El Heraldo AMECCDA para el 18 de marzo de 2018

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18 de marzo de 2018 • Volumen XIII • No. 631

Parte II

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a reflexión anterior nos permitió explorar la historia de la salida del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto desde la perspectiva teológica y conductual. En esa reflexión visitamos unas expresiones del Dr. Michael Walzer1 en las que él señala que el Éxodo israelita puede ser definido como la “pedagogía del desierto.” Esto es, una escuela para el alma 2 y la conducta que provocaría la transformación de ese pueblo. Es cierto que el pueblo de Israel ya no era esclavo del faraón de Egipto, pero no es menos cierto que las descripciones que vemos en el libro del Éxodo acerca de su conducta y sus actitudes revelan que operaban con una auto-percepción de esclavos. Tan fuerte esta condición que recurrieron a dioses egipcios en medio de sus ansiedades (Éxodo 32).

puede entonces ser considerado como el recuento de las intervenciones milagrosas EharíaldeÉxodo Dios para que ese pueblo pudiera comenzar a experimentar la transformación que los verdaderamente libres. Decimos que ese es el inicio del proceso porque 40 años más

tarde Moisés les haría saber que había cosas que ellos todavía no habían entendido como pueblo (Dt 29:1-4). Esta agenda divina les llevaría a aprender a tomar decisiones, a aceptar sus obligaciones y responsabilidades, y a mantener la disciplina necesaria para sostener sus libertades.

eamos algunos ejemplos de lo expuesto en el párrafo anterior. En primer lugar, hay que V aceptar que un pueblo esclavo no está acostumbrado a tomar decisiones. Un pueblo esclavo está acostumbrado a que se las impongan. Sin embargo, el capítulo 19 del libro del Éxodo nos permite acercarnos a una asamblea convocada por Moisés (por orden divina) en la que se le explica al pueblo que deben entender que han salido de la servidumbre por coacción del faraón, al servicio mediante un pacto con Dios. Veamos lo que dice esa porción de las Sagradas Escrituras:

1 En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. 2 Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte. 3 Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: 4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. 5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. 7 Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado. 8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo.(Exodo 19:1-7). 1 Michael Walzer. 1985. Exodus and Revolution. np: BasicBooks (p.12) 2 Hetcht, Anthony, “Exile,” en “Millions of Strange Shadows” (New York: Atheneum, 1977), p.45.


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l lector se habrá percatado que aceptar ese pacto tendría como consecuencia que ellos como pueblo se convertirían en un tesoro especial de Dios y en un reino de sacerdotes y gente santa. El lector debe también subrayar que a diferencia de los pactos que Dios hizo con Abraham, Isaac, Jacob, David, etc., este pacto era uno condicionado. El pueblo de Israel experimentaría todas estas cosas si prestaba atención (“si diereis oído a mi voz”) y si respetaban las condiciones de ese pacto (“guardareis mi pacto”). ¿Quiénes estaban citados a esa asamblea? El texto del libro del Éxodo es un poco ambiguo y a veces puede dar la impresión que se trataba de una reunión de ancianos del pueblo (vs 7) y en otras que se trataba de todo el pueblo (vs 8). Sin embargo, no es así cuando el pueblo de Israel es convocado a repasar este pacto en el libro del Deuteronomio. Veamos lo que dice el capítulo 29 del libro de Deuteronomio: “1 Estas son las palabras del pacto que Jehová mandó a Moisés que celebrase con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que concertó con ellos en Horeb. 2 Moisés, pues, llamó a todo Israel, y les dijo: Vosotros habéis visto todo lo que Jehová ha hecho delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto a Faraón y a todos sus siervos, y a toda su tierra, 3 las grandes pruebas que vieron vuestros ojos, las señales y las grandes maravillas. 4 Pero hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oir. 5 Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie. 6 No habéis comido pan, ni bebisteis vino ni sidra; para que supierais que yo soy Jehová vuestro Dios. 7 Y llegasteis a este lugar, y salieron Sehón rey de Hesbón y Og rey de Basán delante de nosotros para pelear, y los derrotamos; 8 y tomamos su tierra, y la dimos por heredad a Rubén y a Gad y a la media tribu de Manasés. 9 Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que hiciereis. 10 Vosotros todos estáis hoy en presencia de Jehová vuestro Dios; los cabezas de vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, todos los varones de Israel; 11 vuestros niños, vuestras mujeres, y tus extranjeros que habitan en medio de tu campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tu agua; 12 para que entres en el pacto de Jehová tu Dios, y en su juramento, que Jehová tu Dios concierta hoy contigo, 13 para confirmarte hoy como su pueblo, y para que él te sea a ti por Dios, de la manera que él te ha dicho, y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. 14 Y no solamente con vosotros hago yo este pacto y este juramento, 15 sino con los que están aquí presentes hoy con nosotros delante de Jehová nuestro Dios, y con los que no están aquí hoy con nosotros.”

