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ANDRÉS PEÑA LOYO

conducta. En algunos casos, se experimentaba un ambiente machista y en otros, se vivía un entorno de discriminación hacia la comunidad LGBTIQ+. En uno de esos casos, renuncié por eso”, dice.

Cuando se encontró en un equipo de trabajo en el que su orientación sexual no era un tema para generar diferencias, decidió levantar la voz. “Pensé que si en un área de la compañía en donde yo trabajaba no era problema ser yo, seguramente, iba a poder lograr, de la mano de más colegas, permear el mismo ambiente al resto de la compañía”. Así, se acercó a las personas que le supieron guiar en la construcción de apartados de DEI y que creyeron en que estos temas podían traer un cambio positivo a la empresa.

Ahora, forma parte de un equipo de comunicación que se encarga de generar influencia dentro y fuera de la compañía. “Igualmente, desde el lugar que ocupo en el comité multidisciplinario que se encarga de revisar y aprobar la comunicación que Amex envía a sus distintas audiencias, tengo como prioridad darle visibilidad a la comunidad LGBTIQ+, a las mujeres, a grupos subrepresentados y mostrar las diferentes facetas que pueden vivir, en lo personal y profesionales”.

Andrés Peña Loyo asegura que la industria legal se ha transformado en los últimos años para generar espacios más diversos con políticas reales de inclusión, aunque a un ritmo más lento que otros sectores. “Sin embargo, la comunidad LGBTIQ+ ha quedado rezagada en estos esfuerzos. Desde mi posición, he trabajado para poner temas relevantes de la agenda en la mesa de conversación: desde la necesidad de hacer trabajo pro bono en favor de la comunidad, el impulso de campañas de inclusión y diversidad, y la participación y organización de capacitaciones en temas relacionados con la comunidad LGBTIQ+, hasta la revisión de políticas internas y la implementación de acciones reales en favor de la comunidad”, dice.

Cuando le contó a sus padres cuál era su orientación sexual, su principal preocupación fue cómo y dónde iba a conseguir trabajo. Ese fue su motivante para convertirse en la representación que nunca tuvo y le hubiera gustado tener. “Es difícil elegir un adjetivo para describir el trayecto hasta mi posición actual porque si bien no ha sido fácil, también ha sido sumamente satisfactorio poder alcanzar mis metas profesionales siendo yo mismo”, asegura.

El abogado es colíder del comité Pride+ y ha participado en el lanzamiento de la primera encuesta anónima para ubicar el talento diverso en la organización o en el lanzamiento de la Guía del Buen Aliado. “Hoy, el despacho es un lugar seguro para todos los miembros de la comunidad LGBTIQ+, situación que no existía hace dos años”, señala.

Asegura que la diversidad existe en las empresas, lo que falta son políticas reales de inclusión y la mejor estrategia es la educación. “La información es el arma más poderosa en contra de las actitudes discriminatorias y nos ayuda a ser más conscientes, a eliminar sesgos cognitivos y a erradicar la violencia. La educación tiene que ser para todas las personas de las empresas, pero la responsabilidad del éxito recae, principalmente, en el management”.

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