varias misiones en China, los mares de la India, Ceilán, la costa de Coromandel y Malabar, y la región de Cochinchina, aledaña a Camboya. Entre 1277 y 1280 fue nombrado gobernador de la ciudad de Yang-techen y 27 ciudades comprendidas en esa región. Durante una misión, se interno en el Tíbet. Penetró en la provincia de Carajan y después de cabalgar durante 15 días por bosques llenos de fieras salvajes, llego a la gran ciudad de Mien. A su regreso tuvo otra misión en el sudeste de China y visito Coigangui, a orillas del río Amarillo, y la actual Yang-tchen-fu, de la cual fuera después gobernador durante 3 años.
Séquito de boda real con destino a Persia (1292) Kublai quiso casar una princesa Yuan, Cograta con el ilkan de Persia, compatriota y aliado suyo, y necesitó hombres políglotos que formaran el séquito de honor de la joven dama en su viaje desde China al Asia Anterior, pasando por la India. Los Polo se brindaron a acompañar a la princesa. El emperador no pudo negárselo, puesto que la propia princesa -no se sabe por qué razones- intervino a favor de Marco. Con gran número de cortesanos embarcaron en 1292, desde el puerto de Zaitem, en una lujosa flota de carabelas imperiales y, en tres años que duró el viaje de regreso, conocieron también las islas de Java, Sumatra, Ceilán, y el reino del ilkan de Persia. Cuando estuvieron al este del Indo, en vez de subir hacia Persia se lanzaron hacia el vasto mar de Omán. Allí fueron arrastrados hasta 500 millas de la costa de Arabia y, 1000 millas al sur la flota fue impulsada hacia Madagascar, aunque seguramente sólo oyeron hablar de ella, así como de la costa africana oriental. Pasaron por Zanzíbar y la costa africana, y luego exploraron Abisinia. Siguiendo las costas de Yemen llegaron al puerto de Ormuz y Entregaron a la princesa al hijo del ilkan (éste había fallecido). Aquel viaje a través del océano Indico costó muchas víctimas. Hubo unos 600 muertos debido a la escasez de víveres y al escorbuto; y ello a pesar de que las naves chinas estaban muy bien equipadas y tenían un sistema de alojamiento y aprovisionamiento modélicos. Los tres venecianos bien escoltados siguieron por tierra a Trebizonda, de allí a Constantinopla y después a Negroponto, donde se embarcaron para Europa. Entraron en Venecia en 1295, a 24 años de su partida.
Relatos del viaje Dio algunas informaciones acerca del país de Zipangu, el archipiélago japonés, al que Kublai-Kan intentó conquistar. “Los habitantes tienen la piel clara, son cultos y tienen buenas costumbres. Poseen oro en abundancia, ya que las fuentes del país son inagotables; la riqueza del palacio real es fabulosa”. Su descripción del “Cipango de oro” fue dos siglos más tarde un estímulo importante para Colón. El mundo no se dejó convencer fácilmente con las descripciones de Marco Polo. La gente se burló de ellas. El hecho de que no encontrara quien lo creyera precisamente en una época en que los relatos de viajes fantásticos eran abundantes fue debido a su sinceridad. La gente estaba dispuesta a aceptar que los autores hablasen de cíclopes, de hombres velludos y de caníbales, pero se resistía a creer en culturas más adelantadas quizá que los estados occidentales. Viajeros posteriores (Montecorvino, Jordanes, Oderich, Marignolli, Schiltberger) confirmaron los datos de Marco Polo.
Portugal El conocimiento del Libro de Marco Polo en Portugal data de inicios del siglo XV. Don Pedro, en sus viajes por Europa, obtiene una copia manuscrita en Venecia. Con certeza se sabe que existía una copia en la biblioteca del rey Don Duarte. En el siglo XV la obra del veneciano no tiene gran interés práctico para los navegantes portugueses, además de los proyectos de Colón en busca de Catay. Es después del viaje de Vasco de Gama, cuando se constata la exactitud de muchas informaciones, cuando su venta aumenta. En 1502, Valentim Fernandes publica su primera edición impresa en portugués. La circulación de textos más modernos, como los de Duarte Barbosa y Tomé Pires eclipsan la relevancia de los textos de Marco Polo.
El Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es una enfermedad endémica en nuestro país, eso significa que es una enfermedad infecciosa que afecta de forma permanente o en determinados períodos a una región. Predomina en los meses cálidos, o sea, en primavera y verano, pero puede ocurrir también durante el resto del año. Afecta a niños pequeños: es más frecuente entre los 5 y los 30 meses, aunque se ha registrado en niños mayores.
- Síntomas La enfermedad comienza con diarrea mucosa o muco-sanguinolenta que tiñe de color rosado la materia fecal, vómitos, palidez intensa y disminución de la cantidad de orina durante la diarrea. Esto último puede ocurrir por deshidratación, consecuencia de la diarrea, o por la afectación del riñón debido a la enfermedad. En cualquier circunstancia debe ser motivo de alarma y debe consultarse de inmediato con el médico. La enfermedad puede evolucionar provocando anemia, afectación de la función renal y, en algunos casos, alteraciones neurológicas, que se manifiestan por somnolencia o irritabilidad y a veces convulsiones.
- Origen En el 90% de los casos, la afección es producida en nuestro país por una bacteria, Escherichia coli, variedad enterohemorrágica, productora de una toxina denominada Verocitotoxina o VTEC. Esta bacteria y su toxina son sensibles al calor pudiendo ser destruidas por cocción o pasteurización.
- Cómo se contagia La fuente de contagio más importante es a través de la ingesta de alimentos contaminados, los más importantes son: la carne vacuna poco cocida, la leche no pasteurizada, los productos lácteos manufacturados con leche no pasteurizada y el agua contaminada. Otra forma de contagio es “de persona a persona”, cuando una persona no se lava las manos con agua y jabón después de ir al baño y prepara los alimentos, pudiendo así contaminarlos. Por último existe la contaminación “cruzada” poniendo en contacto alimentos contaminados con otros alimentos no contaminados que se comen crudos, como la lechuga, el tomate y otros.
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-Cómo prevenirlo 1) Cocine bien la carne, especialmente la carne picada que cuando se prepara hace que las bacterias pasen al interior. En cambio, en un bife, si hay bacterias, están en la superficie y es más fácil eliminarlas con una adecuada cocción. La bacteria muere a 70º C y esta temperatura tiene que llegar en forma uniforme a todo el alimento. No nos dejemos llevar solo por el color de la superficie cocida, ya que es muy común que la carne molida cambie rápidamente de color por fuera y eso no significa que esté cocida. Esto también ocurre cuando preparamos rellenos de empanadas, por ejemplo. Es la correcta cocción del centro del alimento, que no se ve, lo que tiene que preocuparnos, ya que es fácil que se cocine menos allí, especialmente cuando se coloca inadvertidamente en la plancha o la parrilla una hamburguesa congelada. Este problema será peor cuanto más gruesa sea la preparación.No es solución comprar un buen corte de carne en su carnicería de confianza y después hacerlo moler en la picadora que se usó con otras carnes. Esto alcanza para contaminar la suya. Cuando cocine carne, aunque parezca exagerado, si tiene chicos menores de 5 años: *Cocine 3 minutos de cada lado la carne con una plancha bien caliente. Esta debe estar aproximadamente a 180 grados.
*Descongele la carne antes de cocinarla. *Tenga cuidado con la parrilla. A veces esta no ofrece una temperatura uniforme y adecuada, por lo cual la cocción deberá ser mucho más prolongada. *No use el mismo tenedor para la carne cruda y la cocida. 2) No mezcle ni toque al mismo tiempo la carne cruda y los alimentos que usted consumirá sin cocinar, como por ejemplo verduras, frutas, quesos, fiambres, pan, etc. Esto evita la contaminación “cruzada”. Evite que la carne, su jugo o los utensilios que use contaminen alimentos que luego va a comer crudos, como frutas y verduras. Cuando compre carne, use una buena bolsa. El jugo NO debe ponerse en contacto con otros alimentos. Al poner la carne en la heladera, debe estar separada de los otros alimentos. No corte verduras ni otros alimentos sobre la tabla que usa para la carne. Ésta debe ser exclusiva para carne. Los fiambres también son vehículos de la bacteria. 3)Lávese las manos antes de cocinar y luego de manipular la carne. 4) Consumir agua potable, leche hervida o pasteurizada, con una correcta cadena de frío y jugos de fruta pasteurizados. Dra Artillo Agustina Equipo de Pediatría del Centro Pediátrico Lomas Directores: Dr Jordán Eduardo, Dr Jordán Federico, Dr Jordán Fernando
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“Me duele la panza”, es una frase frecuentemente escuchada por los padres que preocupa cuando se vuelve reiterada y el niño deja de hacer sus rutinas por dicho dolor. Es uno de los motivos de consulta más frecuentes en pediatría (25%), y cerca del 15% de los escolares lo sufren semanalmente. Pero, ¿Qué es el DAR? Es una descripción de lo que siente el niño o adolescente (NO ES UN DIAGNOSTICO). Si el dolor abdominal supera un mes de duración se dice que es crónico y si se producen al menos 3 episodios de dolor lo suficientemente intensos como para afectar la actividad diaria del niño en un período mayor de 3 meses estamos ante un Dolor Abdominal Recurrente. La mayoría de los pacientes no muestran signos de enfermedad subyacente, sin embargo a menudo requieren valoración y tratamiento para aliviar temores y mejorar la calidad de vida. ¿Por qué se produce? Muchos son los diagnósticos que debe investigar el pediatra. En primer lugar debe descartar enfermedad orgánica (estructural, metabólica, infecciosa o inflamatoria). Estas son las causas menos frecuentes (inferior al 10%). Hay que diferenciar entre el dolor por somatización (requiere evaluación psicológica) del dolor funcional. EL DOLOR ABDOMINAL FUNCIONAL, lejos el más frecuente (más del 90 %), está caracterizado por síntomas gastrointestinales crónicos o recurrentes asociados a una alteración en la sensibilidad visceral y/o en la motilidad gastrointestinal. Diagnóstico: El primer paso es darle jerarquía al malestar del niño o adolescente para poder consultarlo. El interrogatorio y el examen clínico son los elementos más importantes. En cuanto al dolor se investiga: cronología, frecuencia, localización, características y síntomas asociados (vómitos, hábito evacuatorio, mareos,
f esas cosas deco
etc). Se evalúan factores precipitantes como una enfermedad viral reciente, alimentación, vínculo con el estrés y la ansiedad, relación con el ciclo menstrual y medicación. En la historia familiar se buscan enfermedades digestivas, sistémicas y trastornos psiquiátricos. Eventos estresantes de la vida (separaciones, problemas entre pares, mudanzas, nacimiento, etc). Funcionamiento familiar. SON SIGNOS DE ALARMA: la pérdida de peso, dolor localizado lejos del ombligo, distensión abdominal, el hígado o el bazo aumentados de tamaño, anomalías perianales (fisuras, ulceras). El pediatra basándose en su valoración clínica decide realizar estudios y/o consultar con especialista (gastroenterólogo, psicólogo, etc). TRATAMIENTO: Entender que el dolor es real es el principio de la terapia. La mayoría de los niños mejoran con medidas sencillas. Hay intervenciones dietéticas, farmacológicas y psicosociales. Es importante que exista una relación de confianza entre el médico, los padres y el niño o adolescente dada la recurrencia y cronicidad del dolor que puede persistir por varios años de seguimiento. En caso de estar ante un dolor orgánico debe tratarse la enfermedad de base. DRA. REARTES ANAHI, MEDICA PEDIATRA, GASTROENTEROLOGA Y HEPATOLOGA INFANTIL.
