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CERCA DE LA COSTA

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Ya tenemos que parar, ingeniero”, avisó uno de los trabajadores de la carretera Barranca Larga-Ventanilla al finalizar la entrevista con Héctor Alcázar, ingeniero independiente encargado de la obra. “¿De qué lado nos pararon?”, pregunta; “de los dos”.

Son personas que viven en una comunidad cercana. “Se les prometió que se haría un entronque para que puedan entrar rápido a la carretera y sí se hará, pero primero debemos terminar otras partes. El desacuerdo es que ellos quieren ver ya movimiento para asegurarse de que la promesa se cumplirá”, cuenta el encargado.

Minutos después, caminando por uno de los tramos carreteros que más ha tardado en construirse en México y que está inserto en la autopista que promete unir la ciudad de Oaxaca con Puerto Escondido en menos de tres horas, aparece un grupo de hombres que dialogará con el equipo que labora

PASAR DE RECORRER UNA CARRETERA DE SIETE HORAS PARA LLEGAR A LA COSTA, A UNA DE TRES HORAS, ES LÓGICO QUE YA LA QUIERAN USAR.

en la obra para que pueda seguir la construcción.

La escena se desenvuelve alrededor de las 10 de la mañana en la autopista Barranca Larga-Ventanilla, de 104.2 kilómetros, bajo un sol que apenas deja abrir los ojos, pero que en pocas horas se transformará en una tormenta que tampoco permitirá que las máquinas sigan operando.

Estos dos fenómenos, el natural y el social, han sido parte de la historia de las denominadas “carreteras imposibles” que llevan alrededor de dos décadas de construcción y cuya conclusión es parte de las promesas de la actual administración.

Su semejante, la Mitla-Tehuantepec, ha pasado por la misma situación. Residentes de la zona en la que se desarrolla, que va del centro del estado a Tehuantepec, cerca de Huatulco, se han manifestado y parado las obras; aunado a la compleja orografía, el clima y la dimensión, que han hecho

Héctor Alcázar, supervisor de obra.

CONFLICTO. Además de supervisar la obra, el ingeniero Héctor Alcázar también es mediador cuando surgen las protestas sociales.

NATURALEZA. La complicada orografía de la sierra oaxaqueña hace difícil el traslado de material para la construcción.

que se dificulten los trabajos, debido a lo complicado de acarrear los materiales y edificar estructuras monumentales, como un túnel y un viaducto que deben sortear la sierra.

A pesar de los retos, se insiste en su construcción. De no realizarla, los recursos invertidos hasta ahora se perderían, así como la oportunidad de aminorar los tiempos de traslado y mejorar la calidad de vida de los usuarios, quienes incluso buscan la forma de utilizar los tramos concluidos de esta vía.

“La gente está desesperada, ya quiere hacer uso de la autopista. Recorrer una carretera existente de siete horas para llegar a la costa, a tres horas, tres horas y media, pues es lógico que ya la quieran usar, aunque se ponen en riesgo porque todavía no está lista”, dice Alcázar, residente de obra en la Barranca Larga-Ventanilla.

Reducir a la mitad el tiempo de traslado de la capital a ambas playas no sólo incentivará el turismo, sino que facilitará el traslado de personas y mercancías, además de dinamizar la economía. Se estima que en su operación, la carretera Barranca Larga-Ventanilla tenga un tránsito promedio al día de 4,253 vehículos, mientras que en la Mitla-Tehuantepec se esperan 3,000.

“En la actualidad, si nos vamos por la carretera que normalmente da servicio, que es la que pasa por Ocotlán de Morelos, son hasta seis horas y media de recorrido. Al reducirlo a la mitad, es menos gasto en gasolina, se tendrá una vía rápida, segura y confortable que hará que más personas elijan visitar Oaxaca porque, además, estará más cerca la costa”, asegura José Luis Chida Pardo, director general del Centro SICT (Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes) del estado.

