18 de febrero de 2018 • Volumen XIII • No. 627
1 Señor, tú nos has sido refugio De generación en generación.
¿En dónde está Dios cuando sufrimos? ¿Por qué es que Él permite el dolor?.
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stas son algunas de las preguntas que surgen de los corazones de muchos de nosotros cuando nos toca enfrentar alguna pérdida significativa. Esta pregunta se reviste de intensidad cuando nos percatamos de que la entrada a la habitación de la eterna presencia de Dios no es una vacuna que cancela nuestras experiencias con el dolor.
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n nuestro análisis del Salmo 90 hemos aprendido que la tradición enseña que Moisés es el autor de este salmo. Moisés no estaba ajeno a la realidad de los procesos de pérdida y mucho menos a los dolores que estos producen. Las primeras pérdidas que este hombre sufre las experimenta a los tres (3) meses de haber nacido (Ex 2:1-3). No solo se trata de la pérdida del seno materno, sino la de su seguridad. No podemos obviar que el riesgo al que él fue expuesto puso en peligro su vida. Luego de esto, Moisés experimenta la pérdida de sus posiciones y sus comodidades en Egipto. Este hombre pasó de ser un príncipe con las comodidades de la corte de Faraón a ser un esclavo exiliado y fugitivo en el desierto (Ex 2:15). Esta pérdida es una muy significativa porque ocurre a los 40 años de edad. O sea, que Moisés pierde su hogar, sus posiciones y su comodidad justo cuando ha debido comenzar la etapa más productiva de su vida. Lo que esto implica es que este hombre, educado y adiestrado para ser príncipe y dueño en una corte imperial, tuvo que usar los mejores años que tenía para producir y desarrollar su tarea de vida cuidando en un desierto las ovejas de otro (Ex 3:1). or otro lado, la Biblia no dice si sus padres le acompañaron cuando el pueblo de Israel salió de Egipto. La ausencia de este dato nos hace suponer que no vivieron para ver el Éxodo. A esto hay que añadirle
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que este hombre vivió la última etapa de su vida (desde los 80 años hasta los 120) viendo amigos (Nm 14:29) y hermanos morir en el desierto (Nm 20:1; Nm 20:25-29). Esto es, murieron sin poder ver el cumplimiento de la promesa de entrar a la tierra prometida.
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or último, este hombre tiene que enfrentarse al designio divino que cancela su entrada a la tierra que fluye leche y miel (Dt 32:49-52). No hay duda alguna de que Moisés era un hombre experimentado en el manejo de las pérdidas. Todos estos procesos tienen que haberlo causado dolor. Sin embargo, es importante desatacar que Moisés no desarrolla ira contra Dios; mucho menos la propensión a dejar de servirle. Su amistad con Dios crece y sus ideas acerca del Eterno son cada vez más excelsas. Este dato engrandece y le añade “otros colores” a la aseveración con la que él da inicio al salmo 90: “Señor, tú nos has sido refugio De generación en generación.”
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adie puede realizar una expresión de esta clase sin haber sido capaz de manejar sus pérdidas y sus dolores con presupuestos y argumentos diferentes a los que comúnmente se usan. Estoy convencido de que Moisés no manejaba estos escenarios de vida formulándose las preguntas expuestas en el primer párrafo de esta reflexión. Creo que Moisés aprendió a experimentar las pérdidas y los dolores que le trajo la vida preguntándose lo siguiente:
¿Cómo puede Dios ser nuestro refugio de generación en generación en medio de las pérdidas?
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sta aseveración está sustentada por argumentos que encontramos en el salmo que estamos analizando aquí. Una lectura rápida de este nos permite recoger los siguientes datos: - El escritor de este salmo sabe que los quebrantos forman parte de la vida de todos los seres humanos (vs3). - El escritor de este salmo sabe que nuestra vida es efímera y puede ser arrebatada (vs 4-5). - El escritor de este salmo sabe que nuestra vida se seca y se corta (vs 6). - El escritor de este salmo sabe que nuestra vida será consumida y turbada (vs 7). - El escritor de este salmo sabe que nuestra vida está llena de maldades y de errores (vs8). - El escritor de este salmo sabe que nuestra vida está llena de molestias y trabajos (vs 10).
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un así, este escritor dice que Dios ha sido nuestro refugio de generación en generación. Veamos algunos detalles exegéticos que nos permitirán confirmar lo antes expuesto. Cuando el escritor de este salmo señala que nuestra vida será turbada
(vs 7) lo hace utilizando el concepto “bâhal” (H926). Este concepto puede ser traducido como temblar, alarmarse, agitarse, con palpitaciones, acelerarse, espantarse, desmayar, entre otros. Al mismo tiempo, cuando el escritor de este salmo señala que nuestra vida está llena de molestias y trabajo lo hace usando los vocablos “’âmâl” (H5999) y “’âven” (H205).
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“15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste, Y los años en que vimos el mal.”
l primero puede ser traducido como el esfuerzo que desgasta el cuerpo y/o la mente, ser miserable, dolor, tristeza, problemas y maldad, etc. El segundo puede ser traducido como jadear, ser reducido a nada, aflicción, injusticia, y ser doliente (el que pierde un ser querido) etc. Estos datos nos permiten concluir que son obvias las implicaciones que expone el escritor de ese salmo acerca del dolor y de las pérdidas. Moisés está exponiendo aquí que los dolores y las pérdidas forman parte de la vida. Este escritor está diciendo entonces que la única forma de manejar esta realidad es cuando aceptamos que Dios sea nuestro refugio de generación en generación. Es aquí que se magnifica la petición que él le hace a Dios en el verso 12: “12 Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.”
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oisés le está pidiendo a Dios que transforme el ejercicio de la oración en un salón de clases, en un aula escolar. Él está pidiendo que Dios como Maestro le enseñe a manejar estas realidades de la vida. Él le está implorando a Dios que esa experiencia de entrar a la habitación de la eterna presencia del Altísimo le capacite para
manejar la vida con sabiduría. Esto incluye las pérdidas y los dolores que ella trae. e hecho, el verso 15 de ese salmo aparenta ser una petición para que Dios permita que haya un balance entre las experiencias que nos afligen y las experiencias que nos producen alegría.
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l mismo tiempo, las peticiones de los versos 16-17 apuntan a que Moisés le está rogando a Dios que los resultados que se obtengan en la vida no sean afectados negativamente por estas experiencias que causan dolor. El escritor de este salmo le está pidiendo a Dios que estos resultados sean marcados por la confirmación (“kûn,” H3559), la dirección y/o el ordenamiento divino. “16 Aparezca en tus siervos tu obra, Y tu gloria sobre sus hijos. 17 Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros, Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros; Sí, la obra de nuestras manos confirma.”
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a seguridad de que Dios responderá a esta petición es otra de las razones para expresar que Dios ha sido nuestro refugio de generación en generación. La próxima reflexión enfocará este tema desde la perspectiva del Nuevo Testamento.
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