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CENTENNIALS
el súper de a poquito. Mi mamá es contadora y dice: ‘Cuida los centavos, que los pesos se cuidan solos’”, cuenta Azul Trejo, de 23 años, recién egresada en 2022 de la carrera de Relaciones Internacionales de la FES-Acatlán de la UNAM.
Un 14 de febrero de 2021, en plena pandemia, se independizó, se fue a un departamento propiedad de su familia tras el acuerdo de que debía solventar sus gastos personales, servicios e insumos de la casa. A la par de tomar clases virtuales en la UNAM, se empleó en un call center donde le ofrecieron pago en efectivo de 5,200 pesos al mes, 50 pesos en vales de despensa y 15 minutos para comer, no más.
El incremento de los precios los percibió una vez que comenzaron las clases presenciales. “Antes, el camión que te llevaba a la facultad te cobraba 5 pesos y al regresar a presenciales ya cobraba 10 pesos, ¡el doble!, por eso decido utilizar la bicicleta para llegar y es mi medio principal de transporte”, detalla Trejo.
Hace apenas un mes, cambió de empleo como maestra de inglés a distancia. Ganará un poco más y aunque no es un empleo formal, le ánima mucho el hecho de ayudar y enseñar a las personas a aprender otro idioma desde una computadora y lo que ello implica: “Hacer home office, amo el home office”, dice.
“Tras la pandemia, me desilusioné de mi carrera, creo que ya somos muchos, la población ha crecido con el pasar de los años. Para trabajar en lo que estudiaste es necesario tener contactos en las instituciones, en las empresas. Los trabajos son precarios, se gana muy poco en general, no concibo cómo personas con familia viven con salarios similares, me frustro, le cuento a mi mamá y ella me dice: ‘Peor es no tener’”, cuenta Miss Azul Trejo, quien toma el último sorbo de café y se va en su bicicleta, pues pronto comenzarán sus clases.