E
n esta reflexión continuamos el análisis de uno de los encuentros que Isaías tiene con Dios. Ese encuentro ha sido descrito en el capítulo seis (6) del libro que este profeta escribió. Este análisis forma parte de una batería de reflexiones acerca de encuentros con Dios que experimentaron hombres y mujeres que aparecen en la Biblia. Se trata de encuentros con Dios que nos permiten avances espirituales significativos. Por último, casi todos ellos ocurren en tiempos en los que enfrentamos crisis de los niveles más altos.
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a reflexión anterior fue el escenario en el que consideramos algunos de los planteamientos del Rdo. George Rawlison (Canónigo de la Catedral de Canterbury y Profesor de Historia antigua en Oxford)1 . De ese análisis aprendimos que el encuentro que Isaías tiene con la Divina Majestad de Dios es de tal magnitud que la fecha se le quedó grabada en su memoria; “En el año en que murió el rey Uzías…” Vimos que ese encuentro no solo es con la manifestación de la majestad del Rey de reyes. Ese encuentro incluye la revelación del carácter sublime de Dios. Esto es, lo excelso, lo eminente e inmanente (inherente a su esencia), lo extraordinario y admirable que es Dios. Ese Dios que está sentado en un trono alto y sublime no puede tener competencia alguna: Él es el único Dios.
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n adición a esto, señalamos que Rawlison añade el hecho de que hay misterios sin revelar aún en la gramática del capítulo 6 de Isaías. Lo más relevante fue saber que ese Dios, que es tan alto, majestuoso, tan sublime que no lo podemos comprender, decide hablar en medio de su revelación y nosotros somos capaces de oír su voz y sus palabras.
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oy trabajaremos con los reclamos que impone esa voz. Esa voz que se escucha en medio de la revelación reclama una respuesta. También trabajaremos con las implicaciones de este llamado, la responsabilidad y las obligaciones que se desprenden de este, así como el honor adscrito a todos aquellos que responden a esa voz. Muchos de los comentaristas bíblicos que han estudiado este pasaje concluyen que el encuentro con Dios que se describe en ese capítulo 6 de Isaías define varias cosas respecto al llamado que Dios le hace al profeta. Una de ellas es la urgencia y el lugar que Dios le asigna a la consagración de la persona a la que Él llama.
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in duda alguna que esta revelación tiene que haber provocado efectos únicos y extraordinarios en la mente de Isaías. Como ha dicho Paul Tillich, la gloria pura que revela, provoca que cualquier ser humano crea que se va a morir. La sola confrontación de la gloria excelsa del Creador de los cielos y la tierra con la consciencia de nuestra humanidad, tiene el efecto de reducir nuestros niveles de orgullo, de suficiencia y de autonomía. Es la experiencia de Abraham (Gn 18), de Moisés (Ex 33), de Manoa (Jue 13) y Saulo de Tarso (Hch 9). Isaías ha sido confrontado con el sentido de debilidad espiritual y existencial que desarrolla nuestro pecado. La conciencia de Isaías ha sido despertada por esta revelación para hacerle comprender su ineficiencia.
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ste encuentro anula toda posibilidad de entender nuestra existencia sin la Presencia de Dios. Este encuentro desata así mismo la conciencia de nuestra ineficiencia e incapacidad. Es notable que a estos que se confiesan ineficientes son los que Dios llama a ser poderosos en Su Palabra. Este encuentro re-definirá a Isaías como un “nabi,” uno cuyos labios Dios ha purificado para hacer fluir a través de ellos los torrentes de la elocuencia divina.
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ste encuentro posee unas escenas que se han convertido en paradigmas de un encuentro con Dios. La Presencia de Dios, el Trono alto y sublime, la presencia de los serafines, el temblor de tierra, el humo que llena la casa, el carbón encendido y el altar celestial de donde es levantado. Esto son solo algunos de los paradigmas más relevantes que destacan aquí. Es aquí en donde se coloca la purificación y el perdón. Una nota editorial imprescindible es que el uso del concepto paradigma no implica de manera alguna que todo lo anterior es solo una idea o un modelo. Estoy convencido de que el trono es real, así mismo los serafines, el altar, el carbón encendido y todo lo que se describe en ese capítulo seis.