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l lector debe detenerse a observar con detenimiento los grupos convocados para esa reunión en los versos 10 y 11: • Los cabezas de las tribus • Los ancianos • Los oficiales

• Todos los varones de Israel

• Los niños

• Las mujeres

• Los extranjeros que habitaban en medio del campamento •Desde el que cortaba la leña hasta el que sacaba el agua.

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n otras palabras, Dios no permitió que Moisés ejerciera el chauvinismo ni el machismo en esa convocatoria. El propósito de esa convocatoria era llevarlos a tomar la decisión de entrar en el pacto de Jehová nuestro Dios y en su juramento para poder ser confirmados como pueblo de Dios. Los resultados incluían que Dios sería el Dios de Israel tal y como lo había prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Es muy revelador que Moisés compromete allí a las generaciones venideras (vs 14-15). Como dice la versión Traducción en Lenguaje Actual (TLA): “Pero este pacto no es solamente para nosotros. Dios se compromete también con todos “ nuestros descendientes.”

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a disciplina necesaria para poder cumplir las exigencias de los versos 14 y 15 es innegable. Vivir a la altura de las exigencias de ese pacto, o lo que Immanuel Kant llama vivir éticamente (en inglés “acting rightly”) requería que ese pueblo pudiera ser transformado. Este proceso tenía que ser uno individual para que los resultados individuales se reflejaran en su comportamiento como pueblo. Ira Chaleff ofrece una de las mejores explicaciones de los elementos que hay que considerar para que este tipo de transformación pueda desarrollarse. En su libro “The Courageous Follower, ” él nos ofrece su interpretación de estos elementos que hay que considerar.3

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haleff, quien es una de las figuras de mayor renombre mundial en la disciplina del “coaching,” explica en su libro que el proceso para la trasformación de las actitudes y el comportamiento posee los siguientes elementos:

3 Ira Chaleff, 2009. “The Courageous Follower: standing up to & for our leaders ” (3rd edition).


El proceso para la auto organización.

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l potencial de desarrollo que posee cada ser humano está amarrado al corazón o el centro (“core”) de su personalidad. Esta personalidad ha sido construida y mantenida por un proceso de ordenamiento que incluye cómo organizamos las experiencias que vivimos en virtud de la forma en que vemos o entendemos la realidad que nos rodea, cómo hemos decidido formar nuestro sentido de identidad, cómo calificamos y categorizamos nuestros valores y cuáles son los métodos que empleamos para tratar de controlar el ambiente que nos rodea. Es sobre estas bases que decidimos auto organizarnos. Los cambios en estas estructuras son muy difíciles de realizar.

La incomodidad, las amenazas y las crisis.

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haleff argumenta (al igual que todos los especialistas en la salud mental y el comportamiento) que los seres humanos generalmente mantenemos un estado de balance dinámico hasta que chocamos con una situación que sea dramáticamente nueva. Esto es, una oportunidad novedosa, un reto incomparable o único o una crisis. Cuando esto sucede, la primera reacción es tratar de acomodar estos eventos o situaciones para mantener ese balance. Para esto, usamos los mecanismos y las herramientas con las que hemos resuelto otros escenarios. De no poder conseguirlo, nuestras estructuras de vida se desentrañan y/o se deshacen. Además, los procesos de auto organización son amenazados y si fallamos, somos dejados a la merced de un “breakdown” (colapso) físico, emocional y/o mental. Chaleff añade que los dolores que produce este “breakdown” sirven la función de demandar que prestemos atención o que entendamos que necesitamos un cambio.

Resistencia

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s muy común que nos resistamos a los cambios, aun cuando sepamos que estos son necesarios o deseables. Una de las razones fundamentales que produce esta resistencia es el temor a perder algo importante de nuestras estructuras de vida. Casi siempre es el dolor, la incapacidad o la impotencia la que acaba con esta resistencia.