Hacen ya más de 25 años que pesco con mosca y se ha vuelto en mí, como en muchos que la practican, en una “forma de vida”. El conocido Fly Fishing crece a pasos agigantados a nivel mundial de manera revolucionaria y conservacionista. Una de las prioridades de este estilo de pesca es la devolución con vida y muy buen trato del pez capturado a su ámbito…llamado “Catch and Release” (Pesca y Devolución). Es un placer verlos nadar nuevamente en sus aguas después de darnos a los mosqueros esas dignas peleas y así los honramos…“no matándolos”.
¿Qué es la Pesca con Mosca? La Pesca con Mosca se diferencia de otros estilos o modalidades de
pesca (baitcasting - spinning –pesca con carnada) por ser la mosca una imitación o un engaño que atrae a los peces y que no posee peso propio. Esto exige que la coordinación bien sincronizada de Brazo-Caña y Línea con peso sea lo que consiga arrojar esa mosca al lugar deseado. Las moscas son anzuelos que se recubren con materiales naturales (plumas o pelos de animales) y materiales sintéticos, en miles de combinaciones y colores diferentes. Cada receta atada, sujetando el anzuelo a una morsa especial, utilizando hilos y herramientas especiales, logran que cada una sea una imitación diferente. Este proceso de atado hace que las mismas aparenten ser insectos en sus diversos estadíos entomológicos (ninfas, emergentes o adultos), como también en muchos casos imitan ser pequeños alevinos, peces de mayor tamaño, cangrejos, huevos de peces, hormigas, ranas y un sinfín de atractivos de los cuales los peces se alimentan. La mosca no posee peso propio, pues entonces allí radica el principio fundamental de esta modalidad de pesca que la diferencia del resto, desafiando a la física y a la gravedad. Ese liviano engaño debe ser arrojado con un peso que está implícito en las líneas especiales utilizadas para poder hacerlas llegar a ciertas distancias y que se miden en grains (como unidad de masa ya que el peso se mide en Newton: 1 Kg. de Masa equivale a 9,81 N de Peso) y la cual con movimientos de flexión de la caña hacia adelante y hacia atrás es impulsada arrastrando a la misma llevando consigo a la mosca en su extremo, la cual será lanzada hacia el lugar donde el pescador quiera cuando la misma sea soltada por la mano del pescador.Este solo es un resumen del lanzamiento también llamado Fly Casting. Todo esto que parece complicado se aprende en Escuelas y/o Clínicas de Fly Fishing.
Ecología y Conservacionismo: En mis clases o clínicas como en mis notas hago mucho hincapié sobre los cuidados del medioambiente. En los últimos tiempos los seres humanos en su afán de abastecer a la población mundial de su demanda
consumista ha olvidado que los recursos naturales son extinguibles. La raza humana se ha contaminado y el poder del dinero se ha priorizado salvajemente modificando no solo nuestra tierra sino la atmosfera. Aguas polucionadas, Aire intoxicado por Industrializaciones contaminantes, Deforestación indiscriminada, Desarrollos nucleares en Centros Urbanos, Comercialización de peces de Aguas internas, Masas de Hielo que van desapareciendo aumentando los niveles de los Mares y Océanos ya sea en el Polo Norte como en el Sur y un sinnúmero de atentados a nuestra propia Tierra que cada día se refleja en más Calentamiento Global, Faunas y Floras que se extinguen, Fenómenos naturales inducidos por la mano del hombre cada díamás frecuentes: Inundaciones-Olas de Fríos o Calores Extremos-Tsunamis-Terremotos-Acumulación de Residuos no Orgánicos-Tifones-Tornados-Tormentas de Nieve etc. etc. Al Gore en su película La Verdad Incómoda(The Uncomfortable Truth – 2006) ya advertía sobre esta máquina de autodestrucción. De allí a que una de mis frases preferidas sea: “Cuando se mate al último pez, se corte el ultimo árbol, se seque el ultimo rio, el hombre se dará cuenta que no podrá comerse su dinero”. Fue así que la vida fue pasando y quienes pescamos con mosca como varios otros comenzamos a no matar al pez capturado y a la vez fuimos asumiendo el compromiso de denunciar a nuestro paso toda anomalía que atente contra lo natural y cumpliendo con el deber de ambientalistas ad-honorem fuimos incorporando esta cultura como forma de vida llevándola dentro nuestro intentando cumplir un Rol que a futuro sea provechoso para nuestros descendientes, caso contrario, el Mundo en 100 años se convertirá en un Planeta caótico…ustedes imaginan al Sur del Amazonas como un Desierto? Si no se toman medidas inmediatas… esto será así…y ya no habrá vuelta atrás. Por todo esto es fundamental que se tome conciencia del grave peligro que crece día tras día en Nuestro Planeta y aprendamos normas básicas para contribuir en la sanidad del mismo. Sergio Villar – “TrOuTpHyMaN Fly Fishing School” (541153448336) “Escuela de Pesca con Mosca y Fly Fishing Travels” Facebook: TrOuTpHyMaN - Mail: troutphyman@gmail.com
Sabemos que no es fácil enseñar inglés a niños. Toma trabajo pensar y planificar actividades, elegir el libro de texto “adecuado”... Pero lo más difícil de todo es pensar en el niño y hacer cosas que lo atraigan. Por eso hay tantos chicos a los que no les gusta “el inglés”. Mis años de experiencia me han demostrado que no es así, que lo que no les gusta es la manera en la que le enseñan ese inglés. Es muy fácil elegir un libro de texto y seguirlo “a raja tabla”. No exige tiempo por parte del docente para pensar otras actividades ni para diseñar actividades específicas que se necesiten. Los niños ven las reglas gramaticales en el orden en que las presenta el libro y muchas veces ni siquiera prestando atención al verdadero contenido de la unidad… que es lo que los chicos deberían aprender. Aquí presento algunas de las claves que ellos, los chicos, me han enseñado sobre cómo enseñarles mejor inglés: Conocer a los niños:no se puede enseñar a niños sin tomarse el tiempo de conocerlos antes. Es una de las claves principales al momento de enseñar una segunda lengua. Hay que tomarse un tiempo para ver que los atrae, que les gusta y por qué no… que quieren aprender este año. Priorizar sus gustos e intereses: queremos que los chicos aprendan una segunda lengua, pero no a cualquier precio. Es fundamental que vengan interesados y que les guste lo que están haciendo. Obviamente van a aprender igual aunque vengan sin ganas o “porque es una obligación”… pero ¡qué mejor que saber que lo que están haciendo lo están disfrutando, que les gusta y que realmente tienen ganas de volver la próxima clase! Es una satisfacción tanto para docentes como para padres. ¡Jugar! ¡Leer historias! Es tan simple como eso… recordar que los niños son solo niños y que quieren jugar, divertirse y creer en un mundo de
fantasía una vez más. Ya no tienen tantos lugares donde puedan disfrutar de una simple fábula o aprender sobre insectos. Volvamos a nuestra infancia y tratemos de recordar qué es lo que nos gustaba a nosotros… si a los niños les gusta juntar hormigas ¡entonces estudiemos las hormigas! Y veamos después qué contenidos gramaticales pueden surgir del tema y qué actividades haremos. Estas dos últimas claves, a mi entender, están ligadas entre sí: Trabajar con proyectos.Una vez que conocemos a los chicos y que sabemos qué les gusta, podemos elegir con qué tema vamos a empezar y armar un proyecto especial o hacer que los chicos elijan de una serie de temas que surgen a partir de sus intereses. Pueden votar e incluso decidir el orden en que los vamos a estudiar. Los contenidos gramaticales que tanto preocupan surgirán a partir de estos proyectos y el docente tendrá que amoldar la gramática al contenido, y no viceversa. Los libros de cursos son solo herramientas. Es importante recordar que los libros de textos son solo instrumentos que nos ayudan a enseñar algunos temas, ya sean gramaticales o de contenidos. Se pueden usar actividades de distintos libros de textos o armar los proyectos a partir de historias o colecciones de historias. Estos últimos sí pueden ser los libros de los que los niños dependan un cien por ciento y que seguro tendrán más contenido significativo para ellos y, por lo tanto, perdurarán en su memoria, y por qué no… en su corazón. Jennifer Woodley, Head and Coordinator iLiveEnglish - Rivera 380 PB, Lomas de Zamora - 3968-0560
Compartimos un texto escrito en una edición de la revista El Gráfico de 1986, por el periodista Alfredo Parga. Sintetiza con valor estilístico lo que significó para el deporte argentino el quíntuple campeón del mundo de F1 que falleciera el 17 de julio de 1995. Siento la necesidad de contarte, de hablarte de Juan Manuel Fangio. Cinco veces campeón del mundo, pronto a inaugurar en vida, afortunadamente, un excepcional museo. Pudiera ser, no lo descarto, la consecuencia de una reciente visita a ese lugar y el reencuentro con valiosas piezas de la tecnología deportiva argentina lo que hizo nacer el deseo de contarte cosas. Mis cosas con Fangio ... Fangio ganó con todo lo que manejó. Como para que un muchacho como vos me pregunte rigurosamente si Fangio era tan bueno “como dicen los grandes”. Si yo me apoyara en la estadística, en la estadística fría y rigurosa que insensible acumula nombres y números codificando el mundo con la rigurosidad de una computadora, paradójicamente matemática, tendría perfectamente solucionada la ecuación. Él tiene ganados cinco títulos del mundo, una distinción que no alcanzó ningún otro deportista que en este mundo haya corrido contra el reloj sobre la tierra. Empiezo por contarte que Juan Manuel Fangio alcanzó su graduación más exquisita como hombre enamorado de los fierros después de profesar muchas horas en el aula del taller del galpón del campo. Con miles y miles de kilómetros de observación sobre la pampa húmeda, que tan bien se presta con el aromático sabor de sus bucólicas tardes, para que uno repase las cuentas y ponga en paz su alma con Dios. Se hizo en la tierra. En la huella que en su niñez llegaba casi exhausta hasta el camino real. La huella que a las pérdidas daba con el pavimento de la ruta troncal. Sobre esa masa gris, que cuando se seca genera el enemigo más mortífero del automovilista. El polvo. Una masa que, inundada, se transforma en barro. El fue descifrando desde su niñez aquel insólito, llegando a conocer hasta la industria del pantano que azotaba entonces muchas regiones de nuestro país.