La conclusión de estos proyectos, prometida por el presidente Andrés Manuel López Obrador para 2021, beneficiará a más de 180,000 habitantes de la costa, el centro del estado y las comunidades que atraviesan las rutas, 14 en la Mitla-Tehuantepec y 11 en la Barranca Larga-Ventanilla. Sin embargo, los retrasos continúan y los sobrecostos no se han hecho esperar.

RETOS. Los cerros y barrancas hacen que el proyecto necesite infraestructura única para garantizar la seguridad de sus usuarios.

Al inicio de la actual administración, la Barranca Larga-Ventanilla se fijó en un costo de 5,000 millones de pesos, pero con la reconstrucción de los tramos que se han ido deteriorando en dos largas décadas de obras, se ha elevado la cifra hasta superar los 8,234 mdp. En el caso de la Mitla-Tehuantepec, ni siquiera se ha definido la inversión total del tramo que falta por terminar.

Ambas serán carreteras tipo A2, con un ancho de corona de 12 metros para conformar dos carriles de 3.5 metros de ancho más acotamientos, lo que permitirá transitar con velocidades de entre 90 y 110 kilómetros por hora.

“Se está determinando el cambio de contrato, de un proyecto de prestación de servicios a una asociación público-privada, considerando todos los precios con los que se licitaron en 2019 traerlos a la fecha y traerlos a este esquema de APP, todavía no tenemos nada definido. Hasta un primer equilibrio, se hablaba de 12,000 millones de pesos, cuando en su origen se había hablado de 9,000, pero aún estamos en revisión”, dice Chida Pardo.

Parece que, al final, la fecha de inauguración se acerca. La carretera hacia Puerto Escondido estaría lista en el segundo semestre de este año y la Mitla-Tehuantepec, en 2024.

Veinte A Os De Promesa

Las obras comenzaron en 2004. La empresa Omega se adjudicó la concesión de la Barranca Larga-Ventanilla en 2012, misma que abandonó al considerar que la obra era inviable financieramente por las complejidades técnicas y sociales, así que, en 2015, la transfirió a ICA, que, tras declararse en quiebra, finalmente la dejó en manos del Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin) en 2017.

“Cuando nosotros llegamos (en 2019), la carretera estaba totalmente colapsada por los sismos, el abandono y las lluvias. Ahorita, uno de los principales retos es el de crear taludes porque fueron los más afectados. Ya se hicieron alrededor de 250 para estabilizar”, explica Silvio Aguirre, residente de obra del Centro SICT Oaxaca.

Finalmente, el Fonadin, administrado por el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), toma la concesión a 30 años y, a través de un esquema de prestación de servicios, le da la construcción a Vise, Mota-Engil, Coconal y Carso, que reiniciaron los trabajos en 2019 dando empleo a más de 1,500 personas; mientras que en la Mitla-Tehuantepec laboran 1,800.

Los Retos Persisten

Aunque la función de Héctor Alcázar en la carretera Barranca Larga-Ventanilla está enfocada en la construcción, en su día a día también aborda labores de negociador con las personas que llegan a bloquear la obra. De hecho, los conflictos sociales son los únicos que se antojan desafiantes, pues incluso los financieros se declaran solventados.

Las demandas van desde problemas ejidales y solicitudes de infraestructura básica en los municipios cercanos hasta accesos directos a la autopista y condonación del peaje. Instancias como la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano (Sedatu) y la SICT, a través de Caminos Rurales, han entrado al proyecto para resolver esta problemática.

Sin embargo, la principal preocupación ahora se encuentra en el túnel de Santa Martha, ubicado en una zona donde ya se terminó parte de la carretera, aunque sigue cerrada a los usuarios, pues también hay trayectos de terracería en montañas donde el polvo es lo único que se ve al frente. Cuando la obra se retomó, el túnel ya estaba avanzado, pero los temblores y las precipitaciones estaban por colapsarlo.