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l fuego purificador que se describe aquí nos revela que no se trata de la cantidad de fuego que Dios use para este proceso de purificación y perdón. Se trata de la calidad de ese fuego. El Todopoderoso ha seleccionado a Isaías para una tarea en la que el profeta no se va a circunscribir a llevar sobre sus hombros la “shekinah” de Dios. Las palabras del Todopoderoso van a ser puestas en su boca. Estas aseveraciones nos llevan entonces a una conclusión; no hay encuentros con Dios sin propósitos y sin la asignación de responsabilidades. No hay llamados genuinos sin revelación. No hay llamados genuinos sin consagración celestial. No hay tarea asignada sin purificación y no hay purificación sin fuego; sin el “ritzpâh” que sale del altar del cielo. Un llamado genuino de Dios graba en la consciencia de la persona que ha sido llamada una sentencia irrevocable; sin Su Presencia y sin pureza solo servimos para ser considerados como muertos e inservibles.
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lgunos especialistas en este libro han concluido que Dios identifica el área de debilidad del profeta, y es esto lo que decide quemar con el fuego de su poder. Otros
han concluido que lo que sucede es que Dios impacta la totalidad de la vida de este profeta, pero decide purificar con su fuego aquello que Él va a utilizar constantemente como su instrumento. Es por esto que el llamado al ministerio es sin duda alguna una de las decisiones más serias que un ser humano puede tomar. No hay espacios allí para agendas triunfalistas ni para el cultivo a la personalidad exitosa.
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awlison destaca que sin duda alguna que el llamado es de Dios, pero la respuesta al llamado es nuestra. A renglón seguido añade que esto es tan serio que requiere que nos cuidemos de no confundir nuestros deseos con la Orden Divina, ni que nuestra vanidad cree nuestro destino, pues esto solo sería una ficción. Esto último ha sido el génesis de muchas batallas y de dolores de cabeza en el seno de la iglesia cristiana a través de nuestros 2 mil años de historia. Sabiendo esto, hay que concluir esta reflexión señalando que el llamado que vemos en el capítulo 6 del libro de Isaías posee los siguientes componentes:
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n cuestionamiento divino: “Quién” (el carácter de la persona que es debe responder para que el gobierno divino se inserte en la historia humana) Un honor electivo; “Irá” (selección sublime de privilegio, no para salvación y sí para que le sea concedido el honor y el nivel de influencia para ser testigo de Dios y boca de Su santo Espíritu). La respuesta: “Yo iré”. Isaías comenzó sus oraciones procurando consuelo y dirección para él y para su pueblo. Isaías culminó sus experiencias de ese día cambiando su agenda de súplica por una agenda de consagración, su agenda de servidor público por una de siervo del Dios viviente, su agenda para inquirir soluciones para los problemas inmediatos, por la agenda divina que lo haría ver a Dios insertarse en la historia de la humanidad.
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l Dios de Isaías se sigue revelando hoy. Ese Dios descrito en Isaías 6, el único Dios, sigue provocando encuentros hoy con hombres y mujeres. Ese Dios, nuestro Dios, quiere revelarse para confrontar a hombres y mujeres de su pueblo que luego puedan servirle como instrumentos para decirle a los pueblos que el Todopoderoso se ha insertado en nuestra historia.
Muchas felicidades a Melanie Grandoné por su cumpleaños el 3 de agosto, eres una sierva incansable que destila humildad y presencia del Señor donde quiera vas, que sigan lloviendo bendiciones del cielo sobre ti. La Iglesia AMEC Casa de Alabanza se complace en felicitar a la Hna. Nicy Esquilin diseñadora del Heraldo por su cumpleaños el 11 de agosto, gracias por poner tus talentos a producir para la gloria de Dios, eres un regalo del cielo para nosotros como iglesia.
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