Cuando un día pudo saltar a la magia de la pista, con asfaltos aterciopelados, aunque muchas de sus primeras carreras suyas fueran en parques con árboles acechantes y cordones siniestros, retozo plenamente. Si hasta confesó que le había sido fácil ganar más de una vez... Turismo de Carretera, Mecánica Nacional, Coches Especiales, Formula 1, Coches Sport ..... Marcas de renombre como Mercedes Benz, Ferrari, Maserati y otras de difundida leyenda. Algunas, armadas con el recurso salvador y folklórico del alambre colocado por su hermano Toto. Fijate que con esa obstinación paisana fue cultivando cuerpo y espíritu. Le dio un valor excepcional a la palabra y necesitado de amigos como estaba para poder despegar, hizo un culto de la amistad. Si hoy pasás por Balcarce, a más de 45 años de sus primeras aventuras contra el tiempo, te vas a encontrar con amigos que lo acompañan desde hace mas de 45 años. Con hombres que llegaron a decirme que jamás le interesaron las carreras de autos. Que en cambio, les interesaba -y les interesa- su amigo Juan Manuel Fangio. Me pierdo en la divagación porque el asombro me confunde, pero, recapitulando, tengo presente que este hombre al que el padre de Jacky Ickx calificó, allá por 1954, como el Napoleón del automovilismo deportivo, por considerarlo el primer estratega que calzaba guantes para correr un auto, este hombre -te digo- tiene una excepcional dimensión humana que corre pareja con la otra, la deportiva, más conocida. La que proclama que fue cinco veces campeón del mundo. Porque antes que eso fue campeón entre nosotros, con esa mística que es el Turismo de Carretera, cuando las carreras de entonces llegaban a 800, 900 y 1000 kilómetros. Todos los domingos. Con cinco, seis y hasta siete horas de manejo. Con etapas de apertura de Grandes Premios que lo transportaban imaginariamente a uno desde Buenos Aires a Salta o a Comodoro Rivadavia. Y
hasta Santiago de Chile. Hachando el país por caminos que exigían la entrega absoluta. ¿Sabés? Aquellos fueron los más ricos momentos de civilización que desanduvo el auto entre nosotros aquí, en mi patria LA nuestra. ¿Cómo hacía Fangio para mantenerse durante años y años en el escalón más alto? Creo que alguna vez se entretuvo con un cigarrillo, pero no llegó a fumarlo entero. De las copas, que yo sepa, no fue afecto. Como paisano que es, si -acaso- un trago de buen vino de cuando en cuando y para estar a tono si la mesa es de lo mejor y para celebrar. Y casi siempre, asado. Una vida con mucho sol desde bien temprano. Un día con otro. Y siempre. Debes saber que hay muchas formas y maneras para ser campeón. Que hasta puede integrarse para serlo, como factor constitutivo, la misma casualidad. Que en definitiva -filosofaba Ortega, y que yo sepa no lo ha desmentido nadie- el hombre es el hombre y sus circunstancias.... ¿Cuáles fueron las circunstancias de Fangio? En esa búsqueda para títulos mundiales, en un primer momento el hallazgo de una Europa que todavía estaba curando las heridas de la segunda gran guerra, con autos algo desactualizados, con una tecnología un tanto oxidada, según se pronuncia aquel excepcional director deportivo que fue Alfred Neubauer, en su libro “Hombres, mujeres y motores”, uno de mis libros de cabecera. Autos de embragues vacilantes. Coches de dimensiones descomunales, de arbitraria relación peso-potencia. De díscolos aceleradores. Sin el menor confort interior, con cubiertas angostas. Con esfuerzos anchos. Había que hamacarse; por lo menos, 500 kilómetros de una sentada, apenas refrescada con un trago de agua mineral. Incluido un tenebroso reabastecimiento de combustible. Con el aceite de ricino, participante de la mezcla, perfumando exóticamente las vecindades de los boxes. Con coches sin leyendas, que entonces identificaban a cada país. Sin el sacrilegio de mercenarias contrataciones que fueron transformándolo todo. El nuestro, el de la Argentina -¿Sabes?- deportivamente solicitaba un capot pintado de amarillo con el resto del continente de la máquina todo azul. Ahí lo estás viendo a Juan Manuel. Fijate. Dejame mostrártelo de la cabeza a los pies. Con un casco de género sobre su la cabeza, enriquecida por unas antiparras que una vez, amigos de su fama. le hurtaron impiadosamente y a las que recuperó en el camino de un reclamo hecho atendiendo al respeto que a Fangio siempre le inspiró su primer propietario (Aquiles Varzi). Una camisa de manga corta que permite la exhibición de unos brazos gruesos y fuertes rematados con guantes cortos perforados. Un pantalón celeste casi siempre común. Y sus zapatos. Muchas veces gruesos zapatos para apoyarse sobre una pedalera que, burda y tosca, servía para descansar toda la osamenta. Así estaba listo el jinete para correr. Así montaba por los años cincuenta, cuando sobrevivían pisos ciudadanos que mortificaban los huesos del hombre y desencajaban las cuadernas de la maquina. La velocidad transformaba la imagen que se estilizaba entonces. Tiempo - dichoso tiempo- cuando todavía podíamos ver desde la cintura para arriba todos los pilotos....
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¿Qué fue el mejor? Los puristas sostienen que lo mejor de Juan Manuel Fangio -y lo mejor de todos los tiempos hasta hoy- fue el Gran Premio de Alemania del ‘57. Porque lo combinó todo: estrategia, astucia, inteligencia, táctica... Porque preparó una carrera y en el camino, apareciendo otra, corrigió sobre la marcha lo estudiado para terminar ganando igual. O mejor. Porque enhebró records con una facilidad que hoy todavía no tiene paralelo. Porque sacó de sus casillas a 200.000 alemanes flemáticos congregados en el viejo Nurburgring, aquel que tenía 182 curvas por vuelta llevándolos al delirio. Aquel dibujo maldito en el que otro día se desvaneció para siempre la sonrisa buena del muchacho puro que fue “Pinocho” Marimon.... Otros, en cambio podrán hablarte de la tarde de 1955 que en el Autódromo Municipal lucía un sol de fuego, hirviente, como pintado por Fellini. Una bola incandescente que fue derrumbando uno tras otro a los pilotos de sus coches, a tal punto que hubo autos que llegaron a tener hasta cuatro corredores sentados en una misma butaca... Únicamente Fangio quemándose una pierna con un escape que se calcinaba y “Bitio Mieres”, un romántico de la velocidad que un día prefirió cambiar el estruendo de los motores por el silencio del agua, fueron los dos hombres que completaron la distancia total de aquella exasperante prueba. Ellos dos, los únicos que permanentemente giraron dentro de aquella caldera del diablo. Todavía lo estoy viendo, después de la hazaña. Bebiendo calmosamente un sorbo de agua y, como buen paisano, haciendo una pausa antes de seguir combatiendo una sed que debia estar quemarlo por dentro. Sonriendo descarnadamente. Manchada su cara de aceite, a punto de agotarse la ultima pizca de energía en la feroz demanda. Pero primero. Ganador. Otros mas, con el mas legítimo derecho, te ofrecerán la tarde de 1954 en que en ese mismo lugar el cielo se encapotó por una nube negra de la que después se descolgó un diluvio. Lo estoy oyendo. Faltaba una media hora para llevar los coches a la línea de salida -que entonces los mecánicos y el propio corredor eran los que empujaban el auto de carrera para no cansarlo ante la perspectiva del esfuerzo- cuando me confió: “Va a llover. La carrera en serio será de la mitad para adelante. Preocupate por estar alerta”. Él me aviso a mÍ. A mi impaciencia juvenil y a mi libreta. Mi primera libreta de periodista ... (A nuestro lado, también conservo a Carlos Mentiteguy, probándose unos guantes calados. Y fumando) ¿Y por qué no puede ser lo mejor aquello que terminó en luto?. Te digo que por un reglamento confusamente estructurado encaró la Buenos Aires - Caracas como todos. Con la obligación de largar al día siguiente desde la posición que ocupara en la clasificación general. Fuera a que fuera. Entonces camino de Salta -la linda- y mucho antes del calvario de Tumbes, el rezongo de un diferencial, mortificados piñón y corona, cayendo al fondo. Desde ese fondo tuvo que remontar hoy y volver a empezar mañana y al día siguiente, y al otro día... Tengo mi planilla de tiempos. Te la puedo mostrar. Lo verás superando corredores una y otra vez para volver a caer en ese abismo de cifras ordenadas y dispuestas por la fría letra reglamentaria. Hasta que se juntó todo, justo cuando empezaba a recomponerse su viaje. Un amago de revolución, un sueño interrumpido para todos, la salida a escape y de noche desde Lima, la falta de reconocimiento de un camino que al final llegaba hasta el corazón de Venezuela, un pueblito pintado de blanco y la angustia que se tiño de sangre...