Desarrollo de comprensión o entendimiento

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haleff añade que una vez decidimos abrirnos a la posibilidad de los cambios, entonces comienzan los ejercicios de observación de nuestras relaciones con

nosotros mismos y con los demás. También observamos cómo nos sentimos y actuamos en situaciones particulares y generalmente observamos las consecuencias de esos sentimientos y de esas acciones. Chaleff apunta con precisión que la observación es el primer paso en el proceso de re-ingeniería que estamos experimentando. Es entonces que comenzamos a calificar lo que hemos estado viviendo y que nos ha traído hasta este proceso, qué cosas exactamente necesita éste para poder ser “servido” o manejado correctamente, cómo podemos satisfacer de manera eficiente las necesidades legítimas que hemos descubierto o que se han introducido. Además, decidimos tratar de entender los patrones de conducta y las actitudes que hemos validado hasta entonces. El proceso nos lleva sin remedio a analizar las profundidades y las fuerzas de ambos. Es aquí que nos convencemos de que más que un cambio, lo que necesitamos es una transformación (de estos patrones). Allí comenzamos a trabajar duro para lograrlo.

Voluntad para experimentar

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a apertura a la transformación nos lleva a aceptar que las formas y maneras en las que hemos manejado y hecho las cosas no son las únicas que existen. No solo esto, sino que nos percatamos que no han sido necesariamente las mejores. Es entonces que nos abrimos a explorar nuevas opciones, en ocasiones a tratar con cosas opuestas a las respuestas que habíamos intentado. Estos nuevos ensayos casi siempre avanzan muy lentamente en los procesos de insertar nuevos valores en nuestras estructuras de vida y afectar nuestro comportamiento.

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os argumentos que reseñamos aquí no le hacen justicia al trabajo de excelencia que Ira Chaleff hace en esta sección de su libro. Sin embargo, nos permiten entender un poco más lo que le sucede al pueblo de Israel durante el Éxodo. Basta añadir a lo que dice Chaleff que es Dios el que decide llevar a este pueblo al desierto. Este ambiente, carente de referentes y abundante en realidades virtuales ficticias, se convierte en el escenario, en el aula escolar para la implantación de esa agenda de transformación. En otras palabras, la pedagogía del desierto no ocurre allí por casualidad.

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na de las razones básicas para ello es que Dios sabe que los ambientes que amenazan nuestra integridad física, emocional y/o mental pueden echar al suelo gran parte de nuestras resistencias a los cambios y a las transformaciones. Al mismo tiempo, el pueblo de Israel no podía pasar mucho tiempo en ese ambiente sin tener que detenerse a analizar cuál era la realidad que


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les rodeaba en Egipto. Ahora les rodeaba el desierto; sus espejismos y su ausencia de estructuras físicas hechas por el ser humano.

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o podía pasar mucho tiempo sin que se detuvieran a evaluar la forma en la que calificaban y categorizaban sus valores allí. Los valores de la esclavitud y los de la libertad son muy distintos. En el primero te imponen el servicio y la muerte. En el segundo te dan a escoger la vida, pero con las responsabilidades de servir voluntariamente en comunidad. Es por esto, dice Walzer, que el pacto requiere que toda la población esté presente.

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alzer dice que se pacta con Dios, pero que al mismo tiempo se pacta con el prójimo4. Esta es una de las obligaciones contraídas en el pacto. Añadimos a esto que la inacción de ese pueblo hubiera sido la sentencia de un colapso total. Es por esto que la incomodidad, las amenazas y las crisis eran la orden del día. Se trata entonces de ver el desierto descrito en el Éxodo como un escenario preparado por Dios para la promoción de los cambios y de las transformaciones. ¿Qué nos puede hacer pensar que los “prontuarios” divinos han cambiado para nosotros? Nuestros desiertos poseen otros nombres, son definidos con otros adjetivos y sus acciones calificadas con otros adverbios. ¡Siguen siendo desiertos y son nuestros! La misericordia divina nos receta estos escenarios en la vida para que Dios nos pueda ofrecer y nosotros podamos aceptar Su agenda de transformación.

4 Walzer….pp. 83-89

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ún Jesucristo sufrió los suyos. El desierto más grande que sufrió nuestro Señor no fue el del lugar de la tentación (Mateo 4). Su desierto más grande fue en el Calvario. La agenda del Padre le llevó allí para transformarle, del Cordero de Dios a Rey de reyes y Señor de señores. Es por eso que los dolores que sufrió en la Cruz sirven la agenda dual de salvarnos y servirnos como modelo (Heb 12:1-4). Ahora bien, esta transformación no estará completa sin que aprendamos allí a amar a Dios mucho más de los que le amábamos antes de entrar al desierto. De esa oportunidad para aprender a amar a Dios en el desierto estaremos reflexionando durante las próximas dos (2) semanas.


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