“Este túnel ha sido bastante complejo por el suministro de materiales, ya que estamos en la parte central, en la más alta. Es difícil traer cemento, acero, hasta la mano de obra. Y no hay infraestructura para que la gente pueda estar aquí todos los días, por lo que se han tenido que hacer instalaciones para poder trabajar continuamente. Además, al ser una zona alta de la montaña clasificada como bosque mesófilo, predominan las lluvias casi 80% del año, lo que propicia retrasos en la ejecución”, cuenta Héctor Alcázar.

SUPERESTRUCTURA.

Héctor Alcázar, supervisor de obra.

Las dificultades se observan. Los trabajadores se cubren del sol mientras toman un refrigerio dentro de tubos de concreto que después serán colocados, y algunos otros se agrupan detrás de la carpa en donde se revisan planos y que, a determinadas horas del día, también les hace sombra.

Por otro lado, los pobladores de las comunidades aledañas saben ya que esta es una pieza clave, por lo que suele ser motivo de presión para los gobiernos.

El segundo punto más difícil atañe a un viaducto, indispensable en la unión entre Oaxaca y el resto de la carretera a Puerto Escondido. Esta es una obra catalogada como “especial” por su dificultad y se encuentra, exactamente, en la comunidad de San Vicente Coatlán, donde más enfrentamientos sociales se han registrado en los últimos 20 años.

“Hemos tenido bloqueos intermitentes que van de 15 días a un mes. El más prolongado fue del 5 de septiembre al 15 de febrero de 2023. Lo complicado es que este viaducto se compone de una superestructura en la que se debe trabajar constantemente y cuando hacen que paremos, no nos avisan, no nos podemos anticipar, de un momento a otro tenemos que sacar los recursos y el tablero metálico no se deja con preparaciones necesarias”, lamenta Gilberto Joaquín Ruiz, supervisor del área.

Para resolver ese último periodo de paro de obras, el gobierno estatal tuvo mesas de trabajo con representantes de la comunidad en las que se comprometió a resolver un conflicto agrario que mantienen con Villa Sola de Vega, comunidad vecina. No obstante, las presiones han vuelto y, aunque la construcción no ha parado, los trabajadores temen que así suceda, ya que la edificación del viaducto se encuentra en un punto crítico.

Y AÚN HAY MÁS…

En cuanto a la Mitla-Tehuantepec, la orografía es aún más compleja. Hay un tramo que ya está terminado y que entró en operación en marzo, que va del entronque de San Juan Lachixila a Tehuantepec, de 18.2 kilómetros.

En el resto de la vía, que todavía no está lista, también hay vehículos que utilizan parte de la ruta. “El tránsito que se encuentra en el tramo intermedio son gente que se mete para llegar a sus localidades, la mayoría, trabajadores. Usan lo

50%

SE REDUCIRÁ EL TIEMPO DE TRASLADO ENTRE OAXACA Y LA COSTA.

que está pavimentado porque la estrategia es ir avanzando y pavimentando a la vez”, detalla Chida Pardo.

Este avance es lento debido a que las máquinas deben llegar a los puntos centrales por caminos angostos, llenos de desniveles, con barrancas como límites y a pleno sol. Además, se deben construir 65 puentes en 57 kilómetros, lo que implica colocar 620 trabes, es decir, dos diarias para poder terminar en un año, comenta Silvio Aguirre.

A pesar de los desafíos, los involucrados no se desaniman y están seguros de que acercar Oaxaca a la costa se avecina, y de que serán ellos quienes harán posibles las carreteras.

“Me gustaría que todos recuerden la importancia de este proyecto, de todo lo que se ha tenido que pasar en temas sociales. En ingeniería, históricamente tampoco son comunes estructuras de este tipo y qué mejor que estén en Oaxaca”, celebra Marcos Eduardo Silva García, representante de la empresa Coconal.

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