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Así puedo seguir horas y horas. Días. Fangio. ¿Quién es Fangio?. Cuando las 84 Horas de Nurburgring y los Torino de la Misión Argentina paralizaron al país con una prodigiosa demostración que capitalice la referencia de aquel taximetrero que transportándome desde Adenau hasta Frankfurt, al enterarse que entonces compartía mis días con él, me refirió que Alemania había tenido grandes glorias en el automovilismo pero que todas esas glorias habían muerto después de equivocarse. Tendiéndome deferentemente la clave de la admiración sin límites que se tiene en ese país por Fangio, me regaló esta corta frase: “Él nunca cometió errores”.Lo vuelvo a ver en esa misma Alemania, unos meses atrás, apenas, cuando celebró junto a Daimler Benz su primer fresco siglo de vida (“¿Viste? El auto me lleva apenas 25 años), aplaudido por toda una multitud mientras lo presentaba orgullosamente Niki Lauda y le formaban corte audaces como Jack Brabham, Phil Hill, Mario Andretti y James Hunt, con los que disfrutó de una velada que la televisión alcanzó a los principales países del centro de Europa. Teniendo tiempo -haciéndolo- en ese preciso momento, para acercarse y saludarnos a los periodistas deportivos que allí estábamos invitados por Mercedes Benz de Argentina. ¿Sabés que el egoísmo no forma parte del bagage de Fangio? El tremendo respeto que siento por este hombre va mucho más allá de sus cinco títulos. Sus prodigiosas hazañas deportivas enriquecieron mi juventud. Hoy, mientras mis cabellos encanecen, vuelvo a encontrarme con su mirada acelerada, mientras lo recuerdo. La mirada con la que lo identifiqué siempre. Vuelven a temblar mis piernas cuando recuerdo que al retirarse de las pistas reunió a los periodistas para darles testimonio de su agradecimiento. Por haberlo acompañado en sus campañas. Por haberse ocupado de él. Por haber difundido sus cosas. ¿Lo sabías? ¿Has sabido de algo igual? De aquel selecto grupo de veinte hombres de la prensa, yo era el más joven. Y seguramente el de más rudimentarios conocimientos. El mas nuevo. A la hora de despedirse de ese mundo de las pistas y distancias, no olvido a uno solo de los que poco o mucho nos habíamos ocupado de él. Fue entregando, uno a uno, medallas bordadas en plata y oro que había traído de Italia, agradeciendo el tiempo que se le había concedido. (Después, una larga noche, fui despertado a punta de pistolas. Y entre muchas otras cosas, mala gente me despojó arbitrariamente de este trofeo. Lo que no me pudieron robar esos ladrones fueron las palabras que Fangio me entregó junto con esa medalla. “Gracias, Gracias por haberme acompañado, Contá siempre conmigo”). Juan Manuel Fangio. “Gracias a la vida”, canta la voz lacerada de Violeta Parra, desde una iluminada eternidad. Yo le doy gracias a esta bendita profesión que me permitió conocer a Fangio. Yo también puedo dar las gracias por haber compartido parte de toda esta singular historia, introducirme muchas veces de rodon en su vivencia, sin necesidad siquiera de pronunciar palabra alguna. Como el café que en silencio disfrutamos juntos, la ultima vez, en Alemana. Cuando su gris mirada paseó por encima del viejo circuito de Nurburgring. Los duendes de la velocidad, respetuosos una vez, hicieron piadosa escala en torno nuestro. Anochecía.
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Compartimos con ustedes un cuento inolvidable del gran Horacio Quiroga. En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían pescados, bichos que iban a tomar agua al río, pero sobre todo pescados. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el agua cuando había noches de luna. Todos vivían muy tranquilos y contentos. Pero una tarde, mientras dormían la siesta, un yacaré se despertó de golpe y levantó la cabeza porque creía haber sentido ruido. Prestó oídos, y lejos, muy lejos, oyó efectivamente un ruido sordo y profundo. Entonces llamó al yacaré que dormía a su lado. -¡Despiértate! -le dijo-. Hay peligro. -¿Qué cosa? -respondió el otro, alarmado. -No sé -contestó el yacaré que se había despertado primero-. Siento un ruido desconocido. El segundo yacaré oyó el ruido a su vez, y en un momento despertaron a los otros. Todos se asustaron y corrían de un lado para otro con la cola levantada. Y no era para menos su inquietud, porque el ruido crecía, crecía. Pronto vieron como una nubecita de humo a lo lejos, y oyeron un ruido de chaschas en el río como si golpearan el agua muy lejos. Los yacarés se miraban unos a otros: ¿qué podía ser aquello? Pero un yacaré viejo y sabio, el más sabio y viejo de todos, un viejo yacaré a quien no quedaban sino dos dientes sanos en los costados de la boca, y que
había hecho una vez un viaje hasta el mar, dijo de repente: -¡Yo sé lo que es! ¡Es una ballena! ¡Son grandes y echan agua blanca por la nariz! El agua cae para atrás. Al oír esto, los yacarés chiquitos comenzaron a gritar como locos de miedo, zambullendo la cabeza. Y gritaban: -¡Es una ballena! ¡Ahí viene la ballena! Pero el viejo yacaré sacudió de la cola al yacarecito que tenía más cerca. -¡No tengan miedo! -les gritó-. ¡Yo sé lo que es la ballena! ¡Ella tiene miedo de nosotros! ¡Siempre tiene miedo! Con lo cual los yacarés chicos se tranquilizaron. Pero enseguida volvieron a asustarse, porque el humo gris se cambió de repente en humo negro, y todos sintieron bien fuerte ahora el chas-chas-chas en el agua. Los yacarés, espantados, se hundieron en el río, dejando solamente fuera los ojos y la punta de la nariz. Y así vieron pasar delante de ellos aquella cosa inmensa, llena de humo y golpeando el agua, que era un vapor de ruedas que navegaba por primera vez por aquel río. El vapor pasó, se alejó y desapareció. Los yacarés entonces fueron saliendo del agua, muy enojados con el viejo yacaré, porque los había engañado, diciéndoles que eso era una ballena.
-¡Eso no es una ballena! -le gritaron en las orejas, porque era un poco sordo-. ¿Qué es eso que pasó? El viejo yacaré les explicó entonces que era un vapor, lleno de fuego, y que los yacarés se iban a morir todos si el buque seguía pasando. Pero los yacarés se echaron a reír, porque creyeron que el viejo se había vuelto loco. ¿Por qué se iban a morir ellos si el vapor seguía pasando? ¡Estaba bien loco, el pobre yacaré viejo! Y como tenían hambre, se pusieron a buscar pescados. Pero no había ni un pescado. No encontraron un solo pescado. Todos se habían ido, asustados por el ruido del vapor. No había más pescados. -¿No les decía yo? -dijo entonces el viejo yacaré-. Ya no tenemos nada que comer. Todos los pescados se han ido. Esperemos hasta mañana. Puede ser que el vapor no vuelva más, y los pescados volverán cuando no tengan más miedo. Pero al día siguiente sintieron de nuevo el ruido en el agua, y vieron pasar de nuevo al vapor, haciendo mucho ruido y largando tanto humo que oscurecía el cielo. -Bueno -dijeron entonces los yacarés-; el buque pasó ayer, pasó hoy, y pasará mañana. Ya no habrá más pescados ni bichos que vengan a tomar agua, y nos moriremos de hambre. Hagamos entonces un dique. -¡Sí, un dique! ¡Un dique! -gritaron todos, nadando a toda fuerza hacía la orilla- ¡hagamos un dique! Enseguida se pusieron a hacer el dique. Fueron todos al bosque y echaron abajo más de diez mil árboles, sobre todo lapachos y quebrachos, porque tienen la madera muy dura... Los cortaron con la especie de serrucho que los yacarés tienen encima de la cola; los empujaron hasta el agua, y los clavaron a todo lo ancho del río, a un metro uno del otro. Ningún buque podía pasar por allí, ni grande ni chico. Estaban seguros de que nadie vendría a espantar los pescados. Y como estaban muy cansados, se acostaron a dormir en la playa. Al otro día dormían todavía cuando oyeron el chas-chas-chas del vapor. Todos oyeron, pero ninguno se levantó ni abrió los ojos siquiera. ¿Qué les importaba el buque? Podía hacer todo el ruido que quisiera, por allí no iba a pasar. En efecto: el vapor estaba muy lejos todavía cuando se detuvo. Los hombres que iban adentro miraron con anteojos aquella cosa atravesada en el río y mandaron un bote a ver qué era aquello que les impedía pasar. Entonces los yacarés se levantaron y fueron al dique, y miraron por entre los palos, riéndose del chasco que se había llevado el vapor. El bote se acercó, vio el formidable dique que habían levantado los yacarés y se volvió al vapor. Pero después volvió otra vez al dique, y los hombres del bote gritaron: -¡Eh, yacarés! -¡Qué hay! -respondieron los yacarés, sacando la cabeza por entre los troncos del dique. -¡Nos está estorbando eso -continuaron los hombres. -¡Ya lo sabemos! -¡No podemos pasar! -¡Es lo que queremos! -¡Saquen el dique!
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-¡No lo sacamos! Los hombres del bote hablaron un rato en voz baja entre ellos y gritaron después: -¡Yacarés! -¿Qué hay? -contestaron ellos. -¿No lo sacan? -¡No! -¡Hasta mañana, entonces! -¡Hasta cuando quieran! Y el bote volvió al vapor, mientras los yacarés, locos de contento, daban tremendos colazos en el agua. Ningún vapor iba a pasar por allí y siempre, siempre, habría pescados. Pero al día siguiente volvió el vapor, y cuando los yacarés miraron el buque, quedaron mudos de asombro: ya no era el mismo buque. Era otro, un buque de color ratón, mucho más grande que el otro. ¿Qué nuevo vapor era ese? ¿Ese también quería pasar? No iba a pasar, no. ¡Ni ese, ni otro, ni ningún otro! -¡No, no va a pasar! -gritaron los yacarés, lanzándose al dique, cada cual a su puesto entre los troncos. El nuevo buque, como el otro, se detuvo lejos, y también como el otro bajó un bote que se acercó al dique. Dentro venían un oficial y ocho marineros. El oficial gritó: -¡Eh, yacarés! -¡Qué hay! -respondieron estos. -¿No sacan el dique? -No. -¿No? -¡No! -Está bien -dijo el oficial-. Entonces lo vamos a echar a pique a cañonazos. -¡Echen! -contestaron los yacarés. Y el bote regresó al buque. Ahora bien, ese buque de color ratón era un buque de guerra, un acorazado con terribles cañones. El viejo yacaré sabio, que había ido una vez hasta el mar, se acordó de repente, y apenas tuvo tiempo de gritar a los otros yacarés: -¡Escóndanse bajo el agua! ¡Ligero! ¡Es un buque de guerra! ¡Cuidado!
¡Escóndanse! Los yacarés desaparecieron en un instante bajo el agua y nadaron hacia la orilla, donde quedaron hundidos, con la nariz y los ojos únicamente fuera del agua. En ese mismo momento, del buque salió una gran nube blanca de humo, sonó un terrible estampido, y una enorme bala de cañón cayó en pleno dique, justo en el medio. Dos o tres troncos volaron hechos pedazos, y en seguida cayó otra bala, y otra y otra más, y cada una hacia saltar por el aire en astillas un pedazo de dique, hasta que no quedó nada del dique. Ni un tronco, ni una astilla, ni una cáscara. Todo había sido deshecho a cañonazos por el acorazado. Y los yacarés, hundidos en el agua, con los ojos y la nariz solamente fuera, vieron pasar el buque de guerra, silbando a toda fuerza. Entonces los yacarés salieron del agua y dijeron: -Hagamos otro dique mucho más grande que el otro. Y en esa misma tarde y esa noche hicieron otro dique, con troncos inmensos. Después se acostaron a dormir, cansadísimos, y estaban durmiendo todavía al día siguiente cuando el buque de guerra llegó otra vez, y el bote se acercó al dique. -¡Eh, yacarés! -gritó el oficial. -¡Qué hay! -respondieron los yacarés. -¡Saquen ese otro dique! -¡No lo sacamos! -¡Lo vamos a deshacer a cañonazos como al otro! -¡Deshagan... si pueden! Y hablaban así con orgullo porque estaban seguros de que su nuevo dique no podría ser deshecho ni por todos los cañones del mundo. Pero un rato después el buque volvió a llenarse de humo, y con un horrible estampido la bala reventó en el medio del dique, porque esta vez habían tirado con granada. La granada reventó contra los troncos, hizo saltar, despedazó, redujo a astillas las enormes vigas. La segunda reventó al lado de la primera y otro pedazo de dique voló por el aire. Y así fueron deshaciendo el dique. Y no quedó nada del dique; nada, nada. El buque de guerra pasó entonces delante de los yacarés, y los hombres
les hacían burlas tapándose la boca. -Bueno -dijeron entonces los yacarés, saliendo del agua-. Vamos a morir todos, porque el buque va a pasar siempre y los pescados no volverán. Y estaban tristes, porque los yacarés chiquitos se quejaban de hambre. El viejo yacaré dijo entonces: -Todavía tenemos una esperanza de salvarnos. Vamos a ver al SURUBÍ. Yo hice un viaje con él cuando fui hasta el mar, y tiene un torpedo. Él vio un combate entre dos buques de guerra, y trajo hasta aquí un torpedo que no reventó. Vamos a pedírselo, y aunque está muy enojado con nosotros los yacarés, tiene buen corazón y no querrá que muramos todos. El hecho es que antes, muchos años antes, los yacarés se habían comido a un sobrinito del Surubí, y este no había querido tener más relaciones con los yacarés. Pero a pesar de todo fueron corriendo a ver al Surubí, que vivía en una gruta grandísima en la orilla del río Paraná, y que dormía siempre al lado de su torpedo. Hay surubíes que tienen hasta dos metros de largo y el dueño del torpedo era uno de esos. -¡Eh, Surubí! -gritaron todos los yacarés desde la entrada de la gruta, sin atreverse a entrar por aquel asunto del sobrinito. -¿Quién me llama? -contestó el Surubí. -¡Somos nosotros, los yacarés! -No tengo ni quiero tener relación con ustedes -respondió el Surubí, de mal humor. Entonces el viejo yacaré se adelantó un poco en la gruta y dijo: -¡Soy yo, Surubí! ¡Soy tu amigo el yacaré que hizo contigo el viaje hasta el mar! Al oír esa voz conocida, el Surubí salió de la gruta. -¡Ah, no te había conocido! -le dijo cariñosamente a su viejo amigo-. ¿Qué quieres? -Venimos a pedirte el torpedo. Hay un buque de guerra que pasa por nuestro río y espanta a los pescados. Es un buque de guerra, un acorazado. Hicimos un dique, y lo echó a pique. Hicimos otro, y lo echó también a pique. Los pescados se han ido, y nos moriremos de hambre. Danos el torpedo, y lo echaremos a pique a él. El Surubí, al oír esto, pensó un largo rato, y después dijo: -Está bien; les prestaré el torpedo, aunque me acuerdo siempre de lo que hicieron con el hijo de mi hermano. ¿Quién sabe hacer reventar el torpedo? Ninguno sabía, y todos callaron. -Está bien -dijo el Surubí, con orgullo-, yo lo haré reventar. Yo sé hacer eso. Organizaron entonces el viaje. Los yacarés se ataron todos unos con otros; de la cola de uno al cuello del otro; de la cola de este al cuello
de aquel, formando así una larga cadena de yacarés que tenía más de una cuadra. El inmenso Surubí empujó el torpedo hacia la corriente y se colocó bajo él, sosteniéndolo sobre el lomo para que flotara. Y como las lianas con que estaban atados los yacarés uno detrás del otro se habían concluido, el Surubí se prendió con los dientes de la cola del último yacaré, y así emprendieron la marcha. El Surubí sostenía el torpedo, y los yacarés tiraban, corriendo por la costa. Subían, bajaban, saltaban por sobre las piedras, corriendo siempre y arrastrando al torpedo, que levantaba olas como un buque por la velocidad de la corrida. Pero a la mañana siguiente, bien temprano, llegaban al lugar donde habían construido su último dique, y comenzaron enseguida otro, pero mucho más fuerte que los anteriores, porque por consejo del Surubí colocaron los troncos bien juntos, uno al lado de otro. Era un dique realmente formidable. Hacía apenas una hora que acababan de colocar el último tronco del dique, cuando el buque de guerra apareció otra vez, y el bote con el oficial y ocho marineros se acercó de nuevo al dique. Los yacarés se treparon entonces por los troncos y asomaron la cabeza del otro lado. -¡Eh, yacarés! -gritó el oficial. -¡Qué hay! -respondieron los yacarés. -¿Otra vez el dique? -¡Sí, otra vez! -¡Saquen ese dique! -¡Nunca! -¿No lo sacan? -¡No! -Bueno; entonces, oigan -dijo el oficial-. Vamos a deshacer este dique, y para que no quieran hacer otro los vamos a deshacer después a ustedes, a cañonazos. No va a quedar ni uno solo vivo; ni grandes, ni chicos, ni gordos, ni flacos, ni jóvenes, ni viejos, como ese viejísimo yacaré que veo allí, y que no tiene sino dos dientes en los costados de la boca. El viejo y sabio yacaré, al ver que el oficial hablaba de él y se burlaba, le dijo: -Es cierto que no me quedan sino pocos dientes, y algunos rotos. ¿Pero usted sabe qué van a comer mañana estos dientes? -añadió, abriendo su inmensa boca. -¿Qué van a comer, a ver? -respondieron los marineros. -A ese oficialito -dijo el yacaré y se bajó rápidamente de su tronco. Entre tanto, el Surubí había colocado su torpedo bien en medio del dique, ordenando a cuatro yacarés que lo aseguraran con cuidado y lo hundieran en el agua hasta que él les avisara. Así lo hicieron. Enseguida, los demás yacarés se hundieron a su vez cerca de la orilla, dejando únicamente la nariz y los ojos fuera del agua. El Surubí se hundió al lado de su torpedo. De repente el buque de guerra se llenó de humo y lanzó el primer caño-
nazo contra el dique. La granada reventó justo en el centro del dique, e hizo volar en mil pedazos diez o doce troncos. Pero el Surubí estaba alerta y apenas quedó abierto el agujero en el dique, gritó a los yacarés que estaban bajo el agua sujetando el torpedo: -¡Suelten el torpedo, ligero, suelten! Los yacarés soltaron, y el torpedo vino a flor de agua. En menos del tiempo que se necesita para contarlo, el Surubí colocó el torpedo bien en el centro del boquete abierto, apuntando con un solo ojo, y poniendo en movimiento el mecanismo del torpedo, lo lanzó contra el buque. ¡Ya era tiempo! En ese instante el acorazado lanzaba su segundo cañonazo y la granada iba a reventar entre los palos, haciendo saltar en astillas otro pedazo del dique. Pero el torpedo llegaba al buque, y los hombres que estaban en él lo vieron: es decir, vieron el remolino que hace en el agua un torpedo. Dieron todos un gran grito de miedo y quisieron mover el acorazado para que el torpedo no lo tocara. Pero era tarde; el torpedo llegó, chocó con el inmenso buque bien en el centro, y reventó. No es posible darse cuenta del terrible ruido con que reventó el torpedo. Reventó, y partió el buque en quince mil pedazos; lanzó por el aire, a cuadras y cuadras de distancia, chimeneas, máquinas, cañones, lanchas, todo. Los yacarés dieron un grito de triunfo y corrieron como locos al dique. Desde allí vieron pasar por el agujero abierto por la granada a los hombres muertos, heridos y algunos vivos que la corriente del río arrastraba. Se treparon amontonados en los dos troncos que quedaban a ambos lados del boquete y cuando los hombres pasaban por allí, se burlaban tapándose la boca con las patas. No quisieron comer a ningún hombre, aunque bien lo merecían. Sólo cuando pasó uno que tenía galones de oro en el traje y que estaba vivo, el viejo yacaré se lanzó de un salto al agua, y ¡tac! en dos golpes de boca se lo comió. -¿Quién es ese? -preguntó un yacarecito ignorante. -Es el oficial -le respondió el Surubí-. Mi viejo amigo le había prometido que lo iba a comer, y se lo ha comido. Los yacarés sacaron el resto del dique, que para nada servía ya, puesto que ningún buque volvería a pasar por allí. El Surubí, que se había enamorado del cinturón y los cordones del oficial, pidió que se los regalaran, y tuvo que sacárselos de entre los dientes al viejo yacaré, pues habían quedado enredados allí. El Surubí se puso el cinturón, abrochándolo por bajo las aletas, y del extremo de sus grandes bigotes prendió los cordones de la espada. Como la piel del Surubí es muy bonita, y las manchas oscuras que tiene se parecen a las de una víbora, el Surubí nadó una hora pasando y repasando ante los yacarés, que lo admiraban con la boca abierta. Los yacarés lo acompañaron luego hasta su gruta, y le dieron las gracias infinidad de veces. Volvieron después a su paraje. Los pescados volvieron también, los yacarés vivieron y viven todavía muy felices, porque se han acostumbrado al fin a ver pasar vapores y buques que llevan naranjas. Pero no quieren saber nada de buques de guerra.
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El Príncipe Dracula, quien gobernó las tierras que en el presente conforman el país de Rumania, nació en 1431. Su lugar de nacimiento, Transilvania, es la región que fue habitada en la antigüedad por los Daco-Romanos. Habiendo sido conquistada por Roma en los años 101 a 105 DC, los Dacios, habitantes originales, al renunciar a la lucha por las tierras, permitieron su incorporación al Imperio Romano. Así la Rumania de los tiempos fue testigo de una inmigración masiva desde todos los rincones del Imperio. Localizada más allá de los montes Cárpatos y debido a su posición geográfica, Transilvania y la región entera fue vulnerable a invasiones. La invasión turca provocó muertes y enfermedades. En este clima social se inserta el joven Vlad Dracul. Ancestros del príncipe Drácula. Entre los ancestros de Vlad, Mircea El Grande, su bisabuelo, fue un famoso conquistador. Su asiento fue Valaquia, región vecina a Transilvania. Para evitar rendirse ante los turcos, Mircea el Grande firmó un tratado de alianza con Segismundo de Luxemburgo en 1935. Después del tratado, Mircea tomó parte en una cruzada conducida por Segismundo contra los otomanos. Mircea, envió a su nieto Vlad (padre de Drácula), próximo en la línea de sucesión a la corte del rey Segismundo para ser instruido en costumbres nobles desde temprana edad. Vlad como heredero al trono de Valaquia buscó la protección de Segismundo en la defensa contra los turcos. Así, Segismundo introdujo a Vlad en la Orden del Dragón, secreta sociedad fraterna para proteger al rey alemán, su familia, defender el Imperio, propagar el Catolicismo y luchar contra los turcos.
En febrero de 1431. Vlad fue hecho Caballero de la Orden del Dragón. Dentro de sus reglas, se requería el uso de dos capas: una verde, símbolo del dragón, para ser usada sobre prendas rojas que representaban la sangre de los mártires; una negra, usada sólo los viernes o durante una celebración. Adicionalmente, cada miembro debía portar un medallón con la insignia de un dragón artísticamente creado por un maestro artesano, como símbolo de la victoria de Cristo sobre las fuerzas de la oscuridad. Cuando Vlad regresó a su país natal, fue llamado “Dracul” por la nobleza terrateniente de Valaquia, como reconocimiento a su honor como miembro de la Orden del Dragón (draco en latín). Sin embargo, la gente de Valaquia en su mayoría, desconociendo el título de caballero, y viendo a un dragón en su escudo y posteriormente en sus monedas, lo llamó “Dracul” haciendo referencia a la iconografía ortodoxa en la que se representa al Diablo como dragón. Dracula fue el nombre dado por historiadores y novelistas al hijo de Vlad ya que en rumano en sufijo “a” significa “hijo de”. La familia entera de Vlad fue conocida como Dracul. Tan pronto como Vlad fue hecho caballero de la Orden del Dragón, fue declarado Príncipe de Valaquia. Sin embargo, no pudo tomar el trono en seguida puesto que su medio-hermano Alexandru Aldea había tomado posesión durante su etapa de educación en la corte de Segismundo. El Emperador nombró a Vlad como gobernador militar de Transilvania, con la tarea de proteger sus fronteras. Vlad decidió establecer su ejército en la fortaleza de Sighisoara debido a su posición central y estratégica. Vlad Dracul engendró tres hijos legítimos: el segundo hijo también fue llamado Vlad Dracul, nació en Diciembre de 1431 y se hizo famoso en el mundo como el Príncipe Drácula, El Empalador. En 1434, el rey Segismundo ordenó a Vlad formar un ejército de soldados transilvano y tomar posesión de Valaquia, dada la estrecha relación
del Príncipe Alexadru con los turcos. Vlad Dracul luchó con los turcos y en 1436 entró con su ejército en Tirgoviste, la capital de Valaquia y se convirtió en Príncipe con la autorización del Emperador. Juventud del Príncipe Dracula Para el jóven Dracula, la vida en la nueva corte de su padre fue toda una experiencia. Al llegar a la edad eligible para ser aprendiz de caballero, aprendió natación, esgrima, lucha, tiro con arco, etiqueta de la corte, y los más refinados aspectos de la equitación. También fue iniciado en las ciencias políticas, cuyos principios fueron esencialmente Maquiavélicos, porque estaba escrito que era mucho mejor para un príncipe ser temido que ser amado; esta forma de pensar debe haber moldeado fuertemente la personalidad del joven Drácula. La tradición local cuenta que Dracula era fascinado mórbidamente desde temprana edad por la ejecución de criminales en la horca. En 1437 murió Segismundo, Rey de Luxemburgo y patrón y protector de la familia Dracul, dejando a Valaquia expuesta a los crecientes asaltos y posesiones de los turcos. Así, poco después de la muerte de Segismundo, Vlad Dracul firmó un pacto de alianza con el Sultán Murad II de Turquía. Según parece, Vlad solía acompañar a Murad II en sus incursiones a Transilvania, durante las cuales hubo muerte, saqueo e incendio de villas, lo cual sin duda generó la leyenda de la naturaleza sanguinaria de la familia Dracula. Después de la muerte de su padre, el jóven Dracula fue hecho prisionero de los turcos, y sirvió como oficial en el ejército. Durante este tiempo tuvo amplia oportunidad de aprender todos los métodos de tortura empleados por las fuerzas turcas sobre los prisioneros de guerra. Entre estos métodos se encontraba el empalamiento. A pesar de todo el aprendizaje y experiencia que Dracula acumuló en la armada turca, aún era prisionero de Sultán y deseaba apoderarse del trono de Valaquia, al igual que su padre lo había hecho antes. Dracula decidió huir de la corte del Sultán turco y encontró refugio en Moldavia, estado vecino de Valaquia. Allí armó un ejército y Dracula finalmente se convirtió en el Príncipe de Valaquia en 1456. Dracula estableció su residencia principal en Tirgoviste, que fue no sólo su asiento de poder, sino también el centro de la vida social y cultural de la nación. Los nobles terratenientes formaban, por tradición, el Ayuntamiento de Valaquia sobre el cual el Príncipe dependía para órdenes y asuntos de administración y justicia. Por consiguiente, los nobles mantenían un poder superior al del regidor, y les interesaba elegir el Príncipe más débil, que se abstuviera de intervenir en las decisiones del Concejo. Dracula cambió esta situación
dramáticamente y derrocó el poder de los nobles en favor de un poder centralizado que él encabezó con puño de hierro. Dracula también buscó la venganza personal al enterarse de que los nobles habían matado a uno de sus hermanos enterrándolo vivo. La siguiente crónica Rumana cita los eventos que tuvieron lugar en la primavera de 1457: Él (Dracula) descubrió que los nobles de Tirgoviste habían enterrado vivo a uno de sus hermanos. Para saber la verdad, buscó a su hermano en la tumba y lo encontró acostado boca abajo. Así que cuando vino el día de Pascua, mientras todos los ciudadanos festejaban y los jóvenes bailaban, él los rodeó... los condujo con sus esposas e hijos, tal como estaban vestidos para la Pascua, a Poenari (asiento del famoso castillo Dracula), donde fueron puestos a trabajar hasta que sus ropas se rompieron y se quedaron desnudos. La tradición popular mantiene que Dracula primero mandó a empalar a los niños y a las esposas en el patio de su palacio, mientras que los hombres fueron encadenados y conducidos a un lugar conocido como El Nacimiento del Río, un viaje que tomó dos días. Aquí les ordenó reconstruir un antiguo castillo que se encontraba en ruinas. Dracula había dado órdenes a las villas vecinas para que construyeran hornos de ladrillo y hornos de cal. Los nobles, bajo la constante amenaza del látigo de los guardias de Dracula, formaron una cadena desde las villas donde los ladrillos eran manufacturados, hasta las paredes del castillo que laboriosamente reconstruyeron. Después Dracula creó su propia “nobleza”, en forma parecida a la mafia napolitana temprana, conformada en gran parte por hombres de origen plebeyo. Rompiendo la tradición, Dracula les entregó tierras y riquezas confiscadas, a cambio de lo cual estos hombres estarían a su completa disposición. La idea elevada de su propio poder, sin embargo, no sólo llevó a Dracula a reducir a la clase noble a algo más que obedientes sirvientes, sino que se extendió a la administración de castigos severos a quienquiera que se atreviera a ofenderlo, intencionalmente o no.
El siguiente es un relato que ha sobrevivido hasta nuestros día, de una delegación diplomática italiana que había llegado a Valaquia desde Genova. “He encontrado que algunos italianos vinieron como embajadores a su corte. Al llegar a él, removieron sus sombreros y capuchas. Debajo del sombrero, cada uno de ellos llevaba una pequeña cofia o casquete que no removieron, como era costumbre entre los italianos. Dracula les pidió explicación del hecho de haberse quitado los sombreros solamente, dejando los casquetes en sus cabezas. A lo cual respondieron, “Esta es nuestra costumbre. No estamos obligados a quitarnos nuestros casquetes bajo ninguna circunstancia, incluso en una audiencia con el sultán o el Santo Emperador Romano”. Dracula dijo entonces, “Con toda justicia, quiero fortalecer y reconocer sus costumbres”. Ellos le agradecieron, haciendo una reverencia y añadieron, “Majestad, nosotros siempre serviremos a tus intereses si nos muestras tal bondad, y alabaremos tu grandeza en todas partes”. Entonces, de manera deliberada, el tirano y asesino hizo lo siguiente: tomó algunos clavos grandes de hierro y los plantó en círculo sobre la cabeza de cada embajador. “Créanme”, les dijo mientras sus asistentes clavaban los casquetes en las cabezas de los emisarios, “esta es la forma en la que fortaleceré su costumbre”. También se dice, que para ver por sí mismo cómo el trabajo de la tierra y sus campesinos estaba progresando, Vlad Dracul, el joven, vagaba disfrazado por el campo, particularmente de noche. Él quería saber cómo vivían sus campesinos y lo que pensaban. A veces se detenía en la casa de algún campesino y le hacía preguntas. El siguiente relato testifica los métodos impuestos por el Príncipe sobre los campesinos de su hostigada tierra. “Un día, Dracula encontró a un campesino que vestía una camisa muy corta. También llamaba la atención sus pantalones tejidos en casa, que pegados a sus piernas, dejaban ver los lados de sus muslos. Cuando lo vio vestido de esta forma, Dracula inmediatamente ordenó que lo trajeran a la corte. “¿Eres casado?” le preguntó. “Sí, lo soy, su Alteza”. “Tu esposa es, con toda seguridad, una perezosa. ¡Cómo es posible que tu camisa no cubra la pantorrilla de tus piernas? Ella no merece vivir en mi reino. ¡Debe morir!” “Le ruego me disculpe, mi señor, pero estoy satisfecho con ella. Nunca sale de casa y es honesta”. “Tú te sentirás más satisfecho con otra ya que eres un hombre decente y trabajador”. Mientras tanto, dos de los hombres de Dracula le habían traído a la pobre mujer, que fue inmediatamente empalada. Entonces, trajo a otra mujer y se la entregó al viudo campesino. Dracula,
sin embargo, fue cuidadoso de mostrar a la nueva esposa lo que había sucedido a su predecesora y le explicó las razones por las cuales la difunta había provocado la ira del Príncipe. Consecuentemente, la nueva esposa trabajó tan duro que no tenía tiempo para comer. Ella se colocaba el pan en un hombro, la sal en el otro y trabajaba de esta manera. Así trató de dar mayor satisfacción a su nuevo esposo que la primera mujer para no incurrir en la maldición de Dracula. El Príncipe Dracula castigó a los los mendigos y vabagundos, muy severamente y cruel para hacer ejemplo al resto de la población con el fin de hacerlos trabajar duro y obedientes de sus reglas. Hay un ejemplo de esto, muy bien conocido, como muestra la versión rumana: Habiendo pedido a los viejos, enfermos, cojos, pobres, ciegos y vabagundos presentarse a un gran comedor en Tirgoviste, Dracula ordenó la preparación de una fiesta para ellos. El día fijado, Tirgoviste crujía debajo del peso de un gran número de mendigos que habían venido. Los sirvientes del Príncipe repartieron ropas a cada uno, y los condujeron a una gran mansión donde las mesas estaban listas. Los mendigos se maravillaron ante la generosidad del Príncipe, y comentaron entre ellos “Todo un gesto del Príncipe”. Entonces comenzó la comida. Y qué creen que vieron ante ellos: una comida tal como la que uno encontraría en la propia mesa del Príncipe, vinos y los más exquisitos manjares. Los mendigos tuvieron un banquete que se convirtió en legendario. Comieron y bebieron con glotonería. La mayoría se emborrachó. Cuando perdieron comunicación unos con otros, y se hicieron incoherentes, se enfrentaron de repente con fuego y humo por todas partes. El Príncipe había ordenado a sus sirvientes prender fuego a la casa. Los mendigos corrieron a las puertas, pero estaban cerradas. El fuego progresó. Cuando las llamas se apagaron naturalmente no había rastro de alma viviente. Tan grande era el miedo al empalamiento que el robo y otros crímenes desaparecieron completamente de todo el reino de Dracula. No fue tanto la virtud del príncipe maquiavélico, sino más bien su mente torturada lo que impusó este orden. El recuerdo de su crueldad permanece en los cuentos del folklore rumano. Después de la irresuelta muerte de Dracula, las historias de su cruel carisma fueron esparcidas por los monjes que viajaban desde Rumania hasta las provincias alemanas y austríacas. Líderes militares emularon algunas de sus técnicas guerreras, esperando tener éxito en la lucha contra los turcos. Su naturaleza sanguinaria se convirtió en el tema de las primeras historias de horror publicadas en la Europa Central del siglo XV.
Alejandro III “El Grande” rey de Macedonia (estado soberano independiente de Grecia), más conocido como Alejandro Magno, nació en Pela, capital del reino de Macedonia (parte de la actual ex Yugoslavia, al norte de Grecia) el día 21 de julio de 356 aC, en el seno de la familia del rey Filipos II de Macedonia que ascendió al trono macedonio tres años antes de su nacimiento y de Polixena de Epiro (reino de los molosos, zona aproximada a la actual Albania e hija del rey Neoptolomeo) y que con el tiempo cambió varias veces de nombre y que ha pasado a la historia como Olimpia, la madre de Alejandro Magno. Tuvo una hermana, Cleopatra, que nació dos años después que él. También tuvo varios hermanos no reconocidos como Filipos Arrideo, un hijo ilegitimo de su padre, uno de los muchos que tuvo Filipos con varias amantes. Uno de los hermanos de Magno no reconocidos por Filipos fue Tesalónice casada con Casandro que llegaría ser rey de Macedonia. Antes de morir, Filipos II se casó nuevamente con Cleopatra, la hija del general Átalo que le dio un hijo legítimo. Este matrimonio nunca fue muy bien aceptado y Alejandro llegó a enfrentarse a su padre defendiendo el honor de su madre cuando fue repudiada y cruelmente humillada, al concluir el rey, que su primera esposa le había sido infiel con el Dios Zeús, de quien Olimpia decía que era el padre de su hijo Alejandro. Olimpia dejó de ser su esposa pero logró mantener el título de reina de Macedonia por ser la madre de su legítimo hijo e inició un ciclo de conspiraciones contra su ex marido.
La educación y el carácter de un gran hombre: El joven Alejandro fue educado con una esmerada educación de un príncipe heredero, bajo las órdenes de un preceptor sin igual, el famoso filósofo macedonio, Aristóteles (384-322 aC) hijo del médico del padre de Alejandro, que de joven fue educado en Atenas, donde fue alumno de Isócrates y de Platón.
Puso mucho afán en estudiar: Matemáticas, filosofía, política, historia,
ética, literatura (era conocida su faceta poética y que con la expansión territorial que durante su vida creó, también expansionó la cultura helénica), geografía, medicina y sus materias favoritas, el arte de la guerra y el atletismo- en su tiempo de adolescente era conocido por ser un gran atleta-. Quería seguir los pasos de las leyendas de grandes héroes del mundo helénico como era seguir la figura de su padre Filipo (Philippos). Según historiadores y escritores de su época, Alejandro Magno tenía un carácter muy fuerte, serio, ambicioso, testarudo, descarado, hábil y audaz; quiso siempre imponer su voluntad sin dejarse dominar por conspiradores y por la gente que no le quería. Además de ser un viajero nato que amaba tanto las aventuras como a las mujeres y que por ello, también era muy conocido. Hacia el 329 a C su carácter empieza a cambiar considerablemente. Tal vez, llevado por el cansancio y el estrés; el estar lejos de su patria, el estar siempre de guerra y conquistando territorios sin pausa. Según los estudiosos sobre Alejandro Magno, consideraron que fue entonces cuando empezó a sufrir problemas de razonamiento que le llevaba incluso a estar siempre irritado o mismamente a llegar a librarse de todo aquel que se interponía en su camino.
Alejandro Magno y sus esposas: En el año 328 aC se casaría con la princesa Roxana – hija de un príncipe bactriano, Oxiartes- aceptando y adoptando también, costumbres sociales de Oriente medio. En el 325 aC aún casado con Roxana, se casó con Barsina o Estatira, hija de Darío en Susa (madre de su hijo Heracles) siguiendo con la costumbre de poligamia de Persia e incluso dicen que se casó también con Estacón Parysatis en el 324. Aunque se casará nuevamente, nunca renunció a Roxana, quien al morir Alejandro, nacería su hijo póstumo, el que sería Alejandro VI Aigos de Macedonia, que nació en el 323 aC y que reinaría con su tío Filipos Arrideo hasta la fecha de su muerte. Roxana y su hijo morirían asesinados en el 310 por Casandro, usurpador al trono macedonio y cuñado de Magno. Casandro era hijo de Antípatro (390-319 aC -general macedonio, hombre de confianza de Filipos II y Alejandro Magno. Al marchar a Asia en el 334, Magno le confió la regencia de su país). Este personaje acabó con toda la estirpe del conquistador, incluso con Heracles y su madre. También asesinó a dos
hombres que se declaraban ser hijos del gran macedonio. Dicen que Alejandro Magno llegó a casarse con cuatro mujeres sin esperar el fallecimiento de la anterior esposa. Estudiosos de la figura de Alejandro Magno explican en sus libros que además de ser heterosexual, él podría haber sentido atracción por su propio género. (Este tema queda apartado de esta biografía)-
El gran soldado: A los doce años participó en su primer combate junto al río Gránico. En el año 340 aC estaba ya deseoso de convertirse en heredero legal de su padre al trono de Macedonia. Filipo se pasaba gran parte de su vida en campañas y ya necesitaba dejar la regencia de Macedonia en manos de su hijo. Alejandro muy ilusionado acepta un pacto de regencia otorgado por su padre en Corintio a la edad temprana de 14 años. En el 338 aC Alejandro Magno participó en la victoria de Queronea, llevando a cabo la dirección del gobierno de la caballería macedónica. A los veinte años de edad, Alejandro Magno quedó huérfano de padre, al ser asesinado en el año 336 aC. Por aquel entonces, subió al trono Darío III Codomano de Persia, que le arrebató sus derechos al trono, proclamándose rey de Macedonia por lo que llegó ser uno de los principales enemigos de Alejandro. Poco tiempo después se hace con el poder de su país y dedicará sus primeros años a demostrar e imponer su autoridad. En el 335 aC Magno hizo campaña hacia el norte hasta el río Danubio y regresaría a Grecia donde volvían a crearse algunas revueltas por parte de algunas tierras griegas sometidas a Macedonia por las que a causa de la muerte de Filipo y la falta de Alejandro por estar de campaña quisieron independizarse del poder macedonio. Con el tiempo, Alejandro también arrasaría y conquistaría Tebas durante la campaña contra los estados griegos sublevados, demostrando su gran poder militar. Una vez apagadas las sublevaciones, Alejandro se hace nombrar –General de los griegos. Al año siguiente, en el 334, el gran Alejandro- siguiendo los pasos de su padre hacia el imperio persa- vencería al ejército de los sátrapas persas en el Granico, atravesando su río con la ayuda de 5.000 soldados de la caballería y 30.000 soldados de infantería, ganando así territorios hasta donde nunca había llegado un rey occidental. Mitídrates - yerno de Daríoy su hermano Toesaces combatieron en contra de Alejandro y de su poderoso ejército. Ambos murieron a manos de Alejandro al intentar herir al general macedonio. La batalla acabó por ser una encarnizada matanza en la que ganaron los macedonios. Alejandro Magno continuó con sus tropas dirigiéndose hacia Issos, donde ganó la batalla y continuó conquistando la costa mediterránea. Posteriormente se apoderó de las ciudades griegas de la costa y organizó los territorios conquistados. Un año después, en el 333 acabaría con las rebeliones que comenzaron a la muerte de su padre. Posteriormente en Corintio se le concedería el título de general en jefe de las tropas de la Liga cuando estaban a punto de partir hacia Asia. Con la ayuda de 50.000 hombres desembarcó en las costas de Asia Menor, cruzando la actual Turquía, a la edad de veintidós años de edad.
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Durante ese mismo año, visitaría Gordion y Ancira y continuó viaje hasta Siria. En Gordion viajó para cumplir con una leyenda: “Desatar el nudo del yugo del carro del rey Midas” y con ello conseguiría ser el dueño de Asia. Parece ser que lo logró y la leyenda de Alejandro Magno empezaría a nacer. En noviembre participó en la batalla de Isos (griegos contra persas) donde derrotaría a Dario III Codomano de Persia. En el 332 sitiaría Tiro y Gaza, la capital de los filisteos y continuó haciéndose con el poder conquistando Susa y Persépolis, acabando por tener bajo su poder todo el imperio persa. La idea de Alejandro era unificar el territorio persa con la griega y macedónica, y así unificando un mismo ejército, organizando así mismo, las famosas “Bodas de Oriente y Occidente” en la que haría casar soldados griegos con mujeres persas. Seguiría camino hacia Egipto, un lugar muy soñado por Alejandro Magno. Tenía un gran deseo de conquistarla. Una vez conquistada la tierra de los faraones, en solo cuatro meses, el macedonio prosiguió camino hasta un delta muy fértil a la parte occidental del norte de Egipto. Una vez instalado en el año 331 aC en aquel lugar la nombraría Alexandropolis (la ciudad de Alejandro) o Alejandría. Era un lugar hermoso y en ella construiría una nueva Atenas, aún más maravillosa y más importante que la metrópolis griega. En Alejandria, Magno mandaría edificar un templo dedicado al dios ZeúsAmón (en un oasis llamado “Siwa”) y en él hizo que le se reconociera como hijo de ese dios, así como siempre se había considerado desde su cuna, al estar su madre Olimpia, segura de que Zeús le había fecundado a su hijo Alejandro. Poco tiempo después se encaminó hacia Mesopotamia, aún debía ajusticiar a Darío de Persia. A mediados del año, en Mesopotamia atravesaría los ríos Eufrates y Tigris. Seguiría el famoso enfrentamiento contra el inmenso ejército del rey Darío de Persia en Gaugamela, que acabaría con el asesinato del monarca persa a manos de Besso y de sus oficiales, en Patria, durante el mes de julio cuando Darío huía de él. Así Alejandro se proclamó sucesor de Dario en el trono macedónico. Siguió camino y conquistó Babilonia y Susiana. Entró dentro del territorio persa conquistando Media y Partia. Siguió luchando contra todos los que se estaban en su contra, con diferentes pueblos y creencias hasta que llegó a Persépolis a principio del 330 donde Alejandro destruye la ciudad, incendiándola. y luego siguió hacia el mar Caspio, conquistando Hircania y la Aria y hace caer al pueblo de los nardos. En el 329 aC empezaría la Primera Guerra contra Afganistány Bessos; después de unos meses proseguiría la Segunda Guerra contra Afganistán al año siguiente. Ya cansado y después de tantas batallas decide seguir expansionando sus posesiones hasta la India, hacia donde prosigue su camino. En el 327 Alejandro Magno vive “La Conjura de los Pajes” ejecutando a
varios compañeros de su propio séquito macedónio y griego, como a su hermano Clito o a Filotas Calistenes hijo de Parmenión y sobrino del pensador griego Aristóteles, que se conjuraron en contra de Magno al unirse un grupo de hombres dirigido por el mismo Filotas; este hecho provocó que fueran juzgados y asesinados por alta traición. Poco tiempo después el macedonio empezó ser abandonado por miembros de su gran ejército. Aún así prosiguió camino hacia la India para expandir su poder por la rica Asia. En la India derrotó a un príncipe indio llamado Poros (un poderoso jefe local) en Hispades pero al final para que el macedonio no se quedara con la totalidad del poder de su país, pidió al gran Alejandro ser su vasallo, un hecho que fue aceptado por Magno. En el 326 construyó una gran flota para comenzar el trayecto para regresar a su país capitaneada por Nearco, un cretense amigo de Alejandro y siguió luchando durante el camino conquistando ciudades y poblaciones. Aquí comenzó el final de su trayectoria. Empezaba a decaer. . En el 325 está en Persia y reorganiza algunas medidas destinadas tanto para la clase alta como para los persas de a pie. Magno desea instalar la capital de su imperio en Babilonia, un lugar por el que se sentía muy atraído. En el 324 muere uno de sus mejores amigos, Ecbatana de Hefestión. El triste final de Alejandro Magno llegaría el día 13 de junio del 323 aC, cuando muere en Babilonia por la picada de un mosquito que le contagió de Paludismo unos días antes durante una fiesta. Cuando regresaba de su expedición al valle del Indo (próximo al Himalaya), cayó gravemente enfermo con fiebre alta; pocas horas después moriría. Su cuerpo sin vida fue trasladado en una gran carroza hasta Alejandría (Egipto) donde fue enterrado con todos los honores de un gran rey. Desde el año 333 aC hasta la fecha de su fallecimiento, pasaron diez años en que no pudo pisar su tierra natal, siempre de campaña. En Macedonia le sucedió en el trono Filipos Arrideo, un hijo ilegitimo de su padre y que reinó hasta el año 317 con la ayuda de su sobrino Alejandro IV. Fue asesinado por su cuñada Olimpia, madre de Alejandro Magno. En el poder le sucedieron sus generales: Seleuc, Antígon, Ptolomeu, Casandro y Lisímac. En vida llegó a crear unas 70 ciudades, destacando su favorita, Alejandría; unificaría la moneda y el comercio y abriría nuevas rutas y carreteras; crearía canales para el riego de la agricultura de su imperio y extendió sus territorios hacia Oriente, creando un gran imperio poderoso.
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